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Patrice
Lumumba

1.
Héroe antiimperialista de la República Democrática del Congo
“Sin
dignidad no hay libertad, sin justicia no hay dignidad, y sin independencia no
hay hombres libres.”
Patrice Lumumba
Líder nacionalista
africano
Patrice Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en Onalua, Katakokombe, Congo.
Fue un líder anticolonialista y el primero en ocupar el cargo de primer
ministro de la República Democrática del Congo, entre junio y septiembre de
1960. Su educación fue autodidacta, como consecuencia de ser expulsado de
varias escuelas misionales. En 1958, decepcionado por las escasas posibilidades
de acción social que le permitían las autoridades coloniales belgas, Patrice
Lumumba tomó la decisión de orientarse hacia la lucha por la descolonización de
actual República Democrática del Congo. Así, fundó el Movimiento Nacional
Congolés, partidario de crear un Estado independiente y laico, cuyas
estructuras políticas unitarias ayudaran a superar las diferencias tribales
creando un sentimiento nacional. El movimiento se convirtió en el primer
partido político de ámbito nacional. Al mismo tiempo, Lumumba se convirtió
rápidamente en el principal líder político del país y, con el paso del tiempo,
fue ganándose poco a poco el aprecio de otros líderes nacionalistas africanos,
como Kwame Nkrumah, imponiéndose también a los restantes dirigentes autóctonos
del Congo a partir de la Mesa Redonda de Bruselas, que preparó el camino a la
independencia.
El 30 de junio de 1960, Lumumba pronunció un discurso histórico contra el
racismo de los colonos en presencia del rey Balduino de Bélgica, durante la
ceremonia oficial que marcó el nacimiento de la República Democrática del
Congo.
El día siguiente, 1° de julio, Lumumba forjó el primer gobierno nacional,
con Joseph Kasavubu como presidente y él como primer ministro, y proclamó la
independencia. Los empresarios belgas, viendo sus intereses económicos
amenazados, promovieron a través de los jefes militares belgas la rebelión de
algunas unidades del ejército. En la confusión, la provincia de Katanga, región
donde se encuentran las principales reservas mineras, se declaró república
independiente, bajo la dirección de Moise Thombe. Con la excusa de proteger a
su población, Bélgica envió tropas a Katanga en un intento de, mediante sus
armas, sostener el gobierno secesionista. Ante esta situación, el gobierno de
Kinshasa recurrió a la Organización Naciones Unidas (ONU) para expulsar a los
belgas y ayudar a restaurar el orden. Las tropas belgas se negaron a evacuar, y
continuaron apoyando la secesión de Katanga. Ante la negativa de la ONU a
intervenir para acabar con la guerra katangueña, Lumumba solicitó ayuda a la
Unión Soviética. En agosto reunió a los principales líderes africanos en
Kinshasa, pidiéndoles unificar fuerzas con el gobierno del Congo. Estos
movimientos en busca de apoyo, aunados a la ideología marxista de Lumumba,
alarmaron a los poderes Occidentales y presionaron al presidente Joseph
Kasavubu para acabar con él, cosa que hizo. El 5 de septiembre de 1960 se le
destituyó del gobierno. Días después, el 14 de ese mismo mes, el coronel Joseph
Mobutu, jefe del ejército congolés, asumió provisionalmente el control
político. La ONU proporcionó protección a Lumumba, pero el 2 de diciembre,
temiendo por su seguridad, el líder independentista intentó llegar por avión a
Kisangani, donde contaba con mayor apoyo, pero fue detenido por el ejército.
Patrice Lumumba fue asesinado el 17 de enero de 1961. Su muerte fue la
culminación de dos planes de asesinato interrelacionados de los gobiernos
estadounidense y belga, que utilizaron cómplices congoleños y un escuadrón de
ejecución belga para llevar a cabo el acto. Lumumba es recordado como un héroe
nacional y un ícono de la resistencia anticolonial y antiimperialista.
https://www.cndh.org.mx/noticia/patrice-lumumba-heroe-antimperialista-de-la-republica-democratica-del-congo
2.
Patrice Lumumba
Dirigente de la emancipación del Congo (Katako-Kombé, Kasai, 1925
- Elisabethville, Katanga, 1961). Procedente de una de las regiones más pobres
del centro del Congo belga, se instaló en 1947 en la capital de la colonia,
Léopoldville (la actual Kinshasa). Su educación fue autodidacta, tras haber
sido expulsado de varias escuelas misionales. Pronto se hizo notar en los
movimientos asociativos indígenas por su militancia en favor de ideales
igualitarios, antiimperialistas y pacifistas.
Defraudado por las escasas
posibilidades de acción social que le
permitían las autoridades coloniales belgas, desde 1958 se
orientó
decididamente hacia la lucha por la descolonización del Congo;
fue entonces
cuando fundó el Movimiento Nacional Congolés, partidario
de crear un Estado
independiente y laico, cuyas estructuras políticas unitarias
ayudaran a superar
las diferencias tribales creando un sentimiento nacional. En los
años siguientes fue ganándose el aprecio de otros
líderes
nacionalistas africanos (como Kwame Nkrumah)
y se impuso a los restantes dirigentes autóctonos del Congo con
motivo de la
Mesa Redonda de Bruselas, que preparó el camino a la
independencia (1960). Las
elecciones de aquel mismo año dieron el triunfo a su movimiento,
que demostró
ser el único con implantación en todo el país.
Convertido en primer ministro por el triunfo electoral, Lumumba
aceptó un compromiso cediendo la presidencia de la República al líder moderado Joseph
Kasavubu, partidario de una organización federalista del Estado que dejara
subsistir las peculiaridades regionales (1960). Aun así, no pudo impedir que la
precipitada retirada del ejército belga diera paso al caos político y social,
con motines, pronunciamientos militares, ataques a la población blanca y
disturbios generalizados.
La rebelión fue especialmente grave en la región minera de
Katanga, que se declaró independiente bajo el liderazgo de Moïse Tshombé;
Lumumba denunció que esta secesión había sido promovida por el gobierno belga
en defensa de los intereses de la compañía minera que explotaba los yacimientos
de la región. Lumumba pidió ayuda a la ONU, que envió un pequeño contingente de
«cascos azules» incapaces de restablecer el orden, pero rehusó inmiscuirse en lo
que consideró un «asunto interno» del Congo.
Viéndose aislado, recurrió al apoyo de la Unión Soviética, con lo
que amenazó directamente los intereses occidentales en el marco de la
confrontación entre las superpotencias; un golpe de Estado militar protagonizado
por el coronel Mobutu
Sese Seko -aliado enseguida con el presidente Kasavubu- se hizo con el
control del poder en todo el Congo occidental.
Lumumba fue destituido y apresado cuando intentaba reunirse con
sus partidarios, fuertes en el este del país. Mobutu lo entregó a los rebeldes
de Katanga, que no dudaron en asesinarle. Para la posteridad, Lumumba ha
quedado como mártir del nacionalismo africano y de sus aspiraciones de paz y
justicia social, inspirando la resistencia de un movimiento lumumbista en su
propio país.
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/lumumba.htm
3.
La
trágica historia de Patrice Lumumba, el líder congolés asesinado del que solo
quedó un diente de oro
26 junio 2022
Patrice Lumumba llevó al Congo a la
independencia.
Un diente con corona de oro es todo lo que
queda del héroe independentista congolés Patrice Lumumba.
Fue asesinado a tiros en 1961 por un pelotón de
fusilamiento con el respaldo tácito de la antigua potencia colonial Bélgica.
Su cuerpo fue enterrado en una tumba poco
profunda, luego desenterrado y transportado 200 km para ser enterrado
nuevamente. Después fue exhumado y luego cortado en pedazos.
Finalmente lo disolvieron en ácido.
El entonces comisario de la policía belga, Gerard Soete,
quien supervisó y participó en la destrucción de los restos, tomó el diente,
según admitió más tarde.
También dijo que había quedado un segundo diente,
además de dos dedos del cadáver, pero aún no los han encontrado.
Las autoridades belgas le devolvieron el diente a
la familia del líder en una ceremonia en Bruselas.
Un "trofeo de caza"
El impulso de Soete al embolsillarse las partes
del cuerpo pone en evidencia el comportamiento de los funcionarios coloniales
europeos de la época: solían llevarse algunos restos a sus casas como recuerdos
macabros.
Pero también sirvió como humillación final a un
hombre que Bélgica consideraba como un enemigo.
Soete, que apareció en un documental en 1999,
aseguró que consideraba el diente y los dedos que tomó como "una especie
de trofeo de caza".
El lenguaje utilizado sugiere que para el policía
belga, Lumumba, quien era venerado en todo el continente como una de las
principales voces de la liberación africana, valía menos que otro humano.
Sin embargo, para la hija de Lumumba, Juliana, la
pregunta real es si los perpetradores eran humanos.
"¿Qué cantidad de odio debes tener para hacer
eso?", se pregunta.
"Esto recuerda a lo que sucedió con los
nazis, quienes tomaron pedazos de personas. Es un crimen contra la
humanidad", le dijo a la BBC.
Lumumba se convirtió en primer ministro a la edad
de 34 años.
Fue electo en los últimos días del gobierno
colonial y encabezó el gabinete de la nueva nación independiente.
En junio de 1960, en el momento de la entrega del
poder, el rey belga Balduino elogió la administración colonial y se refirió a
uno de sus ancestros, Leopoldo II, como el "civilizador" del país.
No mencionó a los millones de personas que
murieron o sufrieron brutalidades bajo su reinado en lo que entonces se
conocía como el Estado Libre del Congo, que gobernó como una preciada propiedad
personal.
Esta falta de reconocimiento del pasado presagió
años de negación en Bélgica, que recién ahora ha comenzado a aceptarlo.
Humillación
Lumumba no estaba tan reacio a reconocer el
pasado.
En un discurso que no estaba previsto en el
programa oficial, el entonces primer ministro habló abiertamente de la
violencia y la degradación que habían sufrido los congoleses.
En una retórica demoledora, interrumpida solamente
por rondas de aplausos y una gran ovación de pie cuando concluyó, el líder
describió "la humillante esclavitud que nos impusieron por la
fuerza".
Los belgas quedaron atónitos, según el académico
Ludo De Witte, quien escribió un relato innovador sobre el asesinato.
Nunca antes un africano negro se había atrevido
a hablar así frente a los europeos.
Se consideró que el primer ministro, de quien De
Witte dice que había sido descrito como un ladrón analfabeto en la prensa
belga, humilló al rey y a otros funcionarios belgas.
