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Sobre la moderna visión Vedanta de swami Vijoyânanda (1898-1973)
De diez Conferencias de junio a diciembre de 1934

EN LA ANTECÁMARA DEL HINDUISMO
17 de junio de 1934

Los libros más antiguos del mundo son los Vedas. Resulta muy difícil calcular, aun aproximadamente, la fecha en que los Vedas pasaron a la forma escrita.

Así como desecháis una vestimenta gastada y vieja sin el menor escrúpulo, sin deteneos a pensarlo dos veces, como algo inservible que no vale la pena conservar, así desecháis vuestro cuerpo para poneos otro nuevo, y otro y otro más, hasta tanto la necesidad de tener cuerpo se ve colmada en la completa liberación de todo cuerpo.

Son muchos los que no saben ver y otros muchos los que ven con ojos ajenos... Los tiempos están cambiando rápidamente. La Tierra se ha encogido. En un abrir y cerrar de ojos se envía un mensaje de un extremo al otro del globo. Los aeroplanos alcanzan la fantástica velocidad de casi cuatrocientos kilómetros por hora. Los automóviles comunes, aun en arterias de mucho tránsito, rehúsan detenerse el tiempo suficiente para permitirle a uno cruzar la calle. Todo anda con vertiginosa velocidad. Pero ¿hacia dónde? Si preguntáis a la gente, os dirá: "No sabemos", ¿Indica el movimiento que se dirige hacia la liberación? Poned la mano sobre el corazón, sed sinceros con vosotros mismos por lo menos una vez en vuestra vida y preguntaos "¿Quo vadis?". Si no es hacia la liberación, entonces es seguramente hacia el otro extremo: la destrucción. Se me dice que no debo mencionar ninguna verdad capaz de herir vuestra muy decente mentalidad; aun a riesgo de mostrarme un poco duro, como os aprecio, os diré la verdad desnuda que no transige con ninguna sociedad, dogma, doctrina, rito ni ritual. La verdad es la verdad y jamás puede ser recubierta con mentiras por dulces que sean.

La religión sin ninguna filosofía, la religión que no puede ser discutida, que no tolera lógica alguna, la religión que se limita a decir: "Haz esto" y "No hagas aquello", está condenada a morir tarde o temprano. La función de la mente es razonar, la del Intelecto es comprender y poner en práctica, la del corazón es sentir. Toda religión que trata de sofocar las funciones de la mente y del intelecto, sólo produce falsos secuaces y en ciertos casos, fanáticos peligrosos. Dicen los hindúes: "Más vale caballería vacía que llena de caballos salvajes". Una religión apartada de la vida, una religión que no infunde vida, es inútil. La religión debe colmar nuestra vida entera, debe darnos fuerza, y por encima de todo, debe alentarnos. Las personas religiosas deben mantener en su interior, siempre brillante, la luz de la Verdad, el amor y la pureza; todas las demás clases de religiones pueden satisfacer a unos pocos o cumplir el propósito de los menos, pero su finalidad, si tiene alguna, es el engaño a sí mismo. ¡Qué lástima cuando la Verdad realizada por grandes seres es tergiversada y alterada para utilizarla con fines económicos! Y peor aun, cuando sólo sirve para llenar de nombres un voluminoso y gastado registro de miembros de alguna iglesia. La religión es muy personal. Es el lazo de unión entre Dios y su hijo, entre el individuo y lo Universal.

LA FILOSOFÍA DEL MIEDO
1 de julio de 1934

¿Qué nos muestra esta moderna civilización del siglo XX? En el año 1914, cuando el siglo se hallaba aún en su primera infancia, el mundo se vio sumergido en la gran guerra europea. El escepticismo, la envidia, el odio y el crimen anduvieron desenfrenados durante cuatro largos años; millones de seres fueron muertos y millones quedaron inválidos. Europa asumió el aspecto de un vasto cementerio. Los niños nacidos después, de padres que participaron en la gran guerra, deberían haber aprendido de ella alguna lección. Mas ¿qué vemos hoy? Aquella terrible experiencia va a repetirse, tanto puede ser en Europa como Asia. No estoy haciendo profecías. (Se cumplió con la Segunda Guerra mundial, seis años después).

El hombre es el resultado de sus propias acciones. Su venida a este mundo es el resultado de sus pasadas impresiones. Agota algunas de éstas, recibe otras nuevas que van formando su carácter; pero hasta y a menos que su substancia mental quede en completa calma y libre de toda impresión, no puede alcanzar la liberación.


Creo en la eficacia de la repetición. Por eso de nuevo os repito que desechéis el miedo. ¡Y seguiré repitiéndolo hasta tanto nos incrustemos esa idea en nuestros petrificados cerebros!

