651

 

TIEMPO

Proemio

¿Qué es el tiempo?

El tiempo (del latín tempus) es una magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos.

El tiempo es, en sentido general, una magnitud física que se utiliza para medir la duración, simultaneidad y separación de los hechos y acontecimientos. Esto permite ordenar acontecimientos en una secuencia, de la que se desprenden las nociones de pasado, futuro y presente.
El término “tiempo” proviene del latín tempus, que significa “extensión” o “medida”. Se piensa al tiempo como la duración de los estados de las cosas que se encuentran sujetas al cambio.
Ya sea desde la filosofía, la física, la mecánica cuántica o la teoría de la relatividad, resulta problemático dar con una respuesta única sobre qué es el tiempo (su condición ontológica) cómo lo conocemos (su cognoscibilidad) y cuáles son sus propiedades y su relación con el espacio.
Por otro lado, el tiempo es una unidad de medida de uso cotidiano. El desarrollo de la vida de los seres humanos está mediado por la transición entre un momento y otro de su vida cotidiana, histórica y social.

Tiempo en física

Desde la física es posible definir al tiempo como la separación de los acontecimientos que son sometidos al cambio. Es también comprendido como un flujo de sucesos.

De esta manera, los acontecimientos son organizados en secuencias que determinan su pertenencia al tiempo pasado, presente y futuro.

El Sistema Internacional de Unidades determinó al segundo (S) como la unidad básica del tiempo. Esta determinación constituye el punto común entre las distintas concepciones del tiempo:

Tiempo en filosofía
El tiempo es uno de los ejes centrales de la filosofía. Desde la Antigüedad hasta el día de hoy, distintos filósofos y pensadores se preguntaron por la naturaleza del tiempo, si es algo real, si es medible, si podemos conocerlo o incluso si se puede hablar del tiempo, exista o no.
Las investigaciones filosóficas respecto al tiempo suelen abordar su objeto de estudio en relación al espacio. Entre sus puntos de discusión, podemos distinguir las siguientes cuestiones: Entre las distintas respuestas a estas inquietudes, cabe destacar las ideas canónicas de algunos filósofos históricos. Actualmente existen distintas posturas filosóficas en lo que respecta al tiempo. Pensadores contemporáneos como Martin Heidegger, Edmund Husserl, Henri Bergson, Giles Deleuze, Jacques Derrida o Jean-Luc Marion escribieron numerosas obras que se acercan a la cuestión desde una postura filosófica.

Tiempo atmosférico y otras concepciones
La ciencia y la filosofía son las disciplinas que más trabajaron al tiempo, pero también otras ramas de las ciencias meditan la cuestión. La teología, la política o la sociología abordan al tiempo desde su particular enfoque.
Por último, podemos mencionar otra acepción de tiempo, que es la referida al tiempo atmosférico: el estado de la atmósfera en un momento y lugar determinados.
El tiempo atmosférico depende de factores como la presión atmosférica, la temperatura, la nubosidad, el viento y la humedad, entre otros.

https://concepto.de/tiempo/

 

Desarrollo

 

1.
La importancia del tiempo en nuestra vida
 
Sin duda, un factor importante para nuestras vidas es el tiempo, ya que más que una magnitud física con la que se mide la duración o separación de acontecimientos sujetos a cambio, también tiene una gran influencia en nuestras acciones, decisiones y hasta en nuestros pensamientos.
El tiempo, va más allá del crecimiento o la edad, el tiempo va conjugando una serie de experiencias que nos sirve para definir qué es lo que queremos, lo que nos gusta y lo que no y también es un buen remedio hasta para arreglar situaciones sentimentales, de amistades, laborales y de vida.
Seguramente alguna vez te ha pasado que quieres hacer algo y dices ¡no tengo tiempo! y días o semanas después piensas ¿por qué no lo hice? Pues esto le ocurre a muchas personas, que a veces no son conscientes de que hay cosas que no dan marcha atrás, de que el hubiera no existe y que es básico el valorar nuestro aquí y ahora.
Tener claro en que es lo que queremos en nuestra vida y en que momento nos ayudará a aprovechar el tiempo de la mejor manera.
Por ello, aquí te cuento sobre tres tiempos que si sabes manejarlos serán tus mejores aliados en tus diversos proyectos.
Tiempo para sanar
Hay personas a quienes se les olvida que existe un “tiempo par sanar”. Esto aplica desde un accidente, una ruptura amorosa, una pérdida de un ser querido o de un trabajo.
En el momento en que pasamos por una de estás perdidas, sentimos que el mundo se nos viene encima, que no hay fin ni remedio para dejar de sentirnos así. Pues déjame contarte que una solución garantizada para ello, es el tiempo.
Para poder salir de esto, debes tomar en cuenta de que “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”, todo estriba en la actitud que tengas para superar diversas situaciones. Si algo te duele o lastíma, tienes que hacer una pausa para sanar. Sino lo haces, avanzar será difícil y tendrás esta carga de manera contínua que impedirá soltar el pasado y el dolor.
No olvides que el proceso de sanar es diferente para cada ser, tal vez para uno sea más rápido, mientras que para otros probablemente tarde, no es que sea bueno o malo, esto ocurre porque cada persona es única e irrepetible así como sus procesos.
Conforme avance el tiempo, verás que te sentirás mejor y que estar sintiéndote mal por largos períodos dificultara el que aproveches todas las herramientas positivas con las que cuentas para salir adelante y avanzar.
Ingredientes como la distancia y el silencio, contribuirán a ver que las cosas que tú piensas que son negativas no lo son y vicerversa. O también cuando las cosas con una pareja o una amistad no van bien, dar estos elementos, aunque no lo parezca, ayudarán a que se conozcan mejor y en algunos casos a reforzar la relación.
Tiempo formador o creador
Nuestro carácter se forja a través de nuestras vivencias, con lo bueno y lo malo, el pasado va formado nuestra existencia. Tras muchos rebotes en la vida, nos vemos un día disfrutando de la ella, y nos sorprendemos lo bien que marchan las cosas. También puede sorprenderte que algunas personas cambien, que aparezcan o incluso que ya no estén.
Esto se debe a que cada cosa tiene un espacio y su tiempo. Todo requiere de tiempo.
Por ejemplo, tal vez si estás estudiando una carrera, desde el primer día quisieras aprender todo y que una semana te titularas y aprendieras todo de rápido. estaría genial, pero no puede ser así. Para adquirir sabiduría necesitas de práctica y el desarrollo de habilidades y pruebas que sólo podrás obtener con el tiempo.
Esto mismo ocurre cuando las mujeres reciben la noticia de que están embarazadas, pues al momento de enterarse sueñan con tener al bebé de inmediato entre sus brazos, etapa que requiere de nueve meses, lapso en que el cuerpo humano necesita para formarse y llegar “perfecto” al mundo, listo para y adecuado para vivírlo.
En las relaciones de pareja o de amistades también ocurre esto, a veces pasa que estás tan enamorado que morimos porque nos entreguen el anillo de compromiso cuando la relación apenas va comenzando. Conocer a nuestra pareja a través de meses o incluso de años nos ayudará a tomar mejores decisiones, pues son temas de vida que no podemos andar tomando a la ligera.
Son muchos los ejemplos de porque el tiempo te ayudará a elegir mejor las cosas, todo está en que le “des tiempo al tiempo”.
Tiempo que no regresa
Hay tres cosas que no regresan: las palabras, el tiempo y las oportunidades.
Aquellos días felices de antaño que anhelamos, se quedaron en el ayer. No nos engañemos, los días transcurren y el tiempo, aunque lo deseemos, no vuelve. Y es cierto que por algunas personas o cosas, desearíamos retomarlo, lo único que tenemos es eso, el recuerdo. Pero para qué nos empeñamos en soñar en retomar el ayer; si volviera ¿qué haríamos?
Cuántas ocasiones nos la pasamos pensando en el “hubiera hecho”, “le hubiera dicho”, “hubiéramos ido”, en fin, una serie de aflicciones que no nos dejan en paz, esto al ver que las personas, edades o lugares ya no están y que haríamos lo que fuera porque regresarán.
Debes tener muy en claro que lo único seguro que tenemos es el presente, y con ello las posibilidades que tienes para que este sea lo mejor posible y mayormente aprovechado al máximo.
Dar lo mejor de ti a cada persona, momento y lugar te ayudará a sentirte bien, a que cada día que pase no dejes de sentirte bien por las cosas que haces. Irte a la cama pensando en que has dado todo te hará dormir con una gran sonrisa.
Expresar tu cariño o amor, lo que no te gusta o lo que quisieras hacer es primordial para que conforme pasen los días, tu ánimo y tu calidad de vida sean positivos.
Algo que no hay que olvidar es que la edad que tienes es la mejor edad, así que no tienes que sentirte mal por ser muy joven o más grande, el punto es que en la edad en la que te encuentres hagas lo que te haga sentir bien contigo mismo, esto lo lograrás a base de las experiencias que te va dando la vida.
Como verás dar tiempo, tener tiempo y aprovechar el tiempo te conducirán una ruta en la que “estar bien” será el único objetivo.
El tiempo todo lo resuelve con calma, podemos pensar que tiempo significa “mucho”, pero te sorprenderás cuando te des cuenta que todo se dará en el momento justo, perfecto, eso es el tiempo.

