NetEscrito 4
N° 316
Dr.
Albert
Schweitzer
Un hombre Realizado
Proemio
No hay solución militar para solventar el conflicto palestino
y la
convivencia de las sociedades de Israel y Palestina
debe ser a través
del diálogo sustentado en una atmósfera de creatividad.
La música es un idioma de integración.
Daniel Barenboim
Finaliza el año 2007, año de la toma de conciencia y
aceptación de la realidad y los peligros del Cambio
Climático, la noche del día 24 de diciembre quedó
atrás y uno de los canales de TV Cable en sus especiales de
Navidad
ofreció la Novena Sinfonía Coral de Beethoven bajo la
conducción de Daniel Barenboim dirigiendo a la Orquesta
Filarmónica de Berlín. Admiro a Barenboim por su
genialidad musical y la cruzada que hace para intentar unir, por medio
de la música inspirada, a árabes e israelíes.
Ignoro si el Mensaje dejada por Beethoven en su suprahumana obra Coral
tuvo que ver con la activación de este anhelo de Cruzada de Paz
que desarrolla Barenboim y si fue tocado por la varita mágica
de: "La
magia divina vuelva a unir lo que el mundo separó". Ojalá
esa Magia Divina actúe pronto, no tan solo en Barenboim, para así atenuar las señales
que oscurecen el panorama mundial... Al referirme a la Novena Sinfonía Coral digo Suprahumana melodía
puesto que es la más grande obra musical y la compuso Beethoven estando
casi en sordera total, muy atormentado por su sufrimiento,
aislamiento, soledad y humana incomprensión, además de
presentir que le quedaban pocos años de vida y no lograría ofrecer a la
Humanidad el Mensaje completo que debía dejar y, que no tuvo el tiempo para
entregarnos en su totalidad... Beethoven estaba
sordo en lo físico pero muy atento a escuchar lo
Suprafísico y su mente subconsciente fue el mejor intermediario
humano para recepcionar y transmitir en el pentagrama musical un
Mensaje
de una Esfera de Evolución Superior de Consciencia a la nuestra.
El genial músico por sobre su sufrimiento y limitaciones
físicas
cumplió a cabalidad con su Misión Metafísica.
Pienso que Barenboim
así lo ha sabido interpretar y por eso desea intermediar en la
Paz árabe-israelí, sirviendo de musical puente de unión para que lo Divino
actúe ligando lo fraternal que los humanos separan.
Cada vez que escucho la Novena Sinfonía Coral de Beethoven mi
mente viaja al pasado y me sitúa en Córdoba, Argentina,
rememorando hechos de mi vida de estudiante de Medicina en aquel lugar
que de manera tan generosa me permitió llegar a ser
Médico.
En esta ocasión, pasada la Navidad 2007 y previo al Nuevo
Año 2008, me vi en el último año de la
carrera, convencido ya que mi Patria no me reconocería el
título de Médico si me recibía en Argentina, por
lo cual
escribí a varios
lugares en busca de solución. Una de las ideas que en
ese entonces
tuve fue la de ser Médico Misionero. Sabía que Francia
tenía misiones en África. Busqué la zona de mejor
clima, una idílica meseta con especial microclima en Angola,
redacté una carta que fue traducida al francés por una
gentil secretaria del Instituto Argentino Francés de
Cultura. La única respuesta que recibí
llegó vía Correo Certificado desde Uruguay y gracias a
esa respuesta mi título
uruguayo me permitió ejercer en Chile. Más una vez me he
preguntado: ¿Qué llevó
a ese funcionario de la Facultad de Medicina de la Universidad de La República
de Montevideo, Uruguay, a responder a este desconocido estudiante chileno en
Córdoba? ¿Por qué, sobre la base de los antecedentes
académicos que le hice llegar, me aconsejó en su
respuesta todos los pasos a dar y qué materias en Córdoba
me convenía aprobar y con cuáles llegar para en
Montevideo graduarme? Es el incomprensible hilo conductor de Ariadna
que, en ocasiones, se manifiesta y nos saca del Laberinto en que nos
encontramos perdidos.
Pasan algunos años y fui
visitado por un amigo de la época estudiantil en Córdoba,
quien me señaló que había llegado respuesta desde
Francia y aceptaban mi solicitud para irme en Misión a
África previo a una remunerada capacitación en París. Ellos, los amigos, consideraron que era mejor no
avisarme dado que ya había logrado la meta de retornar a mi
Patria como Médico y la carta se fue al tacho de la basura...
Después me entero que en la zona por mi escogida para ir a
África, hubo una revuelta tribal y toda la Misión
Médica, con quienes allí de manera humanitaria prestaban
ayuda sanitaria a esa gente, por esa misma gente fueron cruelmente
masacrados. Ahora pienso el por qué no recordé en aquel entonces
Lambaréné, la obra
misionera del Dr. Albert Schweitzer, donde no
hubo revuelta tribal ni misioneros masacrados e intento imaginar qué hubiese
sucedido con mi vida si hacia ese lugar hubiera escrito y su respuesta llegado
antes de concretar el incierto y temerario viaje a Uruguay en donde a los tres
meses logré graduarme con un título reconocido acá.
Esta rememoración nacida gracias a la Novena Sinfonía
Coral de
Beethoven bajo la batuta de Daniel Barenboim, activa otros recuerdos
como lo son la admiración que desde niño sentí por
la vida y obra del Dr. Albert Schweitzer cuya Misión
conocí gracias a la Revista Selecciones del Reader’s Digest, que
mes a mes mi padre traía al hogar. En dos de mis
escritos destaqué al médico misionero con un
Capítulo y hoy pasa a integrar la Galería de, a la fecha,
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Personajes de MUNDO MEJOR, un humilde CiberPortal que tan solo anhela
eso, lograr como hermanos tener un Mundo Mejor...
Mientras las ideas van dando forma al conjunto, me envuelven los sones de la
melodía Coral de Beethoven con su Suprasensorial Mensaje, Mensaje que es cada día más actual y
necesario ahora entender:
Los hombres se vuelven hermanos
¡Abrazaos
millones de hermanos!
¡Hermanos! ¡Sobre la bóveda
estrellada
habita un Padre bondadoso!
¿Flaqueáis, millones de
criaturas?
¿No presientes, mundo, a tu Creador?
Búscalo a través de la
bóveda celeste,
¡Su morada ha de estar más
allá de las estrellas!
Desarrollo
Dentro de este triste mundo como lo es el nuestro,
he aquí un gran hombre.
Opinión de Albert Einstein sobre Albert Schweitzer
El Dr.
Albert Schweitzer (1875-1965) fue un notable
médico misionero en África, teólogo protestante, músico y
filósofo, en 1952 recibió
el premio Nobel de la Paz. El año 1912 se casó con Elena Bresslau, quien para ayudarlo y acompañarlo, se hizo enfermera, en 1913 el Dr.
Schweitzer llega con su
esposa y compañera de toda la vida a África. En Lambaréné
inicia la construcción del primer hospital de la misión
de
Andende. Entre 1917-1918, durante la Primera Guerra Mundial
los Schweitzer, que eran de
nacionalidad alemana por ser originarios de Alsacia y pertenecer
Alsacia a Alemania, se les saca de la Misión y son llevados detenidos
a un campo de concentración
para
prisioneros civiles en Francia. Acá conviene
destacar un hecho poco difundido: El Dr. Albert Schweitzer quería continuar
ejecutando y practicando la música de Bach, era un prisionero civil de
guerra y no había órgano ni piano disponible, decide, en una mesa
tallar el teclado sobre la madera. Logrado ello, allí
ejecutaba a diario la música de Bach, música que tan
sólo
él podía escuchar... Este fue uno de los aspectos de la vida del Dr. Schweitzer
que en mi juventud leí, al igual que, en similar época
pude
saber que Beethoven fue quedando sordo, aislándose del mundo y,
en su sufrimiento, soledad e incomprensión lograr componer la
más grande melodía como lo es su Novena Sinfonía
Coral. En
este recuerdo que esa inspirada música me brinda, encuentro una especial sincronía entre
ambos personajes, uno no escuchaba y sordo logra componer la Magna Obra, el
otro, sin escuchar un órgano que es sordo, imagina los sonidos de las teclas por él
talladas sobre la madera, teclas que le permitieron contactarse aun más con el
Mensaje Musical de Bach, Mensaje que ahora la Ciencia avala como un Regalo Divino
para la armonía mental y cerebral del ser humano. Terminada la Guerra Alsacia
pasa a Francia y los Schweitzer son entonces considerados franceses...
Una breve Biografía señala:
Albert
Schweitzer (1875-1965), teólogo, filósofo, musicólogo y médico
misionero alemán, hijo de un pastor protestante. En 1952 se le otorgó
el Premio Nobel de la Paz.
Nació el 14 de enero de 1875 en
Kaysersberg, Alsacia (en el actual departamento del Alto Rin, Francia).
Cursó estudios medios en Mulhouse y fue en esta ciudad donde comenzó su
aprendizaje del órgano, bajo la dirección de Eugène Munch. Estudió
luego filosofía y teología en las universidades de Estrasburgo, París y
Berlín, y órgano en el Conservatorio con Charles Marie Widor. Doctor en
Filosofía en 1899, se licenció en Teología en 1900. Ese mismo año se
ordenó coadjutor de la iglesia de San Nicolás en Estrasburgo, de cuyo
seminario teológico fue rector un año después. Pronto destacó por sus
opiniones originales que expuso en De Reimarus a Wrede
(1905). Como músico fue un organista famoso y experto en la
construcción de órganos. Ya por esta época se afianzó en él una
vocación de servicio que lo llevó a plantearse la necesidad de estudiar
medicina como forma de ayudar a los otros. Su obra de musicología más
famosa, Johann Sebastian Bach, publicada en francés en 1905,
se tradujo al alemán en 1908. En ella hace hincapié en la naturaleza
religiosa de la música de Bach y defiende una interpretación sencilla y
directa de su estilo, que más adelante fue aceptada como forma de
interpretación modélica.
Obra religiosa: Schweitzer estableció su reputación como teólogo con La búsqueda del Jesús histórico
(1906), libro en el que interpretó la vida de Jesús a la luz de sus
creencias escatológicas. La tesis es que el cristianismo es,
fundamentalmente, una escatología, un anuncio del advenimiento del
Reino de Dios. El principio ético cardinal será el "respeto a la vida".
En otros estudios sobre teología, como La mística del apóstol Pablo (1930), analizó el Nuevo Testamento desde la perspectiva trascendentalista de sus autores.
Obra médica y filosófica:
En 1913 concluyó sus estudios de medicina y cirugía en la Universidad
de Estrasburgo y se trasladó a Lambaréné, en África ecuatorial francesa
(hoy Gabón), como misionero médico, donde fundó un hospital y atendió a
unos 2.000 pacientes tan sólo durante el primer año. De 1917 a 1918,
como ciudadano alemán, estuvo confinado en Francia, periodo que
aprovechó para escribir dos volúmenes de un estudio filosófico sobre la
civilización, Filosofía de la civilización (1923), obra que
trata del pensamiento ético desde una perspectiva histórica y en la que
sostiene que la civilización moderna está en decadencia debido a su
falta de voluntad para amar. Sugirió que la gente habría de profundizar
en una filosofía basada en la 'reverencia por la vida', una
sensibilidad que abarcaría todas las formas de existencia.
En 1924
regresó a África, donde a pesar de numerosos obstáculos, reconstruyó el
hospital y lo equipó para cuidar a miles de africanos, entre ellos unos
300 leprosos. Con frecuencia visitaba Europa para dar conferencias y
recitales de órgano. A instancias de Widor escribió una importante
monografía sobre la naturaleza del arte de Bach. También es autor de El arte de fabricar órganos en Alemania y Francia.
En 1952 recibió el Premio Nobel de la Paz. Murió el 4 de
septiembre de 1965 en Gabón. Entre sus otras obras destacan El reino de Dios y cristianismo primitivo (1967) y su autobiografía Mi vida y mi pensamiento (1931).
Schweitzer
fue un músico, filósofo ético y humanitario de fama mundial. La hondura
de su percepción religiosa respecto al mundo natural y los logros de la
humanidad impregnó y unificó todas sus actividades.
http://raindrop-close2u.blogspot.com/2007/09/schweitzer.html
Por sus frases conozcamos a Albert Schweitzer
Valoro
a una persona por sus frases, es más, sostengo que: Por sus
frases los conoceréis. Veamos frases del místico médico,
teólogo, filósofo y misionero:
Al
despertar, me acometió la idea de que no debía aceptar esta felicidad como algo
a lo que tenía derecho, sino que debía dar algo a cambio de ella. Antes de
levantarme, había sellado conmigo mismo el pacto de que me consideraría justificado
viviendo hasta los treinta años para la ciencia y el arte, y que a partir de
ese momento me consagraría al servicio directo de la humanidad.
Al
final del tercer día, en el momento mismo en que, al ponerse el sol, íbamos
abriéndonos paso entre una manada de hipopótamos, en un relámpago mental, no
buscado e imprevisto, se me apareció la frase: -Reverencia por la Vida -. La
puerta de hierro había cedido: la senda en la espesura se había vuelto visible.
