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Proemio
1 de abril de 2022
Chile está dentro de los
países más desarrollados en relación con la conectividad digital. Cuenta con
15,78 millones de personas conectadas a Internet, lo que nos define como
usuarios fuertes en tecnologías de telecomunicaciones. Pero ¿existe real
conciencia de las consecuencias para la salud que tienen las distintas formas
de conectividad?
Ya en el año
Lo anterior contradice
miles de trabajos científicos que demuestran daños en tejidos, células, ADN y
en organismos vivos, a través de efectos no térmicos con niveles de radiación
muy inferiores a los límites de seguridad establecidos por la ICNIRP. Existen
evidencias claramente significativas de que las radiaciones inalámbricas con
frecuencias entre 400MHz y 6KHz generan cáncer en animales de experimentación,
así como trastornos en los espermatozoides y tejido testicular tanto en ratas
macho como en varones humanos.
Las
investigaciones arriba mencionadas se han realizado sobre la base de las
generaciones de telecomunicaciones anteriores, desde el 2G hasta el 4G, pero no contamos
todavía con estudios suficientes para todas las frecuencias que usará la
5G. Cabe señalar que, además de las frecuencias ya demostradamente dañinas por
las generaciones tecnológicas anteriores, la tecnología 5G utilizará frecuencias más
altas también. Debido
a los servicios que se brindarán y con la utilización de frecuencias más altas, la propagación de las ondas viajará en promedio
distancias más cortas, lo que requiere una gran cantidad de antenas y de menor
tamaño, llamadas “células pequeñas”.
El 5G entonces aumentará
los niveles de radiación de radiofrecuencias inalámbricas en el medioambiente
en forma exponencial, a la que estaremos expuestos 24×7. Por lo que volvemos a
recalcar que “no existen estudios que demuestren sus efectos a largo plazo”, ni
cuáles serán las consecuencias en la salud de las personas y en la vida
silvestre, con la exposición constante a este tipo de radiación. Por lo tanto,
su despliegue, sin tener pruebas de seguridad científicas previas, significa un
experimento con las personas y ecosistemas, lo que requiere de consentimiento
informado de la comunidad y no puede ser impuesto de forma unilateral a través
de privados o gobiernos.
Es por este motivo que ya
existen llamados, de miles de médicos y científicos a nivel global, a los
organismos internacionales responsables (UE, OMS, ONU, etc.) para detener el
despliegue del 5G, hasta que no existan pruebas científicas válidas que
aseguren su seguridad, tanto para la salud de las personas como para la
protección del medioambiente. Y en el colectivo chileno de la sociedad civil
Unidos por Tecnología Responsable, www.uxtr.org, hemos estado trabajando en
educar y concientizar a la población respecto a este tema.
Debido a que ya ha
comenzado el despliegue del 5G en Chile, sin haberse cumplido un mínimo de
condiciones, tanto en seguridad como en salud, ni en cuanto a condiciones
legales, es que presentamos un recurso de protección contra el Ministerio del
Medio Ambiente, con fecha 28 de diciembre del 2021, ante la omisión ilegal y
arbitraria, que se extiende por más de 9 años, en la dictación de la Norma de
Emisión de Ondas Electromagnéticas asociadas a las telecomunicaciones
inalámbricas, establecida por la Ley 20.599 de junio de 2012.
La Ley 20.599 establece un
mandato para que el Ministerio del Medio Ambiente fije el límite de las
radiaciones de radiofrecuencias con un valor que es el promedio aritmético de
los 5 países más exigentes de la OCDE. Sin embargo, luego de 9 años, esto se ha
ido postergando una y otra vez, en forma sucesiva, sin cumplir lo indicado por
la ley. Y el despliegue del 5G se ha realizado en tiempo récord,
extraordinariamente corto de 14 meses, desde su licitación hasta el inicio de
su implementación, sin inclusión en ningún proceso consultivo y democrático a
la comunidad.
Frente a todas estas
irregularidades, y por tratarse de la protección de la salud de las personas y
del medio ambiente, es que nos vimos obligados a tomar acciones legales, ya que
todas las acciones previas que emprendimos, para generar una reflexión y debate
científico con diversidad de actores y pensamiento crítico ante el despliegue
de esta nueva tecnología, no fueron tomadas en cuenta.
Como representantes de la
ciudadanía y de la sociedad civil queremos dar a conocer este recurso de
protección, pensando en la seguridad y bienestar de nuestra comunidad, el que
fue declarado como admisible por la Corte Suprema de Chile, el 18 de enero del
2022.
Desarrollo
14 de Mayo de 2022
Los efectos
para la salud de la electricidad y las radiaciones electromagnéticas son una
fuente de preocupación constante para muchas personas. Algunos de los temores que
generan tienen un sustento real, mientras que otros responden a bulos de nuevo
cuño o mitos asentados. Un experto en protección radiológica y una enfermera de
urgencias nos dan las claves para conocer los verdaderos riesgos, prevenirlos y
actuar en caso necesario.
Para empezar, conviene
aclarar que se trata de dos cosas diferentes. La electricidad es un flujo de electrones a
través de un medio que sea capaz de permitir su circulación. La radiación es la emisión, propagación y
transferencia de energía en cualquier medio en forma de ondas electromagnéticas
o partículas. Las radiaciones electromagnéticas se clasifican
en ionizantes (rayos X, radiación cósmica) y no ionizantes
(ondas de radio y televisión, microondas, luz visible…) y sus efectos para la
salud son muy distintos.
Los efectos de la
electricidad dependen del tipo de corriente, la intensidad, el tiempo de
contacto, la resistencia particular del cuerpo, la tensión y el recorrido de la
corriente a través del organismo. Se
pueden registrar daños indirectos, como golpes y caídas a causa de una descarga
eléctrica, y directos, entre los que destacan las quemaduras y la electrocución.
Esta última engloba los efectos más graves del paso de una corriente eléctrica
por el organismo, especialmente el paro cardiaco y la muerte. Otras posibles
lesiones son las siguientes:
La mayor parte
de los accidentes domésticos por quemaduras eléctricas los sufren los niños, según confirma Melania Morán, miembro de la sección de
divulgación de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias
(Semes) y responsable de enfermería del Centro Coordinador de Urgencias de
Emergencias Sanitarias de Castilla y León. “Son los que suelen tocar sin
conocimiento todos los aparatos eléctricos que puede haber por la casa, así
como los enchufes o las regletas en las que tenemos enchufadas las lámparas o
los cargadores de los móviles”. La mayoría de estas lesiones se producen en la
boca y las manos.
En el ámbito laboral,
precisa la enfermera, “los hombres jóvenes son los que más sufren accidentes
con quemaduras eléctricas”
En caso de accidente
eléctrico en el hogar y en el lugar de trabajo, lo que nunca hay que hacer es tocar al afectado para retirarlo
de la corriente eléctrica. La intención es buena, pero el
resultado puede ser fatal. “Si entras en contacto con una persona que está
electrocutada, te puede traspasar la corriente”, advierte Morán.
