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Prehumanos
Proemio
Somos un breve momento entre los
prehumanos y los transhumanos
18
mayo, 2022
Nosotros,
los casi 8 mil millones de Homo
sapiens solo somos un breve momento en el gran desfile que el
universo está ejecutando desde hace unos 14 mil millones de años. Somos parte
de una espectacular parada ciega a la que le faltaban los espectadores hasta
hace muy poco. Sin nosotros, la larguísima procesión era como si no existiera.
Antes de nosotros no había quién observara el desfile y lo reconociera. Pero
sin duda los humanos no somos el final, aunque sí podríamos ponerle el punto
final.
Hace
menos de 150 mil años, nuestros antepasados aprendieron a hablar y comenzaron a
trascender de lo inmediato corporal, de las puras sensaciones físicas, como cualquier
otro animal prehumano. La palabra les permitió a aquellos individuos comenzar a
tomar distancia del mundo y hace no más de 2 mil 500 años, en el llamado
periodo axial, desarrollar una conciencia reflexiva que nos ha permitido lograr
los increíbles avances en el conocimiento científico y el desarrollo
tecnológico. Sin embargo, nada está escrito. Por ejemplo, hace 70 mil años las
consecuencias climáticas de la erupción de un súper volcán submarino estuvo a
punto de acabar con nuestros antepasados. Los científicos estiman que solo
sobrevivieron unos mil individuos, de los cuales todos nosotros somos
descendientes. Así de frágil es el desfile cósmico.
Hoy
los humanos tenemos la terrible capacidad de acabar la marcha universal que
bien podría culminar en el «punto omega» teilhardiano, un punto en el que toda
la materia, la energía y la información sería transformada e integrada en una
pura conciencia de sí misma.
Sin
embargo, la materia de la que estamos hechos los humanos no es suficientemente
resistente y adaptable para existir en todos los ambientes que presenta el
universo. La biología para existir requiere de condiciones muy especiales,
condiciones llamadas de «ricitos de oro», ni muy frías ni muy calientes, ni muy
ácidas ni muy básicas. Condiciones verdaderamente especiales. En el universo
hay materiales más resistentes que pueden sostener los algoritmos que producen
la conciencia reflexiva. Y así en consecuencia el Homo sapiens deberá transformarse primero en ciborgs —organismos
cibernéticos—, verdaderos seres transhumanos, y luego dar paso a nuestros
futuros descendientes electrónicos de silicón y metal.
El
paleontólogo Stephen Jay Gould afirmaba que, si pudiéramos de vuelta iniciar la
historia evolutiva de la biosfera en este planeta, nada resultaría igual. Todo
resultaría diferente. Los humanos nunca habríamos aparecido en la escena y
quizás el universo seguiría ciego indefinidamente o quizá la luz de la
conciencia reflexiva y sus algoritmos habrían encarnado en seres materiales
irreconocibles para nosotros.
Siendo
así el proceso evolutivo del universo, de la vida y de la conciencia, un
proceso irrepetible y único, sin embargo, el futuro está abierto y en gran
parte depende de nuestras decisiones actuales. ¿Tendremos los humanos la
sabiduría colectiva de otear los futuros posibles y escoger de entre ellos los
mejores? En estos momentos estamos jugando no solo con nuestra existencia como
especie, sino quizás estamos poniendo en grave riesgo la posibilidad de que el
universo entero abra los ojos y nazca a la conciencia eterna de sí mismo, el
punto omega visualizado por el jesuita Teilhard de Chardin, la verdadera
irrupción de Dios en el cosmos. Impedir tal acontecimiento sería el llamado
«pecado imperdonable».
https://feylibertad.org/2022/05/somos-un-breve-momento-entre-los-prehumanos-y-los-transhumanos/
Desarrollo
1.
Nuevas especies prehumanas ofrecen pistas en la
evolución
LONDRES (Reuters) -
Dos esqueletos parciales desenterrados en una cueva de Sudáfrica pertenecen a
una especie anteriormente no clasificada que se remonta a hace casi dos
millones de años y podría ofrecer nueva luz sobre la evolución humana, dijeron
el jueves los científicos.
Los fósiles de los huesos de un joven varón y de una mujer
adulta sugieren que la nueva especie documentada, llamada Australopithecus
sediba, caminaba erguida y compartía muchos rasgos físicos con las primeras
especies conocidas de Homo humano.
El hallazgo de los fósiles prehumanos, u homínidos - que los
científicos dicen que datan de hace entre 1,78 y 1,95 millones de años - fue
publicado en Science y puede responder a algunas preguntas clave sobre de dónde
proceden los seres humanos.
Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, en
Johannesburgo, que dirigió el equipo que halló los fósiles en agosto de 2008,
dijo que el equipo esperaba encontrar posiblemente dos esqueletos más en el
mismo lugar.
No obstante, se mostró reacio a definir las nuevas especies
como el “eslabón perdido” en la historia de la evolución del ser humano, pero
dijo que “contribuiría significativamente a nuestra comprensión de lo que
estaba ocurriendo en el momento en el que surgieron los primeros miembros del
género Homo”.
“El Australopithecus sediba es sin duda una especie altamente
de transición con un mosaico de caracteres que es compartida por los homínidos
posteriores.. en la línea del género homo, además de rasgos que comparten los
primeros homínidos”, dijo a los periodistas en una breve comunicación
telefónica.
“Muchos expertos creen que el género Homo evolucionó desde el
Australopithecus hace aproximadamente dos millones de años. Uno de los
prehumanos más conocidos es Lucy, esqueleto de una especie llamada
Australopithecus afarensis, y esta nueva especie es aproximadamente un millón
de años más joven que Lucy”, dijeron los científicos.
Los fósiles, un varón joven y una mujer adulta, fueron hallados
en las cuevas Malapa, en el sitio “Cuna de la Humanidad”, a unos 40 km a las afueras de
Johanesburgo.
La especie tenía largos brazos, como un primate, manos cortas y
fuertes, una pelvis muy avanzada y piernas largas capaces de dar grandes pasos
y posiblemente correr como un humano, según los investigadores.
Los científicos estiman que ambos medían aproximadamente 1,27 metros, aunque el
joven podría haber crecido más.
El tamaño del cerebro del más joven era de entre 420 y 450 centímetros
cúbicos, un tamaño pequeño si se compara con el cerebro humano, de entre 1200 y
1600 centímetros
cúbicos, dijeron.
“Estos fósiles nos dan una visión extraordinariamente detallada
de un nuevo capítulo de la evolución humana (..) cuando los homínidos hicieron
el cambio decisivo de la dependencia a vivir en árboles a una vida sobre el
suelo”, dijo Berger.
Paul Dirks, de la Universidad James Cook de Australia, que
también trabajó en el estudio, dijo que un equipo de investigadores de todo el
mundo y él identificaron los fósiles de al menos 25 otras especies de animales
en la cueva, incluidos felinos diente sable, un gato montés, una hiena, un
perro salvaje, antílopes y un caballo.
https://www.reuters.com/article/oestp-humanidad-especies-idESMAE6370VQ20100408
2.
Australopitecus
Australopithecus. Género de homínidos
que apareció hace unos cuatro millones de años. Tenía un cráneo aplanado,
con mandíbula prominente, una reducida cavidad encefálica (450-750 cm3) y una
pelvis que le permitía deambular en bipedestación.
Australopithecus (del latín
«australis», del sur, y
del griego «πίθηκος»
pithekos, mono) es un género extinto de primates
homínidos
que comprende seis especies. Las especies de este género
habitaron en África
desde hace algo más de 4 millones de años hasta hace unos
2 millones de años,
del Zancleano
(Plioceno
inferior) al Gelasiano (Pleistoceno
inferior).
El género Australopithecus apareció en Kenia hace 5 millones de años
siguiendo una línea evolutiva que comenzó con la formación del gran valle de
rift en África oriental, este suceso aíslo a los primeros homínidos en la
sabana obligándoles a abandonar su estilo de vida arborícola y adaptarse al
campo abierto. Entre los posibles ancestros de Australopithecus destacan Ardipithecus
y Orrorin.
Australopithecus es por muchos considerado ancestro del género Homo
al que pertenece la raza humana si bien esto es debatible por la presencia de
otros homínidos basales como Kenyanthropus platyops no cabe duda que el
género Paranthropus si desciende de Australopithecus, más
específicamente de Australopithecus africanus.
Características
Cada especie presentaba características únicas y bien diferenciadas entre
sí, Australopithecus sediba por ejemplo
presentaba brazos cortos y proporciones similares a las de un humano, por otra
parte Australopithecus africanus parecía una
especie de chimpancé bípedo con una escasa capacidad craneal.
Sin embargo compartían ciertos rasgos que los separaban del resto de los
homínidos y los agrupaban como género.
Eran en su mayoría pequeños y delgados, con una talla de 1,2 a 1,4 metros de estatura.
Aunque presentaban muchas características consideradas primitivas, su
locomoción era claramente bípeda. En algunas especies existía un marcado
dimorfismo sexual, siendo el tamaño de los machos significativamente mayor que
el de las hembras. Los homínidos modernos, en particular Homo sapiens, no
muestran diferencias tan marcadas y muestran un bajo grado de dimorfismo,
siendo los machos en promedio solo un 15% más grandes que las hembras. En
Australopithecus, sin embargo, los machos podían ser hasta un 50% mayores.
Algunos estudios indican que la diferencia podría ser menos marcada, pero sigue
siendo un tema controvertido.
Morfología
El cerebro de la mayoría de especies de Australopithecus rondaba
el 35 % (500cc) del tamaño del cerebro del hombre moderno. Eran en su
mayoría pequeños y delgados, con una talla de 1,20 a 1,40 metros de
estatura. Aunque presentaban muchas características consideradas primitivas, su
locomoción era claramente bípeda. En algunas especies existía un
marcado dimorfismo sexual, siendo el tamaño de los machos
significativamente mayor que el de las hembras. Los homínidos modernos, en
particular Homo sapiens, no muestran diferencias tan marcadas y
muestran un bajo grado de dimorfismo, siendo los machos en promedio solo un
15 % más grandes que las hembras. En Australopithecus, sin
embargo, los machos podían ser hasta un 50 % mayores. Algunos estudios
indican que la diferencia podría ser menos marcada, pero sigue siendo un tema
controvertido.
https://prehistoria.fandom.com/es/wiki/Australopithecu
3.