Jamás un alma libre lucha contra alguien. Esa Liga de las Naciones y demás instituciones similares -perdonadme la franqueza- están llenas de almas ligadas. Cada miembro acaricia alguna idea predilecta y trata de proteger a su país contra el ataque de otros, simplemente por MIEDO. Hasta que la mezquindad desaparezca, será inútil hablar de paz. ¡Intentamos resolver los problemas del macrocosmos! Palabras altisonantes, no hay duda. ¿Pero por qué no empezar con el microcosmos? ¿Por qué no declarar "No siento miedo, ni debo explicación a nadie de mis pasados errores"? ¿Por qué no ser puros, de modo que vuestra pureza emane e irradie sobre los demás? ¿Por qué no ser veraces hasta el punto de que todo mentiroso se avergüence en vuestra presencia?

Por encima de todo realizad vuestra plenitud, a fin de que ningún pensamiento de privaciones y miserias pueda atormentaros en el futuro. Nos olvidamos de amar a nuestro propio YO. Parece esto egoísta, pero es un hecho. Aquel que no ama a su YO no puede amar a otros... "Todo cuanto hiciste en el pasado, bien hecho está; pero ha llegado la hora de hacerlo mejor"... Conoced primero vuestro YO superior, y luego podréis leer, como en la página de un libro abierto, que todo lo demás sólo es vuestra manifestación.

Admito que existen problemas varios en este mundo, pero el mayor es: "¿Quién soy yo?" Cuando se resuelve éste, la cadena entera de problemas queda automáticamente solucionada... Sólo los fuertes, sólo los intrépidos pueden ser realmente humildes. El mundo está hoy lleno de palabrería, pero nadie obra. No faltan teorías ni faltaron jamás; ha llegado el momento de ponerlas en práctica. El Absoluto sigue siendo el mismo Absoluto; jamás cambia, pues todos los cambios son de nuestra mente. Hemos olvidado que somos Sus hijos.

¡Hijos de la Luz, volved la cabeza y contemplad el sol de frente, sin temor de que os deslumbre! ¿No comprendéis que a pesar de todos vuestros esfuerzos por conservarlo, jamás lograréis que este cuerpo se torne inmortal? Es un compuesto, y todos los compuestos se desintegran tarde o temprano.

La mente. Allá está todo. Los problemas surgen cuando se perturba este plano mental. Antes de resolver cualquier cuestión intentad colocar la substancia mental en estado de equilibrio. No os sacrifiquéis por las comodidades de la vida diaria. En el placer existe el miedo a la enfermedad; en el alto rango social, el miedo a decaer; en la riqueza, el miedo al poder hostil; en los honores, el miedo a la humillación; en el poder, el miedo a los enemigos; en la belleza, el miedo a la vejez; en la erudición, el miedo a los que discuten; en la virtud, el miedo a los seductores; en el cuerpo, el miedo a la muerte. Todas las cosas humanas están entretejidas con miedo; sólo el renunciamiento trae consigo la intrepidez.

DUALISMO
15 de julio de 1934

El hecho es que somos débiles. ¿Por qué? Lo ignoramos. Somos incapaces de decir, por más que tratemos de explicarlo, ¿por qué se oscureció la Luz de la Divinidad y los hombres tornáronse como animales? ¿Por qué se dejó tentar Eva y cayó Adán? ¿Cómo pudo surgir la idea de imperfección en el seno de la perfección? La única respuesta que nos dan las historias es que así sucedió...

Esa mente humana tosca, esa mente animal dominada por el terror, esa mente de bestia enjaulada, ha crecido. Vive ya en el plano mental. Siente. Y cuando empieza a sentir, el hombre, en vez de exigir ojo por ojo y diente por diente, se esfuerza por perdonar; y en lugar de combatir la destrucción por medio de la destrucción, ofrece su propio y querido cuerpo para apagar por siempre el odio. Tales son los que la historia venera como mártires.

Dondequiera que haya limitaciones surgen diferencias. Dios muestra preferencias; algunos son sus elegidos, otros no. Pero estas ideas erróneas no son del cielo, sino de la Tierra. Dios no tiene consejeros ni ministros; nadie puede dictarle lo que debe hacer. Dios no es hindú, ni mahometano, ni cristiano, ni pertenece a ninguna religión especial.

No obstante el Legislador de los Judíos, que escribió sus mandamientos con letras de fuego que sólo Moisés pudo leer, cambió, y Cristo lo vio como su propio Padre, un Padre que no sólo perdona sino recibe de nuevo a Su hijo. Desgraciadamente, el "Padre que está en los cielos" de Cristo, volvió a cambiar más tarde. Fue dividido por distintas sectas cada una de las cuales afirmaba que su porción era Él entero. ¡Qué aserción ilógica! Si Él es el Padre, es Uno y el mismo para todos; si tiene preferencias, entonces es sólo un fantoche creado por seres débiles. Es el mismo Padre, el de un hindú y un cristiano. El tiempo, espacio y causalidad no lo cambian; ni siquiera pueden aproximarse a Él. Toda transformación se halla dentro de nosotros. Estamos encerrados en el espacio, limitados por el tiempo, somos producto de causas; por eso somos diferentes, y si queremos trascender las diferencias y unificarnos para siempre con Él, lo único que debemos hacer es olvidar Sus cualidades. Cuando más pensáis en vuestro padre, menos recordáis sus riquezas. Ya que somos capaces de lograr eso sobre esta Tierra, ¿por qué no hemos de representarnos a Quien es el Padre sin sus atributos? Cuando tal idea toma cuerpo en una mente madura (claro que la mente nada tiene que ver con la edad del cuerpo, pudiendo ser éste tanto joven como viejo), cuando una idea así trata de alzar la cabeza, nuestro concepto de Dios se transforma.

