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Collage -VII-
El hombre más feliz
Proemio
}
El monje budista
Matthieu Ricard fue estudiado por el
neurocientífico Dr Richard Davidson, investigador del
Laboratorio de
Neurociencia Afectiva de la U. de Wisconsin quien
ha pasado las últimas dos décadas estudiando la
plasticidad del cerebro con monjes budistas tibetanos
-su capacidad de cambiar-. Su objetivo: comprender -a través de
neuroimagen cerebral-
cómo sus prácticas contemplativas cambian el cerebro
humano, funcional
y estructuralmente. El científico en 2012 estudió al
monje
Matthieu Ricard. El estudio del cerebro de Ricard, en el que con
sensores detectaron
su nivel de estrés, irritabilidad, placer y satisfacción,
entre otros,
arrojó un nivel de felicidad nunca antes visto. En una escala -que
también se aplicó a voluntarios- donde 0,3 era muy
infeliz y -0,3 muy
feliz, Ricard registró -0,45. Al meditar, además,
produce un nivel de
ondas gamma (vinculadas a la conciencia, la atención y el
aprendizaje),
“nunca antes reportado en la literatura de la
neurociencia”, dijo el
investigador al publicar los resultados. El francés junto a
otros monjes budistas explotan la plasticidad
cerebral para alejar los pensamientos negativos y concentrarse
sólo en
los positivos. Ricard tiene un exceso de actividad en la corteza prefrontal izquierda, lo que provoca un alto nivel de felicidad y que consigue gracias a su nivel de meditación y compasión. Por ello dice que: La felicidad es algo que se puede
aprender, desarrollar y entrenar. Es el altruismo y entender la felicidad no como una sucesión de
momentos placenteros, sino que como un estado de bienestar y de
sentirse fuerte y enfrentar
la adversidad, mantener, en la desesperación, la fuerza mental,
la compasión y la determinación de ayudar a otros. Me
di cuenta de que no logré encontrar una correlación entre
tener un
talento particular y ser una buena persona. Hay grandes seres humanos,
y seres humanos más difíciles, pero no hay una
correlación con lo que
hacen. Que seas un artista excepcional no quiere decir que seas un ser
humano excepcional. Por los grandes maestros del budismo supe que para
predicar la felicidad "no se puede ser sólo el mensajero, hay
que ser también el mensaje". La compasión y la
empatía funcionan de modos distintos. Hay que cambiar
la empatía por amor puro y en ese momento cualquier átomo
de tu cuerpo
que pueda estar sufriendo se transforma en un átomo de amor y tu
estado
mental es completamente distinto". Para la moderna neurociencia sus resultados de mejor actividad cerebral
fueron tan sorprendentes y por sobre la norma que un periodista lo
llamó a Ricard "El hombre más feliz del mundo".
En una entrevista el Dr Brian Weiss impulsor de la hipnosis regresiva a la vida anterior señala ante la pregunta: ¿Ha tenido alguna experiencia que pudiera calificar de paranormal? Responde:
Bueno, no sé hasta qué punto.
Hay muchas personas que afirman ver auras y colores. Hace unos años asistí a
una pequeña reunión en Estados Unidos con el Dalai Lama. A su alrededor y
alrededor de los otros lamas que le acompañaban vi un halo de luz dorada. Se me
ocurrió decirlo y con gran sentido del humor todos se echaron a reír diciendo
que sí, que tenían esa luz a su alrededor. Estuvo muy bien.
“EL HOMBRE
MÁS FELIZ DEL PLANETA”
Nos hemos acostumbrado a creer que la felicidad es una especie de
competencia olímpica para tener más, ser más exitoso, sentir más placer y
hacer más cosas… Ahora los investigadores del Laboratorio de
Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin nos dan una
sorpresa de fundamentos científicos.
El
hombre más feliz del planeta es un individuo que vive en una celda de
dos por dos, no es dueño ni ejecutivo de ninguna de las compañías del
Fortune 500, no tiene relaciones sexuales desde hace más de 30 años, no
vive pendiente del celular ni tiene Blackberry, no va al gym ni maneja
un BMW, no viste ropa de Armani ni Hugo Boss, desconoce tanto el Prozac
como el Viagra o el éxtasis, y ni siquiera toma Coca-Cola.
En suma:
Su
nombre es Matthieu Ricard, francés, occidental por nacimiento, budista
por convicción y el único entre cientos de voluntarios cuyo cerebro no
sólo alcanzó la máxima calificación de felicidad prevista por los
científicos (-0.3), sino que se salió por completo del “felizómetro”.
Por
el contrario, ahí donde la mayoría de voluntarios mostró bajísimos
niveles -satisfacción y plenitud existencial-, Ricard superó todos los
índices. Esto es, en todas y cada una de las sensaciones positivas,
dando origen al título de "el hombre más feliz del planeta".
Lo paradójico del caso no es que él sea un hombre tan feliz, sino cómo llegó a serlo.
Y es que Ricard no es ajeno a nada de esto
Se
fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes,
aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero.
Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros
-producto de la venta de sus libros- a monasterios y obras de caridad.
Pero eso no es la causa, sino la consecuencia de su felicidad…
La causa hay que buscarla en
otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson, y no es
ningún misterio ni gracia divina.
Por
el contrario, quien trabaja en pensar bien de los demás y ver el lado
amable de la vida, ejercita el córtex izquierdo, elevando las emociones
placenteras y la felicidad.
Ricard advierte que no se trata de
decidir ver la vida en rosa de un día para otro, sino de trabajar
sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto
hemos fortalecido creyéndonos víctimas del pasado, de los padres o del
entorno, y paralelamente, comenzar a ejercitar los músculos mentales que
nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia
felicidad.
Al
final, los resultados del estudio de nuestra civilización consumista
-donde el Prozac se vende cuatro veces más que el Viagra- confirman
ahora sí con pruebas científicas en mano, lo que humanistas y profetas
de todas las épocas han venido diciendo …sin que los científicos
materialistas les dieran ni un mínimo de crédito…
A saber:
No
depende de nada ni de nadie externo a la persona (Buddha). La clave
para ser feliz mora en el interior de cada uno (Jesús). La felicidad es
un hábito, o el resultado de varios hábitos (Aristóteles).
Ricard
admite que su camino no es más que uno entre muchos, Pero advierte que
ser feliz necesariamente sucede al dejar de culpar a los demás de
nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente. “Vivir
las experiencias que nos ofrece la vida, es obligatorio; sufrirlas o
gozarlas, es opcional".
http://abriendoconciencia.blogspot.com/2008/01/el-hombre-mas-feliz-del-mundo.html
Desarrollo
LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ
Cuento de León Tolstoi (1828 - 1910)
En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un
zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores
médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios
que conocían y
otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el
estado del zar parecía cada vez peor. Le hicieron tomar
baños calientes y fríos, ingirió jarabes de
eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en
caravanas de lejanos países.
Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes
más insólitos, pero la salud del zar no
mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la
mitad de lo que poseía a quien fuera
capaz de curarle.
El anuncio se propagó rápidamente, pues las
pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron
médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para
intentar devolver la salud al zar. Sin
embargo fue un trovador quien pronunció:
—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros
males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz:
vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.
Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la tierra, pero
encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que
tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía,
carecía de amor, y quien lo tenía se quejaba de los
hijos.
Mas una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña
choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la
chimenea:
—¡Qué bella es la vida! Con el trabajo realizado,
una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares ¿qué
más podría pedir?
Al enterarse en palacio de que, por fin, habían encontrado un
hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del
zar ordenó inmediatamente:
—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!
En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para
celebrar la inminente recuperación del gobernante.
Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios
con la camisa que curaría a su gobernante, mas, cuando por fin
llegaron, traían las manos vacías:
—¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!
—Señor -contestaron apenados los mensajeros-,el hombre feliz no tiene camisa.
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¿Cómo cambia el cerebro con la meditación?
¿La gente puede
fortalecer los
circuitos cerebrales asociados con la
felicidad y el
comportamiento positivo, de la misma forma que podemos fortalecer nuestros músculos con ejercicio?
Richard Davidson, quien durante décadas ha practicado la
meditación budista, una forma de ejercicio mental, insiste en que podemos.
