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Sobre O. S. Marden -II-

Del título del libro que tengo entre mis manos
El poder del pensamiento
Orison Swett Marden

Del Prólogo del traductor

        En el lenguaje vulgar y en las conversaciones ordinarias suelen confundirse, o por lo menos se toman como sinónimos, los conceptos de mente, inteligencia, pensamiento, intelecto, entendimiento y conocimiento. Sin embargo, hay entre mente y pensamiento la misma distinción que entre la flor y el aroma, entre el canario y el gorjeo, entre el sol y la luz. Podemos considerar a la mente como un órgano psíquico que tiene por medio instrumental al cerebro físico, y el pensamiento es la mente en acción con sus diversas modalidades o maneras de actuar que generalmente se llaman facultades intelectuales o mentales y son, entre otras, la memoria, atención, observación, comparación, juicio, raciocinio, discernimiento, imaginación, coordinación, análisis, inducción, síntesis y deducción, que, como fuerzas concurrentes al punto de aplicación u objeto de estudio, dan por resultado el conocimiento. Así tenemos que para conocer las cosas tal como son en sí, es preciso que la mente se ponga en actividad, es decir, que el hombre piense y enfoque todas las facultades mentales en el objeto de estudio... Porque el pensamiento no es más ni menos que la actividad de la mente aplicada a un objeto material o inmaterial. En el primer caso, el objeto excita la mente por la percepción de los sentidos; en el segundo caso, el objeto excita la mente por obra de la imaginación...
Y como todos los órganos, aparatos y funciones del cuerpo humano están regidos por el sistema nervioso, de aquí que toda alteración, toda vibración, por leve que sea, de este sistema, influirá necesariamente en bien o en mal, según su índole, en la salud del cuerpo... Y como no hay emoción sin pensamiento que la levante, resulta evidente El poder del pensamiento, de que, con insuperable maestría, trata Marden en las páginas cuyo detenido estudio recomiendo al lector...         
Federico Climent Terrier
Barcelona, a marzo de 1915

Del Prefacio del autor
Publico esta obra con esperanza de mover al lector necesitado de ello, al descubrimiento de las maravillosas fuerzas de su íntimo ser... hasta el punto de capacitarle para realizar empresas que antes de entonces no hubiera podido sospechar... El rostro está esculpido de dentro a fuera con el cincel de los pensamientos y las emociones... No hay hábito tan valioso para la vida como el de la optimista disposición mental, que espera el éxito y no el fracaso, la dicha y no el infortunio... El éxito se engendra en la mente...

Leyendo este prefacio me nace decir:

Toma tú cincel
Mira tú rostro y
Con cada pensamiento positivo
Comienza a esculpir un rostro mejor.

Pensamientos-frase de O. S. Marden dejados en "El poder del pensamiento"

Lo que ardientemente anhelamos, y en conseguirlo ponemos todo nuestro esfuerzo, se convierte, tarde o temprano, en realidad. Nuestros ideales son el boceto de futuras acciones, la esencia de lo que esperamos.

En cuanto empezamos a desear una cosa con todo el anhelo de nuestro corazón, nos relacionamos con ella según la intensidad y perseverancia de nuestro anhelo y el inteligente esfuerzo para conseguirlo... debiéramos aprender a vivir mentalmente en el ideal que anhelamos... Hemos de mantener de continuo en nuestra mente el ideal de cómo quisiéramos ser. Si alimentamos pensamientos de vigor al instante sofocaremos toda imagen de flaqueza.

Creed firmemente que haréis cuanto os propongáis hacer, sin dudar ni por un instante del cumplimiento de vuestra obra; y si acaso os asalta la duda, rechazadla al punto de la mente, repeled todo pensamiento hostil y toda disposición desalentadora.

En cuanto es propongáis hacer o queráis ser, adoptad siempre una actitud esperanzadora y optimista con relación a vuestro objeto, y os sorprenderá ver cómo se intensifican vuestras facultades y se vigoriza vuestra voluntad.

Si de continuo imaginamos el ideal nos será más fácil lograrlo si nos lo representamos en la mente con la mayor viveza posible y ponemos de nuestra parte los medios necesarios para llegar al fin.

Pensemos y digamos únicamente lo que anhelamos realizar.

Nuestro bienestar moral es producto de nuestros pensamientos.

Si deseáis progresar en determinada cualidad representáosla tan vívidamente como podáis y sostenedla firmemente como ideal que habéis de conseguir. Pensando sin cesar en dicha cualidad hasta que la sintáis asimilada a vuestra conducta, la naturaleza inferior irá desprendiéndose de sus flaquezas, vicios, errores e imperfecciones para identificarse con la superior y lograréis vuestro total enaltecimiento.

