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Sobre la
moderna visión Vedanta de swami Vijoyânanda (1898-1973)
De diez
Conferencias de
junio a diciembre de 1934
EN LA ANTECÁMARA DEL
HINDUISMO
17 de junio de 1934
Los
libros más antiguos del mundo son los Vedas. Resulta muy
difícil calcular, aun aproximadamente, la fecha en que los Vedas
pasaron a la forma escrita.
Así como
desecháis una
vestimenta gastada y vieja sin el menor escrúpulo, sin deteneos
a pensarlo dos veces, como algo inservible que no vale la pena
conservar, así desecháis vuestro cuerpo para poneos otro
nuevo, y otro y otro más, hasta tanto la necesidad de tener
cuerpo se ve colmada en la completa liberación de todo cuerpo.
Son muchos los que no saben
ver y otros muchos los que ven con ojos ajenos... Los tiempos
están cambiando rápidamente. La Tierra se ha encogido. En
un abrir y cerrar de ojos se envía un mensaje de un extremo al
otro del globo. Los aeroplanos alcanzan la fantástica
velocidad de casi cuatrocientos kilómetros por hora. Los
automóviles comunes, aun en arterias de mucho tránsito,
rehúsan detenerse el tiempo suficiente para permitirle a uno
cruzar la
calle. Todo anda con vertiginosa velocidad. Pero ¿hacia
dónde? Si preguntáis a la gente, os dirá: "No
sabemos", ¿Indica el movimiento que se dirige hacia la
liberación? Poned la mano sobre el corazón, sed sinceros
con vosotros mismos por lo menos una vez en vuestra vida y
preguntaos "¿Quo vadis?". Si no es hacia la
liberación, entonces es seguramente hacia el otro extremo: la
destrucción. Se me dice que no debo mencionar ninguna verdad
capaz de herir vuestra muy decente mentalidad; aun a riesgo de
mostrarme un poco duro, como os aprecio, os diré la verdad
desnuda que no transige con ninguna sociedad, dogma, doctrina, rito ni
ritual. La verdad es la verdad y jamás puede ser recubierta con
mentiras por dulces que sean.
La
religión sin ninguna
filosofía, la religión que no puede ser discutida, que no
tolera lógica
alguna, la religión que se limita a decir: "Haz esto" y "No
hagas
aquello", está condenada a morir tarde o temprano. La
función de la
mente es razonar, la del Intelecto es comprender y poner en
práctica,
la del corazón es sentir. Toda religión que trata de
sofocar las
funciones de la mente y del intelecto, sólo produce falsos
secuaces y
en ciertos casos, fanáticos peligrosos. Dicen los
hindúes: "Más vale caballería vacía que
llena de caballos salvajes". Una religión
apartada de la
vida, una religión que no infunde vida, es inútil. La
religión debe
colmar nuestra vida entera, debe darnos fuerza, y por encima de todo,
debe alentarnos. Las personas religiosas deben mantener en su interior,
siempre brillante, la luz de la Verdad, el amor y la pureza; todas las
demás clases de religiones pueden satisfacer a unos pocos o
cumplir el
propósito de los menos, pero su finalidad, si tiene alguna, es
el
engaño a sí mismo. ¡Qué lástima
cuando la Verdad realizada por grandes
seres es tergiversada y alterada para utilizarla con fines
económicos!
Y peor aun, cuando sólo sirve para llenar de nombres un
voluminoso y
gastado registro de miembros de alguna iglesia. La religión es
muy
personal. Es el lazo de unión entre Dios y su hijo, entre el
individuo
y lo Universal.
LA FILOSOFÍA DEL MIEDO
1 de julio de 1934
¿Qué
nos muestra esta moderna civilización del siglo XX? En el
año 1914, cuando el siglo se hallaba aún en su primera
infancia, el mundo se vio sumergido en la gran guerra europea. El
escepticismo, la envidia, el odio y el crimen anduvieron desenfrenados
durante cuatro largos años; millones de seres fueron muertos y
millones quedaron inválidos. Europa asumió el aspecto de
un vasto cementerio. Los niños nacidos después, de padres
que participaron en la gran guerra, deberían haber aprendido de
ella alguna lección. Mas ¿qué vemos hoy? Aquella
terrible experiencia va a repetirse, tanto puede ser en Europa como
Asia. No estoy haciendo profecías. (Se cumplió con la Segunda Guerra
mundial, seis años después).
El
hombre es el resultado de
sus propias acciones. Su venida a este mundo es el resultado de sus
pasadas impresiones. Agota algunas de éstas, recibe otras nuevas
que van formando su carácter; pero hasta y a menos que su
substancia mental quede en completa calma y libre de toda
impresión, no puede alcanzar la liberación.
Creo en la eficacia de la
repetición. Por eso de nuevo os repito
que desechéis el miedo. ¡Y seguiré
repitiéndolo hasta tanto nos incrustemos esa idea en nuestros
petrificados cerebros!
Jamás un alma libre
lucha contra alguien. Esa Liga de las Naciones y demás
instituciones similares -perdonadme la franqueza- están llenas
de almas ligadas. Cada miembro acaricia alguna idea predilecta y trata
de proteger a su país contra el ataque de otros, simplemente por
MIEDO. Hasta que la mezquindad
desaparezca, será inútil hablar
de paz. ¡Intentamos resolver los problemas del macrocosmos!