Algunos han dicho que con su discurso Lumumba
firmó su propia sentencia de muerte, pero su asesinato al año siguiente también
ocurrió en el contexto de la Guerra Fría y del deseo belga de mantener el
control del territorio.
Los estadounidenses también estaban tramando su
muerte debido a que temían un posible giro del país hacia la Unión Soviética
y su anticolonialismo intransigente.
Por su parte, un funcionario británico escribió un
memorándum sugiriendo que matarlo era una opción.
Aún recordado
Sin embargo, muchos consideran que hubo un
elemento personal en la forma en que Lumumba fue vilipendiado y perseguido.
La destrucción total del cuerpo, además de la
forma de deshacerse de la evidencia, parece un esfuerzo por borrar a Lumumba de
la memoria colectiva.
No habría memorial, lo que haría casi posible
negar que algún día existió. No bastaba con enterrarlo.
Pero aún es recordado.
Sobre todo por su hija Juliana, quien fue una de
las principales impulsoras de la campaña para que devolvieran el diente y que
fue a Bruselas a recibirlo.
Juliana deja escapar una pequeña sonrisa mientras
le vienen a la mente recuerdos de su infancia.
Como la más joven y la única niña en la familia,
dice que siempre estuvo muy unida a su padre.
Juliana Lumumba tenía "menos de cinco
años" cuando su padre se convirtió en primer ministro. Recuerda que le
permitían estar en su oficina "sentada y mirando a mi padre cuando estaba
trabajando".
"Para mí era papá", añade.
"Tiene que volver a su país"
Pero reconoce que su padre "pertenece al
país, porque murió por el Congo... y por sus propios valores y
convicciones de la dignidad de los africanos".
Reconoce que la entrega del diente en Bélgica y su
regreso a la República Democrática del Congo es simbólico "porque lo que
queda no es realmente suficiente".
"Pero tiene que volver a su país donde se derramó
su sangre".
El diente será llevado a diferentes lugares del
vasto país antes de ser enterrado en la capital.
Despido y arresto
Durante años, la familia Lumumba no supo
exactamente qué le había sucedido a su padre, ya que el silencio rodeó las
circunstancias de su muerte.
El giro que dio su vida, pasando de ser primer
ministro a víctima de un asesinato,
tomó menos de siete meses.
Un grupo de personas le rindieron
tributo a Lumumba en Bélgica este 21 de junio.
Poco después de su independencia, el país se vio
afectado por una crisis secesionista cuando la provincia sudoriental de
Katanga, rica en minerales, declaró que se estaba separando del resto del país.
En el caos político que siguió, se enviaron tropas
belgas con el argumento de que protegerían a los ciudadanos belgas, pero
también ayudaron a apoyar a la administración de Katangan, que se consideraba
más complaciente.
Lumumba fue despedido como primer ministro por el
presidente y poco más de una semana después, el jefe del estado mayor del
ejército, el coronel Joseph Mobutu, tomó el poder.
El primer ministro fue puesto bajo arresto
domiciliario, escapó y luego lo arrestaron nuevamente en diciembre de 1960,
antes de que lo mantuvieran detenido en el oeste del país.
Su presencia allí fue vista como una posible
fuente de inestabilidad y el gobierno belga alentó su traslado a Katanga.
Durante el vuelo hacia la provincia el 16 de enero
de 1961 fue maltratado. Más tarde lo golpearon al llegar, mientras los líderes
de Katanga decidían qué hacer con él.
Fusilamiento y destrucción de los restos
Finalmente decidieron que moriría en un pelotón de
fusilamiento y el 17 de enero fue fusilado junto a dos de sus aliados.
Fue entonces cuando intervino el comisario de
policía Gerard Soete. Al darse cuenta de que los cuerpos podían ser
descubiertos, tomaron la decisión de "¡hacerlos desaparecer de una
vez por todas! No debe quedar ningún rastro", según el testimonio citado en
el libro de De Witte The Assassination of Lumumba (El asesinato de
Lumumba).
Armado con sierras, ácido sulfúrico, máscaras
faciales y whisky, Soete dirigió un equipo para mover, destruir y disponer de
los restos. Fue un proceso que más tarde describiría como un viaje "a las profundidades
del infierno".
Pero no fue hasta casi 40 años después, en 1999,
que reconoció públicamente que había estado involucrado y que todavía tenía un
diente en su poder.
Dijo que se había deshecho de las otras partes
que había tomado del cuerpo.
Juliana Lumumba suspira profundamente cuando
recuerda haber escuchado que una parte de su padre aún existía.
"Puedes entender lo que sentí al
respecto", asegura, con la voz llena de emoción.
No se sabe qué hizo Soete con el diente cuando
estaba en su poder. Una fotografía lo muestra en una caja acolchada, pero no se
sabe si estaba en exhibición.
Pero sí se quedó dentro de su familia.
Resurgió en 2016 cuando la hija de Soete,
Godelieve, concedió una entrevista a la revista belga Humo, publicada
justo antes del 55 aniversario del asesinato de Lumumba.
"Un consuelo para la familia"
Dijo que su "pobre papi" tuvo que sufrir
con el recuerdo de lo que hizo.
Godelieve Soete también piensa que las autoridades
deberían disculparse con su familia por la orden que le dieron a su
padre.
Afirmó que él había mantenido un archivo privado y
aunque después de su muerte en el año 2000 muchas cosas fueron botadas, ella
"pudo salvar cosas interesantes".
Entre esas cosas estaba el diente que sacó para
mostrárselo al entrevistador y al fotógrafo.
Luego fue incautado por la policía belga después
de que De Witte presentara una denuncia y tras una batalla legal de cuatro
años, un tribunal dictaminó que debería ser devuelto a la familia Lumumba.
Como parte de la campaña para recuperarlo, la Sra.
Lumumba escribió una conmovedora y poética carta abierta al rey Felipe.
"¿Por qué, después de su terrible asesinato,
los restos de Lumumba han sido condenados a permanecer para siempre como un
alma errante, sin una tumba que cobije su eterno descanso?", preguntó.
Con la devolución del diente, el exprimer ministro
tendrá un lugar de descanso final en un mausoleo especial en la capital,
Kinshasa.
"Esto es lo que solemos hacer en nuestra
cultura, nos gusta enterrar a nuestros muertos", explica el
historiador congoleño y embajador del país ante la ONU, Georges
Nzongola-Ntalaja.
"Es un consuelo para la familia y el pueblo
del Congo porque Lumumba es nuestro héroe y nos gustaría darle un entierro
digno".
El libro de De Witte, que rompió años de silencio
por parte de las autoridades, condujo a la creación en 1999 de una
investigación parlamentaria encargada de determinar las
"circunstancias exactas del asesinato... y la posible implicación de
políticos belgas".
En sus conclusiones, dos años después, arrojó que
"las normas del pensamiento políticamente correcto internacional eran
diferentes" en la década de 1960.
Sin embargo, a pesar de que no encontraron un
documento que ordenara el asesinato de Lumumba, la investigación concluyó que
ciertos miembros del gobierno "fueron moralmente responsables de las
circunstancias que llevaron a su muerte".
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61875185
4.
Lumumba: el asesinato más importante del siglo XX
República Democrática del Congo es el mejor resumen de la
relación entre África y Europa, un vínculo asociado al colonialismo. Arquetipo
del dictador africano, Mobutu no habría estado 32 años en el poder sin el apoyo
de las potencias occidentales.
21 de julio de 2020
“El
negocio del Congo es único en la historia del mundo. Es una gran expedición de
piratas”.
E. D. Morel (1873-1924)
El 30 de junio, coincidiendo con el 60º aniversario de la independencia
del Congo, Política Exterior publicó un artículo titulado “Sueños rotos
en el Congo”. Su autor, Marcos Suárez Sipmann, repasaba el histórico
discurso de Patrice Lumumba, primer ministro del nuevo país, y
a continuación recordó la trayectoria de los congoleños hasta la actualidad. En
las conclusiones, Suárez Sipmann destacaba “la condena del colonialismo, la
esclavitud y la corrupción” como los tres factores que habían marcado al Congo,
y añadía que África no debería caer en la cultura del victimismo por el pasado
colonial. Ante estas ideas, es necesario añadir algunas consideraciones.
Centrémonos solo en lo que hoy conocemos como República Democrática del
Congo. Este territorio es, probablemente, el mejor resumen que tenemos hoy día
de las relaciones entre África y Europa. La
primera revolución de los automóviles (caucho), la bomba atómica de Hiroshima
(uranio), las balas de la guerra de Vietnam (cobre), los móviles (coltán), los
drones y las baterías de los coches eléctricos (ambos cobalto) tienen un punto
en común: las materias primas que facilitaron estos procesos venían y vienen
del Congo. La relación entre ambos, ayer y hoy, no puede calificarse de otra
cosa que colonialismo.
El asesinato de Lumumba fue un episodio más de la guerra sin tregua entre
colonizadores y colonizados. El artículo de Sipmann parece dar a entender que
el choque entre Lumumba y Mobutu Sese Seko dio paso a un
conflicto con actores internacionales. La cronología fue más bien a la inversa:
ya en 1958, el embajador de Estados Unidos, Larry Devlin, inició
sus primeros contactos con Mobutu. Su presencia en la mesa redonda en Bruselas
convenció del todo a Washington de que Mobutu sería su hombre en el Congo, y
desde entonces trabajaron para conseguir su llegada al poder.
El
asesinato de Lumumba fue aplaudido por el diario ABC y el líder de
los katangueños que le asesinaron, Moïse Tshombe, llegó a exiliarse en la España
franquista poco más tarde. El historiador congoleño Georges Nzongola-Ntalaja
consideró el asesinato de Lumumba como el más importante del siglo XX, al ser “un
obstáculo para los ideales de unidad nacional, independencia económica y
solidaridad panafricana que Lumumba había defendido”.
Es cierto que Mobutu es el arquetipo de dictador africano,
pero el autor no dice que si no hubiera contado con el apoyo de las
potencias occidentales, el mariscal no habría durado 32 años en el
poder. El sátrapa congoleño acumuló 5.000 millones de dólares durante ese
periodo y vio cómo en varias ocasiones los
franceses le enviaban paracaidistas para acabar con los problemas territoriales
del país. Mobutu fue recibido por Kennedy y Reagan en la Casa Blanca, y Bush
padre elogió sus esfuerzos en la guerra de Angola. En una ocasión, un
economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), Erwin
Blumenthal, se desplazó al entonces conocido como Zaire para comprobar el
estado de las finanzas del país. Su informe no pudo ser más tajante: la frontera
entre la cuenta bancaria de Mobutu y las cuentas del gobierno era inexistente,
y no había ninguna posibilidad de que los créditos se devolvieran. Después del
informe, el FMI –cuyo “accionista mayoritario” es EEUU– triplicó los fondos
enviados al dictador.