Hallan restos prehumanos de 7,2
millones de años en los Balcanes
Un equipo internacional de científicos ha trazado un escenario distinto para
el comienzo de la historia humana. El análisis de dos fósiles del homínido
extinto Graecopithecus freybergi demuestra que en realidad pertenecían
a individuos prehumanos. Esta nueva hipótesis sobre el origen de la humanidad
sugiere que el homínido más antiguo vivió en Europa.
Los chimpancés actuales son los parientes vivos más cercanos de los seres
humanos. Dónde vivió el último ancestro común entre ambos es un tema central y
altamente debatido en paleoantropología. Los investigadores habían asumido que
los linajes divergieron hace entre cinco y siete millones de años y que los
primeros prehumanos se desarrollaron en África.
Sin embargo, dos estudios publicados hoy en PLoS ONE, indican que
el linaje común de grandes simios y humanos se dividió varios cientos de miles
de años antes de lo que se suponía hasta ahora. El equipo de científicos,
encabezado por el profesor Madelaine Böhme, del Centro Senckenberg para la
Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tubinga (Alemania), y
el profesor Nikolai Spassov, de la Academia Búlgara de Ciencias, señala además
que la división del linaje humano se produjo en el Mediterráneo oriental y no
en África, como se había establecido hasta el momento.
El equipo analizó los dos especímenes conocidos del homínido fósil Graecopithecus
freybergi: una mandíbula inferior de un yacimiento griego y un premolar
superior de Bulgaria. Utilizando la tomografía computarizada, los científicos
visualizaron las estructuras internas de los fósiles y demostraron que las
raíces de los premolares estaban ampliamente fusionadas.
"Mientras que los grandes simios tienen dos o tres raíces separadas y
divergentes, las raíces de Graecopithecus convergen y se funden
parcialmente, una característica propia de los seres humanos modernos, de los
tempranos y de varios prehumanos, incluidos Ardipithecus y Australopithecus",
explica Böhme.
La mandíbula inferior, apodada 'El Graeco' por los científicos, tiene raíces
dentales adicionales, lo que sugiere que la especie Graecopithecus
freybergi podría pertenecer al linaje prehumano. "Estos resultados
nos sorprendieron ya que solo eran conocidos en África subsahariana",
añade Jochen Fuss, estudiante de doctorado en Tübingen, que realizó esta parte
del estudio.
Además, Graecopithecus es varios cientos de miles de años más viejo
que el más antiguo prehumano potencial de África, Sahelanthropus de
Chad, que tiene una antigüedad de seis a siete millones de años.
El equipo de investigación dató la secuencia sedimentaria de los yacimientos
fósiles de Graecopithecus en Grecia y Bulgaria con métodos físicos y
obtuvo una edad casi sincrónica para ambos fósiles: 7,24 y 7,175 millones de
años. "Es en el comienzo del Mesiniano, una edad que termina con la
desecación completa del mar Mediterráneo", dice Böhme.
David Begun, paleoantropólogo de la Universidad de Toronto (Canadá) y
coautor de este estudio apunta: "Esta datación nos permite trasladar la
división entre humanos y chimpancés al área mediterránea".
Los cambios ambientales impulsores de la divergencia
Al igual que ocurría con la teoría de África oriental, la evolución de los
prehumanos puede haber estado impulsada por dramáticos cambios ambientales.
El equipo dirigido por Böhme demostró que el desierto del Sahara del norte
de África se originó hace más de siete millones de años, según los análisis
geológicos de los sedimentos en los que se encontraron los dos fósiles. El
análisis de los isótopos de uranio, torio y plomo en partículas de polvo
individuales dio lugar a una edad de entre 0,6 y 3 mil millones de años por lo
que deduce que su origen estaría en el norte de África.
Además, el sedimento polvoriento tiene un alto contenido de diferentes
sales. "Estos datos documentan por primera vez el desierto del Sáhara hace
7,2 millones de años, cuyas tormentas del desierto transportaron polvo rojo
salado a la costa norte del mar Mediterráneo en su forma", aseguran los
investigadores de Tübingen.
Este proceso también es observable en la actualidad. Sin embargo, el modelo
de los científicos muestra que, con hasta 250 gramos por metro
cuadrado y año, la cantidad de polvo en el pasado supera considerablemente las
cargas de polvo recientes en el sur de Europa, si se compara con la situación
actual en la zona del Sahel en África.
Fuego, hierba y estrés hídrico
Los investigadores demostraron además que, contemporáneo al desarrollo del
Sáhara en el norte de África, se formó un bioma de sabana en Europa. Con una
combinación de nuevas metodologías estudiaron fragmentos microscópicos de
carbón vegetal y partículas de silicato de planta, llamadas fitolitos.
Muchos de estos fitolitos identificados derivan de las gramíneas y
particularmente de aquellas que usan la vía metabólica de la fotosíntesis C4,
que es común en los pastizales y sabanas tropicales actuales. La expansión
global de las gramíneas C4 comenzó hace ocho millones de años en el
subcontinente indio y su presencia en Europa era previamente desconocida.
"El registro de fitolitos proporciona evidencia de sequías severas, y
el análisis de carbón vegetal indica incendios recurrentes", expone Böhme.
"En resumen, reconstruimos una sabana que encaja con las jirafas, gacelas,
antílopes y rinocerontes que se encontraron junto a Graecopithecus",
agrega Spassov.
"La incipiente formación de un desierto en el África septentrional hace
más de siete millones de años y la expansión de las sabanas en el sur de Europa
pueden haber desempeñado un papel central en la división de los linajes humanos
y chimpancés", continúa Böhme, quien llama a esta hipótesis la 'historia
del lado norte', recordando la tesis del paleontrólogo francés Yves Coppens,
conocida como East Side Story, según la cual el cambio climático en África
oriental podría haber desempeñado un papel crucial en este episodio..
https://www.agenciasinc.es/Noticias/Hallan-restos-prehumanos-de-7-2-millones-de-anos-en-los-Balcanes
4.
El Neandertal
a).
El
hombre de Neandertal, mucho más humano de lo que se creía
Los hallazgos sobre su
comportamiento en los últimos años han roto con la imagen de especie simple y
salvaje que se tenía sobre ella. Analizamos los descubrimientos que han
cambiado la visión de esta especie.
Durante muchos años, se creyó que
los neandertales eran una especie de homínido que poco o nada tenían que
ver con el ser humano actual (Homo sapiens sapiens). Históricamente considerados como criaturas
estúpidas y salvajes, los nuevos estudios y descubrimientos
realizados en la última década han hecho caer la mayoría de mitos y creencias
que se tenían sobre esta especie. Desde la manera de cazar hasta las
expresiones artísticas que desarrollaron o que también enterraban a sus
muertos, la visión que existía
tradicionalmente sobre el hombre de Neandertal ha dado un giro radical.
Los neandertales habitaron Eurasia
aproximadamente desde hace 400.000 años hasta su desaparición hace 40.000 años.
Se sabe ya que el ser humano
actual que habita esta zona del planeta heredó entre un 1,5% y un 2,1% de
material genético de los neandertales. En efecto, ambas
especies convivieron durante miles de años compartiendo algo más que el hábitat
que los rodeaba, y los últimos descubrimientos han demostrado que el Homo
Neanderthalensis está mucho más próximo al Homo sapiens que lo que
tradicionalmente se creyó durante muchos años. Estos son los hallazgos
recientes que han acercado el comportamiento de los neandertales al del ser
humano actual.
1.-
No eran unos salvajes
La imagen de seres brutos y
especialmente violentos ha perseguido al Homo Neanderthalensis desde hace
muchos años. Esta creencia se ha basado tradicionalmente en la existencia de
fracturas y agujeros hallados en muchos de los fósiles de neandertales
encontrados hasta ahora. Sin embargo, estudios
recientes han demostrado que este homínido no era más agresivo que el Homo
sapiens.
El ser humano actual que habita
Eurasia heredó entre un 1,5% y un 2,1% de material genético de los neandertales
Investigadores de la Universidad de
Tubinga, Alemania, compararon las lesiones en los cráneos de neandertales y de
Homo sapiens y vieron que estas eran muy similares. Utilizando una base de
datos que reunía cientos de fósiles de ambas especies analizaron el trauma
craneal de todas las poblaciones de estos homínidos del Paleolítico Superior en
Eurasia Occidental. Los resultados demostraron que no había diferencias significativas en la
prevalencia de lesiones en unos y otros.
Como explica Rosa María Tristán,
divulgadora científica, “los
neandertales siempre se nos presentaron como seres obtusos, salvajes,
caníbales, de escasa inteligencia, y así se transmitía esa imagen en los medios
de comunicación”. En este sentido, apunta al cambio que se ha
producido entre los científicos. “Ahora, la comunidad científica en general
apuesta por que probablemente tenían un lenguaje simbólico complejo y que su desaparición
no tiene que ver con que eran los 'primos tontos' y que nosotros pudimos con
ellos”.
2.- Los primeros artistas
Otra de las concepciones clásicas
que se ha tenido sobre los neandertales es su nula capacidad simbólica y
artística, habilidad que se atribuía exclusivamente al Homo sapiens. La
sorpresa llegó cuando una investigación
llevada a cabo por científicos españoles y de otras nacionalidades echó por
tierra dicha creencia. Los investigadores
analizaron las pinturas rupestres encontradas en tres sitios
diferentes de la geografía española: La
Pasiega (Cantabria), Maltravieso (Extremadura) y Ardales (Andalucía).
El resultado del análisis determinó
que las pinturas tenían 65.000
años de antigüedad. Esto implica que se realizaron más de
20.000 años antes de la llegada del Homo sapiens a la península Ibérica por lo
que el estudio concluyó que la
autoría del arte rupestre se debía al hombre de Neandertal.
Este fue uno de los descubrimientos que más revolucionó a la comunidad
científica ya que, no solo se vio que los neandertales también fueron artistas
como el ser humano actual, sino que lo fueron mucho antes que los humanos
modernos con lo que puso sobre la mesa el debate de las capacidades cognitivas
de unos y otros.