La experta en
emergencias subraya que hay que seguir siempre la conducta PAS, que son las
siglas de proteger, avisar y socorrer. Por lo tanto, lo primero es ponerse a
salvo (proteger) uno mismo separándose de la corriente eléctrica y después
llamar a los servicios de emergencias (avisar), al 112, para pedir ayuda. “Si todavía no has cortado la corriente
eléctrica, te van a decir que eso es lo que tienes que hacer
antes de acercarte a la víctima”. A partir de ese momento ya se pueden poner en
marcha los primeros auxilios (socorrer), que se efectuarán con las indicaciones
telefónicas que proporcione el médico o la enfermera del 112, que también se
encargarán de enviar los recursos más adecuados para atender el accidente.
Una vez desconectado el
cuadro eléctrico, el acercamiento a la persona electrocutada debe realizarse
con cautela. “Hay que intentar no
cogerlo por las manos ni por las axilas porque son zonas húmedas que
pueden transmitir todavía corriente eléctrica”, indica Morán. La ropa o el
cinturón son dos buenos asideros.
Si no es posible cortar
la corriente, para retirar al afectado habrá que utilizar unos guantes
aislantes (de goma, por ejemplo) y también será conveniente utilizar algún
objeto de madera u otro material no conductor para retirarlo de la fuente
eléctrica.
Si la descarga
la ha producido una torre de electricidad en el campo, la experta señala
que, al tratarse de un voltaje muy alto,
no es conveniente acercarse a menos de seis metros. Desde esa
distancia prudencial hay que llamar al servicio responsable de esa torre para
que corte la corriente.
En cuanto a las medidas
de prevención de accidentes eléctricos, cabe destacar la colocación de
protectores para evitar que los más pequeños de la casa metan los dedos en los
enchufes y la regla de oro de no
manipular aparatos eléctricos con las manos mojadas o en
lugares donde el agua pueda favorecer una mayor conducción de corriente
eléctrica. “Y, sobre todo, revisar cada cierto tiempo las instalaciones
eléctricas de los domicilios porque las más antiguas pueden cortocircuitar”,
aconseja la experta de Semes.
Los microondas,
neveras, hornos y demás aparatos cotidianos, además de funcionar por
electricidad, emiten radiación electromagnética. En concreto, radiación no
ionizante. En esta categoría
se encuentran las ondas electromagnéticas de baja frecuencia, como las
empleadas en telefonía móvil, emisiones de radio y televisión, Wifi o bluetooth.
“El riesgo de este tipo de radiación ha sido muy estudiado”, señala Juan Villalba, director del Servicio de
Protección Radiológica de la Universidad de Granada. “Los únicos efectos perjudiciales demostrados
se basan en cambios biológicos provocados por los efectos térmicos
de la sobreexposición a este tipo de radiación”. De hecho, advierte que es muy
difícil alcanzar los límites que pueden desencadenar daños debidos al aumento
de temperatura, entre otras cuestiones porque existen normas nacionales e
internacionales que regulan las emisiones electromagnéticas de los
electrodomésticos.
Los teléfonos móviles y
los hornos microondas son dos de los aparatos de uso diario que más temores suscitan.
Vemos qué dicen las evidencias científicas.
Villalba recalca que no hay “nada demostrado” en cuanto al supuesto riesgo de
tumores cerebrales por la exposición a la radiación que emiten los
teléfonos móviles. “Lo cual no quiere decir que no se sigan haciendo
investigaciones”, apostilla. De hecho, prosiguen los estudios tanto
epidemiológicos como de ciencia básica, sin que hasta el momento se haya podido
establecer ninguna relación causal entre la utilización de estos dispositivos y
el desarrollo de cáncer.
Este aparato emite
ondas de frecuencia del orden de las micras (micrómetros) combinadas con potencia
elevada, de efecto térmico, que es lo que permite calentar la comida. Las ondas se producen únicamente en el
interior del microondas y son absorbidas por los alimentos.
“Los microondas no emiten ningún tipo de onda o radiación al exterior que no
sea la convencional de cualquier otro electrodoméstico”, resalta el experto.
Las radiaciones
ionizantes sí que pueden afectar a la salud y llegar a producir cáncer. No obstante, la exposición
artificial a este tipo de radiación está regulada y controlada y existen
medidas de protección frente a la natural.
Hay varias fuentes
naturales de radiaciones ionizantes. Las que provienen del espacio se conocen
como rayos cósmicos y quienes más se exponen a ellas y, por lo tanto, deben
adoptar ciertas precauciones, son las personas que realizan a menudo vuelos
transoceánicos, como los pilotos de avión. También existen radiaciones naturales procedentes de los
materiales radiactivos que hay en la corteza terrestre, como el torio o el gas
radón. Estos fenómenos dan lugar a una dosis de radiación
conocida como fondo radiactivo natural, que no resulta especialmente
preocupante, salvo en determinados entornos. La radiación ultravioleta engloba las
radiaciones no ionizantes de mayor energía. Se podría decir que se encuentra en
el límite entre las ionizantes y las no ionizantes, lo que explicaría los
peligros que puede entrañar una exposición solar sin protección, que aumenta el
riesgo de cáncer de piel.
Entre las fuentes
artificiales de radiación ionizante destacan los rayos X (radiografías y tomografía computarizada). Estas radiaciones
son, según Villalba “las más energéticas y se caracterizan porque tienen la
capacidad de arrancar electrones de los átomos con los que chocan”. De
este modo, afectan equilibrio físico de las moléculas en las que se
encuentran esos átomos alterados. Si se trata de la molécula de ADN, pueden producirse mutaciones, algunas de las
cuales dan lugar a la aparición de cáncer.
No obstante, Villalba
precisa que, a no ser que se trate de una dosis de radiación ionizante muy
elevada y en muy poco tiempo, como puede ser la derivada de la explosión de una
bomba atómica o de un accidente nuclear, la
radiación de este tipo que recibe una persona es baja y “el cuerpo humano posee
mecanismos de defensa”, como los destinados a la reparación del
ADN. Se trata de una cuestión de probabilidades: cuanto más frecuente sea la
exposición a dosis bajas, mayor será el riesgo de cáncer.
La clave está en el uso
racional de las tecnologías que emiten radiación ionizante. La aplicación
controlada de las radiografías, el TAC y la radioterapia ha supuesto un gran
avance para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Es necesario sopesar en cada caso los
beneficios y los riesgos.
https://cuidateplus.marca.com/bienestar/2022/05/14/electricidad-radiaciones-electromagneticas-son-riesgos-probados-salud-179781.html
Exposición a campos de radiofrecuencias y cáncer
2022 Universitat de
les Illes Balears.
Según los datos científicos de que se dispone actualmente, es poco
probable que la exposición a esos campos origine o favorezca el desarrollo de
cánceres.
