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Gabriela Mistral:
La única Mujer Premio Nobel de Latinoamérica
Por lo general, Latinoamérica se refiere a los países americanos cuyos habitantes hablan en español o en portugués. De esta manera, quedan afuera del grupo naciones como Jamaica o Bahamas.
Hispanoamérica representa a cada uno de los estados americanos de habla hispana.
Hispanoamérica está integrada por unos 20 países que suman un total de
400 millones de habitantes.
Gabriela Mistral
Galardonados Nobel de Latinoamérica por país
Fuente: Wikipedia
Con
sorpresa el mirar la lista de los 8 países con 17
latinoamericanos galardonados con el Premio Nóbel ví que
solo había una mujer; nuestra poetiza Gabriela Mistral, es decir
ella en justicia como se verá a continuación es la mujer más importante de Chile y a ella
como tal se le dedica este escrito 572 de inicios del año 2021
La gesta tras el Nobel de Gabriela
El Premio Nobel entregado a Gabriela Mistral un 10 de diciembre de
1945 en Estocolmo , Suecia, tiene una trastienda que posibilita su
obtención, más allá del propio talento mistraliano. Desde finales de la
década de 1930 círculos literarios de distintos países comenzaron a
promover a Gabriela Mistral para el Premio Nobel de Literatura. El
Presidente Pedro Aguirre Cerda y la escritora ecuatoriana Adelaida
Velasco Galdós respaldaron su candidatura posibilitando la traducción de
sus obras.
Años antes y como antecedente de esta verdadera campaña está el autor
Virgilio Figueroa, quien en su obra "La Divina Gabriela", publicada en
1933, propone este galardón, sin encontrar eco alguno en su momento.
La escritora ecuatoriana Adelaida Velasco Galdós guardaba una gran
devoción por la obra de Gabriela. Ella cuenta: "se me ocurrió escribir a
Buenos Aires a Constancio C. Vigil, de cuyo aprecio para Gabriela tenía
yo conocimiento, quien me contestó inmediatamente, entusiasmado. Luego
conseguí otras adhesiones pero a la vez la principal resistencia, de la
propia Gabriela, renuente a enviarme sus datos que le solicitaba para la
redacción de la Circular que hacía llegar a hombres de letras de estas y
otras partes. Del Ministro plenipotenciario del Ecuador en Santiago de
Chile Gonzalo Zaldumbide, obtuve que Gabriela aceptase visitar
Guayaquil".
En Octubre el Grupo América de Quito, del que Adelaida formaba parte
como corresponsal en Guayaquil, fue el primero en dar su apoyo y
aprobación a su proyecto del Nobel para Gabriela. El poeta Gonzalo
Escudero y el periodista Jaime Barrera firmaron una muy bella
comunicación. Poco después eran numerosos los intelectuales americanos
que se sumaban al pedido de Adelaida, quien también escribió al
presidente chileno Pedro Aguirre Cerda solicitándole que interviniera y
patrocinara el proyecto.
De allí en adelante todo marchó sobre ruedas. El gobierno de Chile
dirigió la edición masiva de los versos de Gabriela y su traducción a
distintos idiomas y finalmente se consiguió tras siete años de lucha que
la Academia de Ciencias de Suecia concediera el Nobel de Literatura,
por primera vez, a una mujer latinoamericana.
"Pero no bastaba el apoyo de las instituciones culturales de América.
Era indispensable cumplir ciertos requisitos exigidos por la Academia
Sueca en su reglamento. En primer lugar, los académicos debían conocer
al autor, por lo tanto éste debía tener obras traducidas al sueco o, por
lo menos, al inglés y al francés. De modo que el camino no era fácil y
ofrecía muchas dificultades porque como bien lo había señalado la propia
Gabriela «el poeta es la persona literaria menos traducida en el mundo
en forma de libro».
Gabriela conocía los requisitos. Desde Niza, en 1939, se los comunicó
a su comprovinciano Gabriel González Videla, en aquel entonces Ministro
de Chile en Francia. La escritora proporcionó todos los datos que se le
pedían, añadiendo: «Yo... no me doy ninguna diligencia en ayudarlos,
aunque agradezco mucho su generosidad. Jamás haré el papel de vocero de
mi nombre literario ni de mi obra misma». Lo anterior, porque creía
firmemente que eran varios los literatos de América que podían ser
distinguidos, como el venezolano Rómulo Gallegos, el mexicano Alfonso
Reyes y el brasileño Casiano Ricardo. Lamentando que el premio no le
hubiese sido concedido a Leopoldo Lugones, agregando que «nuestra
literatura hispanoamericana es conocida en Europa sólo por los
especialistas y por los que leen español».
Pese a todos los obstáculos, la campaña continuó impulsada por el
propio Pedro Aguirre Cerda. Sus poemas comenzaron a ser traducidos al
francés por Francis de Miomandre, Georges Pillement, Mathilde Pomes y
Max Daireaux. Gabriel González Videla planeó la publicación de estas
traducciones para la cual obtuvo un prólogo de Paul Valéry. Trabajo que
Gabriela rechazó y no precisamente por falta de aprecio al autor. «Yo
tengo por Valery -señala Gabriela en carta a Matilde Pomes- la más cabal
y subida admiración en cuanto a capacidad intelectual y a una fineza
tan extremada, que tal vez nadie posee en Europa, es decir, en el
mundo». Lo que ocurría, en opinión de Gabriela es que Valéry no poseía
un cabal conocimiento del español y, por tanto, «no podía juzgar con
efectividad sus versos». Sí aceptó un prólogo de Francis de Miomadre,
poeta de menor altura que Valéry, pero mayormente conocido como
traductor del español.
La irrupción de la guerra impide la aparición del libro, y frente al
conflicto, la Academia decide suspender a partir de 1940 la concesión de
sus premios, la que sólo se reanuda en 1944. La suspensión del premio,
no impide la continua llegada a Estocolmo de peticiones provenientes de
las más diversas instituciones y personalidades a favor de la
candidatura de Gabriela Mistral. Tanto interés despertó la curiosidad
del entonces secretario de la Academia Sueca, el académico Hjalmar
Gullberg, quien tradujo al sueco muchas poesías de Gabriela, tomando de
Desolación: «Balada», «Los huesos de los muertos», «Poema del hijo», «El
niño solo», «El corro luminoso» y «Meciendo». De su libro Tala:
«Adiós», «La copa» y «Beber», traducciones que dieron origen a una
pequeña antología que fue publicada en 1941, bajo el título de Poema del
hijo, en Bonniers Littera Magasin. La poesía de Gabriela comenzó a ser
conocida por los suecos y la meta para la obtención del galardón se
hacía cada vez más cercana.
Para Adelaida Velasco Galdós, el reconocimiento vendría el 19 de
noviembre de 1945, justo un día después de la partida de Lucila hacia
Suecia, con un escueto pero expresivo telegrama enviado por la mismísima
Gabriela, su admirada colega, que decía: "Toda la hazaña es vuestra.
Cariños".
Luego se escribiría la historia:
"La solemne ceremonia Nobel en la Casa de Conciertos de
Estocolmo, llegó a su culminación cuando Gabriela Mistral fue presentada
y traducidos algunos de sus poemas. Muy destacado por la prensa
nacional de la época es el momento en el que el Hjalmar Gullberg, de la
Academia Sueca, leyó fragmentos de sus poesías y describió cómo la
maestra de escuela de una pequeña provincia se convirtió en la Reina de
la Poesía de toda América Latina". (Associated Press, 1945)
Años después, el 31 de Marzo de 1960 el Cónsul chileno Pedro Zúñiga
Arancibia le entregaría solemnemente a Adelaida la Medalla Bernardo
O´Higgins de primera clase, premiándola por sus afanes para que Gabriela
pudiese obtener el Nobel.
https://www.mgmistral.gob.cl/634/w3-article-49436.html?_noredirect=1
Gabriela Mistral: Premio Nobel de Literatura 1945
(a sesenta años)
Pedro Pablo Zegers Blachet
La candidatura de
Gabriela Mistral al Premio Nobel de Literatura data de 1939,
año en el que surge un movimiento de opinión, que
nació en el Ecuador y que se propagó por toda
América, reclamando el premio para la escritora chilena. Fue
apoyado por la prensa de todo el continente y por las instituciones
literarias de Chile y de la casi totalidad de los países
americanos. Se adscriben a este llamado, las Academias de Letras
oficiales, entre ellas la española.
(De Entrevista concedida por Gabriela
Mistral a la United
Press, Río de Janeiro, 1945) |
«Voy a
contar cómo surgió mi candidatura para el Premio
Nobel. La idea nació de una amiga mía, Adela Velasco,
de Guayaquil, quien escribió al extinto presidente de Chile,
señor Aguirre Cerda, que fue compañero mío, y
sin consultarme presentó mi candidatura. En este momento
tengo también que recordar a Juana Aguirre, esposa del
Presidente».
|
Norberto Pinilla,
estudioso de la obra de Gabriela, observa que en realidad quien
tuvo la primera iniciativa fue Virgilio Figueroa en su obra La
divina Gabriela, publicada en 1933, y cuyo pedido, quejumbroso
y altisonante, como todo su libro, no tuvo eco alguno en su
momento.