Esta nueva visión toma aún más
fuerza gracias a los hallazgos producidos en Saint Cesaire y Arcy-sur-Cure en
2012 (Francia) que revelaron que los
neandertales también decoraban sus cuerpos con adornos. Para
Antonio Rosas, paleoantropólogo e investigador del CSIC, este es uno de los
descubrimientos más importantes que han hecho cambiar la visión tradicional que
se tenía de esta especie. “Estos hallazgos produjeron un fuerte impacto en
nuestra manera de entender a este grupo humano. Se comprobó que los neandertales tenían ciertas capacidades
de pensamiento simbólico hasta entonces solo reservadas en exclusiva al Homo
sapiens”.
3.- Cazadores especializados
Uno de los descubrimientos
más recientes que ha arrojado luz sobre el modo de vida de los neandertales se
refiere a sus habilidades para la caza. Hasta hace poco, se creía que las técnicas que utilizaban
para cazar se basaban únicamente en el contacto directo con sus presas
con el riesgo que esto entrañaba. Sin embargo, investigadores del Centro
Arqueológico y Museo para la Evolución del Comportamiento Humano de Neuwied, en
Alemania, desarrollaron una nueva teoría al analizar las heridas en unos huesos
de dos ciervos de 120.000 años de antigüedad provocadas por el hombre de
Neandertal (los seres humanos actuales llegaron a Europa hace alrededor de
40.000 años) que se encontraron en el este del país germano.
Observando el tipo de perforaciones
y usando imágenes microscópicas y pruebas balísticas, los científicos
consiguieron entrever cómo fueron provocadas las heridas e incluso cuáles
fueron los ángulos de impacto. La conclusión a la que llegaron fue que dichas heridas se debieron a impactos provocados
por lanzas de madera de corto alcance. Esta técnica de caza
basada en la emboscada y con armas a distancia sugiere que los neandertales necesitaron de la
cooperación y la comunicación entre ellos para llevar a cabo
esta técnica.
Por otro lado, un estudio
realizado con individuos hallados en cuevas de Irak y Bélgica analizó los
dientes y encontró restos de almidón y otros alimentos como legumbres, raíces y
tubérculos que, por su estado, mostraron que fueron cocinados antes de ser
ingeridos. Este descubrimiento no solo probó que los neandertales sabían cocinar
sino que, de alguna forma, eran capaces de controlar el fuego.
"Los neandertales tenían
capacidades de pensamiento simbólico hasta entonces reservadas exclusivamente
al Homo sapiens", afirma el paleoantropólogo Antonio Rosas
4.- Se enterraban
Una de las cuestiones más polémicas
acerca de las habilidades del Homo Neanderthalensis es si enterraban
intencionadamente o no a sus muertos. Los restos de un individuo de 50.000 años de antigüedad
encontrado en 1908 en la cueva de la Chapelle-aux-Saints en Francia
llevaron a sus descubridores a creer que fue enterrado mediante un ritual
funerario basándose en la posición fetal del cuerpo y las herramientas que lo
acompañaban. Sin embargo, esta teoría fue ampliamente refutada durante más de
un siglo hasta que, en 2013, nuevos estudios del lugar apuntaron a un uso funerario.
Un equipo internacional de
investigadores trabajó durante trece años en la cueva de la Chapelle-aux-Saints
donde realizó nuevas
excavaciones para contextualizar el lugar. Fruto de las
investigaciones encontraron más restos de neandertales, concretamente dos niños
y un adulto, junto con huesos de bisontes y renos. Además, estudiaron el surco
donde se encontró el primer neandertal cien años atrás y gracias a análisis
geológicos determinaron que no
se trataba de una cavidad natural sino excavada intencionadamente. Asimismo,
hicieron un análisis del fósil descubierto en 1908 y concluyeron que el cuerpo había sido cubierto rápidamente
para protegerlo. Aunque no pudieron determinar si esta práctica
fue parte de un ritual funerario o puramente pragmática, sí que demostraron la
intencionalidad en el enterramiento.
5.-
Cuidaban a los enfermos
En 1957 se descubrió en una cueva
en el Kurdistán iraquí el cuerpo de un
neandertal de 50.000 años de antigüedad que presentaba múltiples lesiones y
también problemas de salud. Desde un fuerte golpe en el lateral
de la cabeza, la amputación del brazo derecho desde el codo, graves heridas en
la pierna derecha así como un progresivo deterioro y pérdida de su capacidad
auditiva.
El enfermo vivió hasta una avanzada
edad por lo que necesitó de los cuidados y la ayuda de sus congéneres para
sobrevivir
Nuevos análisis de este individuo
realizados en 2017 revelaron que de todas las lesiones sufridas, la pérdida de audición es la dolencia que lo
hacía más vulnerable frente a los depredadores y los peligros
propios del Pleistoceno. Este estudio concluyó que el enfermo, que vivió hasta una avanzada edad, necesitó de los
cuidados y la ayuda de sus congéneres para sobrevivir.
Además, otro estudio
realizado con un neandertal encontrado en la cueva de El Sidrón en Asturias
demostró que esta especie se
medicaba. Se descubrió que el individuo en cuestión sufrió un
absceso dental que le debía producir un intenso dolor. El análisis del sarro en
los dientes del cuerpo estudiado encontró restos de ADN de un hongo que actuaba como antibiótico natural
y que el neandertal usó para paliar el dolor que padecía. Rosa
M. Tristán asegura que “si se decoraban, se pintaban, cocinaban, se medicaban,
enterraban a sus muertos, cuidaban a sus mayores, etc, está claro que eran más
parecidos a nosotros de lo que se pensaba hace pocos años”.
Mucho camino por recorrer
Los descubrimientos que se
han realizado en la última década han ido cambiando progresivamente la visión
que hasta entonces se había tenido del Neandertal como una especie claramente inferior en
todos los aspectos al Homo sapiens. Hasta el punto de que ya se empieza a
hablar de si es posible comparar las capacidades cognitivas de ambas especies.
Para Antonio Rosas esta no es una pregunta fácil de responder. “En mi opinión,
neandertales y sapiens comparten buena parte de los fundamentos neuronales que
desembocan en una inteligencia operativa superior. Sin embargo, pienso que
algunas funciones del pensamiento, sutiles pero muy relevantes, sí que podrían
ser distintas”.
En este sentido, reconoce el cambio
de mentalidad producido en los últimos años pero también los prejuicios que
siguen acompañando al Homo Neanderthalensis. “Hoy en día se tiende a ver a los neandertales como a un grupo
humano distinto pero con la misma categoría evolutiva e incluso jurídica que
los humanos actuales. No obstante, queda aún en el imaginario
colectivo aquella imagen de los neandertales como unos seres primitivos e
incluso moralmente inferiores. Todavía queda cierto camino por recorrer”,
sentencia Rosas.
https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/hombre-neandertal-mas-humano-que-se-creia_14381
b).
El ADN del Neandertal
Nobel de Medicina 2022: cómo
hizo el científico Svante Pääbo para reconstruir el ADN del neandertal, una
tarea "aparentemente imposible"
4 octubre 2022
Imagina
que todas las páginas de un diccionario hubiesen sido destruidas en una
trituradora de papel y que tuvieras que reconstruir la obra.
Imagina
que, además, las miles de tiras de papel de ese diccionario estuvieran
mezcladas con las de otros miles de libros también triturados.
A esa
montaña de papel picado, échale encima una taza de café.
El
resultado: una enorme bola empastada que mezcla millones de letras, segmentos
mínimos de un texto que se ha vuelto ilegible, y las confunde dentro de sí.
Así
describió el científico sueco Svante Pääbo en el documental First
Peoples ("Primeros pueblos", de la cadena de televisión pública
estadounidense, PBS) la dificultad que implicaba para él, o para cualquier otra
persona, la reconstrucción del ADN del neandertal después de decenas de miles
de años extinto.
El paso
del tiempo, la corrosión de los posibles restos de estos humanos previos al homo
sapiens, la interacción con bacterias y hongos a lo largo de cientos de
siglos y la interacción con los humanos modernos hacían imposible volver a
poner las piezas en su lugar.
"Hay
todo tipo de daño en el ADN que puede hacer que determines secuencias
incorrectas, especialmente cuando comienzas con muy pocas moléculas, y también
hay contaminación del ADN humano que está en casi todas partes", escribió
Pääbo en un artículo publicado en 1989.
Pero
Pääbo y su equipo lo lograron, y gracias a ello obtuvo este lunes el premio
Nobel de Medicina 2022.
"A
través de su investigación pionera, Svante Pääbo logró algo aparentemente
imposible: secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los
humanos actuales", dijo el comité del Nobel al anunciar su decisión.
¿Cómo lo
hizo?
La clave en el antiguo Egipto
Para
comprender el proceso que llevó a Pääbo, de 67 años, a la reconstrucción del
genoma neandertal es necesario remontarse hasta su adolescencia.
Cuando
tenía 13 años, su madre lo llevó de vacaciones a Egipto.
Allí
quedó fascinado con la cultura antigua del país y la arqueología, por lo que
volvió convencido de que quería convertirse en egiptólogo.
Cuando le
llegó el momento de comenzar la universidad, Pääbo entró a la Universidad de
Upsala, 70 kilómetros
al noroeste de Estocolmo, y comenzó la carrera de egiptología.
Sin
embargo, después de dos años se dio cuenta de que no era a lo que aspiraba en
su vida. La carrera estaba orientada hacia el estudio de la gramática de
jeroglíficos, y él había soñado con descubrir momias y pirámides.
"No
era para nada lo romántico y del tipo Indiana Jones que yo creía", le
contó Pääbo hace unos años a la BBC.
Fue por
ello que se cambió a medicina y luego estudió un doctorado en genética
molecular, lo que lo llevó a vincular su interés de la adolescencia con su
campo profesional.
"Empecé
a darme cuenta de que teníamos todas estas tecnologías para clonar el ADN, pero
nadie parecía haberlo aplicado a los restos arqueológicos, en particular a las
momias egipcias", dijo Pääbo en un perfil suyo publicado por la Academia
Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
De esta
forma, podía tener su propia máquina del tiempo genómico.