¡En ese momento yo había encontrado el camino hacia la idea en la que están
contenidas la afirmación del mundo y la ética la una junto a la otra!
Al hacerlo me llamó la atención el título
de un artículo Les besoins de la Mission du Congo (Las necesidades de
la Misión en el Congo). Mi búsqueda había terminado. El
resultado fue que decidí poner en práctica mi plan de servicio
humanitario directo en África Ecuatorial.
Cada
vez
más me
daba cuenta de que no tenía derecho a aceptar la felicidad de mi
juventud, mi salud, mi
facultad de trabajo, como dones gratuitos. La intensa conciencia de mis
privilegios me
hizo comprender siempre con mayor claridad esta parábola de
Jesús, que no tenemos
derecho a retener nuestra vida para nosotros. Quien ha sido colmado de
bienes por la vida
está obligado a derramarlos en derredor y en la misma medida.
Quien ha sido ahorrado por
el sufrimiento, debe contribuir a disminuir el de los demás.
Todos, en tanto que
existimos, hemos de asumir una parte del peso de dolor que gravita
sobre el mundo.
Como tengo confianza en el poder de la verdad y del espíritu, creo en
el futuro de la humanidad. La aceptación ética del mundo conlleva una
disposición optimista y esperanzada que jamás puede perderse. Por consiguiente,
nunca temo enfrentarme con la desalentadora realidad, ni verla como verdaderamente
es.
Con veinte años todos
tienen el rostro que
Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la
vida y con
sesenta el que se merecen.
Cuando los animales soportan agonías inimaginables por parte de
los hombres sin corazón, cuando hay tanto maltrato a los
animales, nadie debería ser indiferente, nadie debería
permitir, si es que puede impedirlo, este dolor y este sufrimiento. Un
hombre ético no desgarra la hoja del árbol ni corta la
flor, y es cuidadoso para no destruir un insecto al caminar.
Debemos luchar contra el
espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los
animales. Los animales sufren tanto como nosotros. La verdadera
humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos. Es nuestro
deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos
nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la
humanidad no hallará la paz.
Día a día, hora a hora, llevo mi
existencia y me desenvuelvo en este principio. En cada momento de
reflexión aparece reluciente ante mí. Brota de él
una y otra vez, como raíces que nunca podrán secarse, una
visión del mundo vivo -y de la vida- que puede dar cuenta de
todos los hechos del Ser. Un misticismo de unión ética
con el Ser crece de él.
El cabello en desorden no le impidió
a Juan ser un apóstol. Por tanto, tal vez no es verdad eso de
que el cabello revele el carácter de una persona.
El destino de
toda verdad es
ser ridiculizada antes de ser reconocida.
El dolor es para la humanidad
un tirano más terrible que la misma muerte.
El hombre se ha convertido en un superhombre pero el
superhombre con su poder sobrehumano no ha alcanzado el nivel de la razón
sobrehumana. En la medida en que su poder aumente se convertirá cada vez
más en un pobre hombre. Debe despertar nuestra conciencia el hecho de que todos
nos volvemos mas inhumanos a medida que nos convertimos en superhombres.
El hombre
tiene dos medios para refugiarse de las miserias de
la vida: la música y los animales.
El humanitarismo consiste en no sacrificar jamás a un ser humano
por un propósito.
El humanitarismo consiste en nunca sacrificar a un ser humano con nuestro propio egoísmo.
El mayor descubrimiento de cualquier generación es el de que los seres
humanos pueden cambiar sus vidas cambiando sus actitudes mentales.
El miedo reina sobre la vida.
El negro trabaja muy bien, según las circunstancias, pero
sólo en la medida en que éstas lo exijan. El hombre
primitivo es únicamente —he aquí la solución
del enigma— obrero de ocasión. El negro no es
perezoso, sino un hombre libre.
El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.
En Colmar, Alsacia está la estatua del almirante francés
Bruat, de niño me impresionó un
negro atlético, triste y abatido, aparece a los pies del
almirante, cuya desnudez contrasta con el
ostentoso atuendo del héroe glorificado. En el semblante y en la
actitud de la hercúlea figura del negro había
una melancolía que me llegaba al corazón y que me
movió a reflexionar
en el desamparo de los de su raza. Cada vez que íbamos o
veníamos de la
estación, pedía que diéramos un rodeo o que me lo
dejaran dar a mí para
saludar al negro y sostener un diálogo con él. Cuando
estudiaba en el
liceo de Mulhouse, durante mis visitas a Colmar, persistía en la
arraigada costumbre de ir a saludar a mi amigo negro, esculpido en
arenisca roja. A partir de 1896, me detuve algunas veces en Colmar a
fin de refrescar mis recuerdos, ver antiguos amigos, trabar nuevas
relaciones, gozar oyendo el delicioso tañido de las campanas de
San
Martín… y estar junto a mi amigo negro. Esa estatua de
Bartholdi
formuló la llamada que me inducía a ir a África y
que más tarde hube de
atender.
En
estos momentos de la vida en que tu talento, tus cualidades ayudan, satisfacen
las necesidades de alguna persona, es allí donde Dios quiere que tú estés.
En Lambaréné aprendí que
un hombre no tiene que ser un ángel para ser un santo.
Es la
compasión del hombre hacia los animales lo que le hace un
verdadero hombre.
Es probable que dando el ejemplo no
sea la mejor manera de enseñar: tal vez sea la única
forma de hacerlo.
Hay dos clases de personas. Hay aquellos que ayudan,
y hay aquellos que no ayudan. Doy gracias a Dios que él me permitió ser
una persona que ayuda, y al ayudar a los demás, he encontrado todo.
Haz algo por alguien cada
día sin esperar que te paguen por ello.
La amabilidad constante puede lograr mucho. Pues el sol hace que el hielo se
derrita, la amabilidad hace al malentendido, la desconfianza y la hostilidad
evaporarse.
La cultura de los pueblos se refleja por el respeto a sus animales.
La gente ocupará grandes áreas de África, Asia y América del Sur (que antes eran inhabitables por las enfermedades
producidas por insectos y artrópodos) para poder cultivar y cosechar alimentos.
La humanidad significa consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos.
La persona más genial en el universo, es aquel individuo incógnito que
en este mismo instante, ha acudido en amor a socorrer a otro.
La verdad no tiene un tiempo propio especial. Su hora es ahora y siempre.
La vocación y destino
del hombre consiste en ser, ya en este mundo imperfecto, un vector del
amor de Dios.
La verdadera
filosofía se debe iniciar desde el hecho más inmediato y
comprensible de la conciencia, que dice "soy vida con voluntad de
vivir, inmersa en vida con voluntad de vivir".
Los años arrugan la
piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
Los ideales
se parecen a las estrellas en que nunca los alcanzamos, pero como los
navegantes dirigimos por ellos el rumbo de nuestras vidas.
Los
que luchan buscando el bien ya lo han encontrado.
Me parecía incomprensible que hubiera de
permitírseme a mí llevar una vida tan feliz, al mismo tiempo que veía,
a mi alrededor, a personas que luchaban con la penuria y el
sufrimiento.
Mi
corazón de niño ya encontraba muy
hermoso que, en nuestro pueblo, católicos y protestantes
celebraran sus cultos en la
misma iglesia. Desearía que todas las iglesias de Alsacia
comunes a las dos
religiones siguieran así, como prenda, para el futuro, de la
concordia religiosa a la que
todos esperamos se deba aspirar, si somos verdaderos cristianos.
Mi nueva ocupación no habría de ser hablar del evangelio del amor, sino llevarlo a la práctica.
Mientras el círculo de su compasión no
abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por
sí mismo.
No hay mayor religión que el servicio a los demás. Trabajar por el bienestar común es el mejor credo.
No me
importa saber si un animal puede razonar.
Sólo sé
que es capaz de sufrir, y por ello lo considero mi prójimo.
No
permitáis que nadie pase por alto la carga de su
responsabilidad.
Mientras tantos animales sigan siendo maltratados, mientras los
lamentos de
los animales sedientos en los vagones de carga se enmudezcan, mientras
tanta
brutalidad prevalezca en nuestros mataderos, todos nosotros seremos
culpables. Cada cosa que vive tiene valor como ser vivo, como una de
las
manifestaciones del misterio de esta vida.
No
podía yo menos que sentir con una plena compasión y un gran pesar todo el dolor
que veía a mi alrededor, y no sólo de los hombres, sino el de la creación
entera. Jamás he intentado apartarme de esta comunidad del sufrimiento. Me
parecía totalmente natural que hubiéramos de asumir entre todos la parte que
nos toca de la carga de dolor que pesa sobre el mundo.
Podía yo tener
siete u ocho años cuando se produjo un accidente que me ha dejado una profunda
impresión. Henri Braesch y yo habíamos fabricado unas hondas con unos
elásticos. Una mañana de primavera, uno de los domingos de Pasión, me dijo: "Ven, vamos a
las viñas a tirar a los pájaros". Aunque tal propuesta me causaba horror,
no me atreví a contradecirle por temor a sus burlas. Llegamos junto a un árbol
aún sin hojas y lleno de pájaros que, sin temernos, cantaban alegremente en la
luminosa mañana. Agachándose como un indio en la caza, Braesch ajustó una
piedra en la honda y estiró los elásticos de la misma. Obedeciendo a su mirada
dominante, yo hice lo mismo, con la conciencia torturada pero prometiéndome no
dar en el blanco. Al mismo tiempo sonaron las campanas de la iglesia, mezclando
en el cielo radiante su armonía al alboroto de los pájaros. Era el primer
toque que precedía en una media hora al toque principal. Para mí, fue como si
el cielo me hablara. Arrojé la honda, espanté a los pájaros para alejarlos del
arma de Braesch y corrí a pierna suelta hacia mi casa. Siempre que las campanas
de la Pasión resuenan en el cielo primaveral hacia el que los árboles levantan
sus ramas desnudas, pienso con emoción agradecida en el mandamiento que
entonces me recordó aquella grave voz: "¡No matarás!
Porque
lo que uno no quiere admitir es que el Übermensch (Übermensch = El Superhombre, alguien con el conocimiento y el poder más allá de ser
humano normal) se ha convertido de hecho en una criatura muy
triste debido al constante aumento de poder... de forma que nosotros como
Superhumanos nos hemos convertido en monstruos.
Querido
Señor por favor protege y bendice a todos los seres vivos.
Protégelos
del mal y
permíteles dormir en paz.
Según vamos adquiriendo
conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino
más misteriosas.
Si queremos llegar a ser buenas personas de verdad, debemos
familiarizarnos con la idea de la muerte. No necesitamos pensar en ella todos
los días ni a cada hora. Pero cuando la senda de la vida nos conduzca a una
posición ventajosa donde el paisaje alrededor desaparezca, y contemplemos la
vista distante hasta el mismo final, no cerremos los ojos, hagamos una pausa
por un momento, observemos el paisaje lejano, y luego prosigamos. Pensar en la
muerte de este modo, produce amor por la vida. Cuando estamos familiarizados con
la muerte, aceptamos cada semana, cada día como un don. Sólo cuando somos
capaces de aceptar así la vida, poco a poco ésta se torna preciosa.
Sólo recobraremos
la libertad espiritual cuando la mayoría de los individuos sean otra
vez más espiritualmente independientes y confiados en si mismos y descubran
su natural y propia relación con las organizaciones en las cuales sus
almas se vieron envueltas. Todo ser que se denomine
hombre está destinado a desarrollarse en una verdadera personalidad dentro
de la teoría refleja del universo que él ha creado para sí.
Todo lo que me entretiene es el problema de la miseria en el
mundo, pero nunca me he perdido en este pensamiento: Que todos tenemos el pode
de acabar con esta miseria.
Un pensamiento muy importante en mi vida es que la felicidad o
suerte que nos trae la vida no las podemos considerar como algo evidente, sino
que debemos a cambio ofrecer un sacrificio u ofrenda de servicio a los otros.
Vivimos en una época
peligrosa. El hombre domina la naturaleza antes de que haya aprendido a
dominarse a sí mismo.
Yo no podía comprender, y esto ya antes de mi ingreso en la escuela, por qué en la
oración de la noche no se me hacía interceder más que por los seres humanos. De manera
que, cuando mi madre se retiraba tras haberme dado un beso y un afectuoso "Buenas
noches", yo hacía en voz baja una oración suplementaria: "Buen Dios - decía -
protege y bendice a todo lo que respira; preserva del mal a todos los seres vivientes y
hazles dormir en paz.
Yo no se si los animales piensan, pero se que sienten, y eso los convierte en mis prójimos.
En
una reunión en la
misión de Lambaréné el Dr. Albert Schweitzer
comentaba acerca de
unos textos bíblicos con alumnos africanos. Cuando llegó
a la parábola del Buen
Samaritano, preguntó a los jóvenes con las palabras de
Jesús: "¿Quién os parece que ha sido el
prójimo de aquel a quien
habían maltratado los bandidos?" La
respuesta de
los alumnos africanos fue
espontánea: "¡Tú,
Doctor!".