Cuando se llena nuestra vida con Su presencia, Su existencia y, sobre todo Su amor, la plenitud alborea en nosotros. Entonces, y solamente entonces, desaparece la diferencia entre el adorador y el adorado; se vuelven inútiles los intermediarios tales como gurú, maestro, predicador y sacerdote; pierden su exagerado valor los templos, las iglesias, las mezquitas y pagodas; en otras palabras, el mundo entero se funde y vuelca en un solo molde, quedando acuñado con Su imagen.

Dice el dualista hindú: Llenad vuestra mente con la idea que Él es todo amor; sólo entonces podéis amarle y amar todo cuanto Le pertenece.

¿HAY SALVACIÓN PARA LOS ATEOS?
29 de julio de 1934
Sí. Porque también ellos son hijos de Dios.
Somos nosotros, los intolerantes, los sectarios, los mojigatos y fanáticos de mente estrecha, quienes osamos condenar a los ateos. El Padre que está en los cielos no establece diferencias. Él es la Inteligencia Suma, y por lo tanto no puede ser alcanzado por la ignorancia. Sólo quienes tienen mente vil y baja se critican unos a otros. Ninguna religión es mezquina en principio, y, por eso, ningún profeta jamás vituperó a nadie. Son los impíos, aquellos para quienes la religión sólo consiste en ciertos ritos, quienes han inventado esa palabra "ateos". El ateísmo significa falta de Dios.

La intolerancia de los llamados creyentes, que siguen el sendero de la oscuridad, que niegan la libertad de razonar, con frecuencia conduce a los principiantes al más completo escepticismo. Además, vivimos en una época de verdad; cada uno quiere saber, ver, sentir, pero por sí mismo. Y la edad de la fe ciega que no tolera razonamiento alguno, ha muerto de muerte natural.

El ateísmo es un desafío a las personas insípidas, de mente reblandecida, que se dicen religiosas y viven en la duda. Oímos hablar mucho acerca de los ateos, pero os suplico hoy, que me busquéis uno y me lo traigáis. Yo os mostraré que no es ateo, sino que su modo de pensar difiere sencillamente del vuestro.

En este siglo XX, por mucho que tratemos de cegar a la gente, por mucho que prediquemos la pseudo tolerancia, nos veremos obligados a satisfacer las mentes lógicas. Y el único Dios que podemos presentar a estas mentes es la Verdad, la Paz, la Eterna Liberación.

Imaginad un hombre fuerte por naturaleza, ¿con qué derecho queréis imponerle la tutela de una fe cualquiera? Innumerables creencias de toda índole existen hoy. Lo único que falta es la fe en sí mismo. Si tenéis fe en vosotros mismos estáis en buen camino, y os aseguro que con sólo manifestar esa fe os haréis libres. Todas las creencias y todas las religiones son senderos conducentes a una misma meta.

¡Hablamos tanto acerca del cielo! En realidad ¿qué es el cielo? ¡Más comodidad y menos trabajo! Con seguridad que ese es el cielo de los haraganes. Por eso, el hombre moderno, de mente robusta, que se gana el pan con el sudor de su frente, rehusa encaminarse a la salvación por senda tan ambigua y cómoda. Cuando llega a pensar en la liberación, comprende que debe trabajar fuerte para lograrla, pues sabe que toda misericordia y gracia divina sólo son reflejos de su propia mente purificada. Empieza por lo tanto purificando tu mente.

"Conócete a ti mismo" dice el Rishi védico. Cuando un hombre se conoce a sí mismo totalmente, toda su pequeñez desaparece. La diferencia entre hombre y hombre descansa tan sólo en la idea de la individualidad. ¡Pobre de aquella religión, sea cual fuere su nombre, que fomente esta idea de diferencia y separación! Será una religión de fabricación humana y por lo tanto perecerá mañana. Pero ninguna religión defiende tales teorías, ninguna verdadera religión habla de ateos y herejes; sólo los fieles intolerantes, ciegos e ignorantes que mantienen siempre encendida la hoguera del fanatismo, tratan no sólo de dividir a la raza humana, sino de quemar a los demás, pereciendo ellos en su mismo fuego. Seamos tolerantes, tengamos fe en nosotros mismos; recordemos que también los otros tienen derecho de pensar, de elegir su propio sendero. Si queréis ser para ellos un amigo leal, no penséis en dominarlos, y dejadlos en paz, pues la paz es nuestro ideal.

