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Desde el Tíbet a América





Tulku

En el budismo tibetano "Tulku" es un título honorífico otorgado a un reconocido Lama reencarnado. Según Tulku Thondup son los renacimientos de maestros altamente virtuosos. La institución tibetana del Tulku como la emanación de un lama fue desarrollada durante los siglos 12, 13, y 14, según diversas escuelas del budismo tibetano comenzó a aceptar la posibilidad de que figuras ejemplares pueden permanecer dentro del mundo de los humanos como maestros institucionales, que se manifiesta de una vida a otra por compasión.


Chögyam Trungpa (1940 - 1987)
De acuerdo a la tradición del Budismo Tibetano, un maestro iluminado, motivado por su compasión ,  puede reencarnar con forma humana sucesivamente a lo largo de generaciones. De esta manera, se forman líneas particulares de enseñanza que en algunos casos se extienden hasta por varios siglos.
Chögyam Trungpa nació en 1940 en la provincia de Kham al este del Tíbet y con sólo trece meses de edad fue reconocido como el decimoprimer tulku o maestro encarnado del linaje de enseñanzas conocido como el de los tulkus Trungpa.
Trungpa Rinpoche (Rinpoche es un título honorífico que significa Preciado), fue designado como el  abad supremo del Monasterio de Surmang y gobernador de ese distrito. Con ocho años de edad,  se ordenó como monje novicio adiestrándose en las disciplinas monásticas tradicionales y en las artes de la caligrafía, pintura de thankas, y danza monástica. Sus principales maestros fueron Jamgön Kongtrül de Sechen y Khenpo Kangshar- maestros líderes de los  linajes Nyima y Kagyü. En 1958, con dieciocho años de edad, Trungpa Rinpoche completó sus estudios, recibiendo los títulos de kyorpon (doctor en divinidad) y khenpo (maestro en los estudios), así como la ordenación completa como monje.
La segunda mitad de los años cincuentas fue un tiempo de grandes cambios y levantamientos en Tibet. Conforme se hizo claro que los chinos comunistas intentaban tomar el país por la fuerza, muchas personas, monjes y laicos, huyeron hacia Bután, India y Nepal. Trungpa Rinpoche realizó una difícil travesía a través de los Himalayas (descrita en su libro Born in Tibet (Nacido en Tibet)), escapando de los soldados chinos y en 1959 llegó a India, donde fungió como tutor y guía espiritual en la escuela Young Lamas School en Dalhousie, hasta 1963.
En este año, le fue otorgada la beca Spaulding  para estudiar religiones comparadas, filosofía y artes en la Universidad de Oxford. Durante su estancia en  Inglaterra,  publicó sus primeros dos libros: Born in TibetMeditation in action (Meditación en Acción ) y formó una comunidad de  estudiantes occidentales  a quienes introdujo a las enseñanzas de dharma ( las enseñanzas de Buda). En 1968 fundó el centro de meditación Samye Ling en Dumfriesshire, Escocia.
En 1969, Trungpa Rinpoche viajó a Butan, donde realizó un retiro solitario de meditación que marcó un cambió drástico en su aproximación a la enseñanza del dharma.
A su regreso de este retiro, abandonó los hábitos monásticos y se convirtió en un hombre laico. Comenzó a vestirse al estilo occidental y contrajo matrimonio con una joven mujer inglesa con quien se mudó a  Norte América.  Muchos de sus estudiantes sufrieron una gran desilusión y encontraron muy dramático este cambio. Sin embargo, Rinpoche expresó su convicción de que el dharma sólo podría florecer en Occidente, si se enseña libre de las trampas naturales del fanatismo religioso.
En los años setentas, América atravesaba un periodo de fascinación con Oriente, donde proliferó una aproximación materialista y comercial hacia la espiritualidad, la cuál Trungpa Rinpoché criticó y describió como un supermercado espiritual. En sus conferencias, y libros Cutting through spiritual materialism (Cortando el materialismo espiritual) y The Myth of freedom (El mito de la libertad), señala la importancia y simpleza de la práctica de la meditación en la atención como un medio para cortar a través de las distorsiones del sendero espiritual.
Durante sus diecisiete año de enseñanzas en Norte América, Trungpa Rinpoche se caracterizó como un maestro dinámico y controversial.
Al hablar fluidamente el idioma inglés, él fue uno de los primeros lamas capaz de comunicarse directamente con sus estudiantes occidentales, sin la necesidad de un traductor. Viajó continuamente en Norte América y Europa, estableciendo centros de estudio y meditación e impartiendo cientos de charlas y seminarios.
Trungpa Rinpoche fundó diversas instituciones que continúan floreciendo hoy en día. En 1973 estableció Vajradhatu, el centro administrativo de su red. En 1974 fundó el Instituto Naropa, que después de algunos años se conformó como la primer y única Universidad budista acreditada en Norte América.
En 1976 estableció el programa de entrenamiento de Shambala, el cual consiste en series de programas y seminarios que enfatizan la importancia del entrenamiento mental, señalado como distinto de la practica religiosa; promueve la participación de los individuos en su comunidad y la creación de una sociedad iluminada. Su libro Shambala: El sendero sagrado del guerrero presenta una visión general de estas enseñanzas.
Trungpa Rinpoche incurrió activamente en el campo de la traducción. En colaboración con Francesca Fremantle, tradujo el Libro Tibetano de los Muertos, publicado en 1975. Posteriormente, fundó el Comité de Traducción Nalanda, dedicado a la traducción tanto de textos y liturgias para sus estudiantes, así como para poner a disposición del público en general importantes textos del Budismo.
Con un profundo interés en el arte, y en particular por su intuición respecto a la relación de la disciplina contemplativa y el proceso artístico, Trungpa Rinpoche  publicó dos libros de poesía: Mudra y Best thought, best thought . Su trabajo en el ámbito artístico incluye caligrafía, pintura, arreglos florales, poesía, guiones de teatro e instalaciones. Adicionalmente, en Naropa Institute, creó una atmósfera educativa que atrajo a muchos renombrados artistas y poetas de su época y donde hoy en día es aún sede de un diálogo provocativo sobre la exploración del proceso creativo bajo la luz del entrenamiento contemplativo.
Los libros publicados de Trungpa Rinpoche representan sólo una fracción del vasto legado de sus enseñanzas. Durante sus diecisiete años de enseñanza en Norte América,  creó las estructuras necesarias para proveer a sus estudiantes con un completo y sistemático entrenamiento en el dharma. Desde charlas introductorias hasta grupos avanzados de práctica en retiro, estos programas enfatizan la complementariedad entre estudio y práctica, intelecto e intuición.
Trungpa Rinpoche falleció en 1987, con sólo cuarenta y siete años.  La conjunción de su gran apreciación por la cultura occidental y el profundo entendimiento de su propia tradición, provocaron que su presentación del dharma fuera revolucionaria, introduciendo cabalmente las enseñanzas más ancestrales y profundas de una manera contemporánea. Trungpa Rinpoche es recordado por su valiente proclamación de que el dharma debe ser presentado: libre de vacilación, verdadero en la pureza de la tradición, y ulteriormente fresco.
http://desarrollohumano.co/2011/chogyam-trungpa/


Chogyam Trungpa Rimpoché
Él nació en 1940 y fue reconocido como la onceava reencarnación del abad de los monasterios Surmang del este del Tíbet. Su autobiografía ( Trungpa Rimpoché, Born in Tibet, Londres, 1966.) lo representa como de una precocidad espiritual inusual. En 1959, poco después de que completó su educación monástica, condujo a un grupo de refugiados a través de las montañas hasta dejarlas a salvo en la India. Cuatro años después recibió la beca Spaulding para estudiar en la Universidad de Oxford y, en 1968, cofundó Samye-Ling en Escocia, el primer centro budista tibetano en Europa.
Maestro brillante y controversial
Trungpa fue un maestro brillante y controversial. Se zambulló en la contracultura de finales de los años 60. En 1969 renunció a sus votos monásticos y en Samye-Ling creció una reputación de que se daban fiestas locas con sexo libre y uso de drogas.
...para decirlo en términos coloquiales, con el don que un poeta tiene para crear metáforas, él fue el primer maestro budista asiático que se sumergió en el trance existencial de una cultura occidental y en pronunciar una salida a ese dilema en la lengua de aquellos que atravesaban por eso. Stephen Batchelor, The Awakening of the West, Aquarian, 1994.
"Loca Sabiduría"
En medio de una creciente controversia, Trungpa abandonó Samye-Ling y, tras contraer matrimonio, fijó su residencia en Estados Unidos donde su extraña "Loca Sabiduría" estableció un modelo de la vida espiritual budista que resultaba "a la vez, eminentemente sana y perturbadoramente atroz". (Ibíd.) Su expresión fresca e inmediata de las claras visiones budistas lo dispararon a la fama y la notoriedad. Su libro Más allá del Materialismo Espiritual (Trungpa Rimpoché, Cutting Through Spiritual Materialism, Boulder, Colorado, 1973.) se convirtió en un best-seller y su organización creció con asombrosa rapidez.
Efectivo coordinador
Estableció diversas comunidades para retiros rurales y una red urbana de centros budistas. Creó el en su tiempo:
Vajradhatu, un cuerpo de coordinación para supervisar los centros; el Instituto Naropa (que hoy es un reconocido colegio de artes liberales) y el Instituto Maitri, un espacio para la atención psicoterapéutica.
Asimismo, se ganó la reputación de ser un gran bebedor y de disfrutar de la promiscuidad sexual.
El guerrero de Shambala
Basado en sus experiencias visionarias del legendario reino de Shambhala, Trungpa estableció un énfasis "secular" al entrenamiento en la meditación, enfocándose en el mito del "Guerrero de Shambhala", que iba de la mano de un enfoque budista más claro. El simbolismo del mítico reino de Shambhala llegó a informar cada vez más a todos los elementos de la organización de Trungpa y su propio círculo comenzó a ostentar adornos cortesanos. Se le empezó a conocer como el "Vidhyadhara" ("el que detenta el conocimiento"). Su sucesor estadounidense fue llamado "el Regente del Vajra" y su residencia se convirtió en "La Corte de Kalapa". En ella había cortesanos y guardias uniformados de color caqui con aspecto militar. (llamados guardias Vajra)
Muerte de Trungpa Rimpoché y sucesión a su hijo
Tristemente Trungpa Rimpoché murió en 1987 por males que tenían relación con el alcohol. Tres años más tarde, el Regente del Vajra murió de enfermedades derivadas del VIH/SIDA, en medio de un escándalo y de amenazas de litigio. Los acontecimientos de finales de la década de los 80 impactaron y ocasionaron el trauma de las sanghas Vajradhatu y Shambhala, sin embargo ya han comenzado a recuperarse. Ahora, la organización corre a cargo del hijo de Trungpa, el "Sakyong" Osel Rangdrol Mukpo y sólo con el tiempo podemos determinar con exactitud qué rumbo tomará.
¡Cualquier medio para que despierten!, sin importar las consecuencias
Dada toda la controversia que rodeó a la vida de Trungpa Rimpoché, parece que se trató de un maestro notable y talentoso, dispuesto a emplear cualquier medio posible para que sus alumnos despertaran. "¿Estás despierto?", le preguntó una vez a uno de sus estudiantes desde lo alto de una escalera y, antes de recibir una respuesta, se arrojó por el aire para que su discípulo lo atrapara. El alumno no lo cachó.

