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Prehumanos

 

Proemio

Somos un breve momento entre los prehumanos y los transhumanos
18 mayo, 2022
Nosotros, los casi 8 mil millones de Homo sapiens solo somos un breve momento en el gran desfile que el universo está ejecutando desde hace unos 14 mil millones de años. Somos parte de una espectacular parada ciega a la que le faltaban los espectadores hasta hace muy poco. Sin nosotros, la larguísima procesión era como si no existiera. Antes de nosotros no había quién observara el desfile y lo reconociera. Pero sin duda los humanos no somos el final, aunque sí podríamos ponerle el punto final.
Hace menos de 150 mil años, nuestros antepasados aprendieron a hablar y comenzaron a trascender de lo inmediato corporal, de las puras sensaciones físicas, como cualquier otro animal prehumano. La palabra les permitió a aquellos individuos comenzar a tomar distancia del mundo y hace no más de 2 mil 500 años, en el llamado periodo axial, desarrollar una conciencia reflexiva que nos ha permitido lograr los increíbles avances en el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, nada está escrito. Por ejemplo, hace 70 mil años las consecuencias climáticas de la erupción de un súper volcán submarino estuvo a punto de acabar con nuestros antepasados. Los científicos estiman que solo sobrevivieron unos mil individuos, de los cuales todos nosotros somos descendientes. Así de frágil es el desfile cósmico.
Hoy los humanos tenemos la terrible capacidad de acabar la marcha universal que bien podría culminar en el «punto omega» teilhardiano, un punto en el que toda la materia, la energía y la información sería transformada e integrada en una pura conciencia de sí misma.
Sin embargo, la materia de la que estamos hechos los humanos no es suficientemente resistente y adaptable para existir en todos los ambientes que presenta el universo. La biología para existir requiere de condiciones muy especiales, condiciones llamadas de «ricitos de oro», ni muy frías ni muy calientes, ni muy ácidas ni muy básicas. Condiciones verdaderamente especiales. En el universo hay materiales más resistentes que pueden sostener los algoritmos que producen la conciencia reflexiva. Y así en consecuencia el Homo sapiens deberá transformarse primero en ciborgs —organismos cibernéticos—, verdaderos seres transhumanos, y luego dar paso a nuestros futuros descendientes electrónicos de silicón y metal. 
El paleontólogo Stephen Jay Gould afirmaba que, si pudiéramos de vuelta iniciar la historia evolutiva de la biosfera en este planeta, nada resultaría igual. Todo resultaría diferente. Los humanos nunca habríamos aparecido en la escena y quizás el universo seguiría ciego indefinidamente o quizá la luz de la conciencia reflexiva y sus algoritmos habrían encarnado en seres materiales irreconocibles para nosotros. 
Siendo así el proceso evolutivo del universo, de la vida y de la conciencia, un proceso irrepetible y único, sin embargo, el futuro está abierto y en gran parte depende de nuestras decisiones actuales. ¿Tendremos los humanos la sabiduría colectiva de otear los futuros posibles y escoger de entre ellos los mejores? En estos momentos estamos jugando no solo con nuestra existencia como especie, sino quizás estamos poniendo en grave riesgo la posibilidad de que el universo entero abra los ojos y nazca a la conciencia eterna de sí mismo, el punto omega visualizado por el jesuita Teilhard de Chardin, la verdadera irrupción de Dios en el cosmos. Impedir tal acontecimiento sería el llamado «pecado imperdonable». 

https://feylibertad.org/2022/05/somos-un-breve-momento-entre-los-prehumanos-y-los-transhumanos/

 

 

Desarrollo

 1.
Nuevas especies prehumanas ofrecen pistas en la evolución
LONDRES (Reuters) - Dos esqueletos parciales desenterrados en una cueva de Sudáfrica pertenecen a una especie anteriormente no clasificada que se remonta a hace casi dos millones de años y podría ofrecer nueva luz sobre la evolución humana, dijeron el jueves los científicos.
Los fósiles de los huesos de un joven varón y de una mujer adulta sugieren que la nueva especie documentada, llamada Australopithecus sediba, caminaba erguida y compartía muchos rasgos físicos con las primeras especies conocidas de Homo humano.
El hallazgo de los fósiles prehumanos, u homínidos - que los científicos dicen que datan de hace entre 1,78 y 1,95 millones de años - fue publicado en Science y puede responder a algunas preguntas clave sobre de dónde proceden los seres humanos.
Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, que dirigió el equipo que halló los fósiles en agosto de 2008, dijo que el equipo esperaba encontrar posiblemente dos esqueletos más en el mismo lugar.
No obstante, se mostró reacio a definir las nuevas especies como el “eslabón perdido” en la historia de la evolución del ser humano, pero dijo que “contribuiría significativamente a nuestra comprensión de lo que estaba ocurriendo en el momento en el que surgieron los primeros miembros del género Homo”.
“El Australopithecus sediba es sin duda una especie altamente de transición con un mosaico de caracteres que es compartida por los homínidos posteriores.. en la línea del género homo, además de rasgos que comparten los primeros homínidos”, dijo a los periodistas en una breve comunicación telefónica.
“Muchos expertos creen que el género Homo evolucionó desde el Australopithecus hace aproximadamente dos millones de años. Uno de los prehumanos más conocidos es Lucy, esqueleto de una especie llamada Australopithecus afarensis, y esta nueva especie es aproximadamente un millón de años más joven que Lucy”, dijeron los científicos.
Los fósiles, un varón joven y una mujer adulta, fueron hallados en las cuevas Malapa, en el sitio “Cuna de la Humanidad”, a unos 40 km a las afueras de Johanesburgo.
La especie tenía largos brazos, como un primate, manos cortas y fuertes, una pelvis muy avanzada y piernas largas capaces de dar grandes pasos y posiblemente correr como un humano, según los investigadores.
Los científicos estiman que ambos medían aproximadamente 1,27 metros, aunque el joven podría haber crecido más.
El tamaño del cerebro del más joven era de entre 420 y 450 centímetros cúbicos, un tamaño pequeño si se compara con el cerebro humano, de entre 1200 y 1600 centímetros cúbicos, dijeron.
“Estos fósiles nos dan una visión extraordinariamente detallada de un nuevo capítulo de la evolución humana (..) cuando los homínidos hicieron el cambio decisivo de la dependencia a vivir en árboles a una vida sobre el suelo”, dijo Berger.
Paul Dirks, de la Universidad James Cook de Australia, que también trabajó en el estudio, dijo que un equipo de investigadores de todo el mundo y él identificaron los fósiles de al menos 25 otras especies de animales en la cueva, incluidos felinos diente sable, un gato montés, una hiena, un perro salvaje, antílopes y un caballo.

https://www.reuters.com/article/oestp-humanidad-especies-idESMAE6370VQ20100408  
 
2.
Australopitecus
 
Australopithecus. Género de homínidos que apareció hace unos cuatro millones de años. Tenía un cráneo aplanado, con mandíbula prominente, una reducida cavidad encefálica (450-750 cm3) y una pelvis que le permitía deambular en bipedestación.
 
Australopithecus (del latín «australis», del sur, y del griego «πίθηκος» pithekos, mono) es un género extinto de primates homínidos que comprende seis especies. Las especies de este género habitaron en África desde hace algo más de 4 millones de años hasta hace unos 2 millones de años, del Zancleano (Plioceno inferior) al Gelasiano (Pleistoceno inferior).
 
El género Australopithecus apareció en Kenia hace 5 millones de años siguiendo una línea evolutiva que comenzó con la formación del gran valle de rift en África oriental, este suceso aíslo a los primeros homínidos en la sabana obligándoles a abandonar su estilo de vida arborícola y adaptarse al campo abierto. Entre los posibles ancestros de Australopithecus destacan Ardipithecus y Orrorin. Australopithecus es por muchos considerado ancestro del género Homo al que pertenece la raza humana si bien esto es debatible por la presencia de otros homínidos basales como Kenyanthropus platyops no cabe duda que el género Paranthropus si desciende de Australopithecus, más específicamente de Australopithecus africanus.
Características
Cada especie presentaba características únicas y bien diferenciadas entre sí, Australopithecus sediba por ejemplo presentaba brazos cortos y proporciones similares a las de un humano, por otra parte Australopithecus africanus parecía una especie de chimpancé bípedo con una escasa capacidad craneal.
Sin embargo compartían ciertos rasgos que los separaban del resto de los homínidos y los agrupaban como género.
Eran en su mayoría pequeños y delgados, con una talla de 1,2 a 1,4 metros de estatura. Aunque presentaban muchas características consideradas primitivas, su locomoción era claramente bípeda. En algunas especies existía un marcado dimorfismo sexual, siendo el tamaño de los machos significativamente mayor que el de las hembras. Los homínidos modernos, en particular Homo sapiens, no muestran diferencias tan marcadas y muestran un bajo grado de dimorfismo, siendo los machos en promedio solo un 15% más grandes que las hembras. En Australopithecus, sin embargo, los machos podían ser hasta un 50% mayores. Algunos estudios indican que la diferencia podría ser menos marcada, pero sigue siendo un tema controvertido.
 