Puedo decir que no conozco a vuestro Dios, tengo el derecho de afirmar que amo a mi Dios, y además soy libre de pensar que soy el arquitecto de mi propio destino. Por consiguiente, si el ateo quiere alcanzar la liberación a su modo, la obtendrá, pues si es sincero, veraz, osado y puro, no hay fuerza en el cielo ni en la Tierra capaz de impedir que logre su liberación.

CADA CUAL ES GRANDE EN SU LUGAR
12 de agosto de 1934

Según la filosofía Sahkhya, la Naturaleza se compone de tres fuerzas: Sattva, Rajas y Tamas. Corresponden éstas, tal como se manifiestan en el mundo físico, a lo que podríamos llamar equilibrio, actividad e inercia. El Tamas simboliza oscuridad o inactividad; el Rajas actividad, expresada como atracción o repulsión, y Sattva es el equilibrio entre ambos. En cada hombre obran estas tres fuerzas. A veces nos sentimos perezosos, inactivos sin deseo de movernos, atrofiados por ciertas ideas o por mera indolencia; somos tamásicos. Otras veces predomina en nosotros la actividad, y en algunas ocasiones la calma del equilibrio.

La sociedad humana es una organización graduada. Todos sabemos en qué consiste la moral y el deber; pero sin embargo su significado varía enormemente de un país a otro. Lo que es considerado como moral en un país puede en otro ser tachado de inmoral. Y pasa lo mismo con el deber; la idea del deber varía mucho según los diferentes individuos, las distintas naciones, las diversas sociedades y sectas religiosas. Lo que un hombre considera como absolutamente imperativo parece a otro totalmente inútil. Por eso la persona intolerante, la persona de visión limitada y estrecha, comete de continuo el error de juzgar mal.

Cada hombre debe escoger su propio ideal y tratar de llevarlo a cabo. Es este un medio más seguro de progresar que el de adoptar el ideal de otros hombres, que para él puede resultar de imposible realización. Los hombres que componen una sociedad cualquiera, no tienen todos la misma mente, ni igual capacidad, ni idéntico poder de actuación; tienen distintos ideales y distintos modos de alcanzarlos. No es justo que yo sea juzgado según vuestra norma, ni vosotros según la mía. Es nuestro deber alentar a cada cual en su esfuerzo por vivir de acuerdo a su más alto ideal, esforzándonos al mismo tiempo en que dicho ideal se aproxime lo más posible a la verdad.

Los sacerdotes de todas las creencias y todos los países han dicho siempre que Dios sólo puede ser hallado por el camino o los caminos que ellos enseñan y predican.

Cada cual es grande en su lugar, pero el deber del uno no es el deber del otro.
 
ENSEÑANZAS DE UN CAZADOR
26 de agosto de 1934

Es opinión general en el mundo entero, hoy en día, que la instrucción universitaria es absolutamente necesaria para llegar a ser religioso. La mente moderna todo lo quiere generalizar. Es necesaria la instrucción, por supuesto, para vivir bien, para vivir cómodamente; pero no le corresponde lugar alguno en la vida religiosa. No es cierto que los hombres instruidos comprenden los principios religiosos mejor que los iletrados; por el contrario, vemos en casi el 90% de los casos que esta defectuosa instrucción que recibimos hoy en día oscurece nuestra mente con ideas inútiles, y que la Divinidad es difícilmente comprendida por las llamadas personas instruidas.

Desgraciadamente, la religión se ha convertido en profesión. En tiempos de la supremacía brahmánica, allá en la India, cuando los brahmines se consideraban a sí mismos como sacerdotes de nacimiento y con derecho a ser los guías de la humanidad en asuntos religiosos, la religión declinó. Lo mismo sucedió en todas partes, sucede ahora y sucederá en el futuro si los sacerdotes pretenden erróneamente ser los únicos autorizados a dispensar la Verdad y la Liberación. Cuando la religión declina, surgen individuos hábiles para explotar las mentes débiles.

He descubierto que la religión es muy personal, y puedo ahora afirmar con pleno convencimiento que la religión es la vida. Pero ¿qué es esta religión? Es la Vida Inmortal.

Solo son necesarios los templos para aquellos cuyo grado de evolución es aun tan inferior que son incapaces de alcanzar la idea del Infinito sin pompas y ceremonias.

Siempre abundaron los necios. Aun hoy, el mundo está lleno de ellos. Nos rodean por todas partes y debemos aprender a distinguirlos. Los necios sin instrucción son dignos de lástima, los instruidos son intolerables, pero los peores son los instruidos y seudorreligiosos; habría que mantenerlos a distancia, pues son perjudiciales a la sociedad humana. Los necios no instruidos dañan el cuerpo y la mente; pero los necios instruidos y seudorreligiosos son otros tantos obstáculos para el progreso de los seres humanos por el sendero de la liberación.

