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N° 316

Dr. Albert Schweitzer
Un hombre Realizado

Proemio

No hay solución militar para solventar el conflicto palestino
y la convivencia de las sociedades de Israel y Palestina

debe ser a través del diálogo sustentado en una atmósfera de creatividad.
La música es un idioma de integración.
Daniel Barenboim

Finaliza el año 2007, año de la toma de conciencia y aceptación de la realidad y los peligros del Cambio Climático, la noche del día 24 de diciembre quedó atrás y uno de los canales de TV Cable en sus especiales de Navidad ofreció la Novena Sinfonía Coral de Beethoven bajo la conducción de Daniel Barenboim dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Berlín. Admiro a Barenboim por su genialidad musical y la cruzada que hace para intentar unir, por medio de la música inspirada, a árabes e israelíes. Ignoro si el Mensaje dejada por Beethoven en su suprahumana obra Coral tuvo que ver con la activación de este anhelo de Cruzada de Paz que desarrolla Barenboim y si fue tocado por la varita mágica de: "La magia divina vuelva a unir lo que el mundo separó". Ojalá esa Magia Divina actúe pronto, no tan solo en Barenboim, para así atenuar las señales que oscurecen el panorama mundial... Al referirme a la Novena Sinfonía Coral digo Suprahumana melodía puesto que es la más grande obra musical y la compuso Beethoven estando casi en sordera total, muy atormentado por su sufrimiento, aislamiento, soledad y humana incomprensión, además de presentir que le quedaban pocos años de vida y no lograría ofrecer a la Humanidad el Mensaje completo que debía dejar y, que no tuvo el tiempo para entregarnos en su totalidad... Beethoven estaba sordo en lo físico pero muy atento a escuchar lo Suprafísico y su mente subconsciente fue el mejor intermediario humano para recepcionar y transmitir en el pentagrama musical un Mensaje de una Esfera de Evolución Superior de Consciencia a la nuestra. El genial músico por sobre su sufrimiento y limitaciones físicas cumplió a cabalidad con su Misión Metafísica. Pienso que Barenboim así lo ha sabido interpretar y por eso desea intermediar en la Paz árabe-israelí, sirviendo de musical puente de unión para que lo Divino actúe ligando lo fraternal que los humanos separan.

Cada vez que escucho la Novena Sinfonía Coral de Beethoven mi mente viaja al pasado y me sitúa en Córdoba, Argentina, rememorando hechos de mi vida de estudiante de Medicina en aquel lugar que de manera tan generosa me permitió llegar a ser Médico. En esta ocasión, pasada la Navidad 2007 y previo al Nuevo Año 2008, me vi en el último año de la carrera, convencido ya que mi Patria no me reconocería el título de Médico si me recibía en Argentina, por lo cual escribí a varios lugares en busca de solución. Una de las ideas que en ese entonces tuve fue la de ser Médico Misionero. Sabía que Francia tenía misiones en África. Busqué la zona de mejor clima, una idílica meseta con especial microclima en Angola, redacté una carta que fue traducida al francés por una gentil secretaria del Instituto Argentino Francés de Cultura. La única respuesta que recibí llegó vía Correo Certificado desde Uruguay y gracias a esa respuesta mi título uruguayo me permitió ejercer en Chile. Más una vez me he preguntado: ¿Qué llevó a ese funcionario de la Facultad de Medicina de la Universidad de La República de Montevideo, Uruguay, a responder a este desconocido estudiante chileno en Córdoba? ¿Por qué, sobre la base de los antecedentes académicos que le hice llegar, me aconsejó en su respuesta todos los pasos a dar y qué materias en Córdoba me convenía aprobar y con cuáles llegar para en Montevideo graduarme? Es el incomprensible hilo conductor de Ariadna que, en ocasiones, se manifiesta y nos saca del Laberinto en que nos encontramos perdidos.

Pasan algunos años y fui visitado por un amigo de la época estudiantil en Córdoba, quien me señaló que había llegado respuesta desde Francia y aceptaban mi solicitud para irme en Misión a África previo a una remunerada capacitación en París. Ellos, los amigos, consideraron que era mejor no avisarme dado que ya había logrado la meta de retornar a mi Patria como Médico y la carta se fue al tacho de la basura...

Después me entero que en la zona por mi escogida para ir a África, hubo una revuelta tribal y toda la Misión Médica, con quienes allí de manera humanitaria prestaban ayuda sanitaria a esa gente, por esa misma gente fueron cruelmente masacrados. Ahora pienso el por qué no recordé en aquel entonces Lambaréné, la obra misionera del Dr. Albert Schweitzer, donde no hubo revuelta tribal ni misioneros masacrados e intento imaginar qué hubiese sucedido con mi vida si hacia ese lugar hubiera escrito y su respuesta llegado antes de concretar el incierto y temerario viaje a Uruguay en donde a los tres meses logré graduarme con un título reconocido acá.

Esta rememoración nacida gracias a la Novena Sinfonía Coral de Beethoven bajo la batuta de Daniel Barenboim, activa otros recuerdos como lo son la admiración que desde niño sentí por la vida y obra del Dr. Albert Schweitzer cuya Misión conocí gracias a la Revista Selecciones del Reader’s Digest, que mes a mes mi padre traía al hogar. En dos de mis escritos destaqué al médico misionero con un Capítulo y hoy pasa a integrar la Galería de, a la fecha, 41 Personajes de MUNDO MEJOR, un humilde CiberPortal que tan solo anhela eso, lograr como hermanos tener un Mundo Mejor...

Mientras las ideas van dando forma al conjunto, me envuelven los sones de la melodía Coral de Beethoven con su Suprasensorial Mensaje, Mensaje que es cada día más actual y necesario ahora entender:

Los hombres se vuelven hermanos
¡Abrazaos millones de hermanos!
¡Hermanos! ¡Sobre la bóveda estrellada
habita un Padre bondadoso!
¿Flaqueáis, millones de criaturas?
¿No presientes, mundo, a tu Creador?
Búscalo a través de la bóveda celeste,
¡Su morada ha de estar más allá de las estrellas!

Desarrollo

Dentro de este triste mundo como lo es el nuestro,

he aquí un gran hombre.
Opinión de Albert Einstein sobre Albert Schweitzer

El Dr. Albert Schweitzer (1875-1965) fue un notable médico misionero en África, teólogo protestante, músico y filósofo, en 1952 recibió el premio Nobel de la Paz. El año 1912 se casó con Elena Bresslau, quien para ayudarlo y acompañarlo, se hizo enfermera, en 1913 el Dr. Schweitzer llega con su esposa y compañera de toda la vida a África. En Lambaréné inicia la construcción del primer hospital de la misión de Andende. Entre 1917-1918, durante la Primera Guerra Mundial los Schweitzer, que eran de nacionalidad alemana por ser originarios de Alsacia y pertenecer Alsacia a Alemania, se les saca de la Misión y son llevados detenidos a un campo de concentración para prisioneros civiles en Francia. Acá conviene destacar un hecho poco difundido: El Dr. Albert Schweitzer quería continuar ejecutando y practicando la música de Bach, era un prisionero civil de guerra y no había órgano ni piano disponible, decide, en una mesa tallar el teclado sobre la madera. Logrado ello, allí ejecutaba a diario la música de Bach, música que tan sólo él podía escuchar... Este fue uno de los aspectos de la vida del Dr. Schweitzer que en mi juventud leí, al igual que, en similar época pude saber que Beethoven fue quedando sordo, aislándose del mundo y, en su sufrimiento, soledad e incomprensión lograr componer la más grande melodía como lo es su Novena Sinfonía Coral. En este recuerdo que esa inspirada música me brinda, encuentro una especial sincronía entre ambos personajes, uno no escuchaba y sordo logra componer la Magna Obra, el otro, sin escuchar un órgano que es sordo, imagina los sonidos de las teclas por él talladas sobre la madera, teclas que le permitieron contactarse aun más con el Mensaje Musical de Bach, Mensaje que ahora la Ciencia avala como un Regalo Divino para la armonía mental y cerebral del ser humano. Terminada la Guerra Alsacia pasa a Francia y los Schweitzer son entonces considerados franceses...



Una breve Biografía señala:

Albert Schweitzer (1875-1965), teólogo, filósofo, musicólogo y médico misionero alemán, hijo de un pastor protestante. En 1952 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz.
Nació el 14 de enero de 1875 en Kaysersberg, Alsacia (en el actual departamento del Alto Rin, Francia). Cursó estudios medios en Mulhouse y fue en esta ciudad donde comenzó su aprendizaje del órgano, bajo la dirección de Eugène Munch. Estudió luego filosofía y teología en las universidades de Estrasburgo, París y Berlín, y órgano en el Conservatorio con Charles Marie Widor. Doctor en Filosofía en 1899, se licenció en Teología en 1900. Ese mismo año se ordenó coadjutor de la iglesia de San Nicolás en Estrasburgo, de cuyo seminario teológico fue rector un año después. Pronto destacó por sus opiniones originales que expuso en De Reimarus a Wrede (1905). Como músico fue un organista famoso y experto en la construcción de órganos. Ya por esta época se afianzó en él una vocación de servicio que lo llevó a plantearse la necesidad de estudiar medicina como forma de ayudar a los otros. Su obra de musicología más famosa, Johann Sebastian Bach, publicada en francés en 1905, se tradujo al alemán en 1908. En ella hace hincapié en la naturaleza religiosa de la música de Bach y defiende una interpretación sencilla y directa de su estilo, que más adelante fue aceptada como forma de interpretación modélica.
Obra religiosa: Schweitzer estableció su reputación como teólogo con La búsqueda del Jesús histórico (1906), libro en el que interpretó la vida de Jesús a la luz de sus creencias escatológicas. La tesis es que el cristianismo es, fundamentalmente, una escatología, un anuncio del advenimiento del Reino de Dios. El principio ético cardinal será el "respeto a la vida". En otros estudios sobre teología, como La mística del apóstol Pablo (1930), analizó el Nuevo Testamento desde la perspectiva trascendentalista de sus autores.
Obra médica y filosófica: En 1913 concluyó sus estudios de medicina y cirugía en la Universidad de Estrasburgo y se trasladó a Lambaréné, en África ecuatorial francesa (hoy Gabón), como misionero médico, donde fundó un hospital y atendió a unos 2.000 pacientes tan sólo durante el primer año. De 1917 a 1918, como ciudadano alemán, estuvo confinado en Francia, periodo que aprovechó para escribir dos volúmenes de un estudio filosófico sobre la civilización, Filosofía de la civilización (1923), obra que trata del pensamiento ético desde una perspectiva histórica y en la que sostiene que la civilización moderna está en decadencia debido a su falta de voluntad para amar. Sugirió que la gente habría de profundizar en una filosofía basada en la 'reverencia por la vida', una sensibilidad que abarcaría todas las formas de existencia.
En 1924 regresó a África, donde a pesar de numerosos obstáculos, reconstruyó el hospital y lo equipó para cuidar a miles de africanos, entre ellos unos 300 leprosos. Con frecuencia visitaba Europa para dar conferencias y recitales de órgano. A instancias de Widor escribió una importante monografía sobre la naturaleza del arte de Bach. También es autor de El arte de fabricar órganos en Alemania y Francia. En 1952 recibió el Premio Nobel de la Paz. Murió el 4 de septiembre de 1965 en Gabón. Entre sus otras obras destacan El reino de Dios y cristianismo primitivo (1967) y su autobiografía Mi vida y mi pensamiento (1931).
Schweitzer fue un músico, filósofo ético y humanitario de fama mundial. La hondura de su percepción religiosa respecto al mundo natural y los logros de la humanidad impregnó y unificó todas sus actividades.
http://raindrop-close2u.blogspot.com/2007/09/schweitzer.html

Por sus frases conozcamos a Albert Schweitzer

Valoro a una persona por sus frases, es más, sostengo que: Por sus frases los conoceréis. Veamos frases del místico médico, teólogo, filósofo y misionero:

Al despertar, me acometió la idea de que no debía aceptar esta felicidad como algo a lo que tenía derecho, sino que debía dar algo a cambio de ella. Antes de levantarme, había sellado conmigo mismo el pacto de que me consideraría justificado viviendo hasta los treinta años para la ciencia y el arte, y que a partir de ese momento me consagraría al servicio directo de la humanidad.

Al final del tercer día, en el momento mismo en que, al ponerse el sol, íbamos abriéndonos paso entre una manada de hipopótamos, en un relámpago mental, no buscado e imprevisto, se me apareció la frase: -Reverencia por la Vida -. La puerta de hierro había cedido: la senda en la espesura se había vuelto visible. ¡En ese momento yo había encontrado el camino hacia la idea en la que están contenidas la afirmación del mundo y la ética la una junto a la otra!