Morfología
El cerebro de la mayoría de especies de Australopithecus rondaba el 35 % (500cc) del tamaño del cerebro del hombre moderno. Eran en su mayoría pequeños y delgados, con una talla de 1,20 a 1,40 metros de estatura. Aunque presentaban muchas características consideradas primitivas, su locomoción era claramente bípeda.​ En algunas especies existía un marcado dimorfismo sexual, siendo el tamaño de los machos significativamente mayor que el de las hembras. Los homínidos modernos, en particular Homo sapiens, no muestran diferencias tan marcadas y muestran un bajo grado de dimorfismo, siendo los machos en promedio solo un 15 % más grandes que las hembras. En Australopithecus, sin embargo, los machos podían ser hasta un 50 % mayores. Algunos estudios indican que la diferencia podría ser menos marcada, pero sigue siendo un tema controvertido.

https://prehistoria.fandom.com/es/wiki/Australopithecu

3.
Hallan restos prehumanos de 7,2 millones de años en los Balcanes
Un equipo internacional de científicos ha trazado un escenario distinto para el comienzo de la historia humana. El análisis de dos fósiles del homínido extinto Graecopithecus freybergi demuestra que en realidad pertenecían a individuos prehumanos. Esta nueva hipótesis sobre el origen de la humanidad sugiere que el homínido más antiguo vivió en Europa.
Los chimpancés actuales son los parientes vivos más cercanos de los seres humanos. Dónde vivió el último ancestro común entre ambos es un tema central y altamente debatido en paleoantropología. Los investigadores habían asumido que los linajes divergieron hace entre cinco y siete millones de años y que los primeros prehumanos se desarrollaron en África.
Sin embargo, dos estudios publicados hoy en PLoS ONE, indican que el linaje común de grandes simios y humanos se dividió varios cientos de miles de años antes de lo que se suponía hasta ahora. El equipo de científicos, encabezado por el profesor Madelaine Böhme, del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tubinga (Alemania), y el profesor Nikolai Spassov, de la Academia Búlgara de Ciencias, señala además que la división del linaje humano se produjo en el Mediterráneo oriental y no en África, como se había establecido hasta el momento.
El equipo analizó los dos especímenes conocidos del homínido fósil Graecopithecus freybergi: una mandíbula inferior de un yacimiento griego y un premolar superior de Bulgaria. Utilizando la tomografía computarizada, los científicos visualizaron las estructuras internas de los fósiles y demostraron que las raíces de los premolares estaban ampliamente fusionadas.
"Mientras que los grandes simios tienen dos o tres raíces separadas y divergentes, las raíces de Graecopithecus convergen y se funden parcialmente, una característica propia de los seres humanos modernos, de los tempranos y de varios prehumanos, incluidos Ardipithecus y Australopithecus", explica Böhme.
La mandíbula inferior, apodada 'El Graeco' por los científicos, tiene raíces dentales adicionales, lo que sugiere que la especie Graecopithecus freybergi podría pertenecer al linaje prehumano. "Estos resultados nos sorprendieron ya que solo eran conocidos en África subsahariana", añade Jochen Fuss, estudiante de doctorado en Tübingen, que realizó esta parte del estudio.
Además, Graecopithecus es varios cientos de miles de años más viejo que el más antiguo prehumano potencial de África, Sahelanthropus de Chad, que tiene una antigüedad de seis a siete millones de años.
El equipo de investigación dató la secuencia sedimentaria de los yacimientos fósiles de Graecopithecus en Grecia y Bulgaria con métodos físicos y obtuvo una edad casi sincrónica para ambos fósiles: 7,24 y 7,175 millones de años. "Es en el comienzo del Mesiniano, una edad que termina con la desecación completa del mar Mediterráneo", dice Böhme.
David Begun, paleoantropólogo de la Universidad de Toronto (Canadá) y coautor de este estudio apunta: "Esta datación nos permite trasladar la división entre humanos y chimpancés al área mediterránea".
Los cambios ambientales impulsores de la divergencia
Al igual que ocurría con la teoría de África oriental, la evolución de los prehumanos puede haber estado impulsada por dramáticos cambios ambientales.
El equipo dirigido por Böhme demostró que el desierto del Sahara del norte de África se originó hace más de siete millones de años, según los análisis geológicos de los sedimentos en los que se encontraron los dos fósiles. El análisis de los isótopos de uranio, torio y plomo en partículas de polvo individuales dio lugar a una edad de entre 0,6 y 3 mil millones de años por lo que deduce que su origen estaría en el norte de África.
Además, el sedimento polvoriento tiene un alto contenido de diferentes sales. "Estos datos documentan por primera vez el desierto del Sáhara hace 7,2 millones de años, cuyas tormentas del desierto transportaron polvo rojo salado a la costa norte del mar Mediterráneo en su forma", aseguran los investigadores de Tübingen.
Este proceso también es observable en la actualidad. Sin embargo, el modelo de los científicos muestra que, con hasta 250 gramos por metro cuadrado y año, la cantidad de polvo en el pasado supera considerablemente las cargas de polvo recientes en el sur de Europa, si se compara con la situación actual en la zona del Sahel en África.
Fuego, hierba y estrés hídrico
Los investigadores demostraron además que, contemporáneo al desarrollo del Sáhara en el norte de África, se formó un bioma de sabana en Europa. Con una combinación de nuevas metodologías estudiaron fragmentos microscópicos de carbón vegetal y partículas de silicato de planta, llamadas fitolitos.
Muchos de estos fitolitos identificados derivan de las gramíneas y particularmente de aquellas que usan la vía metabólica de la fotosíntesis C4, que es común en los pastizales y sabanas tropicales actuales. La expansión global de las gramíneas C4 comenzó hace ocho millones de años en el subcontinente indio y su presencia en Europa era previamente desconocida.
"El registro de fitolitos proporciona evidencia de sequías severas, y el análisis de carbón vegetal indica incendios recurrentes", expone Böhme. "En resumen, reconstruimos una sabana que encaja con las jirafas, gacelas, antílopes y rinocerontes que se encontraron junto a Graecopithecus", agrega Spassov.
"La incipiente formación de un desierto en el África septentrional hace más de siete millones de años y la expansión de las sabanas en el sur de Europa pueden haber desempeñado un papel central en la división de los linajes humanos y chimpancés", continúa Böhme, quien llama a esta hipótesis la 'historia del lado norte', recordando la tesis del paleontrólogo francés Yves Coppens, conocida como East Side Story, según la cual el cambio climático en África oriental podría haber desempeñado un papel crucial en este episodio..

https://www.agenciasinc.es/Noticias/Hallan-restos-prehumanos-de-7-2-millones-de-anos-en-los-Balcanes

 

 4.

El Neandertal 

a).

El hombre de Neandertal, mucho más humano de lo que se creía

Los hallazgos sobre su comportamiento en los últimos años han roto con la imagen de especie simple y salvaje que se tenía sobre ella. Analizamos los descubrimientos que han cambiado la visión de esta especie.

Durante muchos años, se creyó que los neandertales eran una especie de homínido que poco o nada tenían que ver con el ser humano actual (Homo sapiens sapiens). Históricamente considerados como criaturas estúpidas y salvajes, los nuevos estudios y descubrimientos realizados en la última década han hecho caer la mayoría de mitos y creencias que se tenían sobre esta especie. Desde la manera de cazar hasta las expresiones artísticas que desarrollaron o que también enterraban a sus muertos, la visión que existía tradicionalmente sobre el hombre de Neandertal ha dado un giro radical.

Los neandertales habitaron Eurasia aproximadamente desde hace 400.000 años hasta su desaparición hace 40.000 años. Se sabe ya que el ser humano actual que habita esta zona del planeta heredó entre un 1,5% y un 2,1% de material genético de los neandertales. En efecto, ambas especies convivieron durante miles de años compartiendo algo más que el hábitat que los rodeaba, y los últimos descubrimientos han demostrado que el Homo Neanderthalensis está mucho más próximo al Homo sapiens que lo que tradicionalmente se creyó durante muchos años. Estos son los hallazgos recientes que han acercado el comportamiento de los neandertales al del ser humano actual.

1.- No eran unos salvajes

La imagen de seres brutos y especialmente violentos ha perseguido al Homo Neanderthalensis desde hace muchos años. Esta creencia se ha basado tradicionalmente en la existencia de fracturas y agujeros hallados en muchos de los fósiles de neandertales encontrados hasta ahora. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que este homínido no era más agresivo que el Homo sapiens.

El ser humano actual que habita Eurasia heredó entre un 1,5% y un 2,1% de material genético de los neandertales

Investigadores de la Universidad de Tubinga, Alemania, compararon las lesiones en los cráneos de neandertales y de Homo sapiens y vieron que estas eran muy similares. Utilizando una base de datos que reunía cientos de fósiles de ambas especies analizaron el trauma craneal de todas las poblaciones de estos homínidos del Paleolítico Superior en Eurasia Occidental. Los resultados demostraron que no había diferencias significativas en la prevalencia de lesiones en unos y otros.

Como explica Rosa María Tristán, divulgadora científica, “los neandertales siempre se nos presentaron como seres obtusos, salvajes, caníbales, de escasa inteligencia, y así se transmitía esa imagen en los medios de comunicación”. En este sentido, apunta al cambio que se ha producido entre los científicos. “Ahora, la comunidad científica en general apuesta por que probablemente tenían un lenguaje simbólico complejo y que su desaparición no tiene que ver con que eran los 'primos tontos' y que nosotros pudimos con ellos”.

2.- Los primeros artistas

Otra de las concepciones clásicas que se ha tenido sobre los neandertales es su nula capacidad simbólica y artística, habilidad que se atribuía exclusivamente al Homo sapiens. La sorpresa llegó cuando una investigación llevada a cabo por científicos españoles y de otras nacionalidades echó por tierra dicha creencia. Los investigadores analizaron las pinturas rupestres encontradas en tres sitios diferentes de la geografía española: La Pasiega (Cantabria), Maltravieso (Extremadura) y Ardales (Andalucía).

