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Ramanujan

 

El matemático indio tocado por los dioses

Despreciado por su origen indio, fue un genio del análisis matemático y de la teoría de los números. Logró ser elegido miembro de la Royal Society y del Trinity tras deslumbrar por sus conocimientos en la Universidad de Cambridge. Educado en la cultura de los brahmanes, creía que su saber era dictado por una diosa familiar

Murió a los 32 años tras una penosa vida de sufrimiento físico y contratiempos, pero, un siglo después de su muerte, su monumental legado sigue inspirando a los científicos de nuestro tiempo. Srinivasa Ramanujan , nacido en Madrás en 1887, fue un autodidacta precoz con aportaciones a la teoría de los números, el análisis matemático y las llamadas fracciones continuas que tardaron años en ser comprendidas por sus colegas.

Nacido en el seno de una familia de brahmanes, Ramanujan viajó desde su India natal a Londres en 1914 tras aceptar una invitación de la Universidad de Cambridge. Tenía 27 años. A pesar de la incomprensión de muchos profesores y tras sufrir prejuicios racistas, logró ser elegido miembro de la Sociedad Matemática de Londres y, poco después, de la Royal Society y académico del Trinity College .

La historia de Ramanujan es una epopeya de la voluntad humana porque su familia pasó por numerosas penalidades, entre ellas, la muerte de tres hermanos. Tuvo que abandonar la escuela y cambiar de residencia para subsistir. Su padre era un modesto vendedor de telas.

Estuvo a punto de fallecer de viruela y fue operado de una inflamación de los testículos que le dejo secuelas. Pero, desde edad muy temprana, Ramanujan demostraba una prodigiosa intuición para los números , de suerte que sus profesores eran incapaces de comprender sus desarrollos cuando tenía 14 años. Poseía la habilidad por aquel entonces de multiplicar cifras de cinco números en unos pocos segundos.

Ramanujan había sido educado en una estricta tradición religiosa, de suerte que estaba imbuido de la cultura brahman . Hasta el último día de su vida, mantuvo una fe inquebrantable hacia esos principios. Tras cinco años de ausencia, volvió a su país unos meses antes de morir en 1920. Se había casado en su adolescencia con una niña de 10 años.

El matemático hindú trabajó codo a codo en Cambridge con su protector y colega Godfrey Hardy , que fue el primero en intuir su talento. Hardy era ateo y racionalista, por lo que tenía dificultades en comprender la intensa religiosidad de Ramanujan. «Una ecuación para mí no tiene sentido si no representa un pensamiento de Dios», le confesó a su escéptico amigo.

Ramanujan consideraba que sus facultades provenían de una deidad familiar y estaba convencido de que era una diosa quien le dictaba en sueños sus descubrimientos. Hardy creía que sus aportaciones estaban a la altura de Euler y que era el mejor matemático de su tiempo. Los hechos le dieron la razón porque el hindú, despreciado por su origen, siempre iba un paso por delante de todas las eminencias de Cambridge Oxford .

Hoy existen decenas de estudios académicos sobre su obra, se han realizado películas y documentales y todos los matemáticos reconocen su deuda con este genio.

https://www.abc.es/cultura/abci-ramanujan-matematico-indio-tocado-dioses-201810291248_noticia.html

 

SRINIVASA AIYANGAR RAMANUJAN
Nació el 22 de Diciembre de 1887 en Corroiga, India.
Murió el 26 de Abril de 1920 en Kumbakonam, India.

Sri Ramanujan no nació dotado en lo físico para Mister India, su apariencia era la antítesis física de una buena cara a ojo esteticista; su garbo era desgarbado; su vestir lo haría merecedor al título del matemático peor vestido dado que él era despreocupado por su apariencia... Era débil y enfermizo, sin embargo su genialidad, humildad, confianza en sí mismo y tenacidad lo hicieron merecedor a figurar entre los más grandes pensadores matemáticos, e India le rindió merecido tributo, a lo que su rostro representó, mediante una estampilla o sello postal:

Veamos algunos aspectos de la vida de este genio matemático:

De humilde familia, fue hijo de un contable, que trabajaba para un mercader de paños en Kumbakonam, y de la hija de un modesto oficial brahmán del juzgado de Erodo, mujer de "gran sentido común". Después de algún tiempo de matrimonio sin tener hijos, su abuelo materno "pidió a la famosa diosa Namagiri, de la vecina ciudad de Namakkal, que bendijese a su hija con descendencia". Poco después, el 22 de diciembre de 1887, nacía Ramanujan, su primer hijo. A los siete años asistió a una escuela pública gracias a una beca. Recitaba a sus compañeros de clase fórmulas matemáticas y cifras de pi, número que era su paradigma. A los 12 años dominaba la trigonometría, y a los 15 le prestaron un libro con 6.000 teoremas conocidos, sin demostraciones. Ésa fue su formación matemática básica. En 1903 y 1907 suspendió los exámenes universitarios porque solo se dedicaba a sus "diversiones" matemáticas. En 1909 se casó y necesitó un empleo permanente. Fue entonces, mientras buscaba trabajo, cuando le dieron una carta de recomendación para un amante de las matemáticas, Diwan Behadur R. Ramachandra Rao, que era recaudador de Nelore, a 80 millas al norte de Madrás. La primera entrevista con Ramanujan, Diwan la describe así:

Hace algunos años, un sobrino mío, ignorante por completo de  todo conocimiento matemático me dijo: "Tío, tengo un visitante  que habla de matemáticas y no lo comprendo. ¿Podría mirar si hay algo de interés en su charla?" Y en la plenitud de mi  sabiduría matemática, condescendí a que Ramanujan se acercara a mi presencia. Una pequeña figura rústica, vigorosa,  sin afeitar, desaliñada, con un rasgo llamativo, ojos brillantes, entró con un gastado libro de notas bajo el brazo. Era  extremadamente pobre. Había huido de Kumbakonam a Madrás a fin de conseguir cierto desarrollo para proseguir sus estudios. Jamás pidió ninguna distinción. Necesitaba desahogo. En otras palabras que le suministrara el mínimo vital sin esfuerzo de su parte y que se le permitiera soñar. Abrió el libro y comenzó a explicar algunos de sus descubrimientos. Al punto vi claramente que era algo fuera de lo corriente, pero mis conocimientos no permitieron juzgar si hablaba con sentido o sin él. Suspendido todo juicio le pedí que viniera de nuevo y así lo hizo. Apreció debidamente mi ignorancia y me demostró algunos de sus hallazgos más  simples. Estos iban más allá de los libros existentes y ya no tuve duda de que era un hombre notable. Después, paso a paso, me inició en las integrales elípticas y en las series hipergeométricas y, finalmente, su teoría de las series divergentes, no divulgada todavía, me convirtió. Le pregunté que era lo que deseaba. Dijo que quería una pequeña pensión para vivir y así proseguir  sus investigaciones.

Ramachandra Rao mantuvo por un tiempo a Ramanujan, después de fallar otros intentos para conseguir una beca, y no queriendo ser mantenido por mucho tiempo por otra persona, aceptó un pequeño empleo en las oficinas de la Compañía del Puerto de Madrás.

En 1911, se publica su primer trabajo en el Journal of the Indian Mathematical Society, el mismo año publica su primer artículo largo sobre algunas propiedades de los números de Bernoulli. El año siguiente colabora en la misma revista con algunos problemas y dos notas.

En 1912-13 fue animado a comunicar sus resultados a tres distinguidos matemáticos. Dos de ellos no le respondieron, pero sí lo hizo G.H. Hardy, de Cambridge, tenido por el más eminente matemático británico de la época. Hardy estuvo a punto de tirar la carta, pero la misma noche que la recibió se sentó con su amigo John E. Littlewood a descifrar la lista de 120 fórmulas y teoremas de Ramanujan. Horas más tarde creían estar ante la obra de un genio. Hardy tenía su propia escala de valores para el genio matemático: 100 para Ramanujan, 80 para David Hilbert, 30 para Littlewood y 25 para sí mismo. Algunas de las fórmulas de Ramanujan le desbordaron, pero escribió "...forzoso es que fueran verdaderas, porque de no serlo, nadie habría tenido la imaginación necesaria para inventarlas". Invitado por Hardy, Ramanujan partió para Inglaterra en 1914 y comenzaron a trabajar juntos. En 1917 Ramanujan fue admitido en la Royal Society de Londres y en el Trinity College, siendo el primer indio que lograba tal honor. De salud muy débil, moría tres años después. Lo principal de los trabajos de Ramanujan está en sus "Cuadernos", escritos por él en nomenclatura y notación particular, con ausencia de demostraciones, lo que ha provocado una hercúlea tarea de desciframiento y reconstrucción, aún no concluida. Fascinado por el número pi, desarrolló potentes algoritmos para calcularlo. Uno de ellos, reelaborado por los hermanos Jonathan y Peter Borwein.