Pero no bastaba el
apoyo de las instituciones culturales de América. Era
indispensable cumplir ciertos requisitos exigidos por la Academia
Sueca en su reglamento. En primer lugar, los académicos
debían conocer al autor, por lo tanto éste
debía tener obras traducidas al sueco o, por lo menos, al
inglés y al francés. De modo que el camino no era
fácil y ofrecía muchas dificultades porque como bien
lo había señalado la propia Gabriela «el poeta es la persona literaria menos traducida
en el mundo en forma de libro»
.Gabriela
conocía los requisitos. Desde Niza, en 1939, se los
comunicó a su comprovinciano Gabriel González Videla,
en aquel entonces Ministro de Chile en Francia. La escritora
proporcionó todos los datos que se le pedían,
añadiendo: «Yo... no me doy ninguna
diligencia en ayudarlos, aunque agradezco mucho su generosidad.
Jamás haré el papel de vocero de mi nombre literario
ni de mi obra misma»
. Lo anterior, porque creía
firmemente que eran varios los literatos de América que
podían ser distinguidos, como el venezolano Rómulo
Gallegos, el mexicano Alfonso Reyes y el brasileño Casiano
Ricardo. Lamentando que el premio no le hubiese sido concedido a
Leopoldo Lugones, agregando que «nuestra
literatura hispanoamericana es conocida en Europa sólo por
los especialistas y por los que leen español»
.Pese a todos los
obstáculos, la campaña continuó impulsada por
el propio Pedro Aguirre Cerda. Sus poemas comenzaron a ser
traducidos al francés por Francis de Miomandre, Georges
Pillement, Mathilde Pomes y Max Daireaux. Gabriel González
Videla planeó la publicación de estas traducciones
para la cual obtuvo un prólogo de Paul Valéry.
Trabajo que Gabriela rechazó y no precisamente por falta de
aprecio al autor. «Yo tengo por Valery
-señala Gabriela en carta a Matilde Pomes- la más
cabal y subida admiración en cuanto a capacidad intelectual
y a una fineza tan extremada, que tal vez nadie posee en Europa, es
decir, en el mundo»
. Lo que ocurría, en
opinión de Gabriela es que Valéry no poseía un
cabal conocimiento del español y, por tanto, «no podía juzgar con efectividad sus
versos»
.Sí
aceptó un prólogo de Francis de Miomadre, poeta de
menor altura que Valéry, pero mayormente conocido como
traductor del español. La
irrupción de la guerra impide la aparición del libro,
y frente al conflicto, la Academia decide suspender a partir de
1940 la concesión de sus premios, la que sólo se
reanuda en 1944. La suspensión del premio, no impide la
continua llegada a Estocolmo de peticiones provenientes de las
más diversas instituciones y personalidades a favor de la
candidatura de Gabriela Mistral. Tanto interés
despertó la curiosidad del entonces secretario de la
Academia Sueca, el académico Hjalmar Gullberg, quien tradujo
al sueco muchas poesías de Gabriela, tomando de
Desolación: «Balada», «Los huesos
de los muertos», «Poema del hijo», «El
niño solo», «El corro luminoso» y
«Meciendo». De su libro Tala:
«Adiós», «La copa» y
«Beber», traducciones que dieron origen a una
pequeña antología que fue publicada en 1941, bajo el
título de Poema del hijo, en Bonniers Littera Magasin. La
poesía de Gabriela comenzó a ser conocida por los
suecos y la meta para la obtención del galardón se
hacía cada vez más cercana.
«Estaba sola
en Petrópolis, en mi cuarto, escuchando en la radio las
noticias de Palestina. Después de una breve pausa en la
emisora se hizo el anuncio que me aturdió y que no esperaba.
Caí de rodillas frente al crucifijo que siempre me
acompaña y bañada en lágrimas oré:
"¡Jesucristo, haz merecedora de tan alto lauro a ésta
tu humilde hija!... Matilde -se refiere a Matilde Ladrón de
Guevara-, si no fuera por la traducción maestra que hizo de
mi obra el escritor sueco, puliendo mi técnica, y con ello,
mejorando mis poemas, tal vez jamás me habrían
favorecido con el gran premio. Créalo, hermana"».
|
Recibida
oficialmente la noticia de la adjudicación del premio Nobel,
Gabriela comienza sus preparativos para viajar a Suecia. La
premiación se iba a realizar el 10 de diciembre y su partida
había sido fijada para el día 18 de noviembre.
Tenía poco tiempo para los preparativos del viaje y su
preocupación se centraba en el vestido que usaría
para la ceremonia y en el frío que reinaba en los
países nórdicos. Fue asesorada por la esposa del
ministro de Suecia quien la obligó a aceptar en
préstamo su abrigo de pieles.
La acompaña
en este viaje María Ana de Terra, -como lo certifica el
pasaporte con el cual viajan a Estocolmo- esposa del sobrino del ex
presidente Terra del Uruguay. Gabriela se encontraba en muy mal
estado de salud. El 18 de noviembre, ambas se embarcan en el vapor
Ecuador. Acuden a despedirla numerosas autoridades. Entre los
presentes se encontraba el embajador de Chile, doctor Beltrami
Morales, y el ministro plenipotenciario de Suecia, señor
Ragnar Kamlin. Antes de partir, Gabriela declara a un periodista de
la Agencia Reuter: «El nuevo mundo ha
sido honrado en mi persona. Por lo tanto mi victoria no es
mía, sino de América»
.El
Ecuador arriba al puerto de Göteborg el 8 de
diciembre y al día siguiente, Gabriela Mistral y
María Ana de Terra toman el tren con destino a Estocolmo. A
su llegada, la esperaban el ministro de Chile, Enrique Gajardo
Villarroel, el presidente de la Fundación Nobel, Ragnar
Sohlman y el secretario de la cancillería sueca, Bill
Hagen. La ceremonia se
realizaría el 10 de diciembre a las 17:00 horas en el
«Konserthuset» (Palacio de la Filarmónica) de
Estocolmo. Asistirían más de tres mil invitados,
entre los que se contaban los miembros de la familia real, el
cuerpo diplomático, el primer ministro sueco, entre otras
personalidades. La entrega del premio la haría el rey
Gustavo V. Entre los
testimonios de esta ceremonia cabe rescatar los del entonces
ministro de Chile en Suecia, Enrique Gajardo Villarroel y el del
escritor argentino Manuel Mujica Láinez, enviado especial
del diario La Nación para cubrir esta noticia.
Cuenta Mujica Láinez que se encontró con Gabriela
Mistral en el hotel a su llegada de Göteborg: «Los periodistas la asediaban y ella
accedía a sus solicitudes con la graciosa hidalguía
que le es propia, dejándose retratar con el enorme abrigo
que ha traído del Brasil, y que le prestó allí
la esposa del ministro de Suecia, pues la poetisa no ha tenido
tiempo materialmente para preparar un ajuar adecuado a los rigores
de este clima»
.
«...
Evidentemente -le comenta Gabriela a Mujica Láinez-, lo que
Suecia deseaba es que la alta recompensa recayera en la
América del Sur. Otros hubo que pudieron recibirla con
tantos o más méritos que yo... Si a alguno creo
celebrar es a esa multitud de niños de ayer que son los
hombres de hoy y que en todo el continente me conocieron y me
quisieron, porque yo los conocí y los quise».
|
El mismo Mujica
Láinez nos entrega, a su vez, una viva descripción de
la ceremonia del día 10 de diciembre:
«Había comenzado a nevar. A las 17:00 horas en punto
el rey Gustavo V entró al Palacio de los Conciertos
acompañado de su familia. Los premiados fueron apareciendo
en el proscenio precedidos por el anuncio metálico de los
clarines. La escritora chilena llegó del brazo del
secretario de la Academia de Letras. Entre los que habían
obtenido el galardón se encontraban Fleming, Chain y Florey
a quienes debemos la penicilina.
Se ejecutó
el himno sueco, se escuchó un breve discurso del presidente
de la Fundación y luego se procedió a presentar a los
premiados. A medida que éstos eran proclamados,
descendían del estrado y recibían de manos del Rey el
diploma y la medalla. El monarca pronunciaba unas breves palabras y
los aplausos se oían en la sala.
Cuando le
tocó el turno a Gabriela Mistral, los aplausos se hicieron
más intensos, probablemente porque se trataba del primer
escritor hispanoamericano que recibía el premio y la quinta
mujer a quien se otorgaba esa recompensa».
|
La
presentación estuvo a cargo de Hjalmar Gullberg, quien luego
de hablar en sueco a la concurrencia, se dirigió en
español a la escritora:
«Un
día, las lágrimas de una madre hicieron que toda una
lengua desdeñada por la gran sociedad rehallara su nobleza y
conquistara la gloria por el poder de la poesía. Se cuenta
que Mistral, el primero de los dos poetas que llevan el mismo
nombre que el viento del Mediterráneo, habiendo escrito,
joven estudiante todavía, sus primeros versos en
francés, logró con ello que su madre comenzara a
derramar incontenibles lágrimas. En efecto, ella no era
más que una campesina ignorante del Languedoc y no
comprendía esta lengua refinada. Fue entonces que su hijo
decidió escribir de allí en adelante en provenzal, su
lengua materna. Escribió Mireille, que cuenta el
amor de la linda campesinita por el pobre artesano, esa epopeya de
la cual exhalaba el perfume de la tierra en flor y que termina con
una muerte cruel. Así fue cómo la vieja lengua de los
trovadores volvió a ser la lengua de la poesía. El
Premio Nobel de Literatura volcó la atención del
mundo sobre este hecho, en 1904. Diez años más tarde
moría el poeta de Mireille.
|
El mismo
año en que estallaba la Primera Guerra Mundial, un nuevo
Mistral se presentaba, desde el otro extremo del mundo, a los
Juegos Florales de Santiago de Chile y obtenía el laurel con
algunos poemas de amor dedicados a un muerto.