*
El Teólogo
Como joven teólogo, su primer trabajo importante, por el cual ganó una gran reputación, fue en la obra En búsqueda del Jesús histórico (1906), en la que mostró a Jesucristo
con la pasión de sus propias convicciones respecto a la vida de Jesús.
Manifestó así su ruptura con el liberalismo teológico que había
imperado en Alemania a lo largo del siglo XIX al hacer de Jesús un
profeta convencido de la realidad de un Reino de Dios que estaba a las
puertas. Estableció su reputación como erudito del Nuevo Testamento por otros estudios teológicos, como El misticismo de Pablo Apóstol
(1930). En estos estudios Schweitzer examinó la creencia
escatológica de San Pablo y de su mensaje en el Nuevo
Testamento. Se considera a Albert Schweitzer como fundador de la
Escatología Realizada. En realidad es la Escatología Consistente.
CiberEnciclopedia Wikipedia
Como teólogo protestante Schweitzer fue
el primero en usar el concepto de: “La búsqueda del
Jesús Histórico” y en sentar las bases de lo que se ha llamado la Escatología consistente.
Su disertación para graduarse en medicina llevaba por título Estudio
psiquiátrico de Jesús (1913), donde refutó la teoría de que Jesús era
paranoico. Como teólogo es conocido sobre todo por sus investigaciones sobre
escatología. En La búsqueda del Jesús histórico (1906), sostiene que
Jesús predicó el mensaje del reino como un acontecimiento entendido
conforme al pensamiento apocalíptico de los judíos de su tiempo y que
se equivocó al tratar de provocar la intervención de Dios mediante la
oposición a los poderes de su tiempo. Quedó destrozado bajo las ruedas
de la historia y se vino abajo la escatología por la que había vivido,
pero su "espíritu" sigue todavía vivo y estamos llamados a compartirlo.
http://www.clie.es/?page=shop/author&author_id=1270
El que puso el clavo definitivo en el ataúd fue Albert Schweitzer. En su libro,
Investigaciones sobre la vida de Jesús (originalmente
Von Reimarus zu Wrede,
1906), Schweitzer proporciona una reseña de la investigación de todo el
siglo XIX. Hasta hoy es la mejor reseña de la literatura de esa época.
Su crítica principal de la obra de los liberales es que sus bases eran
más psicológicas que históricas, pues presentan a Jesús como si fuera
el reflejo exacto de una persona ideal del siglo XIX.
La
aportación propia de Schweitzer al estudio de Jesús ha tenido un
impacto enorme. Entre otras cosas, se le acredita la recuperación del
aspecto escatológico de la vida de Jesús. En realidad Johannes Weiss
identificó antes el elemento escatológico en la predicación de Jesús,
pero Schweitzer fue más allá al considerar la escatología como la clave
para comprender e interpretar toda la vida de Jesús; por eso, su
postura se denomina “la escatología consistente”.
Para
Schweitzer, el título Hijo del Hombre es un título puramente mesiánico,
que se refiere al Mesías que vendrá en las nubes. Jesús se reveló como
Mesías sólo a los discípulos Pedro, Santiago y Juan. Judas Iscariote
reveló el secreto al sumo sacerdote, quien lo utilizó para condenarlo.
Jesús encomendó a los doce la predicación de la venida del reino de
Dios, y no pensaba que volverían antes de que éste viniese.
En fin, Schweitzer resumió el estudio histórico de Jesús en las tres siguientes alternativas.
La
primera la había planteado Strauss: o puramente histórico o puramente
espiritual; la segunda, la Escuela de Tubinga y Holtzmann: sinóptico o
joánico; ahora se plantea la tercera alternativa: escatológico o no
escatológico.
http://www.centroseut.org/articulos/separ035.htm
Bajo
el nombre de escatología consecuente, según
Schweitzer, la creencia en la inminente venida apocalíptica del Reino fue el
móvil que guió a Jesús al principio de su actividad. Tal es el secreto que
él revela a sus apóstoles cuando los envía a misionar: «En verdad os digo
que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre»
(Mt 10, 23). O sea, Jesús se figuraba en aquel momento que la parusía
del Hijo del hombre, la cual a sus ojos se identificaba con la venida del Reino,
tendría lugar al final de una rápida expedición misionera de los apóstoles.
Desgraciadamente, el acontecimiento tan esperado no se produjo. Esta decepción
marca un viraje en toda la existencia de Jesús. En adelante él se
desentenderá de las muchedumbres para ocuparse ante todo de los «doce»; y
estará convencido de que su misión consiste en forzar el advenimiento del
reino de Dios mediante sus sufrimientos mesiánicos. Tal es el nuevo secreto que
descubre a sus apóstoles en Cesarea de Filipo.
http://www.mercaba.org/Mundi/2/escatologismo.htm
Johannes Weiss y Albert Schweitzer hicieron frente a
un fuerte liberalismo que intentó eliminar el elemento escatológico del reino
predicado por Jesús, y el cual era su mero núcleo vital. Según Weiss y
Schweitzer, el reino, para Jesús, era una realidad totalmente FUTURA,
apocalíptica, que aparecería al final de la historia humana, mediante la acción
poderosa y sobrenatural de Dios. Afirmaron que la idea de una presencia actual
del reino era un invento de los autores de los evangelios y que no debía
considerarse como auténtica enseñanza de Jesús. Su interpretación del reino es
conocida como “escatología consistente” o “coherente”.
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Albert
Schweitzer, no titubeó en sacar consecuencias críticas
para la fe a partir de los resultados de la investigación de la vida
de Jesús y hasta pasar a un humanismo ético-práctico liberado de
dogmas religiosos. Sin embargo, Schweitzer retomó la idea del "Reino
de Dios" y con ello intentó crear una continuidad con la herencia
cristiana, aunque desde luego de una forma que no puede resistir una
investigación crítica.
Hans Albert
Más
allá de subjetivas interesadas u objetivas serias opiniones
escatológicas de lo que como teólogo Schweitzer
opinó en el año 1906, conviene conocer y, en
discernimiento, opinar sobre una síntesis de lo que él dijo:
Cada época y cada autor presentan una peculiar
imagen de Jesús sobre la que proyectan sus anhelos y esperanzas, sus
miedos y frustraciones.
En el discurso a
los discípulos Jesús les ha anunciado los dolores del parto del Reino naciente.
En la parte descriptiva muchos puntos dejan ver, quizás, las huellas de una
época ulterior. Pero esto no cambia en nada el carácter general del discurso.
No se trata de señalarles una línea de conducta en lo que concierne a su
actividad después de su muerte; no hay una sola palabra histórica que venga a
apoyar esta suposición. El alba del Reino es precedida por los dolores del
parto. Por lo tanto, el anuncio victorioso de la llegada inminente del Reino
debe entrar en esa perspectiva. De allí esa mezcla incomprensible de optimismo
y de pesimismo. Es el mismo signo bajo el cual se reconoce toda concepción del
mundo, toda Weltanschauung escatológica.
Esto no
obstante, el Nazareno ha vivido y ha predicado, en la situación histórica
de los judíos, una adecuada ética provisoria con predicciones respecto al fin
del mundo. Esto
es debido al hecho que la búsqueda histórica en realidad no buscó al Jesús
de la historia, sino al Jesús del historiador, que corresponde a la
cultura del momento. Por eso, el Jesús verdadero de los evangelios, no se
detuvo en aquella figura viva, moderna, psicologizada, pero deformada, no
verdadera y se volvió a su tiempo. Y su tiempo, su ambiente histórico
originario es el judaico. La
investigación histórica sobre la vida de Jesús no partió del puro interés
histórico, sino que buscó al Jesús de la historia como ayuda en la lucha
liberadora frente al dogma. Las conjeturas y los anhelos de toda
religiosidad profunda están contenidos en la ética de la veneración por la
vida.
Han convertido a Jesús en una figura diseñada
por el racionalismo, dotada de vida por el liberalismo y vestida por la
teología moderna con un manto histórico.
Lo importante no es Jesús como se lo conoce
en la historia, sino Jesús resucitado espiritualmente dentro de
los hombres.
Los Evangelios del Nuevo Testamento, en los que se narra la vida de Jesús, no
son adecuados como material para la investigación histórica. El Jesús de
Nazaret que actuó como Mesías, anunció la moralidad del Reino de Dios,
estableció en la tierra el Reino de los cielos y murió para poner la corona a
su obra, nunca existió. Es una figura que fue ideada por el racionalismo,
llamada a la vida por el liberalismo y metida en un nuevo traje por la teología
moderna. Nuestra relación para con Jesús es profundamente de naturaleza mística.
Todas las épocas sucesivas de la teología han ido
encontrando en Jesús sus propias ideas y sólo de esa manera conseguían darle
vida. Y no eran sólo las épocas las que aparecían reflejadas en él: también
cada persona lo creaba a imagen de su propia personalidad. No hay, en realidad,
una empresa más personal que escribir una vida de Jesús.
Reflexión
Sin ser teólogo ni
nada parecido, sin ser apocalíptico, por el contrario, y tan
solo usando el sentido común para discernir sostengo:
* Una cosa
es lo que predicó Jesús a los suyos y otra la forma en
que algunos discípulos llevaron a lo escrito esa Enseñanza dejada hace 2.000
años.
* Jesús estratificó la Enseñanza, una en parábolas para el
Círculo Externo que sus discípulos escribieron, otra para
el Círculo Interno que era secreta y en el secreto fue
preservada para un futuro.
* Para que Él pudiera nacer
y tomar la forma física antes debió encarnar un Arcángel que lo hizo como
María, única manera que la Luz llegara al mundo a tomar la forma física y no
desintegrara, por vibratoria diferencia de sutilidad, a una madre humana
receptora. Esa Luz desde María emanó y dio lugar al Niño. Al dejar Él la forma
física Su cuerpo levitó y en una fracción de tiempo se desintegró en una
explosión energética que impregnó en la Sindone todos los detalles del cuerpo
físico cruelmente flagelado, cual negativo fotográfico. Él recuperó entonces su
etérea y radiante forma y al dejar la Tierra dos ángeles señalan a los suyos
que Él volverá en la misma forma en que se fue. Es decir volverá como un Ser de Luz.
* Lo que Jesús exclamó en la
cruz antes de morir fue dejado por el traductor escrito en arameo: Elí, Elí,
lamma sabactani, y quedó en todas las copias igual de mal traducido, salvo
en una primitiva versión griega que lo expresa de manera correcta. Cabe la
pregunta del por qué esa oficial primera traducción del año 300 dejó esa frase
en arameo y mal traducida. ¿Fue un Mensaje para que los futuros investigaran
mejor? Investigar por ejemplo qué otros recortes tuvo que hacer ese primer
traductor para satisfacer a Constantino, el emperador que convirtió al cristianismo en la religión
oficial del Imperio. La Reencarnación defendida por diferentes padres de la
Iglesia, era una seria amenaza ya que si los ciudadanos no temían morir, al
poder mejorar en otras vidas, serían menos fácilmente obedientes a las leyes y
ordenes del emperador. No hace
muchos años por parte de estudiosos lingüistas bíblicos se logró traducir bien
y se entendió entonces el real significado, que no era el del afligido lamento:
¿Por qué me has abandonado? sino que fue un grito de victoria en que
JesuCristo señaló: ¡Dios mío, Dios mío! ¡Para este propósito fui destinado! Cabe la pregunta: ¿Por qué los Evangelios originales desaparecieron?
* Jesús
dejó siete señales que se cumplirían en conjunto cual dolores de parto, anunciando
así Su inminente Retorno, señales dejadas no para un tiempo cercano a Su
partida ni en un puntual lugar como lo deseaban los discípulos, sino para 2.000
años después, en el ámbito mundial de una “aldea Global” como lo es ahora el
planeta Tierra. Esas señales son:
1. Se manifestará el Engaño religioso y la Apostasía.
2. Oiréis de guerras, rumores de guerra y
revoluciones.
3. Habrá hambre en el mundo.
4. Habrá grandes terremotos en diferentes lugares.
5. El Evangelio se predicará en
todo
el mundo para testimonio de todas las Naciones.
6. Habrá pestes y plagas.
7. Se verán extraños fenómenos en
los
cielos.
Para que pudiéramos
comprender mejor las siete
señales,
manifestó que todas estas cosas serían el comienzo de los
dolores de parto planetario. Ello quiere decir que las siete señales en
conjunto, cual dolores de parto, se
intensificarán
en frecuencia y magnitud en el período previo a su Regreso.
¿Qué vemos ahora para cada señal en el conjunto de las
siete? Vemos que:
1º Vivimos
los tiempos de la proliferación de sectas y enseñanzas pseudo cristianas como
jamás antes la hubo, en el mundo abundan los falsos guías y maestros que dicen
a la gente lo que ésta desea escuchar y no la sana enseñanza que deben recibir.
2º En
el Siglo XX han ocurrido las únicas dos grandes guerras mundiales y como
nunca antes hemos tenido tantas guerras, rumores de guerra y revoluciones en
diferentes lugares.
3º Nunca antes hubo el hambre que ahora asola al planeta con
más
de 1.500.000.000 de seres hambrientos y millones muriendo de hambre.