https://digitallpost.com.mx/mas/la-importancia-del-tiempo-en-nuestra-vida/

 

El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un tercer conjunto de eventos ni pasados ni futuros respecto a otro.

2.
LA EDAD MEDIA: MEDIR EL TIEMPO
El tiempo tenía para el hombre medieval dos referentes; el primero, de carácter físico, era el sol; el segundo, de carácter espiritual, eran las campanas de las iglesias.
Esto ponía de manifiesto la dependencia del ser humano respecto a la naturaleza
Las relaciones existentes entre el cómputo de la Pascua y el ciclo lunar y entre la Navidad y el solsticio de invierno, los dos hitos del calendario cristiano evidenciaron el papel de la Iglesia en la visión del tiempo entre los europeos.
Los tiempos litúrgicos se acomodaron a las grandes divisiones del año, las estaciones.
Al inicio del invierno, el Adviento anunciaba el nacimiento de Cristo.
Tras él, al comenzar la estación y terminar el año, las fiestas navideñas (Natividad, Circuncisión, Epifanía), estaban seguidas por un tiempo de purificación (de animales: san Antón, 17 de enero; de personas: la Candelaria, 2 de febrero; de conciencias: Cuaresma, recuerdo de los cuarenta días de ayuno de Cristo en el desierto).
Con la primavera, llegaba la Pascua (domingo después del primer plenilunio de la estación), la Ascensión y el Pentecostés.
Y con el verano, la festividad de san Juan (24 de junio), en pleno solsticio estival, recubriendo ritos cristianos del agua y el fuego, y, tras él, la Asunción de la Virgen (15 de agosto), la gran fiesta de la fertilidad de las cosechas.
La llegada del otoño, con la rendición de cuentas y rentas, se puso bajo el título de dos santos mediadores: Mateo, el recaudador (21 de septiembre) y Miguel, el arcángel encargado de pesar las almas (29 de septiembre).
Por fin, el año cristiano, pero también el de la actividad agrícola, ganadera y pesquera, concluía en torno a Todos los Santos (1 de noviembre), la conmemoración de los fieles difuntos (día 2), heredados de la tradición celta, y San Martín (11 de noviembre).
El ritmo semanal, resultado de dividir en siete el mes lunar de veintiocho días, estaba ya en la tradición caldea, pero fue el relato bíblico de la creación el que consagró seis días de trabajo y uno de descanso, en que está prohibido todo trabajo, incluso el viaje, si no es por motivo grave.
Así 52 domingos al año y otras tantas fiestas, numerosas sobre todo en mayo y diciembre, constituían los días de guardar, con obligación de oír misa y evitar obras serviles.
De esta forma, por cristianización de tradiciones previas o imposición de otras nuevas, la Iglesia se convirtió en la gran dominadora del tiempo en la sociedad europea.
Incluso, dentro del día, el ritmo de las horas se inspiraba en el de las previstas en las reglas monásticas y las campanadas de los templos se encargaban de recordarlas.
A lo largo del siglo XIV el ritmo de vida cotidiana en las principales ciudades de occidente experimentará una profunda modificación.
El tiempo, como bien divino que venía medido por la sucesión de campanas que anunciaban las horas canónicas, deja de ser elástico y gratuito para convertirse en un elemento mesurable y apreciable.
► IMPORTANCIA DEL TIEMPO
Los negociantes medievales descubrieron que la medida del tiempo era importante para la buena marcha de los negocios, pues la duración de un viaje, las alzas y bajas coyunturales de los precios o el periodo invertido por un artesano en la elaboración de un producto eran factores temporales que intervenían al final en los resultados económicos; es decir, se descubrió que el tiempo tenía su precio, por lo que era necesario controlar y medir su discurrir.
Tal como se ha mencionado anteriormente, hasta finales del siglo XIII la sociedad vivía sujeta a ritmos temporales marcados por el calendario agrícola, que estaba reafirmado por el calendario litúrgico, ambos tan inestables que el segundo dependía de un centro móvil, la conmemoración de la Pascua, fijado cada año en función del primer plenilunio después del solsticio de invierno.
En cuanto a lo que podemos llamar tiempo cotidiano la verdad es que el hombre europeo lo vivía sin preocupaciones por la precisión y sin demasiadas inquietudes por su rendimiento; el único sistema de referencia era el señalado por las horas canónicas que dividía el día en períodos, distribuidos por igual entre el día y la noche, registrado por medio de campanas: maitines (medianoche), laudes, prima, tercia, sexta (mediodía), nona, vísperas y completas; pero ni siquiera esto podía controlarse, porque los toques de prima y completas se hacían coincidir siempre, en cualquier época del año, con el alba y el crepúsculo, y a partir de ellos se computaban el resto de toques, con lo cual sólo en los equinoccios se conseguía, aproximadamente, delimitar fracciones temporales homogéneas.
