¿Son o no son?
Según modernos físicos cuánticos sólo serían si hay una Mente observando...
Proemio
Por
espacio se entiende:
1. Medio físico en el que se sitúan los cuerpos y los movimientos, y
que suele caracterizarse como homogéneo, continuo, tridimensional e ilimitado.
"espacio
y tiempo han sido dos de las grandes preocupaciones filosóficas"
2.
Superficie o lugar con unos límites determinados y unas características o fines
comunes.
"los
espacios verdes de la ciudad; uno de los principales problemas de nuestras
ciudades es la escasez de espacios abiertos; hasta 1975 no se aprueba una ley
sobre espacios naturales protegidos; durante un cierto tiempo funcionó una red
más o menos estable de espacios teatrales al margen de los locales
comerciales"
Por tiempo se entiende:
1. Dimensión física que representa la sucesión de estados
por los que pasa la materia.
"no hay espacio ni tiempo fuera del límite de tu
universo; el tiempo transcurre inexorablemente"
2. Período determinado durante el que se realiza una acción
o se desarrolla un acontecimiento.
"¿cuánto tiempo falta para que empiece la película?"
Por espacio - tiempo se entiende:
El espacio-tiempo
es el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un
único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados.
En este continuo espacio-temporal
se representan todos los sucesos físicos del Universo, de
acuerdo con la teoría de la relatividad y otras teorías
físicas. La expresión espacio-tiempo formulada por
ha devenido de uso corriente a partir de la teoría de la
relatividad especial Einstein en 1905, siendo esta concepción del
espacio y el tiempo uno de los avances más importantes del siglo
XX en el campo de la física.
El espacio-tiempo
es el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un
único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados.
En este continuo espacio-temporal
se representan todos los sucesos físicos del Universo, de
acuerdo con la teoría de la relatividad y otras teorías
físicas.
El futuro puede influir al pasado según esta nueva teoría cuántica de la retrocausalidad
26 Julio 2018
La física cuántica es rara. De hecho, seguramente se trate de una de las teorías más raras y contraintuitivas que tenemos,
pero al menos tiene su 'orden'. Un orden cronológico, es cierto, pero
orden al fin al cabo: el pasado actuaba sobre el futuro como en
cualquier esquema básico de la física clásica. Sin embargo, desde hace años varios físicos teóricos están tratando de indagar sobre la 'retrocausalidad';
es decir, sobre la idea de que, a nivel cuántico, sea el futuro el que
influye en el pasado (al menos parcialmente). Y no por capricho, sino
porque esa clave podría resolver varios problemas cuánticos que aún
están en el tintero. Ahora un par de físicos han propuesto una teoría que, bueno, suena razonable.
¡Hola, pasado!
A nivel de la física cuántica, la retrocausaldiad tiene un
significado bastante concreto: viene a decir que cuando un
experimentador elige la 'forma de medir' una partícula, esa decisión puede influir en las propiedades que tenía la partícula antes incluso de haber tomado la decisión.
Es decir que, aunque no hay ni rastro de viajes en el tiempo o cosas de ese tipo, la idea de que nuestras decisiones puedan tener efectos moleculares en el pasado sigue siendo algo increíble. Tan increíble que muchos físicos aún no se lo creen.
¿Qué sentido tiene hablar de retrocausalidad?
Fundamentalmente porque esto tiene consecuencias profundas en la física cuántica. Estamos abriendo la posibilidad de resolver la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen
modificando las desigualdades de Bell de tal manera que no solo se
tenga en cuenta el determinismo físico y el principio de localidad, sino
también la retrocausalidad.
El núcleo del asunto reside en que, como se dieron cuenta Einstein, Podolsky y Rosen, la teoría cuántica o está incompleta o el 'entrelazamiento cuántico' viola el principio de la propagación
finita de los efectos físicos. Bell creó un planteamiento
experimental para estudiar esto y el resultado hasta ahora es que la
teoría cuántica funcionaba bien. Es decir, "ninguna
teoría física de variables ocultas locales puede
reproducir todas las predicciones de la mecánica
cuántica".
Los defensores de la otra postura (la de Einstein) siempre han alegado que era posible que en esos experimentos estuviéramos obviando alguna variable oculta que explicara el problema.
Pues bien, en la hipótesis de retrocausalidad, esa variable
oculta no es local, sino temporal. Por decirlo de alguna manera.
No basta con parecer razonable en un problema concreto
El mayor escollo que tiene la retrocausalidad es que requiere una reinterpretación completa de la física cuántica.
Es decir, requiere generalizar a todo el aparato teórico la idea
misma de retrocausalidad y ver qué ocurre. Eso es lo que
están intentando hacer Matthew S. Leifer y Matthew F. Pusey
siguiendo una idea original de Huw Price.
No es una tarea que esté muy avanzada porque,
justificadamente, la mayoría de los físicos no creen seriamente en la
idea de retrocausalidad (al fin y al cabo, a nivel clásico no existe y
no hay indicios experimentales que nos lleven a ella).
Así que la primera tarea que tenemos, si queremos ir en serio
con esta idea, es muy parecida a la que Bell hizo en su día:
plantear un test experimental. Y para eso me temo que aún queda
bastante tiempo. Mientras tanto disfrutemos de las rarezas (y maravillas) de la física cuántica.
https://www.xataka.com/investigacion/el-futuro-puede-influir-al-pasado-segun-esta-nueva-teoria-cuantica-de-la-retrocausalidad
¿Qué es el espaciotiempo?
A las escalas más pequeñas, el espacio
podría emerger a partir de cuantos. ¿Cómo
podrían ser esos componentes básicos?
1 de Agosto de 2018
Las personas siempre hemos
subestimado el espacio. A fin de cuentas, no es más que vacío; un telón
de fondo para todo lo demás. De igual modo, el tiempo simplemente
transcurre sin cesar. Pero, si los físicos han aprendido algo en el
arduo camino hacia la unificación de sus teorías, es que el espacio y el
tiempo conforman un sistema de una complejidad tan asombrosa que puede
desafiar los más fervientes esfuerzos por entenderlo.
Albert Einstein lo vio en noviembre de 1916. Un año antes había
formulado su teoría de la relatividad general, la cual dicta que la
gravedad, en lugar de ser una fuerza que se propaga a través del
espacio, constituye una característica del espaciotiempo en sí. Cuando
lanzamos una pelota al aire, cae al suelo porque la Tierra distorsiona
el espaciotiempo circundante de tal modo que las trayectorias de la
pelota y el suelo vuelven a cruzarse. En una carta a un amigo, Einstein
consideró unir la relatividad general con la entonces incipiente
mecánica cuántica. Eso no solo distorsionaría el espacio, sino que lo
desmantelaría. Einstein apenas sabía por dónde empezar: «¡Cuánto me he
atormentado ya de esta manera!», escribió.
El físico nunca llegó demasiado lejos en ese empeño. Incluso hoy
existen diferentes propuestas para formular una teoría cuántica de la
gravedad. Sin embargo, las disputas al respecto eclipsan una importante
verdad: todos los planteamientos implican que el espaciotiempo se deriva
de algo más profundo, una idea que rompe con 2500 años de pensamiento
científico y filosófico.
Caer en un agujero negro
Un
imán de cocina muestra el problema: puede sujetar un clip contra la
gravedad ejercida por toda la Tierra. La gravedad es mucho menos intensa
que el magnetismo o que las fuerzas eléctricas o nucleares, de modo
que, cualesquiera que sean sus efectos cuánticos, resultarán aún más
débiles.
Así las cosas, el mejor banco de pruebas para estudiar la gravedad
cuántica lo aportan los agujeros negros. «Son lo más parecido que
tenemos a un experimento», apunta Ted Jacobson, de la Universidad de
Maryland. Estos objetos sirven como atalayas teóricas: ¿qué ocurre
cuando tomamos ecuaciones que funcionan a la perfección en condiciones
de laboratorio y las extrapolamos a la situación más extrema que podemos
concebir? ¿Revelará ello algún problema sutil?
La relatividad general predice que la materia que caiga en un agujero
negro se comprimirá sin límite a medida que se aproxime al punto
central; un callejón sin salida llamado «singularidad». No es posible
extrapolar la trayectoria de un objeto más allá de la singularidad, ya
que su línea de tiempo termina allí. Incluso hablar de «allí» resulta
problemático, ya que el propio espaciotiempo deja de existir. Los
investigadores esperan que una teoría cuántica de la gravedad actúe como
un «microscopio» que permita resolver ese punto y estudiar qué sucede
con la materia que cae.
https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/la-historia-secreta-del-sol-742/qu-es-el-espaciotiempo-16623
¿Qué pasaría si no existiera el tiempo?