Tomando
algunos criterios de la página web de la Organización Mundial de la Salud
http://www.who.int/peh-emf/about/WhatisEMF/es/index.htm
Fuentes
naturales de campos electromagnéticos
En el medio en que vivimos, hay campos electromagnéticos por todas
partes, pero son invisibles para el ojo humano. Se producen campos eléctricos
por la acumulación de cargas eléctricas en determinadas zonas de la atmósfera
por efecto de las tormentas. El campo magnético terrestre provoca la
orientación de las agujas de los compases en dirección Norte-Sur y los pájaros
y los peces lo utilizan para orientarse.
Fuentes
de campos electromagnéticos generadas por el hombre
Además de las fuentes naturales, en el espectro electromagnético hay
también fuentes generadas por el hombre: Para diagnosticar la rotura de un
hueso por un accidente deportivo, se utilizan los rayos X. La electricidad que surge
de cualquier toma de corriente lleva asociados campos electromagnéticos de
frecuencia baja. Además, diversos tipos de ondas de radio de frecuencia más
alta se utilizan para transmitir información, ya sea por medio de antenas de
televisión, estaciones de radio o estaciones base de telefonía móvil.
La diferencia que hay entre los campos electromagnéticos no ionizantes y
la radiación ionizante?
La longitud de onda y la frecuencia determinan otra característica
importante de los campos electromagnéticos. Las ondas electromagnéticas son
transportadas por partículas llamadas cuantos de luz. Los cuantos de luz de
ondas con frecuencias más altas (longitudes de onda más cortas) transportan más
energía que los de las ondas de menor frecuencia (longitudes de onda más
largas). Algunas ondas electromagnéticas transportan tanta energía por cuanto
de luz que son capaces de romper los enlaces entre las moléculas. De las
radiaciones que componen el espectro electromagnético, los rayos gamma que
emiten los materiales radioactivos, los rayos cósmicos y los rayos X tienen
esta capacidad y se conocen como «radiación ionizante». Las radiaciones
compuestas por cuantos de luz sin energía suficiente para romper los enlaces
moleculares se conocen como «radiación no ionizante». Las fuentes de campos
electromagnéticos generadas por el hombre que constituyen una parte fundamental
de las sociedades industriales (la electricidad, las microondas y los campos de
radiofrecuencia) están en el extremo del espectro electromagnético correspondiente
a longitudes de onda relativamente largas y frecuencias bajas y sus cuantos no
son capaces de romper enlaces químicos.
Campos
eléctricos
Al enchufar un cable eléctrico en una toma de corriente se generan
campos eléctricos en el aire que rodea al aparato eléctrico. Cuanto mayor es la
tensión, más intenso es el campo eléctrico producido. Como puede existir
tensión aunque no haya corriente eléctrica, no es necesario que el aparato
eléctrico esté en funcionamiento para que exista un campo eléctrico en su
entorno.
Los campos magnéticos se generan únicamente cuando fluye la corriente
eléctrica. En este caso, coexisten en el entorno del aparato eléctrico campos
magnéticos y eléctricos. Cuanto mayor es la intensidad de la corriente, mayor
es la intensidad del campo magnético. La transmisión y distribución de
electricidad se realiza a tensión alta, mientras que en el hogar se utilizan
tensiones bajas. Las tensiones de los equipos de transmisión de electricidad
varían poco de unos días a otros; la corriente de las líneas de transmisión
varía en función del consumo eléctrico.
Los campos eléctricos existentes en torno al cable de un
electrodoméstico sólo desaparecen cuando éste se desenchufa o se desconecta de
la toma de corriente, aunque no desaparecerán los campos eléctricos del entorno
del cable situado en el interior de la pared que alimenta al enchufe.
¿Cuáles
son las principales fuentes de campos de frecuencia baja, media y alta?
Los campos electromagnéticos variables en el tiempo que producen los
aparatos eléctricos son un ejemplo de campos de frecuencia extremadamente baja,
con frecuencias generalmente de hasta 300 Hz. Otras tecnologías producen campos
de frecuencia intermedia (FI), con frecuencias de 300 Hz a 10 MHz, y campos de
radiofrecuencia (RF), con frecuencias de 10 MHz a 300 GHz. Los efectos de los
campos electromagnéticos sobre el organismo no sólo dependen de su intensidad
sino también de su frecuencia y energía. Las principales fuentes de campos de
FEB son la red de suministro eléctrico y todos los aparatos eléctricos; las
pantallas de computadora, los dispositivos antirrobo y los sistemas de
seguridad son las principales fuentes de campos de FI y las principales fuentes
de campos de RF son la radio, la televisión, las antenas de radares y teléfonos
celulares y los hornos de microondas. Estos campos inducen corrientes en el
organismo que, dependiendo de su amplitud y frecuencia, pueden producir
diversos efectos como calentamiento y sacudidas eléctricas. (No obstante, para
producir estos efectos, los campos exteriores al organismo deben ser muy
intensos, mucho más que los presentes habitualmente en el medio.)
Campos
electromagnéticos de frecuencias altas
Los teléfonos móviles, la televisión y los transmisores de radio y
radares producen campos de RF. Estos campos se utilizan para transmitir
información a distancias largas y son la base de las telecomunicaciones, así
como de la difusión de radio y televisión en todo el mundo. Las microondas son
campos de RF de frecuencias altas, del orden de GHz. En los hornos de
microondas, utilizamos estos campos para el calentamiento rápido de alimentos.
¿Y
nos preguntamos qué ocurre cuando nos exponemos a campos electromagnéticos?
La exposición a campos electromagnéticos no es un fenómeno nuevo. Sin
embargo, en el siglo XX la exposición ambiental ha aumentado de forma continua
conforme la creciente demanda de electricidad, el constante avance de las
tecnologías y los cambios en los hábitos sociales han generado más y más
fuentes artificiales de campos electromagnéticos. Todos estamos expuestos a una
combinación compleja de campos eléctricos y magnéticos débiles, tanto en el
hogar como en el trabajo, desde los que producen la generación y transmisión de
electricidad, los electrodomésticos y los equipos industriales, a los
producidos por las telecomunicaciones y la difusión de radio y televisión.
En el organismo se producen corrientes eléctricas minúsculas debidas a
las reacciones químicas de las funciones corporales normales, incluso en
ausencia de campos eléctricos externos. Por ejemplo, los nervios emiten señales
mediante la transmisión de impulsos eléctricos. En la mayoría de las reacciones
bioquímicas, desde la digestión a las actividades cerebrales, se produce una
reorganización de partículas cargadas. Incluso el corazón presenta actividad
eléctrica, que los médicos pueden detectar mediante los electrocardiogramas.
Los campos eléctricos de frecuencia baja influyen en el
organismo, como en cualquier otro material formado por partículas cargadas.
