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La zona incierta es un núcleo del subtálamo situado entre el fascículo talámico y el lenticular. Recibe proyecciones del córtex motor. Está implicado en la vía extrapiramidal y actúa controlando la movilidad.

 

Qué es la misteriosa "zona incierta" del cerebro

 (Y qué pistas ofrece un nueva investigación sobre ella.)

5 de abril 2023
 

El cerebro humano es un órgano tan poderoso como misterioso.
En esta masa de aproximadamente 1,5 kg habitan unas 86.000 millones de neuronas que conforman la materia gris. Eso equivale casi al número de estrellas en la Vía Láctea.
Esas neuronas se conectan entre sí mediante sinapsis. Se calcula que el número de sinapsis en el cerebro humano es cerca de un cuatrillón, eso es un 1 seguido de 15 ceros.
Los científicos saben que existen esas conexiones, pero aún no logran resolver exactamente cómo y dónde es que se produce, se almacena y se procesa toda la información que llega y sale de nuestro cerebro gracias a esa sinapsis.
Un ejemplo de esos enigmas del cerebro y la memoria es la llamada "zona incierta", una región de la que existen más preguntas que respuestas.
El primero en describir esta parte del cerebro fue el neuroanatomista suizo Auguste-Henri Forel, en 1877.
"Es un región de la cual no se puede decir nada con certeza", escribió Forel.
Hoy, casi 150 años después, la situación sigue siendo prácticamente la misma. A pesar de todos los avances que ha habido en la medicina y la tecnología, nadie entiende muy bien qué es la zona incierta.
En medio de la incertidumbre, sin embargo, los expertos tienen pistas de que la zona incierta juega un rol en procesos clave del cuerpo humano como la memoria.
Aun así, es una parte que se ha estudiado muy poco.
Pero estudios recientes han encontrado nuevas pistas de esta región tan importante pero tan olvidada de nuestro cerebro.
Las (pocas) certezas
A la zona incierta también se le conoce como zona de incertidumbre.
Esta región es una franja de materia gris ubicada en la zona central al interior del cerebro.
"Es como una sábana de neuronas que se extiende entre el tálamo y el hipotálamo", le dice a BBC Mundo la doctora Huizhong Tao, profesora de fisiología y neurociencias en la Universidad del Sur de California.
La Zona Incierta del Cerebro es una zona ubicada entre el tálamo y el hipotálamo cerebral.
 
A lo largo de la zona incierta se han identificado al menos cuatro subregiones, cada una de ellas asociada con un rol específico, que incluyen desde funciones motoras y viscerales, hasta la excitación y la atención.
La zona incierta también se ha relacionado con funciones como el sueño, la regulación del dolor y el aprendizaje, según explica la doctora Huizhong.
Y un reciente estudio en ratones mostró que también podría jugar un importante rol en la consolidación de la memoria a largo plazo.
Más allá de eso, es poco lo que se sabe de los mecanismos bajo los cuáles actúa y cómo se comunica con otras regiones del cerebro para cumplir sus tareas.