4º Los terremotos se han intensificado de manera alarmante en
frecuencia
y magnitud como nunca antes sucedió.
5º Gracias a la moderna tecnología satelital, computacional y a los medios de comunicación,
el Evangelio llega por primera vez a todas las naciones, como nunca
antes
aconteció "y entonces vendrá el fin" nos agrega la Crística
profecía.
6º A contar del Siglo XX las pestes y plagas se han intensificado como
nunca antes las hubo; aparece el SIDA, reaparece el cólera,
surgen
nuevas pestes y nuevas plagas.
7º A partir del año 1947, como nunca antes se
intensificaron
los extraños fenómenos en los cielos, llamados
fenómeno
OVNI.
Las siete señales se han cumplido
como parte de los dolores del parto planetario que actualmente vivimos. Agregó
Jesucristo a la lista que en esos tiempos habrá un estado de depravación
similar al que imperaba en Sodoma y Gomorra. Dijo que además la maldad
de los hombres en muchos lugares será semejante a la que existía en los días de
Noé; basta
mirar la T.V, InterNet, leer la prensa, revistas y escuchar radio para
darse cuenta que así sucede. La corrupción y
drogadicción
degradan al género humano en el ámbito mundial
alejándolo de lo ético, de
lo bueno y de lo noble que subyace en cada uno de nosotros. Ya los
sabios sin
ser religiosos predicen que el colapso moral de la sociedad es
inminente
en un caos mundial, derrumbe que a su vez tocará al becerro de
oro y a los
menos que tienen más a costa de los más que tienen menos
y ellos se revelarán.
Agregó: Cuando regrese ¿creéis acaso que habrá FE en la Tierra?
Además la profecía bíblica destaca que previo al FIN es
necesario
el retorno del pueblo judío a la "Tierra Prometida" y la
restauración
del Estado de Israel en "Tierra Santa", y así sucedió en
1948.
No se equivocó Jesucristo al
hablar de Su retorno que no lo era para esa época de hace 2.000 años, no lo
estaba para el entendimiento de ese entonces y los apóstoles al escribir los
evangelios anhelaban Su pronto retorno y así lo expresaron. Lo que Él señaló lo era para ser comprendido ahora
que las siete señales anunciadoras del Parto Planetario se han manifestado plenamente y que el
Cambio Climático está causando estragos en el ámbito mundial... Por último, a
la luz del Cambio Climático conviene recordar algo que Él profetizó: Cuando
el clamor sea tal, entonces Volveré.
En una frase Schweitzer sintetiza su visión teológica y en ella queda todo dicho:
Lo importante no es Jesús como se lo conoce
en la historia,
sino Jesús resucitado espiritualmente dentro de
los hombres.
*
El Músico
En síntesis, sumergir toda tu alma en Bach
es exactamente lo mismo que hacer teología.
Dr. Albert Schweitzer
Albert Schweitzer fue en su día un organista
famoso, muy interesado en la música de Bach. Desarrolló un estilo de
interpretación simple que, según su parecer, era más cercano a lo que
Bach había querido componer. Basó su interpretación principalmente en
una nueva valoración de las intenciones religiosas en la obra de Bach.
En su libro Johann Sebastian Bach, cuya última versión terminó en 1908,
abogó por este nuevo estilo, que ha tenido gran influencia en la manera
en la que la música de Bach se está tratando en la actualidad. Albert
Schweitzer fue también un constructor de órganos famoso.
Sus grabaciones en las que interpreta la música de Bach están disponibles en CDs.
CiberEnciclopedia Wikipedia
Como músico fue un experto en Bach dando a conocer al mundo
la Magna Obra, con la forma de ejecutar y entender esa perfecta armonía. El sabio sobre
el inspirado barroco compositor dejó esta Enseñanza de una Música que a él
tanto lo acompañó y ayudó:
Asombra en
Bach lo viviente de la relación entre la música y el
texto que la acompaña. El maestro no recurre al método
habitual, que consistiría en representar musicalmente el
discurso del texto en su movimiento y en
su desarrollo. Describe claramente la idea en su esencia, pero no se
atiene al curso de sus vicisitudes, ni la sigue en sus
transformaciones.
Subraya con vigor el detalle característico, pone en relieve los
contrastes, crean crescendos poderosos; pero es inútil buscar en
él las
vicisitudes de la idea, sus luchas, sus desesperaciones, sus vislumbres
de alegría, todo aquello que encontramos va en las obras de
Beethoven,
y que fue tan bien descripto por el arte musical post-beethoveniano. Y
sin embargo, el arte de Bach expresa los sentimientos con tanta
perfección como los expresó el arte de Beethoven.
Sólo que se trata de
otro tipo de perfección. El sentimiento que Bach trata de
expresar,
aparece en sus obras con una fuerza y un poder de emoción que
casi no
encontramos en ningún otro músico. Su capacidad de
caracterizar exactamente los matices y las peculiaridades más
diversas de un sentimiento resulta francamente inigualable.
También la música de Bach debe ser considerada, en su
aspecto más verdadero y más probando, como música
del sentimiento.
Beethoven
y Wagner poetizan en
su música; Bach en cambio pinta. También
él sabe dar un carácter dramático a sus obras,
pero es el dramatismo de
un pintor. No describe los eventos sucesivamente, sino que escoge los
momentos más expresivos, más preñados de sentido,
en los que se
concentra para él toda la serie de acontecimientos, y los
presenta
musicalmente. El drama musical es para él una serle ordenada de
cuadros
dramáticos; y así ha construido sus Pasiones y sus
Cantatas.
La
música de Bach es también pictórica, en la
medida en que sus temas y motivos, siempre que sea posible, aparecen
condicionados por una asociación de ideas pictóricas, se
encuentre ésta directa o indirectamente expresada en el texto,
sea ésta llamativa o no.
El estudio
detallado del lenguaje musical de Bach no constituye un
mero entretenimiento de estetas, sino una verdadera necesidad
para el
músico practicante. A menudo resulta imposible ejecutar un trozo
del
maestro en el tiempo correcto, con la intensidad adecuada, con el
fraseo apropiado, si no se conoce el significado del motivo. Solamente
con el "sentimiento" no se llega a ninguna parte, cuando se trata de
Bach.
Sobre los
orígenes y el desarrollo del lenguaje musical de Bach,
es
poco lo que se puede decir. Ciertas composiciones de su juventud
expresan ya pensamientos poéticos reconocibles. Pero a partir de
estos
intentos, no nos encontramos con un largo proceso de desarrollo del
lenguaje bachiano. Repentinamente, aparece armado de todas sus armas,
perfecto y definido. El primer documento que conservamos de este
lenguaje musical, es el constituido por los corales del opúsculo
para
órgano. En ellos resultan ya evidentes cuáles son los
motivos que
utiliza Bach para expresar musicalmente imágenes y sentimientos.
Estos
cuarenta y cinco corales representarían el diccionario de su
lenguaje
musical; y en cierto modo la clave que abre el conocimiento de la
música de Bach; es más, la clave de toda su
música. Tendría más o menos
treinta años cuando compuso la mayor parte de estos corales. A
partir
de este momento, hasta la muerte, se atuvo Bach estrictamente a los
mismos principios, en todo lo que se refiere al contenido
poético de la
música y al lenguaje que lo expresa. Por eso podemos decir que
el
idioma de las cantatas es idéntico al idioma de los corales para
órgano.
En toda la
obra de Bach se manifiesta el aspecto matemático de
su espíritu. Casi sería mejor decir, en vez de
espíritu matemático, espíritu
arquitectónico. Lo que más impresiona
estéticamente en sus obras, es la armonía del todo; la
armonía con que el detalle opulento y vivaz parece introducirse
de por sí en el conjunto. La música de Bach es el
gótico más perfecto del arte musical.
Es de notar que
Bach, como todo lo que es realmente elevado en el campo de la religión,
no pertenece a la iglesia, sino a la humanidad creyente, y que
cualquier recinto se convierte en iglesia, cuando en él se
ejecutan sus obras con el recogimiento y la meditación que su
audición requieren.
No es
la perfección de la ejecución, sino su espíritu,
lo que determina el efecto que la música de Bach produce sobre
el oyente. Sólo el que sea capaz de penetrar en el mundo de
sentimientos de Bach, de vivir y pensar con él, de ser sobrio y
de ser humilde como él lo fue, está en condiciones de
ejecutar sus páginas como deben ser ejecutadas. Si en el
director de orquesta, y en los ejecutantes, no existe un estado previo
de unción, de adecuada sensibilidad, no pueden trasmitir nada al
oyente. Es como si cayera algo helado sobre la música, que la
priva de toda su fuerza. Sigue siendo válido -y tal vez
más válido que nunca- la frase que escribió
Mosevius en 1845, cuando re-descubrió para el mundo las cantatas
de Bach: "Una cosa es necesaria" anotó al final de su ensayo,
"en la ejecución de las obras de Bach, constantemente
indispensable. Esa cosa es el recogimiento íntimo. Y cada uno de
los cantores del coro, además de la perfección con que
ejecuta su parte, debe tratar en todo momento de infundirle la
correspondiente espiritualidad".
Mientras
trabaja en su Hospital de Lambaréné vuelve repetidas
veces a Europa a dar conferencias y conciertos y juntar así
fondos para su Hospital Misionero africano.
*
El Filósofo
La visión del mundo de Schweitzer estaba basada en su idea de la Reverencia por la vida,
que él creyó que fue su mayor y más simple contribución a la humanidad.
Opinaba que la civilización occidental estaba en decadencia debido a un
paulatino abandono de sus raíces éticas, aquellas de la afirmación de
la vida.
Su convicción más firme era que el respeto por la vida
es el
principio más alto. En un modo similar de exaltación de
la vida a la de
Friedrich Nietzsche, un filósofo muy influyente en la
época actual, Schweitzer siguió la misma línea de
pensamiento que la del ruso León Tolstói. Alguna gente en
sus días comparó su filosofía con la de san
Francisco de Asís, una comparación que él no
rechazó. En su obra Philosophy of Civilisation, capítulo 26, escribió:
La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más
comprensivo del sentido: 'soy ser vivo y deseo vivir, en medio de seres
vivos que desean vivir'. La vida y el amor en su opinión están basados
y siguen el mismo principio: respeto por cada manifestación de la vida
y una relación personal y espiritual hacia el universo.
La ética, según Schweitzer, consiste en la obligación de
demostrar que la voluntad de vivir de uno mismo y la de cada ser,
tienen la misma reverencia de lo que es propio. En las circunstancias
donde no podamos satisfacer esta obligación, no debemos de caer en el
derrotismo, puesto que la voluntad de vivir se renueva una y otra vez,
como resultado de una necesidad evolutiva y de un fenómeno con
dimensión espiritual.
Sin embargo, como Schweitzer mismo precisó, no es imposible ni
difícil pasar una vida sin seguir este principio: la historia de las
filosofías y de las religiones del mundo, demuestran claramente muchos
casos de la negación del principio de la reverencia por la vida.
Señalaba a la filosofía que prevaleció en las edades medias en Europa y
a la filosofía india del Brahmanismo. Sin embargo, este tipo de actitud carece de autenticidad.
Desde que venimos al mundo, se nos ofrece un drama horrible: el
hecho de que la voluntad de vivir, mirado como suma de todo lo que el
individuo quiere, se divide contra sí mismo. Una existencia es
enfrentada contra otra, una destruye a la otra. Sólo mediante el
pensamiento, el ser adquiere la voluntad de vivir, siendo consciente de
la voluntad de vivir del otro y del deseo de solidaridad con él. Esta
solidaridad, sin embargo, no se puede producir, dado que la vida humana
no escapa al desconcierto y a la horrible circunstancia de tener que
vivir con el coste de otra vida. Pero como ser ético, uno se esfuerza
en escapar, siempre que sea posible, de esta necesidad y poner fin a
esta desunión de la voluntad de vivir, en cuanto está dentro de su
poder.
Schweitzer abogó por el concepto de la reverencia por la vida
extensamente a lo largo de toda su existencia. La Ilustración
disminuyó y se corrompió, sostenía Schweitzer,
porque no fue un pozo lo
bastante profundo para el pensamiento, aunque se viera obligado a
seguir la ética por la vida. Por lo tanto, él miraba por
un futuro
renovado y un nuevo Renacimiento e Ilustración más
profundos de la
humanidad (una opinión que él expresó en el
Epílogo de su obra Out of My Life and Thought).
Albert Schweitzer alimentó la esperanza en una humanidad más
profundamente consciente de su posición en el universo. Su optimismo se
basaba en la "creencia en la verdad". "El espíritu generado por la
concepción de la verdad es mayor que la fuerza de las circunstancias."
Él acentuó persistentemente la necesidad de pensar, más que en la
simple actuación de seguir los propios impulsos o las opiniones más
extedidas.
Nunca por un momento ponemos a un lado nuestra desconfianza de los
ideales establecidos por la sociedad y de las convicciones que son
guardadas por ella. Sabemos siempre que la sociedad está llena de
locura y que nos engañará en lo que respecta a la consideración del
significado de la humanidad [...] la humanidad significa consideración
por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos.