Cuando los campos eléctricos actúan sobre materiales conductores, afectan a la
distribución de las cargas eléctricas en la superficie. Provocan una corriente
que atraviesa el organismo hasta el suelo.
Los campos magnéticos de frecuencia baja inducen corrientes circulantes
en el organismo. La intensidad de estas corrientes depende de la intensidad del
campo magnético exterior. Si es suficientemente intenso, las corrientes podrían
estimular los nervios y músculos o afectar a otros procesos biológicos.
Tanto los campos eléctricos como los magnéticos inducen tensiones
eléctricas y corrientes en el organismo, pero incluso justo debajo de una línea
de transmisión de electricidad de alta tensión las corrientes inducidas son muy
pequeñas comparadas con los umbrales para la producción de sacudidas eléctricas
u otros efectos eléctricos.
El principal efecto biológico de los campos electromagnéticos de
radiofrecuencia es el calentamiento. Este fenómeno se utiliza en los hornos de
microondas para calentar alimentos. Los niveles de campos de radiofrecuencia a
los que normalmente están expuestas las personas son mucho menores que los
necesarios para producir un calentamiento significativo. Las directrices
actuales se basan en el efecto calefactor de las ondas de radio. Los
científicos están investigando también la posibilidad de que existan efectos
debidos a la exposición a largo plazo a niveles inferiores al umbral para el
calentamiento del organismo. Hasta la fecha, no se han confirmado efectos
adversos para la salud debidos a la exposición a largo plazo a campos de baja
intensidad de frecuencia de radio o de frecuencia de red, pero los científicos
continúan investigando activamente en este terreno.
¿Efectos
biológicos o efectos sobre la salud? ¿Qué es un peligro para la salud?
Los efectos biológicos son respuestas mensurables a un estímulo o cambio
en el medio. Estos cambios no son necesariamente perjudiciales para la salud.
Por ejemplo, escuchar música, leer un libro, comer una manzana o jugar al tenis
son actividades que producen diversos efectos biológicos. No obstante, no
esperamos que ninguna de estas actividades produzca efectos sobre la salud. El
organismo dispone de mecanismos complejos que le permiten ajustarse a las
numerosas y variadas influencias del medio en el que vivimos. El cambio
continuo es forma parte de nuestra vida normal, pero, desde luego, el organismo
no posee mecanismos adecuados para compensar todos los efectos biológicos. Los
cambios irreversibles y que fuerzan el sistema durante períodos largos pueden
suponer un peligro para la salud.
Un efecto perjudicial para la salud es el que ocasiona una disfunción
detectable de la salud de las personas expuestas o de sus descendientes; por el
contrario, un efecto biológico puede o no producir un efecto perjudicial para
la salud.
No se pone en cuestión que por encima de determinados umbrales los
campos electromagnéticos puedan desencadenar efectos biológicos. Según
experimentos realizados con voluntarios sanos, la exposición a corto plazo a
los niveles presentes en el medio ambiente o en el hogar no produce ningún
efecto perjudicial manifiesto. La exposición a niveles más altos, que podrían
ser perjudiciales, está limitada por directrices nacionales e internacionales.
La controversia que se plantea actualmente se centra en si bajos niveles de
exposición a largo plazo pueden o no provocar respuestas biológicas e influir
en el bienestar de las personas.
Preocupación
de la sociedad por los efectos sobre la salud
Un vistazo a los titulares de las noticias de los últimos años permite
hacerse una idea de los diversos aspectos que preocupan a la sociedad. En el
transcurso de la última década, se han planteado dudas relativas a los efectos
sobre la salud de numerosas fuentes de campos electromagnéticos, como las
líneas de conducción eléctrica, los hornos de microondas, las pantallas de computadora
y de televisión, los dispositivos de seguridad, los radares y, más
recientemente, los teléfonos móviles y sus estaciones base.
2 de mayo de 2022
Para entender cómo puede afectar al
ser humano el 5G lo primero que hay que saber es qué es esta nueva tecnología
que promete cambiar nuestras vidas. Tras
el 2G, 3G y el 4G ya se está implantando la denominada 5G, es decir, la quinta
generación de redes móviles que conocemos. Por ejemplo, gracias
a la tecnología 2G llegaron los revolucionarios SMS, que posteriormente dieron
paso al 3G y a la conexión continua a Internet. Años más tarde aterrizó en
nuestras vidas la famosa banda ancha gracias al 4G, y con ella una rapidez de
datos nunca vista, gracias a la cual podemos ver vídeos en streaming, bajar fotos a gran
resolución de manera muy rápida, reproducir canciones sin esperar a que se
descarguen... Actualmente estamos acostumbrados a todo ello, pero hace unos
años era impensable.
Con el desarrollo del 5G tendremos
decenas de dispositivos conectados al mismo tiempo: los electrodomésticos de
las casas, el mobiliario urbano, los coches...
Con el 5G se podrá navegar
10 veces más rápido que con la fibra óptica actual gracias al incremento de la
frecuencia alrededor de 3,5 GHz e incluso llegando hasta algunas decenas de GHz. Además, tendremos muchos más dispositivos
conectados al mismo tiempo: los electrodomésticos de las casas, el mobiliario urbano,
los coches... ¡Todo! El famoso
"internet de las cosas" será una realidad. Por otra
parte, el tiempo de respuesta de la red, la conocida como latencia, se reducirá
hasta límites imperceptibles, permitiendo conectarse en tiempo real, sin ningún
tipo de retraso.
La Organización Mundial de la Salud
(OMS) publicó en 2006 un artículo científico titulado Los
campos electromagnéticos y la salud pública: estaciones de base y tecnologías
inalámbricas, donde analizan los posibles daños relacionados
con las tecnologías inalámbricas. Dicho documento concluía que "teniendo
en cuenta los muy bajos niveles de exposición y los resultados de
investigaciones reunidos hasta el momento, no hay ninguna prueba científica convincente de que las débiles
señales de RF procedentes de las estaciones de base y de las redes inalámbricas
tengan efectos adversos en la salud".
"Tras muchas investigaciones,
no se ha detectado ningún efecto adverso para la salud relacionado causalmente
con la exposición a tecnologías inalámbricas" explica la OMS en un estudio
de febrero de 2020.
A lo largo de los últimos años se
han realizado muchas más investigaciones sobre el 3G, el 4G y evidentemente el
5G. Uno de los últimos, también publicado por la OMS en febrero de 2020 explica qué es el
5G, los riesgos, el desarrollo de la tecnología, etcétera. De manera más
específica explican que "dado
que la tecnología 5G se encuentra en una etapa temprana de implementación, los
estudios sobre la exposición a los campos de radiofrecuencia aún está bajo
investigación". A lo que añaden que "hasta la fecha,
y después de muchas investigaciones, no se ha detectado ningún efecto adverso
para la salud relacionado causalmente con la exposición a tecnologías
inalámbricas". Para finalmente apuntar que se están desarrollando muchas más
investigaciones al respecto para conocer más a fondo cualquier tipo de
repercusión en el cuerpo humano: "La OMS está realizando una evaluación de
riesgos para la salud por exposición a radiofrecuencias que se publicará en
2022", explican.