El resultado del análisis determinó que las pinturas tenían 65.000 años de antigüedad. Esto implica que se realizaron más de 20.000 años antes de la llegada del Homo sapiens a la península Ibérica por lo que el estudio concluyó que la autoría del arte rupestre se debía al hombre de Neandertal. Este fue uno de los descubrimientos que más revolucionó a la comunidad científica ya que, no solo se vio que los neandertales también fueron artistas como el ser humano actual, sino que lo fueron mucho antes que los humanos modernos con lo que puso sobre la mesa el debate de las capacidades cognitivas de unos y otros.

Esta nueva visión toma aún más fuerza gracias a los hallazgos producidos en Saint Cesaire y Arcy-sur-Cure en 2012 (Francia) que revelaron que los neandertales también decoraban sus cuerpos con adornos. Para Antonio Rosas, paleoantropólogo e investigador del CSIC, este es uno de los descubrimientos más importantes que han hecho cambiar la visión tradicional que se tenía de esta especie. “Estos hallazgos produjeron un fuerte impacto en nuestra manera de entender a este grupo humano. Se comprobó que los neandertales tenían ciertas capacidades de pensamiento simbólico hasta entonces solo reservadas en exclusiva al Homo sapiens”.

3.- Cazadores especializados

Uno de los descubrimientos más recientes que ha arrojado luz sobre el modo de vida de los neandertales se refiere a sus habilidades para la caza. Hasta hace poco, se creía que las técnicas que utilizaban para cazar se basaban únicamente en el contacto directo con sus presas con el riesgo que esto entrañaba. Sin embargo, investigadores del Centro Arqueológico y Museo para la Evolución del Comportamiento Humano de Neuwied, en Alemania, desarrollaron una nueva teoría al analizar las heridas en unos huesos de dos ciervos de 120.000 años de antigüedad provocadas por el hombre de Neandertal (los seres humanos actuales llegaron a Europa hace alrededor de 40.000 años) que se encontraron en el este del país germano.

Observando el tipo de perforaciones y usando imágenes microscópicas y pruebas balísticas, los científicos consiguieron entrever cómo fueron provocadas las heridas e incluso cuáles fueron los ángulos de impacto. La conclusión a la que llegaron fue que dichas heridas se debieron a impactos provocados por lanzas de madera de corto alcance. Esta técnica de caza basada en la emboscada y con armas a distancia sugiere que los neandertales necesitaron de la cooperación y la comunicación entre ellos para llevar a cabo esta técnica.

Por otro lado, un estudio realizado con individuos hallados en cuevas de Irak y Bélgica analizó los dientes y encontró restos de almidón y otros alimentos como legumbres, raíces y tubérculos que, por su estado, mostraron que fueron cocinados antes de ser ingeridos. Este descubrimiento no solo probó que los neandertales sabían cocinar sino que, de alguna forma, eran capaces de controlar el fuego.

"Los neandertales tenían capacidades de pensamiento simbólico hasta entonces reservadas exclusivamente al Homo sapiens", afirma el paleoantropólogo Antonio Rosas

4.- Se enterraban

Una de las cuestiones más polémicas acerca de las habilidades del Homo Neanderthalensis es si enterraban intencionadamente o no a sus muertos. Los restos de un individuo de 50.000 años de antigüedad encontrado en 1908 en la cueva de la Chapelle-aux-Saints en Francia llevaron a sus descubridores a creer que fue enterrado mediante un ritual funerario basándose en la posición fetal del cuerpo y las herramientas que lo acompañaban. Sin embargo, esta teoría fue ampliamente refutada durante más de un siglo hasta que, en 2013, nuevos estudios del lugar apuntaron a un uso funerario.

Un equipo internacional de investigadores trabajó durante trece años en la cueva de la Chapelle-aux-Saints donde realizó nuevas excavaciones para contextualizar el lugar. Fruto de las investigaciones encontraron más restos de neandertales, concretamente dos niños y un adulto, junto con huesos de bisontes y renos. Además, estudiaron el surco donde se encontró el primer neandertal cien años atrás y gracias a análisis geológicos determinaron que no se trataba de una cavidad natural sino excavada intencionadamente. Asimismo, hicieron un análisis del fósil descubierto en 1908 y concluyeron que el cuerpo había sido cubierto rápidamente para protegerlo. Aunque no pudieron determinar si esta práctica fue parte de un ritual funerario o puramente pragmática, sí que demostraron la intencionalidad en el enterramiento.

5.- Cuidaban a los enfermos

En 1957 se descubrió en una cueva en el Kurdistán iraquí el cuerpo de un neandertal de 50.000 años de antigüedad que presentaba múltiples lesiones y también problemas de salud. Desde un fuerte golpe en el lateral de la cabeza, la amputación del brazo derecho desde el codo, graves heridas en la pierna derecha así como un progresivo deterioro y pérdida de su capacidad auditiva.

El enfermo vivió hasta una avanzada edad por lo que necesitó de los cuidados y la ayuda de sus congéneres para sobrevivir

Nuevos análisis de este individuo realizados en 2017 revelaron que de todas las lesiones sufridas, la pérdida de audición es la dolencia que lo hacía más vulnerable frente a los depredadores y los peligros propios del Pleistoceno. Este estudio concluyó que el enfermo, que vivió hasta una avanzada edad, necesitó de los cuidados y la ayuda de sus congéneres para sobrevivir.

Además, otro estudio realizado con un neandertal encontrado en la cueva de El Sidrón en Asturias demostró que esta especie se medicaba. Se descubrió que el individuo en cuestión sufrió un absceso dental que le debía producir un intenso dolor. El análisis del sarro en los dientes del cuerpo estudiado encontró restos de ADN de un hongo que actuaba como antibiótico natural y que el neandertal usó para paliar el dolor que padecía. Rosa M. Tristán asegura que “si se decoraban, se pintaban, cocinaban, se medicaban, enterraban a sus muertos, cuidaban a sus mayores, etc, está claro que eran más parecidos a nosotros de lo que se pensaba hace pocos años”.

Mucho camino por recorrer

Los descubrimientos que se han realizado en la última década han ido cambiando progresivamente la visión que hasta entonces se había tenido del Neandertal como una especie claramente inferior en todos los aspectos al Homo sapiens. Hasta el punto de que ya se empieza a hablar de si es posible comparar las capacidades cognitivas de ambas especies. Para Antonio Rosas esta no es una pregunta fácil de responder. “En mi opinión, neandertales y sapiens comparten buena parte de los fundamentos neuronales que desembocan en una inteligencia operativa superior. Sin embargo, pienso que algunas funciones del pensamiento, sutiles pero muy relevantes, sí que podrían ser distintas”.

En este sentido, reconoce el cambio de mentalidad producido en los últimos años pero también los prejuicios que siguen acompañando al Homo Neanderthalensis. “Hoy en día se tiende a ver a los neandertales como a un grupo humano distinto pero con la misma categoría evolutiva e incluso jurídica que los humanos actuales. No obstante, queda aún en el imaginario colectivo aquella imagen de los neandertales como unos seres primitivos e incluso moralmente inferiores. Todavía queda cierto camino por recorrer”, sentencia Rosas.

https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/hombre-neandertal-mas-humano-que-se-creia_14381


b).

El ADN del Neandertal
Nobel de Medicina 2022: cómo hizo el científico Svante Pääbo para reconstruir el ADN del neandertal, una tarea "aparentemente imposible"

4 octubre 2022
Imagina que todas las páginas de un diccionario hubiesen sido destruidas en una trituradora de papel y que tuvieras que reconstruir la obra.
Imagina que, además, las miles de tiras de papel de ese diccionario estuvieran mezcladas con las de otros miles de libros también triturados.
A esa montaña de papel picado, échale encima una taza de café.
El resultado: una enorme bola empastada que mezcla millones de letras, segmentos mínimos de un texto que se ha vuelto ilegible, y las confunde dentro de sí.
Así describió el científico sueco Svante Pääbo en el documental First Peoples ("Primeros pueblos", de la cadena de televisión pública estadounidense, PBS) la dificultad que implicaba para él, o para cualquier otra persona, la reconstrucción del ADN del neandertal después de decenas de miles de años extinto.
El paso del tiempo, la corrosión de los posibles restos de estos humanos previos al homo sapiens, la interacción con bacterias y hongos a lo largo de cientos de siglos y la interacción con los humanos modernos hacían imposible volver a poner las piezas en su lugar.
"Hay todo tipo de daño en el ADN que puede hacer que determines secuencias incorrectas, especialmente cuando comienzas con muy pocas moléculas, y también hay contaminación del ADN humano que está en casi todas partes", escribió Pääbo en un artículo publicado en 1989.
Pero Pääbo y su equipo lo lograron, y gracias a ello obtuvo este lunes el premio Nobel de Medicina 2022.
"A través de su investigación pionera, Svante Pääbo logró algo aparentemente imposible: secuenciar el genoma del neandertal, un pariente extinto de los humanos actuales", dijo el comité del Nobel al anunciar su decisión.
¿Cómo lo hizo?
La clave en el antiguo Egipto
Para comprender el proceso que llevó a Pääbo, de 67 años, a la reconstrucción del genoma neandertal es necesario remontarse hasta su adolescencia.
Cuando tenía 13 años, su madre lo llevó de vacaciones a Egipto.
Allí quedó fascinado con la cultura antigua del país y la arqueología, por lo que volvió convencido de que quería convertirse en egiptólogo.
Cuando le llegó el momento de comenzar la universidad, Pääbo entró a la Universidad de Upsala, 70 kilómetros al noroeste de Estocolmo, y comenzó la carrera de egiptología.
Sin embargo, después de dos años se dio cuenta de que no era a lo que aspiraba en su vida. La carrera estaba orientada hacia el estudio de la gramática de jeroglíficos, y él había soñado con descubrir momias y pirámides.
"No era para nada lo romántico y del tipo Indiana Jones que yo creía", le contó Pääbo hace unos años a la BBC.
Fue por ello que se cambió a medicina y luego estudió un doctorado en genética molecular, lo que lo llevó a vincular su interés de la adolescencia con su campo profesional.
"Empecé a darme cuenta de que teníamos todas estas tecnologías para clonar el ADN, pero nadie parecía haberlo aplicado a los restos arqueológicos, en particular a las momias egipcias", dijo Pääbo en un perfil suyo publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
De esta forma, podía tener su propia máquina del tiempo genómico.
La inquietud lo condujo al estudio del ADN de momias y, pocos años después, a mudarse a California para investigar el ADN antiguo en la Universidad de Berkeley.
Luego siguió sus trabajos en Múnich, Alemania, donde se dedicó a los mamuts y osos que vivían en las cavernas.
Pese a las dificultades, no solo no se dio por vencido sino que con el tiempo se propuso algo mucho más ambicioso: descifrar el ADN neandertal y qué lo diferencia de los seres humanos actuales.
Sin buscarlo, había creado una nueva disciplina en la ciencia: la paleogenómica.
Restos óseos de 40.000 años
Pääbo fue contratado a fines de la década de 1990 por el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania.
Venía de trabajar sobre el ADN mitocondrial de los neandertales y allí le ofrecían dar un salto cualitativo: investigar el ADN núcleo.
"En el nuevo instituto, Pääbo y su equipo mejoraron constantemente los métodos para aislar y analizar el ADN de restos óseos arcaicos. El equipo de investigación aprovechó los nuevos avances técnicos que hicieron que la secuenciación del ADN fuera muy eficiente", dijo en un comunicado el Instituto Karolinska, encargado de otorgar el Nobel de Medicina.
De acuerdo al comité que otorga el Nobel de Fisiología o Medicina, Svante Pääbo ha logrado crear una disciplina completamente nueva: la paleogenómica.
 
