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Peligro:
Niños en riesgo por uso de celulares y pantallas.
-I-
Los 6 nocivos efectos del uso del celular en niños
No hay que ser médico para saber que los niños no deberían
usar el celular, el sentido común muchas veces prevalece y los padres efectivamente
nunca le pasan este adictivo dispositivo a los niños. Nunca se nos puede
olvidar que estos teléfonos fueron inventados para ser usados por
adultos.
Uso de celular en niños. 6 nocivas consecuencias de su
uso
Desarrollo cerebral
El
cráneo de los niños no es suficientemente grueso y su sistema nervioso no está
100% desarrollado, por lo que la radiación penetra con más fuerza en sus
cerebros. La exposición excesiva, puede acelerar el crecimiento del cerebro en
niños 0 y 2 años de edad, y asociarse con la función ejecutiva y déficit de
atención, problemas de aprendizaje,
aumento de la impulsividad y de la falta de autocontrol (pataletas).
Alteraciones en el sueño
Según
un estudio realizado por la Universidad de Londres, hay una correlación entre
el uso de celulares por parte de niños de entre seis meses y tres años, y una
reducción en el tiempo que pasan durmiendo.
Por
cada hora diaria que utilizan el celular se reducen 26 minutos de sueño
nocturno. La luz azul que emiten estos aparatos envía señales que confunden los
ritmos naturales de sueño del cerebro.
Déficit de atención
El
uso excesivo de las nuevas tecnologías puede contribuir al déficit de atención,
disminuir la concentración y
la memoria de los niños, debido a la gran velocidad de sus contenidos.
Adicción infantil
El
uso a tan temprana edad generará a largo plazo adicción a nuevas
tecnologías. Cada vez que los niños usan dispositivos móviles, se separan de su
entorno, de amigos y familiares.
Exceso de radiación
La OMS, Organización Mundial de la Salud, clasificó los teléfonos
celulares como un riesgo debido a la emisión de radiación. Los niños son más
sensibles a estos agentes absorben tres veces más la radiación que nosotros los
adultos.
Obesidad infantil
A
largo plazo, el uso indiscriminado del celular genera sedentarismo, y así mismo
conlleva problemas de salud como la diabetes, vasculares y cardíacos.
Seamos conscientes que el daño de su uso es muy superior a la supuesta
“tranquilidad” que nos entregan estos aparatos. También es una buena forma de
que tú, como adulto, controles el uso de celular en tu tiempo libre y lo
destines para estar en familia.
https://www.vitamina.cl/nocivos-efectos-celular-ninos/
-II-
10 motivos para prohibir los smartphone a niños menores de 12 años
Por qué no
es aconsejable que los niños tengan un celular o móvil antes de los 12 años de
edad
El acceso de los niños a las nuevas
tecnologías parece no tener frenos. Antes, la preocupación se limitaba a que
los niños se quedaban demasiadas horas frente a la televisión, mientras hoy hay
un gran desasosiego de los padres acerca del contacto que tienen los niños,
incluso los bebés, con los smartphone y tabletas.
Expertos en el tema alertan sobre el
riesgo del uso de esos aparatos en bebés y niños. ¿Son los teléfonos móviles y
las tablets las nuevas niñeras y cuidadores de
los niños?
1. Cómo y cuánto los niños pueden usar
los smartphone
Hace meses, la Asociación Japonesa de Pediatría empezó
una campaña para restringir el uso prolongado de los móviles y tabletas,
sugiriendo control y más juegos a los padres. Ahora son la Academia Americana de Pediatría y
la Sociedad Canadiense de
Pediatría las que revelan 10 razones por las que los niños
menores de 12 no deben usar estos aparatos sin control. Ellos lo tienen claro,
los bebés de 0 a 2 años no deben tener contacto alguno con la tecnología; los
de 3 a 5 años,
debe ser restringido a una hora/día; de 6 a 18 años la restricción debería ser
a 2 horas/día.
2. Por qué limitar el acceso de los
niños a los móviles o tabletas
Desarrollo
cerebral de los niños
Un desarrollo cerebral causado por la exposición excesiva a las tecnologías,
puede acelerar el crecimiento del cerebro de
los bebés entre 0 y 2 años de edad, y asociarse con la función
ejecutiva y déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje,
aumento de la impulsividad y de la falta de autocontrol (rabietas).
Retraso en el
desarrollo del niño
El excesivo uso de las tecnologías puede limitar el movimiento, y
consecuentemente el rendimiento académico, la alfabetización, la atención
y capacidades.
Obesidad
infantil
El sedentarismo que implica el uso de las tecnologías es un problema que está
aumentando entre los niños. Obesidad lleva
a problemas de salud como la diabetes, vasculares y cardíacos.
Alteraciones
del sueño infantil
Los estudios revelan que la mayoría de los padres no supervisan el uso de la
tecnología a sus hijos, en sus habitaciones, con lo que se observa que los
niños tienen más dificultades para conciliar el
sueño. La falta de sueño afectará negativamente a su rendimiento
académico.
Enfermedad
mental
Algunos estudios comprueban que el uso excesivo de las nuevas tecnologías está
aumentando las tasas de depresión y ansiedad infantil, trastornos de
vinculación, déficit de atención, trastorno bipolar, psicosis
y otros problemas de conducta infantil.
Conductas
agresivas en la infancia
La exposición de los niños a contenidos violentos y agresivos, puede alterar su
conducta. Los niños imitan todo y a todos. Así que hay que vigilar el uso y
la navegación
de los niños en móviles o tabletas.
Falta o déficit
de atención
El uso excesivo de las nuevas tecnologías puede contribuir a déficit de
atención, disminuir la concentración y la
memoria de los niños, gracias a la gran velocidad de sus contenidos.
Adicción
infantil
Los estudios demuestran que uno de cada 11 niños de 8 a 18 años son adictos a
las nuevas tecnologías. Cada vez que los niños usan dispositivos móviles,
se separan de su entorno, de amigos y familiares.
Demasiada
radiación
La OMS, Organización Mundial de la Salud clasifica
los teléfonos celulares como un riesgo debido a la emisión de radiación. Los
niños son más sensibles a estos agentes y existe el riesgo de contraer enfermedades como
el cáncer.
Sobreexposición
La constante y sobreexposición
de los niños a la tecnología les hacen vulnerables, explotables
y expuestos a los abusos.
Además, los expertos coinciden que
estar demasiadas horas pegado al móvil o a la tableta es perjudicial al
desarrollo de los niños. Ellos creen que generan niños más pasivos y que no
saben interactuar o tener contacto físico con otras personas. Y aunque
entienden que las nuevas tecnologías son parte de su vida, ellos creen que no
deben sustituir a la lectura
de un libro o al tiempo de juego con
los hermanos y los padres.
https://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/nuevas-tecnologias/10-motivos-para-prohibir-los-smartphone-a-ninos-menores-de-12-anos/
-III-
Teléfonos móviles y niños: ¿Cuáles son los peligros?
Los teléfonos móviles igual que el resto de
tecnologías suponen un peligro para los más pequeños si no se utilizan de la
manera adecuada. ¿Qué papel tienen los padres? ¿Cómo se pueden conseguir unos
hábitos tecnológicos saludables? ¿Cómo saber si están enganchados? EFEsalud ha
hablado con dos expertas psicólogas en tecnología y familia que han colaborado
en la elaboración de diferentes estudios para conocer su visión sobre la
relación niño-móvil y cómo conseguir que no se vuelva tóxica.
Internet ha supuesto una revolución en
nuestras vidas. Niños y mayores cuentan ya con smartphones y tablets de
última generación con acceso a los contenidos web. Para los más pequeños (de
entre 6 a 12 años) llamados “nativos digitales” tener uno o incluso
varios teléfonos móviles es habitual. Pero este supone
muchos riesgos si no se utiliza de manera correcta.
Qustodio es una aplicación gratuita de
control parental en Internet que busca proteger el uso que un niño pequeño
puede hacer de los diferentes dispositivos que posee. Recientemente han
presentado el “I Estudio Sobre Bienestar Digital: Familias hiperconectadas; El nuevo
panorama de aprendices y nativos digitales”, con la
intención de descubrir cómo es la convivencia con la tecnología en las familias
españolas.
Sus conclusiones indican que los más
pequeños gastan más de mil horas de media al año conectados a Internet, algo
que no parece sorprendente si se tiene en cuenta que según este estudio una
familia española tiene de media 3 dispositivos móviles en casa. Esto implica
que el tiempo medio diario que los pequeños pasan conectados asciende a casi
dos horas y media al día.
De la misma manera, Qustodio también ha
elaborado un análisis con los 7 síntomas que un niño experimenta, claves para
determinar si está haciendo un uso patológico de Internet:
·
Aislamiento familiar
·
Cambios en la rutina y aficiones
·
Alteración del sueño
·
Fracaso escolar
·
Cambios de humor y en las relaciones
sociales
·
Estrés ante la falta de tecnología
·
Ansiedad y depresión
EFEsalud ha hablado con la psicóloga
experta de esta aplicación, María Guerrero, quien advierte de los peligros de
Internet y del uso excesivo de las pantallas. “Los peligros son muchos. Los
niños aún no han desarrollado las habilidades suficientes ni tienen la
educación necesaria para usar Internet de forma responsable”.
El papel de los padres es fundamental
para que los niños adquieran hábitos
tecnológicos saludables. “Es obligación de los padres educar de
manera responsable a sus hijos para que hagan un uso adecuado de sus teléfonos móviles.
Es importante darles un buen ejemplo con el uso de sus propios smartphones
porque sino, con qué tipo de autoridad le vamos a pedir a un chico que haga un
uso responsable de su móvil”, apunta Guerrero.