FUENTE DE LA IMAGEN,GETTY
Por ejemplo, la zona incierta es una de las pocas regiones a las que comunmente se apunta para la estimulación de pacientes con párkinson, pero los científicos no están seguros de por qué tiene la capacidad de aliviar los síntomas de la enfermedad.
¿Por qué es tan difícil de estudiar?
La zona incierta es una estructura delgada, ubicada en lo profundo del cerebro, por eso es difícil estudiarla en personas vivas, indica Huizhong.
Además, explica la experta, la composición química y celular de esta membrana es compleja.
Cada una de sus subdivisiones tiene, al parecer, diferentes funciones, y sus neuronas involucran la acción de hasta 20 neurotransmisores distintos, con lo cual se hace difícil analizarla como un todo.
Y, como si fuera poco, "su conexión con otras partes del cerebro es extremadamente compleja", dice Huizhong.
La zona incierta se comunica con casi todos los centros del circuito neuronal, desde la corteza del cerebro hasta la espina dorsal, lo cual también ayuda a explicar por qué está involucrada en roles tan diversos.
¿Qué pistas han surgido?
Un estudio reciente en ratones, conducido por la Universidad de Friburgo y el Instituto Max Planck para la Investigación del Cerebro, en Alemania, encontró nuevos indicios de que la zona incierta podría tener un rol clave en la capacidad de atención y la memoria perdurable.
El análisis mostró que la zona incierta tiene una particular conexión con la neocorteza cerebral, la región más grande y más evolucionada del cerebro.
En los humanos, la neocorteza se considera el mayor almacenamiento de memorias de largo plazo. También es la encargada de varias de las funciones cognitivas que nos distinguen , como el razonamiento, la conciencia y el lenguaje.
Sin embargo, no se sabe exactamente cómo es que los recuerdos y las experiencias llegan y se quedan guardadas ahí.
Señales internas y externas
Para formar nuevos recuerdos, el cerebro debe hacer una conexión entre los estímulos sensoriales que provienen del exterior y las señales internas que contienen información de experiencias pasadas.
Para ello, las neuronas intercambian señales que excitan (activan) o inhiben (desactivan) ciertas áreas del cerebro según sea necesario.
En el pasado, los estudios se habían enfocado en observar el efecto que tienen las las señales excitadoras sobre el aprendizaje y la memoria.
Este nuevo estudio, por el contrario, se centró en señales inhibitorias que surgen desde la zona incierta.
De esta manera, observaron que la zona incierta juega un rol en el aprendizaje y la memoria, no mediante la excitación de otras neuronas, si no mediante la inhibición.
Esa inhibición que genera la zona incierta crea una "red inhbitoria" que desactiva ciertas conexiones para optimizar el flujo de conexiones excitadoras en otras áreas.
Esa "red inhibitoria" podría compararse con un sistema de semáforos que se coordinan entre ellos para detener el tráfico en algunas vías y así permitir que fluya con mayor rapidez en otras.
"Lo que observamos fue una redistribución completa de la inhibición dentro del sistema", dice Anna Schroeder, autoria principal del estudio.
Mediante ese mecanismo, el resultado neto es una excitación de los circuitos de la neocorteza para facilitar el aprendizaje.
¿Por qué es importante?
"Este estudio es muy interesante", dice la doctora Huizhong, quien no estuvo involucrada en la investigación.
"Ofrece nuevos conocimientos sobre los mecanismos neuronales para el aprendizaje y la memoria".
Los autores de la investigación afirman que comprender los mecanismos con los que se forman los recuerdos puede ser útil para los tratamientos contra la pérdida de la memoria, desórdenes de ansiedad o el párkinson.
Mencionan, incluso, que puede tener implicaciones en el desarrollo de inteligencia artificial y el desarrollo de software.
Por ahora, sin embargo, se conforman con que su estudio sirva para "inspirar a otros investigadores" a que sigan buscando pistas para resolver el misterio de la zona incierta.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-64972532

 

La “zona incierta”: un estudio encuentra pistas sobre una parte del cerebro que la ciencia no logra entender

 

6 ABR 2023

 

Pese al creciente desarrollo de la tecnología y la medicina, existe una parte del cerebro humano que ningún científico consigue comprender, y es que tiene conexiones complejas que dificultan poder estudiarla.

 

A estas alturas, cualquiera pensaría que la ciencia conoce al derecho y al revés el cerebro humano. Y es que esta masa, de 1,5 kg, ha sido objeto de estudio desde hace décadas: se sabe que en él habitan cerca de 86 mil millones de neuronas que se conectan y permiten producir, almacenar y procesar la información que entra y sale.

No obstante, existen enigmas del cerebro que, a pesar del creciente desarrollo de la tecnología y la medicina, todavía no se han podido resolver. En estos misterios entra la “zona incierta”, una región del órgano más complejo de nuestro cuerpo que ningún científico entiende cómo funciona.

Una zona que genera más preguntas que respuestas

La primera vez que alguien describió esta extraña parte del cerebro fue en 1877. El neuroanatomista Auguste-Henri Forel, de Suiza, escribió que se trata de “una región de la cual no se puede decir nada con certeza”.

Han pasado casi 150 años, pero el entendimiento sigue siendo lo mismo. Nadie logra comprenderla, y es que esta dificultad ha hecho que se estudie muy poco, pues tampoco se sabe sus mecanismos de acción ni cómo se conecta con las otras zonas del cerebro.

Las escasas pistas de los estudios han determinado que la llamada zona incierta, o zona de incertidumbre, es una franja de materia gris que está en la zona central, al interior del cerebro. Tiene al menos cuatro subregiones, que tienen tareas específicas: funciones motoras y viscerales e incluso excitación y atención.