Muchos científicos se han cuestionado esta premisa y defienden que vivimos en un mundo sin tiempo
25 de enero de 2019
Todos aquellos que llegan
tarde seguro que se han imaginado alguna vez un mundo sin relojes, sin
presiones ni horarios que cumplir. Pero, si no existiera el tiempo,
¿cambiarían mucho nuestras vidas o seguiría todo
igual?
Muchos científicos se
han cuestionado la existencia del tiempo y defienden que vivimos en un
mundo sin tiempo, como Julian Barbour.
El físico inglés
explica que a nivel cuántico, el tiempo no tiene significado,
por lo que cree que el tiempo (que rige todo en nuestro día a
día) no es realmente un aspecto fundamental en nuestro mundo.
Barbour explica que el
universo es una gran colección de momentos a los que llama
montón. Según su línea de investigación no
tiene sentido querer ordenar temporalmente esos diferentes momentos ya
que no cambia nada. Simplemente estos montones están y el
tiempo, según esta teoría, es una ilusión creada
por nuestro cerebro.
¿Es el tiempo una ilusión?
Según Barbour, el tiempo es una ilusión creada por nuestro cerebro
El razonamiento de que el
tiempo es una ilusión y que realmente no existe se puede
explicar con un claro ejemplo. Imagina que quieres ver la
película 'Titanic' en DVD y que de forma aleatoria salta hacia
adelante y hacia atrás.
Primero ves la secuencia en la
que Rose está encima de la plataforma tras el naufragio del
crucero y a continuación, contemplas la escena en la que Jack y
Rose se colocan en la proa del barco y dicen aquello tan popular: "Soy
el rey del mundo"
Para el espectador estos
cambios no tienen ningún sentido, pero los protagonistas no ven
ningún problema en ello. En cada secuencia ellos hacen lo que
tienen que hacer y lo repiten una y otra vez. Según la
teoría de que el tiempo es una ilusión, si se pudiera
parar la película en ese momento y se les preguntara a los
personajes qué opinan en ese instante, estos responderían
precisamente lo mismo que si el espectador estuviera viendo la
película sin esos saltos temporales.
Los físicos que
defienden esta línea explican que cada momento en el
espacio-tiempo, es como cada una de las escenas de la película y
que lo que somos en cada momento, que es el presente, el ahora, es
consecuencia de nuestra experiencia en ese momento.
La vida de las personas, que
en esencia es su memoria y sus recuerdos, es un conjunto de
diapositivas que dan la sensación de paso del tiempo.
Además, esta sensación no necesita de la existencia de
momentos anteriores: todo está reunido en esa diapositiva
concreta del universo.
Lo que somos en el ahora es consecuencia de nuestra experiencia en ese momento
https://www.diarioinformacion.com/sociedad/2019/01/25/pasaria-existiera-tiempo/2110986.html
¿Qué hay en el vacío?: el experimento cuántico que midió lo que hay en la "nada"
1 mayo 2019
Imagina que estás en una casa embrujada. Es una mansión abandonada, oscura y gélida.
Cuando entras la casa parece vacía, pero de repente comienzas a sentir cosas extrañas que surgen de la nada.
En
medio del silencio pasa un espectro junto a ti, se escucha una voz en
la cocina, unos pasos hacen crujir el piso de madera… ¿De dónde vienen
esas presencias si no hay nadie en la casa?
Esta pesadilla es solo un ejemplo para entender eso que llamamos "el vacío".
Para entenderlo, debemos identificar dos formas de ver la realidad.
En la realidad "clásica", que es como los científicos
llaman al mundo que podemos ver y sentir, es fácil de entender qué es le
vacío. Es simplemente un espacio en el que no hay nada.
Pero en la realidad "cuántica",
es decir, a escalas subatómicas que no podemos detectar a simple
vista, el vacío se parece mucho más a esa casa embrujada.
En
el vacío cuántico, aunque logremos remover cualquier elemento del mundo
clásico, como la luz o el calor, y no quede "nada", de repente comenzarán a aparecer partículas que se pueden detectar por brevísimos instantes, como un fantasma.
Al igual que la casa embrujada, aunque en el vacío cuántico
aparentemente no hay nada, en realidad está lleno de partículas, energía
y ondas que surgen de manera misteriosa y se esfuman rápidamente.
Los
científicos ya han logrado detectar estas partículas, pero ahora, un
experimento del Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich, afirma
que logró medir por primera vez las fluctuaciones que esas partículas generan en el espacio "vacío".
Es como si ya "sintiéramos" que hay un fantasma, pero por fin lográramos ver la estela blanca que deja a su paso.
Algo que surge de la nada
Seguro recuerdas que en el colegio te enseñaron que la materia no se crea ni se destruye, es decir, que es imposible que algo surja de la nada.
A nivel cuántico, sin embargo, sí que es posible.
"Por
un corto período de tiempo se puede crear energía a partir del espacio
vacío", le dice a BBC Mundo Cristina Benea-Chelmus, coatura del estudio e
investigadora de ciencias aplicadas en la Universidad de Harvard.
"Ocurre de manera espontánea, no podemos saber cuándo pasará, pero pasará".
En el experimento, Benea-Chelmus observó que las fluctuaciones en el vacío se propagan en el tiempo y en el espacio.
A nivel cuántico,
cuando hablamos de espacio nos referimos a escalas nanométricas.
Y cuando hablamos de tiempo, son períodos brevísimos.
Por ejemplo, para medir las fluctuaciones, en ese experimento utilizaron pulsaciones de laser que duran 10^-15 segundos.
Para lograr el "vacío puro", como
lo llama Benea-Chelmus, y así medir lo que ocurre ahí, la investigadora
utilizó un dispositivo enfriado a una temperatura cercana al cero
absoluto y del cual se bloqueó cualquier fuente de luz que pudiera
"contaminar" esa pureza.
"Esto es lo más cercano al vacío a lo que se puede llegar, no se puede superar ese límite", dice Benea-Chelmus.
Al interior del dispositivo había un cristal especial que reacciona
ante las fluctuaciones del vacío, que es lo único que queda luego de que
se ha eliminado cualquier otro tipo de materia o radiación electromagnética.
Así, al ver cómo cambiaban las características del cristal
cuando las fluctuaciones del vacío pasaban a través de él,
Benea-Chelmus y su equipo pudieron medir el campo el electromagnético
que generan.
Fantasmas cuánticos
El vacío
cuántico no es un lugar en el que no haya nada, solo que las partículas,
las fluctuaciones y la energía que hay ahí son tan diminutas y tan
efímeras que, por ahora, resulta imposible extraerlas o transformarlas.
Esas fluctuaciones que ocurren en el vacío son las responsables de las llamadas "emisiones espontáneas", que son emisiones que se utilizan en dispositivos que emiten luz, como las pantallas de los celulares.
Ese tipo de experimentos podría significar avances en ese campo, pero
los autores del estudio destacan que la medición que lograron hacer
coincide con lo que describe la teoría cuántica, y que ahora quedó
demostrada.
Benea-Chelmus reconoce que aún estamos lejos de
comprender completamente estos fenómenos, pero su hallazgo es un paso
más descifrar los misterios de la física cuántica y entender mejor qué son aquellas partículas que por ahora parecen fantasmas.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-48115068
Muchos
científicos al carecer de método para analizar y entender lo sutil, todo lo
centran en cerebro, para ellos lo medible. Ignoran que el maravilloso cerebro
es cual computador biológico regido por la mente... Pero no todos:
Una nueva teoría de la conciencia va emergiendo: la mente existe como un campo conectado al cerebro
22 de mayo de 2019
La relación entre la mente y el cerebro es un misterio clave
para entender nuestra propia existencia como seres conscientes. Algunos
dicen que la mente es estrictamente una función del cerebro y la
conciencia es el producto de la acción de las neuronas. Pero algunos se
esfuerzan por comprender científicamente la existencia de la mente
independientemente del cerebro o, al menos en algún grado, separado de
ella.
La revista científica NeuroQuantology reúne a
la neurociencia y a la física cuántica, interfaz que algunos científicos
han utilizado para explorar la relación fundamental entre la mente y el
cerebro.
Un artículo publicado en la edición de septiembre de 2017 de NeuroQuantology,
revisa y amplía las teorías actuales de la conciencia que
surgen de este encuentro de la neurociencia y la física
cuántica.
El Dr. Dirk K. F. Meijer, profesor de la Universidad
de Groningen, en Holanda, plantea la hipótesis de que la conciencia
reside en un campo que rodea al cerebro. Este campo está en otra
dimensión. Comparte información con el cerebro a través del
entrelazamiento cuántico, entre otros métodos. Y tiene ciertas
similitudes con un agujero negro.