Al hacerlo me llamó la atención el título de un artículo Les besoins de la Mission du Congo (Las necesidades de la Misión en el Congo). Mi búsqueda había terminado. El resultado fue que decidí poner en práctica mi plan de servicio humanitario directo en África Ecuatorial.

Cada vez más me daba cuenta de que no tenía derecho a aceptar la felicidad de mi juventud, mi salud, mi facultad de trabajo, como dones gratuitos. La intensa conciencia de mis privilegios me hizo comprender siempre con mayor claridad esta parábola de Jesús, que no tenemos derecho a retener nuestra vida para nosotros. Quien ha sido colmado de bienes por la vida está obligado a derramarlos en derredor y en la misma medida. Quien ha sido ahorrado por el sufrimiento, debe contribuir a disminuir el de los demás. Todos, en tanto que existimos, hemos de asumir una parte del peso de dolor que gravita sobre el mundo.

Como tengo confianza en el poder de la verdad y del espíritu, creo en el futuro de la humanidad. La aceptación ética del mundo conlleva una disposición optimista y esperanzada que jamás puede perderse. Por consiguiente, nunca temo enfrentarme con la desalentadora realidad, ni verla como verdaderamente es.


Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado; con cuarenta el rostro que les ha dado la vida y con sesenta el que se merecen.

Cuando los animales soportan agonías inimaginables por parte de los hombres sin corazón, cuando hay tanto maltrato a los animales, nadie debería ser indiferente, nadie debería permitir, si es que puede impedirlo, este dolor y este sufrimiento. Un hombre ético no desgarra la hoja del árbol ni corta la flor, y es cuidadoso para no destruir un insecto al caminar.

Debemos luchar contra el espíritu inconsciente de crueldad con que tratamos a los animales. Los animales sufren tanto como nosotros. La verdadera humanidad no nos permite imponer tal sufrimiento en ellos. Es nuestro deber hacer que el mundo entero lo reconozca. Hasta que extendamos nuestro círculo de compasión a todos los seres vivos, la humanidad no hallará la paz.

Día a día, hora a hora, llevo mi existencia y me desenvuelvo en este principio. En cada momento de reflexión aparece reluciente ante mí. Brota de él una y otra vez, como raíces que nunca podrán secarse, una visión del mundo vivo -y de la vida- que puede dar cuenta de todos los hechos del Ser. Un misticismo de unión ética con el Ser crece de él.
 
El cabello en desorden no le impidió a Juan ser un apóstol. Por tanto, tal vez no es verdad eso de que el cabello revele el carácter de una persona.

El destino de toda verdad es ser ridiculizada antes de ser reconocida.

El dolor es para la humanidad un tirano más terrible que la misma muerte.

El hombre se ha convertido en un superhombre pero el superhombre con su poder sobrehumano no ha alcanzado el nivel de la razón sobrehumana. En la medida en que su poder aumente se convertirá cada vez más en un pobre hombre. Debe despertar nuestra conciencia el hecho de que todos nos volvemos mas inhumanos a medida que nos convertimos en superhombres.

El hombre tiene dos medios para refugiarse de las miserias de la vida: la música y los animales.

El humanitarismo consiste en no sacrificar jamás a un ser humano por un propósito.

El humanitarismo consiste en nunca sacrificar a un ser humano con nuestro propio egoísmo.

El mayor descubrimiento de cualquier generación es el de que los seres humanos pueden cambiar sus vidas cambiando sus actitudes mentales.

El miedo reina sobre la vida.

El negro trabaja muy bien, según las circunstancias, pero sólo en la medida en que éstas lo exijan. El hombre primitivo es únicamente —he aquí la solución del enigma— obrero de ocasión. El negro no es perezoso, sino un hombre libre.

El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.

En Colmar, Alsacia está la estatua del almirante francés Bruat, de niño me impresionó un negro atlético, triste y abatido, aparece a los pies del almirante, cuya desnudez contrasta con el ostentoso atuendo del héroe glorificado. En el semblante y en la actitud de la hercúlea figura del negro había una melancolía que me llegaba al corazón y que me movió a reflexionar en el desamparo de los de su raza. Cada vez que íbamos o veníamos de la estación, pedía que diéramos un rodeo o que me lo dejaran dar a mí para saludar al negro y sostener un diálogo con él. Cuando estudiaba en el liceo de Mulhouse, durante mis visitas a Colmar, persistía en la arraigada costumbre de ir a saludar a mi amigo negro, esculpido en arenisca roja. A partir de 1896, me detuve algunas veces en Colmar a fin de refrescar mis recuerdos, ver antiguos amigos, trabar nuevas relaciones, gozar oyendo el delicioso tañido de las campanas de San Martín… y estar junto a mi amigo negro. Esa estatua de Bartholdi formuló la llamada que me inducía a ir a África y que más tarde hube de atender.


En estos momentos de la vida en que tu talento, tus cualidades ayudan, satisfacen las necesidades de alguna persona, es allí donde Dios quiere que tú estés.

En Lambaréné aprendí que un hombre no tiene que ser un ángel para ser un santo.

Es la compasión del hombre hacia los animales lo que le hace un verdadero hombre.

Es probable que dando el ejemplo no sea la mejor manera de enseñar: tal vez sea la única forma de hacerlo.

Hay dos clases de personas. Hay aquellos que ayudan, y hay aquellos que no ayudan. Doy gracias a Dios que él me permitió ser una persona que ayuda, y al ayudar a los demás, he encontrado todo.

Haz algo por alguien cada día sin esperar que te paguen por ello.

La amabilidad constante puede lograr mucho. Pues el sol hace que el hielo se derrita, la amabilidad hace al malentendido, la desconfianza y la hostilidad evaporarse.

La cultura de los pueblos se refleja por el respeto a sus animales.


La gente ocupará grandes áreas de África, Asia y América del Sur (que antes eran inhabitables por las enfermedades
producidas por insectos y artrópodos) para poder cultivar y cosechar alimentos.

La humanidad significa consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos.

La persona más genial en el universo, es aquel individuo incógnito que en este mismo instante, ha acudido en amor a socorrer a otro.

La verdad no tiene un tiempo propio especial. Su hora es ahora y siempre.

La vocación y destino del hombre consiste en ser, ya en este mundo imperfecto, un vector del amor de Dios.

La verdadera filosofía se debe iniciar desde el hecho más inmediato y comprensible de la conciencia, que dice "soy vida con voluntad de vivir, inmersa en vida con voluntad de vivir".

Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.

Los ideales se parecen a las estrellas en que nunca los alcanzamos, pero como los navegantes dirigimos por ellos el rumbo de nuestras vidas.

Los que luchan buscando el bien ya lo han encontrado.

Me parecía incomprensible que hubiera de permitírseme a mí llevar una vida tan feliz, al mismo tiempo que veía, a mi alrededor, a personas que luchaban con la penuria y el sufrimiento.

Mi corazón de niño ya encontraba muy hermoso que, en nuestro pueblo, católicos y protestantes celebraran sus cultos en la misma iglesia. Desearía que todas las iglesias de Alsacia comunes a las dos religiones siguieran así, como prenda, para el futuro, de la concordia religiosa a la que todos esperamos se deba aspirar, si somos verdaderos cristianos.

Mi nueva ocupación no habría de ser hablar del evangelio del amor, sino llevarlo a la práctica.

Mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo.

No hay mayor religión que el servicio a los demás. Trabajar por el bienestar común es el mejor credo.

No me importa saber si un animal puede razonar. Sólo sé que es capaz de sufrir, y por ello lo considero mi prójimo.

No permitáis que nadie pase por alto la carga de su responsabilidad. Mientras tantos animales sigan siendo maltratados, mientras los lamentos de los animales sedientos en los vagones de carga se enmudezcan, mientras tanta brutalidad prevalezca en nuestros mataderos, todos nosotros seremos culpables. Cada cosa que vive tiene valor como ser vivo, como una de las manifestaciones del misterio de esta vida.

No podía yo menos que sentir con una plena compasión y un gran pesar todo el dolor que veía a mi alrededor, y no sólo de los hombres, sino el de la creación entera. Jamás he intentado apartarme de esta comunidad del sufrimiento. Me parecía totalmente natural que hubiéramos de asumir entre todos la parte que nos toca de la carga de dolor que pesa sobre el mundo.

Podía yo tener siete u ocho años cuando se produjo un accidente que me ha dejado una profunda impresión. Henri Braesch y yo habíamos fabricado unas hondas con unos elásticos. Una mañana de primavera, uno de los domingos de Pasión, me  dijo: "Ven, vamos a las viñas a tirar a los pájaros". Aunque tal propuesta me causaba horror, no me atreví a contradecirle por temor a sus burlas. Llegamos junto a un árbol aún sin hojas y lleno de pájaros que, sin temernos, cantaban alegremente en la luminosa mañana. Agachándose como un indio en la caza, Braesch ajustó una piedra en la honda y estiró los elásticos de la misma. Obedeciendo a su mirada dominante, yo hice lo mismo, con la conciencia torturada pero prometiéndome no dar en el blanco. Al mismo tiempo sonaron las campanas de la iglesia, mezclando en el cielo radiante su armonía al alboroto de los pájaros. Era el primer toque que precedía en una media hora al toque principal. Para mí, fue como si el cielo me hablara. Arrojé la honda, espanté a los pájaros para alejarlos del arma de Braesch y corrí a pierna suelta hacia mi casa. Siempre que las campanas de la Pasión resuenan en el cielo primaveral hacia el que los árboles levantan sus ramas desnudas, pienso con emoción agradecida en el mandamiento que entonces me recordó aquella grave voz: "¡No matarás!

Porque lo que uno no quiere admitir es que el Übermensch (Übermensch = El Superhombre, alguien con el conocimiento y el poder más allá de ser humano normal) se ha convertido de hecho en una criatura muy triste debido al constante aumento de poder... de forma que nosotros como Superhumanos nos hemos convertido en monstruos.

Querido Señor por favor protege y bendice a todos los seres vivos. Protégelos del mal y permíteles dormir en paz.

Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.

Si queremos llegar a ser buenas personas de verdad, debemos familiarizarnos con la idea de la muerte. No necesitamos pensar en ella todos los días ni a cada hora. Pero cuando la senda de la vida nos conduzca a una posición ventajosa donde el paisaje alrededor desaparezca, y contemplemos la vista distante hasta el mismo final, no cerremos los ojos, hagamos una pausa por un momento, observemos el paisaje lejano, y luego prosigamos. Pensar en la muerte de este modo, produce amor por la vida. Cuando estamos familiarizados con la muerte, aceptamos cada semana, cada día como un don. Sólo cuando somos capaces de aceptar así la vida, poco a poco ésta se torna preciosa.

Sólo recobraremos la libertad espiritual cuando la mayoría de los individuos sean otra vez más espiritualmente independientes y confiados en si mismos y descubran su natural y propia relación con las organizaciones en las cuales sus almas se vieron envueltas. Todo ser que se denomine hombre está destinado a desarrollarse en una verdadera personalidad dentro de la teoría refleja del universo que él ha creado para sí.

Todo lo que me entretiene es el problema de la miseria en el mundo, pero nunca me he perdido en este pensamiento: Que todos tenemos el pode de acabar con esta miseria. 

Un pensamiento muy importante en mi vida es que la felicidad o suerte que nos trae la vida no las podemos considerar como algo evidente, sino que debemos a cambio ofrecer un sacrificio u ofrenda de servicio a los otros.

Vivimos en una época peligrosa. El hombre domina la naturaleza antes de que haya aprendido a dominarse a sí mismo.

Yo no podía comprender, y esto ya antes de mi ingreso en la escuela, por qué en la oración de la noche no se me hacía interceder más que por los seres humanos. De manera que, cuando mi madre se retiraba tras haberme dado un beso y un afectuoso "Buenas noches", yo hacía en voz baja una oración suplementaria: "Buen Dios - decía - protege y bendice a todo lo que respira; preserva del mal a todos los seres vivientes y hazles dormir en paz.

Yo no se si los animales piensan, pero se que sienten, y eso los convierte en mis prójimos.