El estudio del genoma neandertal tomó fragmentos de huesos de neandertales de hace unos 40.000 años que preservaban de buena manera el código del ADN.
Y un factor que colaboró en que esto sucediera fue el canibalismo entre estos homínidos.
"Cuando analizamos las muestras notamos que, con bastante frecuencia, tuvimos más éxito con fragmentos de huesos que en realidad tenían marcas de cortes o que se habían roto deliberadamente. Según los paleontólogos, eso sugería que estos individuos habían sido comidos", le dijo Pääbo a la BBC.
"Si separas la carne de estos pequeños trozos de hueso y los arrojas a la esquina de la caverna, donde se secan rápidamente, tendrán menos actividad microbiana y se secarán mucho más rápido", agregó.
"Tenemos que agradecer al canibalismo por el éxito de nuestro proyecto sobre neandertales", dijo.
Pääbo empleó tecnología moderna de secuenciación de ADN y creó laboratorios con altos estándares de limpieza para evitar la contaminación de las muestras.
Luego, analizó millones de fragmentos de ADN y utilizó técnicas estadísticas para aislarlos de genes que eran contaminantes modernos.
Con ello, no solo reconstruyó el ADN del neandertal sino que encontró vínculos entre su genoma y el del humano moderno -lo que prueba que los homo sapiens tuvieron relaciones sexuales y descendencia con neandertales- y, a su vez, descubrió otra especie de homínidos que vivió principalmente en Asia: los denisovanos.
Una serie de descubrimientos que impulsaron al meticuloso investigador sueco a recibir uno de los más destacados reconocimientos internacionales.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-63125882


c).
El ocaso de los neandertales
La extinción de los neandertales se atribuyó a la llegada de nuestra especie, 'Homo sapiens', a Europa. Pero su ocaso no responde a una única causa: los cambios en el clima y la propia estructura de su sociedad pudieron ser decisivos.
 
Los neandertales, Homo neanderthalensis, son la especie humana que mayor atención ha recibido desde que en 1863 se describieron los primeros fósiles de nuestros parientes evolutivos más cercanos. No es de extrañar, ya que durante mucho tiempo fueron el modelo de eslabón perdido entre nuestra propia especie, Homo sapiens, y los primeros y simiescos ancestros prehumanos. Además, los neandertales eran genuinamente europeos y, sobre todo, habían fracasado y desaparecido sin dejar rastro. Su «inferioridad» física, intelectual y tecnológica los había llevado a la extinción, siendo reemplazados por los cromañones, de la especie Homo sapiens, también genuinamente europeos. Ello encajaba en las ideas de la época sobre la evolución, entendida como un proceso ascendente coronado por nosotros mismos. Éramos la especie que había completado con éxito el proceso evolutivo iniciado millones de años atrás.
 
Hoy sabemos que la evolución humana fue mucho más compleja. Los avances en la investigación han derribado una parte importante de la antigua visión peyorativa sobre los neandertales y también han rebajado las expectativas de que Europa fuese clave en la evolución humana: sabemos que los humanos modernos y los neandertales compartimos un ancestro común africano hace menos de 500.000 años, lo que en términos evolutivos es un pequeño suspiro.
Cronología
Neandertales y humanos modernos
Hace 550.000 años
Llegada a Europa de Homo heidelbergensis, considerado el ancestro de los neandertales o bien el primer neandertal. Es portador de la cultura achelense, característica del Paleolítico Inferior.
Hace 450.000- 350.000 años
La glaciación Mindel obliga a Homo heidelbergensis a refugiarse en las costas mediterráneas y el Próximo Oriente, donde bolsas de población aisladas genéticamente siguen su evolución.
Hace 350.000- 300.000 años
Durante la mejoría climática que sigue a la glaciación, poblaciones con rasgos ya neandertales recolonizan los territorios que habían abandonado sus ancestros.
Hace 140.000- 115.000 años
Las condiciones del período interglacial Riss-Würm favorecen la expansión de los neandertales y de su cultura, la musteriense, que caracteriza el Paleolítico Medio.
Hace 40.000- 37.000 años
Hacia estas fechas desaparecen los neandertales, al tiempo que Homo sapiens, llegado de África o Asia y con quien se cruzan genéticamente, se disemina por Europa.
Durante buena parte de la existencia de Homo sapiens, las diferencias físicas con los neandertales fueron ínfimas, del mismo modo que las diferencias culturales resultan arqueológicamente imperceptibles. Hemos constatado que nuestros primos lejanos eran tan complejos como nosotros desde un punto de vista cognitivo. Durante un tiempo incluso nos mezclamos, reproduciéndonos con éxito y dando lugar a individuos híbridos que, a su vez, se reprodujeron más tarde. La herencia de esa interacción es perceptible hoy en día, ya que todos los humanos actuales llevamos entre un 1 y un 4 por ciento de ADN neandertal en nuestro genoma.
 