Este campo puede captar información del campo magnético de la Tierra,
de la energía oscura y de otras fuentes. Luego “transmite ondas de
información al tejido cerebral, que… es fundamental para el
procesamiento a muy alta velocidad de la información consciente y
subconsciente”, escribió Dirk.
En otras palabras, “la mente” es un campo que existe alrededor del cerebro, recoge información externa a este y la comunica en un proceso extremadamente rápido.
El científico describe este campo alternadamente como “un campo
estructurado holográfico”, un “espacio de trabajo mental receptivo”, un
“dominio meta-cognitivo” y el “espacio de memoria global del individuo”.
Las funciones extremadamente rápidas del cerebro sugieren
que procesa la información a través de un mecanismo
aún no revelado
Hay un misterio no resuelto en la neurociencia, llamado “problema vinculante”. Diferentes
partes del cerebro son responsables de cosas diferentes: algunas partes
trabajan en el procesamiento del color, algunas en el procesamiento del
sonido, etcétera. Pero de alguna manera, todo se une como una
percepción unificada, o conciencia.
La información se reúne e interactúa en el cerebro más rápidamente de
lo que puede ser explicado por nuestra comprensión actual de las
transmisiones neurales en el cerebro. Por lo tanto, parece que la mente es más que solo neuronas interactuando en el cerebro.
Los neurocientíficos siguen buscando el mecanismo que activa la
“vinculación” de partes dispares del procesamiento de información del
cerebro. Meijer ha recurrido a entrelazamientos y tunelización cuánticos
para avanzar hacia la respuesta.
El entrelazamiento cuántico es un fenómeno en el que las partículas
parecen estar conectadas aún a grandes distancias. Cuando se realizan
acciones en una de las partículas, los cambios correspondientes se
observan simultáneamente en las otras.
El túnel cuántico es un fenómeno en el cual una partícula atraviesa
una barrera que según la física clásica no debería ser capaz de
atravesar.
Estos fenómenos cuánticos permiten procesos tan rápidos, que no
pueden ser explicados con la física clásica. Pero los procesos mentales
subconscientes ultra-rápidos pueden ayudar a explicarlos.
Los principios de la física cuántica pueden explicar cómo la mente procesa la información
Si “la mente” o el campo mental interactúa con el cerebro de esta
manera, sería un paso hacia la explicación de la rapidez de los procesos
mentales.
Meijer también recurre a la naturaleza de onda y partícula de la
materia desde la física cuántica para explicar la relación entre el
campo mental y el cerebro. Según este principio, los electrones y los
fotones existen en forma de ondas, pero también pueden comportarse como
partículas. En cierto modo, son ondas y partículas.
De manera similar, para Meijer el campo mental es a la vez inmaterial
y, al mismo tiempo, físicamente parte del cerebro: “El espacio de
trabajo mental propuesto se considera no material, pero en relación con
el cerebro individual, acoge una relación no dual onda/partícula según
los principios físicos cuánticos: es directamente dependiente de la
fisiología del cerebro pero no es reducible a ella”.
Según Meijer la mente y el cerebro están conectados.
Están unificados, pero a la vez están separados. Esta
aparente paradoja es característica de la física
cuántica.
La mente podría residir en otra dimensión espacial
Meijer plantea la hipótesis de que el campo mental está en otra dimensión: “Que no podamos percibir directamente este aspecto de la información se atribuye tradicionalmente a una cuarta dimensión espacial oculta… que no podemos observar en nuestro mundo tridimensional, aunque puede derivarse matemáticamente”.
Y aclara que esta cuarta dimensión espacial no es el tiempo (el
tiempo se considera comúnmente como la “cuarta dimensión”). Es un
concepto de espacio-tiempo que incluye cuatro dimensiones espaciales
además del tiempo (una “estructura 4 + 1 espacio-tiempo”).
Cita estudios que han sugerido que este concepto de dimensiones
podría conciliar los encuentros fallidos entre la física tradicional y
la física cuántica que ahora afectan a los científicos.
La mente existiría en esa cuarta dimensión espacial.
La mente podría ser como un agujero negro
Meijer prevé una especie de pantalla o frontera entre el mundo
exterior y el campo mental individual. Y compara este límite con el
horizonte de eventos de un agujero negro.
“Se supone que la información que entra en un agujero negro desde el
exterior no se pierde… más bien está siendo proyectada en su pantalla
exterior, llamada el ‘horizonte de eventos'”, escribió Meijer.
“La conciencia es una condición límite entre una singularidad
(agujero negro) y el espacio dentro del cerebro”. El horizonte de
sucesos separa “un modelo mental de la realidad para uso interno en cada
individuo” de todo lo que existe fuera de él. Sin embargo, está conectado a una “matriz de información universal“.
Meijer describió por correo electrónico cómo este “límite holográfico
dinámico”, recopila información desde el interior del cerebro, así como
de los “campos de información en los que nuestro cerebro está
permanentemente incrustado”. Y dijo: “De esta manera, está implícitamente conectado a una matrix de información universal“.
La estructura del campo mental hipotético podría tener la forma de un Torus
La forma geométrica conocida como Torus es muy adecuada para la naturaleza y funciones que Meijer atribuye al campo mental.
El Torus es descrito por el diccionario de Merriam Webster,
como “una superficie en forma de rosca generada por un círculo girado
alrededor de un eje en su plano que no cruza el círculo”.
Meijer presenta varias razones dentro de las teorías de la física
para elegir esta forma para su campo mental hipotético. Una está
relacionada con una teoría de cómo oscila la actividad eléctrica en el
cerebro.
Estos ritmos han sido comparados con las características microscópicas del universo, como las descritas por String Theory. Meijer los describió como “movimientos toroide multidimensionales“.
La estructura del Torus se encuentra en la física desde la
microescala hasta la macro escala extrema de los agujeros negros y en el
universo en su conjunto, explicó Meijer. Podría ser instrumental en la
integración dinámica de la información en la mente y el cerebro.
Meijer discute las implicaciones más amplias para la filosofía de las relaciones mente-materia
Meijer escribió: “Nuestro artículo puede contribuir directamente a
una respuesta sobre la famosa cuestión de [los científicos cognitivos y
el filósofo David] Chalmers…: ¿cómo puede algo inmaterial como la
experiencia subjetiva y la auto-conciencia surgir de un cerebro
material?
La capacidad del campo mental para recoger información de otros
campos, tal como fue concebida por Meijer, también podría explicar
algunos fenómenos anómalos como la percepción extrasensorial, señaló.
En su opinión, “la Conciencia puede ser considerada como el elemento
básico de la naturaleza y, por lo tanto, está presente en todos los
niveles del tejido de la realidad”.
Desde que la física cuántica surgió, los científicos han estado
explorando su capacidad para explicar la conciencia. El trabajo de
Meijer encaja dentro de esa vía de exploración.
Otra teoría llamada “reducción objetiva orquestada” u “Orch-OR”, fue
desarrollada por el físico Sir Roger Penrose y el anestesista Dr. Stuart
Hameroff. En su página web,
Hameroff describe la teoría: “[…] sugiere que la conciencia surge de
las vibraciones cuánticas en los polímeros de proteínas llamados
microtúbulos dentro de las neuronas del cerebro”.
Como Meijer, Penrose y Hameroff han dicho: “hay una conexión entre los procesos biomoleculares del cerebro y la estructura básica del universo“.
También han pedido un cambio importante en cómo los científicos ven la conciencia.
Hameroff dijo en una entrevista al blog Singularity: “La mayoría de los científicos no pueden explicar la conciencia en el cerebro, por lo que no pueden decir que la conciencia fuera del cerebro sea imposible“.
https://es.theepochtimes.com/una-nueva-teoria-de-la-conciencia-va-emergiendo-la-mente-existe-como-un-campo-conectado-al-cerebro_189801.html
¿Y si el espacio tiempo no es continuo,
sino que está dividido en pequeñas «piezas»?
Un equipo de investigadores propone un revolucionario
experimento para averiguar cuál es la verdadera naturaleza de la realidad
21/11/2019
¿Qué pasaría si el tejido mismo de la realidad en que
vivimos no fuera contínuo sino que estuviera fragmentado, esto es, dividido
en pequeñas partes, igual que la materia? La cuestión apunta
directamente al corazón de las teorías más fundamentales de la Física, y condiciona el
modo en que el espacio y el tiempo influyen sobre nuestra propia existencia.