Los ignorantes pecan, cediendo a la tentación. Por eso debéis, ante todo, emplear vuestra energía entera en alcanzar la sabiduría. Sólo cuando la hayáis logrado, estaréis exento de pecado y podrías guiar a los demás. Un sacerdote ignorante es ciego, y si quiere asumir el responsable cargo de guía debe primero curarse a sí mismo. El demasiado hablar, demasiado comer, demasiado dormir, todo exceso es malo. El hombre debe vivir una vida moderada.

Hemos cometido el error de creer que somos limitados, y por tal razón nacemos y volvemos a nacer una y otra vez, sufriendo desdichas de toda clase. Necesitamos convencernos de nuevo de que somos ilimitados, grabarnos esa idea en la mente y vivir la vida de un alma libre. Debéis saber que la impureza es un obstáculo en el sendero de la liberación; todas las impurezas deben ser lavadas.

Cada uno de nosotros nace con ciertas ideas, rodeado de ciertas condiciones, pero bajo todas ellas yace el deseo innato de llegar a ser libre. Si lográis por medio del trabajo, la meditación o la plegaria, o de cualquier otro modo, mantener siempre la conciencia libre de obstrucciones, y el deseo de liberación ardiendo de continuo, alcanzaréis con seguridad vuestra meta. Los cristianos siguiendo a Cristo, los budistas practicando la doctrina de Buda, los judíos ateniéndose a las leyes de Moisés, los parsis viviendo las enseñanzas del Zend-Avesta, los hindúes siguiendo cada uno su propia creencia, y, por último, aquellos que no tienen religión, dedicándose al trabajo desinteresado y manteniéndose firmes en la idea de que son almas libres, llegarán todos al mismo punto de destino, a la meta donde no existe sufrimiento ni alegría, donde no hay sacrificio ni robo, donde se desvanecen todos los pares de opuestos. Allí, en ese asilo de paz, realizaréis todos vosotros la Existencia, Sabiduría, Dicha, y seréis para siempre libres.

LAS ENCARNACIONES
9 de septiembre de 1934

Esos gigantes de la espiritualidad existieron en el pasado y jamás el mundo carecerá de ellos. Pocas son las personas capaces de comprender ideas abstractas, sean éstas de la índole que fueren, y menos aun la idea abstracta de la Divinidad. Y sin embargo, la gente se deleita discutiendo y filosofando acerca de este concepto de Divinidad, que unos afirman y otros niegan. Para un principiante, resulta no sólo agradable sino conveniente avanzar guiado por la idea concreta de un Dios personal. Las Encarnaciones son superhombres que representan a la Divinidad con tanta perfección que la humanidad se inclina ante ellos, ofrendándoles su respeto y devoción. Por supuesto que el monista rehúsa creer que lo Absoluto pueda jamás manifestarse.

Esos gigantes de la espiritualidad existieron en el pasado y jamás el mundo carecerá de ellos en el futuro. Ya sé que ciertas personas religiosas no creen en la pluralidad de las Encarnaciones; tienen su propio profeta y no reconocen a ningún otro. La adhesión estricta a cierta fe puede resultar benéfica, pero puede no ser lógica. Y es peor el caso cuando los partidarios de una creencia tratan de imponer su profeta sobre los hombros de quienes poseen ya buena cantidad de profetas, mesías y encarnaciones para elegir.

El universo, según la teoría de los hindúes, está recorriendo ciclos con forma de olas. Se alza, alcanza su cenit, luego cae y permanece en la parte hueca, como si dijéramos, durante un tiempo, para volver a surgir de nuevo y a derrumbarse, formando ola tras ola, sufriendo caída tras caída. Lo que es cierto del universo es cierto en cada de sus partes. La marcha de los asuntos humanos es así, y así la historia de las naciones; surgen y se desmoronan; tras el ascenso viene la caída, y de nuevo surge de la caída un ascenso más poderoso.

El hombre supone que sólo puede haber una religión, que sólo puede haber un profeta y una encarnación; pero esa idea es errónea. Estudiando la vida de esos grandes Mensajeros notamos que cada uno estaba destinado, podría decirse, a desempeñar cierto papel, y ese papel sólo; vemos que la armonía está en el conjunto, y no en una de sus notas. Lo mismo sucede con las razas; ninguna ha nacido para disfrutar sola la Tierra, ni se atrevería a pretenderlo; cada raza desempeña un papel en esta divina armonía de naciones, cada raza tiene una misión que cumplir, un deber que ejecutar. El conjunto constituye la magna armonía.

Cuando llegan estos grandes maestros, el mundo entero se levanta como un solo hombre y los escucha con respeto y veneración. Cuando hablan, cada palabra es directa y estalla como una bomba. ¿De qué sirve una palabra si no tiene poder detrás? ¿Qué importa el idioma que empleáis, y si habláis gramaticalmente y con retórica, y si vuestras frases están llenas de adornos? La cuestión es si tenéis o no algo que dar. ¿Traéis algún mensaje? El mundo está esperándolo. Observad el lenguaje de Cristo, de Buda, de Krishna, de Ramakrishna; cada palabra llega directamente al alma, es como un rayo de luz que ilumina hasta las cámaras más recónditas del corazón... derriban las adamantinas murallas del razonamiento inútil, poniéndonos cara a cara con la Luz.