http://www.budismo.com/articulos/budismotibetano3.php


Materialismo espiritual
"Recorrer el sendero espiritual correctamente resulta ser un proceso sutil; no se puede emprender el camino con un salto ingenuo. Hay en el camino numerosos desvíos que solo conducen a una visión deforme y egocéntrica de la espiritualidad; nos convencemos de que estamos creciendo espiritualmente cuando en realidad sólo fortalecemos nuestro egocentrismo por vía de las técnicas espirituales. A esta distorsión fundamental la podemos llamar materialismo espiritual".

Chögyam Trungpa

“Materialismo espiritual” es un término propuesto por Chögyam Trungpa durante los años 70 como respuesta a la asimilación de religiones orientales que él percibía en su entorno occidental. El término se refiere al modo de apropiarse de teorías “espirituales” para enchularse el ego, solidificar el narcicismo, o para reafirmar una serie de racionalizaciones sobre el mundo. Suele usarse para negar la muerte, la maldad o cualquier aspecto incómodo de la experiencia humana. Pero sobre todo se refiere al modo en que nos obstinamos en forzar al mundo y su devenir en alguna cómoda teoría, de paso sintiéndonos muy superiores a los demás por que ya somos humildes, por ejemplo.
Aquello que llamamos espiritualidad propone la posibilidad de amplificar nuestro modo de habitar nuestra vida, y ofrece métodos para estar más presentes a las experiencias que tenemos. Pero la inercia nos conduce, sin mayor obstáculo, a utilizar las técnicas y teorías de la espiritualidad para idear una versión del mundo, y establecer nuestra territorialidad en este. Es más sincero, desde cierto punto de vista, ser sencillamente un hijo de puta territorial que serlo, torpemente, mientras se cree no serlo. Pasa que tanto de lo que se considera espiritualidad se reduce a una serie de medallitas imaginarias o credenciales metafísicas para evitar la brutal caricia del entorno. Se busca alguna u otra forma de salvación, alguna validación que se está haciendo lo correcto con esta vida. No hay tal cosa, y por ello, eso que llaman la iluminación solo puede ser un accidente, uno que sucede cuando las pretensiones se desgastan por su propio peso.
Fausto Alzati Fernández

La visión de Shambhala
Al fundar la visión Shambhala, Chögyam Trungpa manifestó que el mundo del siglo XX había perdido la dignidad, la noción de lo sagrado y la intrepidez. Estas pérdidas hacen que uno se deprima, angustie y se ponga egoísta y cobarde. Las tragedias cotidianas nos van paralizando y desmoralizando—como las olas del mar que golpean las rocas– y uno sin querer, se va llenando de negatividad.
Lo peor es que esta “peste” de la que habló Albert Camus en su libro existencial, es contagiosa. La “mala onda” se contagia. El mundo y la vida se nos ponen densos. Uno puede perder la esperanza.
La alegría—como toda emoción—también es contagiosa, el simple aleteo de una mariposa puede provocar un serendipity creativo. Nunca se sabe, la vida es así de misteriosa.
Trungpa nos invitó a celebrar la vida y a no dejarnos amedrentar por las cuentas por pagar, los pañales que cambiar o incluso lo degradado que estuviese nuestro ambiente. Incluso si teníamos deudas o nada de dinero.
Nos llamó a no maltratar a otros, a nosotros mismos, ni a nadie.
Mostró un camino inmenso, que ha sido meditar sin tregua en silencio y elevar nuestra vida compartiendo esa camaradería alegre.
También nos entregó métodos—otros dirían técnicas—para servir a otros y ser lúcidos, elegantes y amenos. Esa herramienta es la disciplina, es la meditación sentada y es la auto regulación de la conducta.
Todos somos iluminados en esencia o en potencia: dignos, luminosos, cariñosos. Luego nos confundimos y hacemos “embarradas”. Trungpa confiaba siempre que podemos recuperar el estado original, que es limpio y puro. Las toallas son limpias al comienzo, luego se ensucian, pero las limpiamos.
Creyó, manifestó y enseñó, que tenemos una bondad, una inteligencia y un decoro fundamental y natural, que él llamo “the dot of basic goodness” (El círculo de la bondad fundamental), al que se refería como la capacidad humana espontánea de “abrirse” en lo emocional, en lo social. Sonreír y soltar.
Meditando aprendí a no quedarme reclamando y llorando
Hoy 25 años después de la muerte de Trungpa, puedo decir: gracias, ha valido la pena. Estoy en una vida plena, sin un “cinco”,  pero con una familia unida y cariñosa, con amigos maravillosos, inteligentes y dulces, con un mundo desvencijado e interesante en el cual está todo por re inventar, en un país pequeño del planeta.
Aprendí—entre muchas cosas—a no quedarme reclamando y llorando mis desventuras (“pobre de mí” o “los déficit del mundo”), es tan cómodo hacerlo y no sirve de nada. Sino a recuperar la riqueza interna y externa que cada uno tiene, (pero debe descubrir y cultivar como jardín, meditando) como herencia cósmica y devolverla multiplicada al mundo que la necesita.
Gozando el vivir. Sabiendo que la vida es el lado blando del “regalo” misterioso, y ganarse la vida, es el lado duro que todos enfrentamos.
Y cuando muera, espero irme del mundo en paz y agradecido, no tengo “pataleos o reclamos”.
Meditar ha valido la pena. Lo sigo haciendo.
Gustavo Jiménez

La Espiritualidad el ahora
La espiritualidad es un término particular que en realidad significa "una relación con la intuición". En la tradición teísta, hay una noción de apegarse a la palabra, un cierto acto puede ser considerado como "no agradable" para un principio divino.
En la tradición no-teísta, es muy directo que la historia de los casos no es particularmente importante, lo que es importante es "aquí y ahora". Ahora es definitivamente ahora, intentamos experimentar lo que está disponible ahí mismo, no hay sentido en pensar que podemos tener ahora un pasado que ya existió.
Esto es ahora, este preciso momento. Nada místico, sólo "ahora", muy simple, directo. Y desde ese ahora, nace un sentido de inteligencia siempre, ya que estás siempre interactuando con la realidad paso a paso, constantemente. Experimentamos con una precisión fantástica siempre. Pero nos sentimos amenazados por "el ahora", entonces saltamos al pasado o al futuro, prestando atención a los bienes materiales que existen en nuestras vidas, vidas tan ricas que tenemos.
Todas estas opciones tienen lugar todo el tiempo, pero ninguna de ellas se ve como buena o mala de por sí, nada de lo que experimentamos viene con una etiqueta que diga "esto se ve como algo malo" o "esto es bueno". Las experimentamos pero no les prestamos atención apropiadamente, no lo vemos como que estamos en realidad yendo a algún lado... Lo vemos como un fastidio, esperando a estar muertos.
Eso es un problema. Es no confiar en el presente. Lo que es experimentado ahora conlleva mucho poder, tanto poder que no lo podemos encarar, y tenemos que pedir prestado al pasado e invitar al futuro todo el tiempo.
Y quizás es por eso que buscamos la religión, quizás es por eso que marchamos en la calle, quizás es por eso que nos quejamos a la sociedad, quizás es por eso que votamos por los presidentes...
Es bastante irónico, muy gracioso de verdad.
Chögyam Trungpa

Todo ser humano tiene una naturaleza básica de bondad, que no sabe de dilución ni de confusiones, y en esa bondad hay un contenido inmenso de aprecio y ternura. En cuanto seres humanos, podemos hacer el amor. Podemos acariciar a alguien con un ademán de ternura; podemos besar a alguien con dulzura y comprensión. Podemos apreciar la belleza, podemos apreciar lo mejor que hay en este mundo. Podemos captar lo que tiene de  vivido: la amarillez del amarillo, la rojura del rojo, el verdor del verde. Nuestra experiencia es real.
Chögyam Trungpa  

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Tulku Thondup (nacido en 1939)

En 1980 se trasladó desde la India a los Estados Unidos como profesor visitante en la Universidad de Harvard.                                                                                                  

Uno de los mayores logros de la ciencia moderna ha sido descubrir que la mente y el cuerpo no son cosas separadas e independientes, sino una sola entidad vista desde diferentes ángulos. Descartes se equivocó al separar cuerpo y mente. Y la medicina occidental, que ha seguido sus pasos, se ha equivocado también al dejar de lado la importancia del estado mental de los pacientes a la hora de evaluar su estado de salud.
Daniel Goleman en el Prólogo de "El poder curativo de la mente" de Tulku Thondup

Siguiendo como guía el mencionado libro: "El poder curativo de la mente" rescato de Tulku Thondup la siguiente ENSEÑANZA.