Y Davidson, quien ha meditado desde que visitó
India cuando se graduó de
Harvard en los años 70, está convencido de esto, más allá de su propia experiencia.
Como psicólogo en la Universidad de Wisconsin, se volvió líder de un campo relativamente nuevo, llamado
neurociencia contemplativa, la ciencia que estudia los
efectos de la
meditación en el
cerebro.
Durante la última década, Davidson y sus colegas han producido
evidencia científica para la teoría de que la meditación —la antigua
práctica oriental de sentarse concentrándose en ciertos objetos— puede
mejorar al cerebro.
"Todos sabemos que si realizamos cierto tipo de ejercicios de forma
regular podemos fortalecer grupos musculares de forma predecible", dijo
Davidson, en su oficina en la Universidad de Wisconsin, donde su equipo
de investigación ha
estudiado a monjes budistas y a otros
meditadores con
tomografías cerebrales.
"Fortalecer los sistemas neurales no es fundamentalmente distinto",
dijo. "Básicamente remplaza ciertos hábitos mentales por
otros". Los
neurocientíficos que estudian la meditación dicen que
obtener este
hábito puede fortalecer los circuitos cerebrales responsables de
mantener la concentración y de generar empatía.
Un estudio reciente realizado por el equipo de Davidson descubrió que los meditadores
novatos estimularon sus
sistemas límbicos, la red
emocional del cerebro, durante la práctica de meditación de
compasión, una antigua práctica del budismo tibetano.
Esa no es una gran sorpresa, dado que la meditación de compasión
pretende generar un estado emocional específico de empatía intensa, en
ocasiones llamado "de amor y bondad".
Pero el estudio también descubrió que los meditadores expertos
(monjes con más de 10,000 horas de práctica) mostraron una actividad
significativamente mayor de su sistema límbico. Los monjes parecían
haber
cambiado permanentemente sus
cerebros para ser más empáticos.
Un estudio previo realizado por algunos de los mismos investigadores
descubrió que los meditadores comprometidos experimentaban cambios
sustanciales en las funciones base del cerebro, es decir, habían
modificado la forma en la que sus cerebros funcionaban incluso fuera de
la meditación.
Estos cambios incluían la activación acelerada de la región anterior
izquierda cerebral que, se cree, es responsable de generar las
emociones positivas. Los investigadores descubrieron la transformación
en novatos que se inscribieron a un curso de ocho semanas de meditación
de conciencia plena, una técnica budista.
Pero la mayoría de las investigaciones cerebrales en torno a la
meditación siguen siendo preliminares, y esperan ser corroboradas por
otros científicos. Los beneficios psicológicos de la meditación y su
uso en tratamientos para condiciones tan diversas como depresión y
dolor crónico son más reconocidos.
La ciencia cerebral seria en torno a la meditación surgió apenas en
la última década, desde que las resonancias magnéticas permiten a los
científicos observar el cerebro y monitorear los cambios en tiempo
relativamente real.
A principios de los 90, un investigador de la Universidad de
Pensilvania, Andrew Newberg, dijo que los escaneos cerebrales de los
meditadores con experiencia mostraban que la corteza prefrontal, la
zona del cerebro que alberga la atención, tenía un mayor desempeño
durante la meditación, mientras que la región cerebral que se concentra
en la orientación de tiempo y espacio, llamada lóbulo parietal
superior, se oscurecía.
Newberg dijo que sus hallazgos explican
por qué los meditadores son capaces de concentrarse intensamente al mismo tiempo que describen sentimientos de trascendencia durante esa práctica.
http://mexico.cnn.com/salud/2010/10/31/como-cambia-el-cerebro-con-la-meditacion
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Científico inspirado por los estudios del Dalai Lama sobre la Felicidad
Luego de enterarse de su investigación de vanguardia sobre el cerebro y
las emociones a través de amigos mutuos, el Dalai Lama invitó a Richard
Davidson a su casa en la India en 1992 para plantearle una pregunta.
“Los
científicos a menudo estudian la depresión, la ansiedad y el miedo,
pero ¿por qué no dedicar su trabajo a las causas de las cualidades
humanas positivas como la felicidad y la compasión?” preguntó el
exiliado líder espiritual tibetano.
“No pude darle una buena
respuesta”, recuerda Davidson, neurocientífico de la
Universidad de Wisconsin-Madison.
Desde
entonces, Davidson se ha convertido en un socio en los intentos del
Dalai Lama para construir una conexión entre el budismo y la ciencia
occidental. Este fin de semana, el Dalai Lama inaugurará la apertura
del Centro para la Investigación de la Mente Sana, en Centro de la
Universidad Waisman, donde más de una docena de investigadores
estudiarán la ciencia detrás de las cualidades positivas de la mente.
Davidson dijo que el centro será el único en el mundo que tiene una
sala de meditación junto con un laboratorio de imágenes cerebrales.
La
investigación de Davidson ha utilizado la tecnología de imágenes
cerebrales de monjes budistas y otros practicantes veteranos en la
meditación, para tratar de saber cómo es que su entrenamiento afecta la
salud mental.
Los resultados de su equipo sugieren que la
meditación y otras “prácticas contemplativas” pueden mejorar la
compasión, la empatía, la amabilidad y atención. También apoyan la idea
de que incluso los cerebros adultos pueden cambiar a través de la
experiencia y del aprendizaje.
“Él ha hecho algunos
descubrimientos interesantes acerca de la meditación, y creo que está
haciendo muy buena ciencia”, dijo John Wiley, quien fue el rector de la
universidad del 2001 al 2008 y es Director Interino de los Institutos
para el Descubrimiento de Wisconsin.
En un principio, “había un
número significativo de sus colegas de todo el mundo que desconfiaban y
pensaban que esto no estaba basado adecuadamente en la ciencia pura”,
dijo Wiley. “Él les demostró que estaban equivocados.”
Esto ha
surgido debido a que el Dalai Lama ha invertido más tiempo promoviendo
la investigación de las prácticas tradicionales de meditación budista,
e instando a los científicos para ayudar a crear un mundo más ético y
pacífico.
Davidson, nombrado como una de las cien personas más
influyentes por la revista Time en 2006, aparecerá cinco veces con el
Dalai Lama en eventos científicos este año.
“Su relación con el
Dalai Lama brinda mucha influencia pública a la ciencia pura que él
hace”, dijo David Addiss, un antiguo oficial de los Centros de Control
de Enfermedades que ahora trabaja en el Instituto Fetzer, una
organización no lucrativa de Michigan que dio a Davidson una subvención
de US$2.5 millones.
Sin embargo, la relación de Davidson con el
Dalai Lama sigue siendo controversial. Cuando él invitó al Dalai Lama a
hablar en una conferencia de neurociencia en 2005, decenas de
investigadores firmaron una petición de protesta.
Algunas de las
críticas parecían motivadas por investigadores chinos que están en
desacuerdo con la postura política del Dalai Lama sobre el Tíbet. Otros
dijeron que era una combinación inadecuada de la fe con la ciencia.
Davidson,
quien medita cada mañana, pero que no se considera un budista
practicante, también ha sido criticado por estar demasiado cerca de
alguien que tiene un interés en el resultado de su investigación.
Davidson
dijo que el compromiso del Dalai Lama con la ciencia es extraordinario,
para un líder religioso de su talla, e indicó que Su Santidad ha dicho
que está dispuesto a renunciar a cualquier parte del budismo que se
contradiga con los hechos científicos.
“Él también es el primero
en señalar las limitaciones de la meditación y en decir que no es una
cura para todo y que tiene efectos muy limitados sobre la salud”, dijo
Davidson.
Davidson está listo para probar su investigación en
situaciones del mundo real. El centro tiene previsto comenzar a
entrenar maestros locales de quinto grado el próximo otoño, para
cultivar entre sus estudiantes habilidades tales como la paciencia y la
relajación.
“Estamos muy interesados en que su investigación
demuestre a los estudiantes que pueden aprender a relajarse y así
enfocarse más en el aprendizaje”, dijo Sue Abplanalp, asistente
superintendente de las escuelas elementales en las escuelas públicas de
Madison.
https://www.facebook.com/notes/casa-tibet-m%C3%A9xico/cient%C3%ADfico-inspirado-por-los-estudios-del-dalai-lama-sobre-la-felicidad/393401581475?comment_id
=13056705&offset=0&total_comments=1
Richard Davidson crea el Centro para la Investigación de Mentes Saludables
El
centro busca continuar consolidando el camino hacia la incorporación de
las prácticas contemplativas en Occidente a través de la investigación
científica y rigurosa de sus efectos en el cerebro y el sistema
nervioso.