CRISTO
21 de octubre de 1934

Puede haber opiniones variadas acerca de la utilidad de tales Congresos Eucarísticos; los devotos dirán que son necesarios, los racionalistas afirman que no sólo son inútiles sino por completo contrarios a los ideales de Cristo, que aconsejaba a Sus allegados que aborrecieran las riquezas, huyeran de los templos y adoraran al Padre Divino en un rincón de su pieza, dentro de su propio corazón.

Como Vedanta  buscador de la verdad, pureza y paz eterna, adoro a Cristo el Ungido, el Hijo de Dios, como una de las más brillantes manifestaciones de las tres mencionadas virtudes que todo ser humano anhela poseer. Puedo decir con convicción: "Los orientales comprenden a Cristo mejor que los occidentales". Podéis reverenciar al cristianismo, podéis ser estrictos partidarios de la iglesia, lo cual os será de gran ayuda en vuestro crecimiento, pero dudo, sinceramente dudo, de vuestra fidelidad hacia Él. Habéis tratado de convertirlo en un noble enriquecido. Mis queridos amigos cristianos, deseabais deshaceros del paganismo; pero ¿habéis pensado alguna vez profundamente y comprendido que el paganismo se ha vengado de vosotros? ¿Qué son todas estas pomposas ceremonias religiosas? ¿Qué significa este culto a tan numerosos santos? ¿No son acaso copia cabal de lo que hacían los antiguos romanos? Sólo habéis cambiado el nombre.

Resulta muy difícil escapar al culto del nombre y de la forma. Por mucho que os esforcéis, por mucho que prediquéis, la mente humana, hasta que empieza a desarrollarse, necesita algún ideal sólido, algo que pueda sentir, algún ser a quien ofrecer tanto sus alegrías como sus dolores. Dios había sido colocado más allá del firmamento azul, había sido desterrado del hogar, alejado de las ceremonias matrimoniales, de los nacimientos, de las fiestas, del dolor de la madre que pierde un hijo, y de todos los deberes de la vida diaria. Por eso fueron creados los santos; hay en este país santos para la joven soltera que busca marido, santos que mantienen la paz en el hogar, santos que curan las distintas clases de dolencias, hay santos para el comercio, para el ejército, para la armada, y ¡hasta para los automovilistas! Todo eso es necesario. Este culto a los santos, esta adoración al Señor Omnipresente en forma limitada, a través de santos, a través de mensajeros, a través de profetas, es muy humana.

El hombre crece, crece del estado mundanal a un nivel mental más elevado y halla entonces que ya no necesita el culto material.

El mejor comentario acerca de la vida de Cristo lo constituye Sus propias palabras: "Los zorros tienen cuevas, los pájaros del aire tienen sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde posar su cabeza". Esto es lo que Él dice y es. Es el único camino hacia la salvación. Él era un alma, sólo un alma maniobrando a un cuerpo para bien de la humanidad. Con su visión maravillosa descubrió que todo hombre y toda mujer, fuera judío o gentil, rico o pobre, santo o pecador, era como Él mismo, una representación del mismo espíritu inmortal. Dice Cristo: "Abandonad esos supersticiosos sueños de que sois menospreciables, de que sois pobres. No penséis que sois pisoteados y tiranizados como si fueseis esclavos, porque dentro tenéis algo que jamás puede ser muerto ni destruido. Sois todos Hijos de Dios, el espíritu inmortal. Sabed que el Reino de los Cielos está dentro de vosotros. Yo y mi Padre somos uno". Eso fue lo que dijo Jesús de Nazaret.

Vino el Mensajero a indicar el camino, a demostrar que el Espíritu no está en las formas y que el hombre debe adorar siempre al Ser sin Forma. Halló en sus días a los judíos aparentemente leales a sus propios credos y siguiendo los dogmas y doctrinas formulados por Moisés, pero en realidad de los romanos, sus conquistadores, el culto a los héroes. Aprovechando esta indicación, Él, el Conocedor, el Morador de los corazones humanos, se ofreció a Sí mismo como el mayor de todos los héroes, sacrificando todo lo que era materia o material, limpiándose de toda la herrumbre de nombre y forma que trataba de recubrirlo, y brilló como el espíritu purísimo. Dice Cristo: "Benditos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". "El reino de los cielos está dentro de vosotros". ¿Por dónde vais a buscar el reino de Dios cuando lo tenéis ahí, dentro de vosotros? ¿No veis que os pertenece por derecho? Sois herederos de la inmortalidad, Hijos del Padre Eterno".

Aunque sea con pasos vacilantes, aunque la cruz nos parezca muy pesada, aunque nos destroce los hombros, prosigamos, prosigamos el ascenso de la montaña, para luego ofrecernos de una vez por todas a la causa del espíritu. El ideal de Jesús es el perfecto inegoísmo. Limpiaos primero a vosotros mismos y luego procurad ayudar a otros.