El respeto por la vida, como resultado de la contemplación en la
propia voluntad consciente de vivir, conduce al individuo a vivir al
servicio de la gente y de cada criatura viva.
Schweitzer fue muy respetado por poner en práctica estas teorías en su propia vida.
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Como Filósofo Schweitzer centró su pensamiento en la Ética, manifestando:
Día a día, hora a hora, llevo mi existencia y
me desenvuelvo en este principio. En cada momento de reflexión
aparece reluciente ante mí. Brota de él una y otra vez,
como raíces que nunca podrán secarse, una visión
del mundo vivo -y de la vida- que puede dar cuenta de todos los hechos
del Ser. Un misticismo de unión ética con el Ser crece
de él.
El hombre ético no parte las hojas de los árboles, no arranca las
flores y procura no aplastar a ningún insecto. Si en verano trabaja con
luz artificial, prefiere mantener la ventana cerrada y respirar una
atmósfera sofocante a ver cómo un insecto tras otro cae con las alas
chamuscadas sobre su mesa. Si pasea por la carretera después de un
chaparrón y ve a una lombriz sobre ella, piensa para sí que se secará
al sol si no retorna con la suficiente rapidez a un suelo que pueda
excavar, de modo que la toma de la mortal superficie de piedra y la
coloca en la hierba. Si se topa con un insecto que ha caído en un
charco, se detiene un momento para proporcionarle una hoja o un palito
con el que pueda salvarse. No tiene miedo de ser tomado a risa como un
sentimental. El destino de todas las verdades es ser tomadas a risa
hasta que se reconocen de modo general.
El hombre no puede vivir su vida sólo y para sí mismo.
Para el hombre realmente ético, toda forma de vida es sagrada,
incluyendo aquellas que desde el punto de vista humano, tienen menos
valor. Y debemos darnos cuenta de que nuestra vida está unida a todas
esas vidas.
El interés
por el sufrimiento de lo que tiene voluntad de vivir, es visto
como demasiado limitado para abarcar la esencia total de lo
ético.
La
buena conciencia es una invención del
diablo.
La ética consiste, por lo tanto, en experimentar
la compulsión de mostrar hacia todo lo vivo la misma veneración
que me debo a mí mismo. Así nos hemos dado este principio
básico de la moral, que es una necesidad del pensamiento. Es
bueno mantener y fomentar la vida; es malo destruir la vida u obstaculizarla.
La ética de la Reverencia por la Vida es la ética del Amor ampliada a la universalidad. La ética del respeto a la vida comprende en sí misma todo lo que cubren las
nociones de amor de devoción, de participación en el sufrimiento y en las alegrías y de
empeño por el bien. La ética del respeto a la vida es la
ampliación de la ética del amor. Es el pensamiento esencial de la ética de
Jesús.
La ética de la veneración incluye también sentir como propias todas las circunstancias
y aspiraciones de lo que tenga voluntad de vivir, incluidas sus alegrías
y su anhelo de vivir en plenitud, así como su necesidad de
autoperfeccionamiento.
La
ética, es la responsabilidad sin límites ante
todo lo que está vivo. La gente se asombrará de que la humanidad
haya necesitado tanto tiempo en aprender a contemplar cualquier daño
irreflexivo a la vida como incompatible con la ética.
La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más
comprensivo del sentido: soy la vida que deseo vivir, en medio de la
vida que deseo vivir. La vida y el amor están basados y
siguen el mismo principio: respeto por cada manifestación de la vida y
una relación personal y espiritual hacia el universo.
La filosofía verdadera
se debe iniciar
desde el hecho más inmediato y comprensible de la conciencia,
que dice soy vida con voluntad de vivir, inmersa en vida con
voluntad de vivir. Esto no es una ingeniosa fórmula dogmática.
La persona ética no se pregunta hasta qué
punto ésta o aquella forma de vida merece nuestra simpatía
y nuestra valoración, ni, yendo más allá, si
es capaz de sentir, y en qué grado. La vida como
tal es sagrada.
La
respuesta a la crisis espiritual de nuestra
civilización, es el desarrollo de un pensamiento
ético que debe buscar una afirmación de la vida
como la manifestación de una relación interior,
espiritual, con el mundo, y que no se pierda en pensamientos
abstractos, sino que permanezca elemental, esto es,
que entienda la autodevoción al mundo como una
autodevoción de la vida humana a todas las formas de seres vivos
con los que puede relacionarse.
Las conjeturas
y los anhelos de toda religiosidad profunda están contenidos
en la ética de la veneración por la vida.
Nuestras
instituciones fracasan debido a que se emplea en ellas el espíritu de
barbarie. Las mejoras bien planeadas en la organización de nuestra sociedad
(aunque obramos correctamente al tratar de asegurarlas) no pueden en modo alguno
ayudarnos hasta no ser capaces de impartir al mismo tiempo un nuevo espíritu
a nuestra era. Los
difíciles problemas que debemos resolver, aun aquellos que pertenecen
totalmente a la esfera material y económica, únicamente pueden
solucionarse, en última instancia, por un cambio interno del carácter.
Las reformas más sabias de la organización, sólo nos acercan
un poco más a la solución, nunca a la meta. La única forma
concebible de lograr la reconstrucción de nuestro mundo sobre nuevas
líneas, es convirtiéndonos, primero, en nuevos hombres, de acuerdo
a antiguas circunstancias, y luego, como sociedad, en un nuevo estado de ánimo,
a fin de suavizar la oposición que existe entre las naciones, para que
la verdadera civilización pueda nuevamente ser posible. Todo es más
o menos tarea perdida, porque construimos con lo meramente externo, no con el
espíritu. En
la esfera de los acontecimientos humanos, lo que decide el futuro de la realidad
del género humano consiste en verdad en una convicción interna,
no en hechos externos. Encontramos terreno firme para nuestros pies en los ideales
éticos y racionales. ¿Estamos dispuestos a extraer fuerza del
espíritu para crear nuevas condiciones y volver nuestros rostros a la
civilización, o seguiremos extrayendo el espíritu de lo que nos
circunda y descenderemos con él a la ruina? Ése es el funesto
interrogante que debemos enfrentar.
Nuestro filosofar se
ha visto más y más envuelto en la discusión de
temas secundarios. Ha perdido contacto
con las cuestiones elementales acerca de la existencia y del mundo,
que es tarea del hombre plantear y resolver, y ha encontrado cada
vez más satisfacción en discutir problemas de una naturaleza
puramente académica, y en un mero virtuosismo de técnica
filosófica.
Siempre que daño cualquier tipo de vida,
debo tener muy claro de si es necesario. No debo ir nunca más allá de lo inevitable, ni
siquiera en lo que pueda parecer insignificante.
Sólo
la más universal y absoluta insistencia en el mantenimiento
y la propagación de la vida, que es el objetivo que busca la
veneración por la vida, es ética. Cualquier otra necesidad
o conveniencia no es ética, sino una necesidad más o
menos necesaria, o una conveniencia más o menos conveniente.
Un hombre es ético solamente cuando la vida, como tal, le
es sagrada, tanto la de las plantas y animales como la de sus hermanos, y
cuando se entrega piadosamente a toda existencia que necesite de ayuda. La
ética de la reverencia por la vida comprende, por tanto, dentro de sí misma,
todo lo que pueda ser descrito como amor, devoción y comprensión, ya sea en el
sufrimiento, en el goce y en el esfuerzo.
*
El Médico
Albert Schweitzer pasó la mayoría de su vida en
Lambaréné, en la actual Gabón, África.
Después de finalizar sus estudios de medicina en 1913,
se fue allí con su esposa a establecer un hospital cerca de una
misión
ya existente. Trató y atendió literalmente a millares de
pacientes.
Tomó a su cargo el cuidado de centenares de leprosos y
trató a muchas
víctimas del mal africano enfermedad del sueño.
En 1914 comienza la Primera Guerra Mundial
y como ciudadanos alemanes en territorio francés, Schweitzer y su
esposa fueron hechos cautivos y confinados temporalmente a su casa. En 1917 los internaron en Garaison, Francia, y en 1918
en la Provincia de Saint Remy. Allí estudió y escribió tanto como le
fue posible en la preparación, entre otros, de su famoso libro Culture and Ethics
(publicados en 1923). En julio de 1918 se le concede la libertad, y
mientras trabajaba como auxiliar médico y ayudante de vicario en
Estrasburgo,
pudo acabar su libro. Con el tiempo comenzó a hablar y a dar
conferencias sobre sus ideas allí donde le invitaran. No
sólo deseaba
que su filosofía de la cultura y la ética
fueran extensamente conocidas, también le servía como
medio de recaudar
fondos para levantar un hospital en Lambaréné, para el
cual no dudó en
vaciar sus propios bolsillos.
En 1924
volvió a Lambaréné, donde dirigió la reconstrucción de su viejo
hospital, después de lo cual reanudó sus prácticas médicas. Pronto dejó
de ser el único doctor del hospital, y siempre que le fue posible viajó
a Europa para dar conferencias en distintas universidades. Poco a poco
sus opiniones y conceptos se fueron reconociendo, no solamente en
Europa, sino en todo el mundo.
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Estudió Medicina para ser médico misionero en África y a diferencia de
conquistadores y otros misioneros el Dr. Schweitzer tuvo el divino don
de no imponer un credo, ni dogmas, filosofía o modo de vida, Respetó la
costumbre de los "salvajes"
como igualitarios seres humanos que necesitaban de su
ayuda médica. ¡Cuán abnegada y noble fue su
vocación junto con la de su esposa que siempre lo
acompañó! Intentemos imaginarlos el año 1913 a su
llegada a Lambaréné, donde él relata:
En la barraca no hay separación
de sexos. Los indígenas acampan según su costumbre. Lo
único que me interesa es que los que están sanos no se
apropien de las camas, mientras los enfermos hayan de dormir en el
suelo. Qué inquieto me sentí en los primeros
días pasados en África cuando al entrar en el hospital una
mañana me enteré de que a un hombre le habían
robado la mujer durante la noche! Inicié una
investigación a fondo, escuché lo que el esposo
tenía que decir, procuré testigos, y traté de
averiguar de quien podía sospecharse, por qué habían
raptado a la mujer y adónde, con toda probabilidad, la
habían llevado. Pero me pareció que los nativos no tomaban
el asunto tan a lo trágico como yo, y no estaban particularmente
ansiosos por la suerte de la pobre mujer secuestrada. Desde entonces
muchas mujeres han sido robadas del hospital. Pero yo no emprendo
ninguna investigación. Me contento con expresar al esposo
un sentimiento afectuoso por tener que tomarse el trabajo de buscar el
dinero. La verdad exige que destaque el hecho de que si la familia de
la esposa no procediera en esta forma, en la mayoría de los
casos no obtendría lo que se le debe.
Cuando nace un niño en mi hospital, se le embadurna a él
y la madre de blanco la cara y el cuerpo, pero de tal manera, que ambos
seres ofrecen un aspecto horrible. Casi todos los pueblos primitivos
practican dicho procedimiento, con lo cual pretenden asustar o
engañar a los demonios, especialmente peligrosos en los
días que siguen al alumbramiento. Yo no abrigo animosidad alguna
contra esa costumbre. Muchas veces aconsejo yo mismo después de
un parto: No olvidéis la pintura. En ciertos momentos la ironía
amable resulta más peligrosa para los espíritus y
fetiches que un exagerado celo que los combata.
Por primera vez desde que llegué al África mis pacientes
están alojados como corresponde a seres humanos.
¡Cuánto he sufrido durante estos años por tener que
ponerlos todos juntos en cuartos oscuros y sofocantes! La barraca
tiene dos habitaciones de cuatro por cuatro metros; la anterior sirve
de consultorio, la del fondo, de sala de operaciones. Hay que
añadir dos pequeñas alcobas, que están bajo el
amplio alero; la una sirve de farmacia, la otra de laboratorio para
las esterilizaciones. El suelo es de cemento. Las ventanas muy grandes,
llegan hasta el techo, para que, de este modo, el aire caliente no se
concentre bajo el tejado, sino que salga al exterior. Todo el mundo se
admira de la frescura de mi barraca. En los trópicos, las
barracas de chapa ondulada, consideradas intolerables por el calor que
acumulan, se vuelven más soportables cuando se toma en cuenta en
la construcción, que el sol no incida sobre las paredes y que el
aire caliente pueda salir por la parte superior. En lugar de cristales
llevan las ventanas solo una alambrada finísima contra los
mosquitos.
¡Hay un pequeño ejercito que hay que
alimentar! Encontrar víveres en cantidad suficiente para
los enfermos del hospital me proporciona más quebraderos de
cabeza que nunca, y me cuesta mucho trabajo reunir los alimentos
necesarios para mis dos practicantes y para aquellos enfermos que, por
vivir demasiado lejos del hospital, no reciben de sus casas los
víveres con regularidad. Hay tiempos en que me veo obligado a
tomar medidas rigurosas: ordeno que todos los que acuden para ser
curados tienen que entregarme antes una cierta cantidad de
plátanos y barras de mandioca. Naturalmente que atiendo a los
enfermos graves y a los que han venido de lejos aun cuando no me hayan
entregado el pequeño tributo. Pero aunque insista severamente
sobre este punto, me sucede a menudo, que despido enfermos por no poder
alimentarlos.