Tantas similitudes y la capacidad de hibridación han generado debates durante décadas. Algunos investigadores plantean que sapiens y neandertales fuimos en realidad miembros de una única especie, que la taxonomía o clasificación de los seres vivos define como un conjunto de poblaciones naturales capaces de entrecruzarse y producir descendencia fértil. Desde este punto de vista, los neandertales serían una subespecie que evolucionó en Europa antes de volver a ser reabsorbidos por las poblaciones llegadas de África al final del Pleistoceno (el dilatado período de casi dos millones de años que se cierra con el fin de la última glaciación). Otros académicos defienden que las diferencias físicas y genéticas entre los neandertales clásicos, aquéllos que vivieron desde hace 200.000 años hasta su extinción, y los sapiens del mismo período siguen siendo suficientes para mantener cada una de las especies en su cajón taxonómico.
Pero hay algo sobre la historia de los neandertales que ha resistido el embate del tiempo y nos sigue fascinando. Se extinguieron. Los neandertales desaparecieron sin dejar rastro y fueron completamente reemplazados por Homo sapiens en todos los lugares en los que habían habitado durante cientos de miles de años. Ésta es la historia de una extinción.
Un proceso natural
La extinción forma parte natural de la evolución biológica. Se calcula que el 99,9 por ciento de todas las especies que han existido en algún momento han desaparecido. Por ello debemos entender la extinción de los neandertales como un proceso histórico natural y no como una excepción o rareza.
Los factores que intervienen en la extinción natural son muy variados, siendo los más habituales la competencia entre especies y los cambios en los ecosistemas. Estos factores pueden ser determinantes en la extinción de los taxones o especies cuando sus poblaciones presentan problemas demográficos y genéticos, o pueden no afectarlas en absoluto cuando las poblaciones gozan de buena salud.
¿Cuándo se extinguieron los neandertales? Al hablar de evolución humana los números son difíciles de manejar, pero aquí va una fecha: los neandertales se extinguieron hace 40.000 años. Con los datos de que disponemos actualmente podríamos decir sin temor a equivocarnos que no hay pruebas sólidas de que superasen ese umbral. Ahora que tenemos una certeza, vamos con los matices.
En primer lugar, para conocer cuándo vivió un individuo o una población neandertal y, por tanto, cuándo desapareció, siempre que podemos utilizamos dataciones por radiocarbono. Como consecuencia de la mejora de estas técnicas, algunos neandertales datados en fechas excepcionalmente recientes, como los de Vindija (Croacia), con 28.000 años, o los de Spy (Bélgica), con 30.000, muestran ahora edades más acordes con ese límite de 40.000 años. No obstante, algunas poblaciones aisladas pudieron sobrevivir varios milenios más en ciertas regiones. En definitiva, la propia naturaleza de las dataciones radiométricas nunca nos permitirá tener una fecha para la extinción de los neandertales, sino un rango de probabilidad.
En segundo lugar, desde el punto de vista de la biología y la ecología, se considera que una especie se extingue cuando muere el último de sus individuos. La imagen popular presenta el final de los neandertales como una secuencia en la que un individuo errante y melancólico exhala su último aliento en una grieta en la montaña mientras recuerda a sus congéneres caídos antes que él. Es evidente que para que se diese la extinción de una especie tuvo que haber un último individuo, pero la naturaleza funciona de un modo mucho más complejo. La afinidad entre neandertales y sapiens pudo hacer que los últimos individuos se mezclasen, por lo que, más que desaparecer, los neandertales se habrían diluido entre los nuevos emigrantes africanos.
Antes de que un taxón o especie se extinga puede haber sido extirpado o erradicado de una de sus áreas de distribución naturales (por ejemplo, a causa de cambios en el clima), reduciéndose tremendamente el territorio en el que podemos encontrarlo. Las especies pueden presentar incluso un estado de extinción funcional, en el que las poblaciones no serían viables a largo plazo debido a su pequeño tamaño. Así debió de suceder en el caso de los neandertales. Antes de que se produjese su extinción definitiva, probablemente sus poblaciones fueron extirpadas en gran parte de sus áreas de distribución, y debieron de quedar aislados en poblaciones separadas entre las que no había flujo genético.
Los estudios genómicos de los neandertales de las cuevas de El Sidrón (Asturias), Vindija (Croacia), Mezmaiskaya (Cáucaso) y Altai (Siberia) nos indican que las últimas poblaciones presentaban una diversidad genética muy baja, lo que significa que eran grupos pequeños y muy cerrados sobre sí mismos, con casos de consanguinidad. Así pues, aunque algunos individuos pudieron mezclarse con otras especies humanas, antes del final la mayor parte de las poblaciones y subpoblaciones de neandertales quedaron aisladas física y genéticamente, y, por tanto, extintas desde un punto de vista funcional. Se calcula que este proceso pudo durar hasta cinco milenios, entre hace 42.000 y 37.000 años.
Retiro dorado en el Mediterráneo
Aunque se suele pensar que los neandertales fueron exclusivamente europeos, se han encontrado fósiles suyos en lugares tan orientales como las cuevas de Chagyrskaya y Denisova en Altai (Siberia), o en el abrigo de Bawan Yawan, en los montes Zagros de Irán. Ciertas herramientas de piedra nos permiten suponer que pudieron extenderse hasta el Lejano Oriente y fueron muy comunes en Asia Central. Por tanto, sería más correcto hablar de un taxón euroasiático.
No obstante, los últimos fósiles de neandertales o de yacimientos arqueológicos musterienses, que es como se denomina la cultura típica de los neandertales, proceden de la mitad sur de Europa, y aquí la península ibérica juega un papel fundamental. Inicialmente, algunos yacimientos como la cueva del Boquete de Zafarraya en Málaga y la cueva de Gorham en Gibraltar arrojaron fechas muy recientes, de entre 33.000 y 28.000 años. Parecía que los neandertales habían decidido extinguirse pasando sus últimos días en la soleada Andalucía. Como en el caso de otros restos europeos, nuevas dataciones de aquellos fósiles ofrecieron fechas más antiguas o bien señalaron problemas con las muestras usadas para las dataciones, lo que no permite afirmar sin debate que estos yacimientos tengan menos de 40.000 años.
Sin embargo, otros yacimientos peninsulares al sur del río Ebro, como Cueva Antón y la Sima de las Palomas (Murcia), la Gruta da Oliveira (Portugal) o algunos niveles de la cueva de Gorham siguen ofreciendo datos relevantes para defender que si la Península no fue el último de los lugares en que los neandertales perduraron, al menos fue el último de Europa occidental, hasta hace alrededor de 37.000 años. Éstos son los datos con los que contamos para responder a la pregunta de si Iberia, y quizás alguna otra península del Mediterráneo, fueron el último reducto de los neandertales. Pero no sería extraño que en un futuro próximo encontrásemos en Siberia e incluso más al este diferentes últimas poblaciones como las de la península ibérica.
Una de las preguntas más importantes que se hace la paleoantropología es la de por qué se extinguieron los neandertales. La realidad es que no lo sabemos con certeza, pero existen varias hipótesis.
Cambio y caos climáticos
La cantidad de tiempo transcurrida desde el surgimiento de los neandertales hasta su extinción es inmensa: durante los aproximadamente 350.000 años de existencia de esta especie humana, el clima cambió drásticamente decenas de veces y lo hizo a escala global. Esto supone que durante las más de 13.000 generaciones de neandertales que se sucedieron, lugares como las islas británicas pasaron de tener veranos soleados e inviernos suaves a estar sepultados permanentemente bajo toneladas de hielo. Sabemos que los neandertales sufrieron al menos diez grandes oscilaciones climáticas conocidas como períodos glaciales (o estadiales) e interglaciales (interestadiales). Las investigaciones locales indican que el sur de Europa, especialmente las penínsulas mediterráneas, pero también la orilla norte del mar Negro y el Cáucaso, no se vieron afectados por condiciones extremas en los momentos más fríos. Estas áreas geográficas actuaron como refugios y reservorios donde subsistían la flora y la fauna que habían retrocedido ante el avance de los hielos, y que tras amainar el temporal volvían a colonizar sus antiguas áreas de distribución con renovada plenitud.
Los neandertales fueron una pieza más en el gran tablero de los ecosistemas, y su distribución se expandió y replegó al ritmo de los cambios climáticos. Los datos moleculares y arqueológicos nos dicen que hubo varios momentos de esplendor en los que los neandertales colonizaron territorios muy al norte y al este, adentrándose quizás hasta Mongolia y China. Hace entre 130.000 y 115.000 años, y de nuevo entre 60.000 y 40.000 años, las poblaciones europeas de neandertales estaban en expansión gracias en parte a períodos climáticamente dulces. Pero a partir de hace 55.000 años se sucedieron una serie de eventos climáticos extremos, erráticos y extremadamente cortos que hicieron el clima completamente imprevisible. A veces los cambios se sucedieron a escala humana, lo que se cree que afectó terriblemente a las poblaciones neandertales, que se adentraron en una etapa de gran incertidumbre.
Un frigorífico vacío
Si los neandertales se habían adaptado a períodos climáticos más o menos crudos decenas de veces, ¿los hizo desaparecer un clima imprevisible? Quizá no por sí solo, pero se cree que fue uno de los principales factores que empujaron a esta especie hacia la extinción, no sólo porque durante las oscilaciones el clima fuese caótico, sino porque además se produjeron algunas pulsaciones tremendamente frías y sucesivas ocasionadas por los eventos climáticos Heinrich y Dansgaard-Oeschger. Hasta donde sabemos, estos homininos no desarrollaron la tecnología que les permitiese sobrevivir en biomas árticos: nunca hubo nada parecido a neandertales-esquimales, rasgo que puede ser de vital importancia para entender su extinción en el marco de aquellas épocas de frío extremo.
Mientras que diferentes poblaciones neandertales se adaptaron a ecosistemas mediterráneos, donde parece que diversificaron su dieta incluyendo una parte importante de vegetales, pequeños animales como aves, conejos y tortugas, e incluso explotaron recursos marinos, en la Europa septentrional predominó una forma de vida mucho más austera y dependiente de los grandes herbívoros, que con aquellos ciclos glaciales fueron mermando. Muchas veces, especialmente en los períodos fríos, los neandertales de las llanuras europeas dependían tremendamente de la carne de una o dos presas principales, como los bisontes en Mauran o los renos en el abrigo de Jonzac, ambos en Francia. Los restos de los animales consumidos en los yacimientos no nos indican que en las ocupaciones más recientes de estas áreas hubiera hambrunas o escasez, pero cuanto más especialista es un depredador, y los neandertales lo eran, más fácil es deslizarse por la pendiente de la extinción cuando las cosas se ponen feas y el número de posibles presas disminuye.
¿Coexistencia o confrontación?
A mediados del interglaciar MIS3 (hace unos 45.000 años), en medio de un clima errático que empeoraba por momentos, con poblaciones neandertales divididas en pequeños grupos aislados, un nuevo linaje humano de origen africano más reciente comenzaba a establecerse tímidamente en la cuenca baja del Danubio, procedente de África o Asia. No era la primera vez que neandertales y sapiens coexistían, ya que hace entre 100.000 y 55.000 años ambas especies convivieron sin aparentes conflictos en el Próximo Oriente.
Muchos investigadores sostienen que la competencia por los recursos y el territorio entre los antiguos pobladores de Europa y los recién llegados fue el elemento fundamental para inclinar la balanza en contra de los neandertales. Aunque en cuanto a tecnología, dieta o forma de ocupar el territorio los arqueólogos no ven demasiadas diferencias entre neandertales y sapiens, es cierto que los primeros emigrantes sapiens que llegaron a Europa ya portaban culturas del Paleolítico Superior. Éstas incluían elementos que pudieron tener gran importancia para adaptarse a un mundo en crisis, desde agujas para coser ropas elaboradas hasta arpones para pescar y cazar animales acuáticos, propulsores para cazar a larga distancia y, sobre todo, una impresionante panoplia de adornos que nos indica la existencia de complejas redes de intercambio a larga distancia entre grupos.
La coexistencia no sólo se ha documentado a través de fósiles híbridos como Oase1, procedente de la cueva de Pestera cu Oase (Rumanía), una mandíbula con una mezcla de rasgos sapiens y neandertales, o los de Bacho Kiro (Bulgaria), que tuvieron uno de sus abuelos de cada especie sólo entre 6 y 10 generaciones antes de su nacimiento. También se ha propuesto que las culturas de transición entre el Paleolítico Medio y el Superior, como el chatelperroniense, pudieron ser producto del intercambio de ideas entre ambos grupos humanos, que convivieron al menos tres milenios en la mayor parte de Europa.
Quizá la estrategia reproductiva bastó para que los humanos modernos desplazasen ecológicamente a los neandertales. Se cree que los neandertales pudieron dedicar muchos esfuerzos a sacar adelante a pocas crías, una estrategia ecológica que favorece a depredadores especializados que viven en equilibrio con el medio. Los sapiens recién llegados tendrían estrategias ecológicas más oportunistas, en las que se invierte poco esfuerzo en sacar adelante a un gran número de crías, aunque estas tengan una probabilidad relativamente baja de sobrevivir hasta la edad adulta. Dado que pequeñas diferencias en las tasas de mortalidad de las poblaciones en competencia conducen a la extinción de la menos competitiva, los sapiens podrían haber desplazado a otros homininos en su expansión global. Lo que parece descartable es que hubiera una confrontación agresiva: no hay una sola prueba de que los sapiens «exterminasen» a los neandertales deliberadamente.
No se trata de una dicotomía entre dos especies humanas homogéneas y diferenciadas. Ambos grupos fueron diversos tanto culturalmente como (con gran probabilidad) fenotípicamente, es decir, en su aspecto externo. En algunos lugares y algunas poblaciones no debieron de diferenciarse demasiado, pese a lo cual los contactos entre ambas poblaciones en Europa debieron de ser esporádicos.
El proceso de extinción de los neandertales europeos se extendió más de 5.000 años. La estructura de las poblaciones neandertales (grupos pequeños, con mucha consanguinidad), sus estrategias reproductivas, su lugar en los ecosistemas, el caos climático y la reducción efectiva de sus presas principales generaron un panorama desalentador. Incluso se han propuesto grandes erupciones volcánicas y la caída de meteoritos como acontecimientos que vinieron a complicar las cosas.
Quizá si los sapiens no se hubiesen encontrado en expansión fuera de África, en el siguiente período interglacial las poblaciones de neandertales habrían recolonizado toda Eurasia por enésima vez desde sus refugios en el sur de Europa y habrían perdurado muchos milenios más. Nunca lo sabremos.
Nuestra especie se expandió por todo el globo a una velocidad nunca vista y hasta rincones que jamás habían pisado otros homininos. Además de los neandertales, en su camino los sapiens encontraron otros humanos de distintas especies: denisovanos en Asia Central, Homo luzonensis en el Pacífico, Homo floresiensis en el Sureste Asiático y seguramente otras aún por descubrir. Si tras 150 años de estudios sobre los neandertales aún no tenemos una respuesta definitiva para su extinción, el camino por recorrer para entender la desaparición de las otras especies humanas aparece igualmente largo y apasionante.
El collar del último neandertal
Durante un tiempo se pensó que los neandertales carecían de capacidades simbólicas. Tan sólo en algunos conjuntos arqueológicos del final de su existencia se habían encontrado colgantes y pendientes, por lo que se pensaba que los habían «copiado» de sus vecinos sapiens que ya caminaban por Europa. En las últimas décadas se ha comprobado que los neandertales desarrollaron una cultura simbólica propia que incluyó el uso cosmético de pigmento rojo, el adorno con plumas y la realización de objetos simbólicos con garras de águila. Aún se discute sobre si dichos elementos eran o no parte de adornos personales, pero no cabe duda de que el mundo simbólico de los neandertales era rico y hundía sus raíces en su propia cultura, la musteriense.
Semejanzas y diferencias físicas
Hoy en día se considera que los neandertales y los sapiens, nuestra especie, comenzaron a surgir hace unos 400.000 años; los primeros en Europa y los segundos en África. Pero durante unos 200.000 años, las diferencias físicas –es decir, óseas– entre ambos fueron muy específicas, y sólo son perceptibles para los expertos. Desde hace 200.000 años, y sobre todo desde hace 120.000, las características anatómicas de los neandertales –las que se pueden apreciar en los huesos– ya son muy evidentes. Sin embargo, no sabemos cuál era su aspecto externo, que debía depender de la latitud o de una población en concreto. Sabemos que seguramente los sapiens eran de piel oscura, pero no tendrían el mismo aspecto en el trópico que en el norte de África. Y los neandertales siberianos probablemente tendrían un aspecto muy diferente al de los mediterráneos.
Un híbrido llamado Denny
Los denisovanos son un grupo humano diferenciado genéticamente de neandertales y sapiens. Fue descubierto en 2010, cuando se logró secuenciar ADN antiguo procedente de un pequeño hueso de la mano de una hembra hallado en la cueva de Denisova, en los montes Altai de Siberia. Denisovanos y neandertales compartieron un ancestro común hace como mínimo 390.000 años. El estudio del genoma de otro fósil, Denisova 11, perteneciente a una hembra joven apodada Denny por los investigadores, demostró que era un híbrido: su padre era un denisovano con algo de sangre neandertal en sus venas y su madre, una neandertal con origen en las poblaciones occidentales de Francia y España. Los neandertales, por tanto, no sólo se mezclaron con los sapiens, sino con otros homininos que hallaron en su camino.
¿Incluidos en la sexta extinción?
Sólo los eventos catastróficos pueden desencadenar extinciones entre poblaciones saludables. Estos eventos de extinción suelen ser masivos, afectan a gran cantidad de taxones o especies, y en la actualidad nos encontramos ante uno de ellos: la llamada sexta extinción. De toda la historia de la vida en el planeta, es la única que no tiene causas naturales: su origen se encuentra en la actividad de la especie humana y su capacidad de alterar el medio natural. Algunos investigadores piensan que podemos incluir a los neandertales en la sexta extinción, en cuanto su desaparición se debería al éxito de los sapiens –gracias a su tecnología y a una organización social más compleja– a la hora de hacerse con el control de los recursos naturales y del espacio.
Las huellas de una transición
La sustitución o asimilación de los neandertales por los sapiens en Europa se refleja en el paso del Paleolítico Medio (120.000 a 50.000 años), caracterizado por la cultura musteriense neandertal, al Paleolítico Superior (50.000 a 11.000 años), con culturas como el auriñaciense, el solutrense y el magdaleniense, obra de los sapiens. Entre ambos períodos, hace entre 50.000 y 40.000 años, se desarrollaron culturas de transición como el chatelperroniense, el uluzziense o el bohuniciense, que presentan innovaciones propias del Paleolítico Superior, pero en pocos casos están asociadas claramente a restos humanos. Parece cada vez más claro que algunas de estas innovaciones fueron producto de los neandertales y otras, de los primeros sapiens. El aumento de la conexión entre poblaciones pudo ser el detonante de la aparición de estas culturas.
Aparecen en Francia los restos más antiguos de Homo sapiens encontrados en Europa
 