El discurso colonialista del pasado decía que los africanos eran pobres
porque eran idiotas; los análisis actuales, más elegantes, citan informes de
Transparencia Internacional para concluir que los africanos son pobres
porque son corruptos. No tienen en cuenta que la corrupción, como los
embarazos, suele necesitar dos actores: Mobutu era un ladrón, pero las riquezas
las acumulaba en bancos suizos. Hoy, los dictadores africanos siguen el mismo
esquema. Criticar la corrupción en abstracto señala a unos y absuelve a otros.
Neocolonialismo
El artículo tiene la virtud de mencionar la palabra neocolonialismo en
varias ocasiones, pero nunca concreta lo suficiente. A partir de ahí, se nos
presenta el Congo como un lugar destruido por las guerras, el caos, la
corrupción y unos líderes nefastos. El lector podría concluir que el país ha
quedado atrapado en un ciclo de acción-reacción entre personajes infames
(Tshombe, Mobutu, Kabila) y que de este caos se benefician las potencias
exteriores. Una especie de “a río revuelto, ganancia de pescadores”. La
realidad congoleña, sin embargo, es menos casual y más causal.
Sipmann habla de las dos guerras del Congo y de la presencia de “tropas
regulares de media docena de países africanos y varias organizaciones guerrilleras”.
Después, de “innumerables grupos rebeldes armados”. En la Guerra Mundial
Africana intervinieron Ruanda y Uganda, pero
la política exterior de ambos países no se puede entender sin el apoyo
explícito de Washington. Respecto a la cuestión de los refugiados ruandeses en
el este del Congo, Susan Rice llegó a decir que “Kagame
y Museveni saben lo que hay que hacer, lo único que tenemos que hacer nosotros
es mirar hacia otro lado”. A continuación, las tropas ruandesas aniquilaron
a decenas de miles de personas.
Desde el fin de la guerra en 2003, ambos países cuentan con grupos con
siglas cambiantes y objetivos fijos: controlar minas de oro, coltán y
otros recursos para luego enviarlos a Ruanda y Uganda. Ambos, también,
aportan tropas –entrenadas por EEUU– a las misiones de paz de la ONU en África;
a cambio, la Casa Blanca –más allá de amonestaciones periódicas– ignora sus
fechorías. Kagame ha movido hilos para quedarse la presidencia hasta 2034, y
Museveni es presidente de Uganda desde 1986. Con todo este historial, Kagame
sigue siendo un invitado de honor en Yale
o Harvard, donde
expone sus dotes de liderazgo. Cuando pierdan el poder, los analistas les
considerarán “arquetipos de dictador africano” y la rueda seguirá girando.
Cuando caemos en el relato caos-guerras-muertes-analfabetismo, perdemos los
matices clave que determinan la historia del continente africano. Incluso
cuando el artículo habla de “potencias coloniales y neocoloniales”, añade la
muletilla del “victimismo” en la frase siguiente.
Para comprender la situación, basta con echar un vistazo a la estructura
de la propiedad de las empresas mineras que operan hoy en el Congo. Pese a
que tengan nombres locales, el porcentaje para los accionistas extranjeros casi
siempre sobrepasa el 50%, y en algunos casos se dispara hasta el 99%. Los
beneficiarios son belgas, canadienses, estadounidenses y, ahora también,
chinos. La historia más longeva es la de la multinacional belga Groupe Forrest
International. Fundada en 1922, no ha dejado nunca de extraer minerales y
riquezas del Congo, fuera cual fuera la administración gubernamental.
Quien mejor definió el sistema imperante fue el propio Mobutu en su lecho de
muerte. Cuando cayó el muro de Berlín, sus aliados occidentales le abandonaron:
triste y defenestrado, el dictador congoleño, aquejado de un cáncer de próstata
que acabaría con él, se definió como “la última víctima de la Guerra
Fría”.
https://www.politicaexterior.com/lumumba-el-asesinato-mas-importante-del-siglo-xx/
5.
Lumumba en el
arte: historia de una iconografía
2 julio, 2020
En el aniversario del nacimiento de Patrice Lumumba, Primer Ministro de un
Congo independiente, preguntamos: ¿Qué iconografía surgió en torno a su figura
y por qué esa iconografía es tan diversa? El libro «Lumumba en el Arte»,
editado por Mathias de Groof, trata de responder a esas cuestiones.
Autor invitado: Matthias de Groof*
La carrera de Patrice Emery Lumumba como Primer Ministro del Congo después
de la independencia duró sólo tres meses, antes de que fuera arrestado y
ejecutado cinco meses después de su nombramiento. Sin embargo, Lumumba continúa
vivo en forma de idea, meme, símbolo, icono, modelo, logo, metónimo, espectro,
imagen, figura y proyección.
Durante cuatro años, he estado trabajando en la edición del libro «Lumumba
in the Arts» (Lumumba en el arte), que examina esta iconografía.
Ese libro se encuentra hoy disponible, por fin.
Aunque Lumumba se ha ganado un lugar equiparable al de otros iconos
políticos como Malcolm X, Che Guevara y Nelson
Mandela, y aunque también se ha desarrollado alrededor de su figura un
imaginario igual o incluso más rico, esta iconografía ha permanecido
inadvertida y prácticamente sin comentarios críticos.
La diversa iconografía de Lumumba comenzó con los muy variados
nombres que recibió desde su misma infancia: Élias Okit’Asombo («heredero
de los malditos»), Nyumba Hatshikala l’Okanga («el que siempre
está implicado«), Osungu («blanco«), Lumumba («una
multitud en movimiento»), Okanda Doka («la sabiduría del
hechicero«) u Omote l’Eneheka («el cabezón que detecta la
maldición«). Y fue ampliándose a lo largo de su vida, especialmente a
través de canciones y de la prensa, aunque la mayor parte de estas expresiones
surgieron después de su muerte.
Desde su asesinato, Lumumba ha sido objeto de apropiación a través de la
pintura (por ejemplo, Chéri Samba, William
Kentridge), la fotografía (Sammy Baloji, Robert
Lebeck), la poesía (Henri López, Ousmane
Sembène), la música (Pitcho, Miriam Makeba),
cine (Raoul Peck, Zurlini), teatro (Aimé Césaire)
y literatura (Barbara Kingsolver) así como en espacios
públicos, sellos y dibujos animados. Ninguna forma de arte parece escapar a la
figura de Lumumba. Si bien a primera vista parece oscilar entre la demonización
y la beatificación, es la brecha entre estos dos opuestos lo que ha resultado
fructífero para una iconografía muy polimórfica que, entre otras muchas cosas,
observa la memoria y el sufrimiento no digerido que se inscribió en el cuerpo
de Lumumba y en la historia del Congo.
Excepciones notables como «Patrice Lumumba entre Dieu et Diable. Un
héros africain dans ses images«, editado por Pierre Halen y János Riesz, y
«A Congo Chronicle. Patrice Lumumba en Urban Art«, editado por Bogumil
Jewsiewicki, son fundamentales y seminales en mi trabajo sobre la iconografía
de Lumumba en lo que respecta a la literatura y la poesía en el primer caso, y
a la pintura en el segundo.
Dos preguntas guiaron nuestro trabajo: ¿Qué iconografía surgió alrededor de
Lumumba y por qué es tan diversa? Una de las pinturas más llamativas sobre
Lumumba es «Les pères de la démocratie et de l’indépendance» de
Sam-Ilus (2018). La pintura demuestra tanto la beatificación de Lumumba como la
recuperación política de su figura. Demuestra críticamente que las creaciones
artísticas de la figura de Lumumba y las escenas en las que se reconfigura no
son solo una ventana a la veracidad histórica; más bien, a menudo lo reinventan
por razones políticas. En este ejemplo, Patrice Lumumba se alinea con
el anti-luminista Etienne Tshisekedi, que siguió a Albert Kalonji en
su aventura secesionista en Kasai contra el gobierno central de Lumumba, y que
es el padre del actual presidente de la República Democrática del Congo, Félix
Tshisekedi. En contraste con la representación más realista de Etienne
Tshisekedi (que murió en 2017), Lumumba -que murió casi sesenta años antes-
está más abstraído e iconizado.
En la imagen, Lumumba es la referencia: el modelo al que aspirar. Tshisekedi
intenta posar como él e identificarse con él, buscando la legitimación política
y la expiación del pecado. Pero mientras Lumumba tiene los dos brazos en alto,
Tshisekedi sigue tratando de encontrar el equilibrio adecuado y no está muy
seguro de recibir la expiación. Lumumba no parece estar muy contento de que lo
hayan metido en este encuentro con su enemigo. La parte superior de su cuerpo,
que se aleja ligeramente de su compañero, muestra cierta incomodidad. Lumumba
no sólo «parece desconfiado porque Tshisekedi es probablemente cómplice de su
muerte», como me explicó el artista Sam-Ilus en una entrevista
personal, sino también porque su figura está siendo apropiada y arrastrada a un
extravío. Además de la beatificación, la recuperación política y el contraste
con la historia, la pintura de Sam-Ilus también ilustra que los significados que
se atribuyen a Lumumba dependen de la interacción de diferencias y oposiciones
dentro de la construcción. Además, estos significados no son fijos sino
diferidos a lo largo de l’hors cadre: las personas que están debajo de Lumumba
sosteniendo sus carteles de protesta y también las otras obras de arte del
libro, así como las no reproducidas en él, y las que están por venir. La
portada funciona así como un posible portal a otras ficciones que desafían en
mayor o menor medida lo que Alexie Tcheuyap llama la triple censura infligida a
Lumumba: censura contra su persona (su asesinato), contra sus discursos y
contra todo intento de constituir un discurso alternativo sobre su existencia.
La respuesta a la primera pregunta -qué iconografía surgió a su alrededor-
depende de las diferentes formas de arte, que el libro trata en relación con la
historiografía en la primera parte, y que el libro divide en diferentes
capítulos en la segunda parte (cine, teatro, fotografía, poesía, cómics,
música, pintura y espacio público). A través de las diferentes formas de arte,
podemos distinguir una iconografía que ha sido injertada en una tradición
judeo-cristiana (como la diabolización o la beatificación) de una tendencia más
profana. Sorprendentemente, la figura del chivo expiatorio/mártir con rostro de
Jano, la más recurrente entre todas las cosas diferentes e incluso
contradictorias que Lumumba representaba, se encuentra en ambas. La respuesta a
la segunda pregunta – por qué una iconografía tan diversa – se responderá desde
tantos ángulos como autores haya. Sin embargo, cuatro ámbitos interrelacionados
siguen siendo recurrentes: el espectral, el poscolonial, el de los mártires y
el político.