Las consecuencias de pasar demasiado
tiempo con el teléfono móvil son muy graves para los niños. “Hay
chicos que tienen unos índices de adicción ya al teléfono móvil muy
importantes. Es una adicción como cualquier otra con toda la sintomatología de
una adicción, con su síndrome de abstinencia y todas sus consecuencias”, señala
la psicóloga.
“Los niños están en una edad en la que
es muy importante que desarrollen habilidades de relación con sus iguales. Que
pasen tantas horas encerrados con su móvil les impide interactuar cara a cara y
desarrollarlas y los expone al sedentarismo. Muchos de ellos retrasan la hora
de dormir por estar más tiempo conectados o navegando en Internet y está
demostrado que eso repercute en su rendimiento escolar”, sostiene.
María Guerrero advierte de que la ansiedad
y depresión infantil han
aumentado un 70 % en los últimos años por el abuso de Internet y la tecnología.
Estos trastornos son difíciles de detectar y también son los más peligrosos
para niños y adolescentes porque su autoestima está en juego, añade.
“El hecho de que los niños de
secundaria pasen más horas conectados que horas lectivas en el colegio es un
dato aterrador que nos tiene que hacer despertar todas las alarmas acerca de qué
estamos haciendo con estos chicos y qué esperamos después de ellos”, advierte
esta experta.
Los
niños piden muy pronto tener teléfonos móviles
Xplora, compañía noruega de telefonía
móvil, también ha presentado el I Decálogo sobre niños y móviles para
fomentar su introducción segura al mundo de la tecnología. En este estudio,
realizado a través de entrevistas a madres y padres de niños entre 5 y 12 años,
se muestra cómo se produce el acceso a los móviles por parte de los más
pequeños.
Algunos datos extraídos de este estudio
muestran que los niños piden a muy temprana edad un teléfono móvil (a
los 9 años), pero aún más si se trata de hijos con padres jóvenes (7 años). Uno
de los grandes motivos de la compra de dispositivos móviles a tan temprana edad
es por “la tranquilidad que supone estar en contacto con ellos”. Los contenidos
inadecuados y que el dispositivo disponga de algún tipo de control parental son
también algunas de las cosas que preocupan a los padres.
El decálogo, además, recoge 10
recomendaciones para los padres y madres en tiempos de
Internet:
·
Potenciar un acceso gradual
·
Definir el propósito
·
Tomar la decisión
·
Conocer las alternativas
·
Compartir unas normas
·
Favorecer una autonomía progresiva
·
Elegir los entornos
·
Pensar en los niños
·
Abrir conversación
·
Prepararse para ser mayor
Frente al reto que supone darle un
móvil a un niño de 6 a 12 años en un mundo dominado por Internet, Xplora ha
lanzado al mercado su nuevo modelo XPLORA4. Se trata de un nuevo dispositivo
reloj-teléfono que promete la inmersión segura del niño al mundo de la
tecnología móvil. No tiene acceso a Internet ni a redes sociales y es
sumergible. Este dispositivo también cuenta con una función de control parental
y los datos que se generen se almacenan de forma segura en la Unión Europea.
María Zabala es experta en tecnología y
familia y ha participado junto con Xplora en la elaboración de este catálogo.
En una entrevista para EFEsalud afirma que los padres deben entender que
“vivimos en un mundo con mucha tecnología y es normal que los niños tengan
cierto acceso a ella”.
“Lo que tenemos que intentar padres,
madres y educadores es que los niños no accedan a una vida digital por encima
de sus capacidades que es lo que hacemos casi sin pensar teniendo en cuenta el
tiempo y no tanto la edad o el carácter del niño en cuestión”, señala.
Esta experta recalca que “el uso del
teléfono móvil también viene marcado por las necesidades específicas de cada
niño”.
Uno de los temas que preocupan a la
psicóloga es la escasa visibilidad que se le da a la tecnología en materia de
educación. “Educamos en tiempos de Internet. Tenemos que traer la tecnología a
la parcela de la educación. No se trata de educar en competencias digitales, se
trata de educar a personas que viven en un mundo con mucha tecnología”, comenta.
Algunos estudios como el realizado por
la Universidad Autónoma de Barcelona presentado en 2018 titulado Uso
del móvil en padres, niños y adolescentes: Creencias acerca de sus riesgos y
beneficios y el publicado por la prestigiosa revista de medicina
JAMA Association Between Screen Time and Children´s Performance on a
Developmental Screening Test coinciden en señalar que el uso excesivo
de los teléfonos móviles en niños pequeños puede causar
graves retrasos en su desarrollo.
Otros como el desarrollado por
Qustodio ¿Reaccionar o no reaccionar? ¿Cuál es la mejor forma de
enfrentarse al ciberbullying? incide en otros de los grandes peligros para
los más pequeños en la era tecnológica: el acoso a través de Internet.
El uso prematuro y excesivo del teléfono móvil conlleva
graves consecuencias para el desarrollo del niño a largo plazo. La exposición
excesiva a las pantallas puede provocar que los niños tengan dificultades a la
hora de hablar y expresarse, un desarrollo cognitivo tardío o rendimiento
escolar bajo.
https://efesalud.com/holter-espia-subcutaneo-corazon-veloz-eficaz/
-IV-
Experta relata los efectos que el excesivo uso del celular tiene en los
niños
por Francisca Rivas
En la actualidad,
los teléfonos
inteligentes y otros dispositivos similares se han
instalado de manera permanente en la vida diaria de la mayoría de las personas…
incluyendo los niños.
Son estos
últimos quienes preocupan a los expertos, por los efectos negativos que
el uso excesivo de tecnología ya estaría teniendo en el desarrollo de muchos
menores de edad.
¿Cuáles son
esos efectos? Carolina
Pérez Stephens, educadora de párvulos de la Universidad
Católica y máster en Educación de la Universidad de Harvard, indica -en entrevista
con la revista Sonríe Mamá y Familia– que aún
no se conocen con exactitud, pero que cada vez salen más a la luz.
Las principales
consecuencias serían dificultad para concentrarse, problemas de aprendizaje y
menor empatía, entre otros.
“Las
investigaciones de neurociencias hablan de que las pantallas interactivas —ya
sean teléfonos, tablets y juegos de video— producen una cantidad anormal de
dopamina en el cerebro, lo que trae como consecuencia ‘cortocircuitos’ en los
niños. Derivado de esto se produce falta
de atención, agresión, cambios bruscos de humor, cambios en la presión
sanguínea y en el nivel de azúcar en la sangre. También se
produce desmielinización de las neuronas, por lo que el nivel de aprendizaje de los niños
será muy bajo en un futuro próximo.”
“Cabe destacar
que la sobredosis de dopamina también produce daños en la ínsula, zona del
cerebro que tiene relación con la
empatía y la compasión“, añade.
En ese sentido,
una de las prácticas que más preocupa a la experta es que los niños lleven
celulares al colegio, algo que considera innecesario.
“La clásica
excusa que dan los papás para entregar celulares y que los lleven al colegio es
‘para que los puedan ubicar’. Pero, ¿acaso el colegio no tiene secretaria y
teléfono en caso de emergencia? ¿Dónde quedó el ponerse de acuerdo de antemano
y cumplir lo que uno dice? Nos juntamos en tal lugar y a tal hora”, recalca.
Y acota que
“los estudios han demostrado que el nivel de concentración disminuye demasiado
cuando el alumno tiene su celular cerca, ya que está constantemente chequeando
si su foto tuvo un like en Instagram. Los niños no necesitan celular en el colegio“.
La experta
relata que hay algunos profesionales que se han especializado en realizar
tratamiento a niños que se han vuelto ‘adictos’ a los dispositivos
inteligentes.
Entre ellos
destaca la psiquiatra
estadounidense Victoria L. Dunckley, quien “ha visto que muchos
síntomas de otras enfermedades se parecen mucho a lo que ella llama ESS (Electronic Screen Sindrome o
Síndrome de Pantallas Electrónicas)“, narra Pérez.
Se trata de
“niños que han sido diagnosticados como bipolares (por críticos cambios de
humor), con déficit atencional (por ser incapaces de poner atención en clases)
y con tics nerviosos (de cara y cuerpo) llegan a su consulta porque los papás
ya no quieren seguir medicándolos”.
Para superar
esos casos de ‘adicción’, Dunckley les
recomienda a los padres impedir que sus hijos usen celulares, consolas de
videojuego y objetos tecnológicos similares durante 4 semanas.
“Durante la
primera semana los niños reaccionan pésimo, gritan, algunos golpean cosas,
incluso a sus padres, lloran, amenazan con irse de la casa o incluso con
suicidarse. Este periodo es tremendamente doloroso para los padres, pero tienen
que mantenerse firmes. Deben sacarlos de paseo, distraerlos con otras
actividades y para esto la doctora los ayuda con distintos planes de acción”,
expresa.
Sobre ello,
agrega que “dependiendo de la edad del paciente, luego de 1 a 3 semanas, sus
cerebros se ‘resetean’ y vuelven a la normalidad: los tics desaparecen, la
agresión da paso a la alegría, la atención regresa, los niños se animan a leer
y los padres vuelven a respirar. Es decir, todos sus síntomas no eran producto
de una enfermedad de base. Eran sus cerebros que habían hecho distintos
cortocircuitos”.
Por otra parte,
Carolina explica que la
edad tope para impedir consecuencias a largo plazo son los 12 años, cuando
comienza la adolescencia.
“A partir de
los 12 años uno como padre empieza a cosechar lo que sembró en la infancia de
los hijos. Pero si ese niño creció mirando una pantalla, sin duda tendrá pocas
destrezas personales (…) ¿Qué resulta de todo esto? Es cosa de ver los diarios:
malos resultados en comprensión lectora, bullying, universidades creando cursos
para enseñar a sus alumnos a tolerar la frustración y a ser feliz. ¡Eso se
enseña desde guagua! Pero hay que enseñar, no pasar el teléfono”, destaca.