Pero también estaría relacionada con las funciones del sueño, regulación del dolor y aprendizaje, explicó la doctora Huizhong Tao, profesora de fisiología y neurociencias en la Universidad del Sur de California, a la BBC.

Un nuevo estudio entrega pistas sobre qué puede ser

Después de investigar en ratones, un estudio que condujo la Universidad de Friburgo y el Instituto Max Planck para la Investigación del Cerebro, en Alemania, encontró indicios de que esta zona podría tener un rol clave en la capacidad de atención y en la memoria perdurable.

Esto porque la “zona incierta” tiene una conexión con la neocorteza cerebral, la parte más grande y evolucionada del cerebro, donde -en humanos- se almacena la memoria de largo plazo y la que genera las funciones que más nos distinguen entre otras especies: el razonamiento, la conciencia y el lenguaje.

Para entenderlo bien, hay que saber que el cerebro funciona con las neuronas, que activan y desactivan ciertas áreas del cerebro según lo que quiere lograr.

Los estudios suelen enfocarse en el efecto que tienen las señales que se activan sobre el aprendizaje y la memoria, pero esta nueva investigación optó por centrarse en las que se desactivan, también llamadas inhibitorias, que “apagan” ciertas conexiones para permitir que otras se “enciendan”.

Un ejemplo para entender mejor es que esta red de conexiones funciona como unos semáforos: se coordinan entre ellos para detener el tráfico en algunas vías para que fluya con mayor rapidez en otra.

esta investigación encontró que la “zona incierta” juega un rol en el aprendizaje y la memoria desactivando conexiones, facilitando que otras zonas de la neocorteza se activen y faciliten el aprendizaje.

La importancia del nuevo descubrimiento

“Este estudio es muy interesante. Ofrece nuevos conocimientos sobre los mecanismos neuronales para el aprendizaje y la memoria”, comentó la doctora Huizhong.

Por su parte, los autores de la investigación dijeron que comprender cómo funciona es información útil para los tratamientos de la pérdida de la memoria, desórdenes de ansiedad o, incluso, la enfermedad de Parkinson.

Además, hicieron un llamado a “inspirar” a otros científicos a seguir buscando pistas de esta misteriosa zona dentro de nuestras cabezas.

https://www.latercera.com/tendencias/noticia/la-zona-incierta-un-estudio-encuentra-pistas-sobre-una-parte-del-cerebro-que-la-ciencia-no-logra-entender/L5ID565L4BECDMYOIQQ35G4KNQ/

 

 

Estudio encuentra partes del cerebro que no logra comprender, catalogándola como “Zona Incierta”

La Zona incierta contiene una serie de complejas conexiones que dificultan su estudio.

Abril 9, 2023

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El desarrollo actual de ciencia y tecnología demuestra que no ha sido lo suficientemente eficaz en el estudio de nuestro cerebro, una masa 1,5kg en la cual habitan cerca de 86 millones de neuronas  que se conectan y permiten producir, almacenar y procesar la información que entra y sale a través de estímulos.

La “Zona incierta” es aquella región de nuestro cerebro en la cual ni la mejor tecnología ni expertos han podido ingresar debido a su alta complejidad. Han pasado años desde la primera vez que se habló de este segmento, el cual fue en 1877. El neuroanatomista Auguste-Henri Forel, de Suiza, escribió que se trata de “una región de la cual no se puede decir nada con certeza”.

A pesar de que han pasado 150 años desde su descubrimiento, nadie logra comprenderla, y es que esta dificultad ha hecho que se estudie muy poco, pues tampoco se sabe sus mecanismos de acción ni cómo se conecta con las otras zonas del cerebro.

Esta región se trataría de  una franja de materia gris que está en la zona central, al interior del cerebro. Tiene al menos cuatro subregiones, que tienen tareas específicas: funciones motoras y viscerales e incluso excitación y atención. También, se encarga de regular  las funciones del sueño, regulación del dolor y aprendizaje, según explicó la doctora Huizhong Tao, profesora de fisiología y neurociencias en la Universidad del Sur de California, a la BBC.

Tras un estudio realizado por la Universidad de Friburgo en Alemania, se encontró indicios de que esta zona podría tener un rol clave en la capacidad de atención y en la memoria perdurable, luego de experimentar con ratones. 