Palabras altisonantes, no hay duda. ¿Pero por qué no
empezar con el microcosmos? ¿Por qué no declarar "No
siento miedo, ni debo explicación a nadie de mis pasados
errores"? ¿Por qué no ser puros, de modo que vuestra
pureza emane e irradie sobre los demás? ¿Por qué
no ser veraces hasta el punto de que todo mentiroso se avergüence
en vuestra presencia?
Por encima de todo realizad
vuestra plenitud,
a fin de que ningún pensamiento de privaciones y miserias pueda
atormentaros en el futuro. Nos olvidamos de amar a nuestro propio YO.
Parece esto egoísta, pero es un hecho. Aquel que no ama a su YO
no puede amar a otros... "Todo cuanto hiciste en el pasado, bien hecho
está; pero ha llegado la hora de hacerlo mejor"... Conoced
primero vuestro YO superior, y luego podréis leer, como en la
página de un libro abierto, que todo lo demás sólo
es vuestra manifestación.
Admito que existen problemas
varios en este mundo, pero el mayor es:
"¿Quién soy yo?" Cuando se resuelve éste, la
cadena entera de problemas queda automáticamente solucionada...
Sólo los fuertes, sólo los intrépidos pueden ser
realmente humildes. El mundo está hoy lleno de
palabrería, pero nadie obra. No faltan teorías ni
faltaron jamás; ha llegado el momento de ponerlas en
práctica. El Absoluto sigue siendo el mismo Absoluto;
jamás cambia, pues todos los cambios son de nuestra mente. Hemos
olvidado que somos Sus hijos.
¡Hijos de la Luz, volved
la cabeza y contemplad el sol de frente,
sin temor de que os deslumbre! ¿No comprendéis que a
pesar de todos vuestros esfuerzos por conservarlo, jamás
lograréis que este cuerpo se torne inmortal? Es un compuesto, y
todos los compuestos se desintegran tarde o temprano.
La mente. Allá
está todo. Los problemas surgen cuando se perturba este plano
mental. Antes de resolver cualquier cuestión intentad colocar la
substancia mental en estado de equilibrio. No os sacrifiquéis
por las comodidades de la vida diaria. En el placer existe el miedo a
la enfermedad; en el alto rango social, el miedo a decaer; en la
riqueza, el miedo al poder hostil; en los honores, el miedo a la
humillación; en el poder, el miedo a los enemigos; en la
belleza, el miedo a la vejez; en la erudición, el miedo a los
que discuten; en la virtud, el miedo a los seductores; en el cuerpo, el
miedo a la muerte. Todas las cosas humanas están entretejidas
con miedo; sólo el renunciamiento trae consigo la intrepidez.
DUALISMO
15 de julio de 1934
El
hecho es que somos débiles. ¿Por qué? Lo
ignoramos. Somos incapaces de decir, por más que tratemos de
explicarlo, ¿por qué se oscureció la Luz de la
Divinidad y los hombres tornáronse como animales? ¿Por
qué se dejó tentar Eva y cayó Adán?
¿Cómo pudo surgir la idea de imperfección en el
seno de la perfección? La única respuesta que nos dan las
historias es que así sucedió...
Esa mente humana tosca, esa
mente animal dominada por el terror, esa mente de bestia enjaulada, ha
crecido. Vive ya en el plano mental. Siente. Y cuando empieza a sentir,
el hombre, en vez de exigir ojo por ojo y diente por diente, se
esfuerza por perdonar; y en lugar de combatir la destrucción por
medio de la destrucción, ofrece su propio y querido cuerpo para
apagar por siempre el odio. Tales son los que la historia venera como
mártires.
Dondequiera que haya
limitaciones surgen diferencias. Dios muestra preferencias; algunos son
sus elegidos, otros no. Pero estas ideas erróneas no son del
cielo, sino de la Tierra. Dios no tiene consejeros ni ministros; nadie
puede dictarle lo que debe hacer. Dios no es hindú, ni
mahometano, ni cristiano, ni pertenece a ninguna religión
especial.
No obstante el Legislador de
los Judíos, que escribió sus mandamientos con letras de
fuego que sólo Moisés pudo leer, cambió, y Cristo
lo vio como su propio Padre, un Padre que no sólo perdona sino
recibe de nuevo a Su hijo. Desgraciadamente, el "Padre que está
en los cielos" de Cristo, volvió a cambiar más tarde. Fue
dividido por distintas sectas cada una de las cuales afirmaba que su
porción era Él entero. ¡Qué aserción
ilógica! Si Él es el Padre, es Uno y el mismo para
todos; si tiene preferencias, entonces es sólo un fantoche
creado por seres débiles. Es el mismo Padre, el de un
hindú y un cristiano. El tiempo, espacio y causalidad no lo
cambian; ni siquiera pueden aproximarse a Él. Toda
transformación se halla dentro de nosotros. Estamos encerrados
en el espacio, limitados por el tiempo, somos producto de causas; por
eso somos diferentes, y si queremos trascender las diferencias y
unificarnos para siempre con Él, lo único que debemos
hacer es olvidar Sus cualidades. Cuando más pensáis en
vuestro padre, menos recordáis sus riquezas. Ya que somos
capaces de lograr eso sobre esta Tierra, ¿por qué no
hemos de representarnos a Quien es el Padre sin sus atributos? Cuando
tal idea toma cuerpo en una mente madura (claro que la mente nada tiene
que ver con la edad del cuerpo, pudiendo ser éste tanto joven
como viejo), cuando una idea así trata de alzar la cabeza,
nuestro concepto de Dios se transforma.