Y concluye
que “si usted miró a su
hijo a los ojos, tuvo buenas conversaciones, salió de paseo, trepó cerros, rió
y lloró con él, su adolescencia será más normal”.
https://www.biobiochile.cl/noticias/vida-actual/padres-e-hijos/2018/07/24/experta-relata-los-efectos-que-el-excesivo-uso-del-celular-tiene-en-los-ninos.shtml
-V-
Niños sobreexpuestos a las pantallas: un riesgo que les puede generar
adicción
Algunos expertos intentan advertirnos de una epidemia que
amenaza a los niños y niñas en los primeros años de sus vidas. Cada vez hay más
estudios concluyentes que afirman que el uso abusivo de las pantallas de móvil y tabletas puede
provocar trastornos del lenguaje y el sueño en los más pequeños;
además del aislamiento y la baja tolerancia a la frustración que provoca.
Cada vez hay más colectivos de pediatras, logopedas y
psicólogos, que piden a las autoridades que hagan campañas para informar de los
efectos de la sobreexposición de los niños a las pantallas como
se hace con las adicciones al alcohol, el tabaco y las drogas.
El peligro de
la dopamina como reclamo
Del mismo modo que ocurre en los niños pequeños, los adultos
o adolescentes, cada vez somos más adictos a la dopamina que nos proporcionan las
recompensas que recibimos a través de las redes sociales y los juegos.
Expertos en adicciones comparan los móviles y las tabletas
con unas verdaderas bombas de dopamina, conocida como la hormona de la
felicidad, que a medida que recibimos un "me gusta" o alguna
recompensa similar, se produce una descarga de esta sustancia en el cerebro que
nos satisface. En definitiva, que desde pequeños estamos consumiendo aplicaciones que se han
diseñado para hacernos adictos a las pantallas.
Los problemas
en niños pequeños
Anne Lise Ducadan, médica de Asistencia Primaria que atiende
niños pequeños en París, ya hace tiempo que detecta cómo se multiplican unos
síntomas inquietantes que recuerdan el autismo y está convencida de que hay que
actuar urgentemente. La doctora explica que hay casos de niños que no pueden dormir sin
el móvil, con graves problemas de comunicación y concentración.
La madre del
Ryan, de 3 años, explica que su hijo "se enfada y rompe el móvil o la
tableta si no hay cobertura. No soporta que no haya imágenes en movimiento.
Cuando coge el móvil es otro, ya no habla con nadie y pasa horas así".
La doctora
Ducadan, explica que vio muchos niños con el mismo tipo de problema hasta que
se dio cuenta de la gravedad de la exposición a las pantallas. Son niños que
viven en una burbuja, que no responden cuando oyen su nombre, ni miran a los
ojos cuando se les habla.
Los padres a
menudo se sienten culpables, añade Ducadan, pero la realidad es que no tienen
información para conocer las consecuencias de la sobreexposición de sus hijos a
las pantallas. Lo cierto es que un niño enseguida abandona los juguetes y los
juegos, pero nunca se cansa de mirar una pantalla. Si no se le dice "basta",
no se detendría nunca. Son totalmente adictivas, no pueden estar sin ellas, y
hacerlo les genera un malestar intenso, como un drogadicto cuando está sin su
dosis.
Según la
doctora Ducadan, es necesario que las autoridades reaccionen, ya que la
exposición prolongada es cada vez más habitual y es importantísimo que se
informe de ello.
¿Qué dicen los
estudios?
En los EEUU, ya hace tiempo que los aparatos digitales
ocupan mucho espacio. Según un estudio de la ONG Common Sense, los niños norteamericanos de
menos de 8 años, pasan más de 2 horas al día frente a una pantalla de móvil.
El Dr.
Nicholas Kardaras, escribió un libro sobre los niños y las pantallas, donde
habla de la heroína digital. "Trabajando con niños pequeños, empecé a ver
los mismos síntomas clínicos que en los casos de adicción a las drogas:
síndrome de abstinencia, impulsividad, agresividad... por eso empecé a
investigar y descubrí que estos aparatos generaban dopamina.
La dopamina
es la hormona que nos empuja a coger constantemente el móvil y la que alimenta
el llamado circuito de recompensa cerebral. Este circuito nos impulsa a tener
comportamientos indispensables para la supervivencia como la comida, relaciones
sexuales, etc. La dopamina circula por nuestro cerebro y hace que una
experiencia sea agradable. La gente quiere saber qué ha pasado, cuáles son las
últimas noticias y cuando lo tenemos nos proporciona una descarga de dopamina.
Pero esto tiene un precio en nuestro cerebro. El córtex frontal se encoge si
estamos ante pantallas durante un tiempo excesivo.
Consecuencias
en nuestros cerebros
En China, la
adicción a internet se considera uno de los problemas de salud pública más
graves. Unos investigadores analizaron 15 adolescentes con adicción a internet
con un escáner cerebral, y el resultado demostró que la circulación de los
fluidos estaba alterada. El área de comunicación quedaba gravemente frenada, y
los problemas de conexiones cerebrales pueden provocar síntomas que recuerdan
el autismo o trastornos bipolares.
Una persona
que tiene el córtex frontal encogido y una densidad de sustancia gris más baja,
se vuelve más impulsiva, es más propensa a comportamientos adictivos, es más
agresiva y no toma decisiones tan acertadas porque su capacidad para hacer
encadenamientos lógicos está alterada.
¿Qué podemos
hacer?
La parte buena es que no hay daños permanentes
en los cerebros de los niños expuestos. Basta alejar a los niños de las pantallas para que recuperen las
capacidades mentales.
Se debe
alejar a los niños de las pantallas, se debe evitar que estén sobreexpuestos,
se les debe ofrecer otros juegos, otros estímulos, más interacción humana. Lo
más importante es que los padres miren y hablen mucho con sus hijos pequeños.
Para más información consultad el 9º Informe FAROS Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educar
saludablemente en una sociedad digital el cual tiene como
objetivo ofrecer a padres, madres y educadores una guía completa sobre cómo
guiar y acompañar a los menores en el uso de las tecnologías digitales bajo un
enfoque positivo.
En el Informe participaron expertos de reconocido prestigio
en la materia, entre ellos desde la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría y
Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.
https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ninos-sobreexpuestos-pantallas-riesgo-puede-generar-adiccion
-VI-
Uso de teléfonos inteligentes y
tablets en niñas y niños de 0 a 6 años desde una perspectiva de derechos
Resumen:
En los últimos años el uso de teléfonos inteligentes y tablets en niños ha crecido
significativamente. La mayoría de las investigaciones que abordan este tema
apuntan a niños escolares o adolescentes, sin embargo, el grupo de niños y
niñas de 0 a 6 años ha sido poco estudiado. El objetivo de esta investigación
fue conocer prácticas de uso de teléfonos inteligentes y tablets en niños y
niñas de 0 a 6 años y mediación adulta desde el marco de referencia de los
derechos del niño. Para ello, se realizó una revisión narrativa de literatura
reciente en inglés y español. Los resultados muestran que los niños comienzan a
usar teléfonos inteligentes y tablets cada vez más temprano, que las
motivaciones para su uso difieren entre niños y adultos, que los principales
beneficios identificados son el aprendizaje y la recreación, mientras que los riesgos
están asociados a la transgresión de privacidad y vulnerabilidad a abusos. Se
concluye que la alfabetización digital y la mediación parental son
fundamentales para fortalecer las oportunidades para el desarrollo de la
ciudadanía digital en primera infancia, así como para contribuir a resguardar
de los derechos de los niños y niñas. Palabras claves: Pantallas, teléfonos
inteligentes, tablets, derechos del niño, ciudadanía digital, primera infancia.
Introducción: En los últimos años se ha podido constatar que son
pocas las áreas en la vida de los niños que quedan excluidas de la incidencia
cotidiana de los medios digitales (Gardner & Davis, 2014), quienes se
consideran nativos digitales por la era en que se desenvuelven (Pascitelli,
2009). Junto con ello, la preocupación por el uso desde temprana edad de
dispositivos y aplicaciones digitales se ha vuelto un tema de debate entre
educadores y padres. No obstante, aunque aún existe poca investigación sobre
prácticas de uso en primera infancia, es posible constatar un creciente interés
en la investigación sobre este campo. En un estudio reciente en Inglaterra, por
ejemplo, se concluyó que el 25 % de los niños de 0 a 2 años posee su propia
tablet, mientras que entre 3 y 5 años este valor es de 36% (Marsh et al.,
2015). En otro estudio en este país, en tanto, se ha reportado que el uso de
tablets con acceso a Internet de niños de 3 a 7 años ha crecido de 47% en el
año 2014 a 61% en el año 2015 (Blum-Ross y Livingstone, 2016). En Chile, por su
parte, la encuesta CASEN del año 2015 indagó sobre la tenencia de teléfonos
móviles en la población mayor de 5 años concluyó que un 11% de los niños y
niñas de 5 años tiene celular funcionando y en uso, y que este porcentaje sube
al 30% población de 8 años (Bravo, 2016). Asimismo, se ha generado un debate
respecto a los beneficios y riesgos que puede implicar el uso excesivo de
tablets o teléfonos inteligentes en niños pequeños (Marsh et al, 2015). En este
sentido, la Academia Americana de Pediatría [AAP] recomendó el año 2011 la
prohibición de pantallas digitales para niños menores de dos años y un límite
de dos horas diarias de uso para niños mayores, restricciones que en el 2015
reconsideraron, cambiando el foco hacia el contexto y el contenido antes que
solo en el tiempo (Livingstone, 2016). Para Blum-Ross y Livingstone (2016) el
debate sobre uso de pantallas en niños ha estado demasiado centrado en los
riesgos y muy poco en las oportunidades, lo que dificulta a los padres la
posibilidad de desarrollar estrategias para apoyarlos en el aprovechamiento de
los beneficios de la era digital. Por otra parte, se han desarrollado estudios
que abordan el fenómeno de “adicción a internet” desde la perspectiva de los
efectos neurológicos. Así, Dunckley (2014) sintetiza los hallazgos de
investigaciones de neuroimagen y concluye que la adicción a internet está
asociada a cambios estructurales y funcionales en regiones del cerebro ligados
al procesamiento emocional, la atención ejecutiva, la toma de decisiones y el
control cognitivo. Específicamente, los estudios revisados por Dunckley (2014)
sugieren que en adolescentes que presentan adicción a internet se observa
atrofia en la materia gris, pérdida de la integridad de la materia blanca,
reducción del grosor cortical, procesamiento de información menos eficiente y
una menor inhibición de los impulsos, y una cantidad reducida de receptores y
transportadores de dopamina. Junto con ello, el uso frecuente y la poca
percepción de riesgo por parte de los niños es una preocupación de muchos padres.