La historia de
Gabriela Mistral es tan conocida de los pueblos de la
América del Sur que, transmitiéndose de país
en país, ha llegado a convertirse casi en una leyenda. Y
ahora, cuando por encima de las crestas de la Cordillera de los
Andes y a través de las inmensidades del Atlántico,
se nos brinda el honor, finalmente, de que volvamos a contarla en
esta sala, hela, pues, aquí, simplemente. En una
pequeña aldea del valle de Elqui nació, hace algunas
decenas de años, una joven maestra rural cuyo nombre era
Lucila Godoy Alcayaga. Godoy era el nombre paterno, Alcayaga el
materno, uno y otro de origen vasco. El padre, que había
sido maestro, improvisaba versos con alguna facilidad. Este talento
parece haber estado unido en él con la inquietud y la
inestabilidad habituales de los poetas. Abandonó su familia
cuando su hija, para la cual había construido un
pequeño jardín, era todavía una niña.
La joven madre, que debería vivir largamente, ha contado que
a veces sorprendía a su pequeña hija solitaria
trabada en conversaciones íntimas con los pájaros y
las flores del huerto. Según una versión de la
leyenda, fue rechazada de la escuela. Aparentemente, se la
consideró poco dotada para desperdiciar en ella las horas de
la enseñanza. Se instruyó por sus propios medios y
llegó tan lejos que ocupó el puesto de maestra rural
en la pequeña aldea de La Cantera. Fue allí que se
cumplió su destino, cuando llegaba a los veinte años.
Un empleado de ferrocarriles trabajaba en la misma aldea y entre
ellos nació un amor apasionado. Conocemos pocos
detalles de esta historia. Sabemos solamente que él la
traicionó. Un día de noviembre de 1909, se
atravesó las sienes de un balazo. La muchacha fue
presa de una desesperación sin límites. Como Job,
elevó sus clamores al Cielo, que había permitido tal
cosa. Desde el valle perdido en las montañas
desérticas y requemadas de Chile se levantó una voz
que los hombres en torno escucharon hasta muy lejos. Una banal
tragedia cuotidiana perdía así su carácter
privado y entraba en la literatura universal. Fue entonces que
Lucila Godoy Alcayaga se convirtió en Gabriela Mistral. La
pequeña maestra rural de provincia, esta joven colega de
mademoiselle
Lagerlöf, de Marbacka, llegaría a ser la reina
espiritual de toda la América Latina. En cuanto los
poemas escritos en recuerdo del muerto dieron a conocer el nombre
del nuevo poeta, la poesía sombría y apasionada de
Gabriela Mistral comenzó a propagarse por toda la
América del Sur. Sin embargo, fue sólo en 1922 que
ella hizo imprimir en Nueva York su grandioso conjunto de poemas,
Desolación. Son lágrimas maternales las que estallan
en mitad del libro, en el decimoquinto poema, lágrimas
vertidas por el hijo del muerto, este hijo que ya no debía
nacer jamás. Decía:
|
Un hijo, como árbol
conmovido |
|
|
|
de primavera alarga sus yemas
hacia el cielo. |
|
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|
¡Un hijo con los ojos de
Cristo engrandecidos, |
|
|
|
la frente de estupor y los
labios de anhelo! |
|
|
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|
Sus brazos en guirnalda a mi
cuello trenzados; |
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|
el río de mi vida
bajando a él, fecundo, |
|
|
|
y mis entrañas como
perfume derramado |
|
|
|
ungiendo con su marcha las
colinas del mundo. |
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|
Al cruzar una madre
grávida, la miramos |
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|
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con los labios convulsos y los
ojos de ruego, |
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|
|
cuando en las multitudes con
nuestro amor pasamos. |
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¡Y un niño de ojos
dulces nos dejó como ciegos! |
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En las noches, insomne de dicha
y de visiones, |
|
|
|
la lujuria de fuego no
descendió a mi lecho. |
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|
Para el que nacería
vestido de canciones |
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|
yo extendía mi brazo, yo
ahuecaba mi pecho... |
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|
|
Gabriela Mistral
proyectó su amor maternal sobre los niños a los
cuales instruía. Para ellos había escrito sus
sencillas canciones y esas rondas reunidas en Madrid en 1924 bajo
el título de Ternura. En honor suyo, cuatro mil
niños mexicanos cantaron una vez esas rondas. Gabriela
Mistral se convirtió en el poeta de la maternidad de
adopción.
Recién en
1938 apareció en Buenos Aires y para beneficio de los
niños víctimas de la Guerra Civil de España,
su tercer gran volumen, Tala, título que puede
traducirse por Devastación, pero que también
designa un juego infantil. Contrastando con
la patética emoción de Desolación,
Tala expresa la calma cósmica que envuelve a la
tierra de Sudamérica, cuyo aroma llega hasta nosotros. Henos
aquí de nuevo en el huerto de la infancia, de nuevo los
íntimos diálogos con la naturaleza y las cosas. En
una mezcla curiosa de himno sagrado y de ingenua canción
para niños, estos poemas sobre el pan y el vino, la sal, el
maíz, el agua, ¡esta agua que puede entregarse de
diversas maneras al hombre conturbado, cantan los alimentos
primordiales de la vida humana!
|
A la casa de mis
niñeces |
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|
mi madre me traía el
agua. |
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|
Entre un sorbo y el otro
sorbo |
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la veía sobre la
jarra. |
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|
La cabeza más se
subía |
|
|
|
y la jarra más se
abajaba. |
|
|
|
Todavía yo tengo el
valle, |
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|
|
tengo mi sed y su
mirada. |
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|
Será esto la
eternidad |
|
|
|
que aún estamos como
estábamos. |
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|
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|
Recuerdo gestos de
criaturas |
|
|
|
y eran gestos de darme el
agua. |
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|
|
Esta poetisa nos
ofrece ella misma en propia mano maternal su brebaje, que tiene el
gusto de la tierra y que apacigua la sed del corazón. Ha
surgido de la fuente que manaba para Safo en una isla de Grecia y
para Gabriela Mistral en el valle de Elqui, la fuente de la
poesía, que no se agotará jamás sobre la
tierra.
«Señora Gabriela Mistral:
Habéis
hecho un viaje demasiado largo para un discurso tan corto. En el
espacio de algunos minutos, he contado, como un cuento, a los
compatriotas de Selma Lagerlöf, la extraordinaria
peregrinación que habéis realizado para pasar de la
cátedra de maestra de escuela al trono de la poesía.
Para rendir homenaje a la rica literatura iberoamericana es que hoy
nos dirigimos muy especialmente a su reina, la poetisa de
Desolación, que se ha convertido en la grande cantadora de
la misericordia y la maternidad.
Os suplico,
señora, tengáis a bien recibir de manos de Su
Majestad real el premio Nobel de Literatura que la Academia Sueca
os ha otorgado».
|
«¡Con qué señorío
calmo bajó los escalones ella, a quien yo había visto
poco antes tan inquieta! ¡Qué apropiada justeza hubo
en su leve inclinación delante del Rey y en el lento
movimiento de la mano con que agradeció la ovación
del público!»
. Así comentaba Mujica
Láinez el momento en el que Gabriela Mistral recibía
el premio.
Esa misma noche,
en el Palacio del Ayuntamiento se debía realizar el banquete
de honor para 610 invitados. Allí los premiados fueron
presentados al príncipe heredero, quien iba a presidir la
fiesta. Fue él quien condujo del brazo a Gabriela Mistral
hasta el asiento que le correspondía, a su derecha. Luego de un
resumido discurso en inglés, donde se elogiaba a los
premiados, estos últimos se dirigieron a los presentes en su
propio idioma.
Gabriela Mistral, pronunció las siguientes
palabras de agradecimiento:
«Tengo la
honra de saludar a sus Altezas Reales los Príncipes
Herederos, a los Honorables Miembros del Cuerpo Diplomático,
a los componentes de la Academia Sueca y a la Fundación
Nobel, a las eminentes personalidades del Gobierno y de la Sociedad
aquí presentes.
Hoy Suecia se
vuelve hacia la lejana América Ibera para honrarla en uno de
los muchos trabajadores de su cultura. El espíritu
universalista de Alfredo Nobel estaría contento de incluir
en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio
sur del Continente Americano tan poco y tan mal conocido.
Hija de la
Democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de
los representantes de la tradición democrática de
Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente
por las creaciones sociales más valerosas. La
operación admirable de expurgar una tradición de
materiales muertos conservándole íntegro el
núcleo de las viejas virtudes, la aceptación del
presente y la anticipación del futuro que se llaman Suecia,
son una honra europea y significan para el Continente Americano un
ejemplo magistral.
Hija de un pueblo
nuevo, saludo a Suecia en sus pioneros espirituales por quienes fui
ayudada más de una vez. Hago memoria de sus hombres de
ciencia, enriquecedores el cuerpo y del alma nacionales. Recuerdo
la legión de profesores y maestros que muestran al
extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal
amor hacia los otros miembros del pueblo sueco: campesinos,
artesanos y obreros.
Por una venturanza
que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas
de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española
y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio
de la vida nórdica, toda ella asistida por su folclor y su
poesía milenarios.
Dios guarde
intacta a la Nación ejemplar su herencia y sus creaciones,
su hazaña de conservar los imponderables del pasado y de
cruzar el presente con la confianza de las razas marítimas,
vencedoras de todo.