Cuando se llena nuestra vida con Su presencia, Su existencia y, sobre
todo Su amor, la plenitud alborea en nosotros. Entonces, y solamente
entonces, desaparece la diferencia entre el adorador y el adorado;
se vuelven inútiles
los intermediarios tales como gurú, maestro, predicador y
sacerdote; pierden su exagerado valor los templos, las iglesias, las
mezquitas y pagodas; en otras palabras, el mundo entero se funde y
vuelca en un solo molde, quedando acuñado con Su imagen.
Dice el dualista hindú: Llenad vuestra mente con la idea que
Él es todo amor; sólo entonces podéis amarle y
amar todo cuanto Le pertenece.
¿HAY
SALVACIÓN PARA LOS ATEOS?
29 de julio de 1934
Sí. Porque
también ellos son hijos de Dios.
Somos nosotros, los
intolerantes, los sectarios, los mojigatos y fanáticos de mente
estrecha, quienes osamos condenar a los ateos. El Padre que
está en los cielos no establece diferencias. Él es la
Inteligencia Suma, y por lo tanto no puede ser alcanzado por la
ignorancia. Sólo quienes tienen mente vil y baja se critican
unos a otros. Ninguna religión es mezquina en principio, y, por
eso, ningún profeta jamás vituperó a nadie. Son
los impíos, aquellos para quienes la religión sólo
consiste en ciertos ritos, quienes han inventado esa palabra "ateos".
El ateísmo significa falta de Dios.
La intolerancia de los
llamados creyentes, que siguen el sendero de la oscuridad, que niegan
la libertad de razonar, con frecuencia conduce a los principiantes al
más completo escepticismo. Además, vivimos en una
época de verdad; cada uno quiere saber, ver, sentir, pero por
sí mismo. Y la edad de la fe ciega que no tolera razonamiento
alguno, ha muerto de muerte natural.
El ateísmo es un
desafío a las personas insípidas, de mente reblandecida,
que se dicen religiosas y viven en la duda. Oímos hablar mucho
acerca de los ateos, pero os suplico hoy, que me busquéis uno y
me lo traigáis. Yo os mostraré que no es ateo, sino que
su modo de pensar difiere sencillamente del vuestro.
En este siglo XX, por mucho
que tratemos de cegar a la gente, por mucho que prediquemos la pseudo
tolerancia, nos veremos obligados a satisfacer las mentes
lógicas. Y el único Dios que podemos presentar a estas
mentes es la Verdad, la Paz, la Eterna Liberación.
Imaginad un hombre fuerte por
naturaleza, ¿con qué derecho queréis imponerle la
tutela de una fe cualquiera? Innumerables creencias de toda
índole existen hoy. Lo único que falta es la fe en
sí mismo. Si tenéis fe en vosotros mismos estáis
en buen camino, y os aseguro que con sólo manifestar esa fe os
haréis libres. Todas las creencias y todas las religiones son
senderos conducentes a una misma meta.
¡Hablamos tanto acerca
del cielo! En realidad ¿qué es el cielo?
¡Más comodidad y menos trabajo! Con seguridad que ese es
el cielo de los haraganes. Por eso, el hombre moderno, de mente
robusta, que se gana el pan con el sudor de su frente, rehusa
encaminarse a la salvación por senda tan ambigua y
cómoda. Cuando llega a pensar en la liberación, comprende
que debe trabajar fuerte para lograrla, pues sabe que toda misericordia
y gracia divina sólo son reflejos de su propia mente
purificada. Empieza por lo tanto purificando tu mente.
"Conócete a ti mismo"
dice el Rishi védico. Cuando un hombre se conoce a sí
mismo totalmente, toda su pequeñez desaparece. La diferencia
entre hombre y hombre descansa tan sólo en la idea de la
individualidad. ¡Pobre de aquella religión, sea cual fuere
su nombre, que fomente esta idea de diferencia y separación!
Será una religión de fabricación humana y por lo
tanto perecerá mañana. Pero ninguna religión
defiende tales teorías, ninguna verdadera religión habla
de ateos y herejes; sólo los fieles intolerantes, ciegos e
ignorantes que mantienen siempre encendida la hoguera del fanatismo,
tratan no sólo de dividir a la raza humana, sino de quemar a los
demás, pereciendo ellos en su mismo fuego. Seamos tolerantes,
tengamos fe en nosotros mismos; recordemos que también los otros
tienen derecho de pensar, de elegir su propio sendero. Si
queréis ser para ellos un amigo leal, no penséis en
dominarlos, y dejadlos en paz, pues la paz es nuestro ideal.