En una reunión en la misión de Lambaréné el Dr. Albert Schweitzer comentaba acerca de unos textos bíblicos con alumnos africanos. Cuando llegó a la parábola del Buen Samaritano, preguntó a los jóvenes con las palabras de Jesús: "¿Quién os parece que ha sido el prójimo de aquel a quien habían maltratado los bandidos?" La respuesta de los alumnos africanos fue espontánea: "¡Tú, Doctor!".
*

El Teólogo

Como joven teólogo, su primer trabajo importante, por el cual ganó una gran reputación, fue en la obra En búsqueda del Jesús histórico (1906), en la que mostró a Jesucristo con la pasión de sus propias convicciones respecto a la vida de Jesús. Manifestó así su ruptura con el liberalismo teológico que había imperado en Alemania a lo largo del siglo XIX al hacer de Jesús un profeta convencido de la realidad de un Reino de Dios que estaba a las puertas. Estableció su reputación como erudito del Nuevo Testamento por otros estudios teológicos, como El misticismo de Pablo Apóstol (1930). En estos estudios Schweitzer examinó la creencia escatológica de San Pablo y de su mensaje en el Nuevo Testamento. Se considera a Albert Schweitzer como fundador de la Escatología Realizada. En realidad es la Escatología Consistente.
CiberEnciclopedia Wikipedia

Como teólogo protestante Schweitzer fue el primero en usar el concepto de: “La búsqueda del Jesús Histórico” y en sentar las bases de lo que se ha llamado la Escatología consistente. 

Su disertación para graduarse en medicina llevaba por título Estudio psiquiátrico de Jesús (1913), donde refutó la teoría de que Jesús era paranoico. Como teólogo es conocido sobre todo por sus investigaciones sobre escatología. En La búsqueda del Jesús histórico (1906), sostiene que Jesús predicó el mensaje del reino como un acontecimiento entendido conforme al pensamiento apocalíptico de los judíos de su tiempo y que se equivocó al tratar de provocar la intervención de Dios mediante la oposición a los poderes de su tiempo. Quedó destrozado bajo las ruedas de la historia y se vino abajo la escatología por la que había vivido, pero su "espíritu" sigue todavía vivo y estamos llamados a compartirlo.
http://www.clie.es/?page=shop/author&author_id=1270

El que puso el clavo definitivo en el ataúd fue Albert Schweitzer. En su libro, Investigaciones sobre la vida de Jesús (originalmente Von Reimarus zu Wrede, 1906), Schweitzer proporciona una reseña de la investigación de todo el siglo XIX. Hasta hoy es la mejor reseña de la literatura de esa época. Su crítica principal de la obra de los liberales es que sus bases eran más psicológicas que históricas, pues presentan a Jesús como si fuera el reflejo exacto de una persona ideal del siglo XIX.
La aportación propia de Schweitzer al estudio de Jesús ha tenido un impacto enorme. Entre otras cosas, se le acredita la recuperación del aspecto escatológico de la vida de Jesús. En realidad Johannes Weiss identificó antes el elemento escatológico en la predicación de Jesús, pero Schweitzer fue más allá al considerar la escatología como la clave para comprender e interpretar toda la vida de Jesús; por eso, su postura se denomina “la escatología consistente”.
Para Schweitzer, el título Hijo del Hombre es un título puramente mesiánico, que se refiere al Mesías que vendrá en las nubes. Jesús se reveló como Mesías sólo a los discípulos Pedro, Santiago y Juan. Judas Iscariote reveló el secreto al sumo sacerdote, quien lo utilizó para condenarlo. Jesús encomendó a los doce la predicación de la venida del reino de Dios, y no pensaba que volverían antes de que éste viniese.
En fin, Schweitzer resumió el estudio histórico de Jesús en las tres siguientes alternativas.
La primera la había planteado Strauss: o puramente histórico o puramente espiritual; la segunda, la Escuela de Tubinga y Holtzmann: sinóptico o joánico; ahora se plantea la tercera alternativa: escatológico o no escatológico.
http://www.centroseut.org/articulos/separ035.htm

Bajo el nombre de escatología consecuente, según Schweitzer, la creencia en la inminente venida apocalíptica del Reino fue el móvil que guió a Jesús al principio de su actividad. Tal es el secreto que él revela a sus apóstoles cuando los envía a misionar: «En verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre» (Mt 10, 23). O sea, Jesús se figuraba en aquel momento que la parusía del Hijo del hombre, la cual a sus ojos se identificaba con la venida del Reino, tendría lugar al final de una rápida expedición misionera de los apóstoles. Desgraciadamente, el acontecimiento tan esperado no se produjo. Esta decepción marca un viraje en toda la existencia de Jesús. En adelante él se desentenderá de las muchedumbres para ocuparse ante todo de los «doce»; y estará convencido de que su misión consiste en forzar el advenimiento del reino de Dios mediante sus sufrimientos mesiánicos. Tal es el nuevo secreto que descubre a sus apóstoles en Cesarea de Filipo.
http://www.mercaba.org/Mundi/2/escatologismo.htm

Johannes Weiss y Albert Schweitzer hicieron frente a un fuerte liberalismo que intentó eliminar el elemento escatológico del reino predicado por Jesús, y el cual era su mero núcleo vital. Según Weiss y Schweitzer, el reino, para Jesús, era una realidad totalmente FUTURA, apocalíptica, que aparecería al final de la historia humana, mediante la acción poderosa y sobrenatural de Dios. Afirmaron que la idea de una presencia actual del reino era un invento de los autores de los evangelios y que no debía considerarse como auténtica enseñanza de Jesús. Su interpretación del reino es conocida como “escatología consistente” o “coherente”.
 http://apologista.blogdiario.com/tags/BASILEIA/

Albert Schweitzer, no titubeó en sacar consecuencias críticas para la fe a partir de los resultados de la investigación de la vida de Jesús y hasta pasar a un humanismo ético-práctico liberado de dogmas religiosos. Sin embargo, Schweitzer retomó la idea del "Reino de Dios" y con ello intentó crear una continuidad con la herencia cristiana, aunque desde luego de una forma que no puede resistir una investigación crítica.
Hans Albert

Más allá de subjetivas interesadas u objetivas serias opiniones escatológicas de lo que como teólogo Schweitzer opinó en el año 1906, conviene conocer y, en discernimiento, opinar sobre una síntesis de lo que él dijo:

Cada época y cada autor presentan una peculiar imagen de Jesús sobre la que proyectan sus anhelos y esperanzas, sus miedos y frustraciones.

En el discurso a los discípulos Jesús les ha anunciado los dolores del parto del Reino naciente. En la parte descriptiva muchos puntos dejan ver, quizás, las huellas de una época ulterior. Pero esto no cambia en nada el carácter general del discurso. No se trata de señalarles una línea de conducta en lo que concierne a su actividad después de su muerte; no hay una sola palabra histórica que venga a apoyar esta suposición. El alba del Reino es precedida por los dolores del parto. Por lo tanto, el anuncio victorioso de la llegada inminente del Reino debe entrar en esa perspectiva. De allí esa mezcla incomprensible de optimismo y de pesimismo. Es el mismo signo bajo el cual se reconoce toda concepción del mundo, toda Weltanschauung escatológica.

Esto no obstante, el Nazareno ha vivido y ha predicado, en la situación histórica de los judíos, una adecuada ética provisoria con predicciones respecto al fin del mundo. Esto es debido al hecho que la búsqueda histórica en realidad no buscó al Jesús de la historia, sino al Jesús del historiador, que corresponde a la cultura del momento. Por eso, el Jesús verdadero de los evangelios, no se detuvo en aquella figura viva, moderna, psicologizada, pero deformada, no verdadera y se volvió a su tiempo. Y su tiempo, su ambiente histórico originario es el judaico. La investigación histórica sobre la vida de Jesús no partió del puro interés histórico, sino que buscó al Jesús de la historia como ayuda en la lucha liberadora frente al dogma. Las conjeturas y los anhelos de toda religiosidad profunda están contenidos en la ética de la veneración por la vida.

Han convertido a Jesús en una figura diseñada por el racionalismo, dotada de vida por el liberalismo y vestida por la teología moderna con un manto histórico.

Lo importante no es Jesús como se lo conoce en la historia, sino Jesús resucitado espiritualmente dentro de los hombres.

Los Evangelios del Nuevo Testamento, en los que se narra la vida de Jesús, no son adecuados como material para la investigación histórica. El Jesús de Nazaret que actuó como Mesías, anunció la moralidad del Reino de Dios, estableció en la tierra el Reino de los cielos y murió para poner la corona a su obra, nunca existió. Es una figura que fue ideada por el racionalismo, llamada a la vida por el liberalismo y metida en un nuevo traje por la teología moderna. Nuestra relación para con Jesús es profundamente de naturaleza mística.

Todas las épocas sucesivas de la teología han ido encontrando en Jesús sus propias ideas y sólo de esa manera conseguían darle vida. Y no eran sólo las épocas las que aparecían reflejadas en él: también cada persona lo creaba a imagen de su propia personalidad. No hay, en realidad, una empresa más personal que escribir una vida de Jesús.

Reflexión

Sin ser teólogo ni nada parecido, sin ser apocalíptico, por el contrario, y tan solo usando el sentido común para discernir sostengo:

* Una cosa es lo que predicó Jesús a los suyos y otra la forma en que algunos discípulos llevaron a lo escrito esa Enseñanza dejada hace 2.000 años.
* Jesús estratificó la Enseñanza, una en parábolas para el Círculo Externo que sus discípulos escribieron, otra para el Círculo Interno que era secreta y en el secreto fue preservada para un futuro.
* Para que Él pudiera nacer y tomar la forma física antes debió encarnar un Arcángel que lo hizo como María, única manera que la Luz llegara al mundo a tomar la forma física y no desintegrara, por vibratoria diferencia de sutilidad, a una madre humana receptora. Esa Luz desde María emanó y dio lugar al Niño. Al dejar Él la forma física Su cuerpo levitó y en una fracción de tiempo se desintegró en una explosión energética que impregnó en la Sindone todos los detalles del cuerpo físico cruelmente flagelado, cual negativo fotográfico. Él recuperó entonces su etérea y radiante forma y al dejar la Tierra dos ángeles señalan a los suyos que Él volverá en la misma forma en que se fue. Es decir volverá como un Ser de Luz.
* Lo que Jesús exclamó en la cruz antes de morir fue dejado por el traductor escrito en arameo: Elí, Elí, lamma sabactani, y quedó en todas las copias igual de mal traducido, salvo en una primitiva versión griega que lo expresa de manera correcta. Cabe la pregunta del por qué esa oficial primera traducción del año 300 dejó esa frase en arameo y mal traducida. ¿Fue un Mensaje para que los futuros investigaran mejor? Investigar por ejemplo qué otros recortes tuvo que hacer ese primer traductor para satisfacer a Constantino, el emperador  que convirtió al cristianismo en la religión oficial del Imperio. La Reencarnación defendida por diferentes padres de la Iglesia, era una seria amenaza ya que si los ciudadanos no temían morir, al poder mejorar en otras vidas, serían menos fácilmente obedientes a las leyes y ordenes del emperador. No hace muchos años por parte de estudiosos lingüistas bíblicos se logró traducir bien y se entendió entonces el real significado, que no era el del afligido lamento: ¿Por qué me has abandonado? sino que fue un grito de victoria en que JesuCristo señaló: ¡Dios mío, Dios mío! ¡Para este propósito fui destinado! Cabe la pregunta: ¿Por qué los Evangelios originales desaparecieron?
Jesús dejó siete señales que se cumplirían en conjunto cual dolores de parto, anunciando así Su inminente Retorno, señales dejadas no para un tiempo cercano a Su partida ni en un puntual lugar como lo deseaban los discípulos, sino para 2.000 años después, en el ámbito mundial de una “aldea Global” como lo es ahora el planeta Tierra. Esas señales son:

1. Se manifestará el Engaño religioso y la Apostasía.
2. Oiréis de guerras, rumores de guerra y revoluciones.
3. Habrá hambre en el mundo.
4. Habrá grandes terremotos en diferentes lugares.
5. El Evangelio se predicará en todo el mundo para testimonio de todas las Naciones.
6. Habrá pestes y plagas.
7. Se verán extraños fenómenos en los cielos.

Para que pudiéramos comprender mejor las siete señales, manifestó que todas estas cosas serían el comienzo de los dolores de parto planetario. Ello quiere decir que las siete señales en conjunto, cual dolores de parto, se intensificarán en frecuencia y magnitud en el período previo a su Regreso. ¿Qué vemos ahora para cada señal en el conjunto de las siete? Vemos que:

1º Vivimos los tiempos de la proliferación de sectas y enseñanzas pseudo cristianas como jamás antes la hubo, en el mundo abundan los falsos guías y maestros que dicen a la gente lo que ésta desea escuchar y no la sana enseñanza que deben recibir.

2º En el Siglo XX han ocurrido las únicas dos grandes guerras mundiales y como nunca antes hemos tenido tantas guerras, rumores de guerra y revoluciones en diferentes lugares.

Nunca antes hubo el hambre que ahora asola al planeta con más de 1.500.000.000 de seres hambrientos y millones muriendo de hambre.