Nací en el seno de una humilde familia nómada, en una tienda plantada en las inhóspitas y verdes mesetas del este del Tíbet, rodeadas de las montañas más altas del mundo y los ríos más caudalosos. La tierra estaba cubierta de nieve durante casi ocho meses al año. Mi familia pertenecía a un grupo tribal que vivía en tiendas y se dedicaba a la cría de diversos animales domésticos, como yacs, caballos y ovejas. Varias veces al año trasladábamos nuestros campamentos a otros valles en busca de pastos frescos para alimentar a los animales.

Cuando contaba cinco años sucedió algo que cambió drásticamente mi vida: me reconocieron como la reencarnación de un famoso maestro religioso del monasterio de Dodrupclien, una importante institución docente del este del Tíbet. Los budistas aceptan los principios de la reencarnación y del karma, de modo que os tibetanos creen que, al morir, los grandes maestros se reencarnan en otras personas que tendrán grandes dotes para beneficiar a la gente.
Dedicaba el día entero, desde el amanecer hasta el ocaso, al estudio y la oración. En aquel ambiente, la mayor parte del tiempo me sentía invadido de alegría y de paz. Mis tutores eran personas muy compasivas, comprensivas y prácticas.

Para nosotros el budismo no sólo era meditación, estudio y ceremonia, sino una forma de vida y de existencia. El budismo enseña que la identidad esencial de todos los seres es la mente, pura, apacible y perfecta por naturaleza. La mente es Buda. Como ya sabemos, cuando nuestra mente se encuentra libre de la presión de las situaciones externas y de las emociones, se vuelve más serena, abierta, sabia y espaciosa.

El «yo» es un concepto fabricado por la mente simple, no por la verdadera naturaleza de la mente. El apego al yo, la dependencia de, es la raíz de los trastornos mentales y emocionales, la causa de todos nuestros sufrimientos.

Debido a los cambios políticos que se produjeron en el Tíbet, a los dieciocho años tuve que viajar durante muchos meses acompañado por mis dos maestros y otros ocho amigos. Recorrimos más de mil millas a través del Tíbet para huir a la India. Cuando estábamos a mitad de camino, en una cueva sagrada situada en un valle perdido, rodeado de altísimas montañas grises, Kyala Khenpo, mi maestro, que me había cuidado desde que yo tenía cinco años y había sido como un padre para mi, exhaló su último suspiro. De pronto me di cuenta de que me había convertido en un huérfano, un fugitivo y un apátrida.

Al fin llegamos a la India, una tierra rica en sabiduría y civilización. Por primera vez en muchos meses pude disfrutar de la sensación de frescor a la sombra de los árboles y descansar en la comodidad de los refugios. Muchos de los tibetanos que se habían refugiado en la India, cuyo número ascendía a unos cien mil, murieron al no poder adaptarse a los cambios de alimentación, agua, clima o altitud. A los que logramos sobrevivir nos asaltaba día y noche el recuerdo de los seres queridos a los que habíamos dejado atrás en el Tíbet, condenados a una dura existencia... Durante aquellos tristes días, lo único que me proporcionaba guía y consuelo era la luz de la sabiduría del budismo que llevaba en mi corazón. Si se presentaba un problema que tenía solución y merecía ser atendido, intentaba dedicar mi vida a solucionarlo con una mente apacible, una actitud abierta y un estado de ánimo alegre. Si el problema no tenía solución, procuraba no consumirme ni malgastar tiempo y energías en vano.
Desde que emprendí la huida hacia la India no he vuelto a vivir en una comunidad monástica ni he seguido las disciplinas monásticas. Sin embargo, las tranquilas y alegres imágenes de mi santuario del Tíbet siguen vivas en mi mente. El eco de las amables y dulces palabras de los sabios y compasivos maestros de mi infancia todavía resuena en mis oídos. Y lo que es más importante, la experiencia de amplitud, paz y fuerza que cultivé entonces se ha visto refinada y pulida en mi corazón por las dificultades a que me he enfrentado en la vida, igual que se refina el oro al fundirlo y batirlo. Esas imágenes, palabras y experiencias siempre han sido la luz orientadora y la energía curativa que me han ayudado a superar los momentos de dolor, confusión y debilidad de mi vida.

El propósito de proteger la llama apacible de la mente de las luchas tormentosas de la vida, y de enviar a los demás los rayos de la amplitud y la actitud positiva fue lo que me permitió seguir adelante en los momentos difíciles. En muchos aspectos las grandes tragedias de mi vida se convirtieron en una ventaja, pues ilustraban las enseñanzas budistas sobre la naturaleza ilusoria de la vida, levantando el falso manto de la seguridad. Ya no tenía ninguna duda acerca de los beneficios que aporta despegarse del yo.

En 1980 me trasladé a Estados Unidos, la tierra de la libertad y la abundancia. En términos generales, a la mente apacible le resulta más difícil sobrevivir a los asaltos de la sensualidad y las atracciones materiales que a los del dolor y el sufrimiento. Pero, gracias a las enseñanzas budistas, mientras disfruto de la prosperidad material del mundo occidental valoro mucho más la humilde, sencilla y natural vida budista de mi infancia. Además, cuanto más disfruto de mi vida espiritual basada en el budismo, más aprecio la fe, la compasión y la generosidad basada en los valores judeocristianos combinados con la prosperidad material del mundo occidental, que a su vez han enriquecido mi fuerza espiritual. Al amparo de la luz de la sabiduría budista, contemplo los aspectos positivos de todas las circunstancias a través de la ventana de la naturaleza apacible de la mente, en lugar de sucumbir a sus aspectos negativos. Ésta es la esencia del camino del bienestar.

En 1984 tuve ocasión de visitar el Tíbet, mi tierra natal, por primera vez después de veintisiete años. Fue maravilloso ver a unos cuantos familiares y viejos amigo que habían sobrevivido, y por otra parte fue muy triste enterarme de que la mayoría de mis seres queridos, cuyos rostros había conservado en la memoria durante años, y mis respetados maestros, cuyas palabras eran la fuente de mi bienestar, habían perecido. El monasterio, la institución docente de mi infancia llevaba décadas en silencio, totalmente en ruinas. Recientemente unos cuanto monjes han empezado a reconstruirlo y han reanudado sus actividades monásticas... La mayoría de ellos fue capaz de aceptar y superar sus desgraciadas experiencias sin necesidad de culpar a terceros. No cabe duda de que uno puede sentirse bien temporalmente culpando a otros de sus desgracias, pero a la larga eso siempre acaba causando mayor dolor y confusión. La clave del bienestar consiste en aceptar las cosas sin culpar a otros. Ése es el poder benéfico de la mente... Despertar la infinita fuerza curativa de la mente que todos llevamos dentro y puede beneficiarnos a nosotros mismos y a los demás.
La mente tiene el poder de remediar el dolor y generar placer. Si empleamos ese poder combinado con una forma de vida correcta, una actitud positiva y la meditación, podemos curar no sólo las aflicciones mentales y emocionales, sino también los trastornos físicos.

Cuando nos aferramos a los deseos y las preocupaciones con toda nuestra energía sólo conseguimos crear tensión nerviosa y agotamiento. Adoptando la actitud que los budistas llaman «despegarse del yo» podemos abrirnos a nuestra verdadera naturaleza, apacible e iluminada. Este libro es una invitación a descubrir nuestra sabiduría interior, una fuente curativa que todos poseemos. Podemos abrir la puerta que conduce a esa sabiduría y descubrir la luz, el calor y la suave brisa del bienestar. La fuente de esta energía nos pertenece, podemos tocarla y compartirla en cualquier momento; es un patrimonio universal susceptible de proporcionarnos placer incluso en este mundo de sufrimientos e incesantes cambios.

Todos podemos beneficiarnos de la meditación y de la actitud positiva, empezando desde donde estarnos ahora mismo, podemos llevar una vida más feliz y más sana... Si somos capaces de aprender a estar más satisfechos con todo lo que hacemos, las otras ventajas vendrán por sí solas.

Algunos médicos recomiendan concentrar la mente en los músculos que tenemos en tensión y luego distender a conciencia esos músculos para obtener alivio y
relajación. Esta técnica se basa en el principio budista de reconocer un problema y despegarse de él.

El doctor Herbert Benson, de la Facultad de Medicina de Harvard y creador de la Respuesta Relajante, dice: «Si usted cree profundamente en su filosofía personal o en su fe religiosa, si está comprometido en mente y alma con su visión del mundo, tiene más posibilidades de conseguir metas destacadas con el cuerpo y la mente sobre las que nosotros sólo podemos especular»
El doctor Bernie Siegel, cirujano y catedrático de la Universidad de Yale, describe algunos de los beneficios de la meditación: «Tiende a disminuir o normalizar la presión sanguínea, el pulso y el nivel de las hormonas del estrés en la sangre. Produce cambios en los esquemas de las ondas cerebrales, que presentan menor excitación... La meditación también aumenta el umbral del dolor y reduce la edad biológica del individuo... Es decir, reduce el desgaste de la mente y el cuerpo, ayudando a la gente a vivir mejor y más tiempo.»

Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que el conocimiento de uno mismo es positivo y en que el egoísmo puede hacernos desgraciados. Pero vayamos un poco más lejos y examinemos el concepto del yo tal como lo entiende el budismo.

Nuestra mente crea la experiencia de la felicidad y el sufrimiento; la capacidad para hallar la paz depende de nosotros. La mente, en su estado puro, es apacible e iluminada. Todo aquel que comprenda esta idea se encuentra ya en el camino de la sabiduría.