Así, la UNICEF ha reportado que “muchos padres y profesores se preocupan de que
la inmersión en pantallas está deprimiendo a los niños, creando dependencia de
internet e incluso contribuyendo a la obesidad” (UNICEF, 2017, p.2). En el
presente trabajo, proponemos abordar este problema desde el marco de los
derechos del niño. Es importante destacar que la Convención sobre los derechos
del niño (UNICEF, 1989) transforman el concepto de niñez, pasando de considerar
a los niños como objetos de protección a sujetos de derecho, por tanto “esta
nueva concepción se basa en el reconocimiento expreso del niño como sujeto de
derecho, en oposición a la idea predominante de niño definido a partir de su
incapacidad jurídica” (Cillero, 2004, p. 14). Desde esta 4 perspectiva, por
tanto, ciertos derechos del niño resultan relevantes para examinar su relación
con el uso de aparatos digitales, particularmente celulares y tablets. Así, por
ejemplo, el artículo 12 de la Convención establece que deben existir
condiciones para que el niño o niña forme su propio juicio y su opinión sea
tomada en cuenta sobre los asuntos que le incumben, teniendo en cuenta su edad
y madurez. El derecho a la libertad (artículo 13), en tanto, establece que el
niño y la niña tienen derecho a la libertad de expresión, es decir, a buscar,
recibir y difundir información por el medio que el niño escoja. El derecho a la
información se detalla aún más en el artículo 17, en el que se estipula que los
medios de comunicación tienen como misión que el niño tenga acceso a la
información y material que provenga de cualquier lugar del mundo, pues fomenta
el interés social y cultural de los niños y niñas, teniendo en cuenta su
seguridad integral. Considerando el enfoque de derechos expuesto, es importante
realizar una revisión bajo este enfoque, pues según Stoilova, Livingstone y
Kardefelt (2016) esta perspectiva da un marco holístico para examinar los
fenómenos (y sus relaciones y/o conflictos), así como una mirada sociocultural
que permite considerar la diversidad de contextos en los que éstos se
desarrollan. Por ello, se vuelve fundamental analizar el acceso a internet,
debido a que el acceso es a través de los teléfonos inteligentes y tables; los
contextos familiares y rutinas, lo que es o no socialmente valorado en un
determinado contexto, entre otros aspectos. Toda investigación que se haga
desde el enfoque de derechos debe "reconocer los contextos altamente
diversos de la infancia, reconociendo también que incluso los significados de
género, edad de mayoría o de consentimiento sexual y estado socioeconómico y
formas de la inclusión / exclusión varía según los países" (Stoilova et
al, 2016, p.10). Asimismo, la investigación de Stoilova, Livingstone y
Kardefelt (2016) da cuenta que, muchas veces, al pensar en los derechos de la
infancia, se tiende a enfocar en los riesgos que los aparatos digitales
presentan, sin poner en la balanza lo que también puede ser beneficioso, por lo
que "los derechos de los niños a la provisión, protección o participación
tienden a ser promovidos en pistas paralelas, dejando poco conocimiento de las
ocasiones cuando los derechos de protección y participación aparecen en
conflicto" (p.15). Es por esto que los autores hablan de un conflicto que
aún no se discute, no se pone en tensión, ya que "lo que puede
considerarse normativamente como un riesgo, puede verse como una oportunidad
por un niño" (p.15). Por otra parte, la tensión entre los beneficios y
oportunidades que brindan los aparatos digitales pueden comprenderse mejor
desde la perspectiva de las habilidades y destrezas con las que cuentan niños y
niñas. En este sentido, la alfabetización digital, que hace referencia a
proporcionar habilidades de evaluación técnica y de orden superior necesarias
para acceder, comprender, producir y participar en los medios digitales, puede
comprenderse como un mediador que incidirá en lo beneficioso o riesgoso de las
experiencias digitales (Buckingham, 2005). De esta manera, se ha planteado la
necesidad de incentivar a los niños y niñas a pensar críticamente y desarrollar
su propio lenguaje, estrategias, asociaciones e intereses como usuarios, así
como llevar a cabo un diálogo permanente entre responsables de políticas,
profesionales y niños y niñas respecto a cómo usar los medios digitales para
apoyar el ejercicio de los derechos del niño (Third, Bellerose, Dawkins, Keltie
& Pihl, 2014). Por tanto, la alfabetización digital debería entenderse no
sólo como el aprendizaje del uso de las tecnologías, sino también la capacidad
de valorar críticamente la información que proporciona la tecnología
transformándola en conocimiento (Buckingham, 2005) y, además, el desarrollo de
las habilidades de evaluación técnica y de orden superior requeridas para
acceder, comprender, producir y participar en medios digitales (Third et al,
2014). Respecto al desarrollo de competencias digitales, Marsh et al. (2015)
reportan que los padres consideran que sus hijos han desarrollado variadas
competencias a partir del uso de 5 aparatos tecnológicos, tales como: deslizar
la pantalla, trazar formas con sus dedos, arrastrar elementos en la pantalla,
abrir aplicaciones, etc. Buckingham (2005), por su parte, argumenta que las
tecnologías digitales ofrecen nuevas oportunidades para la autoexpresión que
«liberarán» a los niños del control de los adultos, permitiéndoles crear sus
propias culturas y comunidades. En este sentido, Buckingham (2005) da cuenta
que “la alfabetización digital ha de implicar la producción creativa en los
nuevos medios y, a la vez, el consumo crítico de los mismos” (p.6). En este
sentido, Buckingham (2006) al analizar críticamente la noción de alfabetización
digital, sostiene que las competencias que los niños necesitan en relación a
los medios digitales deben estar al servicio de que sean capaces en un futuro
de transformar la sociedad y dotarla de conocimiento. Por su parte, Third et al
(2014) subrayan la idea de que la alfabetización digital es una prioridad para
los niños y niñas, que los medios digitales proporcionan una oportunidad
invaluable para ampliar su aprendizaje más allá del currículo escolar y que los
debe dotar del conocimiento de los riesgos que éstos implican. Asimismo, la
alfabetización digital es relevante no sólo para niños y niñas, sino también
para sus padres, maestros y otros cuidadores (Donoso & Ribbens, 2014). Si
bien los planteamientos de Buckingham y Third se refieren a los niños y
adolescentes en general, situar el problema de la alfabetización digital en
primera infancia conlleva nuevas complejidades. Probablemente por ello es que
la mayoría de la investigación sobre el uso de tecnologías móviles en niños (0
a 18 años) ha sido realizada en adolescentes. En efecto, se estima que el 70%
de los estudios realizados en este ámbito corresponde a adolescentes entre 15 y
17 años, mientras que sólo el 7% incluye a niños menores de 5 años. Junto con
ello, a pesar de la urgencia que este grupo conlleva debido a su inmadurez para
hacer frente a los riesgos mencionados, sigue siendo un grupo poco estudiado
(Ólafsson, Livingstone & Haddon, 2014). La revisión de estos autores
también destaca el hecho que la edad de inicio del uso de internet ha ido
adelantándose sistemáticamente a partir del año 2009 hasta la fecha. Los
desafíos metodológicos de la investigación con niños pequeños son una posible
causa de esta escasez. Por otro lado, Caldeiro-Pedreira et al (2017) recalcan
que el poco manejo de las tecnologías por parte de los padres, y el precario
control parental debido a los horarios laborales, las ocupaciones propias de la
vida diaria o la falta de conocimientos por parte de las familias, demanda
generar fuera del hogar espacios de alfabetización y formación, siendo la
escuela uno de estos espacios. Esta nueva forma de alfabetización es necesaria
desde temprana edad ya que “permite al sujeto interactuar, conocer y comprender
la información a la que se accede” (Caldeiro-Pedreira et al, 2017, p. 39).