Un nuevo estudio acaba de revelar que uno de los molares de la gruta Mandrin pertenece un bebé Homo sapiens. El diente ha sido datado por C14 y hace retroceder en 10.000 años la entrada de nuestra especie en el continente.
Descubierto un campamento de caza neandertal de hace 60.000 años
 
Durante el mes de agosto los arqueólogos han estado excavando el yacimiento de Abric Romaní, en el municipio de Capellades (Barcelona), confirmando que el nivel R se trataba de un campamento estacional desde el que los neandertales cazaban ciervos y conejos en otoño e invierno.
Los secretos de la sangre Neandertal
 
La Universidad de Florencia ha conseguido identificar por primera vez el tipo sanguíneo de un grupo de neandertales y un hombre de Denísova, lo que les ha permitido confirmar diversas hipótesis sobre sus orígenes y procreación con el Homo Sapiens.

https://historia.nationalgeographic.com.es/edicion-impresa/articulos/ocaso-neandertales_17222
 
 
d).Diferencias entre neandertales y sapiens
La raza humana, tal y como la conocemos actualmente, es el resultado de la evolución durante miles de años. De hecho, el Homo sapiens coincidió en el tiempo con otros homínidos, como el homo erectus y el hábilis, pero con quien más tiempo llegó a convivir fue con el neandertal. Por tanto, si te preguntas si convivieron neandertales y sapiens, la respuesta es sí. Extinguido hace cientos de miles de años, fue la última especie antes de dejar al Homo sapiens como el único poblador de la Tierra. Por otro lado, el neandertal fue otra especie humana más inteligente que sus predecesoras. Al convivir durante años con el Homo sapiens, es importante establecer las principales diferencias entre ambos, tanto en los rasgos físicos como en el comportamiento. Pero no todo eran diferencias, ya que compartían algunas semejanzas.
 