La OMS está realizando una
evaluación de riesgos para la salud por exposición a radiofrecuencias con más
detalle que se publicará en 2022.
Por su parte el Comité Científico
Asesor en Radiofrecuencias y Salud, un comité independiente financiado por el
Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación elaboró un informe
relacionado con las nuevas redes de comunicaciones. En dicho documento, titulado 5G
y salud y publicado también en febrero de 2020, se apuntaba que
"podemos estar tranquilos
en función de las evidencias científicas disponibles". En
relación con dichas evidencias científicas ese mismo documento apunta que
"hasta la fecha y revisando la evidencia científica existente, la
exposición a radiofrecuencias respetando los límites de exposición establecidos
por el ICNIRP no conlleva riesgos para la salud conocidos". Pero, ¿existen
muchas investigaciones sobre el 5G?
Existen plataformas que continúan
luchando por paralizar toda la implantación del sistema 5G alegando que no
existen investigaciones suficientes ni concluyentes sobre esta nueva
tecnología. A este respecto, en la Universidad RWTH de Aache, Alemania, han
creado el portal EMF
que es una base de datos de investigación científica sobre los efectos de los
campos electromagnéticos, incluidos los estudios sobre los efectos de la
radiofrecuencia en la salud. Este contiene
más de 25.000 artículos científicos publicados sobre los efectos biológicos y
para la salud y 2.500 estudios sobre comunicaciones móviles.
Además, de manera específica, recopila unos 350 estudios sobres investigaciones
relacionadas con el 5G.
https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/es-peligroso-5g-para-salud_15514
Las radiaciones electromagnéticas pueden definirse como
aquellos procesos en los que se emite energía
bajo la forma de ondas o partículas materiales y pueden propagarse tanto a
través de un medio material como en el vacío. Se
diferencian unas de otras en el valor de su frecuencia.
Detallamos
información básica sobre las emisiones de radiación electromagnética de alta
frecuencia. Dependiendo de su rango de frecuencia, se les denomina también como
ondas de radiofrecuencia o micro-ondas.
Principales
fuentes emisoras de radiación de alta frecuencia:
Las
antenas de telefonía móvil emiten radiación en forma de ondas
electromagnéticas. Una onda electromagnética representa la transferencia de
energía a través del espacio. El conjunto de ondas electromagnéticas de todas
las frecuencias posibles de llama espectro electromagnético, que incluye
emisiones de fuentes muy diversas, desde los campos electromagnéticos emitidos
por la red eléctrica, las ondas de radio, ondas infrarrojas, luz visible y
ultravioleta, rayos X, y la radiación gamma. Todas estas emisiones son ondas
electromagnéticas que varian entre sí solo en su longitud de onda.
La
longitud de onda está vinculada con la frecuencia de la onda mediante una
relación sencilla: la frecuencia es igual a la velocidad de la onda (que
denominamos la velocidad de la luz) dividido por su longitud de
onda:
Frecuencia de onda = longitud de onda ÷ velocidad de luz
No
obstante, estas diferencias de frecuencias en la longitud de onda y frecuencia,
implican diferencias enormes en la manera en que las ondas interactuarán con
los materiales (y por supuesto, el cuerpo humano).
Dividimos
el espectro electromagnético en varias regiones que corresponden, más o menos,
con bandas de frecuencias que tienen propiedades, efectos o usos similares.
En
esta sección de "radiación de antenas" de nuestro sitio web, tratamos
principalemente con los regiones de Radiofrecuencias y Micro-ondas del
espectro electromagnético, que se muestra en la siguiente tabla. Habitualmente
hablamos de las ondas de radiofrecuencia y microondas compo "Radiación
electromagnética de alta frecuencia".
El
Espectro Electromagnético |
||
Región |
Banda de frecuencias |
Longitud de onda |
Frecuencias Extremadamente Bajas |
30 Hz - 300 Hz |
> |
Frecuencias bajas/medianas |
300 Hz - 3 MHz |
|
Radiofrecuencias |
3 MHz - 300 MHz |
|
Micro-ondas |
300 MHz - 30 GHz |
|
Micro-ondas de muy alta frecuencia |
30 GHz - 300 GHz |
|
Ondas infrarrojas |
300 GHz - 430 THz |
1mm - 700 nm |
Luz visible |
430 THz - 770 THz |
700 nm - 390 nm |
Radiación ultravioleta |
770 THz - 30 PHz |
390 nm - 10 nm |
Rayos - X |
30 PHz - 10 EHz |
10 nm - 10 pm |
Radiación gamma |
10 EHz - 1022 Hz |
10 pm - 0,3 pm |
Rayos cósmicos |
1022 Hz - 1025 Hz |
0,3 pm - < 10- |
Rayos cósmicos muy energéticos |
> 1025 Hz |
< 10- |
Los
materiales de blindaje que detallamos en esta sección de nuestra web, funcionan
para reducir y bloquear una amplia gama de tipos de emisiones. Son de interés
especial, en cuanto a las exposiciones del público, las emisiones de estaciones
base de telefonia móvil, a continuación explicamos un poco más sobre estas
emisiones.
Una
antena típica de una estación base de telefonía móvil se compone de uno o más
(habitualmente 3) antenas “sectoriales”, cada antena sectorial concentra sus
emisiones hacia el frente y en horizontal, en forma de un haz sensiblemente
plano que abarca un sector entre 60 y 120 grados.
Dado que la estación base se compone de
varias antenas sectoriales, emiten un haz muy asimétrico, se puede esperar una
variación importante en el nivel de la señal según la posición relativa a la
estación base, incluso aunque la distancia sea la misma. El siguiente gráfico
se muestra una variación típica en la distribución horizontal de la radiación,
emitida por un emisor de una antena sectorial.
El radio de acción de cada estación
base es limitado, dependiendo del número de usuarios y de los obstáculos que
las ondas encuentren en su camino. En campo abierto, el alcance de la señal de estaciones
base puede llegar a varios kilómetros de distancia. Sin embargo, en las
ciudades, la presencia de los edificios reduce el rango de las emisiones
drásticamente, por absorbción de la radiaicón y también por el denominado
"efecto paraguas". Para mantener la cobertura de la red, además de
instalar más estaciones base se suelen instalar una gran cantidad de antenas
más pequeñas denominadas antenas “micro-celda”, a menudo montadas en paredes en
la calle y también dentro de edificios.
En el caso de que la antena tenga
que servir a pocos usuarios (en zonas rurales por ejemplo), se suele instalar
una antena omni-direccional, que se compone de una antena varilla central
(emisora), y dos antenas receptoras a cada lado. Este tipo de antena emite
radiación de intensidad casi igual en todas las direcciones horizontales.