La
inquietud lo condujo al estudio del ADN de momias y, pocos años después, a
mudarse a California para investigar el ADN antiguo en la Universidad de
Berkeley.
Luego
siguió sus trabajos en Múnich, Alemania, donde se dedicó a los mamuts y osos
que vivían en las cavernas.
Pese a
las dificultades, no solo no se dio por vencido sino que con el tiempo se
propuso algo mucho más ambicioso: descifrar el ADN neandertal y qué lo
diferencia de los seres humanos actuales.
Sin
buscarlo, había creado una nueva disciplina en la ciencia: la paleogenómica.
Restos óseos de 40.000 años
Pääbo fue
contratado a fines de la década de 1990 por el Instituto Max Planck para la
Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania.
Venía de
trabajar sobre el ADN mitocondrial de los neandertales y allí le ofrecían dar
un salto cualitativo: investigar el ADN núcleo.
"En
el nuevo instituto, Pääbo y su equipo mejoraron constantemente los métodos para
aislar y analizar el ADN de restos óseos arcaicos. El equipo de investigación
aprovechó los nuevos avances técnicos que hicieron que la secuenciación del ADN
fuera muy eficiente", dijo en un comunicado el Instituto Karolinska,
encargado de otorgar el Nobel de Medicina.
De
acuerdo al comité que otorga el Nobel de Fisiología o Medicina, Svante Pääbo ha
logrado crear una disciplina completamente nueva: la paleogenómica.
El
estudio del genoma neandertal tomó fragmentos de huesos de neandertales de
hace unos 40.000 años que preservaban de buena manera el código del ADN.
Y un
factor que colaboró en que esto sucediera fue el canibalismo entre estos
homínidos.
"Cuando
analizamos las muestras notamos que, con bastante frecuencia, tuvimos más éxito
con fragmentos de huesos que en realidad tenían marcas de cortes o que se
habían roto deliberadamente. Según los paleontólogos, eso sugería que estos
individuos habían sido comidos", le dijo Pääbo a la BBC.
"Si
separas la carne de estos pequeños trozos de hueso y los arrojas a la esquina
de la caverna, donde se secan rápidamente, tendrán menos actividad microbiana y
se secarán mucho más rápido", agregó.
"Tenemos
que agradecer al canibalismo por el éxito de nuestro proyecto sobre neandertales",
dijo.
Pääbo
empleó tecnología moderna de secuenciación de ADN y creó laboratorios con altos
estándares de limpieza para evitar la contaminación de las muestras.
Luego,
analizó millones de fragmentos de ADN y utilizó técnicas estadísticas para
aislarlos de genes que eran contaminantes modernos.
Con ello,
no solo reconstruyó el ADN del neandertal sino que encontró vínculos entre su
genoma y el del humano moderno -lo que prueba que los homo sapiens
tuvieron relaciones sexuales y descendencia con neandertales- y, a su vez,
descubrió otra especie de homínidos que vivió principalmente en Asia: los
denisovanos.
Una serie
de descubrimientos que impulsaron al meticuloso investigador sueco a recibir
uno de los más destacados reconocimientos internacionales.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-63125882
c).
El
ocaso de los neandertales
La extinción de los neandertales
se atribuyó a la llegada de nuestra especie, 'Homo sapiens', a Europa. Pero su
ocaso no responde a una única causa: los cambios en el clima y la propia
estructura de su sociedad pudieron ser decisivos.
Los neandertales, Homo neanderthalensis, son la
especie humana que mayor atención ha recibido desde que en 1863 se describieron
los primeros fósiles de
nuestros parientes evolutivos más cercanos. No es de extrañar,
ya que durante mucho tiempo fueron el modelo de eslabón perdido entre nuestra
propia especie, Homo sapiens,
y los primeros y simiescos ancestros prehumanos. Además, los neandertales eran
genuinamente europeos y, sobre todo, habían fracasado y desaparecido sin dejar
rastro. Su «inferioridad» física, intelectual y tecnológica los había llevado a
la extinción, siendo reemplazados por los cromañones, de la especie Homo sapiens, también
genuinamente europeos. Ello encajaba en las ideas de la época sobre la
evolución, entendida como un proceso ascendente coronado por nosotros mismos.
Éramos la especie que había completado con éxito el proceso evolutivo iniciado
millones de años atrás.
Hoy sabemos que la evolución humana
fue mucho más compleja. Los avances en la investigación han derribado una parte
importante de la antigua
visión peyorativa sobre los neandertales y también han rebajado
las expectativas de que Europa fuese clave en la evolución humana: sabemos que
los humanos modernos y los neandertales compartimos un ancestro común africano
hace menos de 500.000 años, lo que en términos evolutivos es un pequeño
suspiro.
Cronología
Neandertales y
humanos modernos
Hace 550.000 años
Llegada a Europa de Homo heidelbergensis,
considerado el ancestro de los neandertales o bien el primer neandertal. Es
portador de la cultura achelense, característica del Paleolítico Inferior.
Hace 450.000- 350.000
años
La glaciación Mindel
obliga a Homo heidelbergensis
a refugiarse en las costas mediterráneas y el Próximo Oriente, donde bolsas de
población aisladas genéticamente siguen su evolución.
Hace 350.000- 300.000
años
Durante la mejoría
climática que sigue a la glaciación, poblaciones con rasgos ya neandertales
recolonizan los territorios que habían abandonado sus ancestros.
Hace 140.000- 115.000
años
Las condiciones del
período interglacial Riss-Würm favorecen la expansión de los neandertales y de
su cultura, la musteriense, que caracteriza el Paleolítico Medio.
Hace 40.000- 37.000
años
Hacia estas fechas
desaparecen los neandertales, al tiempo que Homo sapiens, llegado de África o
Asia y con quien se cruzan genéticamente, se disemina por Europa.
Durante buena parte de la existencia de Homo sapiens, las diferencias
físicas con los neandertales fueron ínfimas, del mismo modo que las diferencias
culturales resultan arqueológicamente imperceptibles. Hemos constatado que
nuestros primos lejanos eran
tan complejos como nosotros desde un punto de vista cognitivo.
Durante un tiempo incluso nos mezclamos, reproduciéndonos con éxito y dando
lugar a individuos híbridos
que, a su vez, se reprodujeron más tarde. La herencia de esa interacción es
perceptible hoy en día, ya que todos los humanos actuales llevamos entre un 1 y un 4 por ciento de ADN
neandertal en nuestro genoma.
Tantas similitudes y la
capacidad de hibridación
han generado debates durante décadas. Algunos investigadores plantean que
sapiens y neandertales fuimos en realidad miembros de una única especie, que la
taxonomía o clasificación de los seres vivos define como un conjunto de
poblaciones naturales capaces de entrecruzarse y producir descendencia fértil.
Desde este punto de vista, los
neandertales serían una subespecie que evolucionó en Europa
antes de volver a ser reabsorbidos por las poblaciones llegadas de África al
final del Pleistoceno (el dilatado período de casi dos millones de años que se
cierra con el fin de la última glaciación). Otros académicos defienden que las
diferencias físicas y genéticas entre los neandertales clásicos, aquéllos que
vivieron desde hace 200.000 años hasta su extinción, y los sapiens del mismo
período siguen siendo suficientes para mantener cada una de las especies en su
cajón taxonómico.
Pero hay algo sobre la historia de
los neandertales que ha resistido el embate del tiempo y nos sigue fascinando.
Se extinguieron. Los
neandertales desaparecieron sin dejar rastro y fueron completamente
reemplazados por Homo
sapiens en todos los lugares en los que habían habitado durante
cientos de miles de años. Ésta es la historia de una extinción.
Un proceso natural
La extinción forma parte natural de
la evolución biológica. Se calcula que el 99,9 por ciento de todas las especies
que han existido en algún momento han desaparecido. Por ello debemos entender
la extinción de los neandertales como un proceso
histórico natural y no como una excepción o rareza.
Los factores que intervienen en la
extinción natural son muy variados, siendo los más habituales la competencia entre especies y los cambios
en los ecosistemas. Estos factores pueden ser determinantes en
la extinción de los taxones o especies cuando sus poblaciones presentan
problemas demográficos y genéticos, o pueden no afectarlas en absoluto cuando
las poblaciones gozan de buena salud.
¿Cuándo se extinguieron los
neandertales? Al hablar de evolución humana los números son difíciles de
manejar, pero aquí va una fecha: los neandertales se extinguieron hace 40.000 años.
Con los datos de que disponemos actualmente podríamos decir sin temor a
equivocarnos que no hay pruebas sólidas de que superasen ese umbral. Ahora que
tenemos una certeza, vamos con los matices.
En primer lugar, para conocer
cuándo vivió un individuo o una población neandertal y, por tanto, cuándo
desapareció, siempre que podemos utilizamos dataciones por radiocarbono. Como consecuencia
de la mejora de estas técnicas, algunos neandertales datados en fechas
excepcionalmente recientes, como los de Vindija (Croacia), con 28.000 años, o
los de Spy (Bélgica), con 30.000, muestran ahora edades más acordes con ese
límite de 40.000 años. No obstante, algunas poblaciones aisladas pudieron
sobrevivir varios milenios más en ciertas regiones. En definitiva, la propia
naturaleza de las dataciones radiométricas nunca nos permitirá tener una fecha
para la extinción de los neandertales, sino un rango de probabilidad.
En segundo lugar, desde el punto de
vista de la biología y la ecología, se considera que una especie se extingue cuando muere el
último de sus individuos. La imagen popular presenta el final
de los neandertales como una secuencia en la que un individuo errante y
melancólico exhala su último aliento en una grieta en la montaña mientras
recuerda a sus congéneres caídos antes que él. Es evidente que para que se
diese la extinción de una especie tuvo que haber un último individuo, pero la
naturaleza funciona de un modo mucho más complejo. La afinidad entre
neandertales y sapiens pudo hacer que los últimos individuos se mezclasen, por
lo que, más que desaparecer, los
neandertales se habrían diluido entre los nuevos emigrantes africanos.