La verdad absoluta es que, en estado puro, nuestra mente y el universo están iluminados, son apacibles y perfectos. El estado puro de la mente, según el budismo Nyingrna, significa la unión de la conciencia y la amplitud. La verdad relativa o convencional es que en todo el espectro de la vida diaria, la vida terrenal, pasajera e impermanente que transcurre desde el nacimiento hasta la muerte y que los budistas llaman samsara, percibimos el mundo como un lugar lleno de sufrimiento, continuos cambios y decepciones, porque la cara de la verdadera naturaleza de las cosas ha quedado oscurecida por nuestros hábitos mentales y aflicciones emocionales, obligándonos a aferrarnos al yo... A medida que nuestra mente se va tensando, nuestra emoción o nuestro dolor aumentan, y así se inicia el ciclo del sufrimiento.
Con nuestra mente «relativa» y ordinaria, nos aferramos al yo corno si fuera algo firme y concreto. Sin embargo, el yo es una ilusión, porque en la experiencia del samsara todo es transitorio, cambiante y perecedero. Nuestra mente ordinaria concibe el yo como algo que existe realmente con entidad independiente. Pero según el budismo el yo no existe en realidad. No es una cosa sólida ni fija, sino una mera etiqueta fabricada por la mente. El yo tampoco es una entidad independiente. Desde el punto de vista del budismo todo funciona interdependientemente, de modo que no hay nada que tenga una naturaleza o un carácter verdaderamente independiente.
El apego al yo crea karma negativo, costumbres y tendencias negativas. Pero no todo el karma es negativo, aunque algunas personas cometen el error de pensar así. También podemos crear karma positivo, y eso es lo que pretende la meditación. Si nos aferramos al yo con todas nuestras fuerzas crearnos karma negativo. El karma positivo nos ayuda a despegarnos del yo, y cuando nos relajamos encontramos el equilibrio y nos volvernos más sanos y felices. Todos los seres son iguales y comparten el hecho de ser perfectos en su estado puro... La paz está dentro de nosotros; no hace falta que la busquemos en ningún otro sitio... La iluminación es la «ausencia de yo». Es la paz, la amplitud, el desinterés, la unidad y la felicidad totales, eternas y universales. Para la mayoría de la gente, la perspectiva de la realización total de la iluminación es algo extraño y difícil de entender.

Las historias que hemos oído contar sobre personas que han estado al borde de a muerte, o que han estado prácticamente muertas y han vuelto a la vida, pueden ayudarnos a comprenderlo. Mucha gente que ha sobrevivido al proceso de la muerte describe la sensación de viajar por un túnel en cuyo extremo los esperaba una luz blanca que los tocaba, proporcionándoles una sensación de gran alegría y paz. Sin embargo, la luz no es algo separado de esa experiencia. La luz es la paz. Y ellos son la luz. No perciben la luz de la típica forma dualista, como alguien que ve una luz, como un sujeto y un objeto, sino que la luz, la paz y la persona son una misma cosa.
Muchas de las personas que han tenido experiencias de este tipo afirman haber visto brevemente un resumen de toda su vida, desde el nacimiento hasta la muerte; no un suceso después de otro, sino su vida entera de una sola vez. Y no sólo lo ven con los ojos, o lo oyen con los oídos, o lo entienden con la mente, sino que tienen una conciencia vívida y pura de ver, entender y sentir sin distinciones. En esos casos, cuando los límites y las restricciones han desaparecido, aparece la unidad. Cuando hay unidad no hay sufrimiento ni conflictos, porque los conflictos sólo existen donde hay más de uno.

En realidad la mente iluminada no es tan extraña. La amplitud está dentro de nosotros, aunque no siempre podamos reconocerla. Todos podemos percibirla en algún momento importante de nuestra vida, o incluso intuirla en nuestra vida cotidiana. No hace falta que nos hallemos al borde de la muerte. Las experiencias de personas que han estado a punto de morir pueden resultar inspiradoras e interesantes, pero la iluminación no se limita a eso. La iluminación no es una experiencia determinada, ni una determinada forma de ser. La amplitud total está más allá del «existir» o «no existir»; tampoco es «existir» y «no existir» a la vez. En otras palabras, la amplitud total escapa a los conceptos y las descripciones. Por muy pequeños que sean nuestros progresos, lo más importante es saber valorarlos; entonces se vuelven poderosos. Debemos valorar siempre lo que somos capaces de hacer, en lugar de lamentarnos por lo que no hemos conseguido.

El apego mental es la causa de nuestros problemas. Cuando nos aferramos al yo, sólo conseguimos que aumente el dolor físico, mental y espiritual. Aturdidos, nos aferramos a él cada vez con más fuerza, iniciando el ciclo del sufrimiento... todos vagamos por este mundo a la deriva, sin ver la fuerza interior que puede liberarnos. Nuestra mente fabrica deseos y aversiones, y bailamos alocadamente, como un borracho, al son que marcan la ignorancia, el apego y el odio. La felicidad es fugaz; la insatisfacción nos persigue. Todo es corno una pesadilla. Mientras estemos convencidos de que el sueño es real, seremos sus esclavos. Para despertar de la pesadilla, tenemos que eliminar las nubes que tapan la verdadera naturaleza de nuestra mente... El proceso curativo es el despertar al poder de la mente. En su estado puro, la mente es apacible. Si aprendemos a evita preocupaciones y tensiones innecesarias, damos a la alegría la posibilidad de brillar, Todo depende de nuestra mente.
Podemos enfocar los problemas que parecen completamente negativos de una forma práctica. Si nos hallamos en una situación tensa, hemos de reconocerla y reconciliarnos con ella pensando: «Esto es malo, pero no pasa nada.» Si no nos obsesionamos con esa situación, componiendo una cadena de percepciones negativas respecto a ella, su impacto irá desapareciendo, pues, como todo en la vida, esa situación no es permanente y tarde o temprano cambiará. Sabiéndolo, podemos dar un paso más hacia el bienestar, tranquilamente, con la seguridad de que las situaciones externas no pueden vencer nuestra sabiduría interior. Deberíamos aceptar y reconocer todos nuestros sentimientos. Al mismo tiempo, no debemos dejarnos llevar por las emociones violentas o destructivas. Si se es vulnerable al anhelo, al apego, a la confusión o al odio, es mejor pensar en lo que «es correcto hacer» en lugar de en lo que «uno quiere hacer»... Hay que dejar que la mente guíe las emociones.
A medida que vamos acumulando placeres mundanos, aumenta nuestro anhelo de conseguir más... Ricos y pobres sufren por culpa de las preocupaciones externas relacionadas con el deseo. Hasta los millonarios padecen ira, desesperación, depresión. Disfrutan de poco descanso y poca paz verdaderos, sólo les preocupa perder lo
que tienen o conseguir lo que todavía no han conseguido. No pueden disfrutar de quiénes son, y no pueden vivir sino por lo que los atrae o los esclaviza. Esto no quiere decir que ganar dinero tenga que causar necesariamente sufrimiento, pero entregar la vida a la tiranía de las posesiones externas acaba con la alegría y la paz.
Pese al progreso y el desarrollo material de la civilización moderna, mucha gente lleva una vida sin sentido. Tanto si somos ricos como si somos pobres o estamos en un cómodo punto medio, hemos de tener cuidado y no desear placeres materiales a costa de nuestra verdadera naturaleza. Si gastamos todas nuestras energías pensando únicamente en cosas mundanas y en cómo obtener más (mejor comida, una casa más grande, más dinero, fama y reconocimiento, cualquier cosa que no esté dentro de nosotros mismos), perdemos lo más valioso que tenemos.

Concentramos toda nuestra atención en todo lo que está lejos de nosotros mismos; cuanto más lejos está de nuestra verdadera naturaleza, más importante creemos que es. Valorarnos nuestro cuerpo y nuestras posesiones más que nuestra mente, nuestro aspecto más que nuestra salud, nuestra profesión más que nuestro hogar. Nos identificamos con el cuerpo y contemplamos nuestra mente como una mera herramienta del cuerpo («el hongo del cerebro» como alguien la describió burlonamente); nos separamos de la verdadera fuente de la felicidad. Acumulamos posesiones para nuestras casas, pero no nos ocupamos de nuestra mente ni de nuestro cuerpo a pesar de que las condiciones más importantes para un hogar dichoso son una mente feliz y un cuerpo sano. Si intentamos ocuparnos de la mente para mejorar nuestra actitud y nuestras virtudes, la sociedad moderna nos tacha de egoístas, poco prácticos y perezosos. Las personas materialmente productivas están muy bien consideradas, pero los que buscan el camino espiritual no. Si nos quedamos en casa, ocupándonos del centro y el refugio de la vida, la gente nos considera ineptos, poco profesionales e inexpertos. El hogar se ha convertido en una especie de pensión, un sitio que sólo sirve para pasar la noche... No estoy insinuando que podamos ni debamos ignorar el sistema de la vida moderna. No podemos sobrevivir si no satisfacemos las necesidades básicas, y es importante que seamos prácticos y que respetemos los puntos de vista de los demás. Pero deberíamos intentar situarlo todo en la perspectiva adecuada. Es fundamental que entendamos quiénes somos, dónde estamos, qué es lo verdaderamente valioso y cómo vivir en el mundo.

Si reducimos nuestro apego al yo obtendremos paz mental, y con ella nada podrá hacernos daño. Incluso si sufrimos, la actitud correcta nos ayudará a soportar nuestras emociones... La confianza es un poderoso agente benéfico. Nos sorprenderá la fuerza que descubriremos en nuestro interior con sólo abrir la mente... El objetivo es alcanzar la paz interna desarrollando cualidades como la percepción positiva, la habilidad para convertir todo cuanto nos pasa en un apoyo y no en un obstáculo.

La devoción podría significar sencillamente el cultivo de la sabiduría interna y la profunda valoración de nosotros mismos, los demás y el mundo en general. La oración es una forma de canalizar la energía en una expresión piadosa, en lugar de malgastarla en una charla insulsa... Hasta los más insignificantes encuentros pueden resultar muy provechosos si aprendemos a disfrutarlos y a respetar a la persona con la que estamos... Si dejamos que nuestra mente sea amable y apacible y esté relajada, las
actividades cotidianas y el trabajo (incluso respirar) podrán formar parte de nuestra práctica curativa y obtendremos fuerza espontáneamente... Transformar las emociones visualizando los problemas y yendo de lo negativo a lo positivo... Es ir más allá de lo positivo y lo negativo, abriéndonos a nuestros sentimientos y percibiendo nuestra mente "tal como es”.