Mi patria,
representada aquí por nuestro culto Ministro Gajardo,
respeta y ama a Suecia y yo he sido enviada aquí con el fin
de agradecer la gracia especial que le ha sido dispensada. Chile
guardará la generosidad vuestra entre sus memorias
más puras».
|
«Cuando me
encontré con Gabriela Mistral -recuerda Mujica
Láinez-, vi que sus ojos brillaban de lágrimas
retenidas, y con el solo título, en este caso sobrado, de
ser un argentino que la conoció hace años y que
volvía a encontrarla por gracia de la casualidad en este
país hospitalario, pero tan distinto, tan remoto de todo lo
nuestro, la abracé y le dije: 'Señora, considere
usted que es el abrazo de nuestra América'».
|
Años
más tarde, ya en Chile, el propio ministro Gajardo
Villarroel, recordaría esta ceremonia como sigue: «Gabriela Mistral fue la tercera en ser llamada.
Acto seguido, se levantó de su asiento y, lentamente, con
esa majestad de sacerdotisa antigua, atravesó el proscenio y
ascendió la pequeña escalera para ir a presencia del
Rey. Todo el teatro se puso de pie. Resonaron las trompetas,
llenando el ambiente de dulces armonías. El Rey
saludó con mucho afecto a Gabriela, cuyo rostro se
iluminó con esa suave sonrisa, que encantaba a los que la
conocían. Sus ojos brillaban con una mirada afable y
humilde, como si no fuera para ella el premio que en esos momentos
se le entregaba. Mi emoción fue intensa. Un
escalofrío recorrió todo mi cuerpo y sentí que
mis ojos se humedecían. Veía frente al anciano
monarca a Lucila Godoy Alcayaga. La pobre profesora rural de los
pequeñuelos del valle de Elqui. La campesina, la mestiza
aimará que por su talento, sus virtudes, su exquisita
sensibilidad, recibía el más alto galardón a
que puede aspirar un escritor. Veía, también, a una
chilena, genuina representante de nuestro pueblo, de nuestra
raza»
.
Gabriela Mistral
permaneció un mes en Suecia, donde se le rindieron toda
clase de homenajes. Se gana rápidamente la simpatía
del pueblo sueco, que vio en ella a otra Selma Lagerlöf.
Aunque se la invitó a quedarse en el país el tiempo
que deseara, Gabriela continúa viaje a Francia, Italia y
Gran Bretaña, países que no visitaba desde antes de
la guerra.
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/gabriela-mistral-premio-nobel-de-literatura-1945-a-sesenta-aos-0/html/018d6cd0-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
Gabriela Mistral: biografía, estilo, obras, premios
Gabriela Mistral (1889-1957)
fue una escritora, poeta, pedagoga y diplomática chilena considerada
una de las intelectuales más sobresalientes de la primera mitad del
siglo XX. Su obra estuvo orientada a expresar amor y respeto por los
niños y su país.
La obra literaria de Mistral se
caracterizó en un principio por estar enmarcada dentro del movimiento
modernista, pasando luego a ser más íntima y emotiva. La escritora usó
un lenguaje sencillo, expresivo y muchas veces coloquial. En sus textos
fueron notorios el ritmo, la sonoridad, el simbolismo y el empleo de
imágenes metafóricas.
La producción literaria de Gabriela
Mistral no fue amplia durante su vida, pero sí alcanzó un número mayor
con las diferentes ediciones póstumas. Algunos de sus títulos más
relevantes fueron: Desolación, Ternura, Tala y Lagar.
La labor literaria de esta escritora chilena le valió varios
reconocimientos, entre ellos el Premio Nobel de Literatura en 1945.
Biografía
Nacimiento y familia
Lucila de
María Godoy Alcayaga nació el 7 de abril de 1889 en la localidad de
Vicuña en Chile. La escritora provino de una familia culta y de un nivel
socioeconómico medio y sus padres fueron Juan Jerónimo Godoy Villanueva
y Petronila Alcayaga Rojas. Mistral tuvo dos medios hermanos llamados
Emelina Molina Alcayaga y Carlos Miguel Godoy Vallejos.
Infancia y estudios
Lucila pasó
sus años de infancia en la localidad de Montegrande. Estando allí cursó
sus primeros años de estudios y despertó su gusto por la literatura y la
poesía. La autora comenzó a desempeñarse como docente auxiliar en 1904
cuando apenas era una adolescente. En ese tiempo se dedicó a escribir en
el periódico El Coquimbo.
Con el paso
de los años, la vocación de maestra que heredó de su padre llevó a
Mistral a impartir enseñanza en las localidades de Los Cerrillos y La
Cantera. Esa práctica vivencial afianzó lo que sería su oficio de vida.
Finalmente,
Lucila logró culminar sus estudios en 1910 al presentar una prueba de
conocimientos en la Escuela Normal nº 1 de la ciudad de Santiago. Fue
así como consiguió el título de profesora de Estado.
Primer amor
La joven
Lucila experimentó con el amor en 1906 tras conocer a Romelio Ureta en
el tiempo que dio clases en La Cantera. El sentimiento de la escritora
por su enamorado la inspiró a escribir varios versos de profundo
significado. Ahora bien, el romance no tuvo un final feliz porque Ureta
se quitó la vida en 1909.
Primeras labores profesionales
Tras la
triste vivencia de la muerte de Ureta, Lucila Godoy se fue a la región
de Traiguén en octubre de 1910. Esto lo hizo con el objetivo de comenzar
actividades como docente profesional y despejar su mente.
Estando en
esa región dictó clases de dibujo, economía doméstica, labores e higiene
en el Liceo de Niñas. Aunque no hubo duda de sus conocimientos, muchas
veces fue criticada por sus compañeros por no estudiar en el Instituto
Pedagógico.
Primeras publicaciones
Durante su estancia en Traiguén, la poeta publicó varios versos en el periódico El Colono.
Los poemas dados a conocer por Lucila en 1910 estuvieron inspirados en
su experiencia amorosa con Romelio Ureta. Los títulos más destacados
fueron “Rimas” y “Tristeza”. En esa época, la escritora inició el
desarrollo de Sonetos de la muerte.
Luego de tres
años, Lucila Godoy participó en el concurso literario de los Juegos
Florales el 12 de diciembre de 1914. La poeta resultó ganadora con la
obra Sonetos de la muerte.
A partir de ese entonces, la escritora comenzó a utilizar la
firma de “Gabriela Mistral” en varios de sus textos.
Otro amor
La
participación de Lucila en los Juegos Florales le permitió conocer al
autor Manuel Magallanes Moure y entre ambos surgió una atracción. A
partir de ese entonces, los enamorados iniciaron una relación a través
de cartas que duró siete años, desde 1914 hasta 1921.
Se sabe que
la escritora se deshizo de varias correspondencias por temor a que
fueran encontradas y la señalaran por involucrarse con un hombre casado.
En una de las cartas la autora expresó: “Te adoro, Manuel… Estoy
muriéndome de amor frente a un hombre que no puede acariciarme…”.
Continuidad docente
Gabriela
Mistral continuó desarrollando su labor docente a la par de su carrera
como poeta. La escritora ejerció el puesto de supervisora del Liceo de
Señoritas en la población de La Serena hacia 1915. Luego se desempeñó
como directora del Liceo nº1 de Niñas en la región de Punta Arenas.
Posteriormente
a ello, Mistral se fue a la localidad de Temuco en 1920 en busca de un
clima cálido. Estando allí ocupó el cargo de regente de una escuela para
señoritas. En dicha localidad, la escritora conoció a Pablo Neruda y
entablaron una amistad duradera.
Viaje a México
Gabriela Mistral logró la publicación de su primera obra Desolación
en 1922, la cual se produjo en Nueva York por parte del Instituto de
Las Españas. En ese mismo año, la autora viajó a México en compañía de
su amiga Laura Rodig tras la invitación que le hizo José Vasconcelos.
La escritora
vivió cerca de dos años en el territorio azteca y se dedicó a trabajar
en pro de los sistemas de enseñanza. Además de esa labor, Gabriela se
enfocó en el desarrollo de su carrera literaria y se relacionó con
importantes personalidades del área cultural y educativa.
Estando en tierras mexicanas, publicó Lecturas para mujeres en 1923, el que sería su segundo libro.
Mistral y Yin Yin
Gabriela
Mistral no tuvo hijos, pero crió a su sobrino Juan Miguel Godoy (a quien
se le conoció como Yin Yin) como si fuera de ella. El niño nació en
1925 y fue hijo de su medio hermano Carlos Miguel. Un tiempo después, la
escritora recibió la custodia del pequeño y lo educó conjuntamente con
su secretaria Palma Guillén.
Estancia en Europa
Mistral pasó
de México a una gira por Estados Unidos y luego a mediados de los años
veinte regresó a su país natal. La situación política y social de Chile
la llevó a Europa. En su paso por el viejo continente, la escritora se
dirigió a Suiza en 1925 como secretaria del Instituto de Cooperación
Intelectual de la Sociedad de Naciones.
Posteriormente,
participó en el Congreso de la Federación Internacional
Universitaria que se celebró en Madrid en 1928, en donde ella
representó a Chile y Ecuador. Un tiempo después,
formó parte del Consejo Administrativo del Instituto
Cinematográfico de la Liga de Naciones en Italia. En ese
tiempo la poeta sufrió la pérdida a su madre, exactamente
en 1929.