Esta relación se debe a la conexión con la neocorteza cerebral, la parte más grande y evolucionada del cerebro, donde se almacena la memoria de largo plazo y la que genera las funciones que más nos distinguen entre otras especies: el razonamiento, la conciencia y el lenguaje.

https://elcentro.cl/2023/04/09/estudio-encuentra-partes-del-cerebro-que-no-logra-comprender-catalogandola-como-zona-incierta/

 

Descubren de qué se encarga una misteriosa zona del cerebro

Este trabajo proporciona el primer examen funcional de cómo la inhibición de largo alcance que se inicia en la zona incierta da forma a los cálculos de la neocorteza y la regulación de sus funciones

 

Diciembre de 2022

 

Científicos alemanes han descubierto que la zona incierta, un área del cerebro poco conocida, se comunica de una forma poco ortodoxa con la neocorteza, el sitio de almacenamiento definitivo de los recuerdos, para controlar rápidamente la formación de la memoria. Los investigadores sostienen que el estudio de la memoria tiene implicaciones que van desde su tratamiento y los trastornos de ansiedad hasta la inteligencia artificial y el diseño eficiente de ‘hardware’ y ‘software’ y, por lo tanto, es de gran importancia.

 

Para formar recuerdos, el cerebro necesita construir asociaciones entre las señales sensoriales que vienen ‘de abajo hacia arriba’ (o de afuera hacia adentro) del entorno y las señales ‘de arriba hacia abajo’ (o de adentro hacia afuera) generadas internamente que transmiten información sobre experiencias pasadas y los objetivos actuales. Estas señales de arriba hacia abajo continúan siendo enigmáticas y, por lo tanto, son un foco importante de la investigación actual.

 

La doctora Anna Schroeder, primera autora del estudio, decidió centrarse en un núcleo subtalámico predominantemente inhibidor, la zona incierta (también conocida como ‘zona incerta’ o ‘zona de incertidumbre’), para abordar esta importante cuestión. Aunque la función de esta región cerebral sigue siendo una incógnita, los hallazgos preliminares de estos investigadores indicaron que la zona incierta envía proyecciones inhibitorias que inervan (transmiten estímulos nerviosos) selectivamente regiones de la neocorteza que se sabe que son importantes para el aprendizaje.

«Los resultados fueron sorprendentes», recuerda Schroeder. «Si bien aproximadamente la mitad de las sinapsis desarrollaron respuestas positivas más fuertes durante el aprendizaje, la otra mitad hizo exactamente lo contrario. En efecto, lo que observamos fue una redistribución completa de la inhibición dentro del sistema debido al aprendizaje», explicó Schroeder. Esto sugiere que las sinapsis de la zona incierta codifican la experiencia previa de una manera única y bidireccional. Las proyecciones de esta zona codifican la relevancia aprendida de los estímulos sensoriales.

También descubrieron que estas proyecciones inhibidoras forman preferentemente conexiones funcionales con otras neuronas inhibidoras en la neocorteza, creando, de hecho, un circuito desinhibitorio de largo alcance. «Esta conectividad implica que una activación de la zona incierta debería resultar en una excitación neta de los circuitos neocorticales«, sostiene Schroeder. «Sin embargo, combinar esto con la redistribución de la inhibición que vemos con el aprendizaje muestra que esta vía probablemente tenga consecuencias computacionales aún más ricas para el procesamiento neocortical».

Las claves en las vías inhibidoras de largo alcance 

«Las vías inhibidoras de largo alcance son mucho más dispersas y menos numerosas, pero la creciente evidencia sugiere que aún pueden tener efectos sorprendentemente sólidos en la función y el comportamiento de la red», dice el profesor Johannes Letzkus, quien dirigió el estudio. Los investigadores descubrieron que silenciar estas proyecciones durante la fase de aprendizaje perjudica, más adelante, el rastro de la memoria, lo que indica que la plasticidad bidireccional que ocurre en estas proyecciones es necesaria para el aprendizaje.

Este trabajo proporciona el primer examen funcional de cómo la inhibición de largo alcance que se inicia en la zona incierta da forma a los cálculos de la neocorteza y la regulación de sus funciones. Las señales identificadas en este estudio probablemente sean críticas no solo para la memoria, sino también para una serie de funciones cerebrales adicionales, como la atención. El estudio fue publicado en la revista académica Neuron.

https://www.elciudadano.com/actualidad/descubren-de-que-se-encarga-una-misteriosa-zona-del-cerebro/01/11/

 

 

Factores cognitivos, mórbidos y premórbidos en la formación y sustento de la creencia en lo paranormal

 

Septiembre 2020

Muchos científicos pueden preguntarse por qué tantos investigadores emplean su tiempo analizando las causas y las consecuencias de creencias aparentemente erróneas. Sin embargo, las creencias paranormales son altamente incidentes en la población. Encuestas realizadas en todo el mundo revelan, de manera consistente, que aproximadamente el 50 % de las personas mantienen una o más creencias paranormales, y aproximadamente la mitad de ellas cree haber tenido una experiencia paranormal genuina (Irwin, 2009). Independientemente de su veracidad, estas creencias y experiencias constituyen claramente una importante dimensión de la psicología humana.