No debemos preocuparnos por las dificultades, sino alegrarnos de los pequeños beneficios que obtengamos. Hasta las experiencias negativas o los pequeños defectos pueden resultar beneficiosos si los contemplamos desde una postura positiva.

Alégrate de tener ocasión de percatarte del significado espiritual de tu vida.

Una de las mejores herramientas de la meditación es la visualización, capaz de transformar nuestros esquemas mentales negativos. Ven. W. Rahula escribe:
La atención, o la conciencia, no significa que haya que pensar y ser consciente: «Estoy haciendo esto» o «Estoy haciendo lo otro». No. Al contrario. En cuanto piensas: «Estoy haciendo esto», te cohíbes, y entonces no vives en la acción, sino en la idea de «Yo estoy», y por lo tanto malgastas la energía. Debes olvidarte por completo de
ti mismo y perderte en lo que haces.

Necesitamos confianza en nosotros mismos y en el camino que estamos siguiendo. Si nos falta esa seguridad, nuestra mente no estará plenamente comprometida y los resultados no serán los que esperábamos. Un obstáculo muy común para el aprendizaje espiritual es la actitud de culpa.

Sea cual fuere la causa de nuestra inseguridad, un poderoso remedio consiste en comprender que en estado puro somos perfectos. Si entendemos esto, la seguridad y la satisfacción nacerán espontáneamente dentro de nosotros, Es fundamental que comprendamos la importancia de este hecho, por lo menos conceptualmente. De este modo, si tenemos alguna virtud, por pequeña que sea, podemos aprender a descubrirla y a alegrarnos por ella. Así es como se cultiva el hábito de una mente positiva. Cuando percibimos y aceptamos la energía positiva, aunque surja de una experiencia muy sencilla, esa energía nos proporciona un sentimiento de satisfacción que nos permitirá desarrollar la alegría y la satisfacción... La seguridad proporciona fuerza a la mente y al cuerpo.

El hábito de ver las cosas como algo positivo o negativo lo crea nuestra mente. La cadena de emociones que hay en nuestra mente (gustar y detestar, desear y odiar) produce más dolor y más deseos. Para transformar nuestras reacciones habituales hemos de adoptar una actitud positiva ante todas las situaciones y sentir profundamente la energía positiva.

En su estado puro, los problemas son como las olas de la superficie del mar. Cuando una tormenta agita las aguas se producen olas, pero el fondo del océano continúa en calma.

El hecho de que una percepción sea positiva o negativa depende de nuestra mente. Si vemos algo como positivo, aunque sea una simple taza de té, ésta puede convertirse en un objeto de alegría debido a nuestra percepción. Si vemos la misma taza de té como algo negativo, se convertirá en algo desagradable.

Si enseñamos a nuestra mente a aceptar los problemas como algo positivo, hasta los problemas más graves pueden convertirse en una fuente de alegría en lugar de una fuente de sufrimiento... Deberíamos recordar que bajo las tormentas de nuestras preocupaciones superficiales se encuentra la paz.

A veces, con sólo echar un vistazo a un problema podemos identificarlo como algo poco importante, alejarlo de la mente y seguir con nuestra vida. Pero hay problemas que exigen que los afrontemos seriamente. Para eso están los ejercicios de meditación. Antes de intentar solucionar un problema, sin embargo, el primer paso es reconocerlo y aceptarlo... Para hallar un remedio es preciso ver y aceptar claramente el problema.

Ya sabemos que la causa de todo sufrimiento es la dependencia del yo; del mismo modo, querremos averiguar cuál es la causa del problema que nos aflige en un momento determinado. Hay un ejercicio muy útil que nos ayudará a reconocer el problema. Siéntate cómodamente en un lugar donde no haya cosas que te distraigan. Relaja el cuerpo y la mente. Inspira profundamente un par de veces e imagina que todas tus preocupaciones salen expulsadas con el aire. Siéntete tranquilo, despejado y amplio. Relájate sintiendo esa paz. Luego, lentamente, contempla el problema al que te enfrentas. Obsérvalo y siéntelo. Reconoce su presencia. Recuerda cuándo, dónde y cómo surgió ese problema. Retrocede mentalmente hasta el momento, el lugar y la causa más remotos. Busca la posible forma, el color, la temperatura y la ubicación del problema. Retroceder hasta la fuente original de los problemas es muy beneficioso. En primer lugar, con sólo contemplar las causas y sentirlas ya estamos poniendo
remedio a la situación. Además, recordar el pasado produce una sensación de tiempo y espacio mayor que la que tenemos normalmente, y al abrirnos a una perspectiva más amplia el problema nos producirá menos ansiedad. Finalmente, si buscamos la raíz podemos atajar la causa misma del problema y eliminarlo como si fuera una mala hierba mediante los ejercicios de meditación.

Cuando valoramos los aspectos positivos de una situación, nuestra mente se fortalece. Cuando aprendemos a reírnos de nosotros mismos y de los problemas, nos liberamos. Cuando aprendemos a disfrutar y a no ver los problemas como algo negativo, nos volvemos más positivos respecto a todo. Pensar positivamente es un hábito maravilloso que debemos desarrollar, porque proporciona bienestar y felicidad a nuestra vida.

Los males del cuerpo actúan en gran parte de nosotros como un imán que atrae las ansiedades. A veces sentimos que el malestar nos recuerda lo frágiles y perecederos que somos los humanos. Esto no tiene por qué ser malo, porque tener presente nuestra mortalidad puede ayudarnos a valorar el presente. Hasta el más leve resfriado puede ayudarnos a practicar el desapego del yo, y así brindarnos la libertad para sacar el mejor partido a todos los aspectos de la vida... Lo más importante es la actitud de la mente.

Cuando estés enfermo, busca algo que te haga sentir bien. Medita mientras estés echado en la cama, o lee un libro inspirador. Si de momento te encuentras demasiado mal para eso, mira por la ventana con humildad y gratitud, observa las sombras que la luz proyecta en tu habitación, escucha los sonidos de la actividad que se desarrolla fuera. Si tienes síntomas desagradables, como náuseas, no te anticipes pensando que dentro de poco vas a sentir más dolor o malestar. Tranquilízate y limítate a percibir la sensación relajadamente. Si debes pasar un tiempo en cama, coloca cerca algún objeto inspirador que te proporcione consuelo, como una fotografía o una flor... El sentimiento de culpa no nos ayuda a curarnos... Basta con que reconozcamos que somos humanos y que ahora estamos enfermos. La actitud correcta es estar decidido a curarse... Si eres capaz de estar alegre en un momento crítico, tu valor puede servir de inspiración a ti y a los demás.

Si tenemos una mente sana y positiva podremos recuperarnos rápidamente de cualquier enfermedad. La mente es como un general valeroso que reúne a sus soldados derrotados y los conduce a la victoria.

Si te sientes solo debido a tu enfermedad, esfuérzate por salir de tu aislamiento. Habla con tus amigos, tu familia o cualquiera que tengas cerca. Levántate y vuelve al mundo. Ésa es la mejor medicina. Si no puedes levantarte o te encuentras muy mal, coge el teléfono y llama a alguien (un amigo, un pariente, un sacerdote o un asistente social). Si puedes, lee un libro inspirador, escucha música alegre, contempla la belleza de las flores o de un cuadro, aprecia la belleza de la luz que entra por la ventana. Si no tienes ocasión de observar nada inspirador, piensa en algún ser amado o en algo agradable y disfruta de ese pensamiento. Si tu mente está disfrutando, te encuentras más cerca de la curación. También podrías pensar en otras personas que están enfermas. Imagina que tu sufrimiento hace que el suyo sea más soportable, que de algún modo tú puedes liberarlos de su sufrimiento asumiendo sus preocupaciones y metiéndolas en tu dolor.

Piensa en la cantidad de gente con discapacidades que logra superar esa limitación gracias a una actitud positiva.

No todas las enfermedades pueden curarse o «arreglarse». Después de todo, el cuerpo no es más que una casa de huéspedes donde nos instalamos durante un periodo determinado, pero que finalmente tenemos que abandonar. Todos morimos. Pero, aun en el caso de que sólo nos queden unos meses o unos días de vida, podemos pensar que la enfermedad terminal es una oportunidad. Saber que nos estamos muriendo podría ser una gran suerte, porque ello nos brindaría la posibilidad de afligimos plenamente por nosotros mismos y abrirnos de una forma que quizá nos resultaba difícil cuando gozábamos de buena salud. Podríamos decir a nuestros seres queridos lo mucho que los amamos, reparar relaciones que se habían deteriorado y valorar los pequeños momentos de vida que nos quedan.

La fuente de poder es una herramienta (un método diestro) capaz de despertar la energía y la sabiduría benéficas que hay dentro de nosotros. Por ejemplo, se puede visualizar una esfera pura y brillante o una luz en el cielo, e imaginar que es la esencia misma del universo y la materialización de todas las energías curativas.

Si la fuente de poder nos proporciona una sensación de calor, paz y fuerza cuando la visualizamos, significa que la hemos hecho nuestra. Entonces podemos utilizar esa fuerza para resolver las dificultades emocionales, mentales y espirituales, y desarrollar nuestra fuerza mental.

Las personas que han estado al borde de la muerte y aseguran haberse fundido con una luz radiante, sin tener conciencia de un «yo» separado de la paz y la alegría de esa luz extraordinaria. Pese a nuestros esfuerzos por describirla, la luz absoluta trasciende las limitaciones de espacio, tiempo, medida o conceptos. Es inseparable de la mente iluminada y de la amplitud total.

Lo que hay que entender es que la luz puede ser una gran fuente de bienestar y de alegría, y que tiene una utilidad práctica en la meditación para solucionar problemas... Sé creativo al imaginar la luz de una forma que funcione para ti. A medida que vayas practicando, comprobarás que tu capacidad para meditar sobre la luz mejora y se fortalece.