El matemático hindú Owen Wangensteen señala:

El elegido de la Diosa Namagiri

Sin ánimo de restar mérito a la originalidad de las ideas propias ni a la capacidad de síntesis, es bien sabido que el trabajo de los grandes científicos es el fruto de líneas de pensamiento que comienzan mucho antes que ellos y que continúan años después de su muerte. De hecho, el tiempo que tarda esta línea en extinguirse definitivamente puede considerarse una medida cuantitativa de la importancia del trabajo del científico. La historia de Ramanujan parece salida de un cuento oriental.  Quizá de alguno de los capítulos de las Upanishhads, y comienza con una carta matasellada en Madrás, India, que recibió a principios de 1913 el matemático de Cambridge G. H. Hardy...

Lo que siguió a este inesperado encuentro postal constituye uno de los capítulos más emocionantes de la historia de la ciencia. Hardy consiguió financiación para traer a Ramanujan a Inglaterra, y el 17 de marzo de 1913, con la llegada del joven hindú a Cambridge, comenzó un período de intensa colaboración, singular en la historia de las ideas, porque en esta ocasión era el joven matemático, de humilde origen, quién enseñaba al maestro. Sus trabajos representan la culminación de la teoría aritmética de los números, iniciada, miles de años atrás, por los antiguos pitagóricos. La colaboración entre Ramanujan y Hardy terminó con la prematura muerte del primero, que sucumbió a la tuberculosis a la edad de 33 años.

Ramanujan tuvo características que lo destacaron; la principal fue la falta de rigor científico. Solía afirmar:

He llegado desde una fuente intuitiva o mística, por obra de la diosa Namagiri.

Gedefroy Hardy (1887 – 1947) habla de Ramanujan:

Apreciado señor:
Me permito presentarme a usted como un oficinista del departamento de cuentas del Port Trust Office de Madrás con un salario de 20 libras anuales solamente. Tengo cerca de 23 años de edad. No he recibido educación universitaria, pero he seguido los cursos de la escuela ordinaria. Una vez dejada la escuela he empleado el tiempo libre de que disponía para trabajar en matemáticas. No he pasado por el proceso regular convencional que se sigue en un curso universitario, pero estoy siguiendo una trayectoria propia. He hecho un estudio detallado de las series divergentes en general y los resultados a que he llegado son calificados como "sorprendentes" por los matemáticos locales...
Yo querría pedirle que repasara los trabajos aquí incluidos. Si usted se convence de que hay  alguna cosa de valor me gustaría publicar mis teoremas, ya que soy pobre. No he presentado los  cálculos reales ni las expresiones que he adoptado, pero he indicado el proceso que sigo. Debido a mi poca experiencia tendría en gran estima cualquier consejo que usted me hiciera. Pido que me excuse por las molestias que ocasiono.
Quedo, apreciado señor, a su entera disposición.
S. Ramanujan.

Sencilla carta, redactada en inglés con la ayuda de sus amigos, fechada el 16 de enero de 1913 y dirigida a G. H. Hardy, miembro del Trinity College de Cambridge, fue la presentación en Occidente de uno de los mayores genios matemáticos que ha dado la India. Según escribió una eminente autoridad, "sin discusión el más extraordinario matemático de nuestro tiempo".

Hardy dice:

Quisiera que comenzaran por tratar de reconstruir la reacción inmediata de un matemático profesional corriente que recibe una carta como ésta de un contable hindú desconocido.

Tras comentar algunos de los teoremas y fórmulas, añade:

... Nunca había visto antes nada, ni siquiera parecido a ellas. Una hojeada es suficiente para comprender que solamente podían ser escritas por un matemático de la más alta categoría. Tenían que ser ciertas, porque, si no lo fueran, nadie habría tenido suficiente imaginación para inventarlas. Por último..., el autor tenía que ser enteramente sincero, ya que son más frecuentes los matemáticos eminentes que los ladrones o charlatanes de destreza tan increíble...

Después de ser relevado de su puesto en el puerto de Madrás, en mayo de 1913, gracias a la ayuda de muchos amigos y a una beca especial, el camino parecía abierto para su traslado a Cambridge, por lo que Hardy se había esforzado. Sin embargo su prejuicio de casta y la falta de permiso de su madre le hicieron renunciar. Al fin, de una forma inesperada, llegó el permiso, según relató Hardy:

Una mañana, su madre declaró que la noche anterior había visto a su hijo, en una gran sala, rodeado de un grupo de europeos y que la diosa Namagiri le había ordenado que no se interpusiera en el camino de su hijo y que colaborara al objeto de su vida.