Sin embargo, demostrar experimentalmente cuál es la
verdadera naturaleza del espacio y el tiempo ha resultado imposible, debido a
la enorme cantidad de energía que sería necesaria para explorar el Universo a
escalas tan pequeñas. Hasta ahora. Un equipo internacional de astrónomos del
GrailQuest, el Laboratorio de Astronomía de Rayos Gamma para la Exploración Cuántica
del Espacio Tiempo, en efecto, acaba de proponer un nuevo y ambicioso
plan para conseguirlo.
En un artículo recién aparecido en arXiv.org, los
investigadores explican que se podría utilizar una flota de pequeñas
naves con la única misión de detectar los sutiles cambios de la
velocidad de la luz, la piedra angular de algunas de las teorías más
impresionantes que tenemos sobre la naturaleza y el funcionamiento del
Universo. Si al final resultara que, efectivamente, el espacio-tiempo se divide
en pedacitos, sería el principio para una comprensión totalmente nueva de la
realidad.
Pero veamos. La pregunta «¿qué son el espacio y el tiempo?»
tiene cientos, si no miles, de años de antigüedad. Y la respuesta moderna a la
cuestión se basa, curiosamente, en dos pilares teóricos que resultan
incompatibles entre sí: la teoría general de la Relatividad de
Einstein y la
Mecánica Cuántica.
Relatividad: un espacio-tiempo continuo
Para la primera, el espacio y el tiempo están
íntimamente entrelazados en una estructura unificada de cuatro
dimensiones, el espacio-tiempo, en la que se sustenta nuestro Universo. Según la Relatividad General,
este espacio-tiempo es continuo, lo que significa que no existen «huecos» ni
«divisiones» en ninguna parte.
Todo el espacio-tiempo consiste en una estructura
suave, continua y sin fisuras. Además, el espacio-tiempo mismo no
sería solo un «escenario» para que la materia, los planetas, las estrellas, las
galaxias e incluso nosotros mismos representemos nuestro papel. Lejos de eso,
sería también un jugador activo en la partida de la realidad: su capacidad para
deformarse y curvarse, por ejemplo, nos proporciona la experiencia de la
gravedad.
Mecánica Cuántica: todo se divide en partes
En el otro lado, un conjunto de reglas a las que llamamos
Mecánica Cuántica, gobierna con mano férrea las posibles interacciones entre
las partículas, las «cosas» más pequeñas del Universo. Y resulta que para la Mecánica Cuántica
la mayor parte de nuestras experiencias cotidianas no son fluidas y contínuas,
sino que están divididas, fragmentadas en pequeñas partes. En otras palabras,
todo lo que nos rodea está «cuantizado». La energía, el impulso, el giro y la
mayor parte de las propiedades de la materia, empezando por su propia
estructura, vienen en pequeños paquetes discretos, o «cuantos».
Y lo que es más, la Mecánica Cuántica
misma se divide en dos partes muy diferentes. Por un lado, están las partículas
que nos son familiares en nuestras experiencias cotidianas, como los electrones
o los protones. Y eso son, claramente, piezas pequeñas que se unen para formar
otras mayores. Por el otro, están los campos cuánticos. En el
mundo subatómico, en efecto, cada tipo de partícula está asociada a un campo
que se extiende a lo largo y ancho del espaciotiempo. Y cuando pensamos en
partículas, en realidad estamos pensando en pequeñas vibraciones de sus campos,
que a su vez interactúan con otras partículas que también tienen sus propios
campos. Y esos campos parecen ser continuos...
¿Continuo o fragmentado?
En resumen, según cómo lo miremos, el Universo puede
mostrarse suave y contínuo o discreto y fragmentado. ¿Pero qué pasa con el
espacio-tiempo? Si usamos los conceptos de la Mecánica Cuántica,
podríamos llegar a la conclusión de que el tejido mismo de la realidad
es discreto, y se divide como lo hacen los píxeles de una pantalla,
que tienen identidad individual pero que, juntos, forman imágenes complejas. En
ese escenario, lo que experimentamos como movimiento suave y continuo no sería,
en realidad, más que una serie de pequeños «saltos» de uno a otro píxel en una
cuadrícula cósmica.
Desde hace décadas los físicos tratan de conciliar, sin
demasiado éxito, las leyes de la
Relatividad general con las de la Mecánica Cuántica.
Algunas de las teorías que lo intentan, como la de cuerdas o la de la gravedad
cuántica de bucles, predican alguna forma de espacio-tiempo discreto, dividido
en pequeñas partes, aunque las predicciones precisas, las interpretaciones y
las implicaciones de esa «realidad fragmentada» son aún poco conocidas.
Si fuera posible encontrar alguna evidencia de un espacio-tiempo discreto, nos
veríamos obligados no solo a reescribir del todo nuestra descripción de la
realidad, sino que se abriría una puerta a una auténtica revolución de la Física.
La minúscula fragmentación
Los investigadores dan por supuesto que esa fragmentación
espacio-temporal, si es que existe, se revelará solo de las formas más sutiles.
De otro modo, ya la habríamos visto. En esa línea, varias teorías predicen que
si el espacio-tiempo fuera discreto, entonces la velocidad de la luz podría no
ser totalmente constante, sino que variaría ligeramente dependiendo de su
energía. Una luz muy energética tiene una menor longitud de onda, y si esa
longitud de onda se hace lo suficientemente pequeña, permitiría «ver» la
fragmentación del espaciotiempo.
Sería lo mismo que caminar por la acera con unos pies de
tamaño normal, con los que no notaríamos las pequeñas grietas y las
irregularidades, y hacerlo después con unos pies microscópicos, con los que
tropezaríamos ante cualquier pequeña imperfección, disminuyendo nuestra
velocidad. En el espacio-tiempo, sin embargo, ese cambio tendría lugar a una
escala realmente diminuta, y si efectivamente estuviera dividido en partes, esa
fragmentación solo sería visible en una escala que es más de mil millones de
veces más pequeña de la que actualmente podemos ver con nuestros
instrumentos más poderosos.
Así las cosas, los autores del estudio proponen un ingenioso
sistema para detectar los sutiles cambios de la velocidad de la luz a diversos
niveles de energía, para lo que sería necesario recolectar una gran cantidad de
la luz más energética (y con menor longitud de onda) del Universo.
Una flota de naves
Para lograrlo, los astrónomos de GrailQuest proponen lanzar
una flota de pequeñas naves, cuyo número varía entre una pocas docenas si son
más grandes y varios miles si son más pequeñas, para monitorizar continuamente
el cielo en busca de explosiones de rayos gamma, que son las más poderosas de
cuantas tienen lugar en el Universo.
Dichas explosiones liberan una enorme cantidad de fotones de
altísima energía (rayos gamma), que viajarían hasta miles de millones de años
antes de alcanzar a la flota de pequeñas naves. Estas registrarían
minuciosamente su energía y, sobre todo, las diferencias en los
tiempos de llegada a medida que la oleada de rayos gamma de la explosión se
extendiera sobre la flota.
De este modo, GrailQuest podría llegar a revelar si
el espacio-tiempo está, o no, dividido en pequeñas partes. Si el
experimento resultara y revelara que el espacio-tiempo es discreto, y no
continuo, las consecuencias serían imprevisibles. En todo caso, habrá que
esperar para saberlo. El estudio forma parte de una ronda de propuestas a la Agencia Espacial
Europea para misiones que se llevarán a cabo entre los años 2035 y 2050.
Mientras, podemos continuar tranquilamente con los debates teóricos...
https://www.abc.es/ciencia/abci-y-si-espacio-tiempo-no-continuo-sino-esta-dividido-pequenas-piezas-201911211955_noticia.html
Tiempo al tiempo
4
de diciembre de 2019
Vivimos
con prisa y en la carrera nos privamos de nuestro propio tiempo. Disfruta el
presente mientras construyes el futuro.
Te levantas y, sin apenas tiempo,
te preparas para ir a trabajar. Corres para alcanzar el transporte público.
Pasas el día mirando el reloj mientras cumples una larga lista de obligaciones.
Y, cuando quieres darte
cuenta, estás apresurándote para cenar y poder acostarte temprano porque el día
ha terminado. ¿A dónde ha ido el tiempo?.
De pronto es navidad de nuevo, y en
seguida vuelve a llegar el verano. Sentimos
que la vida vuela, que no llegamos a todo y que estamos desperdiciando un bien
muy preciado. En efecto, nuestro tiempo es la posesión más
valiosa con la que contamos y aún así no hemos aprendido a cuidarla. Lo
queremos todo ya, vivimos apresurados y con la vista puesta en mañana.
No somos conscientes de la
importancia de saborear cada segundo, de ser capaces de darle tiempo al tiempo
y vivir en el ahora.