Quizá te resulte útil imaginar la luz lloviendo sobre ti, cubriendo y bañando tu mente y tu cuerpo con su calor curativo, proporcionando relajación y amplitud a todo lo que toca. También puedes imaginar la luz saliendo de tu fuente de poder. Quizá la luz tome la forma de rayos irisados. Siente que está llenando tu mente y tu cuerpo por completo, proporcionándote una alegría, una paz y una salud que al instante calientan y curan las zonas problemáticas, o las funden convirtiéndolas en luz y paz. Todas las partes de tu cuerpo, hasta la última célula, se llenan de luz sin esfuerzo alguno. Después siente que tu cuerpo se transforma en un cuerpo de luz, o quizás en una llama caliente y reluciente, si te resulta más útil esa imagen.

Si a veces sientes la necesidad de seguridad y protección emocional, imagina la luz como un aura o una tienda que protege tu cuerpo, o una luz en forma de cáscara de huevo protectora. Esas imágenes te harán sentir relajado y abierto, y al mismo tiempo protegido.

Las meditaciones sobre la luz pueden utilizarse para resolver problemas específicos, pero también nos ayudan a sentirnos más abiertos y amplios en un sentido general. Mientras meditamos sobre la luz podemos imaginar que ésta se extiende más allá de nuestro cuerpo y brilla hasta el infinito. Podemos ver el mundo entero tocado, bañado y transformado por una luz apacible y pura. Si meditamos sobre la luz con una actitud muy abierta, nos daremos cuenta de que la luz es infinita, sin fronteras ni límites de tiempo y espacio.

Todos nosotros poseemos una resplandeciente energía física y espiritual más abundante de lo que sospechamos. Podemos despertar esa energía para utilizarla en la meditación y en la vida cotidiana. En el fondo, la energía y la luz son una misma cosa. Para fomentar el bienestar físico o mental, podemos prender y magnificar nuestra energía interna, nuestra luz y nuestra sabiduría. Un ejercicio para despertar esa energía consiste en meditar sobre el cuerpo como fuente de una poderosa energía. Siéntate en un sitio cómodo y caliente, con los ojos cerrados o entornados. Respira con naturalidad, relajadamente. Poco a poco, imagina que tu cuerpo es algo maravilloso y sorprendente, con su piel, huesos, músculos, nervios y otros órganos, y sus billones de células de todo tipo necesarias para que se produzca el milagro de la vida. Puedes imaginártelo con toda la precisión científica que quieras, aunque no es imprescindible un enfoque literal. Para que la meditación sea eficaz, la clave está
en utilizar todas las imágenes que te ayuden a sentir y creer que tu cuerpo es un ente positivo de enorme energía y resistencia. Tal vez te resulte útil imaginar primero una célula de tu cuerpo, entrar en esa célula, y ver y sentir su maravillosa vitalidad. Imagina su amplitud. Podría ser tan grande como el universo. Tras dedicar un tiempo a esta célula, o a dos o tres, amplía gradualmente la meditación para sentir la amplitud de tu cuerpo, su sorprendente fuerza y su poder curativo. Siente que tu cuerpo es algo hermoso, maravilloso y de infinita riqueza.

Amplía la meditación para incluir en ella todo tu cuerpo, que reluce y está rebosante de salud y calor. Luego imagina y siente que cualquier clase de oscuridad, frialdad, dolor, presión, pena o falta de armonía de tu cuerpo o tu mente que pudieras sentir se ha curado gracias a la luz, la sensación de serenidad, los sonidos agradables. Todas las células están vivas en una comunión de calor y alegría. La energía curativa y la luz de billones de células llenan tu cuerpo como si fuesen rayos emitidos por billones de soles. Regresa a esa sensación una y otra vez, descansando y gozando de ella. Por último puedes imaginar que la luz y la energía surgen de tu cuerpo, como
una resplandeciente hoguera en la oscuridad. Imagina rayos que emanan de tu cuerpo formando un aura, un círculo protector de energía benéfica. Luego la energía benéfica se extiende para tocar a otras personas u otros lugares, bañándolos de luz y paz. Si eres un meditador experto, poco a poco puedes dirigir esa energía a todo el universo. Cuando hayas terminado la contemplación, relájate y fusiónate con tus sensaciones.

También podemos cultivar una conciencia de luz pura y absoluta en nuestro entorno personal, por lo menos en un plano conceptual. Mientras realizamos las actividades cotidianas, la conciencia de la luz universal puede proporcionarnos seguridad y fuerza. Así, cuando te sientes no lo hagas como si fueras una piedra. Siéntate
relajadamente, pero mantente alerta, sintiendo y agradeciendo la luz y la energía, como si fueras una llama que irradia luz.

Cuando pienses, no lo hagas con la mente ofuscada, con deseo ni aversión. Sé consciente de la luz mental, que puede inspirar la claridad de la amplitud y la serenidad.
Cuando hables, hazlo en un tono que no sea ni agresivo ni débil. Al igual que la luz y la energía, tu voz puede ser fuerte, clara y dulce. Cuando camines, no lo hagas como un títere de carne, nervios y huesos, del que tiran en varias direcciones las cuerdas de la fascinación o el deseo. Si sientes la presencia de la luz y la energía curativa, podrás caminar alegrándote de ellas. La conciencia de la luz te permitirá dotar a tus movimientos de energía y elegancia. Disfruta del sentimiento de estar vivo, y abre tu cuerpo en una postura recta y relajada. Respira libremente y deja que la energía brille. Sin exagerar los movimientos, siente que estás libre del peso de las preocupaciones. Tal vez notes que das leves pero alegres saltos al andar, como un astronauta que pasea sin esfuerzo por la superficie de la luna.

Cuando toques un objeto, no lo hagas como un robot que coge una herramienta. Acerca la mano a él como si la energía curativa emanara de ella, y toca el objeto sin olvidar que él también es una fuente de luz. La luz no sólo está dentro de nosotros, sino también a nuestro alrededor... Todos los movimientos y pensamientos pueden estar en comunión con un mundo de luz. Hasta el más ligero movimiento de un dedo puede significar el entretenimiento, el disfrute y la celebración de la luz y la energía.

Debernos hacer siempre lo que nos haga sentir relajados y abiertos; eso es lo que nos sirve de orientación... La conciencia de la luz es uno de los métodos que se utilizan para despertar la energía curativa. Pero hay muchos más.

Visualizar, sentir, nombrar y creer (pero sin recrearse demasiado) en la realidad de tu enfermedad te ayuda a entender qué es lo que no funciona para luego usarlo directamente. Visualiza la fuente de poder como una bola de luz parecida al sol, caliente, intensa e ilimitada. Visualiza el vehículo curativo como unos poderosos rayos de intensa luz que funden el hielo de la tristeza que hay en tu cuerpo con sólo tocarlo, como los cálidos rayos del sol funden el hielo. Imagina que estás lleno de luz y que poco a poco te transformas en un cuerpo de luz brillante, caliente, alegre, feliz y abierto. Siente la presencia de la fuente de poder. Siente la energía del vehículo curativo, invocando la energía curativa y adaptando la forma de esa energía a tus necesidades y tu situación: un fuerte viento que barre las aflicciones, una lluvia nutritiva y tranquilizadora, la energía de la luz. Siente que estás completamente lleno de la energía curativa del calor, la alegría, la paz, la fuerza y la amplitud. Siente y cree que tu problema se está solucionando. Alégrate de la curación mientras ves y sientes que se produce. Convéncete de que tu malestar se ha aliviado, purificado, disipado. Hemos de ser realistas acerca del alcance de nuestra capacidad para mejorar el mundo que nos rodea o modificar algunos problemas que surgen en nuestro
camino. Sin embargo, aunque la meditación no siempre pueda alterar las circunstancias en que nos encontramos, es posible que nuestra actitud hacia ellas cambie. Tal vez nos serenemos y nos sintamos más felices. Eso por sí solo mejorará la situación o cambiará la forma de actuar de los que nos rodean.

No te preocupes si una situación determinada parece difícil de solucionar. Durante la meditación no te preocupes de nada, excepto de reunir la energía curativa y creer en su poder. Esa es la forma de despertar la fuerza interna de la mente y el cuerpo. Al emprender el camino curativo en la vida cotidiana, lo mejor es ocuparse de un problema sencillo, como cambiar el hábito de preocuparse por el tiempo o de hablar demasiado sin pensar. Del mismo modo, cuando hacemos meditaciones curativas, al principio es más fácil solucionar un problema sencillo que muchos complicados. Este sencillo enfoque genera la habilidad, el hábito y la inspiración para solucionar gradualmente problemas más graves.

Recuerda, además, que si ya te sientes positivo, es el momento de profundizar en tu sensación de bienestar mediante la meditación y, así, estar preparado para cuando se presenten los problemas. Puedes contemplar la luz o tu fuente de poder, o utilizar cualquier otra técnica curativa. Sea cual fuere tu práctica curativa, cultiva siempre la meditación como un oasis de paz.

Elimina la tensión o la preocupación de tu cabeza relajando los músculos de la cara y la frente, y soltando toda la tensión. También puedes imaginar que una luz curativa abre y relaja la tensión o el dolor que notas en la cabeza o en cualquier otro sitio.

Otro ejercicio sencillo consiste en levantar los brazos por encima de la cabeza y apretar los puños. Inspira al estirarte, aprieta los músculos, mantén esa posición durante unos momentos y, luego, relájate al espirar. Al soltar los músculos también puedes bostezar profundamente. Siente que todas las tensiones se eliminan cuando abres los puños. Si te ayuda, imagina que el aire que expulsas al espirar es un viento cálido que arrastra la tensión. Expulsa el aire hacia la infinidad del espacio.