Llegó a Cambridge con una beca de 250 libras de Madrás, 50 de ellas destinadas al sustento de su familia en la India, y una asignación del Trinity College de 60 libras. Relata Hardy:

Había un gran rompecabezas. ¿Qué método debía seguirse para enseñarle matemáticas modernas?. Las limitaciones de su conocimiento eran tan asombrosas como su profundidad. Era un hombre que podía trabajar con ecuaciones modulares y teoremas de multiplicación compleja, con medios desconocidos... Pero nunca había oído hablar de una función doblemente periódica o del teorema de Cauchy ni tenía la más remota idea de lo que era una función de variable compleja. Describía nebulosamente su concepto acerca de lo que constituía una demostración matemática. Había obtenido todos sus resultados, nuevos o viejos, verdaderos o falsos, por un proceso mixto de demostración, intuición e inducción, del cual era completamente incapaz de dar cualquier razón coherente.
Era imposible pedir a este hombre que se sometiera a una instrucción matemática, que intentara aprender de nuevo matemáticas desde el principio. Temía además que, si yo insistía indebidamente en materias que Ramanujan consideraba fastidiosas, podía destrozar su confianza o romper el encanto de su inspiración. Por otra parte, había cosas que era necesario que aprendiera. Algunos de sus resultados eran equivocados, en particular los que se referían a la distribución de números primos, a los que daba la mayor importancia... Así yo tenía que intentar enseñarle y en cierto modo lo logré, aunque, obviamente, yo aprendí de él mucho más de lo que él aprendió de mí...

Preguntado sobre si Ramanujan tenía algún secreto especial, si difería cualitativamente de los demás matemáticos en los métodos utilizados, si pensaba que había algo realmente anormal en su forma de pensar, Hardy, sin seguridad ni convicción, contesta que no lo cree, y agrega:

Tenía, por supuesto, una memoria extraordinaria. Podía recordar las características de los diferentes números de una manera casi misteriosa. Creo que fue Mr. Littlewood quien señaló que "cada entero positivo era uno de sus amigos personales". Recuerdo una vez que fui a verle cuando yacía enfermo en Putney. Yo había viajado en el taxi número 1729 y observé que el número me parecía más bien insípido y esperaba que no le fuera de mal agüero. "No", contestó Ramanujan, "es un número muy interesante. Es el número más pequeño expresable como suma de dos cubos de dos maneras diferentes".

Lo más asombroso era su intuición en fórmulas algebraicas, transformaciones de series infinitas y demás. En este aspecto, ciertamente, no he encontrado nadie parecido y sólo puedo compararlo con Euler o Jacobi. Trabajaba por intuición a partir de ejemplos numéricos mucho más que la mayoría de los matemáticos modernos. Todas sus propiedades de congruencia de particiones, por ejemplo, fueron descubiertas de esta manera. Pero añadió a su memoria, a su paciencia y a su facilidad de cálculo, un poder de generalización, un sentido de la forma y una capacidad de modificación rápida de sus hipótesis realmente sorprendentes y que le sitúan, en su campo, en el lugar más destacado. Generalmente se dice que ahora es mucho más difícil que un matemático sea original de lo que lo era en los días épicos en que se establecían los fundamentos del análisis moderno. Sin duda, es verdad en cierto modo. Puede haber opiniones diferentes acerca de la importancia del trabajo de Ramanujan, de la medida con la que debería juzgársele y de la influencia que probablemente tendrá en las futuras matemáticas. No tiene la simplicidad y la inevitabilidad de las más grandes obras. Podría ser más importante si fuera menos extraña. Pero tiene un don que no puede negársele: una profunda e insuperable originalidad. Probablemente, Ramanujan habría sido mejor matemático si lo hubieran descubierto y educado un poco en su juventud. Habría descubierto más cosas nuevas y, sin duda, de mayor importancia. por otra parte, habría sido menos parecido a Ramanujan y más semejante a un profesor europeo y así la pérdida hubiera sido tal vez mayor que la ganancia.

Sobre sus aficiones, aparte de las matemáticas, Hardy nos relata:

Al igual que sus matemáticas, mostraba los más extraños contrastes. Yo diría que le interesaba muy poco la literatura como tal, y tampoco el arte, pero podía distinguir la buena literatura de la mala. Por otra parte era un filósofo sutil, pero de una modalidad que pareció muy nebulosa a los seguidores de la moderna escuela de Cambridge, y un ardiente político, pacifista y ultrarradical. Se ajustaba a las prescripciones religiosas de su casta con una severidad muy poco corriente en los indios residentes en Inglaterra. Pero su religión era materia de rito, no de convicción intelectual. Recuerdo bien su confidencia (que me sorprendió mucho) de que todas las religiones le parecían más o menos igualmente verdaderas. Tanto en literatura, como en filosofía y en matemáticas, tenía verdadera pasión por lo inesperado, extraño y estrambótico. Poseía casi una pequeña biblioteca de obras sobre la cuadratura del círculo y otras curiosidades... Era vegetariano en el sentido más estricto (esto constituyó más tarde, cuando estuvo enfermo, una gran dificultad) y durante el tiempo que estuvo en Cambridge cocinó todos sus alimentos él mismo y nunca lo hizo sin antes ponerse en pijama.