Asimismo, Donoso y Ribbens (2014) consideran oportuno incorporar los esfuerzos
de alfabetización digital como parte integral de los programas de estudio de
los niños muy pequeños, de manera que adquieran o mejoren sus habilidades y
conocimientos digitales, incluidas las habilidades de seguridad electrónica
(Donoso & Ribbens, 2014). Asimismo, la importancia de que la familia esté
digitalmente alfabetizada, sumado al hecho que los padres pasan la mayor
cantidad de tiempo en el trabajo, ha llevado a la propuesta de formación en los
lugares de trabajo, en la que se incluye “información sobre cómo fomentar usos
más creativos de las tecnologías digitales, así como enseñar a los padres a
orientar y apoyar a sus hijos para prevenir y enfrentar los riesgos en línea”
(Donoso y Ribbens, 2014, p.6). En ese sentido, resulta relevante focalizar el
problema en cómo la mediación de los adultos contribuye a potenciar el uso
beneficioso de los medios en los ámbitos de aprendizaje y creatividad, conexión
y comunicación, y acción y compromiso ciudadano (Blum-Ross y Livingstone,
2016). Con todo, el objetivo de este artículo es conocer el estado actual del
conocimiento en torno a los usos que niños y niñas de 0 a 6 años hacen de
teléfonos inteligentes y tablets, así como la mediación que desarrollan los
padres de dicho uso, y analizar esta información desde 6 el marco de los
derechos del niño. Método En este trabajo se ha desarrollado una revisión
narrativa de literatura (Rother, 2007) en torno al uso de teléfonos
inteligentes y tablets en primera infancia. Se revisaron fuentes
especializadas, tales como revistas científicas en el campo de la psicología
evolutiva, infancia, educación e interacción persona-computador, así como
reportes e informes de centros de estudio y proyectos internacionales
vinculados a temas de infancia, ciudadanía digital, comunicación y medios, y
derecho del niño. Para la selección de documentos, se utilizaron los siguientes
criterios: estudios empíricos o revisión de literatura que incluyeran población
de 0 a 6 años, que los objetivos de estudio estuvieran focalizados en teléfonos
inteligentes y tablets, que su fecha de publicación fuera posterior a 2006, y
que fueran publicados en inglés y/o español. Se llevó a cabo un ordenamiento de
la literatura, en la medida en que se fue recopilando la bibliografía. Se
agruparon los hallazgos en temáticas comunes, buscando responder al objetivo
del estudio. En la tabla 1 se describen los estudios empíricos seleccionados
para la revisión y en la tabla 2 las revisiones de literatura relevantes para
el objetivo.
Resultados A continuación, se
presentan los resultados de la revisión, organizados en los siguientes temas:
edad en la que los niños y niñas comienzan a usar teléfonos inteligentes y
tablets, tiempo de uso y tenencia de teléfonos inteligentes y tablets,
motivaciones de niños y padres asociados al consumo de estas tecnologías,
beneficios frente a riesgos, y mediación y regulación parental. Cada tema se
introduce y contextualiza a partir de los artículos de la Convención de los
derechos del niño que resultan más relevantes en cada caso. a) Edad de inicio,
tiempo de uso y tenencia de teléfonos inteligentes y tablets. El artículo 17 de
la Convención sobre los derechos del niño (1989) estipula que los medios de
comunicación, tanto impresos como los basados en tecnologías de la información,
deben contribuir positivamente a la realización de los derechos del niño y que
el material debe ajustarse a la capacidad y a los intereses de los niños
pequeños teniendo en consideración su seguridad integral. La edad a la que los
niños comienzan a usar teléfonos inteligentes y tablets disminuye cada vez más.
En una investigación reciente, se reporta que el 69% de las familias con niños
menores de 8 años tiene un teléfono inteligente y el 40% una tablet (Lauricella
et al, 2015). Así mismo, en la investigación de Holloway, Green y Livingstone
(2013), sobre el uso de internet por parte de niños entre 0 y 8 años de edad,
destaca el importante incremento que ha tenido en los últimos años el uso de internet por parte de los
niños menores de nueve años, señalando que en Inglaterra, un tercio de los
niños de 3 a 4 años está en línea usando
un PC de escritorio, computador portátil
o netbook, un 6% de los que están en línea, lo hacen a través de tablets y un 3% a través de teléfonos
móviles. Así también se señala que en
Finlandia el 64% de los niños de 7 años usan internet. En Suecia el 70% de los
niños de 3 a 4 años está en línea al menos
algunas veces (Holloway, Green & Livingstone, 2013). Incluso, el estar
conectado a Internet, incluye a bebés en Dinamarca, donde el 78% de los niños
preescolares daneses y el 5% de los bebés
menores de 1 año están conectados a
Internet (Holloway, Green & Livingstone, 2013). En Noruega, el 23% de los
niños entre 0 y 6 años tiene acceso a pantallas táctiles en el hogar, con un 32% de primer uso de
pantallas táctiles antes de los 3 años
(Holloway, Green & Livingstone, 2013). El incremento en el uso y la
tenencia de teléfonos inteligentes
y tablets por parte de niños pequeños, para Donoso y Ribbens (2014), está ligado a diversos factores: la constitución
familiar (monoparental o biparental), estilo parental (autoritarios, permisivos
o democráticos), 10 rutinas (reglas, hobbies, trabajo, etc.) y el barrio (lugar
donde se reside) donde se desenvuelven los niños y niñas. Los niños no solo
miran a sus padres sino también aprenden de ellos y de otros parientes, amigos
y/o compañeros de clase, etc. Por tanto, la mediación, como se detallará más
adelante en esta revisión, influirá́
en el acceso y uso que tengan sus referentes de los dispositivos tecnológicos.
Por otra parte, el artículo 31 de la Convención (1989) reconoce el derecho del
niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas,
de ahí́ que se hace importante revisar
cuánto tiempo le dedican a estar
conectados, y cómo esos tiempos de uso se relacionan con la dedicación a otras
actividades relevantes para su desarrollo, tales como la recreación y el esparcimiento.
Holloway, Green y Livingstone (2013) hallaron que entre los años 2011 y 2012 se
triplicó el uso de tablets en el hogar por parte de los niños británicos. En cuanto al tiempo, los resultados de la
encuesta de Marsh et al (2015) mostraron que, en promedio, los niños ingleses
pasan 1 hora y 19 minutos usando una tablet en un típico día de semana, y 1
hora y 23 minutos en un típico fin de semana, siendo el horario punta entre las
4 y 6 de la tarde, por tanto, tanto en día de semana como fin de semana la
diferencia de tiempo de uso no es significativa, a pesar de que se pudiera
pensar que existiera una mayor diferencia por la mayor presencia de adultos
significativos para los niños y niñas. Asimismo, los padres utilizan más de una
hora su teléfono inteligente y si poseen tablets, la usan aproximadamente 45
minutos al día. Los niños, en tanto, utilizan 15 minutos los teléfonos
inteligentes y 29 minutos las tablets (Lauricella et al, 2015). En el estudio
se concluye que el tiempo de pantalla de los niños está influido por el de los
padres.
b) Motivaciones de niños y padres
para el uso de aplicaciones Considerando el artículo 12 de la Convención (1989)
que establece el derecho del niño a ser escuchado de acuerdo a su edad y nivel
de madurez, resulta relevante examinar las motivaciones que los propios niños y
niñas manifiestan frente al uso de aplicaciones en teléfonos inteligentes y
tablets. Junto con ello, aparece estrechamente vinculado el derecho a la
recreación y a las actividades artísticas y culturales especificado en el
artículo 31 de la Convención. Gran parte de la toma de decisiones sobre las
aplicaciones que utilizan los niños recae en los padres, con algunas
aportaciones del niño o niña (Marsh et al, 2015). Por lo mismo, es importante
destacar el tiempo en que los niños y niñas invierten en el uso de teléfonos
inteligentes y tablets junto a los padres. Marsh et al (2015) comparan el uso
durante los días de semana, cuando los padres pasan menos tiempo en los
hogares, con los fines de semana, cuando pueden estar más tiempo junto a sus
hijos o hijas. En cuanto al rango de edad de 0 a 2 años, Marsh et al (2015)
hallaron que durante el horario punta del día de semana (4-6pm), el 45% de los
niños y niñas están usando tablets, y que lo utilizan para colorear o mirar
imágenes o fotos, del cual el 71% realiza esta actividad en la sala de estar y
el 64% junto con la madre, padre o tutor. En fines de semana, se evidencia una
diferencia en el horario de 2 a 4 pm, cuando un 42% de los niños y niñas están
usando tablets, utilizándolo como ayuda a la educación, aprender, jugar,
escuchar música y colorear, del cual un 65% está en dicha actividad junto a
algún padre o tutor. En cuanto al rango de 3 a 5 años, los resultados de los
días de semana coinciden con que el horario punta es de 4-6pm, siendo el 58%
quienes lo usan para aplicaciones de juegos, del cual, el 82% está en el
salón/sala de estar, el 64% está junto a un padre o tutor. Los resultados en
fin de semana no varían significativamente, ya que el uso sigue estando
enfocado en la entretención, lo único curioso es que baja el porcentaje de
quienes están acompañados por un padre o tutor (58%), siendo estos días los más
disponibles a estar en compañía de los pequeños 11 y pequeñas. Estos datos son
relevantes a la hora de conocer la mediación que ejercen los adultos
significativos. En cuanto a las motivaciones de los adultos, los padres de
niños entre 0 y 2 años buscan promover aspectos tales como la creatividad y
juego (52%), la educación (47%) y la distracción 46%, mientras que, para los
padres de niños de 3 a 5 años, el 58% busca alentar la creatividad y juegos, el
57% propósitos educativos y el 53% distracción. Si bien existen una motivación
específica para el uso de aparatos digitales por parte de los padres, en el
estudio de Marsh et al (2015) se señala que para los padres la principal
barrera para descargar y usar aplicaciones es su costo. Así mismo, Shuler,
Levine y Ree (2012) afirman en su reporte que el 80% de las aplicaciones (apps)
pagadas de mayor venta en la tienda de ITunes se encuentran en la categoría de
educacional, y se enfocan en niños. Las apps para preescolares se han vuelto
las más populares, con 58% del mercado y han experimentado un aumento del 23%.
En particular, según el estudio de Marsh et al (2015), los padres favorecen las
aplicaciones educativas y narrativas, mientras que los niños prefieren usar
aplicaciones de video/audio, juegos visuales y aplicaciones de dibujo. Al
analizar por días de la semana, se concluye que en la semana se privilegian
actividades creativas (dibujo y pintura), leer y apoyar el aprendizaje,
mientras que en el fin de semana, es más probable que las tablets se utilizan
para ver videos en sitios como YouTube y juegos (Marsh et al, 2015). En la
investigación de Holloway, Green y Livingstone (2013) se señala que YouTube es
el segundo sitio favorito de los niños menores de 5 años en Reino Unido (p.12).