El Dr. Richard Davidson
es un neurocientífico mundialmente reconocido por haber dedicado gran
parte de su carrera a la investigación de los mecanismos que
contribuyen a generar desordenes emocionales como la depresión y la
ansiedad. Sus estudios también se han centrado en evaluar cómo los
factores psicológicos y sociales influyen en la salud física y en los
últimos años se ha dedicado a la investigación de las cualidades
saludables de la mente. La investigación está demostrando como la
práctica de Mindfulness (atención plena), la compasión y las conductas
sociales son reguladas por circuitos centrales del cerebro y Davidson
sostiene que estos circuitos cerebrales son plásticos: pueden cambiar a
través de las circunstancias y del entrenamiento.
En este nuevo empredimiento el Dr. Davidson y su equipo han creado
un centro de investigación en el que se estudiará la manera en que las
cualidades saludables de la mente pueden desarrollarse. El Centro para
la Investigación de Mentes Saludables se está construyendo en el Centro Waisman
de la Universidad de Wisconsin-Madison, donde además de las oficinas y
el laboratorio tendrán un salón para la práctica de la meditación.
En el centro se llevarán a cabo investigaciones interdisciplinarias
con rigurosidad científica sobre las cualidades positivas de la mente
como el amabilidad, la compasión, la capacidad de perdonar y la
atención plena (Mindfulness). Este centro se encuentra a la vanguardia
de lo que se denomina Neurociencia Contemplativa. Este nuevo campo se
dedica principalmente al estudio de las prácticas contemplativas y cómo
afectan el cerebro y el sistema nervioso.
El Dr. Davidson ha sido un pionero en este tipo de estudios al comenzar a investigar estas variables a partir de sus encuentros con el Dalai Lama
junto a otros destacados cientificos y contemplativos. Desde hace años
se ha centrado en estudiar a meditadores de larga data y observar los
cambios en el cerebro a partir de la práctica. En estas experiencias ha
comprobado como la meditación se correlaciona con cambios estructurales
y funcionales en el cerebro en monjes que presentaban elevados niveles
de bienestar y felicidad. Davidson refiere que:
"al investigar, desarrollar y ofrecer intervenciones para los
niños y docentes en las escuelas, hospitales, cárceles y comunidades
tenemos la esperanza de poder crear un cambio real en la sociedad".
Con la inauguración de este centro el Dr. Davidson y su equipo
esperan encontrar las claves que permitan, a través de una
investigación rigurosa, allanar el camino para que las prácticas
contemplativas como Mindfulness puedan continuar expandiéndose en la
sociedad y el mundo.
http://www.mindfulness-salud.org/novedades/richard-davidson-crea-el-centro-para-la-investigacion-de-mentes-saludables/
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ESTUDIO CON MONJES BUDISTAS
La meditación forja nuevas conexiones neuronales
La meditación y la disciplina mental pueden cambiar el modo de
trabajar del cerebro. A los monjes budistas la meditación les permite alcanzar
niveles de consciencia inusuales gracias a la creación
de conexiones neuronales que no existen en los individuos que no suelen
realizan prácticas contemplativas.
Así lo han comprobado los investigadores de la
Universidad de Wisconsin-Madison (EE UU) que desde 1992 llevan a cabo un estudio en
colaboración con el actual Dalai Lama y otros monjes
budistas muy experimentados en el arte de la meditación.
Los últimos resultados de este estudio, liderado por los neurocientíficos Antoine Lutz y Richard Davidson, han sido publicados en la revista 'Proceedings of the National Academy
of Sciences'.
Hasta ahora fenómenos como la paz interior y la serenidad
adquiridos a través de la meditación se interpretaban recurriendo a fuerzas
metafísicas. Hoy, gracias a este estudio, los efectos de estas prácticas se han
'traducido' al lenguaje científico. Los monjes budistas que llevan largo tiempo
practicando meditación presentan una gran actividad en una zona determinada
del cerebro, justo detrás de la parte izquierda de la frente, en la corteza
prefrontal izquierda.
En cambio este área no presenta casi
actividad en los individuos que no practican meditación, aunque sí está 'viva'
con más frecuencia en aquellos que tienen un carácter optimista y poco
ansioso.
"Hemos observado que los monjes que llevan meditando largo
tiempo registran una actividad en esa parte del cerebro realmente alta",
explica Richard Davidson, integrante la investigación,
que se desarrolla en el Laboratorio de Imagen Funcional del Cerebro y
Comportamiento.
Asegura que alcanzar un grado de actividad cerebral tan alto en
ese área requiere un entrenamiento, al igual que los jugadores de tenis, por
ejemplo, mejoran con la práctica en la ejecución de este deporte.
Monjes y estudiantes
Todo comenzó cuando en 1992 el Dalai Lama invitó
al doctor Davidson a su casa en Dharamsala,
en la India. Este
psicólogo lleva largo tiempo desgranando los secretos del comportamiento del
cerebro; algo que llamó la atención del Dalai Lama.
Los monjes budistas cuentan con una tradición centenaria de meditación y
recogimiento y la curiosidad llevó al Dalai Lama a
proponer al investigador el estudio del cerebro de los monjes de su comunidad.
Ocho de los monjes más duchos en la meditación se prestaron como
voluntarios para la investigación de Davidson. Son
monjes que han practicado la introspección durante un tiempo estimado de 10.000
a 50.000 horas, durante un tiempo que oscila entre
los 15 y 40 años. El grupo de control lo constituyeron 10 estudiantes sin
experiencia previa en el arte de la meditación a los que instaron a dedicar una
semana de 'entrenamiento' a la contemplación.
Colocaron una red con 256 sensores eléctricos
en la cabeza de los monjes y de los voluntarios y se les animó a meditar
durante un rato.
Los datos registrados por la red de sensores
en los monjes budistas fueron impresionantes. "La amplitud de las ondas
gamma recogidas en algunos de los monjes son las mayores de la historia
registradas en un contexto no patológico", indican en el artículo.
La altísima amplitud de estas ondas -que están asociadas con la
capacidad para prestar atención y el aprendizaje- tiene su explicación en la
suma de las que emiten las diferentes neuronas. Durante la meditación, los
monjes conseguían poner en fase (sincronizar) un número de neuronas muy
elevado.
Un cerebro cambiante
La versión más aceptada hace unos años sobre el desarrollo de
nuestro cerebro indicaba que las conexiones neuronales se fijan cuando somos
bebés y niños y no varían durante la edad adulta. Pero en la última década,
las nuevas técnicas de neuroimagen han permitido
observar cambios en las conexiones neuronales habituales durante la edad adulta
y se ha comenzado a hablar de la llamada 'neuroplasticidad'
o continuidad del desarrollo cerebral durante la edad adulta.
Hoy en día, multitud de estudios constatan que el cerebro no es
estático sino que cambia dinámicamente a lo largo de la vida del hombre.
En opinión de estos científicos, los resultados del estudio
indican que el cerebro, con un correcto entrenamiento, puede desarrollar
funciones y conexiones neuronales nunca imaginadas.
A pesar de todo, el Dalai Lama, al que
le fue otorgado el Premio Nobel de la
Paz en 1989, no cree que los científicos
puedan explicar el nirvana. "La ciencia puede desvelar que ciertas técnicas
podrían ayudar a distinguir los porqués de una vida feliz o una miserable,
pero la comprensión profunda de la naturaleza de la mente sólo puede alcanzarse
a través de la meditación", asegura.
http://www.alfeon.net/estudio-sobre-la-meditacion.htm
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La Biografía del hombre más feliz dice:
Matthieu Ricard (nacido en 1946) es un monje budista que reside en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling en Nepal. Nació en París. Es hijo del renombrado filósofo francés Jean-François Revel
(Jean-François Ricard) y de la pintora Yahne Le Toumelin, por lo que
creció rodeado de las ideas y personalidades de los círculos
intelectuales franceses. Viajó por primera vez a la India en 1967.