En la primavera de 1917 comenzó a manifestarse su tuberculosis. En el verano se trasladó a un Sanatorio de Cambridge. En el otoño de 1918, estimulado, probablemente por su elección para la Royal Society of London, reanudó el trabajo activo, produciendo en esa época algunos de sus mejores teoremas. Un acicate más le llegaría con su elección para una Trinity Fellowship. Ambas sociedades tienen el mérito de haber reconocido la valía de Ramanujan antes de que fuera demasiado tarde.

Es un clásico este recuerdo: Cuando Ramanujan enfermó, Hardy solía visitarlo en el Hospital en el que se encontraba. Un día al llegar Hardy le comento a Ramanujan:

 - El taxi que me ha traído tenía un número bastante soso, el 1729.
La respuesta de Ramanujan fue:
- No Hardy, es un número muy interesante. Es el más pequeño de los números que se puede expresar como la suma de 2 cubos de dos maneras distintas.
1729 = 103 + 93
1729 = 123 + 13
(1729 = 9^3 + 10^3 = 1^3 + 12^3)

A principios de 1919 regresó a la India, donde murió al año siguiente. La última y única carta que escribió a Hardy desde la India después de su regreso, cuatro meses antes de su muerte, no hablaba sobre su enfermedad, sólo aportaba información sobre su último trabajo:

He descubierto recientemente funciones muy interesantes que he denominado falsas funciones theta. Las falsas funciones theta... entran en las matemáticas tan bellamente como las funciones theta ordinarias. Te mando con esta carta algunos ejemplos..

Es considerado uno de los grandes matemáticos de todos los tiempos, con Euler, Gauss... Dejó unos 4.000 teoremas a pesar de su corta vida. Durante sus cinco años de estancia en Cambridge publicó, a pesar de la Primera Guerra Mundial, 21 artículos, 5 de ellos en colaboración con G. H. Hardy. Newman destacó:

No era un geómetra, le tenía sin cuidado la física matemática y menos aún la posible "utilidad" de su trabajo matemático en otras disciplinas.

Levi-Montalcini dice:

Se nace genio, pero eso no significa que todo genio llegue a ser Mozart, Newton o Einstein. Un típico ejemplo de genio innato fue Ramanujan, un joven indio que envió al famoso matemático G.H. Hardy una carta acompañada de un manuscrito con la solución a unos teoremas. A primera vista, la misiva le pareció a Hardy "desatinada o fantástica". Tras reflexionar y repasar con atención lo que había escrito el joven procedente de una remota población de Madrás (India) y a todas luces carente de instrucción matemática, se dio cuenta que Ramanujan no era un loco, sino un genio. El joven, invitado a Inglaterra por Hardy, recibió las más altas distinciones por sus estudios.

Richard Askey plantea:

Trata de imaginar la calidad de la mente de Ramanujan, que le condujo a trabajar incesantemente mientras moría, y suficientemente grande para crecer más profundamente mientras su cuerpo se debilitaba. Me asombra su talento, su entendimiento me sobrepasa. Admiraríamos a un matemático cuya producción fuera la mitad de lo que Ramanujan descubrió en el último año de su vida mientras moría.

Ramanujan murió en 1920, el desarrollo de su obra no ha concluido, el último cuaderno de notas, el cuaderno "perdido", encontrado en 1976, contenía las 600 fórmulas escritas durante su último año de vida. G. H. Hardy, editó en 1923, el capítulo XII del segundo cuaderno de Ramanujan sobre series hipergeométricas que contenía 47 teoremas principales, muchos seguidos por corolarios y casos particulares. Este trabajo le llevó a Hardy tantas semanas que sintió que si se hubiera propuesto editar el cuaderno completo: "Me hubiera llevado toda mi vida".

Bruce C. Berndt jerarquiza matemáticamente a Ramanujan:

Paul Erdos nos ha pasado las estimaciones personales de Hardy sobre los matemáticos. Suponiendo que valoráramos a los matemáticos en base puramente a su talento en una escala de 0 a 100, Hardy se dio a sí mismo una puntuación de 25, para Littlewood 30, Hilbert 80 y Ramanujan 100.

Aunque Ramanujan llegó a Cambridge para enseñar, asistió a algunas clases de Hardy y Arthur Berry: En una de estas lecciones, Berry le preguntó si entendía lo que estaban explicando. Ramanujan asintió. Berry le invitó a añadir algo más si él quería. Se puso en pie, fue a la pizarra, y escribió demostraciones que Berry no había sido capaz de probar.