A su vez, en el estudio de Donoso y Ribbens (2014), lo que más hacen los niños
es usar YouTube, ver programas de televisión y jugar. La diferencia en
contenidos radica en que los niños entre 6 y 7 años parecen conscientes de la
comunicación o las funcionalidades de medios como Facebook, correo electrónico
o aplicaciones de mensajería instantánea, en cambio, ninguno de los niños de 0
a 5 años tenía un perfil ni eran usuarios activos de ninguno de estos
servicios, siendo la única excepción Skype, medio usado para comunicarse con
las familias que están en el extranjero. Cabe mencionar que, debido a que los
niños de 0 a 8 años poseen limitadas habilidades de búsqueda pues no todos
saben leer ni escribir, recurren a sus padres para encontrar la información que
desean. En cuanto a las motivaciones de los niños, también existen diferencias,
pues, son principalmente los niños mayores quienes ven las tecnologías
digitales como una oportunidad para aprender sobre materias, en cambio, desde
la perspectiva de los niños pequeños, la motivación central sería la diversión
y la relajación, y en menor medida la vinculación, es decir, una forma de hacer
algo junto con otras personas significativas (Donoso & Ribbens, 2014). En
cuanto a las motivaciones de los padres para permitir el uso de teléfonos
inteligentes y tablets, según el mismo estudio, estas fueron diversión,
aprendizaje, apoyo en tareas escolares, estrategia de recompensa y castigo,
mantener ocupado al niño mientras el adulto puede dedicarse a otras tareas y,
solo ocasionalmente, una forma de hacer algo junto con sus hijos (vinculación)
(Donoso & Ribbens, 2014). Por otra parte, también se han analizado las
características de las aplicaciones que favorecen la creatividad y el juego
(Marsh et al, 2015). Primero, éstas deben permitir la activación y
desactivación de funciones que pueden distraer a los niños, y así limitar el
juego y la creatividad, así como establecer niveles de desafío apropiados para
su edad. Otra característica clave es la posibilidad de personalizar la voz, el
acento y el contenido cultural (Marsh et al, 2015). Las aplicaciones abiertas,
que permiten a los niños experimentar por sí mismos y centrarse en un producto
final, son más probables que promuevan el juego y la creatividad, así como las
aplicaciones que integran la resolución de problemas, el pensamiento 12 crítico
y las actividades de razonamiento abstracto (Marsh et al, 2015). En cuanto al
compromiso de los niños con las aplicaciones y su relación con el aprendizaje,
Noorhidawati, Ghazal Ghalebandi y Siti Hajar (2015) concluyeron que éste se
vincula con sus habilidades sensoriales y motrices, su expresión emocional y expresión
verbal. Las nociones centrales relacionadas con el aprendizaje al momento de
interactuar con aplicaciones son: lo cognitivo (conciencia con respecto a los
elementos presentados, logro de metas), lo psicomotor (percepción, imitación y
manipulación), y lo afectivo (aceptación, responsividad). Es así como los
resultados en general muestran que “el aprendizaje de los niños es más
prevalente en el aspecto psicomotor, lo que es apoyado por las demostraciones
de compromiso relacionadas con las habilidades sensoriales” (Noorhidawati,
Ghazal Ghalebandi & Siti Hajar, 2015, p. 394). Además, se mostró que los
niños están conscientes que pueden aprehender con facilidad los elementos de
las aplicaciones, sobre todo si son de carácter interactivo (Noorhidawati, Ghazal
Ghalebandi & Siti Hajar, 2015).
c) Beneficios frente a riesgos Es
habitual en la literatura encontrar referencias tanto de beneficios como de
riesgos del uso de los teléfonos inteligentes y tablets. En este apartado
presentamos una síntesis en la que intentamos poner en tensión los hallazgos de
ambos tipos de efectos. En cuanto a los beneficios, la Convención (1989)
establece un marco para que los estados amplíen las oportunidades de los niños
con el fin de que alcancen su pleno potencial, como es lograr la integración
social y el desarrollo individual de los menores en la máxima medida posible.
De ahí que resulte fundamental revisar la literatura en cuanto a los beneficios
y oportunidades que los teléfonos inteligentes y tablets plantean al desarrollo
pleno de los niños y niñas. Por otro lado, el artículo 3 de la Convención
(1989) estipula la necesidad de considerar siempre el interés superior del
niño, y de brindar protección y cuidado por parte de los Estados cuando los
padres y madres u otras personas responsables no son capaces de hacerlo. De ahí
que, así mismo, es relevante revisar también los peligros y riesgos que la
literatura específica con respecto al uso de teléfonos inteligentes y tablets.
Por mucho tiempo, los peligros y riesgos del uso de aparatos digitales se
enfocaron en el tiempo de uso, ya que al estar mucho tiempo expuestos a las
pantallas digitales se le restaba tiempo para otras actividades, entre ellas el
compartir con la familia y los amigos (AAP Council on Communications and Media,
2011). Como se ha revisado, el uso de los dispositivos tecnológicos empieza a
edades muy tempranas, incluso, en algunos países los niños menores de 15 años
usan tanto Internet como los adultos mayores de 25 años (UNICEF, 2017). A
continuación, revisamos algunos estudios que han explorado el impacto positivo
que podría tener el uso de teléfonos inteligentes y tablets en los niños y
niñas. La UNICEF (2017) da cuenta que los dispositivos tecnológicos brindan
oportunidades de aprendizaje y educación a los niños, especialmente en regiones
remotas y durante las crisis humanitarias. En la investigación de Third et al
(2014) se plantea que, en los países desarrollados, los teléfonos inteligentes
y tablets son parte de proyectos educativos y que, mientras más acceso se tiene
a estos dispositivos, más crece la convicción de que sean parte de la educación
formal de dichos países. Concretamente, estos autores afirman que los niños
“informaron que Internet les ha facilitado el trabajo escolar y la
participación en el proceso educativo” y que “describieron detalladamente cómo
utilizan Internet para investigar información y aumentar su conocimiento de los
temas planteados en la escuela, como parte de su tarea" (p.44). Esto puede
verse mermado por el acceso restringido a estos dispositivos por factores
económicos. Por otro lado, los niños informaron sistemáticamente que los medios
digitales les permitían ejercer su derecho a la 13 diversión, el juego y el
descanso. El Internet ha sido de ayuda en los momentos de aburrimiento, por
tanto, no solo es un beneficio en las tareas escolares sino también en los
momentos de relajo (Third et al 2014). Por otra parte, Holloway, Green y
Livingstone (2013) plantean que existiría una correlación positiva entre el uso
de Internet durante la primera infancia y los logros académicos en el colegio.
Esto puede deberse, según los autores, a que los y las educadores de la primera
infancia de países europeos recurren a la tecnología como herramientas de
aprendizaje, específicamente, para el desarrollo cognitivo en áreas como
lenguaje. Sin embargo, también se han identificado una serie de riesgos
asociados al uso de pantallas e internet que van más allá del tiempo de uso. La
UNICEF (2017) recalca que la tecnología digital puede hacer que los niños sean
más susceptibles de sufrir daños tanto en Internet como fuera de ella. Uno de
los riesgos que se han identificado es la exposición a publicidad y abusos
sexuales, debido al contenido pornográfico y violento al que pueden acceder.