En
teoría, la radiación de alta frecuencia disminuiría según una ley inverso
cuadrado, lo que significa que la intensidad de radiación varía
inversamente al cuadrado de la distancia de la fuente, o sea que, si aumentamos
la distancia de la fuente de radiación 2 veces, la intensidad de radiación se
reduce por un factor de 4. Sin embargo, en la práctica, la radiación de alta
frecuencia casi nunca disminuye como una sencilla función de la distancia,
debido a reflexiones, difusiones y difracciones causadas por las interacciones
con edificios, árboles, materiales de construcción etc. Estos efectos pueden
dar lugar a gran variabilidad en la intensidad de la radiación encontrada de
una parte a otra de la zona de medición, aunque la distancia hacia la antena
sea igual.
Además, los rebotes de radiación desde
edificios cercanos pueden provocar la llegada de radiación desde direcciones
inesperadas, como se muestra en el siguiente gráfico:
Obviamente, la presencia de edificios
entre nosotros y la antena emisora reduce la intensidad de radiación de forma
importante, por la absorbción de las microondas dentro del edificio, y las
reflexiones desde su fachada:
Un
efecto adicional es la difracción de la radiación, por lo cual
la radiación puede redirigirse por pasar cerca de un edificio:
Para
caracterizar la intensidad de radiación electromagnética, generalmente usamos
una (o las dos) unidades de medición:
Un
valor en unidades de voltios por metro es una medida de la intensidad
de campo eléctrico; un valor en unidades de vatios por metro cuadrado es
una medida de la densidad de potencia de las ondas.
De
forma aproximada, las dos cantidades se relacionan por la siguiente expresión
matemática:
Densidad
de potencia W/m2 = (Campo eléctrico V/m)2 × 377
La
relación solo se aplica estrictamente a las ondas planas, es decir las ondas
que no llevan ningún tipo de modulación que lleva información como voz o datos.
https://www.radiansa.com/es/ radiacion-antenas-alta-frecuencia/radiacion-alta-frecuencia.htm
27 de octubre de 2020
Decenas de antenas,
dispositivos bluetooth y cientos de teléfonos móviles nos rodean e irradian
cada día. Por no hablar de la telefonía 5G que, al parecer, acabará con la vida
en la Tierra. ¡Tanta radiación no puede ser buena!
¿Quién
controla los niveles de exposición y los posibles efectos sobre la salud?
Los
campos electromagnéticos están presentes en la naturaleza desde antes de la
aparición del ser humano. La luz solar, los rayos cósmicos, las tormentas y la
radiación natural terrestre son fuentes de exposición a estos campos.
A
mediados de los años 90, se comenzaron a desplegar las redes de antenas de
telefonía móvil. Aunque se hacían con estándares técnicos internacionales, que
ya tenían en cuenta la protección de la población, no se ofreció la suficiente
información al respecto.
A pesar de una
reacción rápida por parte de organismos, operadoras y expertos, la percepción
de riesgo se instaló entre los ciudadanos. También caló en instituciones,
administraciones locales y asociaciones.
Así, se produjo una
situación paradigmática. Por un lado, el rechazo a las antenas era un fenómeno
global. Por el otro, crecía la demanda universal del servicio.
Tanto la
Organización Mundial de la Salud (OMS) como la Unión Europea fueron conscientes
a principios de los 2000 de esa carencia y de la necesidad de dar respuesta a
una inquietud y percepción social del riesgo asociado a la telefonía móvil.
Aunque
esta percepción e inquietud estaban sobredimensionadas.
A pesar
de los esfuerzos realizados para informar y tranquilizar a la población, la OMS
reconoció en 2006 que "algunas personas consideran probable que la
exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia entrañe riesgos y que
éstos puedan ser incluso graves".
En la
revisión de 2014, la OMS aseguraba que "hasta la fecha no se ha confirmado
que el uso del teléfono móvil tenga efectos perjudiciales para la
salud".
En otro
documento publicado a comienzos de este 2020 sobre el 5G, insiste en que en las
últimas décadas no hay estudios científicos que demuestren una relación causal
que pueda hacer temer efectos sobre la salud.
"El
calentamiento de tejidos es el principal mecanismo de interacción entre los
campos electromagnéticos de radiofrecuencia y el cuerpo humano".
Ese
posible efecto, a los niveles habituales de exposición, es insignificante.
Por eso es importante que los niveles se mantengan por debajo de los límites
establecidos por agencias internacionales independientes.
En 1992
se estableció en Alemania la Comisión Internacional de Protección frente a
Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP). Esta organización científica, independiente
y sin ánimo de lucro, revisa periódicamente y de forma sistemática las
evidencias científicas para determinar los niveles a los cuales se producen
efectos biológicos.
No solo
de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia, sino también de otras
radiaciones electromagnéticas como la luz visible, los infrarrojos y los ultravioletas
que, por encima de ciertos niveles, también pueden resultar muy peligrosos.
Por eso
se fijan niveles de seguridad y, por eso mismo, no debemos preocuparnos de
la radiación que emite el mando a distancia de nuestra tele. Tampoco del
router wifi de nuestra casa o de nuestro teléfono inalámbrico.
El
proceso de revisión es abierto y su publicación se realiza en una revista
científica tras un proceso de revisión por pares.
Así, una
vez se establecen los niveles a los cuales se observan efectos para cada
frecuencia, se aplica un factor de precaución o seguridad de 50.
Estos
valores son aceptados por la mayor parte de los países occidentales desde hace
décadas y se adoptan en las correspondientes legislaciones.
Además,
existen otras agencias u organismos que realizan una revisión similar. Por
ejemplo el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE) y la Food
and Drug Administration de Estados Unidos.
Estos
tres organismos, en los últimos meses y coincidiendo con el despliegue de la
5G, han revisado y publicado sus guías de límites seguros de exposición humana.
Que la
industria está detrás de todas estas regulaciones e instituciones es un
argumento reiterado por los movimientos antiantenas -ahora anti-5G- que parecen
acoger toda clase de creencias conspiranoicas con respecto, también, a las
mascarillas, las vacunas y la COVID-19.
En
realidad han sido la industria y los profesionales del sector los más
interesados en garantizar que las radiaciones emitidas por las antenas fueran
seguras y que los niveles de potencia estuviesen dentro de los límites
permitidos.
El
Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT), como entidad de
derecho público al servicio de la sociedad, fue la primera organización que ya
en 2001 elaboró un informe sobre las radiofrecuencias de telefonía móvil.
Con ello
se pretendía informar a la ciudadanía y mitigar la inquietud que ya surgía ante
el desconocimiento de esta tecnología y la normativa que la regula.
La labor
de difusión se centró en ayuntamientos y asociaciones ciudadanas, aunque se ha
seguido trabajando durante todos estos años con todo tipo de administraciones e
instituciones.