Técnicamente, los relojes de agua, arena y sol constituían los únicos medios objetivos para medir el tiempo, pero eran tan rudimentarios y sujetos a circunstancias tan imponderables que no pueden tomarse en consideración.
 ►ORDENAR EL TIEMPO
No obstante antes del siglo XIII se había producido en algunos lugares una alteración en el control de ese tiempo cotidiano consistente en el desplazamiento de la nona, que desde su localización ideal en torno a las tres de la tarde había avanzado al mediodía; esta pequeña variación que no fue objeto de ningún tipo de interpretación en comentario por los contemporáneos ha sido explicada, finalmente, por Le Goff como debida a la necesidad de subdividir el tiempo de trabajo de forma más racional: la nueva situación de la hora nona permitía la división de la jornada de trabajo de sol a sol, en dos medias jornadas equivalente en cualquier época de año.
Se trata, posiblemente, del primer intento de intervenir en la ordenación del tiempo de todos por parte de la minoría dirigente.
Sin embargo, aún pasarán varios decenios hasta que se consigan los medios técnicos necesarios para llegar a controlar la división del día en 24 horas invariables y hacer público y notorio el paso del tiempo.
El afán de alcanzar las horas ciertas reflejadas en un reloj civil, a las que se refieren en 1335 los burgueses de Aire-sur-la-Lys, pequeña ciudad gobernada por el gremio de pañeros, a imagen y semejanza de lo que habían logrado unos años antes los de Gante y Amiens, se convierte en una lucha social que de manera imparable, y sin apenas resistencia, impondrá un nuevo género de vida a la sociedad urbana europea, comenzando por las áreas más industrializadas de Flandes, Italia y el norte de Francia, y que cien años después conduce a que rara era la ciudad o lugar de Europa que no contaba con uno o varios relojes para controlar el tiempo de sus habitantes.
Los primeros relojes no tenían ninguna precisión, se estropeaban con gran facilidad y dependían de un encargado que lo controlase, diese las campanadas y, en muchas ocasiones, lo ajustase tomando como referencia el viejo reloj de sol, el alba o el ocaso.
Lo más importante es lo que significaron, pues su propagación representa la muerte del tiempo medieval, un tiempo que A. Gurievich califica de prolongado, lento y épico.
El nuevo tiempo ya no es divino y propiedad exclusiva de Dios, sino que pasa a pertenecer al hombre, a cada uno de los hombres, y se tiene el deber de administrarlo y utilizarlo con sabiduría, pero que puede también comprarse y venderse.
Se convierte en herramienta de primer orden para el humanista, cuya virtud principal, la templanza, tendrá el atributo iconográfico del reloj.
Podemos decir que se produce la aparición de un carácter laico en el tiempo, en buena medida debido a los relojes.
La utilización de sistemas de medición del tiempo en las ciudades será fundamental para el desarrollo de las diversas actividades, siendo tremendamente importante la difusión de relojes a través de pesas y campanas que serían instalados en las torres de los ayuntamientos.
Los relojes municipales aportaban una mayor dosis de laicismo a la vida al abandonar la medición a través de las horas canónicas.
Era una manera de «rebelión» por parte de la burguesía que se vería reforzada con la aparición, posteriormente, de los relojes de pared.

https://historiaybiografias.com/edadmedia11/#gsc.tab=0 

 

3.

«Horas, Minutos, Segundos» Breve historia del origen del tiempo
Un 8 de febrero de 1879, Sandford Fleming, un ingeniero canadiense y un prolífico inventor, propuso la adopción del horario universal en una charla en la Royal Canadian Institute. Hoy, en Culturizando, te traemos una breve explicación para que entiendas mejor la historia, origen y mediciones del tiempo.
¿Quién fue Sandford Fleming?
Ingeniero nacido en Canadá en 1827, conocido especialmente por la creación del concepto del Horario Universal y del sistema horario de 24 horas correspondientes a los 24 husos horarios contados a partir del Antimeridiano de Greenwich, que actualmente se denomina Meridiano de 180 grados y que también se emplea ahora como Línea internacional de cambio de fecha.
Diseñó la primera estampilla o sello postal de Canadá y realizó una enorme labor de levantamiento topográfico y cartográfico por todo el país, encargándose de las labores de ingeniería del Ferrocarril Intercolonial y del Ferrocarril Canadiense del Pacífico (Canadian Pacific Railroad o CPR).
Fue miembro fundador de la Royal Society of Canada (Sociedad Real del Canadá) y fundador del Royal Canadian Institute, una organización científica y académica de Toronto.
El origen del tiempo y sus mediciones
En cuanto a los días y la duración de los mismos, todo comienza con los astros. Un día entero es el tiempo que toma que un punto de la tierra este enfrentado al sol en la misma posición dos veces. Este tiempo o período se divide en dos partes de 12 horas. Esta división del día fue adaptada primeramente por los romanos de la cultura egipcia.