4º Los terremotos se han intensificado de manera alarmante en frecuencia y magnitud como nunca antes sucedió.

5º Gracias a la moderna tecnología satelital, computacional y a los medios de comunicación, el Evangelio llega por primera vez a todas las naciones, como nunca antes aconteció "y entonces vendrá el fin" nos agrega la Crística profecía.

6º A contar del Siglo XX las pestes y plagas se han intensificado como nunca antes las hubo; aparece el SIDA, reaparece el cólera, surgen nuevas pestes y nuevas plagas.

7º A partir del año 1947, como nunca antes se intensificaron los extraños fenómenos en los cielos, llamados fenómeno OVNI.


Las siete señales se han cumplido como parte de los dolores del parto planetario que actualmente vivimos. Agregó Jesucristo a la lista que en esos tiempos habrá un estado de depravación similar al que imperaba en Sodoma y Gomorra. Dijo que además la maldad de los hombres en muchos lugares será semejante a la que existía en los días de Noé;
basta mirar la T.V, InterNet, leer la prensa, revistas y escuchar radio para darse cuenta que así sucede. La corrupción y drogadicción degradan al género humano en el ámbito mundial alejándolo de lo ético, de lo bueno y de lo noble que subyace en cada uno de nosotros. Ya los sabios sin ser religiosos predicen que el colapso moral de la sociedad es inminente en un caos mundial, derrumbe que a su vez tocará al becerro de oro y a los menos que tienen más a costa de los más que tienen menos y ellos se revelarán. Agregó: Cuando regrese ¿creéis acaso que habrá FE en la Tierra?

Además la profecía bíblica destaca que previo al FIN es necesario el retorno del pueblo judío a la "Tierra Prometida" y la restauración del Estado de Israel en "Tierra Santa", y así sucedió en 1948.

No se equivocó Jesucristo al hablar de Su retorno que no lo era para esa época de hace 2.000 años, no lo estaba para el entendimiento de ese entonces y los apóstoles al escribir los evangelios anhelaban Su pronto retorno y así lo expresaron. Lo que Él señaló lo era para ser comprendido ahora que las siete señales anunciadoras del Parto Planetario se han manifestado plenamente y que el Cambio Climático está causando estragos en el ámbito mundial... Por último, a la luz del Cambio Climático conviene recordar algo que Él profetizó: Cuando el clamor sea tal, entonces Volveré.

En una frase Schweitzer sintetiza su visión teológica y en ella queda todo dicho:

Lo importante no es Jesús como se lo conoce en la historia,
sino Jesús resucitado espiritualmente dentro de los hombres.
*

El Músico

En síntesis, sumergir toda tu alma en Bach
es exactamente lo mismo que hacer teología.
Dr. Albert Schweitzer

Albert Schweitzer fue en su día un organista famoso, muy interesado en la música de Bach. Desarrolló un estilo de interpretación simple que, según su parecer, era más cercano a lo que Bach había querido componer. Basó su interpretación principalmente en una nueva valoración de las intenciones religiosas en la obra de Bach. En su libro Johann Sebastian Bach, cuya última versión terminó en 1908, abogó por este nuevo estilo, que ha tenido gran influencia en la manera en la que la música de Bach se está tratando en la actualidad. Albert Schweitzer fue también un constructor de órganos famoso.
Sus grabaciones en las que interpreta la música de Bach están disponibles en CDs.
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Como músico fue un experto en Bach dando a conocer al mundo la Magna Obra, con la forma de ejecutar y entender esa perfecta armonía. El sabio sobre el inspirado barroco compositor dejó esta Enseñanza de una Música que a él tanto lo acompañó y ayudó:

Asombra en Bach lo viviente de la relación entre la música y el texto que la acompaña. El maestro no recurre al método habitual, que consistiría en representar musicalmente el discurso del texto en su movimiento y en su desarrollo. Describe claramente la idea en su esencia, pero no se atiene al curso de sus vicisitudes, ni la sigue en sus transformaciones. Subraya con vigor el detalle característico, pone en relieve los contrastes, crean crescendos poderosos; pero es inútil buscar en él las vicisitudes de la idea, sus luchas, sus desesperaciones, sus vislumbres de alegría, todo aquello que encontramos va en las obras de Beethoven, y que fue tan bien descripto por el arte musical post-beethoveniano. Y sin embargo, el arte de Bach expresa los sentimientos con tanta perfección como los expresó el arte de Beethoven. Sólo que se trata de otro tipo de perfección. El sentimiento que Bach trata de expresar, aparece en sus obras con una fuerza y un poder de emoción que casi no encontramos en ningún otro músico. Su capacidad de caracterizar exactamente los matices y las peculiaridades más diversas de un sentimiento resulta francamente inigualable. También la música de Bach debe ser considerada, en su aspecto más verdadero y más probando, como música del sentimiento.

Beethoven y Wagner poetizan en su música; Bach en cambio pinta. También él sabe dar un carácter dramático a sus obras, pero es el dramatismo de un pintor. No describe los eventos sucesivamente, sino que escoge los momentos más expresivos, más preñados de sentido, en los que se concentra para él toda la serie de acontecimientos, y los presenta musicalmente. El drama musical es para él una serle ordenada de cuadros dramáticos; y así ha construido sus Pasiones y sus Cantatas.

La música de Bach es también pictórica, en la medida en que sus temas y motivos, siempre que sea posible, aparecen condicionados por una asociación de ideas pictóricas, se encuentre ésta directa o indirectamente expresada en el texto, sea ésta llamativa o no.


El estudio detallado del lenguaje musical de Bach no constituye un mero  entretenimiento de estetas, sino una verdadera necesidad para el músico practicante. A menudo resulta imposible ejecutar un trozo del maestro en el tiempo correcto, con la intensidad adecuada, con el fraseo apropiado, si no se conoce el significado del motivo. Solamente con el "sentimiento" no se llega a ninguna parte, cuando se trata de Bach.

Sobre los orígenes y el desarrollo del lenguaje musical de Bach, es poco lo que se puede decir. Ciertas composiciones de su juventud expresan ya pensamientos poéticos reconocibles. Pero a partir de estos intentos, no nos encontramos con un largo proceso de desarrollo del lenguaje bachiano. Repentinamente, aparece armado de todas sus armas, perfecto y definido. El primer documento que conservamos de este lenguaje musical, es el constituido por los corales del opúsculo para órgano. En ellos resultan ya evidentes cuáles son los motivos que utiliza Bach para expresar musicalmente imágenes y sentimientos. Estos cuarenta y cinco corales representarían el diccionario de su lenguaje musical; y en cierto modo la clave que abre el conocimiento de la música de Bach; es más, la clave de toda su música. Tendría más o menos treinta años cuando compuso la mayor parte de estos corales. A partir de este momento, hasta la muerte, se atuvo Bach estrictamente a los mismos principios, en todo lo que se refiere al contenido poético de la música y al lenguaje que lo expresa. Por eso podemos decir que el idioma de las cantatas es idéntico al idioma de los corales para órgano.

En toda la obra de Bach se manifiesta el aspecto matemático de su espíritu. Casi sería mejor decir, en vez de espíritu matemático, espíritu arquitectónico. Lo que más impresiona estéticamente en sus obras, es la armonía del todo; la armonía con que el detalle opulento y vivaz parece introducirse de por sí en el conjunto. La música de Bach es el gótico más perfecto del arte musical.

Es de notar que Bach, como todo lo que es realmente elevado en el campo de la religión, no pertenece a la iglesia, sino a la humanidad creyente, y que cualquier recinto se convierte en iglesia, cuando en él se ejecutan sus obras con el recogimiento y la meditación que su audición requieren.

No es la perfección de la ejecución, sino su espíritu, lo que determina el efecto que la música de Bach produce sobre el oyente. Sólo el que sea capaz de penetrar en el mundo de sentimientos de Bach, de vivir y pensar con él, de ser sobrio y de ser humilde como él lo fue, está en condiciones de ejecutar sus páginas como deben ser ejecutadas. Si en el director de orquesta, y en los ejecutantes, no existe un estado previo de unción, de adecuada sensibilidad, no pueden trasmitir nada al oyente. Es como si cayera algo helado sobre la música, que la priva de toda su fuerza. Sigue siendo válido -y tal vez más válido que nunca- la frase que escribió Mosevius en 1845, cuando re-descubrió para el mundo las cantatas de Bach: "Una cosa es necesaria" anotó al final de su ensayo, "en la ejecución de las obras de Bach, constantemente indispensable. Esa cosa es el recogimiento íntimo. Y cada uno de los cantores del coro, además de la perfección con que ejecuta su parte, debe tratar en todo momento de infundirle la correspondiente espiritualidad".

Mientras trabaja en su Hospital de Lambaréné vuelve repetidas veces a Europa a dar conferencias y conciertos y juntar así fondos para su Hospital Misionero africano.
*

El Filósofo

La visión del mundo de Schweitzer estaba basada en su idea de la Reverencia por la vida, que él creyó que fue su mayor y más simple contribución a la humanidad. Opinaba que la civilización occidental estaba en decadencia debido a un paulatino abandono de sus raíces éticas, aquellas de la afirmación de la vida.
Su convicción más firme era que el respeto por la vida es el principio más alto. En un modo similar de exaltación de la vida a la de Friedrich Nietzsche, un filósofo muy influyente en la época actual, Schweitzer siguió la misma línea de pensamiento que la del ruso León Tolstói. Alguna gente en sus días comparó su filosofía con la de san Francisco de Asís, una comparación que él no rechazó. En su obra Philosophy of Civilisation, capítulo 26, escribió:

La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más comprensivo del sentido: 'soy ser vivo y deseo vivir, en medio de seres vivos que desean vivir'. La vida y el amor en su opinión están basados y siguen el mismo principio: respeto por cada manifestación de la vida y una relación personal y espiritual hacia el universo.

La ética, según Schweitzer, consiste en la obligación de demostrar que la voluntad de vivir de uno mismo y la de cada ser, tienen la misma reverencia de lo que es propio. En las circunstancias donde no podamos satisfacer esta obligación, no debemos de caer en el derrotismo, puesto que la voluntad de vivir se renueva una y otra vez, como resultado de una necesidad evolutiva y de un fenómeno con dimensión espiritual.
Sin embargo, como Schweitzer mismo precisó, no es imposible ni difícil pasar una vida sin seguir este principio: la historia de las filosofías y de las religiones del mundo, demuestran claramente muchos casos de la negación del principio de la reverencia por la vida. Señalaba a la filosofía que prevaleció en las edades medias en Europa y a la filosofía india del Brahmanismo. Sin embargo, este tipo de actitud carece de autenticidad.
Desde que venimos al mundo, se nos ofrece un drama horrible: el hecho de que la voluntad de vivir, mirado como suma de todo lo que el individuo quiere, se divide contra sí mismo. Una existencia es enfrentada contra otra, una destruye a la otra. Sólo mediante el pensamiento, el ser adquiere la voluntad de vivir, siendo consciente de la voluntad de vivir del otro y del deseo de solidaridad con él. Esta solidaridad, sin embargo, no se puede producir, dado que la vida humana no escapa al desconcierto y a la horrible circunstancia de tener que vivir con el coste de otra vida. Pero como ser ético, uno se esfuerza en escapar, siempre que sea posible, de esta necesidad y poner fin a esta desunión de la voluntad de vivir, en cuanto está dentro de su poder.
Schweitzer abogó por el concepto de la reverencia por la vida extensamente a lo largo de toda su existencia. La Ilustración disminuyó y se corrompió, sostenía Schweitzer, porque no fue un pozo lo bastante profundo para el pensamiento, aunque se viera obligado a seguir la ética por la vida. Por lo tanto, él miraba por un futuro renovado y un nuevo Renacimiento e Ilustración más profundos de la humanidad (una opinión que él expresó en el Epílogo de su obra Out of My Life and Thought). Albert Schweitzer alimentó la esperanza en una humanidad más profundamente consciente de su posición en el universo. Su optimismo se basaba en la "creencia en la verdad". "El espíritu generado por la concepción de la verdad es mayor que la fuerza de las circunstancias." Él acentuó persistentemente la necesidad de pensar, más que en la simple actuación de seguir los propios impulsos o las opiniones más extedidas.

Nunca por un momento ponemos a un lado nuestra desconfianza de los ideales establecidos por la sociedad y de las convicciones que son guardadas por ella. Sabemos siempre que la sociedad está llena de locura y que nos engañará en lo que respecta a la consideración del significado de la humanidad [...] la humanidad significa consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos.