Cristo es uno de los más grandes faros, luminoso, deslumbrante, radiante, puro, que señala el sendero de la liberación, que señala el modo de unir el individuo con lo universal. ¡Glorificado sea Su nombre!

VEDANTA PRÁCTICA
2 de diciembre de 1934
La Vedanta enseña la Unidad, la vida única manifestándose a través de todas las vidas. Los ideales de la religión deben recubrir el campo entero de la vida, deben penetrar en nuestros pensamientos y ser practicados cada vez más.

Las principales ideas religiosas de los hindúes están contenidas en los Vedas, que se dividen en dos grupos importantes: rituales y metafísica o filosofía. En las remotas edades de la cultura hindú esos grandes seres venerados como Rishis; pertenecían a todas las distintas condiciones sociales, y sus revelaciones son conocidas bajo el nombre de "Upanishads", los cuales componen la segunda porción de los Vedas, la parte metafísica, el lado filosófico.

El hombre que se deja llevar por la ira, el odio o cualquier otra pasión no puede trabajar; sólo se destroza a sí mismo sin lograr nada práctico. Es la mente serena, indulgente, uniforme y bien equilibrada la que rinde una mayor cantidad de trabajo.

La Vedanta, aunque es intensamente práctica, lo es siempre en el sentido del ideal; no predica ideales imposibles de alcanzar, por muy elevados que sean; y es ella misma lo suficientemente alta para constituir un ideal. En una palabra, este ideal es que sois divinos. Tat Tvam Asi, Tú eres Aquello. Sabéis que el alma humana es pura y omnisapiente; comprendéis que supersticiones tales como el nacimiento y la muerte, el ir al cielo o al infierno, y otras parecidas, son disparates absurdos si se dicen del alma. Esta idea de que hemos de morir, así como el terror a la muerte, son meras supersticiones. La Vedanta enseña a los hombres a tener, antes que nada, fe en sí mismos.

Todos los poderes del universo son ya nuestros. Somos nosotros quienes hemos puesto una mano delante de los ojos y gemimos que estamos en la oscuridad. Esa costumbre de tantos siglos, de taparse los ojos, ha hecho a los hombres ciegos y débiles. Sabed que no existe oscuridad a vuestro alrededor; retirad la mano y veréis la luz que era desde el principio.

La Vedanta no sólo insiste en que el ideal es práctico, sino en que siempre lo ha sido, pues este ideal, esta Realidad, es nuestra propia naturaleza. En cuanto decís: "Soy un ser pequeño y mortal", estáis diciendo algo que no es verdad, os estáis mintiendo a vosotros mismos, os estáis convirtiendo por la fuerza del autohipnotismo en cosas viles, débiles y desdichadas. Dice la Vedanta práctica que si el pensar en la pequeñez os ha hecho pequeños, el meditar en la grandeza os hará omnipotentes. Primero debéis creerlo, primero debéis desaprender lo que habéis aprendido, y cuando seáis realmente capaces de despojaros de toda vuestra falsa erudición, cuando realmente lo hagáis, veréis que os habéis convertido en la sabiduría misma. He ahí que la Vedanta resulta intensamente práctica. La Vedanta no reconoce el pecado; sólo reconoce el error.

LA BÚSQUEDA
14 de diciembre de 1934

¿Qué es el hombre? Tal como aparece sobre esta tierra es un compuesto de cuerpo, mente y alma. Eso de cuerpo y mente resulta bastante evidente, pero la declaración de que es un alma no es tan evidente y muchos la ponen en duda. ¿Qué queremos significar con la palabra "alma"? Aquella parte del hombre que es inmortal, eterna, que está más allá del nacimiento y la muerte. El demostrar científicamente esto, como es la moda del día, que el hombre es espíritu, resulta por supuesto imposible, pues la ciencia no puede intervenir en aquello que está más allá de las leyes de la naturaleza, y la naturaleza es sólo una insignificante manifestación del Gran Espíritu; este es el substrato sobre el cual obra la naturaleza, encima del cual danza sus danzas seductoras para cautivar a los ignorantes; este Gran Espíritu es Aquel a quien los devotos dan el nombre de Dios.

No sufráis Más. Salid de la oscuridad, hijos de la Luz. No conservéis la idea necia que sois seres mortales. ¿Dónde habéis ido a buscar alegría, paz, liberación, cuando la teníais siempre en vosotros, cuando vosotros mismos erais la Dicha, la Paz y el Alma Omnipresente y eternamente libre? Siempre fuisteis y sois Aquello que los devotos llaman Dios, que los hombres de ciencia nombran energía, que los monistas calificados llaman el Omnipresente, y que los monistas llaman "AQUELLO".