En 2006,
se creó el Comité Científico Asesor de Radiofrecuencias y Salud (CCARS), comité
independiente compuesto por profesionales de gran prestigio -en campos como la
medicina, física, química, biología, ingeniería de telecomunicación y derecho-,
que, desde entonces, ha elaborado cinco informes trienales de referencia.
En ellos
recogen las evidencias científicas existentes sobre el impacto de los campos
electromagnéticos en la salud.
Además,
ha publicado numerosos documentos sobre tecnologías concretas -el último sobre
5G-, con el ánimo de informar verazmente a la sociedad, manteniendo siempre el
conocimiento científico riguroso como referencia.
Sus
informes han tratado siempre de arrojar luz y evitar cualquier tergiversación
que de forma interesada se intentara hacer sobre el efecto de estas tecnologías
sobre la salud.
Incluidas
comparaciones sin fundamento con sustancias, como el tabaco o el alcohol, que
la ciencia sí ha demostrado como perniciosas incluso en pequeñas cantidades.
Decir que
los campos electromagnéticos de radiofrecuencia son inocuos es falso si no se
acompaña de la frase "a los niveles habituales de exposición".
Dichos
niveles están decenas o centenas de miles de veces por debajo de los de
seguridad marcados por ICNIRP.
Es lo que
han demostrado numerosos estudios y revisiones sistemáticas de exposición
personal en condiciones reales.
Pero hay
efectos constatados derivados del uso de dispositivos y que no son consecuencia
de las radiaciones que emiten.
Así, se
ha demostrado que su uso puede provocar dependencia, problemas musculares,
malas posturas y que condicionan nuestras relaciones personales y hábitos
saludables.
Dichos
efectos, sin embargo, no son denunciados por los movimientos en contra de estas
tecnologías.
Quizá
piense que existe cierta controversia científica en este tema.
Habrá
oído que "numerosos científicos alertan de los efectos" en
cuestionables llamamientos internacionales, algún pseudoinforme como el
Bioinitiative o declaración política ajena a la Unión Europea, como la
declaración 1815 del Consejo de Europa.
Todos
tienen en común su falta de rigor, el establecimiento de límites de forma
arbitraria o la extrapolación inadecuada de estudios en animales o de
laboratorio sin tener en cuenta las condiciones reales.
En 30
años, no se ha publicado una revisión sistemática o metaanálisis -los estudios
con mayor fortaleza en ciencia- que demuestre sus alarmantes augurios y
peligros para la salud (efectos sobre el sueño, la concentración, fisiológicos,
hipersensibilidad o, incluso, cáncer).
En
cambio, sí es constatable la relación de sus promotores con la proliferación de
un cierto "negocio del miedo" a partir de datos tergiversados,
erróneos y en ningún caso avalados por la evidencia científica.
Y ese
negocio que se basa en esos datos afecta tanto a ámbitos como el
médico-sanitario, con diagnósticos o prescripciones no fundamentados en el
conocimiento médico; el legal, con denuncias insostenibles basadas en opiniones
de supuestos expertos, medios de información carentes de credibilidad (webs
pseudocientíficas) o, incluso, empresas que ofrecen aparatos y dispositivos de
protección completamente innecesarios.
Todo un
negocio basado en el miedo y el desconocimiento que sigue alimentando esa falsa
percepción de que vivimos radiados al límite.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-54695896
9 de enero de 2020
Nuestro entorno está plagado de
tecnología que nos somete a radiaciones las 24 horas del día. Estamos expuestos a las bajas frecuencias de
tendidos, subestaciones y transformadores eléctricos, de las líneas
ferroviarias, de electrodomésticos de uso cotidiano y del cableado eléctrico
del hogar.
Y padecemos además las altas frecuencias (las
radiofrecuencias, y dentro de estas, las microondas, de 300 MHz a 300 GHz),
producto del boom de las telecomunicaciones y de la tecnología digital: antenas
de televisión, radio y de telefonía, wifi, móviles, bluetooth...
Hasta 25.000 publicaciones científicas hay en la
actualidad sobre toda esta contaminación electromagnética,
según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La mayoría de las
investigaciones no dan lugar a dudas: los campos electromagnéticos –de altas y
bajas frecuencias– alteran la biología de las personas y de los animales.
El problema es que los síntomas son muy comunes y pasan casi
inadvertidos: mareos, fatiga, dolor de cabeza, picor de piel o
de ojos, ansiedad, depresión, pérdida de concentración o de memoria, trastornos
del sueño, problemas digestivos, eccemas, sequedad de las vías respiratorias,
alergias...
Ningún aparato debería estar encendido
en el dormitorio, y menos cerca del cabecero
Este ambiente agresivo va
deteriorando la capacidad de respuesta del organismo para defenderse y abre la puerta a enfermedades graves:
cáncer, leucemia, Alzheimer, alteraciones importantes del sistema nervioso e
inmunitario...
Luchar contra las bajas frecuencias
de estaciones eléctricas y transformadores o contra las altas frecuencias de
las antenas de telefonía móvil cercanas de casa puede parecer una tarea
hercúlea, pero no es una batalla perdida.
La mejor solución pasa por
dirigirse a asociaciones que apoyen esa lucha, como Ecologistas en Acción o la
Fundación Vivo Sano. En algunos casos se puede exigir a las empresas el
apantallamiento con láminas ferromagnéticas. Pero, además, hay cosas que podemos hacer en el hogar.
Hay que mantener alejados del
cuerpo móviles, tabletas y portátiles, nunca colocarlos sobre las rodillas
https://www.cuerpomente.com/ecologia/medio-ambiente/convivir-con-tecnologia-sin-danar-salud-2_363
3 de febrero de
2022
Por lo visto, no todos lo tenemos
aún. Aunque la mayoría de las personas que conozco están teniendo problemas de
salud que no habían tenido nunca -relacionados con la radiación, según los
estudios que he podido leer y que resultan muy evidentes-, parece que de
momento no son problemas muy severos. En mi caso, voy alternando, dependiendo
de la intensidad de la radiación de las antenas cercanas (a las que se suman las
estaciones repetidoras de radiofrecuencia que cuelgan en las farolas frente a
la casa, y tal vez la no muy saludable torre de alta tensión que se asoma tras
el bloque de al lado, colocada a unos
Cuando la enfermedad está provocada por el ambiente, es muy sencillo comprobar
esto, la enfermedad remite si uno se mueve a otro lugar, y eso es lo que uno ha
comprobado muchas veces. Ahora llevo 1 semana aproximadamente todos los días
con los ojos rojos, muy rojos; en ocasiones fatigado hasta perder la energía
por completo, el cuerpo nervioso, y más cosas, estando en casa. El otro día fui
a la playa de Ereaga con el hermano, comenzaban los aviones a llenar poco a
poco los cielos de estelas, y poco a poco se iba cerrando el cielo desde el mar
hasta la costa. Frente a la playa, sobre un hotel, hay 4 antenas que cubren
toda la zona. A medida que el cielo se cerraba, comenzaba a sentirme mal. Al
salir para irnos, sentados para calzarnos cerca de las antenas, mi estado
empeora severamente, malestar de estómago y decaimiento de la energía. Nos
alejamos y vuelvo a recuperarme. El hermano solo sintió dos pinchazos en la
cabeza cuando paseábamos por la orilla del mar. Él también remite a menudo
cansancio inexplicable, escozor de ojos, los pinchazos ya le ha pasado más
veces en su casa, y alguna cosa más, pero no es algo muy reseñable para él.