  1. La anatomía del tórax
  2. La forma del cerebro
  3. La dieta y la alimentación
  4. La formación de grupos sociales
  5. Semejanzas entre neandertales y sapiens
La anatomía del tórax
Una de las principales diferencias físicas entre los neandertales y los Homo sapiens se detecta en el tórax. Los neandertales necesitaban una cantidad de aire muy superior para respirar debido a la masa física que tenían, mucho más elevada respecto a la del sapiens. Como necesitaban mucho más aire para respirar, las características del neandertal mostraba que su tórax era más amplio y ancho para poder inhalar una cantidad de oxígeno mucho mayor en cada bocanada de aire.
La forma del cerebro
El cerebro del sapiens actual posee dos grandes diferencias respecto al de los neandertales. Este tiene dos áreas cerebrales más desarrolladas en comparación con los otros homínidos. ¿Qué te parece esta diferencia entre neandertal y sapiens?
La primera área del cerebro más desarrollada es la parte dorsal y posterior del lóbulo parietal superior. La segunda se halla en el lóbulo parietal inferior, más concretamente en la zona intermedia del surco intraparietal. Son dos áreas relacionadas con habilidades visoespaciales, es decir, las que permiten la gestión del tiempo y el espacio, la imaginación visual, las relaciones sociales e incluso la creación de herramientas. Son aspectos que definen al Homo sapiens como especie humana más desarrollada. En los lóbulos parietales superiores, existe un elemento llamado precúneo, que es el más activo para la integración de cuerpo y visión. Por su parte, el surco intraparietal está implicado en la coordinación de ojos y manos. Comparando estas regiones del cerebro del sapiens con las del neandertal, son significativamente más grandes.
Este desarrollo superior del cerebro permite a los sapiens ser considerados como especialistas en funciones del cuerpo, cerebro y visión respecto a otros homínidos como los neandertales. 
La dieta y la alimentación
Los humanos modernos (sapiens) tienen limitaciones en la conversión de proteínas a energía. En cambio, los neandertales tenían un torso con forma de campana debido a su adaptación a una alimentación rica en prótidos. Esta dieta estaba basada en carne de especies animales grandes y en hidratos de origen vegetal. Durante los inviernos glaciares, los hidratos de carbono eran más difíciles de obtener, por lo que alrededor del 75-85% de las calorías que consumían provenían de la grasa animal. Con esta alimentación, tuvieron una evolución y les permitió convertir la proteína en energía de manera más eficiente en comparación con los sapiens.
La alimentación rica en proteínas generaba una necesidad de tener un hígado dilatado en los neandertales y un sistema urinario con una estructura inferior más amplia por las necesidades metabólicas de expulsar toxinas, como la urea. El metabolismo desarrollado de los neandertales incrementó la capacidad renal que tenían e influyó en la expansión de otros órganos, como los riñones. Evolutivamente, permitió engrosar la pelvis y la parte inferior del torso.
La formación de grupos sociales
Los grupos sociales formados por los neandertales eran más pequeños que los creados por los sapiens. La cultura gráfica y los adornos eran mínimos o estaban ausentes en comparación con el hombre moderno. Tampoco disponían de armas de propulsión como flechas o arcos. Los neandertales necesitaban utilizar los dientes y la boca mucho más que los sapiens para la manipulación de herramientas. Debido a ello, se puede concluir que la representación de las manos era menor en sus esquemas cerebrales. Por tanto, las diferencias culturales entre neandertal y sapiens eran obvias.
Semejanzas entre neandertales y sapiens
La convivencia en espacio y tiempo de neandertales y sapiens ayuda a encontrar semejanzas entre las dos especies, pero los estudios recientes han aportado claridad a la hora de detectar similitudes:
https://www.mundodeportivo.com/uncomo/educacion/articulo/diferencias-entre-neandertales-y-sapiens-52231.html

 

 e).

¿Y si los neandertales somos nosotros?

Los últimos descubrimientos genéticos reabren el debate sobre la posibilidad de que esta especie no se extinguiese, sino que fuese integrada por los ‘sapiens’

 

El debate sobre la capacidad cognitiva de los neandertales, la especie humana más cercana a la nuestra, desaparecida hace unos 40.000 años, parece cada vez más cerrado en la comunidad científica: eran tan inteligentes, hábiles, solidarios y creativos como nosotros, los Homo sapiens. Pero ahora, los nuevos descubrimientos genéticos abren un debate todavía más desafiante: ¿y si, en realidad, no se extinguieron? Impulsados por nuevos análisis de ADN fósil, algunos expertos apuntan que los neandertales siguen aquí porque somos nosotros, ya que se produjo una integración entre las dos especies.

Cuanto más material genético se logra extraer y analizar de la prehistoria remota —algo nada sencillo, porque cuanto más antiguo es el ADN, más difícil es que dé resultados fiables— resulta más evidente que los neandertales y los seres humanos mantuvieron cruces constantes. La revista Nature reveló el miércoles los análisis de ADN de cuatro individuos europeos de hace 45.000 años: todos ellos tenían antepasados, más o menos directos, neandertales. Y no es la primera vez que ocurre: los otros dos genomas de Homo sapiens de aquella época que se han logrado analizar también revelan hibridación entre las especies, en un caso, además, muy reciente (su tatarabuelo pertenecía a la otra especie).

Si los cruces entre neandertales y Homo sapiens hubiesen sido raros y muy localizados en el tiempo y en el espacio, esos resultados serían el equivalente científico a encontrar una aguja en el inmenso pajar de la prehistoria. El hecho de que, una y otra vez, aparezcan antepasados directos indica un patrón. No está claro cuántas olas migratorias humanas llegaron desde África a Europa y Asia, ni cuándo se produjeron. Tampoco qué ocurrió con los seres humanos —neandertales y denisovanos— que estaban allí cuando llegó nuestra especie. Pero es evidente que mantuvieron relaciones mucho más que amistosas, como demuestran los resultados obtenidos por el equipo de Svante Pääbo, el genetista sueco que ha revolucionado la investigación de la evolución humana gracias al análisis del ADN antiguo y que obtuvo el primer genoma completo de un neandertal.

“La huella neandertal está muy presente, en seis o siete generaciones anteriores”, explica Antonio Rosas, paleoantropólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los grandes expertos europeos en neandertales. “Cuando se analizaron restos más recientes, parecía que la hibridación había sido más esporádica; pero los nuevos resultados demuestran que es mucho más frecuente”, agrega este investigador que, sin embargo, no comparte la teoría de la “dilución de los neandertales en la población humana”.

“Me parece una visión un poco buenista”, prosigue Rosas. “Los cromañones analizados son claramente sapiens desde el punto de vista fenotípico: no son neandertales, ni tampoco son una mezcla. Pero es indudable que estos nuevos descubrimientos vuelven a abrir el debate sobre la posibilidad de que se produjese una integración de los neandertales y los sapiens. Es posible que en algunos lugares se produjese ese fenómeno; pero también es probable que en otros los neandertales se extinguiesen”. Factores como la geografía o el clima pudieron influir en la extinción o la integración.

Otros expertos creen, en cambio, que estos resultados demuestran sin duda que la extinción no se produjo, sino que los neandertales fueron absorbidos por los sapiens. Raquel Pérez Gómez, bióloga experta en genética y doctora en Ciencias Veterinarias por la Complutense, publicó hace tres años un artículo en EL PAÍS en el que señalaba que la paleogenética estaba minando la idea de que se trata de dos especies diferentes. “Estos resultados confirman (aún más si cabe) la postura de que no se puede hablar de especies, tampoco de híbridos, tampoco de extinción de los neandertales”, señala Pérez Gómez por correo electrónico.

“En ciencia los conceptos son fundamentales”, prosigue Pérez Gómez. “Según [el biólogo evolutivo] Mayr y [el genetista] Dobzhansky, se acepta que una especie biológica es un grupo (o población) natural de individuos que pueden cruzarse entre sí y generar descendencia fértil. Cuantos más fósiles se secuencian, más eventos de cruce entre poblaciones de neandertales y humanos que migraban desde África se documentan. Cuanta más información tengamos, más completo irá siendo el mapa genético y la historia evolutiva de nuestra especie. Y pese a todas las resistencias, dentro de unas décadas quedará claro por el peso de las evidencias que los neandertales eran humanos como nosotros, con características, llamémosles, arcaicas”.

Lo interesante es que el proceso de hibridación no se produjo al revés: en neandertales europeos recientes no se han encontrado restos de ADN de sapiens, lo que indicaría que los humanos modernos adoptaron a neandertales; pero estos no convivieron en sus grupos con humanos modernos. Aunque, como siempre en la prehistoria, cuánto más se sabe, más misterioso resulta todo: Antonio Rosas recuerda que, en cambio, en neandertales siberianos más antiguos, de hace unos 100.000 años, sí se han encontrado huellas sapiens.

Lo que hace no tanto tiempo parecía imposible, se va haciendo realidad. Cuando se estrenó en 1981 la película En busca del fuego, la versión de Jean Jacques Annaud de la novela clásica de J.-H. Rosny Aîné, fue muy criticada porque mostraba una escena de sexo entre una sapiens y un neandertal. La paleogenética lo ha confirmado, pero también recalca algo que tiene una clara lectura contemporánea: el estudio de la prehistoria nos demuestra que es absurdo hablar de razas, que la humanidad es el resultado de un cruce infinito. Nosotros, la humanidad moderna, somos una mezcla interminable, que se prolonga a lo largo de los siglos y de los milenios.

https://elpais.com/ciencia/2021-04-09/y-si-los-neandertales-somos-nosotros.html



Proceso de evolución

 

  5.