Al hablar del rico patrimonio iconográfico que nos legó Lumumba y al
reflexionar sobre las diferentes formas en que se le recuerda, no sólo
respondemos a las dos preguntas que guiaron nuestro trabajo, sino que esperamos
contribuir igualmente a este imaginario haciendo más presente su ausencia,
aunque sin dejar de lado su legado.
https://www.afribuku.com/patrice-lumumba-arte-iconografia-congo/
6.
Patrice Lumumba: Una plaza contra el olvido
1ro de julio de 2018
En Bruselas (Bélgica), desde hace más de una década
distintas asociaciones reivindican desde la capital belga, un espacio público
que lleve el nombre del ex-Primer Ministro congoleño.
Tras años de reclamos por parte de la comunidad africana y congoleña en
particular, el consejo comunal de la ciudad de Bruselas aprobó el 23 de abril,
de manera unánime, la decisión de habilitar un espacio público en memoria a
Patrice Lumumba. En la entrada de Matongé, barrio de la comunidad congoleña,
será erigida una estatua del líder panafricanista. Electo democráticamente tras
la declaración de independencia del Congo en 1960, Lumumba había desafiado a las
autoridades belgas en un memorable discurso anticolonialista y sería asesinado
seis meses más tarde, el 17 de enero de 1961, con la complicidad de
responsables belgas y estadounidenses.
Algunos minutos antes del voto histórico, Zoubida Jellab, consejera comunal
por el partido político Ecolo-Groen, proclama un discurso necesario: “Hoy,
juntos realizaremos un acto histórico, bautizando este espacio público dedicado
a la memoria de Patrice Emery Lumumba, héroe nacional del Congo; por tanto una
referencia a nuestra historia común. Pensamos en él, asesinado en horribles
condiciones, en su familia, en sus seres próximos, el pueblo congoleño, los
afrodescendientes y todos los pueblos colonizados y oprimidos”. Mas ese gesto
de reconocimiento tardío no es suficiente. Jellab continúa, “saludamos el
proyecto de una estatua o por qué no, un sitio dedicado a su memoria ; pero
haría falta igualmente (...) una placa conmemorativa en memoria de todas las
víctimas de nuestras exacciones y crímenes en Burundi, Ruanda y evidentemente
el Congo”. El senador y vicepresidente del Parlamento bruselense Bertin Mampaka
reconoce que “no podemos borrar de un plumazo o de una voluntad periodística la
colonización belga del Congo. Es necesario que nuestros hijos, que los belgas
conozcan su historia. Lumumba hace parte de esta gran historia”.
Cuando la lucha da resultados
Desde hace diez años un grupo de asociaciones lanzaron una campaña por la
reivindicación de una plaza Lumumba en Bruselas. Primero desplegando una
pancarta en francés y neerlandés: “¿Una plaza Lumumba en Bruselas, por qué no?”
Recientemente, la artista Rhode Makoumbou, utilizando aserrín y pegamento
realizó una escultura de Lumumba a escala real, que lleva por título “Patrice
Lumumba, el discurso de la independencia del 30 de junio de 1960”. Develada el 21 de
enero de 2018 en la galería Ravenstein, cercana a la estación ferroviaria
central de Bruselas, la obra luego fue expuesta en distintos lugares de
Bélgica. Philip Buyck, comprometido en esta lucha desde el principio, organizó
el mismo día del voto la exposición “Congo Poker, la biblioteca de Lumumba se
expone” en los halles Saint-Géry ubicados en el centro de la ciudad. Esta
cubre el período que abarca las revueltas de Leopoldville a comienzos de enero
de 1959 hasta el anuncio del asesinato de Lumumba.
Ciertas páginas de nuestra historia parecen difíciles de reabrir. Fueron
necesarios casi 40 años para que Bélgica intentase clarificar oficialmente su
rol en el asesinato de Patrice Lumumba y sus dos compañeros, Joseph Okito, ex
vicepresidente del Senado y Maurice Mpolo, antiguo ministro de la Juventud y
del Deporte, igualmente ejecutados. Tras la publicación del libro El
Asesinato de Lumumba de Ludo de Witte, una comisión de investigación
parlamentaria para determinar las circunstancias exactas del “asesinato con
premeditación” de Patrice Lumumba concluyó en 2001 que existía “responsabilidad
moral” de Bélgica. Hubo que esperar 2002, para que el Ministro de Asuntos
Exteriores de la época, Louis Michel (padre del actual Primer ministro),
presentara sus excusas a la familia de Lumumba y al pueblo congoleño, en nombre
de Bélgica.
Inclusive si quedan muchas cosas por ser reveladas y denunciadas, la plaza
Lumumba es una victoria histórica; un reconocimiento, si bien tardío, pero más
que necesario para combatir al olvido, mientras una estatua del rey belga
Leopoldo II, responsable de millones de muertos y desaparecidos entre 1885 y
1908, continua levantada en el centro de Bruselas. En Francia, una avenida del
decimosexto distrito de París y otra de Villefranche-sur-Mer llevan aún su
nombre.
¿El ejemplo de Bruselas puede motivar a otras ciudades? El Partido del
Trabajo de Bélgica (PTB) de Lieja, desea que la ciudad siga la iniciativa y
bautice una calle o una plaza con el nombre del ex primer ministro congoleño
Patrice Lumumba, estimando que se trata de una “figura mayor de la
decolonización”. El diputado federal del PTB Raoul Hedebouw afirma que “Lumumba
no es extranjero a nuestra ciudad, porque él vino a Lieja en múltiples oportunidades
entre 1956, 1959 y 1960”.
La ciudad de Charleroi bautizó una calle con el nombre de Lumumba en diciembre
de 2017.
La inauguración de la futura Plaza Lumumba, ubicada entre la Chaussée
d’Ixelles y la Rue du Champ-de-Mars, a las puertas de Matongé, lugar neurálgico
para una parte de la comunidad congoleña y africana que vive en Bruselas, tuvo
lugar este 30 de junio, día de celebración del quincuagésimo octavo aniversario
de independencia de la actual República Democrática del Congo (RDC). Ha sido
igualmente la ocasión para asistir a múltiples intercambios y debates, de abrir
las páginas enterradas de nuestra historia y descubrir o hacer descubrir a
Patrice Lumumba, una batalla por la memoria.
https://www.cadtm.org/spip.php?page=imprimer&id_article=16352
7.
Bélgica honra a un
rey genocida
Leopoldo
II esclavizó y diezmó a la población del Congo para enriquecerse con el marfil
y el caucho
20/05/2019
Hay muchas formas de definir a Leopoldo II,
primo de la reina Victoria de Reino Unido, y rey de
los belgas desde 1865 y hasta su muerte, en 1909. Pero la mejor
definición es la del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa,
que lo sitúa junto a Hitler y Stalin en el
podio “de los criminales políticos más sanguinarios del siglo XX”.
El monarca fue el dueño del Estado
Independiente del Congo entre 1885 y 1906, cuando su población se
redujo a la mitad: de 20
a 10 millones de personas.
La estatua se halla en la
plaza del Trono, cerca del bulevar del Regente y del palacio real. Es
frecuente objeto de críticas y de acciones que tratan de recordar la verdadera
dimensión histórica del homenajeado. En el 2008, el escritor y filósofo belga Téophile
de Giraud cubrió la efigie del monarca de pintura roja en protesta por
“la sangre de los congoleses que derramó”.
El autor, que calificó a Leopoldo II de “asesino en
serie”, permaneció encaramado a la escultura media hora. Cuando
descendió, fue detenido por la policía. Y, once años y muchas más protestas
después, la estatua sigue allí.
Es una gran injusticia histórica que este monarca no figure, con Hitler y
Stalin, como uno de los criminales políticos más sanguinarios del siglo XX”
Mario Vargas Llosa(Premio Nobel de
Literatura)
“Recorrimos la ciudad a pie y nos topamos con esta obra,
linda y con un entorno cuidado”. Los turistas que dejan sus opiniones en la web
de TripAdvisor se reparten entre quienes se indignan porque aún no se haya
borrado su recuerdo en lugares públicos y quienes no saben quién está montado
sobre el caballo.
Por cierto, Leopoldo II era un pésimo jinete, que se caía a
menudo. Nada que ver con su esposa, María Enriqueta de Austria,
una amazona envidiable a la que el ministro de Defensa sabía cómo hacer la
pelota: permitía que dirigiera las cargas de la caballería en las revistas
militares y las maniobras de exhibición.
Cuanto más se sabe sobre la colonización de África,
más se comparte la estupefacción de Vargas Llosa y más increíble resulta que
este rey haya salido tan bien librado del tribunal de la historia. Hay autores
que aseguran que tenía inclinaciones pedófilas. Su última
amante fue una prostituta que ejercía con sólo 16 años, y a la
que hizo inmensamente rica.
Leopoldo II, que se creía demasiado grande para un país tan
pequeño como Bélgica, se propuso conseguir otro reino particular, donde pudiera
hacer y deshacer a su voluntad, sin tener que rendir cuentas a un parlamento.
Lo más pasmoso no es sólo que las potencias de la época se plegaran a sus
deseos, sino que lo considerasen un filántropo.
El monarca diseñó con astucia y sobornos una inmensa cortina
de humo para aparentar que su único interés en África era cristianizar a sus habitantes
y salvarlos de los esclavistas árabes de Zanzíbar. En realidad, lo que quería
era eliminar a sus competidores y convertirse en el mayor negrero de
sus días. Comparados con él, los traficantes árabes eran benévolos.
Leopoldo II, que nunca pisó el Congo, dirigió desde Bruselas
una multinacional del terror. La vida no tenía ningún valor
para su ejército privado de funcionarios, mercenarios y soldados nativos
reclutados a la fuerza. Mataron, secuestraron, violaron, torturaron y
mutilaron a escala industrial. El país –70 veces más grande que
Bélgica– era muy rico, pero no lo suficiente para su avaricia.
Cuando las aldeas no entregaban las cantidades de marfil
o caucho exigidas, las represalias eran terribles. Los
sicarios del rey quemaban los poblados y amputaban
manos y pies, sobre todo de mujeres y niños para que sus maridos y
padres pudieran seguir siendo explotados hasta la muerte por agotamiento o
enfermedad.
Otro de los refinados métodos de tortura era la chicotte
, un látigo hecho con piel de hipopótamo. Los castigos se podían
aplicar por los motivos más intrascendentes. Más de 25 latigazos dejaban a la
víctima con la piel en carne viva e inconsciente. A partir de 50 la muerte era
casi segura. Hubo desgraciados que recibieron hasta 250.