¡Cómo describir mis sentimientos cuando me traen un pobre
quebrado! Soy el único que puede aliviarlo en centenares de
kilómetros a la redonda. Por
estar yo aquí, por ayudarme mis amigos, con los fondos
necesarios, puedo salvar a un desgraciado y a los que vinieron antes y
después de él. De otro
modo hubiera sucumbido a sus tormentos. Le llegará
también la hora de la muerte, pues todos tenemos que morir;
más el poder librarlo de muchos días de horrible
sufrimiento representa para mi una merced suprema y todos los
días renovada. El dolor es un tirano más terrible que la
muerte.
Pierdo muchísimo tiempo explicándoles el uso del
medicamento; el intérprete tiene que repetirlo continuamente.
Les obligó a recitarlo varias veces. Se les escribe,
además en la botella o en la caja, para que pueda repetir uno de
su pueblo que sepa leer. Pero a pesar de todo, siempre me quedo en la
inseguridad de si se beberán todo el contenido de la botella de
una vez, se comerán el ungüento o se frotarán la
piel con los polvos (que deben ser ingeridos).
Unos cuantos pacientes que se presentan con fiebre o dolores de cabeza
me retienen toda la mañana junto al microscopio, si quiero
trabajar a conciencia. ¡Y mientras esperan afuera veinte enfermos
a los que habría que despachar antes del mediodía!
Además, hay que vendar a los operados. ¡Tengo que destilar
agua, preparar medicinas, limpiar úlceras y sacar muelas! Todos
estos quehaceres y la impaciencia de los enfermos me ponen, a veces,
tan nervioso, que yo mismo no me reconozco.
Los casos principales que se me presentan son: úlceras de la
piel de varias clases, malaria, enfermedad del sueño, lepra,
elefantiasis, enfermedades del corazón, osteomielitis y
disentería tropical.
Puedo afirmar que la presencia de un médico es absolutamente
necesaria. Los indígenas solicitan su ayuda desde muy lejos y el
médico puede conseguir con medios relativamente pequeños,
resultados proporcionalmente enormes.
Pero le diré de cualquier manera que el éxito de los
médicos-brujos depende de las mismas bases de nuestros
éxitos. Cada paciente lleva su propio doctor dentro de
sí. Lo mejor que podemos hacer es dar al doctor que reside
dentro de cada paciente la oportunidad de entrar en acción.
Remover la institución de la poligamia en los pueblos
primitivos, significa tanto como hacer tambalearse la
constitución de la sociedad. ¿Tenemos derecho a
emprenderla contra la poligamia sin estar aun capacitados para crear un
nuevo orden social ajustado a estas circunstancias? Mi opinión,
que apoya el ennoblecimiento, por nuestra parte, de las costumbres y
leyes que aquí hemos encontrado, y sin pretender cambiar las
cosas, excepto en caso de absoluta necesidad.
Sobre su primera intervención quirúrgica, una hernia, realizada el 15
de agosto de 1913, relata:
Se reúne a toda prisa todo el instrumental
quirúrgico. Mi mujer se hace cargo de la anestesia. Un misionero me
sirve de ayudante. Pero lo que más me impresiona es la seguridad con
que aquel negro se tumba sobre la mesa de operaciones.
En el año 1952 los 33
mil dólares obtenidos por el premio Nobel de la Paz
los destinó para edificar una especial construcción
habilitada para los pacientes con lepra.
*
La
Filatelia y Albert Schweitzer
La palabra filatelia se debe al coleccionista francés G. Herpin, quien la propuso en un artículo escrito para el periódico Le collectionneur de Timbres Poste, de París, que salió publicado 15 de noviembre de 1864. La palabra la formó de dos vocablos griegos: philos, que significa amante, y atelia, derivado de ateles, que significa pagado previamente o pagado de antemano. La
filatelia como hobbie surgió con los primeros sellos postales
aparecidos hace unos 160 años, siendo una de sus ramas la de las colecciones temáticas y Albert
Schweitzer, como "ciudadano del mundo" que lo fue, figura
con unos 400 estampillas o sellos postales diferentes emitidos en su
honor por varios países, lo cual es una muestra de
reconocimiento a quien en vida fue
un ejemplo de vida.
Entre alguna de las naciones que han rendido homenaje filatélico al Dr. Schweitzer tenemos a:
Ajman,
Alemania, Alto Volta, Austria, Corea del Sur, Chad, Chile, Dahomey,
Francia, Gabón, Guinea, Holanda, Hungría, Liberia,
Luxenburgo, Mali, Mauritania, Mónaco, Nigeria, Pakistán,
Polonia, República Centroafricana, Rumania, Rwanda, Senegal,
Suacilandia, Suecia, Tchad, Togo, Uruguay, Wallis y Futuna...
El país que más
sellos postales ha emitido en homenaje a Schweitzer es Francia. Otras
naciones han lanzado además monedas en su honor, como por ejemplo una de plata
de Alemania.
*
En Oslo, al recibir el Premio Nobel de la Paz, 04-11-1954, señaló:
La violación más grave del derecho basado en la
evolución histórica y en cualquier derecho humano en general consiste en privar
a las poblaciones del derecho a ocupar el país en el que viven, obligándoles a
trasladarse a otro lugar. El hecho de que las potencias vencedoras al final de
la Segunda Guerra Mundial impusieran ese fatal destino a millones de seres
humanos y, lo que es peor, de una manera absolutamente cruel, muestra cuán poco
les importaban a esas potencias el restablecimiento de la propiedad y el
gobierno de la ley.
*
Desde Oslo, 1956, en su Mensaje radial por la Paz dijo:
Elevo mi voz, dada mi edad y la generosa
comprensión que mucha gente manifestara hacia mi trabajo, para advertir
a las potencias del mundo el espantoso precio que tendría que pagar la
humanidad frente a una conflagración atómica. No solo por el infernal
estallido en sí, en que morirían miles de personas, sino por las
radiaciones posteriores, que durante más de 50 años seguirían
envenenando campos, mares, animales y plantas, y provocando esa
radiactividad, la muerte de niños, adolescentes y ancianos. El fin
inmediato de las experiencias atómicas será como un rayo de sol y
esperanza que tanto ansía la humanidad.
*
Schweitzer sobre la Reencarnación opinaba que:
Podía imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos
anteriores y me había hecho preguntas que todavía no era capaz de responder;
que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había
asignado. La idea de la reencarnación
explica de forma muy reconfortante la realidad, permitiendo con ello que el
pensamiento hindú venza aquellas dificultades que dejan paralizados a los
pensadores europeos. De joven fui un estúpido. Aprendí alemán,
francés,
latín, griego y hebreo, pero nada de inglés. En mi
próxima
encarnación el inglés será mi primer idioma.
*
De una novela inspirada en la vida de Schweitzer
Son las doce de la noche, doctor Schweitzer
Introducción de Davide Rondoni a la novela de Gilbert Cesbron publicada
en 1993 en la colección BUR “i libri dello spirito cristiano” (los
libros del espíritu cristiano, ndt.) En España se publicó en
el año 2000 en Ediciones Encuentro.
Albert Schweitzer, teólogo protestante y músico, partió hacia África
como misionero y, en un apasionado esfuerzo por imitar a Cristo, se dedicó al
cuidado de la población africana fundando un hospital (en Lambaréné,
Congo francés) al que dedicó todas sus fuerzas. Se convirtió en
símbolo de la dedicación generosa a los enfermos de lepra. A
causa de la fascinación que despertaba su vida, un gran novelista de
formación católica como Gilbert Cesbron quiso dedicarle este
drama teatral, que nos muestra a su “personaje”, Schweitzer, en
su momento culminante, en la plenitud de su historia humana y psicológica.
Es significativo que Cesbron, que era novelista, dedicara a la figura de Schweitzer
un drama teatral. Con toda probabilidad la prosa de una novela no habría
conseguido dar el “relieve” necesario a los protagonistas. Esto
se comprende muy bien por la intensidad de los diálogos y de las semblanzas,
que emergen en los cambios veloces, en las indicaciones de los tonos de voz
o de los silencios. Hay que destacar también que, cuando Cesbron escribía
estas páginas en 1954, era ya autor de novelas conocidísimas,
como Los santos van al infierno o Perros perdidos sin collar.
El retrato que el autor compone con la rica firmeza de su estilo inclinado
a la poesía muestra la fascinación que Schweitzer despertó en
su tiempo. La fascinación de una vida completamente entregada a un ideal.
Cesbron, que había basado con anterioridad su obra Los santos van al
infierno en la figura de los curas obreros, no podía permanecer insensible
ante este concertista de órgano que se había hecho cirujano.
Se aproxima a este personaje para sondear el drama que se produce en la vida
del hombre que persigue una causa justa. Y capta el momento en el que el esfuerzo
humano de llevar a cabo el bien conoce la propia fragilidad, pues se ve obligado
a pasar por el obstáculo de las elecciones, de las prioridades, por
un dilema entre bien y justicia. Es decir, el momento en el que, con especial
evidencia, se reclama a mostrar toda la racionalidad de una posición
de fe.
Pero es necesario dar un paso atrás para comprender mejor la tensión
que animaba a Schweitzer.
En 1906, siendo un joven teólogo, había publicado una obra titulada
Investigaciones sobre la vida de Jesús (Edicep, 1990-2002). En ella
se proponía analizar toda la literatura científica sobre la figura
de Cristo.
La conclusión de su estudio era que «aquello que es permanente
y eterno en Jesús es totalmente independiente del conocimiento histórico,
y puede ser comprendido sólo por medio de su espíritu, que obra
todavía en el mundo».
La “concreción histórica” de Jesús, en
resumen, escapaba a su investigación, como a la de los que le
habían precedido. La teología protestante había
llegado a la conclusión de que la figura histórica de
Cristo era huidiza por dos motivos: la inadecuación de las
fuentes y la proyección en una dimensión
“escatológica”. Ésta última
hacía de su figura algo intangible en el presente, y en
última instancia, algo abstracto para el hombre
contemporáneo. A Schweitzer le interesaba que el deseo de
relación y de ensimismamiento con Cristo no se agotase en una
desesperada investigación histórica llevada a cabo con el
método racionalista o en una especulación
filosófica. Le interesaba una relación, en el presente,
con el mismo Cristo de hace dos mil años. Pero el Cristo de los
protestantes no era contemporáneo.
Por eso decidió imitar a Jesús en el aspecto que le parecía
más conmovedor: la caridad. En este sentido, la figura de Schweitzer
es la denuncia de la impotencia de un intento de relación con el acontecimiento
cristiano fundado sobre un análisis racionalista, y por tanto sobre
el “esfuerzo” filosófico, en vez de sobre el reconocimiento
de un acontecimiento presente.
Schweitzer, rechazando la “vía” filosófica, intentó aquello
que sí le era posible: el impulso de imitación “sentimental”.
El protestante lleva a cabo su esfuerzo de adhesión a Cristo por medio
de una iluminación interior que debería hacer puros al corazón
y a la mente. El método católico, en cambio, se basa en el encuentro
con la realidad viva de Cristo hoy, la Iglesia. En este encuentro el hombre
capta una correspondencia entre las exigencias de la propia razón y
del propio corazón y la presencia de Cristo. Es decir, lleva a cabo
un acto de la razón no reducida a análisis racionalista, sino
entendida como sorpresa por la correspondencia entre un hecho, una presencia
y las exigencias de la vida. Se hace así más claro que el bien
es Cristo, y no lo que el hombre consigue realizar.
En los tres actores principales del drama (el doctor, el constructor y el misionero)
se expresan tres modos de entender la promoción humana y el resultado
de la caridad. La figura del padre Carlos (en la que se adivina al padre De
Foucauld) emerge por su mayor humildad y racionabilidad, a pesar del peso de
su propia condición. En la amistad y en la diferencia entre Schweitzer
y él se propone el tema de fondo de la obra.
La acción del drama se desarrolla en dos noches, en agosto de 1914,
al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
En estas páginas intensas Cesbron sorprende el trabajo de la tensión
y de la impotencia del genio protestante. El doctor se ve obligado a hacer
las cuentas con circunstancias que parecen hacer vano su esfuerzo caritativo:
la guerra amenaza su obra, el pueblo no parece progresar y a esto se añade
la ingratitud de los enfermos. Todo su ímpetu de generosidad y de bondad
sufre una aparente derrota. El sentimiento que le había movido por el
camino más cierto para él de la presencia de Cristo tiene que
hacer ahora las cuentas con el tiempo, con el cansancio, con las dudas. Con
la noche
http://www.huellas-cl.com/articoli/feb04/conoalcanzar.html
*
El Pensamiento perdido
Por
Albert Schweitzer
Vivimos bajo el
signo de la decadencia de nuestra cultura. No es la guerra la que ha creado
esta situación. La guerra en sí no ha sido más que una manifestación de
esa decadencia. Lo que antes existía de espiritual, ha invertido ahora su
actividad, y se dedica, cada vez con mayor encarnizamiento, a obrar contra el
espíritu. La acción recíproca entre lo material y lo espiritual ha adquirido un
carácter que podría llamarse funesto. Frente a las poderosas cataratas,
avanzamos arrastrados por la corriente entre espantosos vórtices y remolinos.