El concepto de “paranormal” hace referencia a una serie de fenómenos, hasta ahora, inexplicados e inconsistentes con las teorías científicas actuales (French, 1992). Un reciente escrutinio realizado en la universidad de Chapman (Bader, Day y Gordon, 2017) con 1 207 participantes reveló que el 52.3 % creía en lugares encantados y fantasmas, el 35 % creía que los extraterrestres habían visitado la Tierra, el 25 % manifestó creer que algunas personas pueden mover objetos con su mente, el 19.4 %, que existen adivinos y videntes que pueden prever el futuro, y el 16.2 % expresó su creencia en la existencia de formas de vida extraordinarias. Estos datos son sorprendentemente elevados teniendo en cuenta que la evidencia científica para este conjunto de fenómenos, en general, no es lo suficientemente robusta como para apoyar estas cifras, lo que sugiere la existencia de un mecanismo psicológico implicado en la génesis y sustento de las creencias paranormales. En esta línea, la investigación en el área pone de manifiesto un amplio número de factores y teorías explicativas, sin pasar desapercibido un considerable deterioro de la figura del creyente, apelando, la mayoría de estudios, a una deficiencia de nivel educativo, intelectual y/o de cordura de este. Esto origina una presión social que hace aún más sorprendentes las estadísticas encontradas en las encuestas de prevalencia.

Desde el ámbito clínico, la creencia en lo paranormal se explica, principalmente, como un signo de morbilidad del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Rose y Barker (1978) argumentan que, en términos generales, la enfermedad en la población se distribuye a lo largo de un continuo y que antes de que un trastorno se consolide en el sujeto (condición mórbida), suele aparecer una serie de cambios no normativos (condición premórbida) que anteceden a los síntomas típicos del trastorno en cuestión. Así, en el caso de las psicopatologías, algunos tipos de personalidad poseen, en mayor o menor grado, síntomas inocuos de ciertas enfermedades mentales, como la esquizofrenia. En este sentido, la esquizotipia hace referencia a la dimensionalidad continua entre salud y esquizofrenia. Esta se caracteriza por una excentricidad acentuada en cuanto a la apariencia, el comportamiento y el pensamiento. El pensamiento mágico, las creencias y las vivencias inusuales son características frecuentemente observadas en este tipo de personalidad. Son frecuentes la superstición y el sentimiento de poseer poderes especiales que se manifiestan en forma de intuiciones, premoniciones y control sobre los acontecimientos y las personas (Rubio y Pérez, 2004). Varios autores ponen de manifiesto una asociación entre la creencia en lo paranormal y la esquizotipia (Goulding, 20042005Shiah et al., 2014). Pueyo, Teixeira y Álvarez (2001) observaron, en una muestra de universitarios, una fuerte asociación entre creencias y experiencias paranormales subjetivas, así como entre ambas y una medida de personalidad esquizotípica. Estos autores apuntan a que hay personas que presentan manifestaciones propias de la esquizotipia, pero sin presentar la combinación de factores necesaria para su diagnóstico y sugieren estudiar la personalidad esquizotípica desde los factores que la configuran. Otros autores (Dagnall et al., 2017Denovan et al., 2018) afirman que, aunque la literatura muestra una clara asociación entre creencia paranormal y esquizotipia, esta se debe, en parte, a la superposición de los constructos. De hecho, uno de los criterios diagnósticos del trastorno de personalidad esquizotípico se refiere específicamente a creencias extrañas o al pensamiento mágico. Además, estos autores señalan que está claro que la investigación seguirá mostrando una asociación, pero la naturaleza direccional de la correlación entre la esquizotipia y la creencia paranormal es incierta. En concreto, no está claro si la creencia en lo paranormal produce puntuaciones altas de esquizotipia, que promueve creencias paranormales o la relación se explica por una tercera variable común (Hergovich et al., 2008).

