* Tengo propuesto un nuevo Anticristo.
Si éste es el verdadero,
o no, yo no decido. Este juicio toca al juez, no a la parte.
Así,
no lo propongo como una aserción, sino como una mera consulta,
sujetando
de buena fe todo este Anticristo con todas las piezas de que se
compone,
no solamente al juicio de la Iglesia, que esto se debe suponer, sino
también
al juicio particular de los sabios que quisieren tomar el trabajo, no
inútil,
de examinarlo, de corregirlo, de ilustrarlo, de perfeccionarlo, y si
les
parece, también de impugnarlo.
* Pues este hombre de pecado, este hijo de perdición,
este cuerpo moral, cuerpo de pecado cargado de ellos, cuando se
vea crecido, y en perfecta madurez; cuando ya no tenga impedimento
alguno
para salir al público; cuando ciertos cuernos, que le han de
nacer,
hayan crecido hasta la perfección; cuando en fin haya ganado y
puesto
de su parte una bestia terrible de dos cuernos con todo su talento de
hacer
milagros, etc. entonces este hombre de pecado, el hijo de
perdición,
el cual se opone, y se levanta sobre todo lo que se llama Dios, se
sentará en la Iglesia de Cristo, que es el templo del verdadero
Dios, y vosotros sois el templo de Dios. Entonces
mandará
en este templo, y se hará obedecer, ya con el terror y fuerza de
sus cuernos, ya también con los cuernos como de cordero de la
otra
bestia, y con su locuela de dragón. Entonces dispondrá
libremente
en este mismo templo de lo más sagrado, de lo más
venerable,
de lo más divino. Entonces se verá que hiciese guerra
a los santos, y que los venciese. Entonces en suma, se verá
hecho dueño y señor de la casa y templo de Dios, que sois
vosotros, mostrándose dentro de este templo, en su conducta, en
sus operaciones, en su despotismo, como si fuese Dios.
* Habiendo, pues, considerado las noticias que parten de este
principio,
y no hallando en ellas cosa alguna en que asentar el pie, ninguno puede
tener a mal, que un punto de tanta importancia, en que se trata de la
salvación
o perdición de muchos, no solamente de los venideros, sino
quizá
también de los presentes, busquemos otro sistema y procuremos
asentar
otro principio, con el cual puedan acordarse bien, y fundarse
sólidamente
las noticias que nos da la Revelación; proponiéndolo en
cualidad
de una mera consulta al examen y juicio de los interesados.
* Según todas las señas y contraseñas que nos
dan las santas Escrituras, y otras nada equívocas que nos
ofrece
el tiempo, que suele ser el mejor intérprete de las
profecías,
el Anticristo o el contra-Cristo, de que estamos tan amenazados para
los
tiempos inmediatos a la venida del Señor, no es otra cosa que un
cuerpo moral, compuesto de innumerables individuos, diversos y
distantes
entre sí, pero todos unidos moralmente, y animados de un mismo
espíritu,
contra
el Señor, y contra su Cristo. Este cuerpo moral,
después
que haya crecido cuanto debe crecer por la agregación de
innumerables
individuos; después que se vea fuerte, robusto y provisto con
abundancia
de todas las armas necesarias; después que se vea en estado de
no
temer las potencias de la tierra, por ser ya éstas sus partes
principales,
este cuerpo, digo, en este estado será el verdadero y
único
Anticristo que nos anuncian las Escrituras. Peleará este cuerpo
Anticristiano con el mayor furor, y con toda suerte de armas contra el
cuerpo místico de Cristo, que en aquellos tiempos se
hallará
sumamente debilitado, hará en él los mayores y más
lamentables estragos, y si no acaba de destruirlo enteramente, no
será
por falta de voluntad, ni por falta de empeño, sino por falta de
tiempo; pues según la promesa del Señor, aquellos
días
serán abreviados... Y si no fuesen abreviados aquellos
días,
ninguna carne sería salva. Por tanto, se hallará
nuestro
Anticristo, cuando menos lo piense, en el fin y término de sus
días,
y en el principio del día del Señor. Se hallará
con
Cristo mismo que ya baja del cielo con aquella grandeza, majestad y
potencia
terrible y admirable con que se describe en el capítulo XIX del
Apocalipsis, en San Pablo, en el Evangelio, en los Salmos, y en casi
todos
los Profetas, como lo veremos en su lugar.