Obtuvo el doctorado en
Biología Molecular en el Instituto Pasteur
bajo el patrocinio del premio Nobel François Jacob.
Después de terminar
su tesis doctoral en 1972, Ricard decidió abandonar su carrera
científica y concentrarse en la práctica del budismo
tibetano. Vivió en el Himalaya y fue discípulo de Kangyur Rinpoche,
un maestro de una ancestral escuela budista de la tradición Nyingma.
Después se convirtió en discípulo cercano de Dilgo Khyentse Rinpoche
hasta su muerte en 1991. Desde entonces, ha dedicado sus esfuerzos a completar la visión de Khyentse Rinpoche.
Las fotografías de
Ricard de los maestros espirituales, del paisaje y de la gente del
Himalaya han sido publicadas en numerosos libros y revistas. Henri
Cartier-Bresson dijo sobre su trabajo: "la vida espiritual de Matthieu
y su cámara son uno, haciendo que sus imágenes sean
fugaces y eternas".
Matthieu es el autor y fotógrafo de Journey to Enlightenment (El viaje hacia la Iluminación) y Monk Dancers of Tibet (Los monjes danzantes del Tibet) y del fotolibro: Buddhist Himalayas (El Himalaya Budista) como colaborador, así como el reciente Tibet, an Inner Journey (Tibet, un viaje hacia el interior). También es el traductor de numerosos textos budistas incluyendo The Life of Shabkar (La vida de Shabkar). El Monje y el Filósofo, libro que recoge un diálogo con su padre Jean-François Revel, fue un best-seller en Europa y fue traducido a 21 idiomas, y "El Infinito en la Palma de la Mano" (The Quantum and the Lotus),
en colaboración con Trinh Xuan Thuan) refleja su interés en la relación
de la ciencia y el budismo. Su último libro: "En Defensa de la
Felicidad" (Cultivating Life's Most Important Skill) también se convirtió en un best-seller en Francia.
Miembro del "Mind and Life Institute", y asiduo participante de los
encuentros y el desarrollo colaborativo entre científicos y estudiantes
budistas, sus contribuciones han aparecido en "Trabajando con las
Emociones Destructivas" (Working with Destructive Emotions), editado por Daniel Goleman
y en otros muchos libros de ensayo. Está involucrado en el estudio y
desarrollo de los efectos del entrenamiento mental sobre el cerebro en
las universidades de Madison-Wisconsin, Princeton y Berkeley. En uno de
estos estudios en la Universidad de Wisconsin, investigadores colocaron
256 electrodos en su cráneo y los sometieron a un aparato de
imágenes funcionales por resonancia magnética nuclear (fMRI). Se
encontró que Matthieu Ricard logró el más alto nivel de actividad en la
corteza cerebral pre-frontal izquierda, lo que se asocia a las
emociones positivas. La escala varia de + 0.3 à -0.3 (beatitud),
Matthieu Ricard alcanzaba resultados de –0.45, completamente por fuera
de la escala. Un nivel nunca registrado en otro ser humano.
Los resultados de éste estudio, publicados en el año 2004 por la
Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, constituyen la
quinta referencia científica mas consultada en la historia.
También a participado en estudios y discusiones en las Universidades
de Harvard, en los E.E.U.U, Maastricht en los Países Bajos y Leipzig en
Alemania.
Francia le otorgó la
Orden Nacional al Mérito por su trabajo
humanitario en Oriente. Durante los últimos años, Ricard
ha dedicado
sus esfuerzos y los beneficios económicos de sus publicaciones a
varios
proyectos de desarrollo y asistencia en Asia, incluyendo la
construcción y mantenimiento de clínicas, colegios y
orfanatos. Desde 1989, ha ejercido como intérprete de
francés y asesor personal del décimo cuarto Dalái
Lama: Tenzin Gyatso siendo uno de los primeros monjes europeos en
hablar y traducir el idioma tibetano.
Wikipedia
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Declarado el hombre más feliz del planeta
¿Una
bonita casa en la playa? Matthieu Ricard prefiere el monasterio
apartado de toda civilización donde vive, en las montañas de Nepal.
¿Una cuenta bancaria boyante? Ha entregado todo el dinero de las ventas
de sus libros a la caridad. ¿Quizá un matrimonio bien avenido o una
excitante vida sexual? Tampoco: a los 30 años decidió acogerse al
celibato y dice cumplirlo sin descuidos. En realidad, Matthieu Ricard
carece de todas las cosas que los demás perseguimos con el
convencimiento de que nos harán un poco más felices. Y sin embargo,
este francés de 61 años, biólogo molecular hasta que decidió dejarlo
todo y seguir el camino de Buda, es más feliz que usted y yo. Mucho más
feliz. El más feliz.
Científicos de la Universidad de Wisconsin
llevan años estudiando el cerebro del asesor personal del Dalai Lama
dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a
constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres
horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para
detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer,
satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.
Los
resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de
voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3
(muy infeliz) a -0.3 (muy feliz). Matthieu Ricard logró -0.45,
desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los
registros anteriores y ganándose un título -"el hombre más feliz de la
tierra"- que él mismo no termina de aceptar. ¿Está también la modestia
ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que
efectivamente la cantidad de "emociones positivas" que produce su
cerebro está "muy lejos de los parámetros normales".
¿Estaremos
todos equivocados? El problema de aceptar que Ricard es el hombre más
contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado
equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo
en la contemplación y que carece de bienes materiales es capaz de
alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes
seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un carro más
grande o una pareja más estupenda?
Los trabajos sobre la felicidad
del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia
Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento
de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto,
moldeable. "La plasticidad de la mente", en palabras del científico
estadounidense, cuyo estudio es el quinto más consultado por la
comunidad investigadora internacional.
Los científicos han logrado
probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones
placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan
depresión, ansiedad o miedo. "La relación entre el córtex izquierdo y
el derecho del cerebro puede ser medida y la relación entre ambas sirve
para representar el temperamento de una persona", asegura Ricard, que
durante sus resonancias magnéticas mostró una actividad inusual en su
lado izquierdo.
Los neurocientíficos americanos no creen que sea
casualidad que durante los estudios llevados a cabo por Davidson los
mayores registros de felicidad fueran detectados siempre en monjes
budistas que practican la meditación diariamente. Ricard lo explica en
la capacidad de los religiosos de explotar esa "plasticidad cerebral"
para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los
positivos. La idea detrás de ese concepto es que la felicidad es algo
que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y, lo
que es más improbable, alcanzar definitivamente y sin condiciones.
Éxtasis
mental Lograr el objetivo de la dicha no es fácil. Ricard ha escrito
una decena de libros -estos días combina sus retiros espirituales con
la promoción de su obra "Happiness" en el mundo anglosajón- y cientos
de artículos tratando de mostrar el camino y, aunque la mayoría de sus
obras se han convertido en éxitos editoriales, el propio autor descarta
que su lectura garantice el éxito. Al igual que un logro en atletismo o
en la vida laboral, el cambio sólo es posible con esfuerzo y tenacidad,
pero Ricard asegura que todo habrá merecido la pena una vez se alcanza
el estado de éxtasis mental que logran los elegidos. En su "Defensa de
la felicidad" (Urano), el monje explica cómo nuestra vida puede ser
transformada incluso a través de variaciones mínimas en la manera en
que manejamos nuestros pensamientos y "percibimos el mundo que nos
rodea".
Es un viaje hacia el interior de uno mismo que Matthieu
Ricard recorrió contra todo pronóstico. Nacido en París en 1946, el
"monje feliz", como se le conoce en todo el mundo, creció en un
ambiente ilustrado. Su padre, Jean-François Revel, fue un reconocido
escritor, filósofo y miembro de la Academia Francesa que reúne a la
elite intelectual del país galo. Su madre dedicó gran parte de su vida
profesional a la pintura surrealista y tuvo un gran éxito antes de
convertirse también ella en monja budista. Ricard vivió en su juventud
los excesos propios del París de los años 60 y tras terminar sus
estudios de secundaria se decidió por las ciencias. Hizo su doctorado
en genética celular en el Instituto Pasteur de París y trabajó con el
premio Nobel de medicina François Jacob. Parecía destinado a
convertirse en uno de los grandes investigadores del campo de la
biología cuando le dio a su padre el disgusto de su vida.