Los egipcios dividían la noche basados en doce estrellas que aparecían sucesivamente durante toda la obscuridad, de esta manera se comenzó a dividir la noche en doce partes. Por similitud a este juego de astros el día también se dividió en doce partes.
El término «horas» proviene de la mitología griega. Las doce horas representaban a las «doce hermanas», las cuales en un principio eran tres: Talo, Carpo y Auxo. Ellas eran hijas de Zeus y Temis, y las tres servían a los dioses y protegían las puertas del Olimpo. También eran las encargadas del orden de la naturaleza y determinaban la fertilidad de la Tierra.
En cuanto a las horas esto se debe a los estudios astronómicos del pueblo babilónico, el cual utilizaba el sistema sexagesimal para sus cálculos astronómicos. De esta manera, tenemos horas de sesenta minutos y minutos de sesenta segundos.
El término minutos proviene del latín «minutus» lo cual significa pequeño, y el termino segundos viene del latín «secundus», lo cual significa «que sigue a lo primero» o «segundo».

https://culturizando.com/horas-minutos-segundos-breve-historia/
 

  

4.
Cómo funcionan los relojes atómicos y por qué sin ellos el mundo se hundiría en el caos
30 de julio de 2022
 Estoy mirando una señal de advertencia dentro de un laboratorio en Londres: "No toques el máser", dice.
Está unida a una caja negra grande, sobre ruedas, montada en una carcasa protectora de acero.
Resulta que es una caja bastante importante, y el letrero está ahí por una razón. No es algo peligroso, pero si tuviera que manipular el dispositivo, podría interrumpir el conteo del tiempo.
Este es uno de los pocos dispositivos de su tipo que se encuentran en el Laboratorio Nacional de Física (NPL, en inglés) en el suroeste de Londres, que ayuda a garantizar que el mundo tenga un conteo preciso de segundos, minutos y horas. 
Se llaman máseres de hidrógeno y son relojes atómicos extremadamente importantes. Junto con otros 400, ubicados en todo el mundo, ayudan al planeta a definir qué hora es con una precisión de nanosegundos. 
Sin estos relojes, y las personas, la tecnología y los procedimientos que los rodean, el mundo moderno se hundiría lentamente en el caos. Para muchas industrias y tecnologías de las que dependemos, desde la navegación por satélite hasta los teléfonos móviles, el tiempo es un suministro.
Pero ¿cómo llegamos a este sistema compartido de cronometraje en primer lugar? ¿Cómo se mantiene preciso y cómo podría evolucionar en el futuro?
Las respuestas implican mirar más allá del reloj para explorar qué hora es en realidad. El tiempo es más una construcción humana de lo que parece a primera vista.
Un conteo moderno
No siempre fue el caso que todos en el mundo mantuvieran la misma hora. Durante siglos, fue imposible, y el tiempo solo podía ser definido localmente por el reloj más cercano.
En un lugar era mediodía, pero en las cercanías eran las 12:15. Tan recientemente como en la década de 1800, EE.UU. operaba con cientos de estándares de tiempo diferentes, definidos por las ciudades y los administradores de ferrocarriles locales. 
Parte de la razón era que no había una forma factible de sincronizar todos los relojes de un país, y mucho menos de todo el mundo.
Durante gran parte de la historia humana, esto no importó: las personas trabajaban cuando lo necesitaban, no viajaban muy lejos y, si querían saber la hora, podían averiguarlo consultando un reloj de sol cercano o uno de la ciudad, o escuchando las campanadas de la iglesia.
Sin embargo, a medida que despegaba la era industrial, quedó claro que las cosas tenían que cambiar. En algunos casos, resultó en algo mortal. Por ejemplo, en Nueva Inglaterra (EE.UU.) a mediados del siglo XIX, dos trenes chocaron de frente, matando a 14 personas, porque uno de los conductores estaba usando un "feo reloj prestado" que no estaba sincronizado con el de su colega.
Para operar de manera efectiva, las economías en crecimiento necesitaban un mejor sentido compartido de la hora precisa: para que las fábricas pudieran emplear trabajadores en las mismas horas, los trenes pudieran salir y llegar a una hora convenida, o que los banqueros pudieran marcar la hora de las transacciones financieras.
Como señaló una vez el historiador Lewis Mumford, fue el reloj, no la máquina de vapor, lo más importante de la Revolución Industrial.
Las máquinas de vapor impulsaron las fábricas y el transporte, pero no pudieron sincronizar a a las personas y sus actividades. 
Durante un tiempo, el principal intermediario de este nuevo tiempo compartido fue el observatorio de Greenwich, en Londres. Los relojes mecánicos avanzados que se había allí mostraban la hora "verdadera": la hora del meridiano de Greenwich (GMT).
En 1833, los cronometradores agregaron una pelota a un mástil en el observatorio de Greenwich. Caería a las 13:00 todos los días, para que los comerciantes, las fábricas y los bancos pudieran reajustar los relojes que lo necesitaran.
Unos años más tarde, la hora GMT se distribuyó por telegrama por todo el país como la "hora ferroviaria", lo que aseguró que toda la red de trenes de Reino Unido estuviera sincronizada. En la década de 1880, la señal horaria de Greenwich se envió a través del Atlántico por un cable submarino hasta Harvard, Massachusetts.
Y en la Conferencia Internacional de Meridianos en Washington DC, más de 25 países decidieron que la GMT debería convertirse en el estándar de tiempo internacional. 
A principios del siglo XX, la BBC comenzó a tener un rol ayudando a difundir el tiempo preciso. Cuando la corporación comenzó a transmitir radio en todo el mundo, incluyó una serie de "pips" en la hora, que en ese momento se generaban en Greenwich. Hoy los genera la BBC y son seis en total, con la hora marcada por el inicio del pip final, que es más largo. Otros países también los tienen: en Finlandia, se los conoce como el "pipit", por ejemplo. Sin embargo, lamentablemente, la radio digital ha disminuido su precisión, porque la conversión de la señal agrega un ligero retraso. 
A medida que pasaron las décadas, se hizo evidente que se requería una mejor forma de sincronizar el tiempo.
Para brindar una hora precisa, todos los relojes requieren un proceso periódico y repetitivo, ya sea un péndulo oscilante o las oscilaciones electrónicas de un cristal de cuarzo.
Los relojes de Greenwich se calibraron usando el tiempo que le tomaba al Sol alcanzar la misma posición en el cielo después de un día. Por lo tanto, su péndulo era la Tierra misma, girando a un ritmo aparentemente predecible. (Esto también se aplica al Tiempo Universal, que reemplazó a la GMT en 1928).
Sin embargo, en el siglo XX, los científicos se dieron cuenta de que la rotación de nuestro planeta se acelera y se ralentiza a lo largo de los años, debido a los efectos gravitatorios de la Luna, el Sol y otros planetas, los cambios geológicos dentro del núcleo y el manto terrestres, e incluso los cambios oceánicos y climáticos.
En 1900, giraba casi 4 milisegundos más lentamente, en promedio, que a principios del presente siglo. Entonces, mientras que los mejores cronometradores del mundo podían presumir una mayor precisión que el reloj promedio, ellos mismos estaban equivocados acerca de la hora "verdadera".
 