Generaciones de lectores han pensado que El
corazón de las tinieblas , de Joseph Conrad, era sólo
una obra de ficción. Sin embargo, las vesanias de la novela (“el horror, el
horror”) eran reales. Una de las pocas veces en que esta obra se ha llevado al
cine fue en la genial Apocalyse Now , de Francis
Ford Coppola, que situó la acción en otro tiempo y lugar, la
guerra de Vietnam, lo que contribuyó a que permaneciera tranquilo El
fantasma del rey Leopoldo .
Así se titula precisamente un gran libro de Adam
Hoshschild. Historiadores como él y Neal Ascherson ( The
King Incorporated: Leopold II and the Congo) recalcan que Joseph Conrad se
inspiró en hechos reales. El novelista, que –a diferencia del rey– sí vivió en
el Congo, conoció a brutales agentes comerciales, “que actuaban como bandidos
que violan una caja fuerte”. Uno de ellos, el francés Léon Rom,
decoraba su jardín con cabezas clavadas en estacas. Como Kurtz.
El mundo miró para otro lado hasta que las denuncias fueron
tantas que el rey tuvo que traspasar la propiedad de su satrapía a
Bélgica, que endulzó un poco –sólo un poco– las condiciones de vida del Congo,
aún hoy lastrado por su historia. Los propios documentos de Leopoldo II
hablaban de expediciones pacíficas de sus tropas que acababan en
masacres de nativos y de trabajadores voluntarios a los que era
necesario encadenar.
¿Por qué duró tanto este engaño? Responder es tan difícil
como justificar algunos monumentos. Y más en un país como Bélgica, que tardó
una eternidad en homenajear a Patrice Lumumba, primer ministro
del Congo y mártir de la independencia, asesinado por la CIA y los propios
servicios secretos belgas. La plaza que lleva su
nombre no se inauguró en Bruselas hasta el año pasado. Y, mientras tanto, la
centenaria estatua ecuestre de un rey despreciable –obra de Thomas Vinçotte–
sigue en pie.
Arrancar tesoros a las entrañas de la tierra era su deseo, un deseo sin
otro propósito moral que la acción de unos bandidos cuando violan una caja
fuerte”
Joseph Conrad(‘El corazón de las
tinieblas’)
https://www.lavanguardia.com/internacional/20190520/462305172978/rey-leopoldo-belgica-congo-africa-colonizacion-mario-vargas-llosa-marfil-caucho.html
8.
El horror, el
horror
05/07/2020
El rey Felipe de Bélgica ha entonado un discreto mea culpa
por “las heridas del pasado” belga en Congo. “Lamenta profundamente”, una
colonización marcada “por las atrocidades cometidas contra las poblaciones
locales”. ¡Ya tocaba! Son palabras forzadas por la ola contra el racismo que ha
desatado el asesinato de George Floyd en Minneapolis.
Balduino: una de las pocas puertas abiertas que Franco tenía en Europa
Estas palabras de arrepentimiento corrigen levemente las que
pronunció hace exactamente 60 años en Léopoldville (la actual Kinshasa) el tío
del rey actual, Balduino, famosísimo en la España de Franco en virtud de su
matrimonio con la aristócrata española Fabiola de Mora y Aragón. Balduino era
una de las pocas puertas claramente abiertas al régimen de Franco en Europa. La
pareja salía cada semana en las revistas del corazón.
Balduino asistió con el orgullo herido a la ceremonia de
formalización de la independencia de Congo. Bélgica cedía la inmensa colonia
porque no quería pasar por la humillante experiencia de Francia con Argelia. En
su discurso, llegó a describir la independencia de Congo como la culminación de
“la obra civilizadora” de su antepasado Leopoldo II. Antes de convertirse en
colonia de Bélgica, Leopoldo II poseía esta inmensa porción de África como
propiedad estrictamente privada.
Se hizo inmensamente rico expoliando el país y esclavizando
a sus gentes. A los negros que no recogían la cuota mínima de caucho, les
cortaban las manos. El escritor Joseph Conrad describió el territorio del río
Congo como “el corazón de las tinieblas”. En el momento de la agonía, Kurtz,
protagonista de la novela, resume su vida y la del territorio: “El horror, el
horror”.
El día antes de que Balduino pronunciara su discurso,
desfiló en un descapotable con el primer presidente del país, Joseph Kasavubu.
De repente, un hombre se les acerca, se inclina hacia el rey y se apropia de su
espada. Lo detuvieron. No quería el arma para asesinarlo, al parecer, sino tan
solo para dar la nota. Todos los negros que dibuja Hergé son de este estilo: o
tontos o estúpidos. Temen a los leones, circulan en trenes de latón y adoran a
Tintin.
Kasavubu pronunció un discurso convencional. Pero el primer
ministro Patrice Lumumba dijo al rey: “Nuestras heridas están muy frescas y son
demasiado dolorosas para ser olvidadas”. Al cabo de un año, Lumumba era
liquidado. Los belgas y los propietarios de minas forzaron la escisión de
Katanga y entregaron el país a Joseph Mobutu, arquetipo de los dictadores
africanos. El país más rico en naturaleza y minas es uno de los más pobres del
mundo. El horror continúa.
https://www.lavanguardia.com/opinion/20200705/482104337465/el-horror-el-horror.html
9.
Patrice Lumumba: ¿Por qué Bélgica devuelve el diente de
oro de un héroe congoleño?
22 de junio de 2022
Un diente con corona de oro es todo lo que queda del asesinado
héroe independentista congoleño Patrice Lumumba.
Muerto a
tiros por un pelotón de fusilamiento en 1961 con el respaldo tácito de la
antigua potencia colonial Bélgica, su cuerpo fue luego enterrado en una tumba
poco profunda, desenterrado, transportado 200 km (125 millas), enterrado
nuevamente, exhumado y luego cortado en pedazos y finalmente disuelto en ácido.
El
comisario de policía belga, Gerard Soete, que supervisó y participó en la
destrucción de los restos, se sacó el diente, admitió más tarde.
También
habló de un segundo diente y dos dedos del cadáver, pero estos no han sido
encontrados.
El
diente ahora ha sido devuelto a la familia en una ceremonia en Bruselas.
El
impulso de Soete de embolsarse las partes del cuerpo se hizo eco del
comportamiento de los funcionarios coloniales europeos durante décadas que se
llevaron los restos a casa como recuerdos macabros.
Pero
también sirvió como humillación final a un hombre que Bélgica consideraba un enemigo.
Soete,
que apareció en un documental en 1999, describió el diente y los dedos que tomó
como "una especie de trofeo de caza". El lenguaje sugiere que para el
policía belga, Lumumba, venerado en todo el continente como una de las
principales voces de la liberación africana, era menos que humano.
Para la
hija de Lumumba, Juliana, la pregunta es si los perpetradores eran humanos.
"¿Qué
cantidad de odio debes tener para hacer eso?" ella pregunta.
“Este es
un recordatorio de lo que sucedió con los nazis, tomar pedazos de personas, y
eso es un crimen contra la humanidad”, le dijo a la BBC.
Lumumba
se había convertido en primer ministro a la edad de 34 años. Elegido en los
últimos días del gobierno colonial, encabezó el gabinete de la nueva nación
independiente.
En junio
de 1960, en el momento de la entrega del poder, el rey belga Balduino elogió la
administración colonial y se refirió a su antepasado, Leopoldo II, como el
“civilizador” del país.
No se
mencionó a los millones que murieron o fueron brutalizados bajo su reinado
cuando gobernó lo que entonces se conocía como el Estado Libre del Congo como
su propiedad personal.
Esta
falta de reconocimiento del pasado presagió años de negación en Bélgica, que
recién ahora ha comenzado a aceptar.
Lumumba
no fue tan reticente.
En un
discurso que no estaba previsto en el programa oficial, el primer ministro
habló sobre la violencia y la degradación que habían sufrido los congoleños.
En una
retórica demoledora, interrumpida por rondas de aplausos y una ovación de pie
al concluir, describió “la humillante esclavitud que nos impusieron por la
fuerza”.
Los
belgas quedaron atónitos, según el académico Ludo De Witte, quien escribió un
relato innovador sobre el asesinato.
Nunca
antes un africano negro se había atrevido a hablar así frente a los europeos.
Se consideró que el primer ministro, de quien De Witte dice que había sido
descrito como un ladrón analfabeto en la prensa belga, humilló al rey y a otros
funcionarios belgas.
Algunos
han dicho que con su discurso Lumumba firmó su propia sentencia de muerte, pero
su asesinato al año siguiente también estuvo envuelto en maniobras de la Guerra
Fría y un deseo belga de mantener el control.
Los
estadounidenses también tramaron su muerte debido a un posible giro hacia la
Unión Soviética y su anticolonialismo intransigente, mientras que un
funcionario británico escribió un memorándum sugiriendo que matarlo era una
opción.
Sin
embargo, parecía haber un elemento personal en la forma en que Lumumba fue
vilipendiado y perseguido.
La
destrucción total del cuerpo, además de una forma de deshacerse de la
evidencia, parece un esfuerzo por borrar a Lumumba de la memoria. No habría
memorial, lo que haría casi posible negar que existió en absoluto. No bastaba
con enterrarlo.
Pero aún
se le recuerda.
No menos
importante por su hija Juliana, una de las principales impulsoras de la campaña
para devolver el diente a casa, que fue a Bruselas a recibirlo.
Ella
deja escapar una risa cálida mientras recuerda sus recuerdos de la infancia.
Como la más joven y la única niña en la familia, dice que estaba muy unida a su
padre.
Lumumba
tenía “menos de cinco años” cuando se convirtió en primer ministro. Recuerda
que le permitieron estar en su oficina “simplemente sentada y mirando a mi
padre cuando estaba trabajando. Para mí fue papá”.
Pero
reconoce que su padre “pertenece al país, porque murió por el Congo… y por sus
propios valores y convicciones de la dignidad de la persona africana”.
Reconoce
que la entrega del diente en Bélgica y su regreso a la República Democrática
del Congo es simbólico “porque lo que queda no alcanza. Pero tiene que volver a
su país donde se derramó su sangre”.
El
diente será llevado por todo el vasto país antes de ser enterrado en la
capital.
Sin
embargo, durante años, la familia Lumumba no supo exactamente qué le había
sucedido a su padre, ya que el silencio oficial rodeó las circunstancias de su
muerte.
El viaje
de Lumumba de primer ministro a víctima de asesinato tomó menos de siete meses.
Poco
después de la independencia, el país se vio afectado por una crisis
secesionista cuando la provincia sudoriental de Katanga, rica en minerales,
declaró que se estaba separando del resto del país.