En Parapsicología figura Ramanujan:

G. H. Hardy, P. V. S. Aymar y B. M. Wilson (Collected Papers of Srinivasa Ramanujan. Cambridge University Press. 1927. página XII) aluden a un episodio de la vida de Ramanujan -contado por él mismo- según el cual una diosa lo visitó en sueños y le dio algunas fórmulas matemáticas que, despierto, anotó y verificó. La referencia a una diosa, pertenece al contexto del descubrimiento, la validez científica de las fórmulas se apoya en la demostración realizada por el matemático hindú, esto es, en el contexto de la justificación.

Si hasta en chistes científicos figura Sri Ramanujan:

¿Sabías que Ramanujan estimó el numero de primos menores que 100.000.000 y se equivocó por solo seis?
- Jo, que tío... y dime, ¿cuáles fueron esos seis primos?


REFLEXIÓN

Trabajó Ramanujan en teoría de números. Basándose en su investigación de las funciones modulares ideó un método muy eficaz para calcular el valor del número pi (p). Su procedimiento forma parte de algoritmos que lo calculan con millones de cifras decimales.

Si las matemáticas tienen algún número emblemático ese es p: P = 3,141592… La figura de Ramanujan está íntimamente ligada al número pi. A principio de siglo descubrió nuevas series infinitas para obtener valores aproximados de pi. Las mismas que utilizan los grandes ordenadores para obtener millones de cifras de este familiar y extraño número. Descubrió nuevas fórmulas que permiten calcular millones de cifras de pi. De 1914 data esta fórmula:

Además veamos esta otra fórmula:

Representa una serie particularmente importante ya que ha sido usada para obtener dos mil millones de cifras del número pi.
Número pi (pno pp (pipi)

Si dividimos la longitud de cualquier circunferencia entre su diámetro siempre obtenemos como resultado
el mismo número. Este número lo conocemos ahora por el símbolo pi. La utilización del símbolo pi para
representar este número se debe a Wiliam Jones (1706). Se eligió la letra griega pi (ppara representar este número porque es la inicial de periferia de un circulo.

Ludolpf von Ceulen (Colonia, 1539-1610) calculó 34 cifras, que ordenó grabar en su tumba. En Alemania se conoce aún hoy a pi como número de Ludolph.

El primer cálculo teórico del número p lo hizo Arquímedes de Siracusa quien dedujo que 223/71 < p < 22/7 basándose en que la longitud de la circunferencia tenia que estar comprendía entre el perímetro de un polígono regular que circunscribiese a la circunferencia y otro que la inscribiese.

Ramanujan conjeturó y fueron sus conjeturas probadas:

El número pi(5m+4) es divisible por 5 para todo m.
El número pi(7m+5) es divisible por 7 para todo m.
El número pi(11m+6) es divisible por 11 para todo m.

 

En 1986 David H. Bailey extrajo 29.360.000 cifras de  en un Cray-2 de la NASA con un algoritmo de Ramanujan  de convergencia cuártica (cuadruplicación del número de cifras en cada iteración). En 1987, centenario del nacimiento de Ramanujan, Kanada consiguió más de 100 millones de cifras En años posteriores Kanada consigue sucesivos récords:

            * En 1989 .......     1.073.740.000 cifras.
            * En 1995 .......     6.442.450.000 cifras.
            * En 1999 ....... 206.158.430.000 cifras.

En su libro The Lore of Large Numbers, Philip J. Davis escribe "El misterioso y maravilloso número  se ha visto reducido a un gargarismo con el que las máquinas de calcular se aclaran la garganta".

Si se hacen y registran récords de casi todo, ¿por qué no de las cifras decimales de pi gracias a las conjeturas y fórmulas de Ramanujan?

3.1415926535 8979323846 2643383279 5028841971 6939937510 5820974944 5923078164... ... ...

¿Cómo explicar las ideas sobre el reino de los números de Ramanujan, anotadas en un cuaderno en su último año de vida (1920), y ahora son piezas preciosas para describir las propiedades de las cuerdas? La respuesta podría ser AMP + PP + BC, es decir, Actitud Mental Positiva mantenida con Pensamiento Positivo más Buena Cara, a pesar de ser pobre, mal dotado físicamente, débil y enfermizo, con esa ecuación mental superó barreras para los más insuperables y él, modesto hindú autodidacta para nada preocupado de la apariencia externa personal lineal y SÍ de la Voz Interior Transpersonal que en él era matemática pura, conquistó a su antónimo la soberbia Gran Bretaña, además de conquistar como el mejor al mundo y su Patria.