Los átomos permiten una medición del tiempo más precisa.
 
Reloj atómico
Alrededor del mismo período, los físicos cuánticos sugirieron que los átomos podrían funcionar mucho mejor para medir el tiempo que la rotación de la Tierra. Al aplicar una frecuencia específica de radiación electromagnética a un átomo, sus niveles de energía cambian.
Se puede utilizar un contador electrónico para realizar un seguimiento de estas transiciones. Como un péndulo oscilante, esto constituye un proceso periódico estable sobre el cual se calcula una escala de tiempo. Esa es la base del "reloj atómico". 
Son tan precisos que si basáramos completamente nuestro mundo en ellos, eventualmente el tiempo se apartaría de la noche y el día, de modo que el Sol saldría a las 18:00 en la noche. Es por eso que los cronometradores del mundo agregan segundos bisiestos de vez en cuando.
Los máseres de hidrógeno en Londres son algunos de los relojes atómicos más importantes del mundo. Hay varios cientos más en todo el mundo, operados por institutos nacionales de metrología, y son los nuevos árbitros del tiempo para todos nosotros.
Pero no es tan simple como leer su hora: ningún reloj atómico es perfecto, debido a cosas como los efectos gravitacionales locales o las diferencias entre sus componentes electrónicos.
Por lo tanto, los metrólogos necesitan eliminar esas imperfecciones. Así es como funciona: un laboratorio registra y refina la información de tiempo de su banco de relojes atómicos, los máseres de hidrógeno, aplicando la corrección ocasional si el reloj parece estar a la deriva (los metrólogos llaman a esto "dirección" y lo hacen usando equipos para definir la duración de un segundo... volveremos a eso más adelante).
En Londres, el NPL envía la información a la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM) en París. Los cronometradores del BIPM crean un promedio de todas esas medidas, dando peso adicional a los relojes con mejor rendimiento. Se realizan más ajustes y, finalmente, este proceso arroja lo que se denomina Tiempo Atómico Internacional (TAI).
Si bien la mayoría de las personas no necesitan conocer el tiempo hasta un nanosegundo, muchas industrias y tecnologías sí.
"La navegación por satélite es uno de los campos donde se requiere alta precisión, pero hay otros", dice el metrólogo Patrick Gill.
"La sincronización de comunicaciones, la distribución de energía y el comercio financiero requieren un tiempo de alta precisión". 

Las nuevas tecnologías también traen demandas adicionales: la red 5G se basa en una sincronización precisa, por ejemplo, al igual que la tecnología de navegación que guía a los vehículos autónomos.
Sin embargo, la cuestión es que el TAI sigue siendo una construcción de un tiempo de reloj hipotético "verdadero": una medida que el mundo simplemente está de acuerdo en cumplir.
Hay otra razón, y se reduce a una pregunta fundamental: ¿qué es exactamente un segundo? A lo largo de los años, la definición de esta unidad ha cambiado y, por lo tanto, también nuestra definición de tiempo. Es más, podría cambiar una vez más pronto.
Redefiniendo el segundo
Solía ser que el segundo se definía como 1/86.400 del día solar medio: el tiempo promedio que tarda el Sol en llegar al mismo punto en el cielo al mediodía, lo que toma aproximadamente 24 horas.
En otras palabras, esto se basó en la rotación de la Tierra, que ahora sabemos que es irregular. El segundo, según esta definición, habría sido más largo en 1900 que en 1930, cuando la rotación media del planeta era más rápida.
A mediados del siglo XX, los metrólogos decidieron que esto no funcionaría. Entonces, crearon una nueva definición para el tiempo. En 1967, se decidió que el segundo debería basarse en un valor numérico fijo de la transición hiperfina del estado fundamental de cesio no perturbado. "Es un poco complicado", admite Gill. ¿Así que, qué significa?
Fundamentalmente, es solo otro proceso periódico y repetitivo, la base de todo cronometraje. Si bañas átomos de cesio en microondas, liberan más radiación electromagnética, con una frecuencia específica que depende de los niveles de energía dentro del átomo. Al medir esta frecuencia, como contar las oscilaciones del péndulo, puedes medir el paso del tiempo.
Se eligió esta definición porque el cesio es confiable como isótopo: prácticamente todos los átomos en una muestra responderán a la radiación electromagnética de la misma manera.
Además, en el siglo XX, las frecuencias de microondas podían medirse con mayor precisión y fiabilidad que las frecuencias más altas del espectro electromagnético. Quizás sea similar a la forma en que se puede medir el latido del corazón con un cronómetro, pero se necesita una tecnología más avanzada para medir la frecuencia de las alas de una mosca.
Sin embargo, a medida que la ciencia ha avanzado, y las nuevas tecnologías requieren un tiempo cada vez más preciso, los metrólogos han comenzado a contemplar una nueva definición para el segundo. No sucederá de la noche a la mañana, tal vez en la década de 2030, pero marcará el mayor cambio en el cronometraje compartido desde la década de 1960. 
En los laboratorios como el NPL, los científicos ahora están experimentando con nueva tecnología óptica, con la esperanza de que dentro de la próxima década, el segundo sea redefinido.
El tiempo como construcción
El tiempo del reloj es lo que acordamos y no es el tiempo verdadero.
Sin embargo, este acuerdo es una necesidad para vivir y trabajar dentro de las sociedades modernas. Si volviéramos a los días en que todo el tiempo se definía localmente, muchas de nuestras tecnologías dejarían de funcionar, los trenes chocarían y los mercados financieros colapsarían.
Nos guste o no, el mundo se basa en el tiempo del reloj.
Sin embargo, puede ser esclarecedor considerar cuáles son realmente los cimientos de esta construcción. Cuando piensas en el tiempo como lo hace un metrólogo, el tiempo se convierte en algo diferente.
De vuelta en el NPL, mientras leo el cartel de "no tocar el máser", le pregunto a uno de los científicos si él es un buen cronometrador: ¿es personalmente puntual, por ejemplo? "Oh, solo pienso en nanosegundos", dice bromeando.