En el
caos político que siguió, se enviaron tropas belgas con el argumento de que
protegerían a los ciudadanos belgas, pero también ayudaron a apoyar a la
administración de Katangan, que se consideraba más comprensiva.
El
propio Lumumba fue despedido como primer ministro por el presidente y poco más
de una semana después, el jefe del estado mayor del ejército, el coronel Joseph
Mobutu, tomó el poder.
Luego,
Lumumba fue puesto bajo arresto domiciliario, escapó y fue arrestado nuevamente
en diciembre de 1960, antes de ser retenido en el oeste del país.
Su
presencia allí fue vista como una posible fuente de inestabilidad y el gobierno
belga alentó su traslado a Katanga.
Durante
el vuelo allí el 16 de enero de 1961 fue asaltado. También fue golpeado a su
llegada mientras los líderes de Katanga pensaban qué hacer con él.
'No queda rastro'
Finalmente se decidió que se enfrentaría a un pelotón de fusilamiento y el 17
de enero fue fusilado junto con dos aliados.
Fue
entonces cuando intervino el comisario de policía Soete. Al darse cuenta de que
los cuerpos podían ser descubiertos, se tomó la decisión de “¡hacerlos
desaparecer de una vez por todas! No debe quedar ningún rastro”, según el
testimonio citado en el libro de De Witte The Assassination of Lumumba.
Armado
con sierras, ácido sulfúrico, máscaras faciales y whisky, Soete dirigió un
equipo para mover, destruir y disponer de los restos. Fue un proceso que más
tarde describiría como un viaje “a las profundidades del infierno”.
Pero no
fue hasta casi 40 años después, en 1999, que reconoció públicamente que estaba
involucrado y que todavía tenía un diente en su poder. Dijo que se había
deshecho de las otras partes del cuerpo que tomó.
La Sra.
Lumumba suspira profundamente cuando recuerda haber escuchado que una parte de
su padre aún existía.
“Puedes
entender lo que sentí al respecto”, dice, con la voz llena de emoción.
No se
sabe qué hizo Soete con el diente cuando estaba en su poder. Una fotografía lo
muestra en una caja acolchada, pero no está claro si estaba en exhibición.
Pero se
quedó en su familia.
Resurgió
en 2016 cuando la hija de Soete, Godelieve, concedió una entrevista a la
revista belga Humo, publicada justo antes del 55 aniversario del asesinato de
Lumumba.
Habló de
su “papi pobre” que tuvo que sufrir con el conocimiento de lo que hizo. La Sra.
Soete también pensó que su familia debería pedir disculpas por la orden que las
autoridades belgas le dieron a su padre.
Ella
dijo que él había mantenido un archivo privado y aunque después de su muerte en
2000 se desperdició mucho, ella "pudo salvar cosas interesantes".
Entre
esas cosas estaba el diente que sacó para mostrárselo al entrevistador y al
fotógrafo.
Luego
fue incautado por la policía belga después de que De Witte presentara una
denuncia y luego de una batalla legal de cuatro años, un tribunal dictaminó que
debería devolverse a la familia Lumumba.
Como
parte de la campaña para recuperarlo, la Sra. Lumumba escribió una conmovedora
y poética carta abierta al Rey Philippe.
“¿Por
qué, después de su terrible asesinato, los restos de Lumumba han sido
condenados a ser un alma errante para siempre, sin una tumba que cobije su
descanso eterno?” ella preguntó.
Con la
devolución del diente, el ex primer ministro tendrá un lugar de descanso final
en un mausoleo especial en la capital, Kinshasa.
“Esto es
lo que solemos hacer en nuestra cultura, nos gusta enterrar a nuestros
muertos”, dijo el historiador congoleño y embajador del país ante la ONU,
Georges Nzongola-Ntalaja.
“Es un
consuelo para la familia y el pueblo del Congo porque Lumumba es nuestro héroe
y nos gustaría darle un entierro digno”.
A pesar
del entierro, todavía es necesario tener en cuenta el pasado.
El libro
de De Witte, que rompió años de silencio oficial, condujo a la creación en 1999
de una investigación parlamentaria encargada de determinar las “circunstancias
exactas del asesinato… y la posible implicación de políticos belgas”.
En sus
conclusiones, dos años después, escribió que las “normas del pensamiento
políticamente correcto internacional eran diferentes” en la década de 1960. Sin
embargo, a pesar de no descubrir ningún documento que ordenara el asesinato de
Lumumba, la investigación encontró que ciertos miembros del gobierno “eran
moralmente responsables de las circunstancias que llevaron a la muerte”.
'Necesitamos conocer nuestro pasado'
El entonces ministro de Asuntos Exteriores belga, Louis Michel, expresó
entonces “disculpas” y un “profundo y sincero” arrepentimiento a la familia
Lumumba y al pueblo congoleño.
El
profesor Nzongola-Ntalaja, hablando con la BBC a título personal, no cree que
Bélgica haya aceptado plenamente su papel en el asesinato. “Bélgica se niega a
asumir la responsabilidad por algo que saben que hicieron, por lo que no es
totalmente satisfactorio”, dijo.
Los
fiscales belgas están tratando el asesinato como un crimen de guerra, pero 10
de los 12 sospechosos identificados han muerto y, una década después, la
investigación avanza muy lentamente.
La
entrega del diente será un elemento más en el proceso de reconciliación entre
Bélgica y RD Congo sobre la época colonial y la muerte de Lumumba.
“Es un
paso, y tenemos que ir más allá”, dice su hija.
Pero
también argumenta que debe haber un ajuste de cuentas del lado congoleño, ya
que algunos de sus compatriotas también estuvieron involucrados en la muerte de
su padre.
“Tenemos
que aceptar nuestra historia, lo bueno y lo malo de ella”.
Y en un
floreo digno de la ex primera ministra, dice “necesitamos conocer nuestro
pasado, construir nuestro futuro y vivir el presente”.
El
entierro del diente, planeado para coincidir con el 61.º aniversario del famoso
discurso del día de la independencia de Lumumba, ofrecerá la oportunidad de
volver a visitar ese pasado.
https://www.theimmigrantsjournal.com/es/patrice-lumumba-why-belgium-is-returning-a-congolese-heros-golden-tooth/
10.
Patrice
Lumumba, el héroe de la independencia del Congo
Lumumba luchó por un Congo unido hasta su asesinato en misteriosas
circunstancias
11 diciembre 2020
Patrice Lumumba (1925-1961) fue uno de los grandes revolucionarios
africanos, junto a Thomas Sankara y Nelson Mandela, que intentó separarse
de la metrópolis europea y fundar un nuevo estado.
El Congo Belga
y Leopoldo II
Para conocer bien
cuáles fueron las motivaciones de Patrice Lumumba, hay que saber en qué
contexto se produjeron. Entre 1908 y 1906, el actual territorio que corresponde
a la República Democrática del Congo fue comúnmente denominado Congo
Belga (llamado así para diferenciarlo del Congo Francés,
la colonia gala).
Anteriormente, entre
1885 y 1908, el Congo Belga se denominó Estado Libre del Congo, un territorio
con un dominio directo del rey de Bélgica, Leopoldo II. Durante
esa época, se explotaron los recursos del territorio y a la población de una
manera cruel, reduciendo a los nativos a menos de un 50% del
total.
Poco a
poco, con denuncias de locales y de varios periodistas británicos, se
fue destapando esa situación de abuso de poder, y la
presión internacional sobre Leopoldo II fue incrementando hasta que se vio
obligado a renunciar a la soberanía del territorio en favor del Estado de
Bélgica. Sin embargo, el control del rey siguió siendo
importante.
Pese a
ello, con el cambio de soberanía, se asignó a un gobernador general en el
territorio, alguien que se pudiese controlar desde Bélgica. Con
el dominio belga, empezaron unas políticas paternalistas, donde se tutelaba a
las poblaciones nativas negras y se les imponían las
enseñanzas católicas y occidentales.
Estas
medidas, sin embargo, tuvieron escasa popularidad, y fueron generando un
descontento a medida que pasaba el tiempo. Muestra de ello son las cartas
de Léon Antoine Marie Petillon, el gobernador general del Congo en 1952, que
pedía terminar con estas medidas paternalistas a riesgo de que estallase una
rebelión.
El inicio del
nacionalismo
La
situación llegó a un punto de inestabilidad donde empezaron a surgir múltiples
nacionalismos en el Congo Belga. El corriente ideológico que más recorrido tuvo
fue el de independizar el Congo Belga como una gran nación. Sin
embargo, el Congo Belga era un territorio con múltiples grupos étnicos, y
algunos reclamaron también nuevos Estados separados tanto de Bélgica como
del Congo, como los territorios Bakongo y Kasai.
Fue en
ese contexto donde Patrice Lumumba, al frente del Mouvement National Congolais o
MNC (traducido por Movimiento Nacional Congoleño), empezó a despuntar como
cabeza visible de la independencia.
Patrice
Lumumba: orígenes y entrada en contacto con el activismo
Patrice
Émery Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en la aldea de
Onalua, Katako-Kombe, Congo Belga, el primero de cuatro hijos
de una familia de granjeros de religión católica.
Durante
su infancia, con las políticas paternalistas belgas, apenas tuvo acceso a una
educación avanzada, aunque muchos profesores le alentaron a estudiar por su
cuenta viendo un gran potencial en el joven Lumumba.
En 1944, a la edad de 19 años, se
mudó a la ciudad de Stanleyville (actual Kisangani) para
encontrar trabajo. Fue en ese momento donde empezó a incluirse en círculos
de intelectuales nacionalistas que luchaban por un Congo
independiente.
Fue en
este momento cuando Lumumba, que publicaba asiduamente diversos poemas en
medios congoleños que imitaban los procedimientos de la metrópolis belga (que
no su ideología), empezó a forjarse un nombre como representante
del pueblo congoleño nativo contra los abusos colonialistas.
En 1956, Lumumba
formaba ya parte de un grupo sindicalista (prohibidos en ese entonces) de
empleados congoleños no afiliados con el gobierno belga. Fue en ese mismo año
cuando entró a formar parte del Partido Liberal
Belga, que reclamaba más derechos para los congoleños nativos.
Con el
aumento de su popularidad, en 1956 fue a Bélgica a representar los
intereses de la colonia africana. Sin embargo, al volver,
fue acusado de malversación y obligado a pasar un año en la cárcel. Cuando
salió en 1957, se casó con Pauline Opangu, con la que tuvo ocho hijos.
Su
tiempo en prisión también sirvió para aumentar su actividad y su popularidad
todavía más. En 1958 fundó el MNC, el
primer partido que actuaba en toda la extensión del Congo belga. La ideología
de ese partido, además de la independencia, era el panafricanismo, la unión
de los pueblos africanos para luchar contra el colonialismo.