Mistral aquí y allá
La vida de
Gabriela Mistral se desarrolló en buena medida fuera de su natal Chile.
Fue así como a comienzos de los años treinta viajó a Estados Unidos y
trabajó como profesora en los institutos Vassar College, Middlebury
College y en el Bernard College.
Fue en ese tiempo que dio a conocer su obra Nubes blancas: poesías, y la oración de la maestra.
Luego de ello, realizó un viaje por América Central y las Antillas y
asistió como profesora invitada a las universidades de Panamá, La Habana
y Puerto Rico.
Por esa
época, la escritora recibió el nombramiento de Benemérita del Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua por parte del militar
Augusto Sandino.
Carrera diplomática
A su vida
literaria y docente se le sumó la carrera diplomática. La intelectual se
desempeñó como cónsul de su país en la capital de España en 1933.
Durante esa etapa, recorrió varios países de Europa y América como
representante y embajadora de Chile. La poeta permaneció fuera de su
tierra por dos décadas.
Por otro lado, se encargó de dar a conocer dos publicaciones más, las cuales fueron: Tala en 1938 y Antología en 1941.
Adiós a Yin Yin
Mistral pasó
por uno de los momentos más difíciles de su vida cuando falleció su
amado sobrino Juan Miguel Godoy, alias “Yin Yin”. El joven se había ido a
vivir a Brasil, pero no logró adaptarse al ambiente y cayó en una
profunda depresión.
Al no poder
sobre llevar las circunstancias que se le presentaron, Yin Yin decidió
ponerle fin a su existencia. El joven se suicidó en 1943 al
administrarse una dosis de arsénico cuando apenas tenía dieciocho años
de edad. La vida de Gabriela Mistral se vio opacada tras el trágico
final de su sobrino.
Mistral y el Premio Nobel
Gabriela
Mistral fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura en 1945 por la
calidad, significado y emotividad de su obra poética en relación al
ideal de Latinoamérica. La escritora estaba en Brasil realizando labores
diplomáticas cuando le fue dada la información.
La poeta
viajó a Suecia el 10 de diciembre de 1945 para recibir el galardón y
tomó el premio en nombre de todos los literatos y artistas
hispanohablantes y resaltó la importancia milenaria de la cultura del
norte de Europa.
Tiempo en Estados Unidos
Después de
haber recibido el Nobel, Mistral viajó a Estados Unidos como embajadora
de Chile en la ciudad de Los Ángeles en California. A la par de sus
labores diplomáticas, continuó la producción de sus obras literarias.
Estando en el país norteño, la autora escribió un adelanto de Lagar I, un poemario que reflejó los hechos de la Segunda Guerra Mundial.
En esa época
hizo amistad con la intelectual Doris Dana. Su estrecha y larga relación
despertó ciertas sospechas en la crítica y el público en general sobre
la orientación sexual de la poeta chilena. Mientras se entretejían los
comentarios en torno a su vida, Mistral dio a conocer en 1952 Los sonetos de la muerte y otros poemas elegíacos.
Regreso a Chile
Gabriela
Mistral regresó a Chile en 1954 después de veinte años de haber estado
fuera. Arribó en compañía de Doris Dana y fue recibida con múltiples
homenajes por parte del gabinete presidencial. Ese mismo año fue
publicado su libro Lagar.
Últimos años y fallecimiento
La escritora
chilena regresó a Estados Unidos (específicamente a Nueva York) a
mediados del siglo XX. Mientras estuvo allí se mantuvo cerca de su buena
amiga Dana y sin dejar de desarrolla su poesía. En ese tiempo, Mistral
enfermó de diabetes y de cáncer de páncreas.
A pesar de su situación de salud, la autora logró publicar la obra Recados, contando a Chile.
Finalmente la vida de Gabriela Mistral se apagó el 10 de enero de 1957
en Nueva York, cuando contaba con 67 años. Su cuerpo llegó a su país
natal el 19 de enero de ese mismo año y luego fue sepultado en
Montegrande, la ciudad de su infancia.
Testamento de Mistral
Gabriela
Mistral dejó un testamento en el que estipuló que Doris Dana fuese la
albacea de sus propiedades y obras literarias. La poeta estableció que
la ganancia obtenida por las ventas de sus libros en Suramérica se usara
para ayudar a los niños más necesitados de Montegrande.
Por otro
lado, la escritora autorizó que el dinero producido por la venta de su
literatura en otros países fuera repartido entre Dana y Palma Guillén,
quien fuera su secretaria en México. Después del fallecimiento de Dana,
su sobrina Doris Atkinson entregó el legado de Mistral a Chile en 2006.
Estilo
El estilo
literario de Gabriela Mistral se desarrolló dentro de las corrientes del
modernismo y el vanguardismo. Su obra poética se caracterizó por el uso
de un lenguaje sencillo, coloquial y expresivo cargado de ritmo y
sonoridad. Con el paso del tiempo la poesía de la autora adquirió rasgos
más personales e íntimos.
La obra
literaria de Mistral estuvo orientada a desarrollar temas basados en la
enseñanza, en los niños, el amor, el dolor, la religión y la maternidad.
En sus escritos expresó ternura, conmoción y sentimiento a través de
sus diferentes temáticas.
Etapas
La obra
literaria de Mistral se caracterizó por pasar por distintos estilos y
etapas. En las primeras publicaciones fue notoria la presencia de los sentimientos
sobre la razón y la religión fue sobresaliente.
Posteriormente, su poesía se trasladó hacia la
concepción de la naturaleza.
A finales de
la década de los treinta el estilo de la escritora chilena se volcó
hacia lo neorrealista. Su obra expresó respeto y valor por la
idiosincrasia americana y los indígenas. En sus últimas publicaciones la
poeta retomó lo sentimental y reflejó sus tristezas, esto se puede
apreciar especialmente en su obra Lagar.
Obras
– Desolación (1922).
– Lecturas para mujeres. Destinadas a la enseñanza del lenguaje (1923).
– Ternura. Canciones de niños: rondas, canciones de la tierra, estaciones, religiosas, otras canciones de cuna (1924).
– Nubes blancas: poesías, y la oración de la maestra (1930).
– Tala (1938).
– Antología (1941).
– Los sonetos de la muerte y otros poemas elegíacos (1952).
– Lagar (1954).
– Recados, contando a Chile (1957).
Ediciones póstumas
– Desolación, Ternura, Tala y Lagar (1957). Compilación.
– Motivos de San Francisco (1965).
– Poema de Chile (1967).
– Poesías completas (1968).
– Magisterio y niño (1979).
– Lagar II (1991).
– Gabriela Mistral en la voz de Elqui (1992).
– Antología mayor (1992). Cuatro volúmenes: poesía, prosa, cartas, vida y obra.
– Gabriela Mistral en El Coquimbo (1994).
– Gabriela Mistral: escritos políticos (1994).
– Poesías completas (2001).
– Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral (1905-1956) (2002).
– El ojo atravesado. Correspondencia entre Gabriela Mistral y los escritores uruguayos (2005).
– Gabriela Mistral: 50 prosas en El Mercurio 1921-1956 (2005).
– Moneda dura. Gabriela Mistral por ella misma (2005).
– Esta América nuestra. Correspondencia 1926-1956. Gabriela Mistral y Victoria Ocampo (2007).
– Gabriela Mistral esencial. Poesía, prosa y correspondencia (2007).
– Gabriela y México (2007).
– Gabriela Mistral. Álbum personal (2008).
– Almácigo (2009). Poemas inéditos.
– Niña errante. Cartas a Doris Dana (2009).
– Hijita querida (2011).
– Epistolario americano (2012).
Correspondencia con José Vasconcelos y Radomiro Tomic, además de Ciro
Alegría, Salvador Allende, Alone, Pablo Neruda, Ezra Pound y Eduardo
Frei Montalva.
– Baila y sueña. Rondas y canciones de cuna inéditas de Gabriela Mistral (2012).
– Caminando se siembra (2013).
– Poema de Chile (2013).
– Por la humanidad futura (2015). Antología política de Gabriela Mistral.
– 70 años del Nobel (2015). Antología ciudadana.
– Cuentos y autobiografías (2017).
– Pasión de enseñar. Pensamiento pedagógico (2017).
– Manuscritos. Poesía inédita (2018).
– Las renegadas (2018).
– Bendita mi lengua sea: diario íntimo (2019).
Breve descripción de algunas de sus obras
Desolación (1922)
Fue la
primera obra poética que dio a conocer Gabriela Mistral, la cual se
publicó en Nueva York en 1922. El poemario se caracterizó por ser
expresivo y sentimental; en esta obra, la razón y el pensamiento
quedaron a un lado. La temática principal estuvo relacionada con el
amor, el desamor, el sufrimiento, el dolor, lo religioso y la
infidelidad.
Si bien esta
obra de Mistral se publicó por primera vez en 1922, luego se dio a
conocer en una segunda edición en Chile en 1923. En primera instancia Desolación estuvo compuesta por cinco apartados:
– “Vida”.
– “Escuela”.
– “Infantiles”.
– “Dolor”.
– “Naturaleza”.
Luego, en la
publicación que se produjo en Chile se hicieron algunas modificaciones y
se adicionaron dos secciones más, las cuales fueron:
– “Prosa”.
– “Prosa, escolares y cuentos”.
Con la
publicación de este poemario, Gabriela Mistral logró ser
reconocida como una escritora creativa, original y brillante. Desolación vino a ser la obra con la que la poeta se dio a conocer a nivel internacional.