Antes de que un taxón o especie se
extinga puede haber sido extirpado o erradicado de una de sus áreas de
distribución naturales (por ejemplo, a causa de cambios en el clima),
reduciéndose tremendamente el territorio en el que podemos encontrarlo. Las
especies pueden presentar incluso un estado de extinción funcional, en el que
las poblaciones no serían viables a largo plazo debido a su pequeño tamaño. Así
debió de suceder en el caso de los neandertales. Antes de que se produjese su
extinción definitiva, probablemente
sus poblaciones fueron extirpadas en gran parte de sus áreas de distribución,
y debieron de quedar aislados en poblaciones separadas entre las que no había
flujo genético.
Los estudios genómicos de los
neandertales de las cuevas de El Sidrón (Asturias), Vindija (Croacia),
Mezmaiskaya (Cáucaso) y Altai (Siberia) nos indican que las últimas poblaciones
presentaban una diversidad genética muy baja, lo que significa que eran grupos pequeños y muy cerrados sobre sí
mismos, con casos de consanguinidad. Así pues, aunque algunos
individuos pudieron mezclarse con otras especies humanas, antes del final la
mayor parte de las poblaciones y subpoblaciones de neandertales quedaron
aisladas física y genéticamente, y, por tanto, extintas desde un punto de vista
funcional. Se calcula que este proceso pudo durar hasta cinco milenios, entre
hace 42.000 y 37.000 años.
Retiro dorado en el Mediterráneo
Aunque se suele pensar que los
neandertales fueron exclusivamente europeos, se han encontrado fósiles suyos en
lugares tan orientales como las cuevas de Chagyrskaya y Denisova en Altai
(Siberia), o en el abrigo de Bawan Yawan, en los montes Zagros de Irán. Ciertas
herramientas de piedra nos permiten suponer que pudieron extenderse hasta el
Lejano Oriente y fueron muy comunes en Asia Central. Por tanto, sería más
correcto hablar de un taxón
euroasiático.
No obstante, los últimos fósiles de
neandertales o de yacimientos arqueológicos musterienses, que es como se
denomina la cultura típica de los neandertales, proceden de la mitad sur de Europa, y aquí la península ibérica
juega un papel fundamental. Inicialmente, algunos yacimientos
como la cueva del Boquete de Zafarraya en Málaga y la cueva de Gorham en
Gibraltar arrojaron fechas muy recientes, de entre 33.000 y 28.000 años.
Parecía que los neandertales habían decidido extinguirse pasando sus últimos
días en la soleada Andalucía. Como en el caso de otros restos europeos, nuevas
dataciones de aquellos fósiles ofrecieron fechas más antiguas o bien señalaron
problemas con las muestras usadas para las dataciones, lo que no permite
afirmar sin debate que estos yacimientos tengan menos de 40.000 años.
Sin embargo, otros yacimientos
peninsulares al sur del río Ebro, como Cueva Antón y la Sima de las Palomas
(Murcia), la Gruta da Oliveira (Portugal) o algunos niveles de la cueva de
Gorham siguen ofreciendo datos relevantes para defender que si la Península no
fue el último de los lugares en que los neandertales perduraron, al menos fue
el último de Europa occidental, hasta hace alrededor de 37.000 años. Éstos son
los datos con los que contamos para responder a la pregunta de si Iberia, y
quizás alguna otra península del Mediterráneo, fueron el último reducto de los
neandertales. Pero no sería extraño que en un futuro próximo encontrásemos en Siberia
e incluso más al este diferentes últimas poblaciones como las de la península
ibérica.
Una de las preguntas más
importantes que se hace la paleoantropología es la de por qué se extinguieron
los neandertales. La realidad es que no lo sabemos con certeza, pero existen
varias hipótesis.
Cambio y caos climáticos
La cantidad de tiempo transcurrida
desde el surgimiento de los neandertales hasta su extinción es inmensa: durante
los aproximadamente 350.000 años de existencia de esta especie humana, el clima cambió drásticamente decenas de
veces y lo hizo a escala global. Esto supone que durante las
más de 13.000 generaciones de neandertales que se sucedieron, lugares como las
islas británicas pasaron de tener veranos soleados e inviernos suaves a estar
sepultados permanentemente bajo toneladas de hielo. Sabemos que los
neandertales sufrieron al menos diez grandes oscilaciones climáticas conocidas
como períodos glaciales
(o estadiales) e interglaciales (interestadiales). Las investigaciones locales
indican que el sur de Europa, especialmente las penínsulas mediterráneas, pero
también la orilla norte del mar Negro y el Cáucaso, no se vieron afectados por
condiciones extremas en los momentos más fríos. Estas áreas geográficas
actuaron como refugios y reservorios donde subsistían la flora y la fauna que
habían retrocedido ante el avance de los hielos, y que tras amainar el temporal
volvían a colonizar sus antiguas áreas de distribución con renovada plenitud.
Los neandertales fueron una pieza
más en el gran tablero de los ecosistemas, y su distribución se expandió y
replegó al ritmo de los cambios climáticos. Los datos moleculares y
arqueológicos nos dicen que hubo varios momentos de esplendor en los que los
neandertales colonizaron territorios muy al norte y al este, adentrándose
quizás hasta Mongolia y China. Hace entre 130.000 y 115.000 años, y de nuevo
entre 60.000 y 40.000 años, las poblaciones europeas de neandertales estaban en
expansión gracias en parte a períodos climáticamente dulces. Pero a partir de
hace 55.000 años se sucedieron una serie de eventos climáticos extremos, erráticos y extremadamente cortos
que hicieron el clima completamente imprevisible. A veces los cambios se
sucedieron a escala humana, lo que se cree que afectó terriblemente a las
poblaciones neandertales, que se
adentraron en una etapa de gran incertidumbre.
Un frigorífico vacío
Si los neandertales se habían
adaptado a períodos climáticos más o menos crudos decenas de veces, ¿los hizo
desaparecer un clima imprevisible? Quizá no por sí solo, pero se cree que fue
uno de los principales factores que empujaron a esta especie hacia la
extinción, no sólo porque durante las oscilaciones el clima fuese caótico, sino
porque además se produjeron algunas pulsaciones tremendamente frías y sucesivas
ocasionadas por los eventos climáticos Heinrich y Dansgaard-Oeschger. Hasta
donde sabemos, estos homininos no desarrollaron la tecnología que les
permitiese sobrevivir en biomas árticos: nunca
hubo nada parecido a neandertales-esquimales, rasgo que puede
ser de vital importancia para entender su extinción en el marco de aquellas
épocas de frío extremo.
Mientras que diferentes poblaciones
neandertales se adaptaron a ecosistemas
mediterráneos, donde parece que diversificaron su dieta
incluyendo una parte importante de vegetales, pequeños animales como aves,
conejos y tortugas, e incluso explotaron recursos marinos, en la Europa septentrional predominó una
forma de vida mucho más austera y dependiente de los grandes herbívoros,
que con aquellos ciclos glaciales fueron mermando. Muchas veces, especialmente
en los períodos fríos, los neandertales de las llanuras europeas dependían
tremendamente de la carne de una o dos presas principales, como los bisontes en
Mauran o los renos en el abrigo de Jonzac, ambos en Francia. Los restos de los
animales consumidos en los yacimientos no nos indican que en las ocupaciones
más recientes de estas áreas hubiera hambrunas o escasez, pero cuanto más
especialista es un depredador, y los neandertales lo eran, más fácil es
deslizarse por la pendiente de la extinción cuando las cosas se ponen feas y el
número de posibles presas disminuye.
¿Coexistencia o confrontación?
A mediados del interglaciar MIS3
(hace unos 45.000 años), en medio de un clima errático que empeoraba por
momentos, con poblaciones neandertales divididas en pequeños grupos aislados,
un nuevo linaje humano de origen africano más reciente comenzaba a establecerse
tímidamente en la cuenca baja del Danubio, procedente de África o Asia. No era la primera vez que neandertales y sapiens
coexistían, ya que hace entre 100.000 y 55.000 años ambas
especies convivieron sin aparentes conflictos en el Próximo Oriente.
Muchos investigadores sostienen que
la competencia por los
recursos y el territorio entre los antiguos pobladores de Europa
y los recién llegados fue el elemento fundamental para inclinar la balanza en
contra de los neandertales. Aunque en cuanto a tecnología, dieta o forma de
ocupar el territorio los arqueólogos no ven demasiadas diferencias entre
neandertales y sapiens, es cierto que los primeros emigrantes sapiens que
llegaron a Europa ya portaban culturas
del Paleolítico Superior. Éstas incluían elementos que pudieron
tener gran importancia para adaptarse a un mundo en crisis, desde agujas para
coser ropas elaboradas hasta arpones para pescar y cazar animales acuáticos,
propulsores para cazar a larga distancia y, sobre todo, una impresionante
panoplia de adornos que nos indica la existencia de complejas redes de
intercambio a larga distancia entre grupos.
La coexistencia no sólo se ha
documentado a través de fósiles
híbridos como Oase1,
procedente de la cueva de Pestera cu Oase (Rumanía), una mandíbula con una
mezcla de rasgos sapiens y neandertales, o los de Bacho Kiro (Bulgaria), que
tuvieron uno de sus abuelos de cada especie sólo entre 6 y 10 generaciones
antes de su nacimiento. También se ha propuesto que las culturas de transición
entre el Paleolítico Medio y el Superior, como el chatelperroniense, pudieron
ser producto del intercambio de ideas entre ambos grupos humanos, que
convivieron al menos tres milenios en la mayor parte de Europa.
Quizá la estrategia reproductiva
bastó para que los humanos modernos desplazasen ecológicamente a los
neandertales. Se cree que los
neandertales pudieron dedicar muchos esfuerzos a sacar adelante a pocas crías,
una estrategia ecológica que favorece a depredadores especializados que viven
en equilibrio con el medio.
Los sapiens recién llegados tendrían estrategias ecológicas más oportunistas,
en las que se invierte poco esfuerzo en sacar adelante a un gran número de
crías, aunque estas tengan una probabilidad relativamente baja
de sobrevivir hasta la edad adulta. Dado que pequeñas diferencias en las tasas
de mortalidad de las poblaciones en competencia conducen a la extinción de la
menos competitiva, los sapiens podrían haber desplazado a otros homininos en su
expansión global. Lo que parece descartable es que hubiera una confrontación
agresiva: no hay una sola prueba de que los sapiens «exterminasen» a los
neandertales deliberadamente.