El estudio
de textos budistas desencadenó una llamada espiritual que le llevó a
dejarlo todo. Decidió que el laboratorio no era lo suyo y partió hacia
el Himalaya para hacerse discípulo de Kangyur Rinpoche, un histórico
maestro tibetano de la tradición Nyingma, la más ancestral escuela del
budismo. Era 1972 y las próximas tres décadas de este francés de
carácter suave y cultura exquisita -el único europeo que lee, habla y
traduce el tibetano clásico- iban a ser dignas del mejor guión de una
película.
Tras estudiar con los grandes maestros del budismo, pasar
meses en retiros y recorrer los pueblos del Himalaya, conoció al Dalai
Lama y en 1989 se convirtió en uno de sus principales asesores y en su
traductor al francés. Su posición como mano derecha del Señor de la
Compasión le ha convertido en la figura budista occidental más
influyente del mundo y llevaron al gobierno francés a concederle la
Orden Nacional Francesa.
La vida elegida por Ricard le enfrentó a
los ideales en los que se había formado y al ateísmo de su padre. Ambos
decidieron discutir sus diferencias en El monje y el filósofo, un
diálogo que sólo en Francia vendió 500.000 copias y en el que la
búsqueda de la felicidad está presente en cada capítulo. "Tenía muchas
esperanzas en su futuro profesional y me parecía una lástima que
abandonara [su carrera científica]. Después me di cuenta de que había
transferido su espíritu científico al estudio del budismo", decía el
padre antes de morir, una vez hubo aceptado la elección de Matthieu.
La
idea de Ricard de ofrecerse para los estudios de la mente que llevaba a
cabo la Universidad de Wisconsin estuvo influenciada por el propio
Dalai Lama, que durante años ha colaborado con científicos
occidentales, facilitando el análisis cerebral de los monjes y su
capacidad de aislar la mente durante las sesiones de meditación. Uno de
los aspectos que más ha fascinado a los investigadores es la capacidad
de los monjes de suprimir sentimientos que hasta ahora creíamos
inevitables en la condición humana: el enfado, el odio o la avaricia.
El estudio de sus cerebros demuestra una capacidad extraordinaria para
controlar sus impulsos basados en el principio de que Buda no prometió
a sus seguidores la salvación en el cielo, sólo el final de sus
sufrimientos en la tierra si lograban controlar sus deseos. Para muchos
ese ha sido uno de los puntos flacos del budismo: la limitación de las
ambiciones personales y la pasividad.
Ricard suele acudir a una
anécdota del Dalai Lama para negar que el control de los impulsos
negativos sea igual a pasividad o falta de respuesta, por ejemplo ante
un crimen o un genocidio. "Alguien le preguntó en una ocasión al Dalai
Lama qué haría si alguien entra en una habitación para matar a todos
los presentes. Su respuesta irónica fue: 'Empezaría por disparare a
las piernas. Y si eso no funciona, apuntaría a la cabeza'".
Ricard
cree que el problema es que nuestros sentimientos negativos hacia otras
personas no están a menudo justificados, sino que los hemos creado
nosotros en nuestra mente de forma artificial como respuesta a nuestras
propias frustraciones. Y ése es uno de los impulsos que el monje
francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz.
Para el escritor, la felicidad es "un tesoro escondido en lo más
profundo de cada persona". Atraparla es cuestión de práctica y fuerza
de voluntad, no de bienes materiales, poder o belleza. Los que llegan
al final del viaje y logran la serenidad que lleva a la dicha, asegura
Ricard, sienten lo mismo que "un pájaro cuando es liberado de su jaula".
Satisfacción
filipina Tampoco es necesario leer a este hijo adoptivo de Buda o
retirarse a un templo en el Himalaya para comprobar que el "dinero no
da la felicidad". Los habitantes de las barriadas pobres de Mandila se
muestran, a pesar de sus dificultades, aparentemente más contentos que
los tiburones financieros de la vecina y multimillonaria Hong Kong.
Cada vez que se hace una encuesta sobre felicidad global, los filipinos
aparecen entre los pueblos más satisfechos. Ni la pobreza ni el hecho
de que su país haya sido declarado el "lugar del mundo más afectado por
los desastres naturales" por el Centro para la Investigación y
Epidemiología de Desastres parecen afectar su visión positiva de la
vida. Su intensa vida social y familiar compensa penurias y
privaciones. Los honkoneses, con una renta per cápita 20 veces mayor,
aparecen sistemáticamente en los últimos lugares en los mismos sondeos
de felicidad. La presión consumista, el estrés y el deterioro de las
relaciones sociales figuran entre las causas de insatisfacción más
citadas por los ciudadanos. Todo el desarrollo y el dinero del mundo no
han logrado levantar el ánimo de la Nueva York de Asia.
Matthieu
Ricard ve en resultados como éste la prueba de que cualquiera, no
importa las desgracias que haya vivido, puede alcanzar la felicidad si
cambia el chip mental que a menudo nos hace detenernos en los aspectos
negativos de la existencia. Incluso la pérdida de los seres queridos
puede sobrellevarse con relativa facilidad si se afronta la muerte
desde una perspectiva nueva, menos centrada en su dramatismo. "Mi padre
murió el año pasado a los 82 años. Como dependía tanto de su brillantez
intelectual, cuando se vio limitado se desanimó", asegura el monje,
para quien la muerte de quienes nos rodean debe ser aceptada como un
paso más en el ciclo natural de la vida y no necesariamente como un
episodio triste. "El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no
están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser
conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir
que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro
hogar?".
Los investigadores que han estado analizando las emociones
de Ricard creen que los resultados podrían servir para paliar
enfermedades como la depresión y llevar a la gente a entrenar una mente
saludable de la misma forma que hoy se acude al gimnasio a mejorar la
forma física. Más aún, si como sugiere Ricard, una de las claves de la
satisfacción personal es el control y la supresión de instintos
negativos como el odio, y si existe una forma de limitarlos, estaríamos
ante la posibilidad de mejorar la condición humana y enmendar sus
peores defectos.
Por supuesto son muchos los que apuntan a la
inocencia y la sobredosis de utopía que supone pensar en una aldea
global en la que todo el mundo perdona a los demás y nadie se enfada
con nadie, un mundo basado en las buenas maneras y sentimientos, sin
guerras ni luchas de poder. El monje francés responde a quienes dudan
con la pregunta que mejor define su visión de la vida: "¿Acaso quieres
vivir una vida en la que tu felicidad dependa de otras personas?".
Matthieu
Ricard no quiere. Por eso en lugar de una casa en la playa ha elegido
una vida contemplativa en el monasterio nepalí de Shechen; por eso ha
regalado los millones de euros procedentes de sus libros (se han
vendido millones de copias en todo el mundo y han sido traducidos a una
decena de lenguas); y quizá por eso ha evitado los conflictos propios
de la vida matrimonial. El "hombre más feliz del mundo" no sugiere que
todo el mundo haga lo mismo para encontrar la dicha. Sólo que
aprendamos que la deseada casa de la playa, los millones en el banco o
esa pareja tan atractiva tampoco nos conducirán a ella. Aprender a
contentarnos con lo que tenemos quizá sí.
http://budismo-kagyu.blogspot.com/2007/05/declarado-el-hombre-ms-feliz-del.html
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Entrevistas
1.-
Los hábitos de la felicidad
¿Nos puede describir brevemente su trayectoria y área de especialización?
Ricard:
Nací en Francia. Mi padre fue un reconocido filósofo y periodista
francés, y mi madre era pintora. Así que crecí en los círculos
intelectuales de París. Cuando yo tenía 20 años, en 1967, viajé a la
India, después de haber visto algunos documentales sobre algunos
grandes maestros espirituales ... y me impresionó mucho este encuentro.
Así que estuve yendo y viniendo cada verano durante cinco o seis años.
Y luego en 1972, cuando tenía 26 años, justo después de terminar mi
doctorado en el Instituto Pasteur, me fui definitivamente a los
Himalayas, y ahora son casi 40 años, y he vivido allí felizmente.