Los niños ya vulnerables pueden estar en mayor riesgo de daño, incluida la
pérdida de privacidad, de modo que “los depredadores pueden hacer más
fácilmente contacto con niños inocentes a través de redes sociales anónimas y sin protección,
perfiles y foros de juegos” (p.2). Los autores ponen en duda si los niños y
niñas pueden dominar bien el uso de los aparatos digitales, entendiendo que
saber el correcto uso puede hacer la diferencia entre estar o no en peligro. En
el estudio sobre competencias mediáticas de Caldeiro-Pedreira et al (2017), se
encontró que el crecimiento exponencial de la información, las imágenes y el
contacto con éstas no implican necesariamente su comprensión ni el desarrollo
de habilidades para que el niño pueda analizarlas y protegerse ante sus
posibles efectos adversos. Ante esto, se debe considerar que adultos que
quieran hacer daño a niños menores pueden hacer más fácilmente contacto con
ellos a través de redes sociales anónimas, sin protección de perfiles y foros
de juegos (UNICEF, 2017). Asimismo, para la UNICEF (2017) existe una
preocupación por cómo esto afecta la vida y la personalidad de cada niño, pues
aquellos más vulnerables fuera de Internet, son más vulnerables dentro de ella,
ya que “aunque la mayoría de los niños que están en Internet pueden verlo como una experiencia
positiva, muchos padres y profesores se preocupan de que la inmersión en
pantallas está deprimiendo a los niños, creando dependencia de internet e
incluso contribuyendo a la obesidad” (p.2). La visión que se tiene debe
enfocarse en los niños, pues la percepción de los riesgos en línea de los niños
y adolescentes es diferente a la de los adultos, de manera tal que hay
situaciones en línea donde los niños y adolescentes no perciben riesgos y los
adultos sí. Por otra parte, una fuente potencial de abuso de los datos de los
niños viene de sus propios padres. Una encuesta de 2010 encontró que el 81% de
los niños menores de dos años en 10 países de altos ingresos (Australia,
Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Nueva Zelanda, España, Reino Unido y
Estados Unidos) tiene una huella digital proveniente de un perfil o imágenes
publicados en Internet (UNICEF, 2017). Más específicamente, Kardefelt-Winther
(2017) analizó la relación entre el tiempo de uso de teléfonos inteligentes y/o
tablets, y el bienestar psicológico, social y físico de niños y niñas a través
de una revisión de estudios con sujetos entre 0 y 18 años. En cuanto al
bienestar psicológico, ningún uso (alto, moderado, bajo) en absoluto se asocia
con un menor bienestar mental, mientras que el uso moderado pareció estar
asociado a un pequeño efecto positivo sobre los niños. En el ámbito de las
relaciones sociales, el autor concluye que tanto el bienestar infantil, como el
funcionamiento familiar, la dinámica social en la escuela y las condiciones
socioeconómicas, son más importantes que la influencia directa del tiempo que
utiliza la tecnología digital. En cuanto a la actividad física, si bien algunos
estudios encontraron relación 14 entre el tiempo expuesto a pantallas con la
reducción en la actividad física, otros estudios concluyeron que esta relación
no es directa y que reducir el tiempo de uso de teléfonos inteligentes y/o
tablets no necesariamente motivará a los niños a dedicar más tiempo a la
actividad física. En definitiva, la revisión de estos estudios pone en cuestión
una relación directa entre el tiempo de uso y el bienestar infantil, lo que se
traduce en la necesidad de mirar otras dimensiones del problema más que
meramente el tiempo, tales como las relaciones sociales del niño en su
contexto, el acceso a recursos comunitarios para la participación en deportes y
actividad física, así como la necesidad de no privar completamente a los niños
de la conectividad ya que gracias a ella se posibilita la generación de redes y
relaciones sociales significativas para su desarrollo y bienestar. Finalmente,
debido a que, según Kucirkova y Zuckerman (2017), aún no se han demostrado de
forma clara y segura los beneficios de los aparatos digitales para niños menores
de 24 meses, debería desaconsejarse las pantallas para este grupo de edad. d)
Mediación y regulación parental Desde el marco de los derechos del niño,
resulta esencial el reconocimiento de las responsabilidades, derechos y deberes
de los padres para dirigir y guiarle en el ejercicio de los derechos de una
manera consistente con el desarrollo de sus facultades, así como la
consideración de su interés
superior (Lievens, Livingstone, McLaughlin, O’Neill & Verdoodt, 2016). Por
ello, un aspecto relevante a considerar en esta revisión fue el modo en que los
padres y adultos cercanos desarrollan esta labor, siendo los responsables de la
mediación y regulación en torno al uso. La mediación y regulación puede ser
entendida como una respuesta para evitar los riesgos que los padres perciben en
el uso de pantallas, entre los cuales se cuentan: riesgos asociados a conductas
(ciberbullying, mal uso de información personal), riesgos asociados a
contenidos inapropiados (contenido pornográfico, violencia, discursos de odio o
información falsa), riesgos asociados al contacto con desconocidos, y riesgos
de exposición a publicidad (Blum-Ross y Livingstone, 2016). En el estudio de
Donoso y Ribbens (2014), los padres de niños menores de 8 años perciben como
exitoso el monitoreo de la actividad online de sus hijos (limitar el tiempo,
evitar que bajen aplicaciones o juegos) así como también expresan una baja
preocupación por los riesgos en línea actuales, debido a sus limitaciones de
escritura y lectura, anticipando más riesgos en el futuro. Por otra parte, la
investigación muestra que la mediación parental contribuye a potenciar el uso
beneficioso de los medios en una serie de ámbitos (Blum-Ross y Livingstone,
2016): aprendizaje y creatividad (alfabetización, búsqueda de información,
expresión personal), conexión y comunicación (con familia, amigos y comunidades
de intereses), y acción y compromiso ciudadano (grupos activistas y movimientos
de justicia social). Un ejemplo de ello lo constituye el hallazgo de Marsh et
al (2015) que muestra que las principales motivaciones de los padres para
elegir aplicaciones para sus hijos son la promoción del juego, la creatividad y
el apoyo al aprendizaje. Blum-Ross y Livingstone (2016) definen mediación
parental como las distintas formas en las que los padres intentan influir en el
cómo y el por qué sus hijos usan medios digitales. Identifican cuatro formas
básicas de mediación que resultan del cruce de dos ejes: mediación social o
técnica, y mediación habilitante o restrictiva. La mediación activa
(social-habilitante) incluye conversaciones directas e indirectas acerca de la
producción de contenidos mediáticos, cómo interpretar y evaluar distintos
contenidos y representaciones, lo que más y menos disfrutan, y reconocer y
responder a problemas de privacidad y seguridad en línea. El monitoreo 15
(técnico- habilitante) equivale a prácticas de vigilancia dirigidas a
monitorear los usos digitales, información sobre contraseñas, y el ubicación y
desplazamiento mediante la geolocalización. A medida que los medios digitales
se complejizan es posible observar formas mixtas de mediación (por ejemplo,
seguir en redes sociales), lo que sería habilitante ya que incluiría formas de
monitoreo que dan a sus niños más libertad. El establecimiento de reglas
(social-restrictivo) incluye establecimiento de momentos en los que no se
pueden usar dispositivos (p.ej. la hora de la cena), límites de horas o veces
al día, o contenidos limitados. Por último, los controles parentales
(técnico-restrictivo) incluyen restricciones técnicas tales como activación de
filtros en los softwares y uso de aplicaciones para restringir contenidos. Por
otra parte, algunos estudios concluyen que, a mayor restricción en el acceso a
internet, los niños pueden reducir la exposición a riesgos, pero al mismo
tiempo, se reducen las oportunidades de aprendizaje y participación, así como
el involucramiento en la toma de decisiones y la confianza en el uso de medios
en el contexto familiar. Asimismo, estos autores destacan que el monitoreo de
la ubicación del niño y la conversación sobre las personas con quienes
interactúan son estrategias más efectivas para reducir el acoso y el
cyberbullying que las restricciones de tiempo o contenido (Blum-Ross y
Livingstone, 2016). En general, los estudios concluyen que los padres que
utilizan una combinación de estrategias de mediación, modelamiento positivo de
conductas de uso mediático y establecimiento de límites, tienen hijos mejor
preparados para acceder al potencial de los medios y manejar los desafíos que
estos plantean. En cuanto a las diferencias entre grupos socioeconómicos, los
padres de menores ingresos utilizan menos tiempo que los padres de mayores
ingresos en actividades de “socialización de medios”, esto es, mediación activa
que involucren orientar y guiar las actividades digitales de sus hijos.
Asimismo, los niños de familias más pobres pasan más tiempo en línea y piden
menos apoyo a sus padres. En todo caso, el nivel educativo es más relevante que
el ingreso propiamente tal a la hora de predecir la mediación parental activa
(Blum-Ross y Livingstone, 2016). No obstante, las familias de bajos ingresos
parecen interesadas en apoyar el aprendizaje de sus hijos, pero este “activo”
no es capitalizado en muchas de las intervenciones educativas, debido a la
“narrativa del déficit” que pesa
sobre las familias de contextos desfavorecidos y que ha caracterizado las
intervenciones digitales (Blum-Ross y Livingstone, 2016). En general, también
se concluye que existen pocos recursos e información para apoyar a padres, y a
los profesionales que los aconsejan y orientan, observándose una escasez de
recursos accesibles y basados en evidencia para apoyar el desarrollo de
políticas en este ámbito (Blum-Ross y Livingstone, 2016). Por otra parte, en
una encuesta llevada a cabo en Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y España
encontró que el 73% de los bebés cuyas madres tenían un perfil en redes
sociales, ya tenían un perfil digital en línea antes de cumplir los dos años de
edad (Holloway, Green & Livingstone, 2013). Ante esto, son los padres los
principales responsables de la tenencia de dispositivos tecnológicos. Según
Nathanson (2015), especialmente para los niños más pequeños, los padres son los
principales proveedores de medios, seleccionando los aparatos, aplicaciones y
juegos a los que los niños accederán. En este mismo sentido, Blum-Ross y
Livingstone (2016) señalan que los intereses propios y los conocimientos de los
padres son importantes, ya que los padres con mayores conocimientos digitales
son más propensos a ser mediadores en el uso de internet de sus hijos,
cualquiera sea la táctica que adopten. Vinter y Siibak (2012), por su parte,
encontraron que los padres delegan su rol de mediadores a los hermanos mayores,
dado el rol que tienen éstos en guiar, supervisar e influir en las elecciones
de sus hermanos menores. La mediación en edades tempranas de uso de 16
teléfonos inteligentes y tablets es importante, pues si esto no ocurre, podrían
crear una propia cultura ajena a la que le otorga su entorno. Ante esto, la
UNICEF (2017) declara que “los teléfonos inteligentes están alimentando un
'dormitorio cultura', es decir, acceso en línea para muchos niños de forma más personal, más
privado y menos supervisado” (p.1). Por otra parte, cuando se habla de
mediación, es importante identificar los espacios en que los niños y niñas
pueden llegar a hacer uso de los aparatos digitales. Kucirkova y Zuckerman
(2017) enfatizan que muchas veces no se consideran los “terceros espacios”,
tales como el viaje entre la casa al jardín o los viajes de larga duración, los
restaurantes, las salas de espera, etc. En los “terceros espacios” también se ejerce el uso de teléfonos inteligentes y
tablets, siendo no común que los padres tomen en cuenta el uso en estos
espacios, por tanto, se pierde la mediación y regulación parental (Kucirkova
& Zuckerman, 2017). Discusión y conclusiones En el presente artículo hemos
revisado un conjunto de estudios y reportes recientes que abordan distintas
dimensiones del uso de teléfonos inteligentes y tablets en niños menores de 6
años con el propósito de contribuir al debate en torno a un tema en el que se
han planteado dudas y preocupaciones, pero poca evidencia. Hemos constatado el
crecimiento del interés en esta problemática, reflejado en el incremento a
partir de los últimos años de la publicación de investigaciones empíricas y
revisiones. Sin embargo, la mayoría de los estudios se han realizado en Estados
Unidos y Europa, lo que plantea la urgencia de activar la agenda de
investigación en Latinoamérica. Con todo, los datos apuntan a que entre el 60%
y el 70% de los niños de esta edad tiene y/o usa teléfonos inteligentes y/o
tablets. Asimismo, la aproximación a esta tecnología de niños y padres difiere
en que los primeros buscan principalmente entretención mientras que los
segundos desean que esta contribuya a su aprendizaje y educación, compartiendo
ambos el poco interés por que ésta sirva como medio para la vinculación mutua.