No se trata de una dicotomía entre
dos especies humanas homogéneas y diferenciadas. Ambos grupos fueron diversos tanto
culturalmente como (con gran probabilidad) fenotípicamente, es
decir, en su aspecto externo. En algunos lugares y algunas poblaciones no debieron
de diferenciarse demasiado, pese a lo cual los contactos entre ambas
poblaciones en Europa debieron de ser esporádicos.
El proceso de extinción de
los neandertales europeos se extendió más de 5.000 años. La estructura de las poblaciones
neandertales (grupos pequeños, con mucha consanguinidad), sus estrategias
reproductivas, su lugar en los ecosistemas, el caos climático y la reducción
efectiva de sus presas principales generaron un panorama desalentador. Incluso
se han propuesto grandes erupciones volcánicas y la caída de meteoritos como
acontecimientos que vinieron a complicar las cosas.
Quizá si los sapiens no se hubiesen
encontrado en expansión fuera de África, en el siguiente período interglacial
las poblaciones de neandertales habrían recolonizado toda Eurasia por enésima
vez desde sus refugios en el sur de Europa y habrían perdurado muchos milenios
más. Nunca lo sabremos.
Nuestra especie se expandió
por todo el globo a una velocidad nunca vista y hasta rincones que jamás habían
pisado otros homininos.
Además de los neandertales, en su camino los sapiens encontraron otros humanos
de distintas especies: denisovanos en Asia Central, Homo luzonensis en el Pacífico, Homo floresiensis en el Sureste
Asiático y seguramente otras aún por descubrir. Si tras 150 años de estudios
sobre los neandertales aún no tenemos una respuesta definitiva para su
extinción, el camino por recorrer para entender la desaparición de las otras
especies humanas aparece igualmente largo y apasionante.
El collar del último neandertal
Durante un tiempo se pensó que los
neandertales carecían de capacidades simbólicas. Tan sólo en algunos conjuntos
arqueológicos del final de su existencia se habían encontrado colgantes y
pendientes, por lo que se pensaba que los habían «copiado» de sus vecinos
sapiens que ya caminaban por Europa. En las últimas décadas se ha comprobado
que los neandertales desarrollaron
una cultura simbólica propia que incluyó el uso cosmético de pigmento rojo, el adorno
con plumas y la realización de objetos simbólicos con garras de águila.
Aún se discute sobre si dichos elementos eran o no parte de adornos personales,
pero no cabe duda de que el mundo simbólico de los neandertales era rico y
hundía sus raíces en su propia cultura, la musteriense.
Semejanzas y diferencias físicas
Hoy en día se considera que los
neandertales y los sapiens, nuestra especie, comenzaron a surgir hace unos
400.000 años; los primeros en Europa y los segundos en África. Pero durante
unos 200.000 años, las diferencias físicas –es decir, óseas– entre ambos fueron
muy específicas, y sólo son
perceptibles para los expertos. Desde hace 200.000 años, y
sobre todo desde hace 120.000, las características anatómicas de los
neandertales –las que se pueden apreciar en los huesos– ya son muy evidentes.
Sin embargo, no sabemos cuál era su aspecto externo, que debía depender de la
latitud o de una población en concreto. Sabemos que seguramente los sapiens eran de piel oscura,
pero no tendrían el mismo aspecto en el trópico que en el norte de África. Y
los neandertales siberianos probablemente tendrían un aspecto muy diferente al
de los mediterráneos.
Un híbrido llamado Denny
Los denisovanos son un grupo humano
diferenciado genéticamente de neandertales y sapiens. Fue descubierto en 2010,
cuando se logró secuenciar ADN antiguo procedente de un pequeño hueso de la
mano de una hembra hallado en la cueva de Denisova, en los montes Altai de
Siberia. Denisovanos y
neandertales compartieron un ancestro común hace como mínimo
390.000 años. El estudio del genoma de otro fósil, Denisova 11, perteneciente a una hembra joven apodada Denny
por los investigadores, demostró que era
un híbrido: su padre era un denisovano con algo de sangre neandertal en sus
venas y su madre, una neandertal con origen en las poblaciones
occidentales de Francia y España. Los neandertales, por tanto, no sólo se
mezclaron con los sapiens, sino con otros homininos que hallaron en su camino.
¿Incluidos en la sexta extinción?
Sólo los eventos catastróficos
pueden desencadenar extinciones entre poblaciones saludables. Estos eventos de
extinción suelen ser masivos, afectan a gran cantidad de taxones o especies, y
en la actualidad nos encontramos ante uno de ellos: la llamada sexta extinción.
De toda la historia de la vida en el planeta, es la única que no tiene causas naturales:
su origen se encuentra en la actividad
de la especie humana y su capacidad de alterar el medio natural.
Algunos investigadores piensan que podemos incluir a los neandertales en la
sexta extinción, en cuanto su
desaparición se debería al éxito de los sapiens –gracias a su
tecnología y a una organización social más compleja– a la hora de hacerse con
el control de los recursos naturales y del espacio.
Las huellas de una transición
La sustitución o asimilación de los
neandertales por los sapiens en Europa se refleja en el paso del Paleolítico
Medio (120.000 a
50.000 años), caracterizado por la cultura musteriense neandertal, al
Paleolítico Superior (50.000
a 11.000 años), con culturas como el auriñaciense, el
solutrense y el magdaleniense, obra de los sapiens. Entre ambos períodos, hace
entre 50.000 y 40.000 años, se desarrollaron culturas de transición como el
chatelperroniense, el uluzziense o el bohuniciense, que presentan innovaciones propias del Paleolítico
Superior, pero en pocos casos están asociadas claramente a
restos humanos. Parece cada vez más claro que algunas de estas innovaciones
fueron producto de los neandertales y otras, de los primeros sapiens. El
aumento de la conexión entre poblaciones pudo ser el detonante de la aparición
de estas culturas.
Aparecen
en Francia los restos más antiguos de Homo sapiens encontrados en Europa
Un nuevo estudio
acaba de revelar que uno de los molares de la gruta Mandrin pertenece un bebé
Homo sapiens. El diente ha sido datado por C14 y hace retroceder en 10.000 años
la entrada de nuestra especie en el continente.
Descubierto
un campamento de caza neandertal de hace 60.000 años
Durante el mes de
agosto los arqueólogos han estado excavando el yacimiento de Abric Romaní, en
el municipio de Capellades (Barcelona), confirmando que el nivel R se trataba
de un campamento estacional desde el que los neandertales cazaban ciervos y
conejos en otoño e invierno.
Los
secretos de la sangre Neandertal
La Universidad de
Florencia ha conseguido identificar por primera vez el tipo sanguíneo de un
grupo de neandertales y un hombre de Denísova, lo que les ha permitido
confirmar diversas hipótesis sobre sus orígenes y procreación con el Homo
Sapiens.
https://historia.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/ocaso-neandertales_17222
d).Diferencias
entre neandertales y sapiens
La raza humana, tal y como la conocemos
actualmente, es el resultado de la evolución durante miles de años. De hecho,
el Homo sapiens coincidió en el tiempo con otros homínidos, como el homo
erectus y el hábilis, pero con quien más tiempo llegó a convivir fue con el
neandertal. Por tanto, si te preguntas si convivieron neandertales y sapiens,
la respuesta es sí. Extinguido hace cientos de miles de años, fue la última
especie antes de dejar al Homo sapiens como el único poblador de la Tierra. Por
otro lado, el neandertal fue otra especie humana más inteligente que sus
predecesoras. Al convivir durante años con el Homo sapiens, es importante
establecer las principales diferencias entre ambos, tanto en los rasgos físicos
como en el comportamiento. Pero no todo eran diferencias, ya que compartían
algunas semejanzas.
- La
anatomía del tórax
- La
forma del cerebro
- La
dieta y la alimentación
- La
formación de grupos sociales
- Semejanzas
entre neandertales y sapiens
La anatomía del tórax
Una de las principales diferencias
físicas entre los neandertales y los Homo sapiens se detecta en el tórax. Los neandertales necesitaban una cantidad de
aire muy superior para respirar debido a la masa física que
tenían, mucho más elevada respecto a la del sapiens. Como necesitaban mucho más
aire para respirar, las características del neandertal mostraba que su tórax era más amplio
y ancho para poder inhalar una cantidad de oxígeno mucho mayor en cada bocanada
de aire.
La forma del cerebro
El cerebro del sapiens actual posee
dos grandes diferencias respecto al de los neandertales. Este tiene dos áreas cerebrales más desarrolladas
en comparación con los otros homínidos. ¿Qué te parece esta diferencia entre
neandertal y sapiens?
La primera área del cerebro más
desarrollada es la parte dorsal y posterior del lóbulo parietal superior. La
segunda se halla en el lóbulo parietal inferior, más concretamente en la zona
intermedia del surco intraparietal. Son dos áreas relacionadas con habilidades
visoespaciales, es decir, las que
permiten la gestión del tiempo y el espacio, la imaginación
visual, las relaciones sociales e incluso la creación de herramientas. Son
aspectos que definen al Homo sapiens como especie humana más desarrollada. En
los lóbulos parietales superiores, existe un elemento llamado precúneo, que es
el más activo para la integración de cuerpo y visión. Por su parte, el surco
intraparietal está implicado en la coordinación de ojos y manos. Comparando
estas regiones del cerebro del sapiens con las del neandertal, son
significativamente más grandes.
Este desarrollo superior del
cerebro permite a los sapiens ser considerados como especialistas en funciones del cuerpo,
cerebro y visión respecto a otros homínidos como los
neandertales.
La dieta y la alimentación
Los humanos modernos (sapiens)
tienen limitaciones en la conversión de proteínas a energía. En cambio, los neandertales tenían un torso con forma de
campana debido a su adaptación a una alimentación rica en
prótidos. Esta dieta estaba basada en carne de especies animales grandes y en
hidratos de origen vegetal. Durante los inviernos glaciares, los hidratos de
carbono eran más difíciles de obtener, por lo que alrededor del 75-85% de las
calorías que consumían provenían de la grasa animal. Con esta alimentación,
tuvieron una evolución y les permitió
convertir la proteína en energía de manera más eficiente en
comparación con los sapiens.