El respeto por la vida, como resultado de la contemplación en la propia voluntad consciente de vivir, conduce al individuo a vivir al servicio de la gente y de cada criatura viva.
Schweitzer fue muy respetado por poner en práctica estas teorías en su propia vida.
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Como Filósofo Schweitzer centró su pensamiento en la Ética, manifestando:

Día a día, hora a hora, llevo mi existencia y me desenvuelvo en este principio. En cada momento de reflexión aparece reluciente ante mí. Brota de él una y otra vez, como raíces que nunca podrán secarse, una visión del mundo vivo -y de la vida- que puede dar cuenta de todos los hechos del Ser. Un misticismo de unión ética con el Ser crece de él.

El hombre ético no parte las hojas de los árboles, no arranca las flores y procura no aplastar a ningún insecto. Si en verano trabaja con luz artificial, prefiere mantener la ventana cerrada y respirar una atmósfera sofocante a ver cómo un insecto tras otro cae con las alas chamuscadas sobre su mesa. Si pasea por la carretera después de un chaparrón y ve a una lombriz sobre ella, piensa para sí que se secará al sol si no retorna con la suficiente rapidez a un suelo que pueda excavar, de modo que la toma de la mortal superficie de piedra y la coloca en la hierba. Si se topa con un insecto que ha caído en un charco, se detiene un momento para proporcionarle una hoja o un palito con el que pueda salvarse. No tiene miedo de ser tomado a risa como un sentimental. El destino de todas las verdades es ser tomadas a risa hasta que se reconocen de modo general.

El hombre no puede vivir su vida sólo y para sí mismo. Para el hombre realmente ético, toda forma de vida es sagrada, incluyendo aquellas que desde el punto de vista humano, tienen menos valor. Y debemos darnos cuenta de que nuestra vida está unida a todas esas vidas.

El interés por el sufrimiento de lo que tiene voluntad de vivir, es visto como demasiado limitado para abarcar la esencia total de lo ético.

La buena conciencia es una invención del diablo.
 
La ética consiste, por lo tanto, en experimentar la compulsión de mostrar hacia todo lo vivo la misma veneración que me debo a mí mismo. Así nos hemos dado este principio básico de la moral, que es una necesidad del pensamiento. Es bueno mantener y fomentar la vida; es malo destruir la vida u obstaculizarla.

La ética de la Reverencia por la Vida es la ética del Amor ampliada a la universalidad. La ética del respeto a la vida comprende en sí misma todo lo que cubren las nociones de amor de devoción, de participación en el sufrimiento y en las alegrías y de empeño por el bien. La ética del respeto a la vida es la ampliación de la ética del amor. Es el pensamiento esencial de la ética de Jesús.

La ética de la veneración incluye también sentir como propias todas las circunstancias y aspiraciones de lo que tenga voluntad de vivir, incluidas sus alegrías y su anhelo de vivir en plenitud, así como su necesidad de autoperfeccionamiento.

La ética, es la responsabilidad sin límites ante todo lo que está vivo. La gente se asombrará de que la humanidad haya necesitado tanto tiempo en aprender a contemplar cualquier daño irreflexivo a la vida como incompatible con la ética.

La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más comprensivo del sentido: soy la vida que deseo vivir, en medio de la vida que deseo vivir. La vida y el amor están basados y siguen el mismo principio: respeto por cada manifestación de la vida y una relación personal y espiritual hacia el universo.

La filosofía verdadera se debe iniciar desde el hecho más inmediato y comprensible de la conciencia, que dice soy vida con voluntad de vivir, inmersa en vida con voluntad de vivir. Esto no es una ingeniosa fórmula dogmática.

La persona ética no se pregunta hasta qué punto ésta o aquella forma de vida merece nuestra simpatía y nuestra valoración, ni, yendo más allá, si es capaz de sentir, y en qué grado. La vida como tal es sagrada.

La respuesta a la crisis espiritual de nuestra civilización, es el desarrollo de un pensamiento ético que debe buscar una afirmación de la vida como la manifestación de una relación interior, espiritual, con el mundo, y que no se pierda en pensamientos abstractos, sino que permanezca elemental, esto es, que entienda la autodevoción al mundo como una autodevoción de la vida humana a todas las formas de seres vivos con los que puede relacionarse.

Las conjeturas y los anhelos de toda religiosidad profunda están contenidos en la ética de la veneración por la vida.

Nuestras instituciones fracasan debido a que se emplea en ellas el espíritu de barbarie. Las mejoras bien planeadas en la organización de nuestra sociedad (aunque obramos correctamente al tratar de asegurarlas) no pueden en modo alguno ayudarnos hasta no ser capaces de impartir al mismo tiempo un nuevo espíritu a nuestra era. Los difíciles problemas que debemos resolver, aun aquellos que pertenecen totalmente a la esfera material y económica, únicamente pueden solucionarse, en última instancia, por un cambio interno del carácter. Las reformas más sabias de la organización, sólo nos acercan un poco más a la solución, nunca a la meta. La única forma concebible de lograr la reconstrucción de nuestro mundo sobre nuevas líneas, es convirtiéndonos, primero, en nuevos hombres, de acuerdo a antiguas circunstancias, y luego, como sociedad, en un nuevo estado de ánimo, a fin de suavizar la oposición que existe entre las naciones, para que la verdadera civilización pueda nuevamente ser posible. Todo es más o menos tarea perdida, porque construimos con lo meramente externo, no con el espíritu. En la esfera de los acontecimientos humanos, lo que decide el futuro de la realidad del género humano consiste en verdad en una convicción interna, no en hechos externos. Encontramos terreno firme para nuestros pies en los ideales éticos y racionales. ¿Estamos dispuestos a extraer fuerza del espíritu para crear nuevas condiciones y volver nuestros rostros a la civilización, o seguiremos extrayendo el espíritu de lo que nos circunda y descenderemos con él a la ruina? Ése es el funesto interrogante que debemos enfrentar. 

Nuestro filosofar se ha visto más y más envuelto en la discusión de temas secundarios. Ha perdido contacto con las cuestiones elementales acerca de la existencia y del mundo, que es tarea del hombre plantear y resolver, y ha encontrado cada vez más satisfacción en discutir problemas de una naturaleza puramente académica, y en un mero virtuosismo de técnica filosófica.
 
Siempre que daño cualquier tipo de vida, debo tener muy claro de si es necesario. No debo ir nunca más allá de lo inevitable, ni siquiera en lo que pueda parecer insignificante.

Sólo la más universal y absoluta insistencia en el mantenimiento y la propagación de la vida, que es el objetivo que busca la veneración por la vida, es ética. Cualquier otra necesidad o conveniencia no es ética, sino una necesidad más o menos necesaria, o una conveniencia más o menos conveniente.

Un hombre es ético solamente cuando la vida, como tal, le es sagrada, tanto la de las plantas y animales como la de sus hermanos, y cuando se entrega piadosamente a toda existencia que necesite de ayuda. La ética de la reverencia por la vida comprende, por tanto, dentro de sí misma, todo lo que pueda ser descrito como amor, devoción y comprensión, ya sea en el sufrimiento, en el goce y en el esfuerzo.
*

El Médico


Albert Schweitzer pasó la mayoría de su vida en Lambaréné, en la actual Gabón, África. Después de finalizar sus estudios de medicina en 1913, se fue allí con su esposa a establecer un hospital cerca de una misión ya existente. Trató y atendió literalmente a millares de pacientes. Tomó a su cargo el cuidado de centenares de leprosos y trató a muchas víctimas del mal africano enfermedad del sueño.
En 1914 comienza la Primera Guerra Mundial y como ciudadanos alemanes en territorio francés, Schweitzer y su esposa fueron hechos cautivos y confinados temporalmente a su casa. En 1917 los internaron en Garaison, Francia, y en 1918 en la Provincia de Saint Remy. Allí estudió y escribió tanto como le fue posible en la preparación, entre otros, de su famoso libro Culture and Ethics (publicados en 1923). En julio de 1918 se le concede la libertad, y mientras trabajaba como auxiliar médico y ayudante de vicario en Estrasburgo, pudo acabar su libro. Con el tiempo comenzó a hablar y a dar conferencias sobre sus ideas allí donde le invitaran. No sólo deseaba que su filosofía de la cultura y la ética fueran extensamente conocidas, también le servía como medio de recaudar fondos para levantar un hospital en Lambaréné, para el cual no dudó en vaciar sus propios bolsillos.
En 1924 volvió a Lambaréné, donde dirigió la reconstrucción de su viejo hospital, después de lo cual reanudó sus prácticas médicas. Pronto dejó de ser el único doctor del hospital, y siempre que le fue posible viajó a Europa para dar conferencias en distintas universidades. Poco a poco sus opiniones y conceptos se fueron reconociendo, no solamente en Europa, sino en todo el mundo.
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Estudió Medicina para ser médico misionero en África y a diferencia de conquistadores y otros misioneros el Dr. Schweitzer tuvo el divino don de no imponer un credo, ni dogmas, filosofía o modo de vida, Respetó la costumbre de los "salvajes" como igualitarios seres humanos que necesitaban de su ayuda médica. ¡Cuán abnegada y noble fue su vocación junto con la de su esposa que siempre lo acompañó! Intentemos imaginarlos el año 1913 a su llegada a Lambaréné, donde él relata:

En la barraca no hay separación de sexos. Los indígenas acampan según su costumbre. Lo único que me interesa es que los que están sanos no se apropien de las camas, mientras los enfermos hayan de dormir en el suelo. Qué inquieto me sentí en los primeros días pasados en África cuando al entrar en el hospital una mañana me enteré de que a un hombre le habían robado la mujer durante la noche! Inicié una investigación a fondo, escuché lo que el esposo tenía que decir, procuré testigos, y traté de averiguar de quien podía sospecharse, por qué habían raptado a la mujer y adónde, con toda probabilidad, la habían llevado. Pero me pareció que los nativos no tomaban el asunto tan a lo trágico como yo, y no estaban particularmente ansiosos por la suerte de la pobre mujer secuestrada. Desde entonces muchas mujeres han sido robadas del hospital. Pero yo no emprendo ninguna investigación. Me contento con expresar al esposo
un sentimiento afectuoso por tener que tomarse el trabajo de buscar el dinero. La verdad exige que destaque el hecho de que si la familia de la esposa no procediera en esta forma, en la mayoría de los casos no obtendría lo que se le debe.

Cuando nace un niño en mi hospital, se le embadurna a él y la madre de blanco la cara y el cuerpo, pero de tal manera, que ambos seres ofrecen un aspecto horrible. Casi todos los pueblos primitivos practican dicho procedimiento, con lo cual pretenden asustar o engañar a los demonios, especialmente peligrosos en los días que siguen al alumbramiento. Yo no abrigo animosidad alguna contra esa costumbre. Muchas veces aconsejo yo mismo después de un parto: No olvidéis la pintura. En ciertos momentos la ironía amable resulta más peligrosa para los espíritus y fetiches que un exagerado celo que los combata.

Por primera vez desde que llegué al África mis pacientes están alojados como corresponde a seres humanos. ¡Cuánto he sufrido durante estos años por tener que ponerlos todos juntos en cuartos oscuros y sofocantes! La barraca tiene dos habitaciones de cuatro por cuatro metros; la anterior sirve de consultorio, la del fondo, de sala de operaciones. Hay que añadir dos pequeñas alcobas, que están bajo el amplio alero; la una sirve de farmacia, la otra de laboratorio para
las esterilizaciones. El suelo es de cemento. Las ventanas muy grandes, llegan hasta el techo, para que, de este modo, el aire caliente no se concentre bajo el tejado, sino que salga al exterior. Todo el mundo se admira de la frescura de mi barraca. En los trópicos, las barracas de chapa ondulada, consideradas intolerables por el calor que acumulan, se vuelven más soportables cuando se toma en cuenta en la construcción, que el sol no incida sobre las paredes y que el aire caliente pueda salir por la parte superior. En lugar de cristales llevan las ventanas solo una alambrada finísima contra los mosquitos.

¡Hay un pequeño ejercito que hay que alimentar! Encontrar víveres en cantidad suficiente para los enfermos del hospital me proporciona más quebraderos de cabeza que nunca, y me cuesta mucho trabajo reunir los alimentos necesarios para mis dos practicantes y para aquellos enfermos que, por vivir demasiado lejos del hospital, no reciben de sus casas los víveres con regularidad. Hay tiempos en que me veo obligado a tomar medidas rigurosas: ordeno que todos los que acuden para ser curados tienen que entregarme antes una cierta cantidad de plátanos y barras de mandioca. Naturalmente que atiendo a los enfermos graves y a los que han venido de lejos aun cuando no me hayan entregado el pequeño tributo. Pero aunque insista severamente sobre este punto, me sucede a menudo, que despido enfermos por no poder alimentarlos.