Los principales beneficios que tendría la utilización de estos dispositivos en
primera infancia serían el desarrollo de la creatividad, aprendizaje de
contenidos educativos y la recreación. Por su parte, los principales riesgos
identificados en la literatura son la transgresión de la privacidad, exposición
a contenidos inapropiados y explotación comercial. Para hacer frente a este
escenario, la mediación parental resulta más efectiva cuando se basa en una
combinación de estrategias de regulación que incluye mediación activa,
establecimiento de reglas, controles parentales y monitoreo. Desde el marco de
los derechos de niñas y niños adoptado en este trabajo, cuestiones como la
expresión, búsqueda, recepción y difusión de información por el medio en que el
niño escoja, plantean la relevancia de la alfabetización digital, pues
atraviesa todas las aristas sobre el uso de teléfonos inteligentes y tablets en
niñas y niños. Es a través de la alfabetización que niños y niñas pueden
desarrollar las competencias necesarias para utilizar los medios que elijan,
haciendo uso para fines beneficiosos resguardando su integridad. Ante esto, se
requiere de una educación apropiada, que permita una alfabetización tecnológica
en base a las buenas prácticas. Alfabetizar implica dar pie a la libertad y a
la autonomía de los sujetos, pues se les enseña a ser buenos receptores y
emisores. Ahora, estas son habilidades que están en constante desarrollo a lo
largo de toda la vida, y evolucionan a medida que las tecnologías con las que
nos relacionamos cambian, he aquí la importancia de educar correctamente en
cuanto a competencia mediática. Por otro lado, en cuanto a la brecha económica
no hace gran diferencia en cuanto a al acceso a teléfonos inteligentes y
tablets, sin embargo, es un factor a considerar en la 17 alfabetización digital
y la mediación parental, por ello, es importante que las diferencias económicas
no influyan en la alfabetización digital ni mediación para que así, todo niño y
niña pueda disfrutar de las oportunidades y poner atención a los riesgos, así
como también sus padres. Este alcance es relevante a la hora de establecer los
posibles peligros y riesgos del uso de teléfonos inteligentes y tablets, pues,
el estar constantemente expuestos a la tecnología, no significa que cuenten con
las herramientas necesarias o correctas para manejar el contenido al que tienen
acceso. La alfabetización es fundamental para paliar los riesgos que están
ligados al uso de aparatos digitales. Para Holloway, Green y Livingstone
(2013), el acceso seguro a Internet permite a los niños: desarrollar
habilidades de alfabetización digital, fortalecer las relaciones
interpersonales, promover la creatividad y la identidad individual, crear un
sentido de pertenencia social, beneficiar el desarrollo de habilidades sociales
digitales y de “ciudadanos digitales”. Ligado a lo anterior, la revisión
llevada a cabo junto con las implicancias derivadas del artículo 17 de la
Convención (1989) nos permite concluir que se vuelve imprescindible que la
discusión no esté enfocada sólo en el tiempo sino en lo que hacen los niños
durante ese tiempo. Así la UNICEF (2017), recalca que “enfocarse más en lo que hacen los niños en línea y menos en el
tiempo en línea, puede protegerlos mejor y ayudarlos a aprovechar al máximo su
tiempo en línea” (p.2). Pues, los niños y niñas tienen derecho a la
participación y al acceso de información que les brindan los teléfonos
inteligentes y tablets, pero se debe resguardar que esto no esté siendo
perjudicial ni pasando por alto las restricciones que cada artículo explícita
en la Convención sobre los derechos del niño. Por último, el análisis de los
resultados revisados nos lleva a la conclusión que los teléfonos inteligentes y
tablets pueden apoyar el ejercicio del derecho al esparcimiento, al juego y a
participar en las actividades artísticas y culturales, dado que los niños
suelen utilizar estos dispositivos como un recurso de entretenimiento.
Asimismo, las aplicaciones e informaciones que brindan los teléfonos
inteligentes y tablets sirven para que los niños y niñas conozcan otras
culturas, otras formas de expresión y se eduquen a través de una forma
entretenida, lo que se vuelve relevante a la hora de abordar el artículo 28 y
29 de la Convención (1989) que aborda el derecho a la educación, la cual debe
ser orientada a desarrollar capacidades y la personalidad de los niños y niñas.
Por lo tanto, el conocimiento disponible apunta a que cuando los niños son
alentados y acompañados a través de la mediación parental favorece a que puedan
pensar críticamente y desarrollar su propio lenguaje, puntos de vista,
estrategias, asociaciones e intereses como usuarios de medios digitales
conectados, si bien esto es difícil de evidenciarlo cuando pensamos en niños y
niñas pequeños, es en esta etapa donde se encaminan para adquirir habilidades
en el futuro y donde empiezan a interactuar con el medio. Los niños ven cada
vez más que los teléfonos inteligentes y tablets son cruciales para sus
derechos a la información, la educación y la participación. Al involucrarse con
los medios digitales aprenden nuevas habilidades y desarrollan sus talentos. Se
convierten en ciudadanos informados del mundo que pueden contribuir de manera
significativa a sus comunidades; fomentar amistades, lazos familiares y un
sentido de comunidad y pertenencia. Como se expuso anteriormente, los niños y
niñas tienen derecho a dar su opinión, por ellos los responsables políticos y
los profesionales deben involucrar a los niños en la conversación sobre cómo
usar los medios digitales para apoyar los derechos de los niños. Es por esto
que la alfabetización sirve para que esa tensión se disipe conociendo y
aprendiendo herramientas para poder hacer un buen uso de los aparatos
digitales, pues es la vía en que los derechos del niño se cumplan, ya que, tal
como Third et al (2014) 18 refiere, la alfabetización digital es fundamental
para que los niños puedan utilizar los medios digitales con competencia y, así,
ejercer sus derechos en y con los medios digitales.
https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/176359/Uso%20de%20tel%C3%A9fonos%20inteligentesy%20tablets%20en%20ni%C3%B1as%20y%20ni%C3%B1os%20de%200%20a%206%20a%C3%B1os%20desde%20una%20perspectiva%20de%20derechos.pdf?sequence=1
VII:
Carolina Pérez: “Pasarle a un niño un tablet
o celular antes de los 12 años, es simplemente para que no conecten las
neuronas”
El fuerte
impacto que causan las pantallas en los más niños fue el tema que abordó la
educadora de Párvulos de la Universidad Católica y master en educación de la
Universidad de Harvard, Carolina Pérez Stephens.
Por eso los niños de cuatro años no pueden estar dos horas
sentados frente a una pantalla, por ser algo anti natural, más aún cuando Chile
es el número uno en el llamado “consumo de pantallas”, planteó.
El seminario estaba dirigido a los profesionales que trabajan con
niñas y niños y a la comunidad en general.
Esta es una iniciativa denominada “Niños secuestrados por las
pantallas”, organizada por la Dirección de Desarrollo Comunitario del municipio
de Punta Arenas.
En la ocasión, la experta habló del fuerte impacto que causan las pantallas en
los más pequeños, datos que también fueron entregados en agosto, en una charla
realizada junto a la coach, Jennifer Warner.
Es clara en señalar que “si una persona no tiene la capacidad de
decir voy a ir al baño un ratito, espérenme cinco minutos, cuando juega
videojuegos, es porque ya es una enfermedad mental”.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) decretó la adicción a
los videojuegos y la adicción a internet como una enfermedad mental.
Inmediatamente salió Microsoft diciendo que la evidencia no era concluyente. “A
quién le creemos, a la ciencia o a la empresa número uno del planeta que diseña
y gana por los juegos de video”, precisó la académica.
Dijo estar agradecida de esta segunda invitación por parte de la
Municipalidad de Punta Arenas, lo que demuestra la preocupación del organismo,
con un auditorio repleto y cuyos asistentes se mostraron muy participativos y
formularon numerosas preguntas.
El mensaje final es a criar niños sanos, felices e inteligentes,
“pero para eso hay que estar”.
Entiende que no es fácil, porque los padres trabajan, “pero uno
tiene que estar y no externalizar los roles de ser papá y mamá con la pantalla.
Un niño necesita de padres que les lean un cuento, que los abracen, que los
acurruquen cuando se quedan dormidos. Salir a pasear con ellos, y no estoy
diciendo grandes viajes. Eso es lo que se está perdiendo hoy porque el papá
también está pegado con el teléfono”.
“Mi mensaje es a dejar el celular guardado, en la casa, cargando,
y volver a abrazar a sus hijos, y van a ver que sus hijos los necesitan mucho y
los niños solamente aprenden si interactúan con semillas, insectos, tierra y
plantas. Y que la tecnología llegue cuando los niños sean capaces de crear
tecnología. Pasarle un tablet o teléfono antes de los 12 años, es simplemente
para que no conecten las neuronas. Y uno quiere niños inteligentes”
Recordó que el Mineduc hizo una encuesta y el 89% dijo No a los
celulares en los colegios y después la cartera planteó el uso pedagógico.
Entiende que no será fácil la aprobación de la ley que aborda este
tema, porque seguramente la industria tecnológica haga lobby, “porque les friegan
el negocio”, dijo la especialista.
https://archivo.laprensaaustral.cl/cronica/carolina-perez-pasarle-a-un-nino-un-tablet-o-celular-antes-de-los-12-anos-es-simplemente-para-que-no-conecten-las-
neuronas/