De invertir este valioso recurso en las relaciones y actividades que nos hacen
felices en lugar de malgastarlo cumpliendo expectativas ajenas. Aduéñate de tu
tiempo y verás cómo tu vida cambia.
Frena y deja de
correr
Desde que nos levantamos vivimos en
una vorágine de compromisos, obligaciones y quehaceres diarios. Pasamos de una tarea a otra, casi en piloto
automático, corriendo para llegar a todo lo que nos queda por hacer.
Nuestra mente viaja constantemente entre asuntos pendientes y exigencias
futuras. ¿Cuándo fue la última vez que saboreaste una comida sin prisa? ¿la
última vez que disfrutaste con calma de algo tan sencillo como darte una ducha
o caminar por la calle?.
Si el autobús se retrasa nos invade
el estrés, si el semáforo está en rojo tratamos de cruzar lo
antes posible, si alguien anda despacio por la calle nos ponemos nerviosos. Incluso cuando estamos enfermos sentimos que
estamos perdiendo el tiempo, y no podemos evitar pensar en la cantidad de cosas
que deberíamos estar haciendo en ese momento. No nos permitimos
parar, ni siquiera para sanar.
Sin darnos cuenta nos estamos
robando nuestro propio tiempo. No es de extrañar el aumento de ansiedad entre
la población si no somos capaces de frenar la mente y poner los cinco sentidos
en lo que nos rodea. Bajemos
el ritmo y la exigencia: no va a ocurrir ninguna catástrofe si tardamos
cinco minutos más en llegar a una cita o si nos tomamos diez minutos más para
comer. En cambio, en nuestro organismo, contemplar el paisaje
mientras caminamos o comer con calma, puede tener un efecto completamente
beneficioso.
Dale tiempo al tiempo
Esta actitud de impaciencia se
traslada también a nuestras expectativas. Queremos que las cosas sucedan de un modo determinado y
necesitamos ver resultados casi de inmediato. Cuando estos se demoran nos
desanimamos, frustramos y entristecemos. Pasamos gran parte de la vida
angustiados porque algo no ocurre: aún no encuentro el trabajo que deseo, no
tengo pareja todavía, nunca seré feliz.
Es necesario que aprendamos
a vivir en el presente y a construir la felicidad en base a lo que nos rodea. Aquí y ahora estamos rodeados de personas
y situaciones buenas. Tenemos grandes motivos para sentirnos bien, y aún así
sufrimos por lo que aún no ha llegado. Dejemos de necesitarlo todo ya y aprendamos
a darle tiempo al tiempo.
Trabajemos por el futuro que
deseamos pero disfrutando siempre el camino que estamos recorriendo. El momento
que vives ahora no volverá, implícate en él plenamente,
disfruta todo lo que te ofrece. Deja
que todo se acomode y suceda cuando llegue el momento y aprende a ser feliz
ahora.
Tu tiempo es un regalo,
comienza a obsequiarte con él. No lo malgastes en actividades que te hacen
infeliz o en relaciones
sociales que te dañan y te drenan la energía. Emplea tu tiempo en cuidar de ti
y de todo aquello que te hace crecer. Saca de tu mente lo que «deberías» estar
haciendo y comienza a dar lugar a lo que verdaderamente te apetece hacer.
Presta atención a los colores del
paisaje, a las voces de la gente, al tacto de la brisa en tu piel. Disfruta la
compañía de tus seres queridos y encuentra momentos para conectar contigo
mismo. El futuro llegará pero
el día de hoy no volverá a repetirse. Por ello no tengas prisa, vive aquí y
ahora.
https://lamenteesmaravillosa.com/tiempo-al-tiempo/
Las curiosas maneras en las que nuestra mente nos engaña sobre el paso del tiempo
4 de enero de 2020
Todos sabemos cómo se siente el
pasar del tiempo. Nuestro presente se convierte en pasado tan pronto
como ha sucedido. El hoy pronto se convierte en ayer.
Según en
qué parte del mundo vivas, verás las estaciones ir y venir. Y a medida
que alcanzamos la edad adulta, nos volvemos cada vez más conscientes del
pasar de los años.
Aunque los neurocientíficos no han podido localizar un solo reloj en el cerebro que sea responsable de detectar el paso del tiempo, los humanos somos sorprendentemente buenos en eso.
Si alguien nos dice que llegarán en cinco minutos, tenemos una idea
aproximada de cuándo comenzar a buscarlo. Tenemos una idea de las
semanas y los meses que pasan.
Como resultado, la mayoría de nosotros diría que la forma en la que funciona el tiempo es bastante obvia: el tiempo pasa, a un ritmo constante y medible, en una dirección específica, del pasado al futuro.
¿Cómo se percibe?
Es difícil
saber con precisión científica cómo las personas concibieron el tiempo
en el pasado, ya que los experimentos de su percepción solo se han
llevado a cabo durante los últimos 150 años.
Lo que sí sabemos es que Aristóteles veía el presente como algo que cambia continuamente y que para el año 160, el emperador y filósofo romano Marco Aurelio describía el tiempo como un río de acontecimientos pasajeros.
Hoy, al menos en Occidente, muchos siguen reconociendo esas ideas.
Pero la física cuenta una historia diferente. Por mucho que se sienta
el tiempo como algo que fluye en una dirección, algunos científicos
difieren.
En el siglo pasado, los descubrimientos de Albert Einstein revolucionaron nuestro concepto del tiempo.
Einstein demostró que el tiempo es relativo,
y que pasa más lentamente si un objeto se mueve rápido. Los eventos no
suceden en un orden establecido. No hay un solo "ahora" universal, en el
sentido que tendría en la física newtoniana.
Es cierto que se
puede establecer un orden secuencial de eventos ocurridos el universo,
pero el tiempo no siempre se puede dividir con claridad en pasado,
presente y futuro. Algunas ecuaciones físicas funcionan en cualquier
dirección.
Algunos físicos teóricos como el italiano Carlo Rovelli lo llevan aún
más lejos, especulando que el tiempo no fluye ni existe. Es una
ilusión.
Pero más allá de
ideas como esa, la percepción del tiempo, nuestro sentido del
tiempo, sí que existe.
Es por eso que la evidencia de la física no concuerda con cómo se siente la vida.
Puede que nuestra idea compartida de lo que significa el concepto de
"futuro" o "pasado" no pueda aplicarse a todos los fenómenos del
universo, pero sí refleja la realidad de nuestras vidas aquí en la
Tierra.
No obstante, al igual que la idea newtoniana del tiempo absoluto, nuestra creencia de cómo funciona el tiempo para los humanos también puede ser engañosa. Y puede haber un mejor enfoque.
Pasado falso
Un
aspecto de la percepción del tiempo que muchos de nosotros compartimos
es cómo pensamos en nuestro propio pasado: como una especie de videoteca
gigante, un archivo en el que podemos sumergirnos para recuperar
registros de eventos ocurridos en nuestras vidas.
Pero los psicólogos han demostrado que la memoria autobiográfica no es así en absoluto.
La
mayoría de nosotros olvidamos mucho más de lo que recordamos, a veces
incluso sucesos que presenciamos y a pesar de que otros nos insistan en
que estuvimos allí.
A medida que guardamos recuerdos, los modificamos para dar sentido a lo que sucedió. Cada vez que recordamos algo, reconstruimos los eventos en nuestra mente e incluso los cambiamos para que encajen con cualquier información nueva que pueda haber salido a la luz.
Y es mucho más fácil de lo que parece convencer a otros de que vivieron experiencias que nunca sucedieron.
La psicóloga Elisabeth Loftus lleva décadas investigándolo, y
convenciendo a quienes se someten a sus estudios de que recuerdan haber
besado a una rana verde gigante o de que vieron a Bugs Bunny en
Disneylandia, algo que no pudo haber sucedido porque es un personaje de
Warner Bros.
Incluso contar una anécdota a nuestros amigos puede alterar ligeramente el recuerdo que tenemos de esa misma historia.
Otro error que cometemos es asumir que imaginar el futuro es un proceso completamente diferente del de cómo pensamos sobre el pasado.
De
hecho, ambos están vinculados: usamos partes similares del cerebro para
recordar o imaginar nuestras vidas en los años venideros.
Tener recuerdos es lo que nos permite imaginar el futuro,
remezclar escenas para previsualizar eventos futuros. Esta habilidad
nos permite hacer planes y barajar diferentes posibilidades hipotéticas
antes de comprometernos.
Y todo ello se debe a la manera en la nuestros cerebros manejan el tiempo.
Un
bebé, con poca memoria autobiográfica, vive constantemente en el
presente. Es feliz, llora, tiene hambre, o se siente mal. Experimenta
todo esto, pero no recuerda el frío que hizo el mes pasado ni le
preocupa que la temperatura vuelva a bajar pronto.