* Lo primero que se entiende bien en un cuerpo moral, y lo primero
que no se entiende de modo alguno en una persona singular es la
definición
del Anticristo. En toda la Biblia sagrada desde el Génesis hasta
el Apocalipsis, no se halla esta palabra expresa y formal Anticristo,
sino dos o tres veces en la epístola primera y segunda del
Apóstol
San Juan, y aquí mismo es donde se halla su definición.
Si
preguntamos al amado discípulo ¿qué cosa es
Anticristo?
nos responde por estas palabras: todo espíritu que divide a
Jesús,
no es de Dios, y este tal es un Anticristo, de quien habéis
oído
que viene; y que ahora ya está en el mundo.
* Volviendo ahora a nuestro propósito, lo que a lo menos
podemos concluir legítimamente de todo lo que hemos dicho sobre
la bestia del Apocalipsis, es esto: que siendo esta bestia, por
confesión
de casi todos los doctores, el Anticristo que esperamos; que
anunciándose
por esta metáfora terrible y admirable, tantas cosas, tan
nuevas,
tan grandes y tan estupendas, que deben suceder en aquellos tiempos en
toda nuestra tierra; debe ser este Anticristo que esperamos, alguna
otra
cosa infinitamente diversa, y mayor sin comparación de lo que
puede
ser un hombre, individuo y singular, aunque éste se imagine y se
finja un monarca universal de todo el orbe, como quien finge en su
imaginación
un fantasma terrible que la misma imaginación lo desvanece y
aniquila.
No hay duda que en estos tiempos tenebrosos se verá ya un rey,
ya
otro, ya muchos a un mismo tiempo en varias partes del orbe, perseguir
cruelmente al pequeño cuerpo de Cristo con guerra formal y
declarada;
mas ni este rey, ni el otro, ni todos juntos serán otra cosa en
realidad, que los cuernos de la bestia, o las armas del Anticristo;
así
como en un toro, por ejemplo, ni el primer cuerno, ni el otro, ni los
dos
juntos son el toro, sino solamente las armas con que esta bestia
ferocísima
acomete, hiere, mata, y hace temblar a los que la miran. Esto es
carísimo,
y no necesita de más explicación.
* Si esperamos ver este hombre singular, este judío, este
monarca universal, este dios de todas las naciones; si esperamos ver
cumplido
en este hombre todo lo que se dice de la bestia, y lo que por tantas
otras
partes nos anuncian las Escrituras, es muy de temer que suceda todo lo
que está escrito así como está escrito, y
que
su Anticristo no parezca, y que lo estemos esperando aun después
de tenerlo en casa... sea la causa principal o la verdadera de aquel
descuido
tan grande en que estarán los hombres.
* Paréceme (piensen otros lo que quieran) que una de las
causas de este descuido, y tal vez la mayor, o la más inmediata,
será sin duda la que vamos considerando, quiero decir las falsas
ideas, no menos de la venida de Cristo, que de la venida o
manifestación
del Anticristo, y del Anticristo mismo. De modo que se verán
todas
las señales, y se cumplirán todas las profecías, y
su Anticristo no parecerá. Y como por otra parte se sabe y se
cree,
que Cristo no vendrá, sin que antes venga la
apostasía,
y sea manifestado el hombre de pecado... estará ya Cristo a
la puerta, y el verdadero Anticristo en vísperas de acabar sus
días,
y los Cristianos descuidados enteramente por la falsa persuasión
de que todavía hay mucho que tirar. ¿Por qué?
Porque
el Anticristo ha de venir primero que Cristo; y este Anticristo, este
Mesías
y rey de los Judíos, este monarca de todo el orbe todavía
no se ve, ni aun se divisa alguna señal o vestigio de la persona
en todo el círculo horizontal. Por tanto, podrá cada uno
decirse a sí mismo dos o tres horas antes de la venida de
Cristo:
Alma,
muchos bienes tienes allegados para muchísimos años;
descansa,
come, bebe, ten banquetes.