Fragmento de “Obsesión”
“Me toca en el relente;
se sangra en los ocasos;
me busca con el rayo
de luna por los antros.
Como Tomás el Cristo,
me hunde la mano pálida,
porque no olvide, dentro
de su herida mojada.
… Por moverse en mis sueños,
como a flor de semblante,
por llamarme en el verde
pañuelo de los árboles.
… ¡Que tú, amortajadora descuidada,
no cerraste sus párpados,
ni ajustaste sus brazos en la caja!”.
Fragmento de “El ruego”
“Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,
por los seres extraños mi palabra te invoca.
Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,
mi vaso de frescura, el panal de mi boca.
Cal de mis huesos, dulce razón de la jornada,
gorjeo de mi oído, ceñidor de mi veste.
Me cuido hasta de aquellos en que no puse nada;
¡no tengas ojo torvo si te pido por este!
Te digo que era bueno, te digo que tenía
el corazón entero a flor de pecho, que era
suave de índole, franco como la luz del día,
henchido de milagro como la primavera.
… Fatigaré tu oído de preces y sollozos,
lamiendo, lebrel tímido, los bordes de tu manto
y ni pueden huirme tus ojos amorosos
ni esquivar tu pie el riego caliente de mi llanto.
¡Di el perdón, dilo al fin! Va a esparcir en el viento
la palabra el perfume de cien pomos de olores…”.
Tala (1938)
Fue un
poemario de Gabriela Mistral que se dio a conocer por primera vez en la
ciudad de Buenos Aires en 1938, siendo considerado uno de sus libros más
significativos. El contenido de esta obra estuvo orientado hacia la
reivindicación de la idiosincrasia de los pueblos americanos, sin dejar
de lado lo sentimental.
El título de
esta obra estuvo asociado con el corte de los árboles. En un sentido más
simbólico se refirió al despojo y al distanciamiento de la poeta de su
país por dos décadas. Mistral reflejó sus sentimientos de dolor y
tristeza por el fallecimiento de su madre en varios poemas de este
libro.
Estructura
Tala
estuvo estructurada en trece secciones, cada una de las cuales trató
temas diferentes. A continuación se presentan los títulos de las partes:
– “Muerte de mi madre”.
– “Alucinación”.
– “Historia de loca”.
– “Materias”.
– “América”.
– “Saudade”.
– “La ola muerta”.
– “Criaturas”.
– “Canciones de cuna”.
– “La cuenta-mundo”.
– “Albricias”.
– “Dos cuentos”.
– “Recados”.
Fragmento de “Nocturno de la consumación”
“Te olvidaste del rostro que hiciste
en un valle a una oscura mujer;
olvidaste entre todas tus formas
mi alzadura de lento ciprés;
cabras vivas, vicuñas doradas
te cubrieron la triste y la fiel.
… Como tú me pusiste en la boca
la canción por la sola merced:
como tú me enseñaste este modo
de estirarte mi esponja con hiel,
yo me pongo a cantar tus olvidos,
por hincarte mi grito otra vez.
Yo te digo que me has olvidado
—pan de tierra de la insipidez—
leño triste que sobra en tus haces,
pez sombrío que afrenta la red.
Yo te digo con otro que “hay tiempo
de sembrar como de recoger…”.
Fragmento de “Madre mía”
“Mi madre era pequeñita
como la menta o la hierba;
apenas echaba sombra
sobre las cosas, apenas,
y la tierra la quería
por sentírsela ligera
y porque le sonreía
en la dicha y en la pena.
… A causa de ella será
este amar lo que no se alza,
lo que sin rumor camina
y silenciosamente habla:
las hierbas aparragadas
y el espíritu del agua.
… Y cuándo es que viene y llega
una voz que lejos canta,
perdidamente la sigo,
y camino sin hallarla.
… Vienes, madre, vienes, llegas,
también así, no llamada.
Acepta el volver a ver
y oír la noche olvidada
en la cual quedamos huérfanos
y sin rumbo y sin mirada…”.
Sonetos de la muerte y otros poemas elegíacos (1952)
Esta obra se
trató de un conjunto de poemas escritos por Mistral en la época que se
inició en la carrera docente. Muchos de los versos estuvieron inspirados
en la relación amorosa que la autora sostuvo con Romelio Ureta y más
aún con su suicidio.
La poeta
participó con algunos de estos sonetos en los Juegos Florales de 1914 y
resultó ganadora. Después estos escritos se dieron a conocer en las
páginas de las publicaciones Primerose y Zig-Zag en 1915.
Fragmento
“Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.
… Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por donde van los hombres, contentos de vivir…
Solo entonces sabrás el por qué no madura,
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.
Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
sabrás que en nuestra alianza signos de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir…”.
Lagar (1954)
Fue la última
obra publicada en vida por Mistral y la primera que se publicó en Chile
antes que en otros países. La escritora alcanzó madurez literaria con
este poemario, de allí que el título estuviera asociado con el lugar
donde se exprimían las frutas. Lagar fue el reflejo de la transformación de la autora por todas las experiencias que vivió.
La
temática de esta obra se centró en los sentimientos, el
fin de la existencia, la soledad, la tristeza, la guerra, la sociedad y
la religión. Por otro lado, el libro fue estructurado en doce
secciones, una introducción y un cierre. A continuación
los títulos de cada una de sus partes:
– “Prólogo”.
– “Locas mujeres”.
– “Naturaleza II”.
– “Desvarío”.
– “Guerra”.
– “Jugarretas II”.
– “Luto”.
– “Nocturnos”.
– “Oficios”.
– “Religiosas”.
– “Vagabundaje”.
– “Tiempo”.
– “Recado terrestre”.
– “Epílogo”.
Fragmento de “El costado desnudo”
“Otra vez sobre la tierra
llevo desnudo el costado,
el pobre palmo de carne
donde el morir es más rápido
y la sangre está asomada
como a los bordes del vaso.
Va el costado como un vidrio
de sien a pies alargado
o en el despojo sin voz
del racimo vendimiado,
y más desnudo que nunca,
igual que lo desollado.
Va expuesto al viento sin tino
que lo befa sobre el flanco,
y, si duermo, queda expuesto
a las malicias del lazo,
sin el aspa de ese pecho
y la torre de ese amparo…”.
Fragmento de “Una palabra”
“Yo tengo una palabra en la garganta
y no la suelto, y no me libro de ella
aunque me empuja su empellón de sangre.
Si la soltase, quema el pasto vivo,
sangra al cordero, hace caer al pájaro.
Tengo que desprenderla de mi lengua,
hallar un agujero de castores
o sepultarla con cal y mortero
porque no guarde como el alma el vuelo.
No quiero dar señales de que vivo
mientras que por mi sangre vaya y venga
y suba y baje por mi loco aliento.
Aunque mi padre Job la dijo, ardiendo,
no quiero darle, no, mi pobre boca
porque no ruede y la hallen las mujeres
que van al río, y se enrede a sus trenzas
o al pobre matorral tuerza o abrase…”.
Premios y reconocimientos
– Premio Nobel de Literatura en 1945.
– Doctor Honoris Causa por el Mills College of Oakland en 1947, California-Estados Unidos.
– Premio Serra de las Américas en 1950.
– Premio Nacional de Literatura de Chile en 1951.
– Doctor Honoris Causa por la Universidad de Chile en 1954.
–
En su memoria se instituyó la Orden al Mérito Docente y
Cultural Gabriela Mistral en 1977 por parte del gobierno chileno.
– En su honor
se creó el Premio Interamericano de Cultura “Gabriela Mistral” en 1979
por parte de la Organización de los Estados Americanos.
– Creación de la Universidad Gabriela Mistral en 1981en la ciudad de Santiago.
– La imagen de Gabriela Mistral fue plasmada en el billete de 5000 pesos chilenos y circula desde 1981.
–
Creación del Centro Cultural Gabriela Mistral en 2009 en
Santiago de Chile para preservar su memoria y legado literario.
– Creación de la Sala Museo Gabriela Mistral en la Universidad de Chile en 2015 para divulgar su vida y obra.
Frases
– “El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde”.
– “El mundo cambia en un instante y nacemos en un día”.
– “Tengo un día. Si lo sé aprovechar, tengo un tesoro”.
– “Decir amistad es decir entendimiento cabal, confianza rápida y larga memoria; es decir, fidelidad”.
– “Lo que el alma hace por su cuerpo es lo que el artista hace por su pueblo”.
– “Hay besos
que producen desvaríos de amorosa pasión ardiente y loca, tú los conoces
bien son besos míos inventados por mí, para tu boca”.
– “El mundo
fue más hermoso desde que me hiciste aliada, cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras ¡y el amor como el espino nos traspasó de
fragancia!”.
– “La educación es, tal vez, la forma más alta de buscar a Dios”.
– “Los días más felices son aquellos que nos hacen sabios”.
– “Donde haya
un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar,
enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé
tú el que aparta la piedra del camino”.
https://www.lifeder.com/gabriela-mistral/
Gabriela Mistral: el universo femenino excluido de su biografía oficial
Crítica de Gabriela Mistral al feminismo del siglo XX
Defendió
la diferencia de los géneros en su obra más política, distanciándose de
las luchas por la igualdad que sostuvieron las mujeres de su época.
El pensamiento de la Premio Nobel Gabriela Mistral distó del concepto de «feminismo» que comúnmente se aplicaba en su tiempo.