La alimentación rica en proteínas
generaba una necesidad de tener un hígado dilatado en los neandertales y un
sistema urinario con una estructura inferior más amplia por las necesidades
metabólicas de expulsar toxinas, como la urea. El metabolismo desarrollado de los neandertales
incrementó la capacidad renal que tenían e influyó en la
expansión de otros órganos, como los riñones. Evolutivamente, permitió engrosar
la pelvis y la parte inferior del torso.
La formación de grupos sociales
Los grupos sociales
formados por los neandertales eran más pequeños que los creados por los sapiens. La cultura
gráfica y los adornos eran mínimos o estaban ausentes en comparación con el
hombre moderno. Tampoco disponían de armas de propulsión como flechas o arcos.
Los neandertales necesitaban
utilizar los dientes y la boca mucho más que los sapiens para
la manipulación de herramientas. Debido a ello, se puede concluir que la
representación de las manos era menor en sus esquemas cerebrales. Por tanto,
las diferencias culturales entre neandertal y sapiens eran obvias.
Semejanzas entre neandertales y
sapiens
La convivencia en espacio y tiempo
de neandertales y sapiens ayuda a encontrar semejanzas entre las dos especies,
pero los estudios recientes han aportado claridad a la hora de detectar
similitudes:
- Una de ellas es el flujo
genético entre los dos homínidos. La hibridación entre
neandertales y sapiens fue posible, permitiendo que el ADN pasara de unos
a otros. Estos flujos genéticos permiten entender la evolución del ser
humano. Gracias a esto, se puede afirmar que los neandertales están más
próximos evolutivamente a los Homo sapiens que los denisovanos, a
diferencia de lo que se creía durante muchos años.
- Los neandertales europeos también desarrollaron acciones y
comportamientos muy parecidos a los sapiens. Estrategias económicas, tecnologías y
simbólicas de gran complejidad, como la creación de
grafismos rupestres en cuevas, fueron compartidos entre las dos especies.
https://www.mundodeportivo.com/uncomo/educacion/articulo/diferencias-entre-neandertales-y-sapiens-52231.html
e).
¿Y
si los neandertales somos nosotros?
Los últimos descubrimientos
genéticos reabren el debate sobre la posibilidad de que esta especie no se
extinguiese, sino que fuese integrada por los ‘sapiens’
El debate
sobre la capacidad cognitiva de los neandertales, la especie humana más
cercana a la nuestra, desaparecida hace unos 40.000 años, parece cada vez más
cerrado en la comunidad científica: eran tan inteligentes, hábiles, solidarios
y creativos como nosotros, los Homo sapiens. Pero ahora, los nuevos
descubrimientos genéticos abren un debate todavía más desafiante: ¿y si, en
realidad, no se extinguieron? Impulsados por nuevos análisis de ADN fósil,
algunos expertos apuntan que los neandertales siguen aquí porque somos
nosotros, ya que se produjo una integración entre las dos especies.
Cuanto más material genético se logra
extraer y analizar de la prehistoria remota —algo nada sencillo, porque cuanto
más antiguo es el ADN, más difícil es que dé resultados fiables— resulta más
evidente que los neandertales y los seres humanos mantuvieron cruces
constantes. La revista Nature reveló el miércoles los análisis
de ADN de cuatro individuos europeos de hace 45.000 años: todos ellos tenían
antepasados, más o menos directos, neandertales. Y no es la primera vez que
ocurre: los otros dos genomas de Homo sapiens de aquella época que se
han logrado analizar también revelan hibridación entre las especies, en un
caso, además, muy reciente (su tatarabuelo pertenecía a la otra especie).
Si los cruces entre neandertales y Homo
sapiens hubiesen sido raros y muy localizados en el tiempo y en el espacio,
esos resultados serían el equivalente científico a encontrar una aguja en el
inmenso pajar de la prehistoria. El hecho de que, una y otra vez, aparezcan
antepasados directos indica un patrón. No está claro cuántas olas migratorias
humanas llegaron desde África a Europa y Asia, ni cuándo se produjeron. Tampoco
qué ocurrió con los seres humanos —neandertales y denisovanos— que estaban allí
cuando llegó nuestra especie. Pero es evidente que mantuvieron relaciones mucho
más que amistosas, como demuestran los resultados obtenidos por el equipo de Svante
Pääbo, el genetista sueco que ha revolucionado la investigación de la
evolución humana gracias al análisis del ADN antiguo y que obtuvo el primer
genoma completo de un neandertal.
“La huella neandertal está muy presente, en
seis o siete generaciones anteriores”, explica Antonio Rosas, paleoantropólogo
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los grandes
expertos europeos en neandertales. “Cuando se analizaron restos más recientes,
parecía que la hibridación había sido más esporádica; pero los nuevos
resultados demuestran que es mucho más frecuente”, agrega este investigador
que, sin embargo, no comparte la teoría de la “dilución de los neandertales en
la población humana”.
“Me parece una visión un poco buenista”,
prosigue Rosas. “Los cromañones analizados son claramente sapiens desde
el punto de vista fenotípico: no son neandertales, ni tampoco son una mezcla.
Pero es indudable que estos nuevos descubrimientos vuelven a abrir el debate
sobre la posibilidad de que se produjese una integración de los neandertales y
los sapiens. Es posible que en algunos lugares se produjese ese
fenómeno; pero también es probable que en otros los neandertales se
extinguiesen”. Factores como la geografía o el clima pudieron influir en la
extinción o la integración.
Otros expertos creen, en cambio, que estos
resultados demuestran sin duda que la extinción no se produjo, sino que los
neandertales fueron absorbidos por los sapiens. Raquel Pérez Gómez,
bióloga experta en genética y doctora en Ciencias Veterinarias por la
Complutense, publicó hace tres años un artículo
en EL PAÍS en el que señalaba que la paleogenética estaba minando la idea
de que se trata de dos especies diferentes. “Estos resultados confirman (aún
más si cabe) la postura de que no se puede hablar de especies, tampoco de
híbridos, tampoco de extinción de los neandertales”, señala Pérez Gómez por
correo electrónico.
“En ciencia los conceptos son
fundamentales”, prosigue Pérez Gómez. “Según [el biólogo evolutivo] Mayr y [el genetista] Dobzhansky, se
acepta que una especie biológica es un grupo (o población)
natural de individuos que pueden cruzarse entre sí y generar descendencia
fértil. Cuantos más fósiles se secuencian, más eventos de cruce entre
poblaciones de neandertales y humanos que migraban desde África se documentan.
Cuanta más información tengamos, más completo irá siendo el mapa genético y la
historia evolutiva de nuestra especie. Y pese a todas las resistencias, dentro
de unas décadas quedará claro por el peso de las evidencias que los
neandertales eran humanos como nosotros, con características, llamémosles, arcaicas”.
Lo interesante es que el proceso de
hibridación no se produjo al revés: en neandertales europeos recientes no se
han encontrado restos de ADN de sapiens, lo que indicaría que los
humanos modernos adoptaron a neandertales; pero estos no convivieron en
sus grupos con humanos modernos. Aunque, como siempre en la prehistoria, cuánto
más se sabe, más misterioso resulta todo: Antonio Rosas recuerda que, en
cambio, en neandertales siberianos más antiguos, de hace unos 100.000 años, sí
se han encontrado huellas sapiens.
Lo que hace no tanto tiempo parecía
imposible, se va haciendo realidad. Cuando se estrenó en 1981 la película En
busca del fuego, la versión de Jean Jacques Annaud de la novela
clásica de J.-H. Rosny Aîné, fue muy criticada porque mostraba una escena de
sexo entre una sapiens y un neandertal. La paleogenética lo ha
confirmado, pero también recalca algo que tiene una clara lectura
contemporánea: el estudio de la prehistoria nos demuestra que es absurdo hablar
de razas, que la humanidad es el resultado de un cruce infinito. Nosotros, la
humanidad moderna, somos una mezcla interminable, que se prolonga a lo largo de
los siglos y de los milenios.
https://elpais.com/ciencia/2021-04-09/y-si-los-neandertales-somos-nosotros.html
Proceso de
evolución
- ARDIPITHECUS
(hace 4,4 millones de años)
- AUSTRALOPITHECUS
(de 4 a
1 millón de años)
- HOMO
HÁBILIS (hace 2,5 millones de años)
- HOMO
ERECTUS (hace 1,8 millones de años)
- HOMO
ANTECESSOR (hace 800.000 años)
- HOMO
SAPIENS (hace 175.000 años)
- HOMBRE DE
NEANDERTAL (hace 150.000 años)
5.
El linaje humano crece y se complica: del “eslabón
perdido” al árbol y a la red
En el siglo XIX, cuando comenzó
a comprenderse que el ser humano era una especie surgida como las demás de un
proceso de evolución biológica, una expresión se abrió paso: el “eslabón
perdido”, el hombre-mono que debía conectar al Homo sapiens con los simios; como un cromo que
faltaba por pegar en nuestro álbum familiar. Cuando Eugène Dubois descubrió los
restos del Hombre de Java, una especie extinta a la que denominó Anthropopithecus erectus
(después Pithecanthropus erectus,
hoy Homo erectus),
este paleoantropólogo holandés no tardó en anunciar al mundo que había
descubierto por fin el eslabón perdido.
La proclama de Dubois ya fue
discutida en su momento, pero hasta nuestros días ha perdurado una imagen: una
ordenada fila india que muestra una evolución desde los monos hasta el Homo sapiens, como si los
primeros fueran seres a medio hacer. Cuando el pasado diciembre la revista PaleoAnthropology publicaba una serie completa de estudios sobre el Australopithecus sediba,
un
homínido africano descrito en 2010, varios medios lanzaron
titulares anunciando que se había hallado el
“eslabón perdido”.
El principal autor del hallazgo, Lee Berger, de la Universidad de
Witwatersrand
(Sudáfrica), tuvo que publicar una nota de prensa aclarando que
ni el sediba es el eslabón perdido, ni tal eslabón existe.