También vive cerca de antenas, pero no pasa mucho tiempo en casa por su
trabajo.
Tengo contacto con mucha gente por
redes sociales, que están padeciendo problemas similares. Ayer alguien,
defendiendo la vacunación contra el Covid para menores, me pasó un enlace en el
que se resaltaban unos cuantos síntomas que los niños están padeciendo. Todos
esos síntomas están contemplados como producidos por la exposición continuada a
radiación electromagnética. Me resulta sospechoso que ustedes continúen mirando
hacia otro lado cuando se les insta a que observen este asunto más de cerca. Me
parece ridículo que las personas que han estudiado medicina no estén prestando
atención a algo tan evidente. Tal vez en lugar de medicina, hayan estudiado
medicación. Pero no sé si se puede esperar mucho de nosotros, cuando vemos cómo
mueren personas o desarrollan graves problemas de salud por inocularles una
sustancia experimental, y aún así, insistimos en que hay que inoculársela a los
niños. Qué crueldad habita en nuestras mentes junto a la indiferencia.
Les dejo una entrevista al
catedrático de fisiología Darío Acuña Castroviejo, en la que habla de algunas
de las sintomatologías ocasionadas por la exposición a los campos
electromagnéticos.
Un saludo y gracias por su
atención.
"–¿Con qué dolencias o
enfermedades, en especial, los relaciona usted?
–Partiendo de lo expuesto en el
punto 1, los CEM causan trastornos neurológicos (irritabilidad, cefaleas,
trastornos del ciclo sueño/vigilia, insomnio, somnolencia diurna, alteraciones
sensoriales, alteraciones del humor, del carácter, depresión); cardiovasculares
(alteraciones del ritmo cardíaco, hipertensión arterial); reproductivos ( alteraciones
del ciclo menstrual, infertilidad, disminución de la libido, abortos);
tumorigenesis (principalmente leucemias y tumores cerebrales); dermatológicos
(dermatitis y alergias); endocrinos (alteraciones cortisol, insulina, hormonas
tiroideas), e inmunológicos (alteración del sistema de inmunovigilancia
antiinfecciosa y antitumoral), entre otros trastornos. Toda esa sintomatología
no es sólo típica de la exposición a CEM, ya que otros factores pueden
causarla. De ahí que haya que hacer un buen diagnóstico diferencial siguiendo
el historial médico de la persona y mediante una evaluación adecuada".
https://www.irekia.euskadi.eus/es/proposals/4286-tenemos-problema-muy-serio-con-radiacion-electromagnetica
agosto 4, 2022
La contaminación
electromagnética cada vez está más presente en nuestras vidas. Rodeados de
aparatos electrónicos, que se conectan a su vez con otros, nos envían ondas
electromagnéticas de forma constante a nuestros cuerpos, y al resto de seres
vivos.
Índice
Dentro de estos aparatos
electrónicos los que más nos afectan de forma constante en nuestros hogares son
los teléfonos móviles, aparatos Wifi, microondas y teléfonos inalámbricos,
aunque también el resto que tenemos todo el día encendidos, aunque en menor
proporción.
En el exterior los que más
repercuten en nuestros organismos son las antenas de telefonía móvil o
repetidores móviles, en especial el 5G;
además de los satélites.
El entorno natural electromagnético
de la Tierra podría cambiar, provocando daños irreversibles permanentes a los
seres humanos y al resto de seres vivos, antes de que nos dé tiempo a
adaptarnos a ese nuevo «medio natural». Una exposición 5G involuntaria, que
puede producir un sinfín de enfermedades incapacitantes a largo plazo.
Por ello, lo ideal sería reducir la
exposición a esas fuentes de radiación electromagnética. Sobre todo en el
horario nocturno para que dé tiempo al organismo a recuperase y a reponerse del
daño, pero sería cuestión de evitar esa contaminación electromagnética durante
el día.
Para saber la cantidad de
ondas electromagnéticas que estáis recibiendo, tú y los tuyos, sería necesario
realizar una medición.
Podría ser hecha por un profesional, comprando algún aparato para ello o
descargando algunas de las aplicaciones para móviles que hay en el mercado,
como ElectroSmart.
Además de protegernos por fuera,
estaría fenomenal que lo hiciéramos por dentro mediante suplementos
nutricionales y alimentos.
La radiación electromagnética puede
ser absorbida por el cerebro. Se sabe que la melatonina, el principal producto secretor de
la glándula pineal, es un potente eliminador de radicales libres y
antioxidante.
Sí, además de ser la que se encarga
de que podamos tener un sueño reparador, también puede equilibrar y recuperar a
nuestro organismo de las radiaciones electromagnéticas. Hay bastantes estudios
científicos sobre ello. Por eso, no está demás comenzar a tomar melatonina
como suplementación, aunque antes se debe consultar a un profesional de la salud para
ello.
Pero otros estudios científicos
apuntan al efecto de la cúrcuma, pero sobre todo de la linaza o de las semillas
de lino, estas últimas como radioprotectoras, antes o después de la exposición
a la radiación.
Todos los vegetales actúan como
protectores de las radiaciones electromagnéticas por su capacidad antioxidante
frente a los radicales libres, su función antiinflamatoria, y su capacidad
regenerativa, actuando frente a la fatiga y la debilidad.
Aquellos alimentos ricos en
carotenos, selenio, vitamina
D, vitamina C, vitamina E o en glutatión, ayudan en gran parte; aunque
siempre se puede recurrir a los suplementos nutricionales si se necesita mayor
dosis, siempre con el control de un especialista. Puedes leer este interesante e-book
en el que se especifica el tipo de dieta para prevenir los efectos de la
radiación electromagnética.
Los japoneses saben mucho de esta
cuestión, después de haber sufrido en sus propios cuerpos los desastres
nucleares, se han dedicado a estudiar como luchar contra esa radicación antes y
después de la exposición a la fuente de contaminación electromagética.
La cocina macrobiótica es ideal para ello, y en
general, alimentos como el miso, las algas,
el pescado salvaje y los alimentos
fermentados. En especial, la pasta de umeboshi, que hasta la misma NASA
daba a los astronautas para evitar todos los problemas derivados de la
radiación.
https://www.concienciaeco.com/2021/05/28/como-protegerse-de-la-radiacion-electromagnetica-por-fuera-y-por-dentro-de-nuestro-organismo/