Solamente con los esfuerzos más sobrehumanos lograremos (suponiendo que exista
alguna esperanza de lograrlo) alejar la barca de nuestro destino del brazo
peligroso del río adonde nos hemos dejado arrastrar, para volver nuevamente al
curso principal. Nos hemos alejado de la cultura, porque ninguno de nosotros se
preocupaba de pensar seriamente en la cultura. Ahora todos pueden comprobar que
el proceso de aniquilación de la cultura se encuentra en pleno auge. Ni
siquiera lo que de ella queda todavía en pie, tiene muchas esperanzas de
sobrevivir; se mantiene en pie solamente porque no fue derribado por los
embates terribles que arrasaron con lo demás. Pero el material de sus cimientos
no es más que pedregullo suelto, como lo era todo el resto. El próximo
terremoto puede llevárselo.
Lo decisivo fue que la filosofía renunciara a cumplir con sus
obligaciones. Se convirtió en una ciencia que estudiaba los datos de
las ciencias naturales y las ciencias históricas, ordenándolos como
material para una Weltanschauung futura, y manteniendo en
consecuencia una actividad erudita en todos los campos del saber. Al
mismo tiempo, se dejaba absorber cada vez más por el interés en su
propio pasado. La filosofía se convirtió casi en una historia de la
filosofía. El espíritu creador la había abandonado. Surgió así una
filosofía de donde el pensamiento se encontraba ausente. Consideraba
atentamente los resultados de las diversas ciencias, los sopesaba y
estudiaba, pero no se interesaba más en el pensamiento elemental. En
las escuelas y en las universidades, desempeñaba todavía un papel; pero
ya no tenía nada que decir al mundo.
En última instancia, la filosofía debe ser guía vigilante del sentido
común. Su deber habría sido explicar al mundo que los ideales éticos
del sentido común ya no se ordenaban como antes en una concepción del
universo total; sino que ahora, hasta nueva orden, debían sostenerse
por sí mismos, solos, e imponerse al mundo por su propia fuerza.
La capacidad que posee una persona de ser un portador de cultura,
es decir, de comprender la cultura y obrar para ella, depende de su
capacidad de ser al mismo tiempo un pensador y un ser libre. La
libertad material y espiritual se encuentran íntimamente unidas. La
cultura presupone libertad. Solamente puede ser concebida y realizada
por una mente libre. Pero el hombre moderno ha perdido tanto la
libertad como la capacidad de pensamiento.
A esta pérdida de libertad se suma el exceso de tensión. Desde
hace dos o tres generaciones, una enorme cantidad de individuos han
cesado de vivir como personas; sólo viven como trabajadores. Nada de lo
que pueda decirse en términos generales sobre el significado espiritual
y social del trabajo, vale ya para ellos. El exceso con que por regla
general el hombre moderno, en todos los círculos de la sociedad, se ha
dejado absorber por las preocupaciones materiales, ha traído como
consecuencia un empobrecimiento de su espíritu. Se puede decir que este
proceso ya comienza a obrar sobre él durante su primera infancia. Sus
padres, presos en un inexorable destino de trabajo, ya no se pueden
ocupar de él como sería natural. De este modo se le suprime algo
esencial e insustituible para su desarrollo. Más tarde, entregado el
joven también al exceso de trabajo, se ve cada vez más impelido a
obedecer esa necesidad de ocupación y distracción exteriores. Dedicar
las pocas horas libres que le restan a la reflexión íntima o a la
conversación seria con personas o con libros, requeriría en él una
capacidad de recogimiento que no siempre posee. La inacción más
completa, el alejamiento de sí mismo y el olvido constituyen para él
una verdadera necesidad física. Por lo tanto, se comportará como un
no-pensante. Lo que busca no es una formación, sino un sostén, y
justamente aquella especie de sostén que menos esfuerzo espiritual le
exija. Hasta qué punto la falta de pensamiento se ha convertido en el
hombre moderno en una segunda naturaleza, lo demuestra el tipo de
sociabilidad que habitualmente practica.
Cuando mantiene una conversación con sus iguales, procura especialmente
que esta conversación se mantenga dentro de los límites de la
observación de carácter general, y no se convierta en un verdadero
cambio de ideas. Ya no posee nada que pueda llamarse su propio yo, y
vive dominado por una especie de angustia de que en algún momento se le
exija demostrar que lo posee; angustia de tener que demostrar que posee
una personalidad. El espíritu que ha provocado esta asociación de los
dispersos, día tras día se convierte entre nosotros en una fuerza cada
vez más poderosa. Nuestra sociedad está creando una imagen rebajada del
hombre. Tanto en los demás como en nosotros mismos, lo único que
buscamos es un desempeño correcto de las obligaciones impuestas por el
trabajo cotidiano, y poco a poco nos reducimos a no ser nada más; a ser
meros trabajadores.
A la falta de libertad y a la dispersión del hombre moderno, se agrega
como freno psíquico de cualquier posibilidad de cultura el hecho de que
ese hombre sea tan incompleto. La monstruosa expansión y el constante
crecimiento de la ciencia y de la técnica exigen imprescindiblemente
que la actividad de cada uno de sus practicantes se limite a un campo
determinado, cada vez más restringido. Tiene lugar así una organización
del trabajo, destinada a crear un todo orgánico en el que pueda
combinarse armoniosamente la producción de cada uno con la de los
demás, la producción que gracias a la intensa especialización adquiere
proporciones siempre mayores. Los resultados que así se consiguen son
sin duda grandiosos. Pero en cambio se tiende a abolir el significado
espiritual del trabajo para el trabajador. El trabajo lo obliga a poner
en juego sólo una parte limitada de sus capacidades, y no su entera
persona. Esto provoca un efecto de rebote sobre su personalidad. En
lugar de esa conciencia de sí mismo que normalmente nace de la persona
como una consecuencia de su trabajo, cuando éste le permite poner en
juego toda su capacidad de reflexión y su entera personalidad, surge en
el trabajador la conformidad consigo mismo, que nace de una
participación perfecta y completa, donde la especialidad es lo único
que cuenta y permite olvidar la falta de habilidad en los demás campos.
En todas las profesiones, pero sobre todo en el dominio de la ciencia,
el peligro espiritual de la especialización se hace cada vez más
evidente, tanto para el practicante aislado como para la vida
espiritual de la sociedad. Y también es de notar que la juventud recibe
actualmente una enseñanza que no es lo suficientemente universal como
para permitirle descubrir alguna relación entre las diferentes
ciencias, y crearse de este modo, de la manera más natural, un
panorama del saber contemporáneo.
Ese hombre sin libertad, disperso e incompleto, se encuentra al mismo
tiempo amenazado por el peligro inminente de caer en la más completa
falta de humanidad. Estamos perdiendo la capacidad de apreciar nuestras
afinidades con los demás hombres, con nuestros congéneres. De este modo
nos encaminamos por la vía de la inhumanidad. Cuando desaparece la
convicción y la conciencia de que toda persona nos importa por el
hecho mismo de ser una persona, la cultura y la ética empiezan a
vacilar. El avance hacia una completa y perfecta inhumanidad se vuelve
entonces mera cuestión de tiempo. Por otra parte, nuestra sociedad ha
cesado de reconocer a todos los hombres su valor y su mérito de
hombres. Una parte de la humanidad es, para nosotros, solamente una
acumulación de material humano, de hombres como cosas. El hecho de que
desde hace unas décadas se haya empezado a hablar con ligereza cada vez
mayor de guerra y de depredaciones, como si se tratara de sencillas
combinaciones sobre un tablero de ajedrez, ha sido posible únicamente
porque se ha creado en la sociedad una imagen del mundo que ya no es
capaz de concebir el destino de la persona individual, porque la
considera en su exclusiva cualidad de número y de objeto.
Toda nuestra vida espiritual se desarrolla en el seno, en el
ámbito y bajo la égida de las organizaciones. Desde su
primera juventud, el hombre moderno se ve perseguido constantemente por
la idea de la disciplina que se le quiere imponer, hasta que llega el
momento en que pierde su condición individual y sólo
puede imaginarse como formando parte de una colectividad. Un
intercambio, una mise-au-point
de ideas entre persona y persona, como la constituyó la mayor grandeza
del siglo dieciocho, hoy ya no podría tener lugar. En aquellos tiempos
no se sentía el respeto que hoy se siente por la opinión de la
colectividad. Todas las ideas tenían que surgir del sentido común, de
la inteligencia individual, y justificarse ante ella. Hoy, el respeto
constante hacia las ideas generales y conceptos básicos que rigen en el
seno de las colectividades organizadas, se ha convertido en una regla
que no se discute. Tanto para sí como para los demás, el individuo
pone en primer plano, porque cree en ellas con la fe más irreductible,
todas aquellas ideas u opiniones que considera propias de su
nacionalidad, de su confesión religiosa, de su partido político, de su
clase social y de más grupos a los que de algún modo pertenece. Valen
para él como si fueran un tabú, y se encuentran no solamente fuera de
toda posible crítica, sino también excluidas como tema de conversación.
Esta actitud, mediante la cual renunciamos nosotros mismos a nuestra
condición de seres pensantes, suele llamarse, eufemísticamente, respeto
a las propias convicciones, como si pudieran existir verdaderas
convicciones donde no existe el pensamiento.
El hombre moderno se pierde en la colectividad de la manera más
increíble. Esta es quizá la tendencia más característica de su
personalidad. Y de este modo penetramos en una nueva Edad Media. Una
vez que el acto volitivo común se convierte en regla fija, la libertad
de pensamiento ya no sirve para nada, es inútil. Solamente volveremos a
sentir una necesidad de libertad espiritual, cuando el individuo
aislado vuelva a ser espiritualmente independiente, y se encuentre en
una relación más honorable y natural con respecto a las organizaciones
que son ahora la cárcel de su psiquis. Librarse de esta Edad Media en
que nos encontramos actualmente costará mucho más de lo que le costó a
la humanidad europea emerger de la anterior. Porque en aquella ocasión
la lucha se dirigía contra ciertos poderes autoritarios que habían sido
impuestos por las circunstancias históricas. Hoy se trata en cambio de
lograr que el individuo pueda abrirse paso para escapar de la prisión
espiritual que él mismo se ha creado. ¿Puede haber tarea más difícil?
Todavía no existe una idea clara de esta miseria espiritual en que
vivimos. Año tras año se hace más intensa la difusión de opiniones
nacidas de la colectividad, con exclusión del pensamiento individual.
No solamente desde el punto de vista intelectual, sino también desde el
punto de vista ético es anormal la relación presente entre el individuo
y la colectividad. Al renunciar a la propia opinión, el hombre moderno
renuncia también al propio juicio moral. Para poder encontrar bueno lo
que la colectividad, de palabra y de hecho, recomienda como bueno, para
poder condenar lo que según ella es condenable, tiene que contener las
reflexiones que surgen en su mente. No solamente ante los demás, sino
también ante sí mismo trata de impedir que estas reflexiones cobren
expresión. De este modo su juicio se pierde en el juicio de la masa, y
la moral en la colectividad.
¿Qué es una concepción del universo? Es el conjunto de ideas que la
sociedad y el individuo aislado se han formado sobre la esencia y la
razón del mundo, sobre la posición y el destino de la humanidad y del
hombre dentro de ella. El saber último hacia el cual tendemos es el
conocimiento de la vida. Nuestros conocimientos nos muestran la vida
desde afuera, nuestra voluntad desde adentro.
La duda sobre si la multitud es capaz de la reflexión necesaria para llegar a una concepción del universo o
Weltanschauung inteligente acerca del individuo y acerca del mundo,
resulta justificada cuando se considera como ejemplo el
hombre moderno. Pero éste es un fenómeno patológico, en su renuncia a la necesidad de
pensar. De por sí, existe en el individuo medio una capacidad dada de
reflexión, que no solamente le permite crearse una Weltanschauung
propia a través de su pensamiento, sino que además hace de ella una
necesidad normal. Los grandes movimientos de opinión que tuvieron lugar
en las épocas antiguas y modernas, permiten sostener con confianza la
tesis de que en el individuo normal existe un pensamiento elemental
capaz de despertar de su letargo. Y también la observación cotidiana de
las personas que nos rodean, y de los niños cuando uno tiene contacto
con ellos, confirman esa creencia. Un impulso elemental hacia una Weltanschauung, fruto del pensamiento, se
agita en nosotros durante la infancia y la adolescencia, cuando se está
formando nuestra personalidad independiente como seres pensantes. Más
tarde permitimos que ese impulso sea acallado, aunque sentimos
claramente que de ese modo nos empobrecemos y nos volvemos menos
capaces para el bien. Somos como manantiales, que ya no manan más agua
porque nadie los cuida y se van llenando poco a poco de escombros y
residuos. Todo lo que es persona, está destinado a desarrollarse hacia
una verdadera personalidad a través de su propia Weltanschauung nacida del propio
pensamiento.