“Lo de eslabón perdido debería evitarse”, apunta a
OpenMind Scott Williams, de la Universidad de Nueva York, uno de los
investigadores del sediba y coeditor del número dedicado a esta especie. Según
Williams, a los propios científicos les costó mucho apartarse de la scala naturae o cadena de los
seres, la idea greco-medieval de que la naturaleza está organizada en una
jerarquía lineal, desde los minerales hasta los humanos.
El
linaje humano, un árbol frondoso
Fue en el siglo XX cuando el
concepto comenzó a abandonarse, no sin que antes se reclamara el título del
famoso eslabón para otras especies como Homo
habilis o Australopithecus
afarensis (la célebre Lucy),
e incluso para algunos fraudes bien orquestados como el Hombre de Piltdown. Pero entonces empezaba a revelarse
que el linaje humano no era una fila india, sino “un árbol frondoso, y cada vez
más”, en palabras de Brian Villmoare, de la Universidad de Nevada en Las Vegas.
Los hallazgos recientes han elevado la familia humana a unas 25 especies que
vivieron en los últimos seis o siete millones de años. Tan complejo se ha
vuelto el panorama que el genetista evolutivo Mark Thomas ha llegado a
asemejarlo al mundo que imaginó J. R. R. Tolkien en El señor de los anillos.
A esta complejidad se añade que,
según Williams, “aunque es teóricamente posible descubrir ancestros directos de
especies vivas, es extremadamente improbable”. Por ello, hoy los investigadores
tienden a definir las especies como “grupos hermanos”, linajes que comparten un
ancestro común, como los humanos modernos y los neandertales. “Nuestros
esfuerzos deberían dedicarse más a testar hipótesis sobre relaciones hermanas
que sobre relaciones ancestro-descendiente”, añade Williams. “En nuestra
introducción al número especial, somos muy cuidadosos en hablar del A. sediba como el posible grupo
hermano del género Homo,
no su antecesor”.
Este enfoque es especialmente
oportuno cuando los nuevos hallazgos rompen los esquemas clásicos sobre cómo y
dónde se relacionaban las especies extintas de la familia humana. Tradicionalmente
se situaban en África Oriental los miembros más primitivos como los
australopitecos, datados entre tres y cuatro millones de años atrás. Otros de
rasgos más modernos, como el H.
erectus, habrían emigrado más tarde desde África hacia Eurasia,
para ser posteriormente reemplazados por el sapiens africano.
Pero el sediba es una de las
especies que han sacudido este esquema, rejuveneciendo la supervivencia de su
género hasta los dos millones de años. Por su parte, el H. naledi, un humano
arcaico, extendió nuestro género hacia el sur de África, pero al mismo tiempo
un hallazgo coprotagonizado por Villmoare empujó el origen de los Homo hasta
2,8 millones de años atrás. Aún más inesperado, en 2017 un estudio
describió los restos más
antiguos de H. sapiens, de 300.000 años
de edad, pero no en el este ni el sur de África, sino en Marruecos.
El
misterio de los denisovanos
Fuera de África, tampoco el
panorama es diáfano. Aún colea el misterio de los denisovanos, una población
cuyos primeros restos se hallaron en una cueva de Siberia en 2008 y que tuvo la
novedad de describirse por su secuencia de ADN. Los denisovanos han sido
calificados como los neandertales asiáticos, ya que fueron también
contemporáneos de los sapiens. Sin embargo, aún no han recibido el estatus
formal de especie. Según cuenta a OpenMind Bence Viola, de la Universidad de
Toronto (Canadá) y coautor del reciente hallazgo de un fragmento de cráneo de denisovano,
“el mayor problema es toda la cuestión de qué es una especie”. “Pero por
supuesto los nuevos fósiles son muy informativos, y en mi opinión refuerzan el
argumento de que eran una población separada y probablemente muy extendida por
Asia”.
Reconstrucción
facial forense arqueológica del homo
floresiensis. Crédito: Cicero
Moraes et alii
También en Asia, el H. floresiensis —conocido como
el hobbit— fue un
diminuto humano de rasgos primitivos que vivió en la isla de Flores (Indonesia)
hasta hace menos de 100.000 años. Recientemente se ha descrito otra especie, H. luzonensis, que habitó en
Filipinas hace solo 67.000 años. “Seguimos constatando que hace unos pocos
miles de años el H. sapiens
definitivamente no estaba solo en la Tierra”, dice a OpenMind el coautor
principal del estudio, Florent Détroit, del Museo Nacional de Historia Natural
de París. “Claramente, el escenario era mucho más complejo que simplemente el H. sapiens reemplazando al H. erectus”.
Nuevas
dataciones
Y podría serlo aún más. Darren
Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), descubrió en
China los restos óseos de humanos arcaicos a los que denomina el pueblo de la
cueva del ciervo rojo, más parecidos al H.
erectus
que al sapiens. Inicialmente Curnoe y sus colaboradores dataron estos
restos en solo 14.000 años de antigüedad,
pero sus estudios más recientes indican que probablemente son
bastante más antiguos, “quizá en el rango
de 177.000 a
112.000 años”, cuenta a OpenMind.
De hecho, Curnoe teme que algunos
de los enigmas hoy planteados se deban a una datación incorrecta: “Creo que
muchos paleoantropólogos no están prestando la debida atención a la datación de
los yacimientos y de los restos humanos que encuentran”, afirma. Curnoe es
especialmente crítico con dataciones como las de H. naledi o H.
luzonensis, e incluso ha cuestionado el estatus de este último como especie.
Pero si nuevas dataciones pueden
clarificar el álbum familiar humano, otros hallazgos en cambio contribuyen a
embrollarlo aún más. En los últimos años se ha descubierto que sapiens,
denisovanos y neandertales tuvieron descendencia común entre ellos. Del eslabón
perdido hemos pasado al árbol evolutivo, pero hoy ya ni siquiera este esquema
parece válido; más bien estamos ante una red con múltiples conexiones que se
entrecruzan, como en una prehistórica internet de la evolución humana.
Este enfoque es especialmente
oportuno cuando los nuevos hallazgos rompen los esquemas clásicos sobre cómo y
dónde se relacionaban las especies extintas de la familia humana.
Tradicionalmente se situaban en África Oriental los miembros más primitivos como
los australopitecos, datados entre tres y cuatro millones de años atrás. Otros
de rasgos más modernos, como el H.
erectus, habrían emigrado más tarde desde África hacia Eurasia,
para ser posteriormente reemplazados por el sapiens africano.
Pero el sediba es una de las
especies que han sacudido este esquema, rejuveneciendo la supervivencia de su
género hasta los dos millones de años. Por su parte, el H. naledi, un humano
arcaico, extendió nuestro género hacia el sur de África, pero al mismo tiempo
un hallazgo coprotagonizado por Villmoare empujó el origen de los Homo hasta
2,8 millones de años atrás. Aún más inesperado, en 2017 un estudio
describió los restos más
antiguos de H. sapiens, de 300.000 años
de edad, pero no en el este ni el sur de África, sino en Marruecos.
El
misterio de los denisovanos
Fuera de África, tampoco el
panorama es diáfano. Aún colea el misterio de los denisovanos, una población
cuyos primeros restos se hallaron en una cueva de Siberia en 2008 y que tuvo la
novedad de describirse por su secuencia de ADN. Los denisovanos han sido
calificados como los neandertales asiáticos, ya que fueron también
contemporáneos de los sapiens. Sin embargo, aún no han recibido el estatus
formal de especie. Según cuenta a OpenMind Bence Viola, de la Universidad de
Toronto (Canadá) y coautor del reciente hallazgo de un fragmento de cráneo de denisovano,
“el mayor problema es toda la cuestión de qué es una especie”. “Pero por
supuesto los nuevos fósiles son muy informativos, y en mi opinión refuerzan el
argumento de que eran una población separada y probablemente muy extendida por
Asia”.
También en Asia, el H. floresiensis —conocido como
el hobbit— fue un
diminuto humano de rasgos primitivos que vivió en la isla de Flores (Indonesia)
hasta hace menos de 100.000 años. Recientemente se ha descrito otra especie, H. luzonensis, que habitó en
Filipinas hace solo 67.000 años. “Seguimos constatando que hace unos pocos
miles de años el H. sapiens
definitivamente no estaba solo en la Tierra”, dice a OpenMind el coautor
principal del estudio, Florent Détroit, del Museo Nacional de Historia Natural
de París. “Claramente, el escenario era mucho más complejo que simplemente el H. sapiens reemplazando al H. erectus”.
Nuevas
dataciones
Y podría serlo aún más. Darren
Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), descubrió en
China los restos óseos de humanos arcaicos a los que denomina el pueblo de la
cueva del ciervo rojo, más parecidos al H.
erectus
que al sapiens. Inicialmente Curnoe y sus colaboradores dataron estos
restos en solo 14.000 años de antigüedad,
pero sus estudios más recientes indican que probablemente son
bastante más antiguos, “quizá en el rango
de 177.000 a
112.000 años”, cuenta a OpenMind.
De hecho, Curnoe teme que algunos
de los enigmas hoy planteados se deban a una datación incorrecta: “Creo que
muchos paleoantropólogos no están prestando la debida atención a la datación de
los yacimientos y de los restos humanos que encuentran”, afirma. Curnoe es
especialmente crítico con dataciones como las de H. naledi o H.
luzonensis, e incluso ha cuestionado el estatus de este último como especie.
Pero si nuevas dataciones pueden
clarificar el álbum familiar humano, otros hallazgos en cambio contribuyen a
embrollarlo aún más. En los últimos años se ha descubierto que sapiens,
denisovanos y neandertales tuvieron descendencia común entre ellos. Del eslabón
perdido hemos pasado al árbol evolutivo, pero hoy ya ni siquiera este esquema
parece válido; más bien estamos ante una red con múltiples conexiones que se
entrecruzan, como en una prehistórica internet de la evolución humana.
https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/biociencias/el-linaje-humano-crece-y-se-complica-del-eslabon-perdido-al-arbol-y-a-la-red/
Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué,
Chile
Octubre de 2022
Portal MUNDO MEJOR: http://www.mundomejorchile.com/
Correo electrónico: isp2002@vtr.net