El fin del
colonialismo y la fundación de la República Democrática del Congo
El MNC,
en 1958, se vio dividido en dos facciones: el
MNC-Kalonji, y el MNC-Lumumba. Joseph Kalonji, de una
postura más moderada que Lumumba, que estaba muy a la izquierda, decidió fundar
un nuevo grupo para separarse ideológicamente. Sin embargo, el
contacto entre ambas facciones siempre fue constante.
Se
iniciaron los primeros movimientos secesionistas en 1959,
cuando varios grupos independentistas además de las facciones del MNC se
intentaron reunir en Stanleyville (la actual Kisangani) para iniciar el proceso
de separación.
Las
autoridades belgas, ante este hecho, intentaron detener a Lumumba que se vio
apoyado por la población. Aunque en un principio Lumumba escapó, más
tarde fue capturado, juzgado y encarcelado.
Además, la
tensión se incrementó con las protestas de Léopoldville (la actual Kinshasa)
por la independencia, duramente reprimidas. Al final,
hacia finales de 1959, Bélgica, que ya se veía sobrepasada, intentó convocar
elecciones municipales. Aunque Lumumba en un inicio llamó al boicot,
posteriormente se presentó en Stanleyville, donde ganó.
Finalmente, en
mayo de 1960, se convocaron elecciones legislativas, aunque
Lumumba no obtuvo la mayoría necesaria. Más de 15 partidos obtuvieron
resultados significativos, y Lumumba se vio forzado a elaborar
pactos para organizar un gobierno.
Finalmente,
se organizó un gobierno, con Patrice Lumumba como Primer Ministro y Joseph
Kasa-Vubu, del partido ABAKO (Alliance des Bakongo, traducido como Alianza de los Bakongo), como
Presidente. El 30 de julio, la independencia fue concedida
por Bélgica.
La crisis
política y la muerte de Lumumba
Poco
después de la formación de un nuevo gobierno, las capas inferiores del
ejército se rebelaron contra los oficiales blancos. Esto
hizo que la población europea colona que todavía residía
en el país se sintiese insegura.
Aprovechando
esta situación, Bélgica mandó tropas al país para controlar la
situación, pese a que el gobierno congoleño no las había solicitado. Ante
esa invasión, Lumumba pidió apoyo a Estados Unidos, quien
solo envió tropas mediante las Naciones Unidas en una misión que no consiguió
nada.
Las
tropas belgas se adentraron en el territorio, controlando ciertas zonas
con presencia europea y además ayudando a la secesión de la zona más rica del
país, Katanga, que pese a ser oficialmente independiente,
estaba controlada por Bélgica.
Ante la
falta de apoyo de los Estados Unidos, Lumumba entonces pidió ayuda a
la URSS,
la que ayudó mandando varios aviones para transportar a las tropas congoleñas y
controlar la situación en Katanga. Con el apoyo de la
URSS, y en plena Guerra Fría, el presidente Eisenhower mandó entonces a la
CIA a controlar la situación, por miedo a que el comunismo
se apoderase de una de las regiones más ricas de África.
En ese
momento, las rivalidades internas afloraron
también, y el presidente Kasa-Vubu intentó despedir a
Lumumba como primer ministro, y Lumumba hizo lo mismo con Kasa-Vubu. Este
vacío de poder fue aprovechado por Mobutu Sese Seko, un militar que, con el
apoyo de la CIA, dio un golpe de estado y se estableció en
el poder.
Lumumba,
en un principio recluido en su hogar, huyó para iniciar la recuperación del
poder, sin embargo, fue de nuevo detenido, y enjuiciado por incitar a la
rebelión. En 1961, fue puesto delante de las cámaras donde se
le dio una paliza y se le humilló públicamente.
La noche
del 17 de enero, Lumumba fue enviado a la provincia de Katanga
(la misma que se había independizado meses antes) y fue fusilado. Sus
restos fueron quemados para evitar cualquier culto a su muerte.
Numerosos
estudios resaltan la implicación de la CIA no solo en la muerte de
Lumumba, sino en el posterior dominio del país para que se mantuviese cercano a
Occidente, y poder disponer de sus recursos. También se
apunta numerosas veces que Bélgica tuvo algo que ver en este golpe de Estado.
Sin
embargo, la figura de Lumumba fue pronto martirizada, quedando
como un héroe nacional entre las clases obreras que vieron como sus
derechos eran minados con la dictadura de Mobutu Sese Seko.
Por su
lado, el poder de Mobutu no se solidificó hasta 1965, cuando consiguió suprimir
la oposición en el país y establecer un gobierno. A modo de anécdota final, fue
en esa época cuando Ernesto “Che” Guevara voló hasta allí para
intentar iniciar una guerra de guerrillas, que pronto fracasó.
https://elretohistorico.com/lumumba-africa-congo-belgica-independencia/
11.
Leopoldo II,
el rey belga que cometió en África "los abusos más atroces" del
colonialismo europeo
10 junio 2020
Una
estatua del rey Leopoldo II que durante 150 años estuvo en el centro de Amberes
fue retirada en las últimas horas de la ciudad belga.
La estatua de Amberes había
sido quemada y atacada con pintura antes de ser retirada.
Y es que desde hace
años grupos activistas piden que se deje de honrar la figura del monarca, que
se considera cometió como propietario del Congo algunas de las peores
atrocidades de colonialismo europeo.
Leopoldo
II sigue dividiendo a los belgas, a los que durante décadas se les enseñó
que fue el responsable de llevar la civilización a esa parte África.
Una
muestra de lo controvertido que es este personaje, es que en las últimas horas
un portavoz de la alcaldía de Amberes aseguró que la retirada de la estatua no
tiene nada que ver con las recientes protestas que se han dado en todo el mundo
en contra del racismo, y dijo que la figura será llevada a un museo para ser
restaurada y que no se descarta que vuelva a ser instalada en el espacio público.
"El mayor y más horrible legado de
todos"
Leopoldo II se declaraba
"propietario" del Congo.
"De los
europeos que luchaban para hacerse con el control de África a finales del siglo
XIX, se puede decir que el rey belga Leopoldo II dejó el mayor y más
horrible legado de todos", escribió en 2004 Mark Dummet,
excorresponsal de la BBC en Kinshasa, en una nota sobre el monarca.
"Mientras
las grandes potencias competían por conseguir territorios en otros lugares, el
rey de uno de los países más pequeños de Europa esculpió su propia colonia
privada de 100
kilómetros cuadrados en la selva tropical
centroafricana", agregó Dummet.
Leopoldo
II extendió sus dominios hasta controlar un territorio equivalente a 60
veces el tamaño de Bélgica.
Pero no
sería tanto el tamaño de esas posesiones sino lo que allí ocurriría y las
condiciones en las que sucedió lo que marcaría su legado.
Colonia
privada
Leopoldo
II, quien reinó en Bélgica entre 1865 y 1909, buscó convertir su pequeño país
en una potencia imperial para lo cual lideró los esfuerzos para desarrollar la
cuenca del río Congo.
Argumentando
su deseo de llevar a los nativos africanos los beneficios del cristianismo, de
la civilización occidental y del comercio, el monarca convenció a las potencias
euroasiáticas de permitirle tomar el control de esa extensa región a través de
una organización que llamó Asociación Internacional Africana y que en 1885
transformó en el Estado Libre del Congo.
Esta
institución privada no estaba vinculada con el estado belga sino que dependía
directamente del monarca, quien se presentaba como su "propietario".
Era la única colonia privada del mundo.
Pero
detrás del discurso filantrópico de Leopoldo II había un gran interés en
hacerse con las grandes riquezas del territorio.
Primero,
del marfil, que era inmensamente apreciado en la época previa a la creación del
plástico por ser un material que podía ser utilizado para crear infinidad de
piezas, desde estatuillas hasta teclas de piano pasando por piezas de joyería y
dientes falsos.
De allí
surgió la mayor parte de la riqueza obtenida por el monarca durante los
primeros años del Estado Libre del Congo. Los abusos y las extremas condiciones
a las que eran sometidos los nativos africanos allí para obtener este preciado
material fueron retratados por el escritor británico de origen polaco Joseph
Conrad en su novela "El corazón en las tinieblas".
Manos
mutiladas
Gradualmente,
el interés por el marfil fue desplazado por la fiebre del caucho, cuando
en la década de 1890 su uso se disparó para producir ruedas de bicicletas y de
autos, para recubrir cables así como para fabricar cintas de transporte para
automatizar el trabajo en las fábricas.
El
negocio del caucho tenía sus complejidades, pues la materia prima se extrae de
un árbol que tarda muchos años en crecer, por lo cual quienes controlaran
territorios con abundancia de estos árboles tenían una fortuna entre sus manos.
Y el Estado Libre del Congo tenía muchos de ellos.
También
abundan los relatos sobre la crudeza con la que se explotaba este material en
los territorios controlados por Leopoldo II.
"Él
convirtió su 'Estado Libre del Congo' en un campo de trabajo masivo, hizo
una fortuna para sí mismo con la recolección del caucho y contribuyó en gran
medida a la muerte de quizá unos 10 millones de inocentes", señaló
Dummet.
La cifra
de las posibles víctimas es controvertida.
En 1998,
el historiador estadounidense Adam Hochschild publicó un libro en el que
Leopoldo II quedaba señalado como el responsable de una suerte de holocausto
africano, que superaría en cantidad de víctimas al número de judíos muertos a
manos de la Alemania nazi.
En
Bélgica, algunos expertos rechazaron las conclusiones del polémico texto.
"Ocurrieron cosas terribles, pero Hochschild está exagerando. Es
absurdo decir que murieron tantos millones", le dijo entonces Jean
Stengers, un historiador especializado en la época de Leopoldo II, al diario
británico The Guardian.
Stengers
reconoció que la población del Congo mermó de forma dramática durante los 30
años siguientes a la toma de control de ese territorio por parte de Leopoldo
II, pero advirtió que era imposible saber cuántas víctimas hubo pues nadie
sabía cuántas personas habitaban allí en ese momento.
En lo que
sí hay coincidencia entre los estudiosos fue en los métodos brutales utilizados
por los representantes de Leopoldo II para obligar a la población nativa a
explotar el caucho.
El
Estado Libre del Congo estaba controlado por un ejército privado de unos 19.000
hombres conocido como
Fuerza Pública.
Miembros
de esta organización aterrorizaban a las poblaciones nativas para obligarlas a
trabajar.