Puedo decir que no conozco a
vuestro Dios, tengo el derecho de afirmar que amo a mi Dios, y
además soy libre de pensar que soy el arquitecto de mi propio
destino. Por consiguiente, si el ateo quiere alcanzar la
liberación a su modo, la obtendrá, pues si es sincero,
veraz, osado y puro, no hay fuerza en el cielo ni en la Tierra capaz de
impedir que logre su liberación.
CADA CUAL ES GRANDE EN SU LUGAR
12 de agosto de 1934
Según
la
filosofía Sahkhya, la Naturaleza se compone de tres fuerzas:
Sattva, Rajas y Tamas. Corresponden éstas, tal como se
manifiestan en el mundo físico, a lo que podríamos llamar
equilibrio, actividad e inercia. El Tamas simboliza oscuridad o
inactividad; el Rajas actividad, expresada como atracción o
repulsión, y Sattva es el equilibrio entre ambos. En cada hombre
obran estas tres fuerzas. A veces nos sentimos perezosos, inactivos sin
deseo de movernos, atrofiados por ciertas ideas o por mera indolencia;
somos tamásicos. Otras veces predomina en nosotros la actividad,
y en algunas ocasiones la calma del equilibrio.
La sociedad humana es una
organización graduada. Todos sabemos
en qué consiste la moral y el deber; pero sin embargo su
significado varía enormemente de un país a otro. Lo que
es considerado como moral en un país puede en otro ser tachado
de inmoral. Y pasa lo mismo con el deber; la idea del deber
varía mucho según los diferentes individuos, las
distintas naciones, las diversas sociedades y sectas religiosas. Lo
que un hombre considera como absolutamente imperativo parece a otro
totalmente inútil. Por eso la persona intolerante, la persona de
visión limitada y estrecha, comete de continuo el error de
juzgar mal.
Cada hombre debe escoger su
propio ideal y tratar de llevarlo a cabo.
Es este un medio más seguro de progresar que el de adoptar el
ideal de otros hombres, que para él puede resultar de imposible
realización. Los hombres que componen una sociedad cualquiera,
no tienen todos la misma mente, ni igual capacidad, ni idéntico
poder de actuación; tienen distintos ideales y distintos modos
de alcanzarlos. No es justo que yo sea juzgado según vuestra
norma, ni vosotros según la mía. Es nuestro deber alentar
a cada cual en su esfuerzo por vivir de acuerdo a su más alto
ideal, esforzándonos al mismo tiempo en que dicho ideal se
aproxime lo más posible a la verdad.
Los sacerdotes de todas las
creencias y todos los países han
dicho siempre que Dios sólo puede ser hallado por el camino o
los caminos que ellos enseñan y predican.
Cada cual es grande en su
lugar, pero el deber del uno no es el deber
del otro.
ENSEÑANZAS DE UN CAZADOR
26 de agosto de 1934
Es
opinión general en
el mundo entero, hoy en día, que la instrucción
universitaria es absolutamente necesaria para llegar a ser religioso.
La mente moderna todo lo quiere generalizar. Es necesaria la
instrucción, por supuesto, para vivir bien, para vivir
cómodamente; pero no le corresponde lugar alguno en la vida
religiosa. No es cierto que los hombres instruidos comprenden
los principios religiosos mejor que los iletrados; por el contrario,
vemos en casi el 90% de los casos que esta defectuosa
instrucción que recibimos hoy en día oscurece nuestra
mente con ideas inútiles, y que la Divinidad es
difícilmente comprendida por las llamadas personas
instruidas.
Desgraciadamente, la
religión se ha convertido en
profesión. En tiempos de la supremacía brahmánica,
allá en la India, cuando los brahmines se consideraban a
sí mismos como sacerdotes de nacimiento y con derecho a ser los
guías de la humanidad en asuntos religiosos, la religión
declinó. Lo mismo sucedió en todas partes, sucede ahora y
sucederá en el futuro si los sacerdotes pretenden
erróneamente ser los únicos autorizados a dispensar la
Verdad y la Liberación. Cuando la religión declina,
surgen individuos hábiles para explotar las mentes
débiles.
He descubierto que la
religión es muy personal, y puedo ahora
afirmar con pleno convencimiento que la religión es la vida.
Pero ¿qué es esta religión? Es la Vida Inmortal.
Solo son necesarios los
templos para aquellos cuyo grado de
evolución es aun tan inferior que son incapaces de alcanzar la
idea del Infinito sin pompas y ceremonias.
Siempre abundaron los necios.
Aun hoy, el mundo está lleno de
ellos. Nos rodean por todas partes y debemos aprender a distinguirlos.
Los necios sin instrucción son dignos de lástima, los
instruidos son intolerables, pero los peores son los
instruidos y seudorreligiosos; habría que mantenerlos a
distancia, pues son perjudiciales a la sociedad humana. Los necios no
instruidos dañan el cuerpo y la mente; pero los necios
instruidos y seudorreligiosos son otros tantos obstáculos
para el progreso de los seres humanos por el sendero de la
liberación.
Los ignorantes pecan, cediendo
a la tentación. Por eso debéis, ante todo, emplear
vuestra energía entera en alcanzar la sabiduría.