 El linaje humano crece y se complica: del “eslabón perdido” al árbol y a la red
    En el siglo XIX, cuando comenzó a comprenderse que el ser humano era una especie surgida como las demás de un proceso de evolución biológica, una expresión se abrió paso: el “eslabón perdido”, el hombre-mono que debía conectar al Homo sapiens con los simios; como un cromo que faltaba por pegar en nuestro álbum familiar. Cuando Eugène Dubois descubrió los restos del Hombre de Java, una especie extinta a la que denominó Anthropopithecus erectus (después Pithecanthropus erectus, hoy Homo erectus), este paleoantropólogo holandés no tardó en anunciar al mundo que había descubierto por fin el eslabón perdido.
La proclama de Dubois ya fue discutida en su momento, pero hasta nuestros días ha perdurado una imagen: una ordenada fila india que muestra una evolución desde los monos hasta el Homo sapiens, como si los primeros fueran seres a medio hacer. Cuando el pasado diciembre la revista PaleoAnthropology publicaba una serie completa de estudios sobre el Australopithecus sediba, un homínido africano descrito en 2010, varios medios lanzaron titulares anunciando que se había hallado el “eslabón perdido. El principal autor del hallazgo, Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), tuvo que publicar una nota de prensa aclarando que ni el sediba es el eslabón perdido, ni tal eslabón existe.
“Lo de eslabón perdido debería evitarse”, apunta a OpenMind Scott Williams, de la Universidad de Nueva York, uno de los investigadores del sediba y coeditor del número dedicado a esta especie. Según Williams, a los propios científicos les costó mucho apartarse de la scala naturae o cadena de los seres, la idea greco-medieval de que la naturaleza está organizada en una jerarquía lineal, desde los minerales hasta los humanos.
El linaje humano, un árbol frondoso
Fue en el siglo XX cuando el concepto comenzó a abandonarse, no sin que antes se reclamara el título del famoso eslabón para otras especies como Homo habilis o Australopithecus afarensis (la célebre Lucy), e incluso para algunos fraudes bien orquestados como el Hombre de Piltdown. Pero entonces empezaba a revelarse que el linaje humano no era una fila india, sino “un árbol frondoso, y cada vez más”, en palabras de Brian Villmoare, de la Universidad de Nevada en Las Vegas. Los hallazgos recientes han elevado la familia humana a unas 25 especies que vivieron en los últimos seis o siete millones de años. Tan complejo se ha vuelto el panorama que el genetista evolutivo Mark Thomas ha llegado a asemejarlo al mundo que imaginó J. R. R. Tolkien en El señor de los anillos.
A esta complejidad se añade que, según Williams, “aunque es teóricamente posible descubrir ancestros directos de especies vivas, es extremadamente improbable”. Por ello, hoy los investigadores tienden a definir las especies como “grupos hermanos”, linajes que comparten un ancestro común, como los humanos modernos y los neandertales. “Nuestros esfuerzos deberían dedicarse más a testar hipótesis sobre relaciones hermanas que sobre relaciones ancestro-descendiente”, añade Williams. “En nuestra introducción al número especial, somos muy cuidadosos en hablar del A. sediba como el posible grupo hermano del género Homo, no su antecesor”.
Este enfoque es especialmente oportuno cuando los nuevos hallazgos rompen los esquemas clásicos sobre cómo y dónde se relacionaban las especies extintas de la familia humana. Tradicionalmente se situaban en África Oriental los miembros más primitivos como los australopitecos, datados entre tres y cuatro millones de años atrás. Otros de rasgos más modernos, como el H. erectus, habrían emigrado más tarde desde África hacia Eurasia, para ser posteriormente reemplazados por el sapiens africano.
Pero el sediba es una de las especies que han sacudido este esquema, rejuveneciendo la supervivencia de su género hasta los dos millones de años. Por su parte, el H. naledi, un humano arcaico, extendió nuestro género hacia el sur de África, pero al mismo tiempo un hallazgo coprotagonizado por Villmoare empujó el origen de los Homo hasta 2,8 millones de años atrás. Aún más inesperado, en 2017 un estudio describió los restos más antiguos de H. sapiens, de 300.000 años de edad, pero no en el este ni el sur de África, sino en Marruecos.
El misterio de los denisovanos
Fuera de África, tampoco el panorama es diáfano. Aún colea el misterio de los denisovanos, una población cuyos primeros restos se hallaron en una cueva de Siberia en 2008 y que tuvo la novedad de describirse por su secuencia de ADN. Los denisovanos han sido calificados como los neandertales asiáticos, ya que fueron también contemporáneos de los sapiens. Sin embargo, aún no han recibido el estatus formal de especie. Según cuenta a OpenMind Bence Viola, de la Universidad de Toronto (Canadá) y coautor del reciente hallazgo de un fragmento de cráneo de denisovano, “el mayor problema es toda la cuestión de qué es una especie”. “Pero por supuesto los nuevos fósiles son muy informativos, y en mi opinión refuerzan el argumento de que eran una población separada y probablemente muy extendida por Asia”.
Reconstrucción facial forense arqueológica del homo floresiensis. Crédito: Cicero Moraes et alii
También en Asia, el H. floresiensis —conocido como el hobbit— fue un diminuto humano de rasgos primitivos que vivió en la isla de Flores (Indonesia) hasta hace menos de 100.000 años. Recientemente se ha descrito otra especie, H. luzonensis, que habitó en Filipinas hace solo 67.000 años. “Seguimos constatando que hace unos pocos miles de años el H. sapiens definitivamente no estaba solo en la Tierra”, dice a OpenMind el coautor principal del estudio, Florent Détroit, del Museo Nacional de Historia Natural de París. “Claramente, el escenario era mucho más complejo que simplemente el H. sapiens reemplazando al H. erectus”.
Nuevas dataciones
Y podría serlo aún más. Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), descubrió en China los restos óseos de humanos arcaicos a los que denomina el pueblo de la cueva del ciervo rojo, más parecidos al H. erectus que al sapiens. Inicialmente Curnoe y sus colaboradores dataron estos restos en solo 14.000 años de antigüedad, pero sus estudios más recientes indican que probablemente son bastante más antiguos, “quizá en el rango de 177.000 a 112.000 años”, cuenta a OpenMind.
De hecho, Curnoe teme que algunos de los enigmas hoy planteados se deban a una datación incorrecta: “Creo que muchos paleoantropólogos no están prestando la debida atención a la datación de los yacimientos y de los restos humanos que encuentran”, afirma. Curnoe es especialmente crítico con dataciones como las de H. naledi o H. luzonensis, e incluso ha cuestionado el estatus de este último como especie.
Pero si nuevas dataciones pueden clarificar el álbum familiar humano, otros hallazgos en cambio contribuyen a embrollarlo aún más. En los últimos años se ha descubierto que sapiens, denisovanos y neandertales tuvieron descendencia común entre ellos. Del eslabón perdido hemos pasado al árbol evolutivo, pero hoy ya ni siquiera este esquema parece válido; más bien estamos ante una red con múltiples conexiones que se entrecruzan, como en una prehistórica internet de la evolución humana.
 Este enfoque es especialmente oportuno cuando los nuevos hallazgos rompen los esquemas clásicos sobre cómo y dónde se relacionaban las especies extintas de la familia humana. Tradicionalmente se situaban en África Oriental los miembros más primitivos como los australopitecos, datados entre tres y cuatro millones de años atrás. Otros de rasgos más modernos, como el H. erectus, habrían emigrado más tarde desde África hacia Eurasia, para ser posteriormente reemplazados por el sapiens africano.
Pero el sediba es una de las especies que han sacudido este esquema, rejuveneciendo la supervivencia de su género hasta los dos millones de años. Por su parte, el H. naledi, un humano arcaico, extendió nuestro género hacia el sur de África, pero al mismo tiempo un hallazgo coprotagonizado por Villmoare empujó el origen de los Homo hasta 2,8 millones de años atrás. Aún más inesperado, en 2017 un estudio describió los restos más antiguos de H. sapiens, de 300.000 años de edad, pero no en el este ni el sur de África, sino en Marruecos.
El misterio de los denisovanos
Fuera de África, tampoco el panorama es diáfano. Aún colea el misterio de los denisovanos, una población cuyos primeros restos se hallaron en una cueva de Siberia en 2008 y que tuvo la novedad de describirse por su secuencia de ADN. Los denisovanos han sido calificados como los neandertales asiáticos, ya que fueron también contemporáneos de los sapiens. Sin embargo, aún no han recibido el estatus formal de especie. Según cuenta a OpenMind Bence Viola, de la Universidad de Toronto (Canadá) y coautor del reciente hallazgo de un fragmento de cráneo de denisovano, “el mayor problema es toda la cuestión de qué es una especie”. “Pero por supuesto los nuevos fósiles son muy informativos, y en mi opinión refuerzan el argumento de que eran una población separada y probablemente muy extendida por Asia”.
También en Asia, el H. floresiensis —conocido como el hobbit— fue un diminuto humano de rasgos primitivos que vivió en la isla de Flores (Indonesia) hasta hace menos de 100.000 años. Recientemente se ha descrito otra especie, H. luzonensis, que habitó en Filipinas hace solo 67.000 años. “Seguimos constatando que hace unos pocos miles de años el H. sapiens definitivamente no estaba solo en la Tierra”, dice a OpenMind el coautor principal del estudio, Florent Détroit, del Museo Nacional de Historia Natural de París. “Claramente, el escenario era mucho más complejo que simplemente el H. sapiens reemplazando al H. erectus”.
Nuevas dataciones
Y podría serlo aún más. Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), descubrió en China los restos óseos de humanos arcaicos a los que denomina el pueblo de la cueva del ciervo rojo, más parecidos al H. erectus que al sapiens. Inicialmente Curnoe y sus colaboradores dataron estos restos en solo 14.000 años de antigüedad, pero sus estudios más recientes indican que probablemente son bastante más antiguos, “quizá en el rango de 177.000 a 112.000 años”, cuenta a OpenMind.
De hecho, Curnoe teme que algunos de los enigmas hoy planteados se deban a una datación incorrecta: “Creo que muchos paleoantropólogos no están prestando la debida atención a la datación de los yacimientos y de los restos humanos que encuentran”, afirma. Curnoe es especialmente crítico con dataciones como las de H. naledi o H. luzonensis, e incluso ha cuestionado el estatus de este último como especie.
Pero si nuevas dataciones pueden clarificar el álbum familiar humano, otros hallazgos en cambio contribuyen a embrollarlo aún más. En los últimos años se ha descubierto que sapiens, denisovanos y neandertales tuvieron descendencia común entre ellos. Del eslabón perdido hemos pasado al árbol evolutivo, pero hoy ya ni siquiera este esquema parece válido; más bien estamos ante una red con múltiples conexiones que se entrecruzan, como en una prehistórica internet de la evolución humana.

https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/biociencias/el-linaje-humano-crece-y-se-complica-del-eslabon-perdido-al-arbol-y-a-la-red/

Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
Octubre de 2022
Portal MUNDO MEJOR: http://www.mundomejorchile.com/
Correo electrónico: isp2002@vtr.net