https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-62356418 

 

5.
Por qué es hora de redefinir qué es un segundo (y qué misterios del universo nos ayudaría a revelar)
19 de mayo de 2022 
¿Tienes un minuto para hablar del segundo?
La medida fundamental del tiempo, de la cual dependen la mayoría de las demás magnitudes en nuestro sistema de medidas, no ha variado desde hace más de 70 años.
El avance de la tecnología, sin embargo, indica que es el momento de actualizar la definición de qué es un segundo, para hacerla más precisa.
Así lo consideran los investigadores de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por su siglas en francés), ubicada en París, Francia.
Este organismo es el encargado de establecer los estándares en los sistemas de unidades medidas a nivel mundial.
Los metrólogos del BIPM, junto a expertos en varios países, se preparan cambiar la forma en la que miden un segundo.
Es una operación bastante delicada, cuyo resultado puede ser clave para cambiar la forma en la que entendemos el universo.
¿Qué es un segundo?
El segundo es la unidad base para la medida del tiempo en el sistema internacional de medidas.
De hecho, otras unidades base como el metro (longitud), el kilo (masa), el amperio (corriente) y el kelvin (temperatura) se definen en términos del segundo.
Así, por ejemplo, el BIPM define al metro como "el trayecto recorrido por la luz en el vacío durante un tiempo de 1/299.792.458 de segundo".
Durante milenios, la humanidad se ha valido de la astronomía para definir sus unidades de tiempo.
Pero desde 1967 la definición del segundo se traza a partir de la observación de los átomos.
Eso se debe a que los átomos se comportan de manera más precisa que la rotación de la Tierra, que no es perfectamente uniforme.
Los científicos han observado que durante millones de años la Tierra ha ido rotando más lento, haciendo que, en promedio, los días se alarguen 1,8 milisegundos cada siglo.
Así, por ejemplo, hace 600 millones de años, un día duraba apenas 21 horas.
Y para colmo, en 2020 varios estudios mostraron que durante los últimos 50 años el planeta había comenzado a girar más rápido.
Entonces, aunque sea imperceptible, el "segundo astronómico" no es siempre igual.
Las partículas atómicas, en cambio, se mueven de manera más precisa y predecible.
El segundo atómico
Fue así que desde 1967 el segundo comenzó a definirse con base en la oscilación de las partículas de los átomos de cesio 133 al ser expuestas a un tipo especial de microondas.
Al dispositivo encargado de hacer esta medición se le conoce como reloj atómico.
Bajo estas microondas, los átomos de cesio 133 se comportan como un péndulo que "oscila" 9.192.631.770 cada segundo.
En ese momento, el segundo que se tomó como referencia para contar las oscilaciones estaba basado en la duración de un día del año 1957, que se había determinado a partir del comportamiento de la Tierra, la Luna y las estrellas.
De esa manera, el BIPM estableció que la medida oficial del segundo se definiría a partir de la cantidad de oscilaciones de las partículas átomos de cesio 133.
Así, en palabras sencillas, hoy el segundo se define como el tiempo que le toma al cesio oscilar 9.192.631.770 veces.
El nuevo segundo
Pero esa definición parece tener sus días contados.
Desde hace cerca de una década existen los relojes ópticos atómicos, que tienen la capacidad de observar el "tic tac" de átomos que oscilan mucho más rápido que el cesio.
Algunos cuentan los tic tac del iterbio, el estroncio, el mercurio, o el aluminio, por ejemplo.
Es como si al reloj atómico se le pusiera un lupa con la cual logra detectar más oscilaciones, con lo cual puede definir el segundo con mayor precisión.
Además, hoy existen decenas de estos relojes ópticos en varios países, con lo cual se espera, como ya lo han mostrado algunos experimentos, que se puedan comparar las mediciones que hacen entre ellos, a manera de comprobación de los resultados.
El BIPM planea usar los relojes ópticos atómicos para medir el segundo, pero aún trabajan en los criterios para hacer esa medición.
Lo más importante es comprobar la precisión que prometen los relojes ópticos, según le dice a BBC Mundo Gèrard Petit, investigador del equipo de Tiempo del BIPM.
Hasta el momento, las mejores comparaciones de relojes ópticos han sido entre relojes en un mismo laboratorio.
El reto, dice Petit, es comparar varios relojes de distintos laboratorios.
Además, hay que elegir el elemento de la tabla periódica cuyo átomo será utilizado como referencia en reemplazo del cesio.
Además, los relojes ópticos atómicos son dispositivos tremendamente complejos, muchos de ellos requiere todo un laboratorio para su operación.
Algunos desafìos que enfrentan estos aparatos son, por ejemplo, emitir el tipo de luz láser exactamente precisa para hacer que los átomos oscilen de manera correcta; o tener pulsos de láser ultra veloces con intervalos mínimos, para que no se les escapen las oscilaciones que deben contar, según explica al portal Live Science el investigador Jeffrey Sherman, de la División de Tiempo y Frecuencia del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de Estados Unidos.
Si todo sale según los planes, en junio comenzará a definirse los criterios y el nuevo segundo debe comenzar a estar vigente a partir de 2030, según indica Petit.
"Son operaciones y comparaciones complejas", dice.
Revelando misterios
¿Qué va pasar cuando cambie la definición del segundo?
"Nada", dice Petit riendo.
La principal razón para actualizar el segundo es mantener las cosas en orden.
La estructura de medidas del mundo depende del segundo.
"Durante un tiempo es posible vivir con una definición que no sea la más precisa, pero después de un tiempo se vuelve ininteligible", dice Petit.
"En la práctica, en la vida diaria, puede que no cambie nada, pero en la ciencia si es necesaria una definición que esté basada en la mejor medición posible".
Además, medir el tiempo de manera ultraprecisa puede ayudarnos a entender fenómenos hasta ahora incomprendidos.
El NIST explica, por ejemplo, que los relojes ópticos ya se han utilizado para medir la distorsión del espacio-tiempo que describe la teoría de la relatividad de Einstein.
Los relojes ópticos son tan precisos que pueden mostrar una diferencia entre dos relojes que difieren en la elevación por tan solo un centímetro.
Eso se debe a que debido a la gravedad, el tiempo corre más lento a nivel del mar que a grandes alturas como el monte Everest, por ejemplo.
Estos relojes ultraprecisos también podrían servir para detectar la enigmática materia oscura, un componente del que está hecho el 25% del universo pero del que poco se sabe.
Con esta tecnología, los científicos podrían detectar ese "algo" que influye sobre la materia ordinaria y el espacio-tiempo.
Y también podrían dar pistas sobre las ondas gravitacionales primordiales, que son ecos del Big Bang que deforman el espacio-tiempo, como una piedra que se lanza sobre un lago.
Los relojes atómicos podrían ser capaces de detectar esas deformaciones y darnos más pistas sobre el incio de nuestro universo.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-61465009