A
partir de 1989, he estado al servicio del Dalai Lama como su intérprete
francés. Y luego me involucré en la ciencia de nuevo en el 2000, cuando
un programa de investigación sobre el efecto de la meditación y el
entrenamiento de la mente sobre el cerebro se puso en marcha en
diversos laboratorios en Madison, Wisconsin, Princeton, Harvard,
Berkeley, y ahora en Zurich y Austria.
¿Cuál fue su principal inspiración para
dejar la biología molecular y desplazarse al Himalaya?
¿Fue una persona?
Ricard: Sí, por supuesto, un maestro espiritual.
Antes conocí a gente bastante extraordinaria. Almorcé con Igor
Stravinsky cuando tenía 16 años ... Algunas de las personas que conocí
eran gente maravillosa, como seres humanos, y otras personas eran más
complicadas. No encontraba una correlación entre su genio en
particular, jugando ajedrez y la música y las matemáticas, etc ..., con
sus cualidades humanas. Algunos eran realmente buenos, gente
maravillosa, y algunos personajes tenían un carácter difícil, pero no
había una clara correlación. Pero cuando me reuní con algunos maestros
espirituales, yo pensaba que tenía que haber una correlación, y resultó
ser verdad. No se puede ser al mismo tiempo un maestro espiritual y ser
alguien que siempre está enfadado. No funciona.
Fue la calidad
humana de esos notables sabios lo que me impresionó, y pensé, "Esto es
para mí, una fuente de inspiración, una vida ejemplar", y sólo quería
pasar tiempo con ellos para beneficiarme de sus enseñanzas, de su
inspiración, de lo que eran. A menudo, ellos mismos eran una gran parte
de las enseñanzas. Y después de muchos años, yo me reconfortó de ver
que no era sólo una apariencia. Todo lo que pude ver durante tantos
años me ha confirmado que realmente fueron seres humanos excepcionales
... Ejemplos de sabiduría, de compasión, de bondad, y que realmente han
inspirado toda mi vida.
Usted ha dicho que volvió a la
ciencia en el 2000, con algunas investigaciones en Madison, Princeton,
y otras universidades. ¿Podría contarme más sobre ello?
Ricard: El
Dalai Lama ha estado sumamente interesado en la ciencia desde su
infancia. Había un grupo de personas que pensaron que deberíamos
facilitarle encuentros con grandes científicos. Así nació Mind and Life
Institute, fundada por un notable neurocientífico chileno, Francisco
Varela, y un empresario americano llamado Adam Engle y, desde entonces
ha habido muchas reuniones maravillosas.
En el año 2000 en la
India, tuvimos una reunión de cinco días sobre las emociones
destructivas con el Dalai Lama y con grandes científicos que estudian
las emociones, psicología y neurociencia. A mitad de camino de esa
reunión, el Dalai Lama preguntó: "¿Qué podemos aportar a la sociedad?"
Y entonces fue cuando tuvimos la idea de lanzar un programa de
investigación sobre el efecto que el entrenamiento de la mente y la
meditación tiene sobre el cerebro.
He participado desde el
principio ya que yo era el que estaba entre los dos mundos, habiendo
hecho años de retiros en aislamiento y teniendo como tengo una
formación científica. Fui el primer conejillo de indias y también ayudé
a los científicos a pensar en el protocolo científico para investigar
el efecto de la meditación. Y, a continuación, por supuesto, muchos
otros “meditadores experimentados” que habían hecho entre 10.000 a
40.000 horas de meditación se sumaron al proyecto. Y ahora varios
artículos y revistas científicas de alto perfil se han publicado y han
tenido un gran impacto en la comunidad científica sobre el efecto de la
meditación, que muestra los cambios profundos en el cerebro y en la
capacidad de generar estados muy potentes y ondas cerebrales (la onda
de gamma), que eran tan intensas que no se habían observado hasta ahora
en la historia de la neurociencia. Los estudios se han centrado
mayormente en la meditación de compasión y en la meditación para
centrar la atención. Esos son sólo dos de muchos tipos de meditaciones,
pero no podemos estudiar todo al mismo tiempo.
Esto es
realmente un nuevo campo que podemos llamar neurociencia contemplativa.
Richard Davidson, en Wisconsin está trabajando en ello, pero hay otros
laboratorios que también tienen una gran participación. Dentro de unos
días en la Universidad de Harvard vamos a tener una reunión con el
Dalai Lama, y seis laboratorios van a venir para compartir sus trabajos
recientes para ver como podemos avanzar un paso más.
Es decir, esto está sucediendo ahora mismo, ¿es una investigación en curso?
Ricard:
Sí, es un proyecto de carácter continuado. El NIH ha cedido fondos para
la investigación. Tiene gran interés porque muestra cambios dramáticos,
no sólo para los que hicieron 40.000 horas de meditación, sino también
para los que hicieron tres meses, una media hora al día. La
investigación muestra una disminución significativa en los rasgos de
ansiedad, tendencia a la depresión, una mejora del sistema
inmunológico, una reducción de cortisol que lleva al estrés, incluso
reducción de la presión arterial, usando una técnica de meditación muy
popular llamada MBSR (reducción del estrés basado en amplitud mental).
Tres meses de este entrenamiento han demostrado que disminuyen la
presión arterial .. en personas que tenían la tensión alta...Estos son
resultados importantes... La terapia cognitiva basada en mayor
conciencia, puede reducir el riesgo de recaer en una depresión ... Las
recaídas se reducen en cerca del 30 por ciento ...
El efecto
placebo se conoce hace muchos años. Es un efecto considerable que puede
curar al 30 por ciento en muchos casos. A veces la gente mira por
encima del hombre y dice: "Ja, ja", no te he dado nada y te has
curado”. Pero de hecho ... en lugar de decir, "te hemos engañado"
deberíamos decir: "Mira, hemos puesto evidencia el hecho de que cambiar
tu actitud tiene un efecto curativo ... Quizá se pueda ir directamente
al cambio de actitud, al cambio de mente”. Enseñar, en lugar de tratar
a las personas como niños y darles placebos. De eso es de que trata el
entrenamiento de la mente. Y la reducción de estrés basada en la
conciencia (MBSR) tiene ese mismo efecto.
Así que cambia tu
actitud y que sea más positiva. No significa ... "Oh, voy a estar bien,
seguro". No hay que ser infantil. Tienes que dejar de preocuparte de
verdad, desarrollar el verdadero deseo de vivir y conseguir una buena
motivación, como "tengo una vida mejor y la puedo poner a disposición
de los demás." Creo que si tu dirección en la vida está clara y si
tienes el deseo de conseguir o de tener una vida plena y contribuir
algo a los demás, creo que eso definitivamente te da la fuerza de
querer estar vivo, que será el mejor placebo ...
Subestimamos
enormemente el poder de transformación de la mente. Los placebos son
como piruetas de optimismo, pero podemos conseguir mucho más
trabajando directamente con la mente ... ¡y funciona!
¿Cómo crees que los placebos, la medicina alternativa y la medicina occidental pueden hacer un trabajo conjunto?
Ricard:
Cuando ves a un médico tibetano atendiendo a un paciente, en primer
lugar, por supuesto, están los muchos medicamentos maravillosos que
vienen de allí de los últimos 2000 años. Pero este médico normalmente
es tan atento, tan amable, y tan cuidadoso con tus sentimientos que te
ve como un ser humano en lugar de apresurarse a hacerte unas de pruebas
rápidas. Eso mismo, la seguridad y confianza en alguien que se preocupa
por tí es, por supuesto, muy estimulante ... que alguien se preocupe
por tí.
Por lo tanto, el aspecto humano está mucho más presente
en este tipo de terapias. Y estoy seguro de que genera gran parte de su
eficacia.
¿Qué sugerirías que haga la gente para
mejorar o mantener su salud, teniendo en cuenta tu experiencia tanto
con la contemplación como con la ciencia occidental?
Ricard:
Creo que es importante el desarrollo de alguna fuerza de la mente ...
con la confianza de que puedes cambiar tu actitud. Se trata de no
desanimarse o pensar en uno mismo demasiado, y preocuparse demasiado y
siempre con él "yo, yo, yo, ¿cómo me siento?" a cada momento. Esta es
una actitud que te hace venirte abajo, ya que estás preocupado por cómo
cada pequeño detalle te va a afectar. Este tipo de auto-queja y de
prestar atención a cada pequeño sentimiento conduce a dar vueltas a
todo lo que sucede, a todo lo que va a pasar ... Entonces, por
supuesto, eres como una diana para miles de acontecimientos adversos.