Sólo cuando la hayáis logrado, estaréis exento de
pecado y podrías guiar a los demás. Un sacerdote
ignorante es ciego, y si quiere asumir el responsable cargo de
guía debe primero curarse a sí mismo. El demasiado
hablar, demasiado comer, demasiado dormir, todo exceso es malo. El
hombre debe vivir una vida moderada.
Hemos cometido el error de
creer que somos limitados, y por tal razón nacemos y volvemos a
nacer una y otra vez, sufriendo desdichas de toda clase. Necesitamos
convencernos de nuevo de que somos ilimitados, grabarnos esa idea en la
mente y vivir la vida de un alma libre. Debéis saber que la
impureza es un obstáculo en el sendero de la liberación;
todas las impurezas deben ser lavadas.
Cada uno de nosotros nace con
ciertas ideas, rodeado de ciertas condiciones, pero bajo todas ellas
yace el deseo innato de llegar a ser libre. Si lográis por medio
del trabajo, la meditación o la plegaria, o de cualquier otro
modo, mantener siempre la conciencia libre de obstrucciones, y el deseo
de liberación ardiendo de continuo, alcanzaréis con
seguridad vuestra meta. Los cristianos siguiendo a
Cristo, los budistas practicando la doctrina de Buda, los
judíos ateniéndose a las leyes de Moisés, los
parsis viviendo las enseñanzas del Zend-Avesta, los
hindúes siguiendo cada uno su propia creencia, y, por
último, aquellos que no tienen religión,
dedicándose al trabajo desinteresado y manteniéndose
firmes en la idea de que son almas libres, llegarán todos al
mismo punto de destino, a la meta donde no existe sufrimiento ni
alegría, donde no hay sacrificio ni robo, donde se desvanecen
todos los pares de opuestos. Allí, en ese asilo de paz,
realizaréis todos vosotros la Existencia, Sabiduría,
Dicha, y seréis para siempre libres.
LAS ENCARNACIONES
9 de septiembre de 1934
Esos
gigantes de la espiritualidad existieron en el pasado y jamás el
mundo carecerá de ellos. Pocas
son las personas capaces
de comprender ideas abstractas, sean
éstas de la índole que fueren, y menos aun la idea
abstracta de la
Divinidad. Y sin embargo, la gente se deleita discutiendo y
filosofando acerca de este concepto de Divinidad, que unos afirman y
otros niegan. Para un principiante, resulta no sólo agradable
sino conveniente avanzar guiado por la idea concreta de un Dios
personal. Las Encarnaciones son superhombres que representan a la
Divinidad con tanta perfección que la humanidad se inclina ante
ellos, ofrendándoles su respeto y devoción. Por supuesto
que el monista rehúsa creer que lo Absoluto pueda jamás
manifestarse.
Esos gigantes de la espiritualidad existieron en el pasado y
jamás el mundo carecerá de ellos en el futuro. Ya
sé que ciertas personas religiosas no creen en la pluralidad de
las Encarnaciones; tienen su propio profeta y no reconocen a
ningún otro. La adhesión estricta a cierta fe puede
resultar benéfica, pero puede no ser lógica. Y es peor el
caso cuando los partidarios de una creencia tratan de imponer su
profeta sobre los hombros de quienes poseen ya buena cantidad de
profetas, mesías y encarnaciones para elegir.
El universo, según la
teoría de los hindúes, está recorriendo
ciclos con forma de olas. Se alza, alcanza su cenit, luego cae y
permanece en la parte hueca, como si dijéramos, durante un
tiempo, para volver a surgir de nuevo y a derrumbarse, formando ola
tras ola, sufriendo caída tras caída. Lo que es cierto
del universo es cierto en cada de sus partes. La marcha de los asuntos
humanos es así, y así la historia de las naciones; surgen
y se desmoronan; tras el ascenso viene la caída, y de nuevo
surge de la caída un ascenso más poderoso.
El hombre supone que
sólo puede haber una religión, que sólo puede
haber un profeta y una encarnación; pero esa idea es
errónea. Estudiando la vida de esos grandes Mensajeros notamos
que cada uno estaba destinado, podría decirse, a
desempeñar cierto papel, y ese papel sólo; vemos que la
armonía está en el conjunto, y no en una de sus notas. Lo
mismo sucede con las razas; ninguna ha nacido para disfrutar sola la
Tierra, ni se atrevería a pretenderlo; cada raza
desempeña un papel en esta divina armonía de naciones,
cada raza tiene una misión que cumplir, un deber que ejecutar.
El conjunto constituye la magna armonía.
Cuando llegan estos grandes
maestros, el mundo entero se levanta como un solo hombre y los escucha
con respeto y veneración. Cuando hablan, cada palabra es directa
y estalla como una bomba. ¿De qué sirve una palabra si no
tiene poder detrás? ¿Qué importa el idioma que
empleáis, y si habláis gramaticalmente y con
retórica, y si vuestras frases están llenas de adornos?
La cuestión es si tenéis o no algo que dar.
¿Traéis algún mensaje? El mundo está
esperándolo. Observad el lenguaje de Cristo, de Buda, de
Krishna, de Ramakrishna; cada palabra llega directamente al
alma, es como un rayo de luz que ilumina hasta las cámaras
más recónditas del corazón... derriban las
adamantinas murallas del razonamiento inútil, poniéndonos
cara a cara con la Luz.