Su feminismo "se puede observar desde dos perspectivas, aquélla que manifiesta, claramente, la visión de una mujer explotada y sometida por una sociedad esencialmente machista, y la de la mujer carente de potencial físico del hombre, para desarrollar ciertos trabajos" (Zegers, 1998:7).
Aunque reconoció la presencia de la mujer y su aporte al desarrollo
de la sociedad moderna, la poeta consideró que las condiciones laborales
pasaban por alto las tareas que tradicionalmente habían desarrollado
las mujeres, como el cuidado del hogar y la crianza de los hijos.
No discriminó entre los derechos de los niños y los de las mujeres (Figueroa, et al. 2000).
Mistral presentó una ponencia donde defendió el derecho del niño a la educación maternal, en la primera Convención Internacional de Maestros realizada en Buenos Aires en enero de 1928:
"(…) a la madre presente, que no debe serle arrebatada por la fábrica
o por la prostitución a causa de la miseria. Derecho a la madre a lo
largo de la infancia, a su ojo vigilante, que la piedad vuelve
sobrenatural, a su ímpetu de sacrificio que no ha sido equiparado ni por
el celo de la mejor maestra. Cuando menos, si la madre debe trabajar,
derecho a que el niño la tenga a su alcance por medio del trabajo en el
hogar" (Mistral, 1979 [1928]).
Mundo laboral de la mujer a ojos de la Premio Nobel
Gabriela Mistral no formó parte de las luchas que buscaban la igualdad de géneros, sino que criticó el proyecto de desarrollo fundado en la productividad al que se plegaron algunas de las demandas feministas.
La poeta consideró que los oficios más pesados y los que requerían mayores capacidades intelectuales debían ser realizados por hombres, mientras que las mujeres podrían hacerse cargo de actividades acordes a su naturaleza femenina, como la enseñanza y la enfermería:
"La brutalidad de la fábrica se ha abierto para la mujer; la fealdad
de algunos oficios; sencillamente viles, ha incorporado a sus sindicatos
a la mujer; profesiones sin entraña espiritual, de puro agio feo, han
acogido en su viscosa tembladera a la mujer" (Mistral, 1998 [1927]).
La participación cada vez más intensa de las mujeres en las profesiones liberales e industriales trajo consigo una ventaja: su independencia económica.
Para la escritora chilena, esta incorporación significó también "cierto desasimiento del hogar, y, sobre todo, una pérdida lenta del sentido de la maternidad" (Mistral, 2005 [1923]).
Gabriela Mistral creyó indispensable reconocer y valorar la diferencia de los sexos en la organización de la sociedad, planteamiento contrario al de sus pares.
En uno de sus escritos, se refirió al Congreso Internacional Feminista realizado en París en 1926, en el que una representante manifestó su oposición a los beneficios otorgados a las madres:
"Es todo un síntoma de estos tiempos el que [...] haya salido de boca
de mujer (y de una ilustre mujer representativa) la proposición que dio
la prensa francesa de que «debían abolirse una a una las leyes que,
concediendo algunos privilegios a la mujer en el trabajo, le crean una
situación de diferencia respecto del hombre». Esta proposición, de un
absurdo que supera todo objetivo, comprende la supresión de la llamada
«ley de la silla» la supresión de la licencia concedida a la obrera un
mes antes y otro después del alumbramiento, etc. La proponente estimaba
que, si la mujer esquiva cualquier carga masculina, disminuye a la vez
su derecho al voto y a otras preeminencias legales del hombre. Sus
partidarias hablaron de «justicia matemática», de «lógica pura» y de
otras zarandajas" (Mistral, 1998 [1927]).
En A la mujer mexicana, propuso retornar a un modelo de maternidad tradicional:
"Para buscar tus grandes modelos no volverás tus ojos hacia las
mujeres locas del siglo, que danzan y se agitan en plazas y salones, y
apenas conocen al hijo que llevaron clavado en sus entrañas, las
mezquinas mujeres que traicionan la vida al esquivar el deber, sin haber
esquivado el goce. Tú volverás los ojos hacia los modelos antiguos y
eternos: a las madres hebreas y a las madres romanas" (Mistral, 1923).
Si bien sacralizó la función materna en muchos de sus ensayos, logró distanciarse de los principios normativos, desestimándola como una mera actividad biológica (Queirolo, 2009).
Mistral: educar a las mujeres para "los grandes asuntos humanos"
La Premio Nobel fomentó la educación de la mujer
y creyó necesario que las jóvenes se abrieran a los motivos humanos:
"(…) el trabajo, la justicia social y la naturaleza" (Mistral, 1923).
En la selección de textos para Lecturas para mujeres
(1923) destacó que "no todo debía ser comentarios caseros y canciones
de cuna", ya que se "cae también en error cuando por especializar la
educación de la joven se la empequeñece, eliminando de ella los grandes
asuntos humanos (...)" (Mistral, 2005 [1923]).
Literatura, pintura y música estimó que eran cursos que debían estar en el currículum de enseñanza de las jóvenes,
sobre todo de aquellas que provenían de hogares humildes y sectores
rurales, planteamiento acorde a su propia experiencia de vida.
Impulsó la formación de una literatura femenina seria, tarea que asignó a las profesoras:
"A las excelentes maestras que empieza a tener nuestra América
corresponde ir creando la literatura del hogar, no aquella de
sensiblería y de belleza inferior que algunos tienen para tal, sino una
literatura con sentido humano, profundo" (Mistral, 2005 [1923]).
Pensó en la educación como la vía para disminuir la desigualdad que cercó a la mujer.
Gabriela Mistral: tensiones, disidencia y aportes al movimiento feminista
La preocupación de Gabriela Mistral por la maternidad y el reconocimiento de la diferencia de los sexos le costaron la crítica de las feministas de su época, que le atribuyeron una posición favorable al sistema patriarcal.
Cuando se le acusó de reducir la feminidad a la maternidad
se defendió:"(…) yo no he reducido a la mujer a la maternidad: he
querido circunscribirla, directa o indirectamente, al niño en los
trabajos y en las profesiones" (En Münnich, 2005).
Lo que llamó «circunscribir» fue interpretado por las feministas de
su tiempo "como un acto de cobardía. […] Las que defendían la igualdad
plena de derechos se quejaban de que excluyera a la mujer de ciertas
profesiones y no luchara en el mismo frente que ellas" (Münnich, 2005).
Nunca se definió como feminista:
"Yo no creo hasta hoy en la sonada igualdad mental de los sexos;
suelo sentirme por debajo aún de estas «derechas» feministas, por lo
cual vacilo mucho en contestar con una afirmativa cuando se me hace por
la milésima vez la pregunta de orden: ¿Es Ud. Feminista? Casi me parece
más honrado contestar un no escueto (…)" (Mistral, 1998 [1927]).
Su relación con el movimiento feminista liberal chileno fue conflictiva,
sobre todo con la pedagoga Amanda Labarca, quien fundó junto a
Isaura Dinator de Guzmán el «Consejo Nacional de
Mujeres», en 1918.
Para Mistral el organismo excluyó al sector más pobre y desprotegido de Chile:
"Hace años se me invitó a pertenecer a él. Contesté, sin intención
dañada: «Con mucho gusto, cuando en el Consejo tomen parte las
sociedades de obreras, y sea así, verdaderamente nacional, es decir,
muestre en su relieve las tres clases sociales de Chile»" (En Figueroa,
2000).
Pese a su postura, colaboró mediante textos literarios con quienes promovieron la dignificación del papel de la mujer en América Latina.
Destacó su contribución con Elena Caffarena en el Movimiento pro Emancipación de la Mujer,
MEMCH (Eltit, 2008) y con la escritora argentina Victoria Ocampo, a
quien dejó a cargo la publicación de Tala (1938) en la
Editorial Sur.
Relectura de la escritura mistraliana por intelectuales chilenas
Las escritoras y críticas literarias chilenas Diamela Eltit, Ana Pizarro y Raquel Olea proponen una nueva lectura para la obra de Gabriela Mistral.
Olea sostiene que la poeta "representa un pensamiento y una práctica de lo femenino no articulada al modelo de su época, tampoco al proyecto social más conservador" (1998).
Las lecturas oficiales negaron la singularidad de su escritura, donde
se expresa la constante pugna marcada por la ambivalencia y la
contradicción de un sujeto femenino fuera de lugar, agrega Olea.
Eltit destaca que "Mistral tuvo una existencia anómala que quebraba los parámetros dictaminados para las mujeres de su época" (2008).
A partir de las reformulaciones del feminismo elaboradas desde los
años setenta y los estudios de género, se enriquecieron los modos de
leer la subalternidad y la mirada instaurada sobre la figura de la
escritora:
"Se comienza a develar a otro tipo de personaje, detrás de la
escritura plena de virtual opacidad y del traje gris. Surge con toda su
fuerza la transgresora. Los sectores intelectuales y de vanguardia de la sociedad comienzan a interesarse en la riqueza de una figura plural, su escritura poética y ensayística empieza a develar una tensionada multiplicidad de discursos" (Pizarro, 2008).
https://www.mgmistral.gob.cl/634/w3-article-53134.html?_noredirect=1
De su extenso poemario 3 famosos poemas y 3 más para niños de Gabriela Mistral
Besos
Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien, son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
Piececitos
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!
Desolación
La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.
El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.
¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!
Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que no son míos;
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos.
Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi pobre madre canta.
Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la noche larga ahora tan solo empieza.
Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que viene para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales:
¡siempre será su albura bajando de los cielos!
Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.
Tres Poemas para niños:
A Noel
¡
Noel, el de la noche del prodigio,
Noel de barbas caudalosas,
Noel de las sorpresas delicadas
y las sandalias sigilosas!