¡Cómo describir mis sentimientos cuando me traen un pobre quebrado! Soy el único que puede aliviarlo en centenares de kilómetros a la redonda. Por
estar yo aquí, por ayudarme mis amigos, con los fondos necesarios, puedo salvar a un desgraciado y a los que vinieron antes y después de él. De otro
modo hubiera sucumbido a sus tormentos. Le llegará también la hora de la muerte, pues todos tenemos que morir; más el poder librarlo de muchos días de horrible sufrimiento representa para mi una merced suprema y todos los días renovada. El dolor es un tirano más terrible que la muerte.

Pierdo muchísimo tiempo explicándoles el uso del medicamento; el intérprete tiene que repetirlo continuamente. Les obligó a recitarlo varias veces. Se les escribe, además en la botella o en la caja, para que pueda repetir uno de su pueblo que sepa leer. Pero a pesar de todo, siempre me quedo en la inseguridad de si se beberán todo el contenido de la botella de una vez, se comerán el ungüento o se frotarán la piel con los polvos (que deben ser ingeridos).

Unos cuantos pacientes que se presentan con fiebre o dolores de cabeza me retienen toda la mañana junto al microscopio, si quiero trabajar a conciencia. ¡Y mientras esperan afuera veinte enfermos a los que habría que despachar antes del mediodía! Además, hay que vendar a los operados. ¡Tengo que destilar agua, preparar medicinas, limpiar úlceras y sacar muelas! Todos estos quehaceres y la impaciencia de los enfermos me ponen, a veces, tan nervioso, que yo mismo no me reconozco.

Los casos principales que se me presentan son: úlceras de la piel de varias clases, malaria, enfermedad del sueño, lepra, elefantiasis, enfermedades del corazón, osteomielitis y disentería tropical.

Puedo afirmar que la presencia de un médico es absolutamente necesaria. Los indígenas solicitan su ayuda desde muy lejos y el médico puede conseguir con medios relativamente pequeños, resultados proporcionalmente enormes.

Pero le diré de cualquier manera que el éxito de los médicos-brujos depende de las mismas bases de nuestros éxitos. Cada paciente lleva su propio doctor dentro de sí. Lo mejor que podemos hacer es dar al doctor que reside dentro de cada paciente la oportunidad de entrar en acción.

Remover la institución de la poligamia en los pueblos primitivos, significa tanto como hacer tambalearse la constitución de la sociedad. ¿Tenemos derecho a emprenderla contra la poligamia sin estar aun capacitados para crear un nuevo orden social ajustado a estas circunstancias? Mi opinión, que apoya el ennoblecimiento, por nuestra parte, de las costumbres y leyes que aquí hemos encontrado, y sin pretender cambiar las cosas, excepto en caso de absoluta necesidad.

Sobre su primera intervención quirúrgica, una hernia, realizada el 15 de agosto de 1913, relata:

Se reúne a toda prisa todo el instrumental quirúrgico. Mi mujer se hace cargo de la anestesia. Un misionero me sirve de ayudante. Pero lo que más me impresiona es la seguridad con que aquel negro se tumba sobre la mesa de operaciones.

En el año 1952 los 33 mil dólares obtenidos por el premio Nobel de la Paz los destinó para edificar una especial construcción habilitada para los pacientes con lepra. 
*

La Filatelia y Albert Schweitzer

La palabra filatelia se debe al coleccionista francés G. Herpin, quien la propuso en un artículo escrito para el periódico Le collectionneur de Timbres Poste, de París, que salió publicado 15 de noviembre de 1864. La palabra la formó de dos vocablos griegos: philos, que significa amante, y atelia, derivado de ateles, que significa pagado previamente o pagado de antemano. La filatelia como hobbie surgió con los primeros sellos postales aparecidos hace unos 160 años, siendo una de sus ramas la de las colecciones temáticas y Albert Schweitzer, como "ciudadano del mundo" que lo fue, figura con unos 400 estampillas o sellos postales diferentes emitidos en su honor por varios países, lo cual es una muestra de reconocimiento a quien en vida fue un ejemplo de vida.

Entre alguna de las naciones que han rendido homenaje filatélico al Dr. Schweitzer tenemos a:

Ajman, Alemania, Alto Volta, Austria, Corea del Sur, Chad, Chile, Dahomey, Francia, Gabón, Guinea, Holanda, Hungría, Liberia, Luxenburgo, Mali, Mauritania, Mónaco, Nigeria, Pakistán, Polonia, República Centroafricana, Rumania, Rwanda, Senegal, Suacilandia, Suecia, Tchad, Togo, Uruguay, Wallis y Futuna...

El país que más sellos postales ha emitido en homenaje a Schweitzer es Francia. Otras naciones han lanzado además monedas en su honor, como por ejemplo una de plata de Alemania.

*

En Oslo, al recibir el Premio Nobel de la Paz, 04-11-1954, señaló:


La violación más grave del derecho basado en la evolución histórica y en cualquier derecho humano en general consiste en privar a las poblaciones del derecho a ocupar el país en el que viven, obligándoles a trasladarse a otro lugar. El hecho de que las potencias vencedoras al final de la Segunda Guerra Mundial impusieran ese fatal destino a millones de seres humanos y, lo que es peor, de una manera absolutamente cruel, muestra cuán poco les importaban a esas potencias el restablecimiento de la propiedad y el gobierno de la ley.
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Desde Oslo, 1956, en su Mensaje radial por la Paz dijo:

Elevo mi voz, dada mi edad y la generosa comprensión que mucha gente manifestara hacia mi trabajo, para advertir a las potencias del mundo el espantoso precio que tendría que pagar la humanidad frente a una conflagración atómica. No solo por el infernal estallido en sí, en que morirían miles de personas, sino por las radiaciones posteriores, que durante más de 50 años seguirían envenenando campos, mares, animales y plantas, y provocando esa radiactividad, la muerte de niños, adolescentes y ancianos. El fin inmediato de las experiencias atómicas será como un rayo de sol y esperanza que tanto ansía la humanidad.
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Schweitzer sobre la Reencarnación opinaba que:


Podía imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos anteriores y me había hecho preguntas que todavía no era capaz de responder; que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado. La idea de la reencarnación explica de forma muy reconfortante la realidad, permitiendo con ello que el pensamiento hindú venza aquellas dificultades que dejan paralizados a los pensadores europeos. De joven fui un estúpido. Aprendí alemán, francés, latín, griego y hebreo, pero nada de inglés. En mi próxima encarnación el inglés será mi primer idioma.
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De una novela inspirada en la vida de Schweitzer


Son las doce de la noche, doctor Schweitzer
Introducción de Davide Rondoni a la novela de Gilbert Cesbron publicada en 1993 en la colección BUR “i libri dello spirito cristiano” (los libros del espíritu cristiano, ndt.) En España se publicó en el año 2000 en Ediciones Encuentro.

Albert Schweitzer, teólogo protestante y músico, partió hacia África como misionero y, en un apasionado esfuerzo por imitar a Cristo, se dedicó al cuidado de la población africana fundando un hospital (en Lambaréné, Congo francés) al que dedicó todas sus fuerzas. Se convirtió en símbolo de la dedicación generosa a los enfermos de lepra. A causa de la fascinación que despertaba su vida, un gran novelista de formación católica como Gilbert Cesbron quiso dedicarle este drama teatral, que nos muestra a su “personaje”, Schweitzer, en su momento culminante, en la plenitud de su historia humana y psicológica.
Es significativo que Cesbron, que era novelista, dedicara a la figura de Schweitzer un drama teatral. Con toda probabilidad la prosa de una novela no habría conseguido dar el “relieve” necesario a los protagonistas. Esto se comprende muy bien por la intensidad de los diálogos y de las semblanzas, que emergen en los cambios veloces, en las indicaciones de los tonos de voz o de los silencios. Hay que destacar también que, cuando Cesbron escribía estas páginas en 1954, era ya autor de novelas conocidísimas, como Los santos van al infierno o Perros perdidos sin collar.
El retrato que el autor compone con la rica firmeza de su estilo inclinado a la poesía muestra la fascinación que Schweitzer despertó en su tiempo. La fascinación de una vida completamente entregada a un ideal. Cesbron, que había basado con anterioridad su obra Los santos van al infierno en la figura de los curas obreros, no podía permanecer insensible ante este concertista de órgano que se había hecho cirujano. Se aproxima a este personaje para sondear el drama que se produce en la vida del hombre que persigue una causa justa. Y capta el momento en el que el esfuerzo humano de llevar a cabo el bien conoce la propia fragilidad, pues se ve obligado a pasar por el obstáculo de las elecciones, de las prioridades, por un dilema entre bien y justicia. Es decir, el momento en el que, con especial evidencia, se reclama a mostrar toda la racionalidad de una posición de fe.
Pero es necesario dar un paso atrás para comprender mejor la tensión que animaba a Schweitzer.
En 1906, siendo un joven teólogo, había publicado una obra titulada Investigaciones sobre la vida de Jesús (Edicep, 1990-2002). En ella se proponía analizar toda la literatura científica sobre la figura de Cristo.
La conclusión de su estudio era que «aquello que es permanente y eterno en Jesús es totalmente independiente del conocimiento histórico, y puede ser comprendido sólo por medio de su espíritu, que obra todavía en el mundo».
La “concreción histórica” de Jesús, en resumen, escapaba a su investigación, como a la de los que le habían precedido. La teología protestante había llegado a la conclusión de que la figura histórica de Cristo era huidiza por dos motivos: la inadecuación de las fuentes y la proyección en una dimensión “escatológica”. Ésta última hacía de su figura algo intangible en el presente, y en última instancia, algo abstracto para el hombre contemporáneo. A Schweitzer le interesaba que el deseo de relación y de ensimismamiento con Cristo no se agotase en una desesperada investigación histórica llevada a cabo con el método racionalista o en una especulación filosófica. Le interesaba una relación, en el presente, con el mismo Cristo de hace dos mil años. Pero el Cristo de los protestantes no era contemporáneo.
Por eso decidió imitar a Jesús en el aspecto que le parecía más conmovedor: la caridad. En este sentido, la figura de Schweitzer es la denuncia de la impotencia de un intento de relación con el acontecimiento cristiano fundado sobre un análisis racionalista, y por tanto sobre el “esfuerzo” filosófico, en vez de sobre el reconocimiento de un acontecimiento presente.
Schweitzer, rechazando la “vía” filosófica, intentó aquello que sí le era posible: el impulso de imitación “sentimental”. El protestante lleva a cabo su esfuerzo de adhesión a Cristo por medio de una iluminación interior que debería hacer puros al corazón y a la mente. El método católico, en cambio, se basa en el encuentro con la realidad viva de Cristo hoy, la Iglesia. En este encuentro el hombre capta una correspondencia entre las exigencias de la propia razón y del propio corazón y la presencia de Cristo. Es decir, lleva a cabo un acto de la razón no reducida a análisis racionalista, sino entendida como sorpresa por la correspondencia entre un hecho, una presencia y las exigencias de la vida. Se hace así más claro que el bien es Cristo, y no lo que el hombre consigue realizar.
En los tres actores principales del drama (el doctor, el constructor y el misionero) se expresan tres modos de entender la promoción humana y el resultado de la caridad. La figura del padre Carlos (en la que se adivina al padre De Foucauld) emerge por su mayor humildad y racionabilidad, a pesar del peso de su propia condición. En la amistad y en la diferencia entre Schweitzer y él se propone el tema de fondo de la obra.
La acción del drama se desarrolla en dos noches, en agosto de 1914, al comienzo de la Primera Guerra Mundial.
En estas páginas intensas Cesbron sorprende el trabajo de la tensión y de la impotencia del genio protestante. El doctor se ve obligado a hacer las cuentas con circunstancias que parecen hacer vano su esfuerzo caritativo: la guerra amenaza su obra, el pueblo no parece progresar y a esto se añade la ingratitud de los enfermos. Todo su ímpetu de generosidad y de bondad sufre una aparente derrota. El sentimiento que le había movido por el camino más cierto para él de la presencia de Cristo tiene que hacer ahora las cuentas con el tiempo, con el cansancio, con las dudas. Con la noche
http://www.huellas-cl.com/articoli/feb04/conoalcanzar.html