CRISTO
21 de octubre de 1934
Puede
haber opiniones variadas
acerca de la utilidad de tales Congresos Eucarísticos; los
devotos dirán que son necesarios, los racionalistas afirman que
no sólo son inútiles sino por completo contrarios a los
ideales de Cristo, que aconsejaba a Sus allegados que aborrecieran las
riquezas, huyeran de los templos y adoraran al Padre Divino en un
rincón de su pieza, dentro de su propio corazón.
Como Vedanta
buscador de la
verdad, pureza y paz eterna, adoro a Cristo
el Ungido, el Hijo de Dios, como una de las más brillantes
manifestaciones de las tres mencionadas virtudes que todo ser humano
anhela poseer. Puedo decir con convicción: "Los orientales
comprenden a Cristo mejor que los occidentales". Podéis
reverenciar al cristianismo, podéis ser estrictos partidarios de
la iglesia, lo cual os será de gran ayuda en vuestro
crecimiento, pero dudo, sinceramente dudo, de vuestra fidelidad hacia
Él. Habéis tratado de convertirlo en un noble
enriquecido. Mis queridos amigos cristianos, deseabais
deshaceros del paganismo; pero ¿habéis pensado alguna vez
profundamente y comprendido que el paganismo se ha vengado de vosotros?
¿Qué son todas estas pomposas ceremonias religiosas?
¿Qué significa este culto a tan numerosos santos?
¿No son acaso copia cabal de lo que hacían los
antiguos romanos? Sólo habéis cambiado el nombre.
Resulta muy difícil
escapar al culto del nombre y de la forma. Por mucho que os
esforcéis, por mucho que prediquéis, la mente humana,
hasta que empieza a desarrollarse, necesita algún ideal
sólido, algo que pueda sentir, algún ser a quien ofrecer
tanto sus alegrías como sus dolores. Dios había sido
colocado más allá del firmamento azul, había sido
desterrado del hogar, alejado de las ceremonias matrimoniales, de los
nacimientos, de las fiestas, del dolor de la madre que pierde un hijo,
y de todos los deberes de la vida diaria. Por eso fueron creados los
santos; hay en este país santos para la joven soltera que busca
marido, santos que mantienen la paz en el hogar, santos que curan las
distintas clases de dolencias, hay santos para el comercio, para el
ejército, para la armada, y ¡hasta para los
automovilistas! Todo eso es necesario. Este culto a los santos, esta
adoración al Señor Omnipresente en forma limitada, a
través de santos, a través de mensajeros, a través
de profetas, es muy humana.
El hombre crece, crece del
estado mundanal a un nivel mental más elevado y halla entonces
que ya no necesita el culto material.
El mejor comentario acerca de
la vida de Cristo lo constituye Sus propias palabras: "Los zorros
tienen cuevas, los pájaros del aire tienen sus nidos, pero el
Hijo del Hombre no tiene donde posar su cabeza". Esto es lo que
Él dice y es. Es el único camino hacia la
salvación. Él era un alma, sólo un alma
maniobrando a un cuerpo para bien de la humanidad. Con su visión
maravillosa descubrió que todo hombre y toda mujer, fuera
judío o gentil, rico o pobre, santo o pecador, era como
Él mismo, una representación del mismo espíritu
inmortal. Dice Cristo: "Abandonad esos supersticiosos sueños de
que sois menospreciables, de que sois pobres. No penséis que
sois pisoteados y tiranizados como si fueseis esclavos, porque dentro
tenéis algo que jamás puede ser muerto ni destruido. Sois
todos Hijos de Dios, el espíritu inmortal. Sabed que el Reino de
los Cielos está dentro de vosotros. Yo y mi Padre somos uno".
Eso fue lo que dijo Jesús de Nazaret.
Vino el Mensajero a indicar el
camino, a demostrar que el Espíritu no está en las formas
y que el hombre debe adorar siempre al Ser sin Forma. Halló en
sus días a los judíos aparentemente leales a sus propios
credos y siguiendo los dogmas y doctrinas formulados por Moisés,
pero en realidad de los romanos, sus conquistadores, el culto a los
héroes. Aprovechando esta indicación, Él, el
Conocedor, el Morador de los corazones humanos, se ofreció a
Sí mismo como el mayor de todos los héroes, sacrificando
todo lo que era materia o material, limpiándose de toda la
herrumbre de nombre y forma que trataba de recubrirlo, y brilló
como el espíritu purísimo. Dice Cristo: "Benditos los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". "El reino
de los cielos está dentro de vosotros". ¿Por dónde
vais a buscar el reino de Dios cuando lo tenéis ahí,
dentro de vosotros? ¿No veis que os pertenece por derecho? Sois
herederos de la inmortalidad, Hijos del Padre Eterno".
Aunque sea con pasos
vacilantes, aunque la cruz nos parezca muy pesada, aunque nos destroce
los hombros, prosigamos, prosigamos el ascenso de la montaña,
para luego ofrecernos de una vez por todas a la causa del
espíritu. El ideal de Jesús es el perfecto
inegoísmo. Limpiaos primero a vosotros mismos y luego
procurad ayudar a otros.