Esta noche te dejo mi calzado
colgando en los balcones:
antes que hayas pasado frente a ellos,
no viertas tus bolsones.
Noel, Noel, te vas a encontrar húmedas
mis medias de rocío,
mirando con ojitos que te atisban
las barbas de río...
Sacude el llanto, y deja cada una
perfumada y llenita,
con el anillo de la Cenicienta
y el lobo de Caperucita...
Y no olvides a Marta. También deja
su zapatito abierto.
Es mi vecina, y yo la quiero, desde
que su mamita ha muerto.
Con tal que duermas
La rosa colorada
cogida ayer;
el fuego y la canela
que llaman clavel;
el pan horneado
de anís con miel,
y el pez de la redoma
que la hace arder:
todito tuyo
hijito de mujer,
con tal que quieras
dormirte de una vez.
La rosa, digo:
digo el clavel.
La fruta, digo,
y digo que la miel;
y el pez de luces
y más y más también,
¡con tal que duermas
hasta el amanecer!
Dame la mano
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...
Gabriela Mistral y la Salud Pública:
La obra de Gabriela Mistral no solo es importante para la educación
chilena, sus múltiples aportes han traspasado fronteras, siendo
merecidamente reconocida como Maestra de las Américas. Poetisa, educadora y diplomática, uno de sus intereses desconocidos fue la salud pública. Esta carta destaca los aportes de Mistral a la salud pública con motivo de los 130 años de su natalicio.
Gabriela Mistral (Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy
Alcayaga) nació el 07 de abril de 1889 en Vicuña, Chile, y falleció el
10 de enero de 1957 en el Hospital General Hempstead, Nueva York, EEUU.
Docente autodidacta, ejerció desde adolescente en escuelas
rurales del Elqui, rindió en 1910 exámenes ante la
Escuela Normal de Niñas N° 1 de Santiago para titularse como
Maestra Primaria (Propietaria y Preceptora) y en 1923 la Universidad de
Chile le otorgó el título de Profesora de Castellano.
Amante de las letras, la poesía y las narraciones,
recibió diversos doctorados honoris causa y el Premio Nobel de Literatura en 1945 por «…
su poesía lírica, inspirada por poderosas emociones que han hecho de su
nombre un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo
latinoamericano».. Recién seis años después recibiría el Premio Nacional de Literatura en Chile.
Su infancia y el haber
ejercido la docencia rural llevaron a Mistral a plantear que la
educación debía centrarse en el estudiante, que los
conocimientos se adquieren en un ambiente libre y natural, proceso
guiado por profesores en constante actualización, para facilitar
el desarrollo estudiantil.
Aportó significativamente a la reforma educacional mexicana
(1922-1924), comunicándose con indígenas y campesinos que precisaban
educarse para mejorar sus actividades agrícolas.
Además, participó en la implementación de bibliotecas públicas,
promoviendo su acceso a toda la comunidad, incluso vagabundos, a modo de
ocupar los tiempos libres con la lectura y también para usar los libros
como compañía para quienes se sienten solos.
Su labor educativa en localidades campesinas permitió a Gabriela
Mistral conocer los problemas de salud que enfrentaba la infancia rural y
sus familias. Quizá esto y el haber ejercido como Profesora de Higiene en Traiguén
la marcó profundamente y la llevó a interesarse en la
salud de la población, hecho evidenciado en su artículo Algo sobre Higiene Social en la América Hispana
No fue indiferente a las necesidades de los estudiantes: Preocupada por
su salud y entorno, luchó por demostrar que niñas y
niños sufrían desnutrición, que los atacaban
diversas enfermedades y que estaban frecuentemente expuestos a
inclemencias meteorológicas. Sostenía que ellos tienen
derecho a salud plena, a alimentarse y a vestirse bien y que la
sociedad es responsable de sacar a la infancia de la miseria, si bien
ésta no ponía mucha atención en ello. Esto lo
comunicó en diversas conferencias y escritos, destacando lo
preocupante de haber «enseñado en el aula a un niño
sin frescura, que llega a ser a veces una larva triste».
Así, podemos reconocer su profunda preocupación por el
bienestar físico y socioemocional de la infancia, destacando su
derecho a la alegría, a vivir en sociedad, contribuyendo a la
misma, sin discriminaciones. Su interés por los derechos de la
infancia fue reconocido por la UNESCO y las Naciones Unidas,
dedicación que también parte de su obra así lo
manifiesta, como se observa en su escrito Su Nombre es Hoy:
«Nosotros somos culpables de muchos errores y muchas
faltas, pero nuestro peor crimen es el abandono de los niños negándoles
la fuente de la vida. Muchas de las cosas que nosotros necesitamos
pueden esperar, los niños no pueden, ahora es el momento, sus huesos
están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están
desarrollando, a él nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es
hoy».
La insigne poetisa
también se preocupó por el bienestar de los trabajadores.
Mostró interés por la salud de los obreros, afectados por
epidemias que azotaban las faenas –e.g.,
tuberculosis Además, miles se desempeñaban en lugares
insalubres e inseguros, a veces afectados por el alcoholismo.
También se preocupó por las mujeres, por ayudarlas y
educarlas para que pudiesen hacerse valer por sí solas.
Es posible concluir entonces
que Gabriela Mistral mostró una preocupación permanente
durante su vida y obra por la salud pública, especialmente
evidenciada por su interés en la salud de la infancia, por las
condiciones laborales de los obreros, la higiene, salubridad y
seguridad de los lugares de trabajo y el bienestar de las mujeres. Este
legado debiese ser reconocido y estudiado por las Humanidades
Médicas y difundido entre la población.
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872019001001357
Amiga, Amigo:
Es notable
apreciar que tan solo una mujer latinoamericana ha sido galardonada con el
Premio Nobel y ella es Gabriela Mistral que en una entrevista de 1945 dice:
Voy
a contar cómo surgió mi candidatura para el Premio Nobel.
La idea nació de una amiga mía, Adela Velasco, de
Guayaquil, quien escribió al extinto presidente de Chile,
señor Aguirre Cerda, que fue compañero mío, y sin
consultarme presentó mi candidatura. En este momento tengo
también que recordar a Juana Aguirre, esposa del
Presidente».
Pienso en qué existe algo más y de peso, que lo ignoro e
influyó para que su obra fuera considerada en Suecia y nominada al Premio Nobel
de Literatura siendo además mujer de un pequeño país latinoamericano...
Ella al agradecer la nominación señaló
las siguientes palabras de agradecimiento:
«Tengo
la honra de saludar a sus Altezas Reales los Príncipes
Herederos, a los Honorables Miembros del Cuerpo Diplomático, a
los componentes de la Academia Sueca y a la Fundación Nobel, a
las eminentes personalidades del Gobierno y de la Sociedad aquí
presentes.
Hoy Suecia se vuelve hacia la
lejana América Ibera para honrarla en uno de los muchos
trabajadores de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo
Nobel estaría contento de incluir en el radio de su obra
protectora de la vida cultural al hemisferio sur del Continente
Americano tan poco y tan mal conocido.
Hija de la Democracia chilena,
me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de
la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad
consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales
más valerosas. La operación admirable de expurgar una
tradición de materiales muertos conservándole
íntegro el núcleo de las viejas virtudes, la
aceptación del presente y la anticipación del futuro que
se llaman Suecia, son una honra europea y significan para el Continente
Americano un ejemplo magistral.
Hija de un pueblo nuevo, saludo
a Suecia en sus pioneros espirituales por quienes fui ayudada
más de una vez. Hago memoria de sus hombres de ciencia,
enriquecedores el cuerpo y del alma nacionales. Recuerdo la
legión de profesores y maestros que muestran al extranjero sus
escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros
miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros.
Por una venturanza que me
sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza
y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa.
Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida
nórdica, toda ella asistida por su folclor y su poesía
milenarios.
Dios guarde intacta a la
Nación ejemplar su herencia y sus creaciones, su hazaña
de conservar los imponderables del pasado y de cruzar el presente con
la confianza de las razas marítimas, vencedoras de todo.
Mi patria, representada
aquí por nuestro culto Ministro Gajardo, respeta y ama a Suecia
y yo he sido enviada aquí con el fin de agradecer la gracia
especial que le ha sido dispensada. Chile guardará la
generosidad vuestra entre sus memorias más puras».
Fue pionera en lo que ahora se llama Salud Pública al decir:
«Nosotros somos culpables de muchos errores y muchas
faltas, pero nuestro peor crimen es el abandono de los niños negándoles
la fuente de la vida. Muchas de las cosas que nosotros necesitamos
pueden esperar, los niños no pueden, ahora es el momento, sus huesos
están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están
desarrollando, a él nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es
hoy».
Señalan que: Gabriela Mistral mostró una preocupación permanente
durante su vida y obra por la salud pública, especialmente
evidenciada por su interés en la salud de la infancia, por las
condiciones laborales de los obreros, la higiene, salubridad y
seguridad de los lugares de trabajo y el bienestar de las mujeres. Este
legado debiese ser reconocido y estudiado por las Humanidades
Médicas y difundido entre la población.
Leer los precedentes
artículos que dan forma al escrito 572 del Portal MUNDO MEJOR
nos permite valorarla aun más a Gabriela Mistral y recordar que el otro Nobel
chileno fue hombre; Pablo Neruda y lo recibió 26 años
después que ella; La Primera y en época de machismo al que ella superó...