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El Pensamiento perdido

Por Albert Schweitzer 

    Vivimos bajo el signo de la decadencia de nuestra cultura. No es la guerra la que ha creado esta situación. La guerra en sí no ha sido más que una manifestación de esa decadencia. Lo que antes existía de espiritual, ha invertido ahora su actividad, y se dedica, cada vez con mayor encarnizamiento, a obrar contra el espíritu. La acción recíproca entre lo material y lo espiritual ha adquirido un carácter que podría llamarse funesto. Frente a las poderosas cataratas, avanzamos arrastrados por la corriente entre espantosos vórtices y remolinos. Solamente con los esfuerzos más sobrehumanos lograremos (suponiendo que exista alguna esperanza de lograrlo) alejar la barca de nuestro destino del brazo peligroso del río adonde nos hemos dejado arrastrar, para volver nuevamente al curso principal. Nos hemos alejado de la cultura, porque ninguno de nosotros se preocupaba de pensar seriamente en la cultura. Ahora todos pueden comprobar que el proceso de aniquilación de la cultura se encuentra en pleno auge. Ni siquiera lo que de ella queda todavía en pie, tiene muchas esperanzas de sobrevivir; se mantiene en pie solamente porque no fue derribado por los embates terribles que arrasaron con lo demás. Pero el material de sus cimientos no es más que pedregullo suelto, como lo era todo el resto. El próximo terremoto puede llevárselo.
    Lo decisivo fue que la filosofía renunciara a cumplir con sus obligaciones. Se convirtió en una ciencia que estudiaba los datos de las ciencias naturales y las ciencias históricas, ordenándolos como material para una Weltanschauung futura, y manteniendo en consecuencia una actividad erudita en todos los campos del saber. Al mismo tiempo, se dejaba absorber cada vez más por el interés en su propio pasado. La filosofía se convirtió casi en una historia de la filosofía. El espíritu creador la había abandonado. Surgió así una filosofía de donde el pensamiento se encontraba ausente. Consideraba atentamente los resultados de las diversas ciencias, los sopesaba y estudiaba, pero no se interesaba más en el pensamiento elemental. En las escuelas y en las universidades, desempeñaba todavía un papel; pero ya no tenía nada que decir al mundo. 
    En última instancia, la filosofía debe ser guía vigilante del sentido común. Su deber habría sido explicar al mundo que los ideales éticos del sentido común ya no se ordenaban como antes en una concepción del universo total; sino que ahora, hasta nueva orden, debían sostenerse por sí mismos, solos, e imponerse al mundo por su propia fuerza.
     La capacidad que posee una persona de ser un portador de cultura, es decir, de comprender la cultura y obrar para ella, depende de su capacidad de ser al mismo tiempo un pensador y un ser libre. La libertad material y espiritual se encuentran íntimamente unidas. La cultura presupone libertad. Solamente puede ser concebida y realizada por una mente libre. Pero el hombre moderno ha perdido tanto la libertad como la capacidad de pensamiento.
     A esta pérdida de libertad se suma el exceso de tensión. Desde hace dos o tres generaciones, una enorme cantidad de individuos han cesado de vivir como personas; sólo viven como trabajadores. Nada de lo que pueda decirse en términos generales sobre el significado espiritual y social del trabajo, vale ya para ellos. El exceso con que por regla general el hombre moderno, en todos los círculos de la sociedad, se ha dejado absorber por las preocupaciones materiales, ha traído como consecuencia un empobrecimiento de su espíritu. Se puede decir que este proceso ya comienza a obrar sobre él durante su primera infancia. Sus padres, presos en un inexorable destino de trabajo, ya no se pueden ocupar de él como sería natural. De este modo se le suprime algo esencial e insustituible para su desarrollo. Más tarde, entregado el joven también al exceso de trabajo, se ve cada vez más impelido a obedecer esa necesidad de ocupación y distracción exteriores. Dedicar las pocas horas libres que le restan a la reflexión íntima o a la conversación seria con personas o con libros, requeriría en él una capacidad de recogimiento que no siempre posee. La inacción más completa, el alejamiento de sí mismo y el olvido constituyen para él una verdadera necesidad física. Por lo tanto, se comportará como un no-pensante. Lo que busca  no es una formación, sino un sostén, y justamente aquella especie de sostén que menos esfuerzo espiritual le exija. Hasta qué punto la falta de pensamiento se ha convertido en el hombre moderno en una segunda naturaleza, lo demuestra el tipo de sociabilidad que habitualmente practica.

    Cuando mantiene una conversación con sus iguales, procura especialmente que esta conversación se mantenga dentro de los límites de la observación de carácter general, y no se convierta en un verdadero cambio de ideas. Ya no posee nada que pueda llamarse su propio yo, y vive dominado por una especie de angustia de que en algún momento se le exija demostrar que lo posee; angustia de tener que demostrar que posee una personalidad. El espíritu que ha provocado esta asociación de los dispersos, día tras día se convierte entre nosotros en una fuerza cada vez más poderosa. Nuestra sociedad está creando una imagen rebajada del hombre. Tanto en los demás como en nosotros mismos, lo único que buscamos es un desempeño correcto de las obligaciones impuestas por el trabajo cotidiano, y poco a poco nos reducimos a no ser nada más; a ser meros trabajadores.
    A la falta de libertad y a la dispersión del hombre moderno, se agrega como freno psíquico de cualquier posibilidad de cultura el hecho de que ese hombre sea tan incompleto. La monstruosa expansión y el constante crecimiento de la ciencia y de la técnica exigen imprescindiblemente  que la actividad de cada uno de sus practicantes se limite a un campo determinado, cada vez más restringido. Tiene lugar así una organización del trabajo, destinada a crear un todo orgánico en el que pueda combinarse armoniosamente la producción de cada uno con la de los demás, la producción que gracias a la intensa especialización adquiere proporciones siempre mayores. Los resultados que así se consiguen son sin duda grandiosos. Pero en cambio se tiende a abolir el significado espiritual del trabajo para el trabajador. El trabajo lo obliga a poner en juego sólo una parte limitada de sus capacidades, y no su entera persona. Esto provoca un efecto de rebote sobre su personalidad. En lugar de esa conciencia de sí mismo que normalmente nace de la persona como una consecuencia de su trabajo, cuando éste le permite poner en juego toda su capacidad de reflexión y su entera personalidad, surge en el trabajador la conformidad consigo mismo, que nace de una participación perfecta y completa, donde la especialidad es lo único que cuenta y permite olvidar la falta de habilidad en los demás campos. En todas las profesiones, pero sobre todo en el dominio de la ciencia, el peligro espiritual de la especialización se hace cada vez más evidente, tanto para el practicante aislado como para la vida espiritual de la sociedad. Y también es de notar que la juventud recibe actualmente una enseñanza que no es lo suficientemente universal como para permitirle descubrir alguna relación entre las diferentes ciencias, y crearse de este modo, de la manera  más natural, un panorama del saber contemporáneo.
     Ese hombre sin libertad, disperso e incompleto, se encuentra al mismo tiempo amenazado por el peligro inminente de caer en la más completa falta de humanidad. Estamos perdiendo la capacidad de apreciar nuestras afinidades con los demás hombres, con nuestros congéneres. De este modo nos encaminamos por la vía de la inhumanidad. Cuando desaparece la convicción y la conciencia  de que toda persona nos importa por el hecho mismo de ser una persona, la cultura y la ética empiezan a vacilar. El avance hacia una completa y perfecta inhumanidad se vuelve entonces mera cuestión de tiempo. Por otra parte, nuestra sociedad ha cesado de reconocer a todos los hombres su valor y su mérito de hombres. Una parte de la humanidad es, para nosotros, solamente una acumulación de material humano, de hombres como cosas. El hecho de que desde hace unas décadas se haya empezado a hablar con ligereza cada vez mayor de guerra y de depredaciones, como si se tratara de sencillas combinaciones sobre un tablero de ajedrez, ha sido posible únicamente porque se ha creado en la sociedad una imagen del mundo que ya no es capaz de concebir el destino de la persona individual, porque la considera en su exclusiva cualidad de número y de objeto. 
    Toda nuestra vida espiritual se desarrolla en el seno, en el ámbito y bajo la égida de las organizaciones. Desde su primera juventud, el hombre moderno se ve perseguido constantemente por la idea de la disciplina que se le quiere imponer, hasta que llega el momento en que pierde su condición individual y sólo puede imaginarse como formando parte de una colectividad. Un intercambio, una mise-au-point de ideas entre persona y persona, como la constituyó la mayor grandeza del siglo dieciocho, hoy ya no podría tener lugar. En aquellos tiempos no se sentía el respeto que hoy se siente por la opinión de la colectividad. Todas las ideas tenían que surgir del sentido común, de la inteligencia individual, y justificarse ante ella. Hoy, el respeto constante hacia las ideas generales y conceptos básicos que rigen en el seno de las colectividades organizadas, se ha convertido en una regla que no se discute. Tanto para sí  como para los demás, el individuo pone en primer plano, porque cree en ellas con la fe más irreductible, todas aquellas ideas u opiniones que considera propias de su nacionalidad, de su confesión religiosa, de su partido político, de su clase social y de más grupos a los que de algún modo pertenece. Valen para él como si fueran un tabú, y se encuentran no solamente fuera de toda posible crítica, sino también excluidas como tema de conversación. Esta actitud, mediante la cual renunciamos nosotros mismos a nuestra condición de seres pensantes, suele llamarse, eufemísticamente, respeto a las propias convicciones, como si pudieran existir verdaderas convicciones donde no existe el pensamiento. 
    El hombre moderno se pierde en la colectividad de la manera más increíble. Esta es quizá la tendencia más característica de su personalidad. Y de este modo penetramos en una nueva Edad Media. Una vez que el acto volitivo común se convierte en regla fija, la libertad de pensamiento ya no sirve para nada, es inútil. Solamente volveremos a sentir una necesidad de libertad espiritual, cuando el individuo aislado vuelva a ser espiritualmente independiente, y se encuentre en una relación más honorable y natural con respecto a las organizaciones que son ahora la cárcel de su psiquis. Librarse de esta Edad Media en que nos encontramos actualmente costará mucho más de lo que le costó a la humanidad europea emerger de la anterior. Porque en aquella ocasión la lucha se dirigía contra ciertos poderes autoritarios que habían sido impuestos por las circunstancias históricas. Hoy se trata en cambio de lograr que el individuo pueda abrirse paso para escapar de la prisión espiritual que él mismo se ha creado. ¿Puede haber tarea más difícil? Todavía no existe una idea clara de esta miseria espiritual en que vivimos. Año tras año se hace más intensa la difusión de opiniones nacidas de la colectividad, con exclusión del pensamiento individual.
     No solamente desde el punto de vista intelectual, sino también desde el punto de vista ético es anormal la relación presente entre el individuo y la colectividad. Al renunciar a la propia opinión, el hombre moderno renuncia también al propio juicio moral. Para poder encontrar bueno lo que la colectividad, de palabra y de hecho, recomienda como bueno, para poder condenar lo que según ella es condenable, tiene que contener las reflexiones que surgen en su mente. No solamente ante los demás, sino también ante sí mismo trata de impedir que estas reflexiones cobren expresión. De este modo su juicio se pierde en el juicio de la masa, y la moral en la colectividad.
    ¿Qué es una concepción del universo? Es el conjunto de ideas que la sociedad y el individuo aislado se han formado sobre la esencia y la razón del mundo, sobre la posición y el destino de la humanidad y del hombre dentro de ella. El saber último hacia el cual tendemos es el conocimiento de la vida. Nuestros conocimientos nos muestran la vida desde afuera, nuestra voluntad desde adentro. 
   La duda sobre si la multitud es capaz de la reflexión necesaria para llegar a una concepción del universo o Weltanschauung inteligente acerca del individuo y acerca del mundo, resulta justificada cuando se considera como ejemplo el hombre moderno. Pero éste es un fenómeno patológico, en su renuncia a la necesidad de pensar. De por sí, existe en el individuo medio una capacidad dada de reflexión, que no solamente le permite crearse una Weltanschauung propia a través de su pensamiento, sino que además hace de ella una necesidad normal. Los grandes movimientos de opinión que tuvieron lugar en las épocas antiguas y modernas, permiten sostener con confianza la tesis de que en el individuo normal existe un pensamiento elemental capaz de despertar de su letargo. Y también la observación cotidiana de las personas que nos rodean, y de los niños cuando uno tiene contacto con ellos, confirman esa creencia. Un impulso elemental hacia una Weltanschauung, fruto del pensamiento, se agita en nosotros durante la infancia y la adolescencia, cuando se está formando nuestra personalidad independiente como seres pensantes. Más tarde permitimos que ese impulso sea acallado, aunque sentimos claramente que de ese modo nos empobrecemos y nos volvemos menos capaces para el bien. Somos como manantiales, que ya no manan más agua porque nadie los cuida y se  van llenando poco a poco de escombros y residuos. Todo lo que es persona, está destinado a desarrollarse hacia una verdadera personalidad a través de su propia   Weltanschauung nacida del propio pensamiento. 
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Efemérides de septiembre
Día 4. 1965 - Muere Albert Schweitzer, teólogo evangélico, organista y médico