La fe bosqueja la imagen en substancia plástica y nos anticipa su realización. Formidable aliento nos presta la firmísima fe en lo que ha de sucedernos, y así hemos de establecer nuestras esperanzas en la misma dirección del propósito de nuestra vida. El pensamiento concentrado opera los mayores prodigios de la civilización. Hemos de vivir siempre con la esperanza de mejores cosas, con el convencimiento de que algo grande y hermoso nos aguarda, si con acierto nos esforzamos en conseguirlo y mantenemos nuestra mente en condiciones creadoras. Hemos de tener el convencimiento de que continuamente estamos pro
gresando hacia algo más alto y mejor en cada átomo de nuestro ser.

La potencia imaginativa nos da indicios de las gloriosas realidades que nos esperan en el más allá... Ya no hemos de considerar como ocioso y estéril pasatiempo lo que se llama hacer castillos en el aire, porque verdaderamente nos es preciso edificar castillos en nuestra conciencia y planearlos con todos sus pormenores en nuestro anhelo, antes de echar los cimientos de su realidad.... Cuanto nos sucede en la vida nos lo forjamos de antemano en la imaginación.

Antes de irnos a la cama, por la noche, debiéramos tener un rato de meditación a solas con nosotros mismos para pensar y soñar en los anhelos de nuestro corazón, sin asustarnos de que la mente imaginativa nos lleve muy lejos en sus alas, pues el "hombre sin ideal languidece y muere".

La imaginación es don divino que se nos otorgó para vislumbrar las grandezas que nos están reservadas... para demostrar la posibilidad de realizarlas en la vida.

Nuestros pensamientos son como raíces etéreas que se extienden en todas direcciones por el océano de energía cósmica, y levantan vibraciones de su misma tónica para atraer elementos afines a nuestros anhelos.

Todo hombre entraña en sí el germen de la perfección; y si en esta perfección enfocáramos nuestra mente con sostenida perseverancia, cumpliríamos el divino mandato: sed perfectos como el Padre que está en los cielos.

Quien piensa en la enfermedad, la pobreza y la desgracia, topará con ellas y caerá en sus garras. Pero, ignorante de la estrecha relación entre el pensamiento y sus efectos, achacará a la fatalidad cuanto le suceda, sin reconocer sus propios engendros.

Lástima dan multitud de desconocedoras de su divina estirpe, que desfallecen en las márgenes del río de la abundancia, sin darse cuenta de que las condiciones de vida, las circunstancias sociales, los amigos o enemigos, la pobreza o riqueza, nuestra situación presente, son en mucha parte resultado de la actitud mental de cada uno, pues todo cuanto obtengamos ha de estar en armonía con la índole de nuestros pensamientos... Colocaos en armonía mental con lo que necesitéis; concentrad vigorosamente en ello vuestra voluntad, y, si no dudáis, de seguro que lo recibiréis.

Todos debemos volver los ojos hacia el sol de la esperanza y la prosperidad, porque el éxito y la dicha son el inalienable derecho del género humano.

Todos somos los arquitectos de nuestro destino pues a cuanto hagamos en la vida ha de preceder su correspondiente plan.

Forjaos nuevas imágenes, nuevos ideales de plenitud y abundancia, para llegar a la riqueza espiritual.

Quien ansíe el éxito siempre ha de pensar en él progresiva, perseverante y sobre todo optimistamente. Cada cual va en la dirección a que da frente.

Dice un adagio que cada vez que la oveja bala pierde un bocado de heno. Así cada vez que uno se queja de su suerte y piensa que ha de serle imposible prosperar como otros prosperaron, agrava las dificultades que encuentra para deshacerse de los enemigos de su felicidad.

Los pensamientos son imanes que atraen todo lo de su misma índole y no hay manera de atraer lo contrario de aquello en que pensamos.

Si queréis atraer la paz, desechad todo pensamiento de turbación; si queréis atraer la riqueza, empezad por repeler todo pensamiento de pobreza. Olvidad cuanto hasta ahora os infundió temor y expulsadlo de vuestro adelanto. En cambio, acoged y alimentad pensamientos de índole opuesta a los que entorpecieron vuestros pasos y os sorprenderéis al ver cuán luego vienen a vosotros las cosas por las que durante tanto tiempo suspirasteis.

Con tal que vuestras ambiciones sean legítimas y derecho el camino elegido para alcanzar vuestro fin, realizaréis en la vida algo que valga la pena.