Luego, gradualmente, comenzará a desarrollar un sentido de sí mismo.
Con ese desarrollo viene una comprensión del tiempo, del ayer como algo
distinto al mañana.
Sin embargo, a esa edad tan temprana, imaginarse a uno mismo en el futuro sigue siendo un desafío.
La
psicóloga Janie Busby Grant descubrió que si le preguntas a los niños
de 3 años qué harán al día siguiente, solo un tercio puede dar una
respuesta que se considere plausible.
Como parte de un estudio,
cuando la psicóloga Cristina Atance les dio a varios niños pretzels para
comer y luego les permitió elegir entre más pretzels o agua, la mayoría
eligió agua porque estaban sedientos.
Después les
preguntó qué querrían al día siguiente,
comer pretzels o beber agua, y la mayoría volvió a decir
agua.
En
cambio, cuando hizo el experimento con adultos, estos coincidieron en
que querrían comer pretzels, porque sabían que iban a volver a sentir
hambre.
Los niños muy pequeños no pueden imaginarse un futuro en
el que puedan sentirse de manera diferente a como que sienten en ese
momento.
La experiencia del tiempo la va creando la mente y son varios los
factores que juegan un papel en esta construcción: la memoria, la
concentración, las emociones y la sensación de que el tiempo está de
alguna manera ubicado en el espacio.
Nuestra percepción del tiempo nos arraiga a nuestra realidad mental. El tiempo no solo está en el centro de cómo organizamos la vida, sino en lo que experimentamos.
Por
supuesto, podría argumentarse que realmente no importa si percibimos el
tiempo con precisión de acuerdo con las leyes de la física.
Diariamente, podemos seguir caminando sin necesidad de recordar que, por muy plano que se sienta el mundo, es esférico.
Todavía hablamos de que el Sol sale por la mañana y se pone por la
tarde, aunque sabemos que es la Tierra, y no el Sol, la que se mueve.
Nuestras
percepciones no siguen el ritmo de la ciencia, y solo podemos crear
nuestra experiencia cotidiana del mundo utilizando los sentidos que
poseemos.
Del mismo modo, nuestra percepción del tiempo no es algo
que podamos elegir ignorar. Por mucho que se aprenda sobre el
espacio-tiempo cuatridimensional, esperar ese tren retrasado todavía se
sentirá como más tiempo transcurrido que almorzar con un amigo.
Pero
incluso si no podemos cambiar nuestras percepciones del tiempo, podemos
cambiar la forma en que pensamos al respecto, y tal vez sentirnos mejor
acerca de su paso y de nosotros mismos.
Tiempo para cambiar
En
lugar de pensar en el pasado, el presente y el futuro como en una línea
recta, podemos considerar nuestros recuerdos como un recurso que nos
permite imaginar el futuro.
Esto es crucial. La capacidad de los
humanos de viajar en el tiempo mentalmente, hacia adelante y hacia
atrás, es la razón por la cual podemos hacer mucho de lo que hacemos,
como planificar el futuro o crear una obra de arte.
Y la idea de
que la memoria juega en ello un papel importante no es nueva:
Aristóteles describió los recuerdos no como archivos de nuestra vida,
sino como herramientas para imaginar el futuro.
Esto significa que lo que podría en un principio parecer una falla
—nuestra dificultad para recordar el pasado con precisión— es en
realidad una ventaja.
Si los recuerdos se guardaran como cintas
de video, y se nos pidiera que nos imagináramos en una nueva situación,
como el de llegar al trabajo el lunes, no por la ruta habitual, sino
sobre una hoja de loto por un río turquesa mientras varios amigos de la
escuela nos saludan con cócteles en la mano, seguramente muchos de
nosotros no lo podríamos hacer de inmediato.
Pero como nuestra
memoria es tan flexible, en un instante podemos recopilar los recuerdos
de la calle en la que trabajamos, cómo es acostarse en una cama
inflable, los rostros de nuestros amigos e imágenes de flores tropicales
y cócteles.
No solo somos capaces de localizar inmediatamente estos recuerdos que pueden estar separados por décadas, sino que los unimos para inventar una escena que nunca antes habíamos visto ni de la que habíamos oído hablar.
Cognitivamente hablando, suena como un trabajo duro. Pero la
flexibilidad de nuestros recuerdos hace que sea bastante fácil de hacer.
Así que no deberíamos maldecir nuestros recuerdos cuando nos decepcionan.
Están hechos para ser
modificables y combinables, y darnos así unas posibilidades
infinitas de imaginarnos el futuro.
La
neurocientífica Eleanor Maguire hizo un experimento relacionado con
ello: les pidió a varias personas que se imaginaran en un museo y que
describieran lo que veían.
Así, algunos dijeron que tenía un techo abovedado y otros hablaron de
un piso de mármol, pero quienes sufrían de amnesia no pudieron
describir la escena.
En lugar de pensar en nuestra memoria como en
un útil archivo de videos, deberíamos aceptar que el recuerdo que
tenemos de un evento podría no ser perfecto, y también que otros podrían
tener recuerdos muy diferentes del mismo.
El tiempo más lento
La
pregunta que me han hecho con más frecuencia desde que escribí un libro
sobre la percepción del tiempo es qué podemos hacer para que pase más
lento.
Y yo, ante eso, no sé si no deberíamos tener más cuidado con lo que deseamos.
En
la mediana edad, puede parecernos que las semanas y los años pasan
rápido, pero parte de esa percepción está determinada por la cantidad de
nuevos recuerdos que hemos creado.
Así, aunque en su momento las
vacaciones las sintieras cortas por todas las cosas que hiciste, al
regresar al trabajo te parecerá que estuviste fuera mucho tiempo.
Se debe a que, al salirte de tu rutina, creaste recuerdos nuevos.
Por lo tanto, si sientes que la vida se te está pasando rápido, es que estás viviendo una vida plena.
Como escribió Plinio el Joven en 105, "cuanto más feliz es un periodo, más corto parece".
Así
que, hay algo que puedes hacer para evitar sentir el bajón porque es
domingo por la noche y el fin de semana terminó: buscar experiencias
nuevas.
Podrías, pues, realizar actividades inusuales o visitar
lugares nuevos, en lugar de acudir al mismo bar o cine. Como
consecuencia, en el momento te pasará el tiempo volando, pero el lunes
de regreso sentirás que ha sido un fin de semana largo.
La rutina
es inevitable, pero si consigues llenar tu tiempo de actividades
novedosas y entretenidas, las semanas y los años te parecerán largos en
retrospectiva.
https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-50887709
El tiempo no existe más que en la mente, según físicos
10/03/2016
Físicos presentan una importante teoría que mantiene que el tiempo es
una creación de la mente, en esto haciendo eco de lo que diversas
tradiciones filosóficas han mantenido por milenios
Una de las conclusiones que emergen de
la teoría de la relatividad de Einstein es que el tiempo es,
evidentemente, relativo: depende de la velocidad a la que se mueve en el
espacio un observador, por lo cual se considera que es parte de un
compuesto llamado tiempo-espacio. Aquí Einstein ya había esbozado algo
que recientemente está siendo formulado abiertamente diciendo que es la
mente la que crea el tiempo. El tiempo no existe independientemente de
la percepción.
Para los seres humanos, el tiempo se
mueve en una única dirección que va desde la anticipación a la
experiencia y a la memoria. Aparentemente el tiempo progresa linealmente
del pasado hacia el futuro, dejando consecuencias tangibles. Esto
convencionalmente parece algo innegable, sin embargo, desde la
perspectiva de la física, estos tres tiempos son en realidad lo mismo.
En términos científicos, las leyes de la física son temporalmente
reversibles, lo que significa que los mismos efectos ocurren no obstante
si el tiempo corre hacia adelante o hacia atrás.
Algunos físicos explican la dirección de
la flecha del tiempo como una propiedad emergente de la interacción de
partículas a nivel cuántico. Esto quiere decir, en cierto punto, que
cuando empiezan a interactuar con objetos más grandes, las extrañas
propiedades del mundo cuántico pierden coherencia y disminuyen las
probabilidades de que puedan existir en dos lugares al mismo tiempo
(superposición) y cosas por el estilo (como la spooky action at a distance
del entrelazamiento cuántico). Es en este punto, al disolverse el
extraño comportamiento de las partículas subatómicas, en el que el
tiempo emerge como una característica matemática considerable del
universo. Esto es explicado por la física a través de la ecuación
Wheeler-DeWitt. La ecuación sostiene que la gravedad obliga a las
partículas subatómicas a comportarse de manera clásica, por así decirlo,
permitiendo que emerja el universo sólido, predecible y linear que
observamos.