Reflexión
Quedo en abstracción, profunda abstracción por la Enseñanza de swami Vijoyânanda, dejada en Occidente hace 70 años. Hoy que la liberalidad del siglo XXI reina y nos tiene al borde del abismo como género humano, aún hoy, en que la gente deja paradigmas y dogmas, parte de sus palabras son duras verdades, muy duras que muestran la falta de madurez o desarrollo mental en los más. Intento entender la reacción que esa Verdad causó hace setenta años atrás y el valor de quien así habló. Ahora igual la gente pone la mano sobre los ojos para no ver y sentirse en la oscuridad, oscuridad que jamás ha existido.

Viajo en mis recuerdos hacia el año 1982 cuando un swami Vedanta me señala: "Le pedimos que hable a los demás". Al preguntarle qué decir, Él me señaló: "Dígales la Verdad, toda la Verdad y que lo que la Sagrada Biblia señala ya está sucediendo...".
Para un swami Vedanta: "La verdad es la verdad y jamás puede ser recubierta con mentiras por dulces que sean"Quizá por eso al leer el Mensaje de Vijoyânanda, swami vedanta de la orden monacal más antigua conocida, me emociono y aprecio el dicho popular: "No temas ir despacio, solo teme no avanzar". Puede uno estar lejos de la meta pero igual, en el ascenso de la montaña por el individual camino a seguir, a la cima TODOS llegaremos y LIBRES seremos.

Dentro de la Verdad que en Mundo Mejor, mi Portal de InterNet, debí destacar y REPETIR, es que somos más que cuerpo, mente y alma: Somos un espíritu increado emanado de Dios que dio forma al alma para manifestar sus atributos, desarrollarse y cumplir su misión. A su vez el alma necesitó dar forma a la mente para regir nuestro cerebro con su cuerpo físico para capturar todo lo positivo que entre las tinieblas de la vida humana se pueda captar, y así crecer. En nosotros
lo único no compuesto es el espíritu y por eso es inmortal. El alma, obra del espíritu, es un compuesto de partículas y energía de la sutil quinta dimensión dotado de mente adecuada para ese plano de evolución. La mente humana, obra del alma, es un compuesto de partículas para actuar de intermediario sobre cuerpos regidos por el alma en la tercera dimensión. El cuerpo físico, con su cerebro es un compuesto de átomos que dan lugar a moléculas y células. Por eso en lo físico, en lo mental y como alma no somos inmortales, pero en espíritu que es lo que en realidad cada uno es, sí los somos.

Señala swami Vijoyânanda:
Dice la Vedanta práctica que si el pensar en la pequeñez os ha hecho pequeños, el meditar en la grandeza os hará omnipotentes. Primero debéis creerlo, primero debéis desaprender lo que habéis aprendido, y cuando seáis realmente capaces de despojaros de toda vuestra falsa erudición, cuando realmente lo hagáis, veréis que os habéis convertido en la sabiduría misma. He ahí que la Vedanta resulta intensamente práctica. La Vedanta no reconoce el pecado; sólo reconoce el error.

"Desaprender lo que habéis aprendido" representa lo que he repetido una y otra vez al hablar sobre la REPROGRAMACIÓN mental. Pensamos un 70% diario de basura mental, eso aprendido en el error debemos desaprenderlo, es decir Reprogramarlo. Para entenderlo mejor, de hace años uso un lenguaje informático que permite al subconsciente captar lo abstracto de manera concreta en lo referente a la relación Alma-Mente-Cerebro. Por ejemplo, decir que el alma es un computador del espíritu que se desarrolla en la quinta dimensión; que la mente es un computador del alma creado para actuar por intermedio del cerebro en el mundo físico; que el cerebro es el computador biológico de la mente. Única forma en la que la Fuerza-Información-Energía del espíritu que llega al alma y desde el alma a la mente para pasar al cerebro, no nos desintegre al actuar en el cerebro por la diferencia vibratoria entre lo tan sutil y lo denso. El alma actúa de transformador y administrador de la energía del espíritu y la hace llegar a la mente que el alma programó con lo básico subconsciente que la degrada para cumplir su programa de vida y que la mente pueda pensar, función consciente que programa al subconsciente y, de esa manera, podemos Pensar Mejor, mediante salto cuántico constante en miles de millones de los microtúbulos de las neuronas, estimular al cerebro en su desarrollo y nosotros en lo físico poder ser, pensar y evolucionar mejor... Y por medio de la Reprogramada acción mental llegar a cada célula con una potenciada Fuerza Vital que, ahora, puede llevarnos a una positiva mutación del genoma celular, desde el gen humano hacia el gen suprahumano.

Está en uno mejorar la calidad de los pensamientos y, con humildad recibir la Sabiduría de reconocer nuestros errores para intentar, una y otra vez, no repetirlos. Nadie está por cuna marginado para Pensar Mejor, Reprogramar su mente, desarrollar el cerebro, inducir una positiva mutación en el genoma celular por la fuerza del Mejor Pensar y así: Ayudarse a sí mismo, a los demás y el planeta al limpiar la Noosfera y lograr dar la nota humana mínima del conjunto humano requerido para el Cambio...



Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
18 de septiembre
de 2005

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