Si perseveramos en la fe de que algún día vertemos realizados los anhelos cuyo logro nos parece ahora imposible y mantenemos con firmeza la mente en disposición favorable a que se nos han de abrir los caminos del éxito, estableceremos un estado psicológico mental que atraerá magnéticamente el anhelado objeto.

Hay en nuestro interior un gran poder que no acertamos a explicar, pero que todos somos capaces de sentir cuando llevamos adelante nuestras resoluciones... El pensamiento recto y placentero es germen de salud y prosperidad y factor de éxito.

La mente positiva construye; la negativa destruye. Pero la mente negativa puede revertirse en positiva con sólo mudar la actitud de la voluntad respecto de los objetos a que se convierta... El telar de la mente teje el dibujo que le trazamos, es decir, reproduce en forma mental los sentimientos de discordia o armonía, error o verdad, valor o cobardía.

Poderosa ayuda recibirá quien a cada punto se afirme en la idea de que es quien desea y debe ser, no con la esperanza de serlo, sino con la convicción de que ya lo es. Quien así proceda se sorprenderá de ver cuán prontamente queda trazada en el carácter la modalidad que anheló realizar en la vida.

A los niños se les debiera insinuar la idea de que han nacido para progresar y no para el fracaso, porque nadie nace predestinado fatalmente al infortunio.

La vida es un continuo reflejo de la opinión que de nosotros mismos nos forjamos. Nadie será mayor de lo que conceptúe ser, ni hay más segura defensa contra la bajeza y la inferioridad que una elevada estimación de las propias aptitudes... Cuanto más viva sea nuestra fe, más cerca estaremos de la realización de nuestro ideal... La fe es un don que Dios ha concedido al hombre.

Pensad siempre en la superioridad y seréis superiores... en nuestra mente está nuestro destino, cuyos dueños en realidad somos... Solemos achacar a la suerte o al destino lo que en gran parte es resultado de nuestra mente.

Potente magia y energía creadora entraña el esfuerzo para llegar a ser lo que se quiere ser... Quien anhele conservar la salud, no ha de pensar en nada que pueda quebrantarla, sino creerse siempre bueno y sano de cuerpo, porque esta actitud mental determinará saludables condiciones de vida.

La autosugestión es una fuerza valiosísima para formar el carácter y dirigir la conducta... Todos somos tales como nuestro pensamiento es.

Nadie puede substraerse a sí mismo doquiera esté y doquiera vaya. Siempre nos veremos circuidos de nuestro horizonte mental, asediados por nuestros ideales y bajo el influjo de la autosugestión.

No podemos substraernos a nuestra atmósfera mental, podemos transmutarla si logramos alterar la índole y calidad de nuestros pensamientos y, por consiguiente nuestra actitud mental respecto de la vida.

Es ya una verdad científicamente demostrada que las víctimas de hábitos viciosos acabarían por redimirse de su vergonzosa esclavitud si se lograse evitar que pensasen en su vicio dominante.

(Técnica)
Si alguna vez nos encontramos en siniestra disposición o atormentados por algún mal pensamiento que perturbe nuestra mente y nos impida trabajar con serenidad, lo mejor será que suspendamos la tarea y nos concentremos por algún rato en nuestro interior para contemplar las bellas, sonrientes y placenteras imágenes mentales que con un esfuerzo de voluntad nos forjemos, de suerte que desvanezcan las contrarias y mantengan a tono nuestro instrumento mental.

Otra excelente regla de conducta es no dar a las menudencias y fruslerías la importancia que en sí no tienen, porque la vida es demasiado seria para consentir que las contingencias de escasa monta nos atribulen y quebranten nuestro equilibrio mental. La verdad es que aun cuando al hombre, cuyo altísimo destino es dominar las fuerzas del Universo, no le cuadra descomponerse ni sulfurarse por lo que no vale la pena.

(Técnica)
El mejor medio de actualizar eficazmente nuestras buenas cualidades es representárnolas de continuo como si ya las tuviéramos del todo vigorizadas y tratarnos a nosotros mismos como trataríamos a un hijo nuestro de quien esperáramos grandes cosas. Conviene valernos de la autosugestión, repitiendo frases de aliento, máximas célebres, sentencias famosas, proverbios morales y trozos poéticos, que influirán en nuestro ánimo con toda la energía espiritual que entrañan sus palabras. Pero lo más notable y de mayor eficacia en el procedimiento autosugestivo es conversar con nosotros mismos, entablar un soliloquio con nuestra conciencia y examinar detenidamente nuestra conducta para recriminarnos los defectos con el firme propósito de enmendarlos, de modo que por alquimia espiritual, se transmuten en virtudes... La dilatada práctica de esta autosugestión nos permitirá obrar maravillas, como las obraron tantos hombres ilustres que, nacieron en pobre cuna y sin valederos en su juventud, lucharon denodadamente para hacerse hombres, en el recto y completo significado de la palabra, logrando decisiva victoria.