 

6.

 Por qué no hay una hora correcta pero sí una hora exacta
12 marzo 2017
En 1845, le añadieron un detalle curioso al reloj de la iglesia de St John en Exeter, Inglaterra occidental: otra manecilla que se movía con 14 minutos de atraso con relación a la original.
La razón, como explicó el semanario local, era "una cuestión de gran conveniencia pública", pues le permitía al reloj mostrar "el horario de los trenes así como la hora correcta en Exeter".
El sentido humano del tiempo siempre ha sido definido por el movimiento planetario.
Empezamos a hablar de "días" y "años" desde mucho antes de que supiéramos que la Tierra rota sobre su eje y que orbita el Sol; de la Luna creciente y menguante concebimos la idea del mes. El tránsito del Sol por el cielo nos dio palabras como "mediodía".
Sin embargo, el momento exacto en el que nuestra estrella alcanza su cenit depende, por supuesto, del lugar desde el que lo estemos mirando. Si estás en Exeter, lo verás unos 14 minutos después que alguien que esté en Londres.
Cuando los relojes se volvieron comunes, la gente, naturalmente, los ajustó de acuerdo a sus observaciones celestiales locales.
Eso no era problema si necesitabas coordinar citas con tus vecinos: si estás en Exeter y acuerdas reunirte con alguien que está ahí a las 7 p. m., no importa si en Londres -a 300 kilómetros de distancia- piensan que son las 7:14 p. m.
Pero apenas un tren conectó a Exeter con Londres -deteniéndose en otras múltiples ciudades, todas con su propia idea de qué hora era-, se toparon con una pesadilla logística.
Las primeras tablas con los horarios de los trenes valientemente le informaban a los viajeros que "la hora de Londres es unos 4 minutos más temprano que en Reading, 7 y medio minutos anterior a la de Cirencester...". Y claro, muchos quedaban completamente confundidos.
Lo peor, no eran sólo los pasajeros sino también los conductores y encargados de la señalización los que no entendían, aumentando el riesgo de accidentes.
Es por eso que los ferrocarriles adoptaron el "horario del tren": lo basaron en el Greenwich Mean Time -GMT-, dictado por el famoso observatorio en el barrio londinense de Greenwich.
Algunas autoridades municipales rápidamente notaron cuán útil era estandarizar el tiempo en todo el país, y ajustaron sus relojes.
Otras resintieron esa imposición de la metrópolis, y se aferraron a la idea de que su tiempo era -como decía el semanario de Exeter, no sin cierto encanto- "el tiempo correcto".
Por varios años, el deán de Exeter rehusó cambiar la hora del reloj de la catedral de la ciudad.
La hora precisa
De hecho, no existe "la hora correcta".
Como el valor del dinero, se trata de una convención cuya utilidad se deriva de la aceptación generalizada de los otros.
Lo que sí existe es la hora precisa o exacta.
Esa data de 1656, y se lo debemos a un holandés llamado Christiaan Huygens.
Había relojes antes de Huygens, por supuesto. Los antiguos egipcios y los persas del Medioevo tenían relojes de agua; otros marcaban el paso del tiempo con marcas en velas.
No obstante, hasta los artilugios más precisos se desfasaban hasta en 15 minutos al día.
Eso no importa mucho si eres un monje que quiere saber cuándo empezar a rezar. Pero la incapacidad de medir el tiempo con precisión tenía una importancia económica enorme cuando se trataba de la navegación.
Observando el ángulo del Sol, los marinos podían calcular su latitud: el lugar en el que estaban entre el norte y el sur.
Pero la longitud -entre este y oriente- era algo que tenían que adivinar. Y cuando adivinaban mal, atracaban en lugares a cientos de kilómetros de donde debían estar, en el mejor de los casos. En el peor, chocaban y naufragaban.
¿Cómo ayudaba saber la hora precisa?
¿Te acuerdas por qué la hora de los relojes de Exeter difería 14 minutos de la de Londres, a 300 kilómetros?
Si sabes que son las 12:00 GMT, puedes observar el Sol en donde estés, calcular la diferencia del tiempo y deducir la distancia.
El reloj de péndulo de Huygens era 60 veces más preciso que cualquiera de los anteriores.
Aunque no lo suficiente. Además, los péndulos no se balancean muy bien en la cubierta de un barco.
Los reyes de las naciones marítimas estaban muy conscientes del problema con la longitud y ofrecían premios por resolverlo, algo que finalmente logró un inglés llamado John Harrison, con un aparato que perdía sólo dos segundos al día.
Para qué tanta exactitud
Desde la época de la intransigencia del deán de Exeter, el mundo entero acordó adoptar una "hora correcta", el tiempo universal coordinado, o UTC, mediado por varios husos horarios.
Usualmente, las zonas correspondientes a los husos mantienen la convención de que el mediodía es vagamente cercano al cenit del Sol.
Pero no siempre: desde que Mao Zedong declaró que toda China tendría la misma hora que Pekín, los residentes del occidental Tíbet y Sinkiang han escuchado las campanadas de sus relojes anunciando que son las 12:00 poco después del amanecer.
Entretanto, desde Huygens y Harrison, los relojes se han vuelto mucho más precisos. El UTC lo dan relojes atómicos, que miden oscilaciones de los niveles de energía de electrones. Su desfase es de menos de un segundo cada cien millones de años.
¿Para qué se necesita tanta exactitud? No planeamos nuestros días en milisegundos. La verdad es que los relojes de pulsera muy exactos siempre han sido artículos que denotan prestigio no practicidad.
Pero hoy en día hay lugares en los que los milisegundos importan.
El tiempo es dinero
Uno de ellos es el mercado bursátil: se pueden ganar fortunas explotando una oportunidad de arbitraje un instante antes que los competidores.
Es tan importante para los que juegan a la bolsa que unos financieros calcularon recientemente que valía la pena gastar US$300 millones perforando montañas entre Chicago y Nueva York para colocar cables de fibra óptica en una línea ligeramente más recta. Eso aceleró la comunicación para los intercambios entre las dos ciudades en tres milisegundos.
Ante eso, es razonable cuestionar si esa es la infraestructura más socialmente útil que tal cantidad de dinero podría haber comprado, pero la obra ya está hecha.
El mantenimiento preciso del tiempo universalmente aceptado también es importante para las redes de computación y comunicaciones.
Pero quizás el impacto más significativo del reloj atómico -como lo fue primero con los barcos y luego con los trenes- ha sido en los viajes.
Para ir por el camino correcto
Hoy en día, nadie necesita navegar guiado por el ángulo del Sol: tenemos GPS.
El más básico de los teléfonos inteligentes puede localizarte recogiendo señales de una red de satélites: debido a que sabemos donde debe estar cada uno de esos satélites en el cielo en un momento dado, triangulando sus señales te dice dónde estás en la Tierra.
Es una tecnología que ha revolucionado todo, desde la navegación hasta la aviación, la topografía y el senderismo. Pero sólo funciona si la hora en todos esos satélites es la misma.
Los satélites GPS suelen llevar cuatro relojes atómicos, hechos de cesio o rubidio.
Huygens y Harrison no podrían haber ni imaginado algo tan preciso y sin embargo aún no es suficiente: pueden identificar mal tu posición por un par de metros.
Es por eso que los automóviles de conducción automática necesitan sensores, además de GPS: en la carretera, un par de metros es la diferencia entre mantenerse en el carril y una colisión frontal.
Mientras tanto, los relojes continúan avanzando: los científicos han desarrollado recientemente uno basado en un elemento llamado iterbio, que no habrá perdido más de un centésimo de segundo cuando el Sol muera y se trague la Tierra, en unos 5.000 millones de años.
¿Cómo podría esta precisión extra transformar la economía de ahora en adelante?
Sólo el tiempo lo dirá.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-39220069 