Adicionalmente, y de manera similar a como se ha observado en el caso de muchas psicopatologías, algunos estudios han encontrado alteraciones neurológicas asociadas a la creencia en lo paranormal. Persinger (1984) fue uno de los primeros autores en señalar diferencias funcionales entre creyentes y no creyentes, señalando una actividad eléctrica alterada en la corteza del lóbulo temporal de los creyentes en lo paranormal. Esta característica ha sido corroborada con posterioridad en un estudio independiente llevado a cabo por Britton y Bootzin (2004)Brugger et al. (1993), mediante una tarea de decisión léxica taquistoscópica lateralizada, observaron que los creyentes en la percepción extrasensorial no exhibieron una asimetría hemisférica para la tarea, mientras que los no creyentes exhibieron el dominio esperado del campo visual y hemisferio izquierdo documentado en la literatura. Los autores sugieren que la base neurológica de las creencias de tipo delirio puede implicar una liberación de la función del hemisferio derecho del control del hemisferio izquierdo. Wackermann y Allefeld (2007) también observaron una reducción en la asimetría hemisférica cerebral normal, acompañada de una mayor actividad beta excitatoria en el hemisferio derecho de los creyentes. En la misma línea, Schulter y Papousek (2008) reportan una lateralización funcional atípica en los creyentes más convencidos. Pizzagalli, Lehmann, y Brugger (2001) analizaron los perfiles electrofisiológicos de individuos creyentes y no creyentes, y observaron que los creyentes mostraron un patrón excitatorio más desplazado hacia la derecha de la banda β2 (18.5 - 21 Hz), una reducción de las diferencias interhemisféricas en los valores de complejidad Omega, puntuaciones más altas en la Escala de Ideación Mágica, un afecto negativo más general y más imaginería hipnagógica después de un período de relajación. Del mismo modo, y consistente con la literatura previa, los creyentes en lo paranormal mostraron una activación del hemisferio derecho relativamente más alta y una asimetría hemisférica reducida. Los autores argumentan que estos marcadores pueden constituir la base neurofisiológica para la ideación paranormal y esquizotípica.

Desde una perspectiva quizá más tradicional se entiende la creencia en lo paranormal como el resultado del desconocimiento científico y el escaso nivel educativo. Algunos trabajos muestran que a menor nivel educativo, mayor aceptación de ideología pseudocientífica y supersticiosa, y que la creencia en la existencia de habilidades paranormales puede cumplir la función de ayudar al sujeto a percibir el mundo como menos amenazante y más controlable (Miller, 1987). Ya en su día, Russell y Jones (1980) apuntaban a que tanto la aparición como el mantenimiento de estas creencias se puede explicar mediante una posible función de satisfacción de necesidades psicológicas básicas. Del mismo modo, Irwin (19932003Irwin, Dagnall y Drinkwater, 2013) también explican la manera en la que la creencia paranormal puede servir como respuesta adaptativa o, incluso, estrategia de afrontamiento ante la amenaza del entorno al bienestar psicológico de la persona. En esta misma línea, Drinkwater, Dagnall, Grogan y Riley (2017) analizaron, mediante entrevista y análisis temático, una muestra de relatos de experiencias paranormales subjetivas y concluyeron que, en general, la experiencia y la creencia estaban asociadas con la necesidad de comprender lo desconocido y una renuencia a aceptar lo incierto. Así, bajo esta perspectiva, la creencia en lo paranormal podría cumplir una función meramente instrumental a una demanda de naturaleza mayoritariamente funcional y emocional.