Destacado ejemplo de muy Buena Cara ante el mal tiempo de la vida es el que Sri Ramanujan, con su ejemplo de vida nos Enseña.

http://www.xtec.cat/iesalella/expo1/rm.htm

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Ramanujan: el hindú al que los números le soplaban sus secretos

Srinivasa Ramanujan fue un joven que parecía tener un acuerdo con los dioses. Nunca aprendió ni concibió la matemática como un profesional. Su mente funcionaba de otra manera. Para él, lo importante no era la estructura, sino la revelación. Nunca una demostración, nunca una explicación, solo centenas de fórmulas disparatadas que, con el correr de los años, han resultado casi todas ciertas, y que poco a poco hemos podido ir colocando dentro del edificio matemático occidental.

 

Desde el primer gran maestro -Pitágoras- hasta nuestros días, la historia de la matemática está plagada de mujeres y hombres ilustres de fuerte carácter. Sin embargo, hay uno difícil de describir. Uno que escapa a todos los cánones establecidos y que, quizás, sea el más querido de todos. Un hombre que murió cuando apenas tenía 32 años, pero que dejó un legado que aún no ha sido completamente descifrado. Un joven que parecía tener un acuerdo con los dioses para que los números le revelasen cada uno de sus misterios.

Srinivasa Ramanujan nació en Erode, India, el 22 de diciembre 1887. De familia relativamente pobre y devota de la diosa Mahalakshmi de Namakkal, no cursó una escolaridad regular. Sin embargo, se cuenta que, siendo aún un niño, cayó en sus manos un libro de matemática que solo contenía fórmulas y teoremas sin mayor explicación. Intrigado, Ramanujan comenzó a descifrarlas una a una. Sentado, de piernas cruzadas y en actitud meditativa, se pasaba el día garabateando trazos en la tierra intentando entenderlas, descubriendo, maravillándose. Y esto es lo extraordinario: Ramanujan nunca aprendió ni concibió la matemática como un profesional. Su mente funcionaba de otra manera. Para él, lo importante no era la estructura, sino la revelación. Nunca una demostración, nunca una explicación, solo centenas de fórmulas disparatadas que, con el correr de los años, han resultado casi todas ciertas, y que poco a poco hemos podido ir colocando dentro del edificio matemático occidental. Por lo menos aquellas que llegaron a nosotros, pues muchas se perdieron en la tierra: el papel era demasiado caro para los escasos recursos de los que disponía.

Ramanujan reprobó dos veces sus exámenes para entrar a la universidad: no tenía tiempo para prepararlos, pues estaba demasiado ocupado haciendo matemática. Sobrevivió trabajando en la oficina de contabilidad de Madras, donde día a día convivía con centenas de números. Se cuenta que, años después, estando ya enfermo, un amigo fue a visitarlo en taxi.
-¿Qué número de patente tenía? -preguntó Ramanujan.
-Uno sin importancia: 1729 -recibió como respuesta.
-¡No, 1729 es un número muy interesante! Es el menor número que puede ser escrito como suma de dos cubos de dos maneras diferentes:

igualdad-corregida

Ese amigo que quedó pasmado ante su respuesta era nada menos que el célebre matemático inglés Godfrey Hardy. Fue él quien lo acogió en Cambridge tras haber sostenido una intensa correspondencia, después de que el talento de Ramanujan había sido por fin detectado por Ramachandra Rao, uno de los fundadores de la Sociedad de Matemática India. Hardy decía que Ramanujan hallaba las soluciones a los problemas mediante un proceso que mezclaba intuición e inducción, y del cual era incapaz de dar un relato coherente. Por esto, tuvo que acometer una singular tarea: para tratar de entender lo que él pensaba y de dónde nacían sus ecuaciones, primeramente debía “enseñarle matemática” o, al menos, debía transmitirle un lenguaje común en que ambos pudieran entenderse. Tenía que instruir al maestro, en quien veía a un nuevo Euler, con el talento suficiente para escalar hasta las alturas de Newton. Y esta extraña relación profesional debía obrar pese a las distancias siderales que separaban a este gentlemen inglés, amante del cricket, homosexual y profundamente ateo, del genio pobre hindú, quien solía decir que los teoremas le venían a la mente por acto de inspiración divina.
 

https://www.elmostrador.cl/cultura/2016/07/19/ramanujan-el-hindu-al-que-los-numeros-le-soplaban-sus-secretos/

 

Ramanujan, el hombre que vio en sueños el número pi

 

El 16 de enero de 1913 una carta reveló a un genio de las matemáticas. La misiva procedía de Madrás, una ciudad —ahora conocida como Chennai— situada al sur de la India. El remitente era un joven empleado del puerto de aduanas, de 26 años y un salario de 20 libras anuales, que adjuntaba nueve hojas de fórmulas a primera vista incomprensibles. “Estimado señor: No he recibido educación universitaria, pero he seguido los cursos de la escuela ordinaria. He hecho un estudio detallado de las series divergentes en general y los resultados a los que he llegado son calificados como sorprendentes por los matemáticos locales”, comenzaba el escrito firmado por S. Ramanujan. Un siglo más tarde, el legado de este genio indio sigue influyendo en matemáticas, física o computación.