Visualiza la tristeza como una nube oscura situada en tu cabeza, tu corazón, tu estómago o donde más molestias sientas. Quizá se trate de una enorme y amenazadora nube que se infla cada vez más. Quizá sea una nube pesada que ejerce presión sobre ti. Es posible que sientas una sensación inquietante y extraña. Cuando te hayas concentrado en la tristeza el tiempo suficiente para sentirla, despréndete de la nube. Puedes empezar a desprenderte de ella eliminándola con la respiración. Deja que la tristeza salga lentamente de tu cuerpo, como el vapor que escapa de una tetera. Déjala escapar. Siente el alivio mientras imaginas que la tristeza escapa. Luego observa cómo la oscura nube se aleja flotando por el cielo, lenta pero inexorablemente, cada vez más. Observa cómo se va haciendo cada vez más pequeña, como un pájaro que se aleja volando. Desconéctate de ella gradualmente. Otra forma de eliminar la tristeza es visualizar la luz. Si sientes que tu mente está llena de confusión, depresión o desesperanza, que no sabe hacia dónde ir o qué hacer, imagina primero esa tristeza en forma de oscuridad. imagina que todo tu cuerpo y toda tu mente están llenos de una oscuridad total. Siente la tristeza sin dejarte abrumar por ella. Luego evoca la luz curativa.

La luz cálida llena todo tu cuerpo, penetra en cada una de tus células, en los átomos. Puedes imaginar que una de las células es todo un universo lleno de luz. La célula brilla y despide rayos de colores, o bien la luz curativa la transforma en una imagen o un dibujo hermoso que tú mismo puedes elegir. Luego imagina que la luz brilla más allá de tu cuerpo, iluminando el mundo entero. Siente la naturaleza de la luz curativa: insustancial, sutil, luminosa, extensa, suave, ilimitada. La luz no es sólida, no hay nada a lo que aferrarse. No hay nada que pueda provocar presión ni tensión. Todo es ligero e inmaterial. Convéncete de que la oscuridad de la tristeza ha desaparecido por completo y para siempre, y de que una maravillosa y saludable luz impregna todo cuanto existe. Tú, el mundo y la luz os habéis convertido en una sola cosa. Alégrate de ello y celébralo. Repite este ejercicio una y otra vez, haciendo breves descansos, y finalmente relájate recreándote en tus sentimientos, sin recurrir a imágenes.

Si estás en tensión o tienes cualquier tipo de dificultad emocional, concéntrate en tu respiración, especialmente en la espiración. Respira de forma natural y relajada y fíjate en cómo sale el aire. Concéntrate en la espiración y relájate observándola. Quizá veas que se vuelve muy lenta y prolongada, pero, sea como fuere, limítate a observarla. Sigue así todo el tiempo que creas necesario. Es un sencillo ejercicio de meditación que cualquiera puede practicar.

Prácticamente cualquier enfoque meditativo que nos haga sentirnos cómodos y bien puede ayudarnos tanto emocional como físicamente... La simple intención de eliminar las acumulaciones emocionales es beneficiosa en sí misma. Una meditación relajada y abierta con el objetivo de solucionar un problema específico puede disolver otros y subirnos la moral. La meditación puede ser una medicina excelente. Aunque no consigamos remediar un malestar físico, la meditación nos ayudará a liberar nuestra mente, que es la curación más importante. Si tienes un tumor, tras concentrarte brevemente en su localización y su forma aproximada, visualiza una luz muy intensa y brillante, como un rayo láser, que sale de tu fuente de poder. Al tocar el tumor la luz lo corta en trozos minúsculos que se desintegran en átomos. Dichos átomos salen de tu cuerpo y se disuelven en el suelo, o bien los expulsas al orinar o defecar. Si tienes las arterias obstruidas, primero localízalas. Luego utiliza la poderosa luz curativa de tu fuente de poder para diluir, fundir, purificar y limpiar todos los residuos perjudiciales. Siente una y otra vez que tus arterias se limpian y se
ensanchan, y que la sangre y la energía fluyen por ellas sin ningún impedimento. Utiliza el método que mejor se adapte a ti.

La verdadera fuente y el objetivo final del despertar espiritual está en la mente, no en la naturaleza. Sin embargo, la naturaleza puede proporcionarnos un gran bienestar. Apreciar la naturaleza nos ayuda a salir de nosotros mismos y olvidar las preocupaciones. Cualquiera de nosotros puede abrirse a la naturaleza con muy poco esfuerzo. Con sólo abrir los ojos y los sentidos, la intensa belleza del mundo natural nos acerca más a nuestro verdadero yo. Cuando abrimos la conciencia, vamos hacia la verdadera naturaleza de la mente.

Los grandes triunfos y las grandes tragedias pueden parecer sólidos y reales en el momento presente, pero al cabo de muy poco tiempo se convertirán en simples fábulas. Por lo tanto, no debemos tomarnos a nosotros mismos demasiado en serio, sino relajarnos, sin dejar de disfrutar al máximo y de participar en nuestra propia vida.

¿Cuál es la mejor forma de vida? Una excelente respuesta a esta pregunta es: poner el énfasis en el momento presente, aquí y ahora, en el punto exacto en que vivimos y sobre el que tenemos un dominio directo e inmediato. De modo que, ante todo, valora este momento y vive sabiamente en el presente, sin perder la concentración mirando hacia el pasado o hacia el futuro. En segundo lugar, debemos concentrar la atención en nuestra propia vida y en aquellas de las que somos responsables. Si nos ocupamos de los seres de nuestro círculo inmediato no caeremos en generalizaciones vagas ni en mundos de ensueño. Empieza ahora mismo siendo una fuente de felicidad para los que están aquí cada día, incluida la familia, los amigos y los vecinos, y sin olvidarte de ti. En tercer lugar, debemos dedicarnos al bienestar y la felicidad de todos nuestros semejantes, sobre todo de los que están con nosotros. Ésa es la esencia de la espiritualidad.

Como dijo Tolstói: 
Recuerda que sólo hay un momento importante: el presente. Y es importante porque es el único momento en que tenemos dominio sobre nosotros mismos; y el hombre más importante es aquel con el que estás, pues nadie sabe si algún día se relacionará con otro hombre; y el objetivo más importante es ser bueno con él, pues ése es el único propósito con el que dicho hombre fue enviado a esta vida.

Cuando empezamos a entender la mente vemos que no es necesario aferrarse a la felicidad, la tristeza o cualquier otro fenómeno externo o mental.

En los niveles más elevados de comprensión encontramos la paz en la eliminación del apego, y nuestras aflicciones mentales desaparecen. Entonces cesa el tiovivo de los anhelos mundanos.

Lo que causa las aflicciones emocionales es nuestra actitud anhelante. Según los textos sagrados, las seis aflicciones más peligrosas son la ignorancia, el odio, el deseo, la avaricia, los celos y la arrogancia. La paciencia, por otra parte, es una de las virtudes más poderosas. Es una actitud de conformidad, de no rechazar ni aferrarse a una circunstancia o una emoción, sino dejar que las apariencias surjan y se disuelvan.

Las aflicciones mentales intensas, como el deseo, nos hacen caer en la trampa del sufrimiento. El anhelo y el deseo nos alejan de la verdadera paz mental. Para atenuar nuestros apegos es conveniente reflexionar profundamente en la transitoriedad de todas las apariencias.

De todas las aflicciones emocionales, la ignorancia es el peor de los venenos. Atrapados en nuestras luchas, nos cuesta ver el mundo pasajero de sufrimientos tal como es y descubrir nuestra verdadera naturaleza y la gran amplitud de todas las apariencias. La sabiduría radica en los pequeños pasos que podamos dar para eliminar nuestro apego al yo. 

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Amigas, Amigos

Gandhi reconoció que él era tan solo un humilde aspirante a la perfección, y que el hecho de conocer el camino no significaba que había alcanzado la meta, enfatizó que a diario debía gastar una gran cantidad de energía mental para controlar los pensamientos. Además señaló:

Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir siempre.
La enfermedad es el resultado no sólo de nuestros actos sino también de nuestros pensamientos.
Como creo en la teoría del renacimiento, vivo con la esperanza de que, si no en esta vida, en alguna otra podré abrazar con amor a toda la humanidad.
Si tú estás en paz contigo mismo, al menos hay un lugar pacífico en el mundo.

De la precedente Enseñanza de los dos lamas Tulku que migraron a América deseo destacar el uso de la LUZ que nos recomienda Tulku Thondup. Necesitamos estar preparados en estos tiempos y la LUZ fluye a nuestras mentes y por nuestras mentes llega a la Tierra. La Luz impregna la mente, el cerebro y a cada célula del organismo rodeándonos cual esfera radiante o armadura protectora que con amor la podemos irradiar hacia nuestros seres queridos y todos los demás. Si hay recuerdos o relaciones perjudiciales que nos ligan y perjudican Tulku Thondup nos sugiere un método de liberación:

Cortar los lazos de las relaciones perjudiciales
Evoca los sentimientos negativos y visualiza que la otra persona está a cierta distancia de ti, arrastrándote a la fuerza con una cuerda. Tú no tienes fuerza para oponer resistencia, de modo que la persona en cuestión te maneja a su antojo.
Entonces reza con todas tus fuerzas a tu fuente de poder para que te libere. Visualízala claramente e imagina que emite una intensa luz, como un rayo láser, que apunta directamente hacia la cuerda. Al tocar la cuerda, la luz no sólo la rompe, sino que la quema por completo sin dejar rastro de ella, como papel consumido por el fuego.
Otra posibilidad es imaginar que tiran de ti o te arrastran con una cadena. Cuando la luz toca la cadena, ésta se desprende de las manos de la persona de la que dependes excesivamente, como hierro atraído por un imán. Luego visualiza la cadena fundiéndose en una suave y dulce luz. En ambas visualizaciones, disfruta del enorme alivio que sientes al liberarte de esa relación dañina. Siente tu propia fuerza interior. Relájate, recreándote en las sensaciones positivas todo el tiempo que quieras.
Si has de seguir viendo a la persona que te causa dificultades o trabajando con ella, el ejercicio te resultará muy útil. Puedes liberarte de la esclavitud de las emociones negativas o, por lo menos, impedir que te alteren más de la cuenta. Si adoptas una actitud más alegre y no te tomas los problemas tan en serio, la situación externa empezará a mejorar.

Considero que la fuente de poder de la Luz la recibe el centro de la propia mente y sugiero pedir su activación y buen uso al subconsciente mental con el apoyo de la visualización.