Quien recibe sonriente la adversidad, demuestra que no pertenece a la numerosa legión del vulgo.

Los opuestos pensamiento no pueden ocupar al mismo tiempo nuestra mente. ¿Cuándo nos convenceremos de que nuestros más acerbos enemigos son los malos pensamientos?. Si no estamos alerta, los siniestros pensamientos pueden echar abajo el mejor cimentado edificio mental.

Profundo conocimiento científico denotaba San Pablo al aconsejar a sus discípulos que se transformaron por la renovación de la mente.
(Que no os conforméis a este siglo, sino que os transforméis con la renovación la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios. Romanos 12:2 - Versión Nacar Colunga-).

Cada nueva exigencia de la civilización excita el funcionalismo cerebral en sentido de satisfacer intelectualmente la exigencia, desarrollando las facultades a propósito para el nuevo servicio, análogamente a como el organismo se va modificando hasta adaptarse a las condiciones del medio ambiente. El cerebro también se modifica en sentido de adaptación al ambiente mental para satisfacer las nuevas necesidades intelectuales que la evolución despierta, y nuevas células aparecen en su tejido, aparte del mayor vigor de las existentes.

El habitante de la ciudad es más rápido en el pensamiento y más agudo en la percepción, a causa del ejercicio cerebral a que le someten las exigencias del medio ambiente.

Parece como si la repetición del pensamiento abriera en el tejido nervioso un surco, de la propia suerte que el agua corriente abre el cauce en el suelo, por lo que es preciso variar la dirección del pensamiento en sentido recto para establecer nuevos hábitos y renovar el carácter. El mejor ejercicio en este caso será concentrar el pensamiento en la facultad que necesitemos vigorizar, y con ello robusteceremos las respectivas células cerebrales. Así el continuado pensamiento de confianza afirmará esta facultad, si está debilitada por la incertidumbre y la duda. De la propia suerte los tímidos y vacilantes han de adoptar la disposición mental de valor y decisión, con el pleno convencimiento de que son capaces de prudentes, firmes y definitivas decisiones. Nadie ha de pensar que es irremisiblemente débil.

No tan sólo podemos robustecer las facultades débiles, sino también intensificar las ya vigorizadas por medio de la autosugestión... lo cierto es que las facultades mentales son susceptibles de intensificación y amplitud por el ordenado ejercicio del pensamiento.  Según este principio, es posible extirpar las malas inclinaciones, a pesar de los obstáculos que opone la herencia, y transmutar los vicios en virtudes... para salir victoriosos en tal empeño es preciso proceder de soslayo, fomentando la virtud opuesta, pues de este modo irá muriendo el vicio que nos aprisionaba. Se ha de matar lo negativo vivificando lo positivo.

Renovada la mente queda renovado el hombre.

Sobre ajenas opiniones emitidas antes de 1915 que Marden en su libro destacó
 

*Todo pensamiento, aun el más leve, influye beneficiosa o perjudicialmente, según su buena a mala índole, en la estructura del cerebro. La repetición de un mismo pensamiento acaba por establecer un hábito que, luego de contraído, resulta muy difícil de extirpar.
James, de la Universidad de Harvard

*El anhelo modela en barro lo que la vida esculpe en mármol.
Lowell

*No me encolerizaré ya más contra el hado,
porque he aquí que a mí viene lo mío.
Ni tiempo, ni espacio, ni cumbre, ni abismo
alejarán de mí lo mío.
Juan Burroughs

*El porvenir de un hombre no está en las estrellas, sino en su voluntad.
Shakespeare

*Si mantenéis en vuestra mente la idea de juventud, se reflejará concretamente en vuestro organismo.
Mulford

*Descuidadamente esparcimos semillas que nos figuramos no ver más; pero, al cabo de años, brotan de ellas plantas cuyo fruto hemos de cosechar.
Juan Keble

*El pensamiento obedece a la universal ley de que cada cosa engendra su semejante; y por lo tanto, todo pensamiento influye en el ánimo según su naturaleza. Son como veloces palomas mensajeras, que llevan lo que les ponemos.
Ella Wheeler Wilcox

*El hombre escribe su vida en su naturaleza psíquica, donde después la leen los ángeles.
Swedenborg


Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
septiembre 2004

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