Cristo es uno de los
más grandes faros, luminoso, deslumbrante, radiante, puro, que
señala el sendero de la liberación, que señala el
modo de unir el individuo con lo universal. ¡Glorificado sea Su
nombre!
VEDANTA
PRÁCTICA
2 de diciembre de 1934
La
Vedanta enseña la Unidad, la vida única
manifestándose a través de todas las vidas. Los ideales
de la religión deben recubrir el campo entero de la vida, deben
penetrar en nuestros pensamientos y ser practicados cada vez más.
Las principales ideas
religiosas de los hindúes
están contenidas en los Vedas, que se dividen en dos grupos
importantes: rituales y metafísica o filosofía. En las
remotas edades de la cultura hindú esos grandes seres venerados
como Rishis; pertenecían a todas las distintas condiciones
sociales, y sus revelaciones son conocidas bajo el nombre de
"Upanishads", los cuales componen la segunda porción de los
Vedas, la parte metafísica, el lado filosófico.
El hombre que se deja llevar
por la ira, el odio o cualquier otra pasión no puede trabajar;
sólo se destroza a sí mismo sin lograr nada
práctico. Es la mente serena, indulgente, uniforme y bien
equilibrada la que rinde una mayor cantidad de trabajo.
La Vedanta, aunque es
intensamente práctica, lo es siempre en el sentido del ideal; no
predica ideales imposibles de alcanzar, por muy elevados que sean; y es
ella misma lo suficientemente alta para constituir un ideal. En una
palabra, este ideal es que sois divinos. Tat Tvam Asi, Tú eres
Aquello. Sabéis que el alma humana es pura y omnisapiente;
comprendéis que supersticiones tales como el nacimiento y la
muerte, el ir al cielo o al infierno, y otras parecidas, son disparates
absurdos si se dicen del alma. Esta idea de que hemos de morir,
así como el terror a la muerte, son meras supersticiones. La
Vedanta enseña a los hombres a tener, antes que nada, fe en
sí mismos.
Todos los poderes del universo
son ya nuestros. Somos nosotros quienes hemos puesto una mano delante
de los ojos y gemimos que estamos en la oscuridad. Esa costumbre de
tantos siglos, de taparse los ojos, ha hecho a los hombres ciegos y
débiles. Sabed que no existe oscuridad a vuestro alrededor;
retirad la mano y veréis la luz que era desde el principio.
La Vedanta no sólo
insiste en que el ideal es práctico, sino en que siempre lo ha
sido, pues este ideal, esta Realidad, es nuestra propia naturaleza. En
cuanto decís: "Soy un ser pequeño y mortal",
estáis diciendo algo que no es verdad, os estáis
mintiendo a vosotros mismos, os estáis convirtiendo por la
fuerza del autohipnotismo en cosas viles, débiles y desdichadas.
Dice la Vedanta práctica que si el pensar en la pequeñez
os ha hecho pequeños, el meditar en la grandeza os hará
omnipotentes. Primero debéis creerlo, primero debéis
desaprender lo que habéis aprendido, y cuando seáis
realmente capaces de despojaros de toda vuestra falsa erudición,
cuando realmente lo hagáis, veréis que os habéis
convertido en la sabiduría misma. He ahí que la Vedanta
resulta intensamente práctica. La Vedanta no reconoce el pecado;
sólo reconoce el error.
LA BÚSQUEDA
14 de diciembre de 1934
¿Qué
es el hombre? Tal como aparece sobre esta tierra es un compuesto de
cuerpo, mente y alma. Eso de cuerpo y mente resulta bastante evidente,
pero la declaración de que es un alma no es tan evidente y
muchos la ponen en duda. ¿Qué queremos significar con la
palabra "alma"? Aquella parte del hombre que es inmortal, eterna, que
está más allá del nacimiento y la muerte. El
demostrar científicamente esto, como es la moda del día,
que el hombre es espíritu, resulta por supuesto imposible, pues
la ciencia no puede intervenir en aquello que está más
allá de las leyes de la naturaleza, y la naturaleza es
sólo una insignificante manifestación del Gran
Espíritu; este es el substrato sobre el cual obra la naturaleza,
encima del cual danza sus danzas seductoras para cautivar a los
ignorantes; este Gran Espíritu es Aquel a quien los devotos dan
el nombre de Dios.
No sufráis Más.
Salid de la oscuridad, hijos de la Luz. No conservéis la idea
necia que sois seres mortales. ¿Dónde habéis ido a
buscar alegría, paz, liberación, cuando la teníais
siempre en vosotros, cuando vosotros mismos erais la Dicha, la Paz y el
Alma Omnipresente y eternamente libre? Siempre fuisteis y sois Aquello
que los devotos llaman Dios, que los hombres de ciencia nombran
energía, que los monistas calificados llaman el Omnipresente, y
que los monistas llaman "AQUELLO".