Los resultados de la investigación sobre el papel de la autoestima en el desarrollo y mantenimiento de creencias paranormales no son concluyentes. En teoría, las creencias paranormales serían especialmente útiles en personas con baja autoestima como un instrumento para potenciarse a sí mismos. Se podría esperar, así, una asociación negativa entre autoestima y creencia paranormal. Sin embargo, la investigación empírica es confusa y, a veces, parece apuntar en la dirección opuesta. Tobacyk y Milford (1983) estudiaron la discrepancia entre la percepción del yo ideal y el real en relación con la creencia en lo paranormal, y encontraron que la creencia religiosa era la única dimensión de la creencia paranormal asociada a tal discrepancia, pero mostraba una correlación negativa; es decir, creyentes religiosos, en comparación con los no creyentes, percibían su yo real más próximo a su yo ideal. Fitzpatrick y Shook (1994) también mostraron una asociación positiva entre la creencia paranormal y la autoestima. Otros estudios muestran que los creyentes paranormales tienen un sentido grandioso de su propia importancia y singularidad. Tobacyk y Mitchell (1987) mostraron una correlación positiva entre una medida de narcisismo y la creencia paranormal. Este hallazgo fue replicado en un estudio más reciente de Roe y Morgan (2002). La investigación, en general, es confusa. Sin embargo, puede que el error esté en el punto de partida, es decir, en esperar una asociación negativa entre autoestima y creencia en lo paranormal. Si creer en lo paranormal es un mecanismo eficaz para elevar la autoestima del individuo, quizá deberíamos esperar una correlación positiva. Pero este patrón tampoco se aprecia en la literatura con suficiente robustez. Dada la complejidad del constructo de la autoestima, y la diversidad de los factores que la afectan, es posible que en casos de déficit de autoestima más moderados creer en lo paranormal sea un mecanismo eficaz y no lo sea en casos más severos. Quizá sea necesaria la inclusión de variables adicionales para entender la relación entre creencia y autoestima.

Sin embargo, han sido las teorías que postulan un déficit cognitivo como predisposición a la interpretación paranormal de eventos cotidianos las que más investigación han generado en las últimas décadas. La investigación psicológica tradicional ha mostrado que la percepción humana es falible, nuestra memoria, selectiva y reconstructiva y nuestro razonamiento, justificativo. En relación con la creencia en lo paranormal, son numerosas las investigaciones que replican estos resultados, y muestran déficits más acentuados en creyentes. En un estudio clásico, Blackmoore y Troscianko (1985) encontraron que los creyentes cometían más errores en tareas de razonamiento y estimación de probabilidades que los no creyentes, así como, también, manifestaban una mayor ilusión de control. Wierzbicki (1985) también encontró resultados similares en otro estudio en el que los participantes creyentes cometían más errores en tareas lógicas y de razonamiento condicional. Blackmore (1997) explica que el sujeto puede cometer errores al no apreciar que en una secuencia de eventos aleatoria pueden darse eventos aparentemente no aleatorios. La memoria selectiva del sujeto puede ocasionar que este recuerde solamente estos eventos aparentemente no aleatorios de la serie, manteniendo, así, la creencia paranormal. Investigaciones recientes muestran que la creencia en lo paranormal está asociada con una susceptibilidad a cometer errores de sesgo heurístico, de estimación de probabilidades (Dagnall, Parker y Munley, 2007Dagnall, Drinkwater, Parker y Rowley, 2014Dagnall, Denovan y Drinkwater, 2016), así como de falacia de conjunción (Rogers, Davis y Fisk, 2009Rogers, Fisk y Wiltshire, 2011Rogers y Qualter, 2016), de razonamiento lógico (Moritz y Woodward, 2005Sellen, Oaksford y Gray, 2005) y también con una tendencia a descartar evidencia no confirmatoria (Buchy, Woodward y Liotti, 2007Dagnall et al., 2017). Otros autores, sin embargo, no han observado diferencias de razonamiento entre creyentes y no creyentes (Denovan, Dagnall, Drinkwater y Parker, 2018Parra, 2010).