En una nueva teoría
publicada en la misma revista en la que Einstein publicó sus artículos
sobre la relatividad general, Robert Lanza, director de Astellas Global
Regenerative Medicine y Dmitry Podolsky, de la Universidad de Harvard,
pusieron a prueba la ecuación Wheeler-DeWitt. Sus resultados
muestran que los efectos de la gravedad entran en acción demasiado tarde
para romper la coherencia de las propiedades cuánticas, lo cual pone
seriamente en duda que la gravedad sea responsable de la dirección
universal de la flecha del tiempo.
"Nuestro trabajo muestra que el
tiempo no existe como algo que esté allá afuera corriendo del pasado al
futuro, sino que es una propiedad emergente que depende de la habilidad
del observador de preservar información de los eventos experimentados",
dice Lanza, quien es autor también de la teoría del biocentrismo, la
cual sugiere que el espacio y el tiempo son constructos de nuestros
sentidos biológicamente limitados. Y afirma de manera categórica "de
hecho el observador crea el tiempo".
Esta afirmación no es tan radical como
podría parecerle a algunos, en realidad es algo que han señalado
numerosos filósofos desde hace siglos y que se encuentra en las
tradiciones místicas de diversas religiones. Consideremos algunas
proposiciones filosóficas sobre la existencia del tiempo solamente como
una creación de la mente o, mejor dicho, como un constructo relativo a
la mente. Podemos hablar de un continuum espacio-tiempo-mente.
TIEMPO Y MENTE EN EL HERMETISMO
El alquimista, egiptólogo y
filósofo neopitagórico René A. Schwaller de Lubicz, considera que todo
el universo no es más que lo que llama el evento cósmico, la creación
misma que es igual a la eternidad, la cual percibimos desde la
multiplicidad y la separación como una serie de eventos concatenados
(como tiempo) siendo todo un único momento, el cual llama el paso del
Uno al Dos. "La Génesis nos aparece a nosotros como tiempo", dice
Schwaller. En otras palabras si nuestra percepción no estuviera
condicionada por la división sujeto-objeto, percibiríamos la totalidad
del universo dándose a luz (y aniquilándose) a sí misma todo el tiempo.
En el presente todo
se entremezcla, incluyendo todos los instantes del génesis de todas las
cosas. Este presente es una dimensión inobjetificable que contiene todos
los volúmenes. Desde la perspectiva del espacio, es la necesidad la que provoca que las cosas existan bajo ciertas condiciones; es también, en el sentido del tiempo, la posibilidad
inmanente en cada objeto cada instante. Así, la Creación es constante
en el esoterismo, pero para el exoterismo está ubicada "En el
principio...".
El filósofo Manly P. Hall dijo en una de sus lecturas que "el tiempo nace de la mente observando el espacio ("Time is born from Mind looking at Space"). Esto parece ser una glosa de la filosofía hermética y neoplatónica, donde el nous
es la difusión del espacio y por lo tanto el tiempo es la actividad
autorreflexiva de la mente, creatividad espontánea que se va reificando
como una sucesión de objetos separados, al perder la noción de la unidad
indivisible por el oscurecimiento de la conciencia empañada por la
ilusión de la materia. Asimismo, este es el mismo instante de la
creación, según relata el Poimandres, el hombre primordial, que
es sólo arquetipo, que se mira a sí mismo en el espejo del espacio y
detona la trama de la caída por las esferas y el posterior ascenso o
retorno a la fuente, todo como una gran ilusión, espejismo, narcisismo
redivivo. En el Timeo, Platón sugiere que el espacio y la mente están entrelazadas y forman de su relación el tiempo:
Ya que si no
hubiéramos visto las estrellas, el Sol y el cielo, ninguna de las
palabras con las que hemos descrito el universo habrían sido dichas. La
visión del día y la noche, los meses y las revoluciones de los años, han
creado el número, y nos han dado un concepto del tiempo y el poder de
investigar la naturaleza del universo; y de esta fuente hemos derivado
la filosofía...
TIEMPO Y MENTE EN LA PSICOLOGÍA DE JUNG
La idea expresada aquí de una relatividad espacio-tiempo-mente fue concebida por Jung en su libro Sincronicidad,
donde plantea que fenómenos como la astrología o la telepatía podrían
explicarse no tanto como un fenómeno de energía sutil sino a través del
concepto del Unus Mundi, la unidad de la mente y el espacio-tiempo.
Como he dicho, es
imposible, con nuestros recursos actuales, explicar la percepción
extrasensorial, o el hecho de la coincidencia significativa, como un
fenómeno de energía. Esto termina con la explicación causal también, ya
que un “efecto” no puede entenderse sino como un fenómeno de energía.
Así que no puede ser una cuestión de causa y efecto, sino de caer
conjuntamente en el tiempo, un tipo de simultaneidad… considero que la
sincronicidad es una relatividad del tiempo y el espacio psíquicamente
condicionada.
TIEMPO Y MENTE EN EL VEDANTA
Una mirada detallada a la palabra sánscrita māyā,
nos puede hacer comprender esta relación, que hace eco de la
interdependencia entre el observador y lo observado, que forma parte de
la epistemología de la física cuántica. Es en la medición donde el
tiempo surge y no sin ella. La palabra māyā curiosamente tiene
una riqueza etimológica que la relaciona tanto con medición, materia y
magia o ilusión. Dice Ananda Coomaraswamy que māyā es:
La medición maternal y
significa esencialmente la manifestación de un mundo de apariencias,
cuantitativo y en cierto sentido "material", por el cual podemos estar
hechizados o iluminados en la medida de nuestra propia madurez. Así, la
medición es la madre de la materia: el nacimiento del mundo aparente de
las cosas separadas que se extienden en el espacio y en el tiempo.
Podemos pensar en māyā como la
ilusión del tiempo. Esta ilusión puede percibirse como el mundo del
samsara, del sufrimiento que genera la separación, la muerte, la vejez,
la enfermedad, como en la mitología griega, como Cronos, la cruel
divinidad que devora a todos sus hijos. O puede ser entendida como un
espectáculo mágico insustancial, un sueño que tiene la posibilidad de
hacerse lúcido y despertar al goce estético, la potencialidad infinita
de la mente de manifestarse como cualquier cosa siempre. Este último
aspecto se encuentra entre el tantrismo, especialmente es defendido por el shivaísmo tántrico, donde Māyā, es el nombre de uno de los tattvas (aspectos o principios de la divinidad que se manifiesta como el mundo) y uno de los shaktis
o poderes de esta divinidad que es conciencia absoluta no dual. Así,
toda la ilusión del tiempo es pura delicia. Podemos pensar en Māyā
en su aspecto de diosa, la diosa con la que se recubre la conciencia
absoluta que es sólo luz, así manifestándose miríficamente en un juego
de seducción y reconocimiento como una aventura erótica del tamaño del
universo.
TIEMPO Y MENTE EN EL BUDISMO
En su libro A Cascading Waterfall of Nectar, el gran maestro del budismo vajrayana, Thinley Norbu Rinpoche cita uno de los tantras de su tradición nyingma:
La conciencia de la mente se despliega como el tiempo.
La conciencia es el aspecto condicionado
de la mente para el budismo, y esta existencia de la mente bajo las
causas y las condiciones es lo que forma el tiempo. Sigue Norbu
Rinpoche:
El tiempo puede
ocurrir como un instante o muchos eones, pero que el tiempo sea corto o
sea largo depende de los hábitos de un ser. Aunque se habla de un tiempo
exacto, el tiempo exacto no existe. El tiempo depende siempre de los
hábitos de percepción de tiempo de los seres, incluyendo los consensos
sobre qué ocurrió antes o qué ocurrirá después. La historia es creada a
partir de lo que es acordado por la mayoría de las personas de un cierto
lugar y contexto en común, pero en realidad no existe un tiempo que
pueda ser fijado... El tiempo no existe, es sólo conceptual.
El budismo, sin un dios creador, es la
religión de la mente, aunque es muy cauto de no deificar y reificar a la
mente. Sin embargo, no existe nada que no sea más que el juego
insustancial de la mente. En el tiempo todas las construcciones son
castillos de arena –incluyendo los soles y las galaxias–, impermanentes y
sin existencia inherente, ya que se originan de manera
interdependiente, y son sólo relativas, no se puede decir que existen
más que como apariciones momentáneas en el flujo de la conciencia. O
siguiendo las metáforas clásicas del budismo mahayana, en este caso expresadas por Longchenpa:
Todos los múltiples fenómenos,
Aunque surjan, naturalmente no existen sustancialmente.
No hay tal cosa; no hay naturaleza material permanente.