El método
era el siguiente: entraban en una aldea por la fuerza, tomaban a las mujeres
y a las niñas como rehenes y ordenaban a los hombres adentrarse en la selva
para recolectar una cuota determinada de caucho.
Mientras
los hombres cumplían con la tarea impuesta para salvar a sus esposas e hijas,
estas morían de hambre o eran sometidas a abusos sexuales.
Además,
quienes no fueran capaces de completar la cuota que les había sido impuesta estaban
amenazados con la amputación de una de sus manos o de las de alguno de sus
hijos.
Este
castigo también era una práctica habitual por otros motivos. Los miembros de la
Fuerza Pública tenían que demostrar que no "malgastaban" las balas de
las que disponían, pues estas debían ahorrarse para ser usadas en caso de un
motín.
Entonces,
por cada bala gastada se les exigía que presentaran la mano cortada a uno de
los rebeldes muertos. Como resultado, cuando los soldados regresaban de una
expedición para sofocar una revuelta traían consigo cestas repletas de manos
cortadas.
Pero esta
medida de "ahorro" también se prestaba a otros adicionales abusos.
Así, cuando un soldado erraba el tiro o cuando simplemente usaba sus balas para
jugar al tiro al blanco, en ocasiones le cortaba la mano a un nativo para poder
justificarse ante su oficial a cargo.
La
biógrafa británica de Leopoldo II, Barbara Emerson, asegura que el monarca se
sintió consternado cuando escuchó sobre los terribles abusos que ocurrían en
sus dominios africanos -los cuales, por cierto, nunca conoció personalmente.
"Estos horrores deben terminar o me retiraré del Congo. No seré salpicado
de sangre y lodo", le habría escrito a su secretario de Estado.
Sin
embargo, también se refiere a que comentó: "Cortar las manos. Es algo
idiota. Yo les cortaría todo lo demás, pero no las manos. Eso es lo único
que necesito en el Congo".
Un
legado polémico
Durante
la primera década del siglo XX se fueron acumulando las críticas en contra de
los abusos que se cometían en el Estado Libre del Congo.
"Robo
legalizado y ejecutado con el uso de la violencia", afirmó Dummet que era
la forma como se describía en aquella época lo que ocurría en África bajo
Leopoldo II.
Algunos
historiadores señalan que esas críticas eran, en parte, impulsadas por otras
potencias coloniales europeas que buscaban desviar la atención de sus propios
abusos.
En todo
caso, la presión ejercida sobre el monarca derivó en la decisión de este de
transferir en 1908 su "propiedad" en África a Bélgica, con lo
cual el Estado Libre del Congo se convirtió en el Congo Belga.
Leopoldo
II murió poco después, pero dentro de los proyectos que había dejado en marcha
estaba la construcción del Museo Real de África, en las afueras de Bruselas,
que se convirtió en el primer museo de Congo en el mundo.
Pensado,
en parte, como un instrumento de propaganda sobre el proyecto colonial, esta
institución fue reabierta en 2018 luego de pasar cinco años cerrada en labores
de adaptación de su colección a los nuevos tiempos.
Guido
Gryseels, director general del museo, explicó en una entrevista concedida al
diario The New York Times que parte del trabajo que hicieron tiene que
ver con los esfuerzos para cambiar la visión positiva del colonialismo que
ofrecía la institución.
"Generaciones
enteras de belgas vinieron acá y recibieron el mensaje de que el colonialismo
era algo bueno, de que
trajimos civilización, bienestar y cultura al Congo", señaló.
Para
combatir esa narrativa, el museo reorganizó la colección y colocó información
que destaca los problemas causados por el colonialismo.
Pero ¿y
qué hay del legado de Leopoldo II?
Derechos
humanos
Mark
Dummet, excorresponsal de la BBC en Kinshasa, señaló que el país nunca se había
recuperado realmente de aquella experiencia colonial.
"Los
soldados del Congo nunca se alejaron del rol que les atribuyó Leopoldo como una
fuerza para ejercer la coerción, atormentar y violar a la población civil
desarmada", apuntó en
su texto de 2004.
Sin
embargo, aquellos abusos al parecer sí tuvieron una consecuencia positiva
aunque no buscada.
Según
Dummet, la campaña para revelar lo que había ocurrido en el Estado Libre del
Congo, liderada por el diplomático Roger Casement, se convirtió en el primer
movimiento masivo moderno en defensa de los derechos humanos.
"La
aparición de sucesores como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o la
organización con sede en Kinshasa Voix de San Voix ('La voz de los que no tiene
voz') significa que en la actual República Democrática de Congo los abusos no
pueden ocultarse por mucho tiempo", apuntó Dummet.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46651813
12.
El actual rey
de los belgas reconoce la "violencia y crueldad" causada en la
colonización del Congo
Felipe expresa por primera vez el
"profundo arrepentimiento" de la casa real por los actos cometidos en
la excolonia belga por Leopoldo II
30 de junio del 2020.
Nunca en la historia la casa real de Bélgica había
reconocido las atrocidades
y los actos de crueldad cometidos en la República Democrática del Congo por
el rey Leopoldo II,
que utilizó esta excolonia africana como su coto privado entre 1895 y 1908,
explotando brutalmente y a su antojo los recursos naturales como el caucho y
utilizando para ello a la población local en condiciones de absoluta esclavitud
lo que llevó a la muerte a más de 10 millones de personas. Coincidiendo con el 60º aniversario de la independencia de
la excolonia, el 30 de junio de 1960, el rey Felipe ha expresado este martes
públicamente su "profundo arrepentimiento" en una carta dirigida al
presidente del país, Felix
Tshisekedi.
La especie de mea culpa sobre el pasado
colonial belga ha tardado años en llegar y solo ha sido posible tras
la ola de indignación y
protestas desatadas en todo el mundo por la muerte del
afroamericano George
Floyd, en Estados Unidos a manos de la policía, y el
movimiento Black Lives
Matter que en las últimas semanas también se ha dejado sentir
con fuerza en Bélgica. Decenas de estatuas
y bustos de Leopoldo II, muy presente todavía en muchas
ciudades incluida la capital de Bruselas, han sido vandalizadas y pintadas por grupos antirracistas que
exigen su retirada y la apertura de un debate público que arrancará
finalmente en septiembre en una comisión
parlamentaria dispuesta a examinar el pasado colonial
"en todas sus dimensiones" y en el que participará también la diáspora congoleña.
"Ha llegado la hora de que
Bélgica emprenda el camino de la verdad", ha reconocido también este
martes la primera ministra, Sophie
Wilmès, que ha indicado que durante este 2020 "debemos ser
capaces de mirar el pasado compartido con lucidez y discernimiento", un
pasado cargado de "desigualdades y violencia" hacia los congoleños.
Faltaba, sin embargo, un pronunciamiento del rey de los belgas, que solo puede
posicionarse sobre cuestiones políticas con el aval del Gobierno belga, y
finalmente ha llegado este martes.
"Violencia y crueldad"
En la carta, Felipe reconoce
por primera vez los actos de "violencia y crueldad" cometidos en el
Congo que "pesan en nuestra memoria colectiva" y que causaron
"sufrimiento y humillaciones", aunque no menciona explícitamente y
por su nombre a su antepasado Leopoldo ni pide formalmente excusas. "Quiero
expresar mi profundo pesar por estas heridas del pasado cuyo dolor se ha
reavivado por las discriminaciones todavía muy presentes en nuestras
sociedades", señala dando su apoyo a la reflexión lanzada por el
Parlamento federal belga para que "nuestra memoria quede definitivamente
en paz".
Un gesto que la prensa belga ha
calificado de "histórico" ya que reconoce por primera vez de forma
oficial un pasado tremendamente oscuro cuyos vestigios siguen atormentando
al país. De hecho, el propio Felipe II ya optó a finales del 2018 por no
participar en la ceremonia de inauguración del renovado Museo de África, situado en
la periferia de Bruselas, e ideado por su antepasado como herramienta de propaganda del
proyecto colonialista que lo convirtió en multimillonario.
https://www.elperiodico.com/es/internacional/20200630/el-rey-de-los-belgas-reconoce-la-violencia-y-crueldad-causada-en-el-congo-por-leopoldo-ii-8020256
13.
10 Citas de Patrice
Lumumba en el 55 aniversario de su muerte
19 de enero de 2016
1. "A los colonialistas no les importa para nada África, sólo su propio
bien. Se sienten atraídos por las riquezas de África y sus acciones están
guiadas por el deseo de preservar sus intereses en África contra la voluntad
del pueblo africano. Para los colonialistas todos los medios son buenos si les
ayudan a poseer esas riquezas". Discurso pronunciado en la Conferencia
Panafricana en Leopoldville en agosto de 1960.
2. "La independencia política no tiene sentido si no va acompañada de
un rápido desarrollo económico y social". Discurso pronunciado en la
Conferencia Panafricana en Leopoldville en agosto de 1960
3. "Sin dignidad no hay libertad, sin justicia no hay dignidad, y sin
independencia no hay hombres libres". Carta a su esposa, carta desde la
prisión de Thysville, Congo, mi país.
4. "Un mínimo de comodidad es necesario para la práctica de la
virtud". Congo, mi país.
5. "Llegará el día en que la historia hablará. Pero no será la historia
que se enseña en Bruselas, París, Washington o las Naciones Unidas... África
escribirá su propia historia, en el norte y el sur, y será una historia de
gloria y dignidad". Carta desde la prisión Thysville a la señora Lumumba.
6. "Lo único que queríamos para nuestro país es el derecho a una vida
digna, a la dignidad sin pretensiones, a la independencia sin restricciones.
Esto no fue nunca el deseo de los colonialistas belgas y sus aliados
occidentales... "Carta desde la prisión Thysville a la señora Lumumba.
7. "Estas divisiones, que las potencias coloniales han explotado para
dominarnos, han jugado un papel importante y todavía están jugando un papel
importante en el suicidio de África". Unidad Africana y discurso de la
Independencia Nacional, de marzo de 1959.
8. "Sabemos que África no es ni francesa, ni inglesa, ni
estadounidense, ni rusa, África es africana. Sabemos cuáles son los objetivos
de Occidente. Ayer nos dividieron en tribus, clanes y aldeas... Quieren crear
bloques antagónicos, satélites ... "Discurso en la apertura de la
Conferencia Panafricana en Leopoldville el 25 de agosto de 1960.
9. "Nadie es perfecto en este mundo imperfecto". Congo, mi país.
10. "La unión africana y la solidaridad ya no son sueños. Discurso de
apertura de la Conferencia Panafricana en Leopoldville, 25 agosto, 1960.
https://cidafucm.es/10-citas-de-patrice-lumumba-en-el-55-aniversario-de-su-muerte