A diferencia de las perspectivas anteriores, existen autores que proponen que la creencia en lo paranormal podría surgir a raíz de la vivencia de una experiencia extraordinaria que al sujeto le resulte inexplicable. Factores sociológicos y culturales, como la aceptación social, son cruciales ya que pueden influir en la elucidación y la voluntad del individuo a etiquetarlas y declararlas como paranormales (Markovsky, 2008Northcote, 2013Truzzi, 1971Woods y Woffitt, 2014). Las encuestas revelan que las experiencias paranormales subjetivas son relativamente comunes (Castro, Burrows y Wooffitt, 2014Irwin, 2009Schmied-Knittel y Schetsche, 2005). Castro et al. (2014) analizaron los datos recopilados de 4 096 adultos, mayores de 16 años, a quienes se les preguntó sobre sus tipos de experiencias, con la siguiente incidencia: precognición (24.1 %), percepción extrasensorial (12.8 %), experiencias místicas (12.4 %) y comunicaciones con el más allá (10.4 %). En la muestra de sujetos, el 37 % afirmó haber tenido, al menos, una experiencia paranormal. Los autores concluyeron que las experiencias paranormales son comunes y una parte esencial de la experiencia humana. Sin embargo, a día de hoy, el determinar cuál creencia o experiencia es la causa y cuál, la consecuencia sigue siendo un desafío. Gran cantidad de estudios muestran una correlación positiva entre el número de experiencias paranormales subjetivas y la intensidad de la creencia paranormal (Dagnall et al., 2017Glicksohn, 1990Hergovich, Willinger y Arendasy, 2005Irwin, Dagnall y Drinkwater, 2013Lange y Thalbourne, 2002Rabeyron y Watt, 2010Rattet y Bursik, 2001Rogers y Qualter, 2016). No obstante, son escasos los trabajos realizados con la finalidad de determinar la direccionalidad de la relación. Glicksohn (1990) avanzó con la noción de que la creencia en lo paranormal surge, en parte, de las experiencias personales directas. De manera consistente, Smith (2009), en un estudio de análisis de regresión múltiple, muestra las experiencias inusuales del sujeto como el factor más contribuyente en la explicación de la creencia en lo paranormal. Existen estudios experimentales que aportan pistas sobre la direccionalidad de la relación, mostrando la importancia de la creencia en lo paranormal en la interpretación de la experiencia personal. Garrett y Cutting (2017), en un estudio experimental con estudiantes universitarios, observaron que las creencias paranormales preexistentes de los participantes los llevaron a evaluar informes paranormales inventados como científicos y creíbles. Simmonds-Moore, Rice y O'Gwin (2017) aplicaron patrones electromagnéticos complejos débiles a nivel del lóbulo temporal a 67 individuos con el fin de explorar los roles de la creencia paranormal y las experiencias anómalas previas. Hubo 32 escépticos y 35 creyentes. Los participantes permanecían en una cámara de Faraday durante 30 minutos y, posteriormente, se les administró el Inventario de Fenomenología de la Conciencia (Pekala, 1991) y fueron entrevistados para explorar experiencias subjetivas. Los autores encontraron que los creyentes obtuvieron puntuaciones más altas en algunas dimensiones del cuestionario e informaron más experiencias extraordinarias que los escépticos. Sin embargo, puede que la respuesta a esta pregunta sea más de índole cuantitativa que cualitativa y, además, variable para cada caso particular.

Muchas de las teorías y perspectivas expuestas en la literatura cuentan con fundamentos convincentes y/o un apoyo empírico respetable. Sin embargo, a pesar del generoso esfuerzo realizado, la investigación sobre el origen y mantenimiento de las creencias paranormales está aún a medio camino, en el sentido en que no se ha conseguido elaborar un modelo comprehensivo capaz de acomodar la diversidad de factores identificados en la literatura empírica. Esto puede haberse debido a que las diferentes teorías se han explorado de manera excluyente, cuando parece evidente que el desarrollo y sustento de las creencias paranormales implica la participación de múltiples factores.

En el presente estudio se plantea si un análisis simultáneo de las principales variables expuestas en la literatura podría proporcionar un modelo explicativo más completo de la creencia en lo paranormal. Con este objetivo se realizó un análisis de correlación múltiple centrado en las principales hipótesis explicativas reflejadas en la literatura. En base a la literatura previa, se hipotetizaron correlaciones positivas entre las cuatro subescalas del cuestionario de necesidades (necesidad de logro, afiliación, dominio y autonomía) y una medida de creencia en lo paranormal. De manera similar, se esperaba observar una asociación positiva entre la creencia en lo paranormal y la escala de esquizotipia, así como sus subescalas (experiencias inusuales, desorganización cognitiva, anhedonia introvertida e inconformismo impulsivo). De acuerdo con la hipótesis del déficit cognitivo, y dada la robustez de la evidencia, se esperaba también encontrar correlaciones negativas con todas las medidas de habilidades cognitivas, es decir, razonamiento probabilístico, razonamiento condicional y razonamiento condicional con contenido paranormal. También se hipotetizó una correlación negativa entre autoestima y creencia en lo paranormal. Para estos análisis, los niveles de α se ajustaron a .01. Este ajuste se eligió en lugar de uno más conservador para mantener la potencia del análisis y la probabilidad de error de tipo II dentro de límites aceptables (O’Keefe, 2003), y se tuvo en cuenta que las variables significativas a este nivel se someterían a un análisis adicional a través de regresión múltiple para desvelar los mejores predictores de la creencia paranormal.

https://www.redalyc.org/journal/180/18062048014/html/