Sabios de la neurociencia en sus charlas y escritos dicen que cualquier acción es preparada por el cerebro antes de uno pensarla, sucede en contra de nuestra voluntad y que no hay libre albedrío. Olvidan ellos, en su paradigmático materialismo a la mente que rige al cerebro, maravilloso cerebro que es el computador biológico de la mente y no el que nos rige. Somos regidos por la propia mente que usa al cerebro humano para expresarse en este plano material. Un daño cerebral bloquea ciertas manifestaciones mentales como sucede por ejemplo en la conducta criminal, al igual que tener activadas ciertas áreas permite a la mente manifestar dones de genialidad y esto no es por azar, lo es por planificación de la propia alma antes de encarnar en un ciclo ascendente de vidas como humanos. En resumen cada es el fruto de lo que ha pensado y piensa, pudiendo en el libre albedrío ser mejor si logramos Pensar Mejor.

En mayo de 2014 escribí el tema "El hombre más feliz" que bien pudo haberse titulado: "Desde Francia a Nepal" o el hombre con el mejor cerebro según la neurociencia. A manera de breve resumen tenemos que Ricard, como monje budista es un defensor del mejor uso de la mente y manifiesta:

La sonrisa de mi rostro es porque soy feliz en cada momento. He encontrado la dirección que debe seguir mi vida, aunque todavía esté lejos de la meta. Soy principalmente un hombre que está en el camino espiritual de la búsqueda religiosa. Y, en ese camino, he hallado una experiencia viva, la budista, que me sirve para realizarme como ser humano. Hay que buscar la transformación individual y así, cuando hay serenidad interior la extendemos a todos los ámbitos familiares y sociales. El desarme exterior empieza siempre por el interior.
Ser feliz necesariamente sucede al dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente. Vivir las experiencias que nos ofrece la vida, es obligatorio; sufrirlas o gozarlas, es opcional.
La felicidad es "un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona". Atraparla es cuestión de práctica y fuerza de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza.
Hemos puesto en evidencia el hecho de que cambiar tu actitud tiene un efecto curativo. "Quizá se pueda ir directamente al cambio de actitud, al cambio de mente”. "Si un problema o dificultad no tiene un remedio, cura, o solución ¿para qué preocuparse?" No hay necesidad de preocuparse. Si no hay solución, no tiene ningún sentido preocuparse, porque preocuparse sólo supone una carga adicional. Tienes metido en el cuerpo el sufrimiento o el problema y, encima, le añades la preocupación. En ambos casos, no sirve para nada, es inútil.  Simplemente sé libre, y por lo menos pasarás los tiempos de adversidad con un espíritu más fuerte, y por lo tanto, estarás menos afectado, y el dolor te afectará menos. Una gran parte del dolor es la reacción subjetiva de tratar de rebelarse contra el dolor. Pero si está ahí, es mejor tratar con él. Mucha parte del dolor es pensar "no puedo soportarlo", y ese componente agranda mucho el dolor. La forma en que sufres el dolor puede cambiar enormemente en función de tu actitud.
Descubrí que el altruismo tiene un papel clave en la mayoría de los aspectos de nuestras vidas, y sobre todo que es la clave para resolver los problemas que estamos viviendo, las crisis sociales, económicas, respetar el medio ambiente y poder progresar. Quiero demostrar que existe el altruismo a nivel individual y social y que el altruismo no es un lujo o un noble ideal, sino que es imprescindible en tiempos de escasez y de bonanza.
El altruismo es una necesidad tanto en la economía mundial como en el trabajo, la educación, hasta en las relaciones íntimas. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es conciliar las exigencias de la economía, la búsqueda de la felicidad y el respeto a la Tierra. Estos tres requisitos corresponden a tres escalas de tiempo: corto, medio y largo plazo, que se superponen tres tipos de interés: los íntimos, los sociales y los de todos los seres
Somos conscientes, y eso permite la transformación de la mente.
En vez de reducir nuestros programas humanitarios y caritativos, es necesario aumentarlos. ¡Es ahora o nunca!
Creo que la crisis revela y refleja un fracaso de la idea del consumo a toda costa, esta idea de individualismo, centrada en la avidez de la ganancia.
Uno de los objetivos del Dalai Lama es promover una ética secular y la armonía a través de las religiones. Es un fracaso de las religiones contribuir a los sufrimientos y a las divisiones, más que a suprimirlos. Compartamos nuestras tierras, nuestros recursos: las religiones deberían inspirar este movimiento. Es su responsabilidad y un profundo tema de reflexión para los jefes religiosos.
Los resultados del estudio muestran, en los monjes implicados, un fuerte aumento de la actividad cerebral en las regiones del cerebro vinculadas a las emociones positivas y una mayor disponibilidad en acción. Otro aspecto aún no publicado que utiliza las imágenes por resonancia magnética nuclear funcional (IRMF) muestra el estímulo del lóbulo prefrontal izquierdo que implica también la zona activa en la planificación de los movimientos. La compasión genera un estado de total disponibilidad, todas las barreras caen, lo que permite un paso a la acción. Es por lo menos nuestra interpretación de practicantes.
En la ciencia biológica se habla de la plasticidad del cerebro, pero cambia en base a los pensamientos que tenemos cada día y por tanto el entrenamiento mental es algo que no es sólo para sentirse bien un rato, es un entrenamiento a largo plazo que produce cambios duraderos, es un auténtico laboratorio interior basado únicamente en la experiencia. La ciencia occidental está basada en la experiencia, la verificación, las hipótesis, las verificaciones a través de diferentes investigadores que encuentran lo mismo a través de diferentes protocolos. Nosotros hacemos lo mismo pero para el interior, por eso Budha dijo “no creáis lo que digo simplemente por respeto a mi, redescubridlo por vuestra propia experiencia”.
Dichas investigaciones demuestran que es posible desarrollar considerablemente cualidades como la atención, el equilibrio emocional, el altruismo y la paz interior. Otros estudios también han mostrado los beneficios que se derivan de veinte minutos de meditación diaria practicada de seis a ocho semanas; dichos beneficios son: disminución de la ansiedad y de la vulnerabilidad al dolor; descenso de la tendencia a la depresión y a la ira, y fortalecimiento de la atención, del sistema inmunitario y del bienestar general. Así pues, mirada desde cualquier ángulo —el de la transformación personal, el del desarrollo del amor altruista o el de la salud física—, la meditación constituye un factor esencial si se quiere tener una vida equilibrada y rica en cuanto a su sentido.
No podemos elegir lo que somos, pero podemos tener ganas de mejorar. Esta aspiración dará sentido a nuestro espíritu. Pero sólo con desearlo no bastará: tendremos que ponernos manos a la obra.
Cultivar el amor y la compasión es una apuesta doblemente ganadora, ya que la experiencia muestra que son los sentimientos que más bien nos hacen, y que los comportamientos que generan son bien percibidos por los demás.
La última razón de ser de la meditación es la de transformarse a sí mismo para transformar mejor el mundo, o convertirse en un ser humano más bueno para servir mejor a los otros. La meditación permite dar a la vida su sentido más noble.
La meditación es un proceso de formación y transformación. Para que tenga sentido, debe reflejarse en cada aspecto de nuestra manera de ser, en cada una de nuestras acciones y actitudes.
No hay que aceptar pasivamente las adversidades, ya que hay cosas que se pueden hacer para lidiar con nuestra mente, incluso en las situaciones más difíciles. ¿Cuáles son esos bálsamos del desaliento? "Valorar la amistad o pasar el tiempo con tus seres queridos, por ejemplo. No tiene ningún beneficio perder también estas cosas. Hay que mantenerlas y valorarlas para que, al menos, haya algo maravilloso y de gran valor en nuestras vidas que pueda marcar la diferencia".
El diálogo es la única solución para que al final del proceso haya dos vencedores y no dos vencidos.
La empatía debe ir acompañada del amor y de la gentileza, de lo contrario es como un molino de agua sin agua.
Gran parte de los males que azotan al mundo contemporáneo –el calentamiento global, la pobreza, la precariedad en salud y educación, la economía–  se explican mediante una carencia la compasión y la preocupación por el prójimo. Por el contrario un alto respaldo social favorece la sanidad mental, la longevidad y la capacidad para vivir en comunidad, y además reduce los problemas cardíacos y el abuso de sustancias.
El amor es lo único que siempre se dobla cada vez que inviertes.
Que seas un artista excepcional no quiere decir que seas un ser humano excepcional. Para predicar la felicidad no se puede ser sólo el mensajero, hay que ser también el mensaje.
A pesar de las condiciones externas la felicidad está en la mente de cada uno. Tu mente puede ser tu mejor amiga o tu peor enemigo.

Esta Enseñanza de Ricard la expongo no como un contraste pero sí cual analogía con los dos tulkus del Tíbet que se radicaron en América. Ellos, los tulkus, fueron escogidos, reverenciados y formados desde niños, Ricard, teniendo el éxito de la Ciencia occidental en sus manos, por Voz Interior migró a Nepal, ingresó a un monasterio, llevó la dura vida de formación y transformación por años y tras mucho esfuerzo y sacrificio logró ser lama, dominar el idioma, traducir varios libros, ser intérprete en francés del Dalai Lama y, a pedido de él ir a Estados Unidos con otros monjes orientales budistas meditantes para ser estudiados con la moderna tecnología imaginológica de resonancia cerebral y, en esos estudios, demostrar que él era quien lograba los más altos índices de felicidad por sobre los índices imaginado por la Ciencia. Yo diría que no me sorprende...

Los dos Tulkus por personales razones dejaron la vida de monasterio y el rigor de monjes en Oriente, cumpliendo en Occidente la Misión de, esa milenaria Enseñanza Oriental hacerle entendible para nuestra mentalidad Occidental. Los tres, con el que desde Francia migró a Nepal para ser y seguir siendo monje, en sus oraciones y meditaciones señalan en síntesis lo mismo:

AMOR, ALTRUISMO Y COMPASIÓN para todos por igual.



Dr. Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
10 de agosto de 2014

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