Reflexión
Quedo en abstracción,
profunda abstracción por la Enseñanza de swami
Vijoyânanda, dejada en Occidente hace 70 años. Hoy que la
liberalidad del siglo XXI reina y nos tiene al borde del abismo como
género humano, aún hoy, en que la gente deja paradigmas y
dogmas, parte de sus palabras son duras
verdades, muy duras que muestran la falta de madurez o desarrollo
mental en los más. Intento entender la reacción que esa
Verdad
causó hace setenta años atrás y el valor de quien
así habló. Ahora
igual la gente pone la mano sobre los ojos para no ver y sentirse en la
oscuridad, oscuridad que jamás ha existido.
Viajo en mis recuerdos hacia
el año 1982 cuando un swami Vedanta me señala: "Le
pedimos que hable a los
demás". Al preguntarle qué decir, Él me
señaló: "Dígales la Verdad, toda la Verdad y que
lo que la Sagrada Biblia señala ya está sucediendo...". Para un
swami Vedanta: "La verdad es la
verdad y
jamás puede ser recubierta con mentiras por dulces que sean"… Quizá por eso al leer el
Mensaje de Vijoyânanda,
swami
vedanta de la orden monacal más antigua conocida, me emociono y
aprecio el dicho popular: "No temas ir despacio, solo teme no avanzar". Puede uno
estar lejos de la meta pero igual, en el ascenso de la montaña
por el
individual camino a seguir, a la cima TODOS llegaremos y LIBRES
seremos.
Dentro de la Verdad que en Mundo Mejor, mi Portal de InterNet,
debí destacar y REPETIR, es que somos más que cuerpo,
mente y alma:
Somos un espíritu increado emanado de Dios que dio forma al alma
para manifestar sus atributos, desarrollarse y cumplir su
misión. A su vez el alma necesitó dar forma a la mente
para regir nuestro cerebro con su cuerpo físico para capturar
todo lo positivo que entre las tinieblas de la vida humana se pueda
captar, y así crecer. En nosotros lo único no compuesto es el
espíritu y por eso es
inmortal. El alma, obra del espíritu, es un compuesto de
partículas y energía
de la sutil quinta dimensión
dotado de mente adecuada para ese plano de evolución. La mente
humana, obra del alma, es un compuesto de partículas
para actuar de intermediario sobre cuerpos regidos por el alma en la
tercera
dimensión. El cuerpo físico, con su cerebro es un
compuesto de átomos que dan lugar a moléculas y
células. Por eso en lo físico, en lo mental y como alma
no somos inmortales, pero en espíritu que es lo que en realidad
cada uno es, sí los somos.
Señala swami
Vijoyânanda:
Dice
la Vedanta práctica que
si el pensar en la pequeñez os ha hecho pequeños, el
meditar en la
grandeza os hará omnipotentes. Primero debéis creerlo,
primero debéis
desaprender lo que
habéis aprendido, y cuando seáis
realmente capaces
de despojaros de toda vuestra falsa erudición, cuando realmente
lo
hagáis, veréis que os habéis convertido en la
sabiduría misma. He ahí
que la Vedanta resulta intensamente práctica. La Vedanta no
reconoce el
pecado; sólo reconoce el error.
"Desaprender lo que habéis
aprendido" representa lo que he repetido una
y otra vez al hablar sobre la REPROGRAMACIÓN mental. Pensamos un
70% diario de basura mental, eso aprendido en el error debemos
desaprenderlo, es decir Reprogramarlo. Para
entenderlo mejor, de hace años uso un lenguaje
informático que permite al
subconsciente captar lo abstracto de manera concreta en lo referente a
la relación Alma-Mente-Cerebro. Por ejemplo,
decir que el alma es un computador del espíritu que se
desarrolla en la quinta dimensión; que la mente es
un computador del alma creado para actuar por intermedio del cerebro en
el mundo físico; que el cerebro es el computador
biológico de la mente. Única forma en la que la
Fuerza-Información-Energía del espíritu que llega
al alma y desde el alma a la mente para pasar al cerebro, no nos
desintegre al actuar en el cerebro por la diferencia vibratoria entre
lo tan sutil y lo denso.
El alma actúa de transformador y administrador de la
energía del espíritu y la hace llegar a la mente que el
alma programó con lo básico subconsciente que la degrada
para cumplir su
programa de vida y que la mente pueda pensar, función consciente
que programa al subconsciente y, de
esa manera, podemos Pensar Mejor, mediante salto cuántico
constante en
miles de
millones de los microtúbulos de las neuronas, estimular al
cerebro en su desarrollo y nosotros
en lo físico poder ser, pensar y evolucionar mejor... Y por medio de la Reprogramada
acción mental llegar a cada célula con una potenciada
Fuerza Vital que, ahora, puede llevarnos a una positiva mutación
del genoma celular, desde el gen humano hacia el gen suprahumano.
Está en uno mejorar la calidad de los pensamientos y, con
humildad recibir la Sabiduría de reconocer nuestros errores para
intentar, una y otra vez, no repetirlos. Nadie está por cuna
marginado para Pensar Mejor, Reprogramar su
mente, desarrollar el cerebro, inducir una positiva mutación en
el genoma celular por la fuerza del Mejor Pensar y así: Ayudarse
a sí mismo, a los demás y el planeta al limpiar la
Noosfera y lograr dar la nota humana mínima del conjunto humano
requerido para el
Cambio...
Dr.
Iván Seperiza
Pasquali
Quilpué,
Chile
18 de septiembre de 2005