Justo como el agua de un espejismo, un sueño, un eco,
una emanación mágica, el reflejo de una forma,
una ciudad de ghandarvas, y las ilusiones de los ojos.
Sólo aparece. Pero al aparecer, no tiene ninguna base,
no hay ninguna sustancia...
[...] Las cosas surgen, pero no existen materialmente.
De la misma forma que cualquier cosa que es soñada,
es sólo un emanación del sueño y realmente no existe,
todas las cosas son sólo el éxtasis de la mente que se sabe a sí misma...
TIEMPO Y MENTE EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA
El historiador de la ciencia James Gleick escribe en su libro Time Travel: A History:
"Meras sombras", dijo
Minkowski [el maestro de Einstein]. Eso no era sólo poesía. Lo dijo
casi de manera literal. Nuestra realidad perceptual es una proyección,
como las sombras proyectadas por el fuego en la cueva de Platón. Si el
mundo (el mundo absoluto) es un continuum en cuatro
dimensiones, entonces todo lo que percibimos en cualquier dado instante
es una rebanada de la totalidad. Nuestro sentido de tiempo: una ilusión.
Nada pasa; nada cambia. El universo (el universo real, oculto a nuestra
vista fragmentaria) comprende la totalidad de estas intemporales y
eternas líneas de mundo.
CONCLUSIÓN
Como tema en común encontramos la noción
de que el tiempo surge solamente en relación al acto de observación.
Esto es algo que se ha antropomorfizado con la idea de historias de
creación en las que ésta surge de la mirada, del deseo del creador (o de
la causa) de contemplarse a sí mismo o de disfrutar de la potencialidad
infinita de su propia creatividad, es decir la Mente que se despliega
como energía y materia. La ecuación de la mente y el espacio, que según
el budismo son una unidad indivisible, produce como una de sus
posibilidades el tiempo, el orden, y su procesión de mundos, que desde
la perspectiva absoluta ni siquiera existen. Por otro lado, desde la
perspectiva teísta esotérica, podemos sugerir que el tiempo nace como la
autopercepción de la unidad absoluta, que para conocerse a sí
misma debe multiplicarse, hacerse un otro y de aquí la cadena de
apariciones y sucesiones de la unidad absoluta haciéndose conocida a
través de la diversidad, es decir a través de las relaciones. El Ser,
dice Schwaller de Lubicz, se manifiesta sólo a través de las relaciones.
Y las cosas que vemos, como el tiempo, son los "accidentes que existen
en relación al orden absoluto de la luz sin sombra que es la
autocontemplación de la causa". "La creación es constante y no tiene
duración en sí misma. Es sólo cuando la luz se divide en sí misma que la
procreación o la duración comienza". Y esta "escisión es una
'autocontemplación' que crea el ego" y el orden del universo como una
especie de fractal holográfico o imagen que contiene en todas sus
partes la totalidad. Este es el divino ilusionismo del tiempo, que nos
aparece como una película, con imágenes en movimiento, cambiando, cuando
hay un único fotograma: la eternidad.
https://pijamasurf.com/2016/10/el_tiempo_no_existe_mas_que_en_la_mente/
Amiga, Amigo:
Nos guste o no, el
materialismo se
desintegra por natural implosión y la mente es la que nos
sustenta y se
manifiesta por lo tanto el espacio y el tiempo solo están en
nuestra mente y las mentes lo hacen realidad en todos los seres vivos,
realidad material sustentadas en MENTE, mentes que son parte de un
cósmico Plan Divino. Desde hace años en mis escritos
enfatizo que: Todo es Mente,
simplemente mente. Personal aserto que lo cuántico me lo validó.
En octubre de 2013 di una
charla sobre "La Ventana Cuántica". Intento en ella, de alguna manera
hacer comprensible lo abstracto que, en cuanto a la materia la física cuántica
nos muestra y lo importante que es nuestra mente en este plano que, gracias a la mente es. Por ejemplo:
-
El espacio-tiempo es una ilusión y todo existe sólo en el momento presente.
La física cuántica que estudia las cosas pequeñas está cambiando la
noción que tenemos de nosotros mismos y cuanto nos rodea.
-La
materia es un conjunto de átomos, que era lo más
indivisible de lo material. Se acepta gracias a la física
cuántica que
el 99.999999% de lo que consideramos sólido es vacío y un
0.000001% sería
nuestra armazón o los átomos ladrillos que sustentan a la
materia. Se supuso que el
átomo representaba ese ladrillo base de la materia. No era
así, el átomo es un
99.999999% de vacío con partículas en su interior o
núcleo. Partículas llamadas
protón y neutrón. Se supuso entonces que neutrones y
protones eran las
partículas elementales que sustentaban el átomo y los
ladrillos de la materia.
No era así, son un 99.999999% de vacío con
un 0.000001% de quarks en
su interior quarks que carecen de existencia individual y serían
tan solo
una probabilidad matemática, es decir ese 0.000001%
de ladrillo sólido
que sustentaría a la materia en realidad NO ES. Materia
eres una
ideación mental mientras un ser pensante te observa... El
vacío cuántico
está lleno de potencialidad en una naturaleza que no es
material, es espiritual
y por salto cuántico veremos y viviremos gracias a lo espiritual que es lo
real.
Esta realidad nos ayuda a entender el inspirado y revelador contenido de la obra La vida es sueño,
de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) escrita en el
año 1635. Una parte de eso inspirado poemario dice:
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Poema que 435 años después gracias a la física cuántica podemos entender...
Actuales sabios Premios Nobel de Física con antecedentes te señalan que:
--Lo que ves y
vives no es real, la materia solo es mientras alguien pensante la está
observando.
--Que las partículas como los electrones poseen inteligencia, son telépatas
y nosotros para otros planos seríamos cual partículas pensantes.
--Que el universo sería la computadora de un ser pensante, todo dentro
de ella, incluyéndonos a nosotros. Por
lo tanto en algún lugar debe haber una Omni Mente programadora que todo lo rige.
--Que el universo solamente puede existir si alguien lo observa, el
universo existe simplemente porque somos todos los pensantes conscientes de su
existencia.
--Que son necesarias mentes humanas y suprahumanas de observadores para dar
existencia al mundo.
--Que cuanto más se mira algo en detalle la
materia menos sólida empieza a parecer y mucho más inentendible nos resulta.
--Que todo esto que nos rodea con certeza real representa
tan solo lo que los limitados sentidos hacen creer a la mente que es, y es
mucho más...
--Que la Filosofía Cuántica insiste en que tenemos que
despertar del engaño de los sentidos que a la mente le hacen creer real lo que
no es, y debemos acceder a la realidad que es cósmica.
--Que sin seres conscientes
habría sólo superposición de posibilidades sin que nada definitivo suceda nunca
realmente.
Desde nuestro egocentrismo
para nada es fácil ni siquiera intentar entender esos
cuánticos postulados que, en nuestro vacío de lo que
es materia, gracias a la mente es real.
Recuerdo al alemán Padre de la Física Cuántica, Max Planck quien sostenía que:
Toda la
materia se forma y se mantiene sólo gracias a una fuerza que tiene a los átomos
como al más diminuto sistema solar. Pero como en el espacio no hay ninguna
fuerza entre sí, tenemos que suponer tras esta forma de energía a una Mente
consciente e inteligente. ¡Éste es el origen primario, la Matriz de toda la materia!
¡La materia no existe!
Considero
la conciencia como algo fundamental. Considero la materia como derivación de la
conciencia. Creo
que todo asunto deriva de la conciencia.
Al terminar la Primera Guerra Mundial pudo en 1919 recibir el Premio
Nobel de Física y, a ese materialista auditorio les
señaló:
La Materia no
existe sin un Espíritu, lo real, cierto y efectivo no es la Materia visible y
transitoria, sino el Espíritu invisible e inmortal. Pero siendo que no puede
haber espíritu en sí por pertenecer cada espíritu a un ser, debemos
forzosamente admitir seres espirituales. Ahora bien: como a su vez los
seres espirituales no pueden ser por sí mismos, sino que deben ser
creados, no vacilo en denominar a ese misterioso Creador como lo han
nombrado todos los pueblos cultos de la Tierra en los pasados milenios: "Dios”.
Max Planck postuló que: El universo es esencialmente conciencia, más que
materia y energía. El
universo no está hecho de cosas sino de redes de energía vibratoria, emergiendo
de algo todavía más profundo y sutil. Nosotros percibimos la materia como
algo sólido porque las vibraciones de la energía son tan rápidas que no
alcanzamos a percibirlas con los sentidos corporales. La singularidad
del ser humano es poder entrar en contacto consciente con esta Energía y
hacia allá vamos.