 

7.
LA IMPORTANCIA DEL MANEJO DEL TIEMPO PARA LA VIDA
Diciembre 30, 2020 
Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo. Proverbio árabe.
El tiempo es un recurso muy escaso e irremplazable, incluso podríamos decir que indefinible. Es intangible, no podemos variarlo, retrocederlo o adelantarlo.
Los seres humanos comprendemos y utilizamos el tiempo como una medida que nos permite situar algo sobre una línea cronológica para expresar cambios entre dos momentos determinados. En consecuencia, igual que cualquier escala de medición, la manera en que lo calculamos es un invento del hombre. De hecho, tenemos la noción de cuán importante es y para medirlo en cuestión de minutos y segundos, necesitamos relojes. Con ellos podemos auto examinarnos y tener una herramienta práctica para su manejo. Sin embargo, a pesar de buscar formas de medir el tiempo, su desperdicio es un mal que afecta mucha gente. A pesar de que cada nuevo día el tiempo es repartido equitativamente y que todos tenemos la misma cantidad, a algunas personas no les alcanza, para otras es justo el que necesitan y a otras pareciera que les sobra, entonces lo malgastan. Lo que pasa es que, aunque todos sabemos que el tiempo es transitorio, no para todos transcurre con la misma velocidad ni de la misma manera. 
Es común escuchar que el tiempo es oro o dinero, pero en realidad no lo es. Es posible hacer dinero, pero nadie puede hacer tiempo, lo cual nos permite concluir que por ser más valioso que la riqueza, debemos pensar seriamente cuál es la mejor forma de invertirlo, teniendo claridad sobre cuáles son las actividades en las que se pierde tiempo, así como en las interrupciones y distracciones y qué hacer para controlarlas.
La buena administración del tiempo requiere comprender la diferencia entre el tiempo lógico y el tiempo cronológico, entre el tiempo cronos y el tiempo kairos, entre el tiempo horizontal y el tiempo vertical. 
La gestión del tiempo requiere de la enunciación de lo verdaderamente importante en cada uno de los roles en los que nos desempeñamos y, consecuentemente con ello, la definición de los objetivos que deseamos alcanzar, dejando de tener comportamientos reactivos frente a las cosas que van llegando por lo que asumimos las tareas como vienen, cuando lo correcto es realizarlas de acuerdo con su nivel de importancia. La buena noticia es que con un poco de esfuerzo y algunas prácticas sencillas, se puede lograr un manejo más productivo.
Teniendo conciencia de lo anterior, deberíamos administrarlo correctamente; hacerlo es prioritario, es tal vez la principal de las tareas y muy complicada, por cierto. Ojalá comprendiéramos que como la vida no es más que tiempo, estamos urgidos de alcanzar su correcta administración.

https://www.egresadosudistrital.edu.co/blog/importancia-manejo-tiempo.html





Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
Agosto de 2022
Portal MUNDO MEJOR: http://www.mundomejorchile.com/
Correo electrónico: isp2002@vtr.net