*
Efemérides de septiembre
Día 4. 1965
- Muere Albert Schweitzer, teólogo evangélico, organista y médico
Albert Schweitzer, teólogo evangélico, organista y médico que decidió
ir a vivir en África para contribuir a mejorar el nivel de salud de las
poblaciones de ese continente, nació en la población alsaciana de Günsbach en
1875. Se inició paralelamente en el estudio de la música, la medicina y la
teología. Aún no había cumplido los 30 años cuando ya ocupaba una cátedra en la
Universidad de Estraburgo y se iba haciendo al mismo tiempo un organista famoso
por sus interpretaciones de obras de Johann Sebastian Bach. Sin embargo, no se
sentía satisfecho en su vida, y según sus propios testimonios creía que tenía
que darle un sentido. Por eso, se puso a recoger datos sobre la actividad de
los grupos misioneros en África, y realizó algunos estudios de medicina.
Su mujer compartió el entusiasmo de
Albert y juntos iniciaron una extensa gira de conciertos de órgano con el
objeto de juntar fondos para el que se había convertido en su sueño: construir
un hospital en algún sitio de África donde la medicina occidental aún no hubiera
llegado.
Así, a principios de 1913 se embarcaron
en Burdeos con un cargamento de 70 cajones de medicina e instrumental
quirúrgico, una buena cantidad de libros de teología y filosofía, y un piano.
El 21 de marzo de ese año los dos llegaban a Lambaréné, en África Ecuatorial,
junto al río Ogowe, a 300 kilómetros de la costa. Allí fundaron un hospital. En
su libro "Entre el agua y la selva", terminado en 1920, Schweitzer
relata que en sus primeros nueve meses en África "he visitado a dos mil
pacientes y he podido constatar que en este lugar están representadas la
mayoría de las enfermedades europeas".
Sobre su primera intervención
quirúrgica, una hernia, realizada el 15 de agosto de 1913, relata: "Se
reúne a toda prisa todo el instrumental quirúrgico. Mi mujer se hace cargo de
la anestesia. Un misionero me sirve de ayudante. Pero lo que más me impresiona
es la seguridad con que aquel negro se tumba sobre la mesa de
operaciones".
Su muerte, a los 90 años, y tras haber
recibido en 1952 el premio Nobel de la Paz por su obra de carácter social, no
fue en otro lugar que en Lambaréné, el destino que había elegido para siempre.
viernes, 28 de diciembre de 2007
http://www.cultstgo.cult.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=46&Itemid=27
*
Finale
En dos escritos de MUNDO MEJOR dejé un Capítulo dedicado
al Dr. Schweitzer, los CiberEscritos 123 y 125, destacando que en el
125, último de la serie CiberEscritos, planteo:
Hace unos días el escrito 125 se
encuentra en el CiberEspacio.
Son las 4 de la madrugada y me he
despertado con 2 preguntas que en sueños alguien me formulaba o
señalaba que debieran acá quedar. Considerando que todavía estamos antes de
su fecha oficial de lanzamiento, estas son:
1) De las respuestas dadas
¿cuál quisieras ampliar?
2) ¿Qué te faltó
escribir y hubieras deseado como CiberEscrito dejar?
Para responder escucho los Conciertos para violín de J. S. Bach,
cierro
los ojos y me parece ver a Albert Einstein tomando su violín
para
ejecutar alguna melodía de J. S. Bach y, con esa perfecta
armonía
musical sincronizar su mente en alfa cerebral con la perfecta
fórmula
que él, como físico haría realidad. Luego imagino
al médico misionero
Dr. Albert Schweitzer, en su misión
apostólica creada en
Lambaréné, África, mientras, durante la Primera
Guerra Mundial, en 1917-1918 era
llevado a un campo de concentración para civiles en Provence, Francia, por ser de origen
alemán. El Dr. Schweitzer tocaba el órgano desde los
nueve años. Allí, en el cautiverio, él logra en
una mesa tallar el teclado de un
órgano, para
así no perder la práctica de su magistral
ejecución de la música de J.
S. Bach. ¿Cómo? Si, entiendo tu duda, sólo
él lograba escuchar
la melodía mental
que sus dedos le hacían llegar desde el mudo teclado... e igual
hacían
vibrar en su oído interno al Órgano de Corti cuyo teclado
reproducía en
sonido lo inaudible y sin melodía, pues el genio sentía
la melodía de
manera transpersonal.
Esto me lleva a querer ampliar la respuesta a la
pregunta -LXII-, pregunta que dice:
Estimado Dr. Seperiza:
Es Increíble!!!!!! es
la primera vez que encuentro en mi
vida a alguien más que como yo categorice la música y se
de cuenta de que
diferentes músicas producen increíbles efectos. Pero
sobre este tipo de música
de 60 pulsos y su efecto sobre las ondas cerebrales nunca lo
había conocido. Y aunque lamentablemente la música Barroca nunca fue de mi gusto, los
argumentos que
usted da para escucharla ahora son demasiado poderosos. En Venezuela el
gobierno no permite las divisas para importaciones y hay una gran
deficiencia
de esa música, cosa que antes era abundante. Las dos
únicas grabaciones que he
encontrado son el Concierto de Brandeburgo y las Cuatro Estaciones. Por
favor dígame si son apropiadas... Si fuera tan amable decirme
los nombres
de algunos conciertos para empezar y solicitarlo al exterior.
Amigo venezolano, ampliando la Respuesta precedente además te señalo:
Busca y esas barrocas melodías para cuerda te
llegarán. Por lo demás no necesitas ser un erudito ni algo parecido para
escuchar, por ejemplo, los conciertos para violín de J. S. Bach. Cierra los ojos y siente la
perfección de esa música que, es tan perfecta que
ejecutada computacionalmente al revés no pierde su
armonía. Mientras más la escuches más te cautivará y
entenderás. Usa el poder mental de la Visualización y deja pasar los acordes a tu cerebro e imagina que tu
ritmo cerebral entra en el óptimo nivel de equilibrio alfa de 10 ciclos por
segundo. Embébete de ese regalo, que es Divino, sabiendo que
ya estás en alfa y has abierto la puerta cerebral para que lo sutil de tu mente
te haga llegar inspirados pensamientos. Lo triste del asunto es que pocos
lo entenderán y menos aún lo llevarán a la
práctica... Una pena y un desperdicio. ¿No te parece?
Supongamos que existiera un órgano o instrumento
musical con 35.000 teclas diferentes y por lo tanto 35.000 grandes tubos
distintos, uno para cada tecla. Imaginemos a cada tecla con otras 5.000 más, siendo
un conjunto para cada una de las siete notas musicales y que cada una posee a su vez la
plasticidad y sensibilidad para vibrar de acuerdo con los sonidos que recibe. Quizá es un
instrumento musical inimaginable por su magnitud e imposibilidad de
construir más aun si cada tecla y tubo están dotados de
bio-plasticidad que les permite sutilizarse si la música a
interpretar es la de un Inspirado Regalo Divino. Sin embargo un instrumento
así todos lo tenemos en el oído interno, es una
pequeña estructura sensorial llamada Órgano de Corti que
está dotado de
biológica plasticidad y tiene las 35.000 teclas agrupadas en
5.000 para cada nota musical con sus respectivos tubos o células
ciliares. Acá los dedos
del
ejecutante son los sonidos del mundo exterior que cada uno escucha.
Dentro de esa
gama tan amplia de 35.000 matices o tonalidades auditivas, las hay para
responder a lo denso y los hay para responder a lo sutil. Escuchar la
música inspirada clásica en general y la música
barroca en
especial y, en lo puntual la para cuerdas de J. S. Bach, estimula el
amplio espectro
de la gama sutil
del órgano de Corti y permite la entrada en acción de
gran
cantidad de "teclas"
inactivas, en las que se produce una resonancia que, si es reiterada,
magnetiza a las teclas densas y las sutiliza, mejorando la
percepción auditiva y el buen gusto musical... como Schweitzer
lo entendió.
Cada célula es algo maravilloso equivalente a una mega industria
inteligente
que elabora y crea compuestos químicos que una fábrica
exterior
no es
capaz de lograr ni siquiera con su maravillosa moderna
tecnología.
Dentro de las células hay algunas altamente especializadas como
lo son
las neuronas cerebrales y las que cumplien funciones
sensoriales, como es el caso de las células ciliares o
teclas receptoras del sonido en
el Órgano de Corti, células del teclado que dan lugar a
una cuerda
musical, o tubo del órgano, que por
la vía auditiva llega al cerebro en donde se induce la
estimulación reflejada en ondas cerebrales como respuesta
al
estímulo
auditivo. Esa recepción llega a la mente, a su zona densa
o sutil según sea la calidad musical que cada uno escucha
y, de
acuerdo a esa calidad musical será la respuesta que desde la
mente
pasa hacia el cerebro.
Estas células excitables de la vía sensorial
acústica son baterías
eléctricas con abundantes iones de carga
negativa en el
interior y de iones de carga positiva en el exterior. El
movimiento de la onda sonora hace que se abran poros
de los cilios, lo que permite que los iones positivos entren
rápidamente dentro de la célula y se produzca la
"despolarización". A
través de una serie de procesos bioquímicos, esta
despolarización hace
que la célula pilosa libere moléculas neurotransmisoras,
sustancias
químicas que transmiten la señal eléctrica de un
nervio a otro hasta alcanzar
los receptores de las células nerviosas. El contacto con los receptores
despolariza
las fibras nerviosas y desencadena una señal eléctrica
que pasa por el
nervio auditivo hacia una específica área cerebral y, de manera cuántica, salta desde el cerebro hacia la mente.
Abruma comprobar el ocultamiento oficial del negativo efecto cerebral y mental
de la música moderna densa-estridente, tan de moda y tan
mediatizada a
pesar del caos cerebral que produce al trabajar el cerebro en el ciclo
beta caótico de más de 40 ciclos por segundo, el del desorden total, el
cual si es
reiterado daña delicadas estructuras en el cerebro, bloquea la
puerta
mental y lleva a la irreversible idiotización, un paso previo
natural hacia la
drogadicción. ¿Por qué? Para mantener a los
jóvenes dormidos, con el
fin que los menos posible logren discernir la actual realidad. ¿Cuál realidad? Ver
detrás de la máscara social reales rostros de religiosos,
pastores, filósofos,
artistas, políticos, escritores, gobernantes: Eso no es grato a los señores de la modernidad... En cambio, la
música
clásica inspirada y en especial la barroca para cuerdas, favorece la entrada en
acción de
muchas de las teclas del Órgano de Corti que se sutiliza, mejorando la capacidad
auditiva, favorece al cerebro con su ritmo ideal alfa de 10 ciclos por
segundo y abre puertas para que la mente sutil se manifieste, lo que
agudiza el discernimiento y activa cualidades latentes llamadas
paranormales, que yo prefiero denominar atributos dormidos que todos
tenemos.
¿Qué me faltó escribir y hubiera deseado como
CiberEscrito dejar?
Me hubiera agradado escribir 6 títulos más:
1.- El dedicado a Leonardo de Vinci un genio del futuro nacido en el
pasado.
2.- El dedicado al Dr.
Albert Schweitzer.
3.- El dedicado al último Maestro que estuvo entre nosotros con
forma física, I. K. Taimni.
4.- Repetita Iuvant -III- con las claves más relevantes dejadas
en estos 125 escritos.
5.- Un relato de ficción sobre las vivencias de Zoltan en su
Misión Tierra y los recuerdos de su mundo en la cuarta
dimensión.
6.- Un relato imaginario de mi visita a la quinta dimensión y
verme
como alma preparando la nueva encarnación en el trabajo grupal
de seres
afines entre sí.
Ese
planteamiento de anhelar haber escrito esos seis títulos
más,
obedeció al suponer que aquel N° 125 de la serie, con fecha
agosto de 2004, estructurado
sobre la base de 67 CiberPreguntas enviadas por CiberLectores mediante
correo electrónico, con sus respectivas respuestas entregadas
por el expositor, en un imaginario Salón virtual que nos
reunía para lo que sería "La última Charla",
ponía entonces fin a la labor de CiberEscritor del Portal. No
fue
así, por el contrario, habló la Musa inspiradora y se
crea la segunda sección que alojó 64 nuevos
títulos, la
cual dio paso a la tercera sección con 123
títulos más, seguida a contar de diciembre de 2007
por la
actual con este 4° título, el primero de 2008, en la
que uno de los seis
anhelos se hace realidad. Como escritor del Portal quedan cinco anhelos
pendientes, puede que pronto uno pueda ser realidad, ignoro si los
otros cuatro se concretarán. Lo concreto es que el presente
título: "Dr. Albert
Schweitzer" es realidad y sus cuartillas han intentando mostrar a un
hombre bueno y
realizado dentro de la modernidad, modernidad que cada día nos
aleja más de la bondad y la
realización, siendo su contrapeso femenino para esta decadente
modernidad de Fin
de Tiempo la notable figura de Sta. Teresa de Calcuta (CiberSoliloquio 47) y si no tenemos en el santoral un San Albert de
Lambaréné es porque él era protestante...
Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
Enero 2008
MUNDO MEJOR
isp2002@vtr.net