Si
pones un poco de distancia o estás más abierto o tienes otra actitud o
diferentes perspectivas ... entonces es como, "Oh, una pequeña cosa que
ocurre en algún lugar del paisaje, vale, está ahí, pero ¿y qué?"
Entonces, no te afecta. Es como un puñado de sal. Si lo pongo en este
vaso, lo convierte en imposible de beber. Es lo que pasa si eres
estrecho de miras, preocupado por ti mismo. Pero si haces que tu mente
sea como un gran lago, ese mismo puñado de sal no representa tanta
diferencia, no hace que todo el lago se convierta en salado. Así que lo
que necesitas es, simplemente, abrir tu mente.
Hay una hermosa
enseñanza en la literatura budista que el Dalai Lama cita a menudo que
dice: "Si un problema o dificultad no tiene un remedio, cura, o
solución ¿para qué preocuparse?" No hay necesidad de preocuparse. Si no
hay solución, no tiene ningún sentido preocuparse, porque preocuparse
sólo supone una carga adicional. Tienes metido en el cuerpo el
sufrimiento o el problema y, encima, le añades la preocupación. En
ambos casos, no sirve para nada, es inútil.
Simplemente sé
libre, y por lo menos pasarás los tiempos de adversidad con un espíritu
más fuerte, y por lo tanto, estarás menos afectado, y el dolor te
afectará menos. Una gran parte del dolor es la reacción subjetiva de
tratar de rebelarse contra el dolor. Pero si está ahí, es mejor tratar
con él. Mucha parte del dolor es pensar "no puedo soportarlo", y ese
componente agranda mucho el dolor. La forma en que sufres el dolor
puede cambiar enormemente en función de tu actitud.
En ese sentido, ¿es el cerebro como cualquier otro músculo que necesita tonificarse?
Ricard:
Bueno, compararlo con un músculo, es un poco simplista, pero sí, se
puede entrenar. Se entrena con cualquier cosa que practiques, como
aprender un instrumento musical, o como un pájaro aprende una nueva
canción, o los taxistas de Londres memorizan miles de calles. Su
cerebro cambia en ciertas áreas. Así que lo que practiques cambia tu
cerebro. Puedes entrenarte en las calles de Londres o en tocar el
piano, o te puedes entrenar a ser más resistente, tener más compasión,
más altruismo y atención. De alguna manera, no tiene nada de malo tocar
el piano, pero no es un gran trauma si no lo haces .. Pero si no tienes
altruismo, fuerza interior, paz interior, atención, entonces si puede
haber un problema. Se hace más difícil la vida para tí y para los
demás.
¿Cuáles son algunas de las últimas
investigaciones que puede compartir con nosotros ahora, específicamente
sobre tu trabajo en Madison con el Profesor Davidson?
Ricard:
Uno que se publicó hace unas semanas ... muestra que cuando eres
compasivo, y oyes un sonido como si alguien pidiera ayuda, se activa
una parte del cerebro llamada el insular, que tiene que ver con la
empatía y el altruismo, que es mucho más activa que en los que no son
meditadores. No hay duda, hay una apertura hacia el sufrimiento de los
demás que no tiene que ver con la angustia, sino con la compasión. Que
se ha demostrado muy claramente. Hay otros documentos sobre la atención
que han demostrado una notable mejora en la atención hacia una tarea
después de tres meses de meditación.
¿Cómo describiría la relación entre
meditación para los circuitos cerebrales y el equilibrio
emocional?
Ricard:
La meditación trata de cultivar emociones constructivas como el
altruismo, la compasión... Puedes cambiar dramáticamente tus emociones
para ser más altruista, más amoroso, más compasivo, más atento y, sobre
todo, para tener una especie de fuerza y confianza interna de que tiene
los recursos para hacer frente a lo que se te ponga por delante. No es
que seas insensible o indiferente, pero tampoco eres tan vulnerable a
los inconvenientes que causan estrés emocional, porque tienes una
especie de parachoques hacia ellos ... Ese es el resultado de la
meditación, lo puedes llamar equilibrio emocional.
Puede
dar un poco de miedo a la mayoría de la gente el pensar en abrirse uno
mismo a un nivel de compasión hasta el punto de que puedes oír cuando
otras personas sufren.
Ricard: Si ver
a otras personas sufrir sólo aumenta tu angustia, entonces creo que
debemos verlo de otra manera. Si no nos centramos demasiado en nosotros
mismos podemos aumentar nuestro coraje y nuestra determinación para
remediar el dolor, sin aumentar nuestra angustia. Si tenemos una
compasión incondicional, esto aumenta nuestro valor. Aquí está la
diferencia, motivación egocéntrica frente a motivación altruista.
Cuando
ves a personas de asistencia sanitaria que no se queman de esta forma,
ves que son muy maternales, paternales, o amorosos y atentos con los
pacientes. Estos maravilloso cuidadores, médicos, enfermeras no se
queman tanto como otras personas que están más a la defensiva hacia el
sufrimiento de los otros ... El exceso de relación con los sentimientos
propios es destructivo. Si tienes demasiados sentimientos egocéntricos
terminas teniendo problemas.
Sé que has participado en gran cantidad de trabajos humanitarios. ¿Podrías hablarme de ello?
Ricard:
En cierto momento, un editor me propuso hacer un libro de diálogo con
mi padre. Me sorprendió bastante. Pensé que mi padre nunca lo haría,
pero aceptó. Entonces me empecé a preocupar porque ya se sabe que él es
un pensador implacable, pero todo salió muy bien. Vino a Nepal, tuvimos
diez días para hablar, y creamos este libro llamado El monje y el
filósofo, que realmente era una transcripción de nuestro diálogo. Y
sólo en Francia, vendió casi medio millón de copias. Así que, de
repente, me encontré con ciertos recursos, pero yo no veo a mí mismo
comprando una casa con una piscina o un coche. Así pues, desde
entonces, he dedicado la totalidad de los derechos de autor de mis
libros a una fundación. A continuación, algunas sociedades
filantrópicas se unieron. Y ahora tenemos 30 proyectos humanitarios
-educación, salud, escuelas, y clínicas en el Tíbet, Nepal, la India,
y algunos en Bhután. Hago esto con mi monasterio, Shechen, cuando vivo
en Nepal, junto con voluntarios y filántropos, y tenemos una página
web, www.karuna-asia.org, donde se pueden encontrar más detalles sobre
esos proyectos.
¿Qué es lo próximo que tienes en tu agenda?
Ricard:
Ahora
hay trágicos acontecimientos en el Tíbet. Esto ha sido lo más duro en
los últimos 20 o 30 años ... Es una situación terrible, y el gobierno
comunista chino está tomando medidas enérgicas brutales. Así que no sé.
Esperamos continuar con nuestros proyectos, pero no es fácil. Y luego
tenemos un proyecto humanitario en Nepal, en el que participo de gran
manera. Y también está la investigación científica –en la que voy a
seguir ayudando ... Y así, básicamente, esta investigación va a
continuar, y yo estoy encantado de participar. Espero ayudar a
conseguir una sociedad más compasiva.
http://www.ilustrae.com/ilustrae/2009/04/entrevista-con-matthieu-ricard-.html
2.-
“Necesitamos altruismo para salir de la crisis”
Miembro activo de Mind and Life Institute,
busca profundizar en la comprensión del funcionamiento de la mente y la
promoción del budismo y la ciencia, ha participado en numerosos
programas de investigación sobre los efectos beneficiosos de la
meditación en el cerebro.
Este monje, filósofo, traductor y escritor ha donado todos sus derechos de autor a Karuna- Shechen,
una entidad que gestiona más de 130 proyectos en los campos de la
educación y la salud en la India, Nepal y Tíbet. Lleva construidas
escuelas para 25.000 niños, 18 puentes y 17 clínicas que atiende a más
de 100.000 pacientes por año. No usa pantalones desde hace más de 40
años, tiene dos vestidos y un par de zapatos. Divide su tiempo entre el
monasterio de Nepal Shechen, cerca de Katmandú y el resto del mundo,
dando conferencias.
¿El altruismo es el corazón profundo de su último libro?