El reputado matemático británico G. H. Hardy fue el estupefacto destinatario del documento. Contenía 120 fórmulas entre las que identificó una para saber cuántos números primos hay entre 1 y un número determinado, y otras que permitían calcular a gran velocidad los infinitos decimales del número pi. En algunos casos, Ramanujan había llegado sin saberlo a conclusiones ya alcanzadas por matemáticos occidentales, como una de las fórmulas de Bauer para los decimales de pi, pero muchas otras fórmulas eran completamente nuevas. Las fórmulas venían solas, aisladas, sin demostraciones formales ni planteamientos. Esta falta de metodología casi lleva a Hardy a tirar la carta a la basura. “Deben de ser verdaderas porque, de no serlo, nadie habría tenido la imaginación necesaria para inventarlas”, resolvió finalmente.

Esta afirmación dió origen al viaje de Srinivasa Ramanujan (1887-1920) a Cambridge, a donde Hardy le invitó a trasladarse para tratar de desentrañar el secreto de aquel genio autodidacta. Ramanujan llegó al Trinity College esa misma primavera de 1913 en una época en la que el colonialismo todavía se justificaba en base a la existencia de razas inferiores; una certeza que la extraordinaria capacidad del indio convertía en sinsentido. Sin embargo, durante sus casi seis años en Gran Bretaña, Ramanujan tuvo que soportar el racismo y el desprecio de la sociedad inglesa.

CAUTIVADO POR EL NÚMERO PI

Ramanujan es el icono de la intuición matemática. Su caso es un espectacular ejemplo de cómo el lenguaje matemático está inscrito en el cerebro de todos los seres humanos. De la misma manera que Mozart visualizaba la música, este joven indio tenía la capacidad de hacer brotar de su interior fórmulas matemáticas con las que trataba de explicar el mundo. Procedente de una familia paupérrima, Ramanujan formuló sus primeros teoremas a los 13 años. Y a los 23, ya era una reconocida figura local en la comunidad matemática india, a pesar de que no tenía formación universitaria. Había sido rechazado en la prueba de acceso en dos ocasiones, por dejar sin respuesta todas aquellas cuestiones que no estaban relacionadas con las matemáticas.

Sin embargo, este suceso no detuvo su formación, que a partir de 1906 se volvió estrictamente autodidacta. En este período, Ramanujan tenía una gran obsesión, que le perseguiría hasta el final de sus días: el número pi. De su mano salieron cientos de formas distintas de calcular valores aproximados de pi. Solo los dos cuadernos que escribió antes de llegar a Cambridge acumulan 400 páginas de fórmulas y teoremas. Gracias a los cimientos teóricos que Ramanujan colocó hace un siglo, potentes ordenadores han calculado los 10 primeros billones de decimales del número pi. Llegar más lejos se considera una prueba de fuego en el mundo de la computación.

MUERTE TEMPRANA

El método de Ramanujan, intuitivo y sin demostraciones formales, chocó con la forma de trabajo científico que exigía que el resultado fuera replicable, es decir, que otro matemático pudiera seguir el planteamiento. El matemático solía afirmar que era la diosa protectora de su familia, Namagiri, quien le mostraba en sueños las ecuaciones de sus fórmulas.

A pesar de las peculiaridades en su forma de trabajar, sus resultados y el apoyo que tuvo siempre de Hardy le llevaron a la Royal Society y a ser miembro del claustro del Trinity College. Sin embargo, no pudo disfrutar mucho de esos honores. Ramanujan, que tuvo durante toda su vida una salud muy frágil, contrajo tuberculosis y fue confinado a un sanatorio en 1918. Un año después volvió a su tierra natal, donde murió en los siguientes meses con solo 32 años. Esta muerte temprana le impidió terminar las demostraciones completas de sus anotaciones. Su legado, que ha sido recientemente retratado por Hollywood en el filme El hombre que conocía al infinito, va más allá de su exotismo y supone un pilar de la teoría de números moderna.
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