Albert Schweitzer, teólogo evangélico, organista y médico que decidió ir a vivir en África para contribuir a mejorar el nivel de salud de las poblaciones de ese continente, nació en la población alsaciana de Günsbach en 1875. Se inició paralelamente en el estudio de la música, la medicina y la teología. Aún no había cumplido los 30 años cuando ya ocupaba una cátedra en la Universidad de Estraburgo y se iba haciendo al mismo tiempo un organista famoso por sus interpretaciones de obras de Johann Sebastian Bach. Sin embargo, no se sentía satisfecho en su vida, y según sus propios testimonios creía que tenía que darle un sentido. Por eso, se puso a recoger datos sobre la actividad de los grupos misioneros en África, y realizó algunos estudios de medicina.
Su mujer compartió el entusiasmo de Albert y juntos iniciaron una extensa gira de conciertos de órgano con el objeto de juntar fondos para el que se había convertido en su sueño: construir un hospital en algún sitio de África donde la medicina occidental aún no hubiera llegado.
Así, a principios de 1913 se embarcaron en Burdeos con un cargamento de 70 cajones de medicina e instrumental quirúrgico, una buena cantidad de libros de teología y filosofía, y un piano. El 21 de marzo de ese año los dos llegaban a Lambaréné, en África Ecuatorial, junto al río Ogowe, a 300 kilómetros de la costa. Allí fundaron un hospital. En su libro "Entre el agua y la selva", terminado en 1920, Schweitzer relata que en sus primeros nueve meses en África "he visitado a dos mil pacientes y he podido constatar que en este lugar están representadas la mayoría de las enfermedades europeas".
Sobre su primera intervención quirúrgica, una hernia, realizada el 15 de agosto de 1913, relata: "Se reúne a toda prisa todo el instrumental quirúrgico. Mi mujer se hace cargo de la anestesia. Un misionero me sirve de ayudante. Pero lo que más me impresiona es la seguridad con que aquel negro se tumba sobre la mesa de operaciones".
Su muerte, a los 90 años, y tras haber recibido en 1952 el premio Nobel de la Paz por su obra de carácter social, no fue en otro lugar que en Lambaréné, el destino que había elegido para siempre.
viernes, 28 de diciembre de 2007
http://www.cultstgo.cult.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=46&Itemid=27

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Finale

En dos escritos de MUNDO MEJOR dejé un Capítulo dedicado al Dr. Schweitzer, los CiberEscritos 123 y 125, destacando que en el 125, último de la serie CiberEscritos, planteo:

Hace unos días el escrito 125 se encuentra en el CiberEspacio. Son las 4 de la madrugada y me he despertado con 2 preguntas que en sueños alguien me formulaba o señalaba que debieran acá quedar. Considerando que todavía estamos antes de su fecha oficial de lanzamiento, estas son:

1) De las respuestas dadas ¿cuál quisieras ampliar?
2) ¿Qué te faltó escribir y hubieras deseado como CiberEscrito dejar?

Para responder escucho los Conciertos para violín de J. S. Bach, cierro los ojos y me parece ver a Albert Einstein tomando su violín para ejecutar alguna melodía de J. S. Bach y, con esa perfecta armonía musical sincronizar su mente en alfa cerebral con la perfecta fórmula que él, como físico haría realidad. Luego imagino al médico misionero Dr.
Albert Schweitzer, en su misión apostólica creada en Lambaréné, África, mientras, durante la Primera Guerra Mundial, en 1917-1918 era llevado a un campo de concentración para civiles en Provence, Francia, por ser de origen alemán. El Dr. Schweitzer tocaba el órgano desde los nueve años. Allí, en el cautiverio, él logra en una mesa tallar el teclado de un órgano, para así no perder la práctica de su magistral ejecución de la música de J. S. Bach. ¿Cómo? Si, entiendo tu duda, sólo él lograba escuchar la melodía mental que sus dedos le hacían llegar desde el mudo teclado... e igual hacían vibrar en su oído interno al Órgano de Corti cuyo teclado reproducía en sonido lo inaudible y sin melodía, pues el genio sentía la melodía de manera transpersonal.

Esto me lleva a querer ampliar la respuesta a la pregunta -LXII-, pregunta que dice:

Estimado Dr. Seperiza:

Es Increíble!!!!!! es la primera vez que encuentro en mi vida a alguien más que como yo categorice la música y se de cuenta de que diferentes músicas producen increíbles efectos. Pero sobre este tipo de música de 60 pulsos y su efecto sobre las ondas cerebrales nunca lo había conocido. Y aunque lamentablemente la música Barroca nunca fue de mi gusto, los argumentos que usted da para escucharla ahora son demasiado poderosos. En Venezuela el gobierno no permite las divisas para importaciones y hay una gran deficiencia de esa música, cosa que antes era abundante. Las dos únicas grabaciones que he encontrado son el Concierto de Brandeburgo y las Cuatro Estaciones. Por favor dígame si son apropiadas... Si fuera tan amable decirme los nombres de algunos conciertos para empezar y solicitarlo al exterior.

Amigo venezolano, ampliando la Respuesta precedente además te señalo:

Busca y esas barrocas melodías para cuerda te llegarán. Por lo demás no necesitas ser un erudito ni algo parecido para escuchar, por ejemplo, los conciertos para violín de J. S. Bach. Cierra los ojos y siente la perfección de esa música que, es tan perfecta que ejecutada computacionalmente al revés no pierde su armonía. Mientras más la escuches más te cautivará y entenderás. Usa el poder mental de la Visualización y deja pasar los acordes a tu cerebro e imagina que tu ritmo cerebral entra en el óptimo nivel de equilibrio alfa de 10 ciclos por segundo. Embébete de ese regalo, que es Divino, sabiendo que ya estás en alfa y has abierto la puerta cerebral para que lo sutil de tu mente te haga llegar inspirados pensamientos. Lo triste del asunto es que pocos lo entenderán y menos aún lo llevarán a la práctica... Una pena y un desperdicio. ¿No te parece?

Supongamos que existiera un órgano o instrumento musical con 35.000 teclas diferentes y por lo tanto 35.000 grandes tubos distintos, uno para cada tecla. Imaginemos a cada tecla con otras 5.000 más, siendo un conjunto para cada una de las siete notas musicales y que cada una posee a su vez la plasticidad y sensibilidad para vibrar de acuerdo con los sonidos que recibe. Quizá es un instrumento musical inimaginable por su magnitud e imposibilidad de construir más aun si cada tecla y tubo están dotados de bio-plasticidad que les permite sutilizarse si la música a interpretar es la de un Inspirado Regalo Divino. Sin embargo un instrumento así todos lo tenemos en el oído interno, es una pequeña estructura sensorial llamada Órgano de Corti que está dotado de biológica plasticidad y tiene las 35.000 teclas agrupadas en 5.000 para cada nota musical con sus respectivos tubos o células ciliares. Acá los dedos del ejecutante son los sonidos del mundo exterior que cada uno escucha. Dentro de esa gama tan amplia de 35.000 matices o tonalidades auditivas, las hay para responder a lo denso y los hay para responder a lo sutil. Escuchar la música inspirada clásica en general y la música barroca en especial y, en lo puntual la para cuerdas de J. S. Bach, estimula el amplio espectro de la gama sutil del órgano de Corti y permite la entrada en acción de gran cantidad de "teclas" inactivas, en las que se produce una resonancia que, si es reiterada, magnetiza a las teclas densas y las sutiliza, mejorando la percepción auditiva y el buen gusto musical... como Schweitzer lo entendió.

Cada célula es algo maravilloso equivalente a una mega industria inteligente que elabora y crea compuestos químicos que una fábrica exterior no es capaz de lograr ni siquiera con su maravillosa moderna tecnología. Dentro de las células hay algunas altamente especializadas como lo son las neuronas cerebrales y las que cumplien funciones sensoriales, como es el caso de las células ciliares o teclas receptoras del sonido en el Órgano de Corti, células del teclado que dan lugar a una cuerda musical, o tubo del órgano, que por la vía auditiva llega al cerebro en donde se induce la estimulación reflejada en ondas cerebrales como respuesta al estímulo auditivo. Esa recepción llega a la mente, a su zona densa o sutil según sea la calidad musical que cada uno escucha y, de acuerdo a esa calidad musical será la respuesta que desde la mente pasa hacia el cerebro. Estas células excitables de la vía sensorial acústica son baterías eléctricas 
con abundantes iones de carga negativa en el interior y de iones de carga positiva en el exterior. El movimiento de la onda sonora hace que se abran poros de los cilios, lo que permite que los iones positivos entren rápidamente dentro de la célula y se produzca la "despolarización". A través de una serie de procesos bioquímicos, esta despolarización hace que la célula pilosa libere moléculas neurotransmisoras, sustancias químicas que transmiten la señal eléctrica de un nervio a otro hasta alcanzar los receptores de las células nerviosas. El contacto con los receptores despolariza las fibras nerviosas y desencadena una señal eléctrica que pasa por el nervio auditivo hacia una específica área cerebral y, de manera cuántica, salta desde el cerebro hacia la mente.

Abruma comprobar el ocultamiento oficial del negativo efecto cerebral y mental de la música moderna densa-estridente, tan de moda y tan mediatizada a pesar del caos cerebral que produce al trabajar el cerebro en el ciclo beta caótico de más de 40 ciclos por segundo, el del desorden total, el cual si es reiterado daña delicadas estructuras en el cerebro, bloquea la puerta mental y lleva a la irreversible idiotización, un paso previo natural hacia la drogadicción. ¿Por qué? Para mantener a los jóvenes dormidos, con el fin que los menos posible logren discernir la actual realidad. ¿Cuál realidad? Ver detrás de la máscara social reales rostros de religiosos, pastores, filósofos, artistas, políticos, escritores, gobernantes: Eso no es grato a los señores de la modernidad... En cambio, la música clásica inspirada y en especial la barroca para cuerdas, favorece la entrada en acción de muchas de las teclas del Órgano de Corti que se sutiliza, mejorando la capacidad auditiva, favorece al cerebro con su ritmo ideal alfa de 10 ciclos por segundo y abre puertas para que la mente sutil se manifieste, lo que agudiza el discernimiento y activa cualidades latentes llamadas paranormales, que yo prefiero denominar atributos dormidos que todos tenemos.

¿Qué me faltó escribir y hubiera deseado como CiberEscrito dejar?

Me hubiera agradado escribir 6 títulos más:

1.- El dedicado a Leonardo de Vinci un genio del futuro nacido en el pasado.
2.- El dedicado al
Dr. Albert Schweitzer.
3.- El dedicado al último Maestro que estuvo entre nosotros con forma física, I. K. Taimni.
4.- Repetita Iuvant -III- con las claves más relevantes dejadas en estos 125 escritos.
5.- Un relato de ficción sobre las vivencias de Zoltan en su Misión Tierra y los recuerdos de su mundo en la cuarta dimensión.
6.- Un relato imaginario de mi visita a la quinta dimensión y verme como alma preparando la nueva encarnación en el trabajo grupal de seres afines entre sí.


Ese planteamiento de anhelar haber escrito esos seis títulos más, obedeció al suponer que aquel N° 125 de la serie, con fecha agosto de 2004, estructurado sobre la base de 67 CiberPreguntas enviadas por CiberLectores mediante correo electrónico, con sus respectivas respuestas entregadas por el expositor, en un imaginario Salón virtual que nos reunía para lo que sería "La última Charla", ponía entonces fin a la labor de CiberEscritor del Portal. No fue así, por el contrario, habló la Musa inspiradora y se crea la segunda sección que alojó 64 nuevos títulos, la cual dio paso a la tercera sección con 123 títulos más, seguida a contar de diciembre de 2007 por la actual con este 4° título, el primero de 2008, en la que uno de los seis anhelos se hace realidad. Como escritor del Portal quedan cinco anhelos pendientes, puede que pronto uno pueda ser realidad, ignoro si los otros cuatro se concretarán. Lo concreto es que el presente título: "Dr. Albert Schweitzer" es realidad y sus cuartillas han intentando mostrar a un hombre bueno y realizado dentro de la modernidad, modernidad que cada día nos aleja más de la bondad y la realización, siendo su contrapeso femenino para esta decadente modernidad de Fin de Tiempo la notable figura de Sta. Teresa de Calcuta (CiberSoliloquio 47) y si no tenemos en el santoral un San Albert de Lambaréné es porque él era protestante...

Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
Enero 2008
MUNDO MEJOR
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