Descubrí que el altruismo tiene un papel clave en la mayoría de los
aspectos de nuestras vidas, y sobre todo que es la clave para resolver
los problemas que estamos viviendo, las crisis sociales, económicas,
respetar el medio ambiente y poder progresar. Quiero demostrar que
existe el altruismo a nivel individual y social y que el altruismo no
es un lujo o un noble ideal, sino que es imprescindible en tiempos de
escasez y de bonanza.
El altruismo es una necesidad tanto en la economía mundial como
en el trabajo, la educación, hasta en las relaciones
íntimas. Uno
de los mayores desafíos de nuestro tiempo es conciliar las exigencias
de la economía, la búsqueda de la felicidad y el respeto a la Tierra.
Estos tres requisitos corresponden a tres escalas de tiempo: corto,
medio y largo plazo, que se superponen tres tipos de interés: los
íntimos, los sociales y los de todos los seres
Necesitamos un hilo conductor, Monsieur Ricard, que nos permita encontrar un camino en el laberinto de problemas.
Exacto. El altruismo es el hilo conductor que nos permite encontrar
nuestro camino a través de esas tres escalas de tiempo: corto, medio y
largo, mediante la armonización de los requisitos
¿Es demasiado tarde para ser pesimistas?
Sí, y ser felices es lo más contracorriente que podemos ser.
La Defensa del Altruismo se sitúa en la encrucijada de la
filosofía, la psicología, neurociencia, economía y ecología, e invita a
participar a científicos y amigos como el psicólogo norteamericano Daniel Batson, Richard Davidson, Tania Singer o Paul Eckman.
El libro es emocionante, educativo, argumentado, denso y brillante,
rompe todas las ideas preconcebidas como “que la guerra siempre ha
existido, o que la violencia es innata en el cerebro”. Subraya la
importancia de que los medios de comunicación y los periodistas
disminuyan su visión pesimista de “todo va de mal en peor, porque es
falso”. Ricard demuestra que no tenemos confianza en la
naturaleza humana, ni en la bondad, ni en el altruismo y que ese
justamente es el problema. “Si alguien comete un delito, decimos que es la
naturaleza humana. Si hace algo bueno, que es un santo. Pero el 80% de las
personas hacen cosas buenas no destacables cada día”
¿Freud estaba equivocado?
Podemos demostrar cómo un bebé de seis meses ya es altruista, hasta la
edad aproximadamente de cinco años en que comienza la discriminación.
Este mecanismo de defensa se amplía hasta los 12 o 13 años. El
altruismo es una habilidad del cerebro humano que se desarrolla por su
plasticidad. Si aceptamos que todo se entrena, música, deporte,
matemáticas, por qué no aceptamos que el altruismo no nos puede caer
del cielo. La investigación en neurociencia demuestra que la actividad
cerebral de sujetos que meditan en la compasión es muy alta en las
regiones cerebrales asociadas con las emociones positivas. Estamos
llegando al umbral de descubrimientos emocionantes que deben demostrar
que podemos transformar la mente… Es mucho más de lo que la psicología
ha hecho nunca,
¿El altruismo es compatible con el sistema económico moderno?
Los experimentos en neurociencia han demostrado que las personas están
dispuestas a confiar en el 70% de los casos. y que 30% de las personas
no confían en el altruismo. Pero si apoyamos un sistema económico que
carece de toda regulación, los egoístas -el 30%- van a tener mucha
fuerza-. El altruista debe de combinar sus esfuerzos, expandirse y
revertir ese desequilibrio. Para eso tiene que entrenarse más en
compasión. La desigualdad aumenta, pero también la reacción compasiva
hacia esa desigualdad lo hace. Una revolución está en camino, y eso se basa en una mayor responsabilidad universal.
http://www.yogaenred.com/2013/11/12/entrevista-con-matthieu-ricard-necesitamos-altruismo-para-salir-de-la-crisis/
3.-
Eduard Punset entrevista a Matthieu Ricard:
Nos encontramos hace varios años, y ya estabas en
esto… bueno, tal vez no fuera el principio, pero casi, de este
encuentro, ¿no? entre los científicos occidentales y los
contemplativos. De hecho, tú has
sido ambas cosas, porque sé
que eres biólogo, y un gran biólogo, pero a la vez
cuentas con una larguísima experiencia como budista
contemplativo, ¿verdad? ¿Hemos obtenido alguna cosa de
esta mezcla de dos fuentes de la cultura?
Matthieu Ricard:
Sí, creo que hay
varias
cosas nuevas en muchos ámbitos distintos.
En el ámbito personal, resulta apasionante formar parte de una
investigación tan pionera. Creo que la neurociencia contemplativa está en plena edad
de oro… y es muy inspirador
participar en esta era de descubrimientos magníficos. Además, desde
la perspectiva budista, la idea es
contribuir con algo a la sociedad. Si pudiéramos ayudar a lograr que las personas encontraran más equilibrio emocional, forjaran una sociedad más compasiva y fueran
más felices y más
altruistas, sería estupendo. Por ejemplo,
el año pasado empezamos
a estudiar varios aspectos del amor altruista,
de la empatía, la compasión con objeto y sin objeto… de una manera muy detallada, relacionándolo todo con los fenómenos cerebrales.
Queremos saber cómo se pasa de la benevolencia a la empatía, a identificarse con el que sufre, y luego a la compasión, que es el deseo de que los demás dejen de sufrir y de
buscar un remedio para el
sufrimiento y su causa.
¿Cuál es el proceso? ¿Cómo funciona? ¿Cómo se relaciona con el cerebro? ¿Hay que sentir el sufrimiento del otro para sentir compasión o no? ¿Basta con el amor
altruista? Todas estas cosas se pueden estudiar desde la perspectiva de la meditación y de la neurociencia, y se pueden aunar ambas. Así que es maravilloso.
Eduard Punset:
Es fantástico, porque estas dos fuerzas que se unen tenían
una idea muy diferente de qué somos. Para gran parte de la ciencia occidental, el ser humano es intrínsecamente malo.
Matthieu Ricard:
Lo que hay es un culto al egoísmo, y me parece muy extraño, porque no encaja con los datos científicos, sino que se trata
de una especie de distorsión
a priori. Podemos verlo en la economía, y en algunos aspectos
de la evolución… y
también en algunos aspectos de la psicología, hay toda una escuela
filosófica llamada “egoísmo
psicológico” e incluso algo denominado “egoísmo ético” que
postula que somos egoístas y
que eso está bien, que debemos serlo, que por qué preocuparnos…
Eduard Punset:
…que hay que sobrevivir….
Matthieu Ricard:
…que por qué sentirnos culpables si no ayudamos a los demás…¡Me parece la receta perfecta para llegar a la catástrofe completa! Por no hablar de que es profundamente engañoso, porque presupone que cualquier conducta o motivación que parece altruista tiene siempre detrás una motivación egoísta…
Eduard Punset:
…una motivación subyacente.
Matthieu Ricard:
Y se convierte en una especie de dogma. Además, en el psicoanálisis, prácticamente todo lo que hacemos está motivado por
el “yo, yo, yo”. Si
intentas ser bueno, es a costa
de algo, vamos, que no es demasiado bueno para tu estado mental. ¡Esta negación del lado bueno de la naturaleza humana me parece terrible! Y es que cualquiera con sentido común vería que los datos sociológicos demuestran que el altruismo verdadero existe. Por supuesto que también somos egoístas a veces, y que
hay personas más egoístas
que altruistas, pero decir que el altruismo auténtico no existe es una tontería.
Eduard Punset:
Sin embargo, ¡muchos biólogos
amigos míos han mantenido durante
muchos años que no querían ni oír hablar del altruismo!
Matthieu Ricard:
¡No! Pero mira los datos… por ejemplo, las personas que rescataron familias en épocas de opresión, como con los
judíos durante la ocupación nazi;
hubo familias que intentaron protegerlos, que los escondieron en
su casa. No eran parientes suyos.
No pertenecían a la misma religión o al mismo acervo genético. Eran absolutos desconocidos, y no podían esperar nada a cambio. Asumían riesgos enormes para sí mismos y para sus familias… ¿cómo hablar ahí del gen egoísta? Ellos te dirían: “¡por supuesto que tuvimos que hacerlo! Somos parte de la misma familia humana”. A ver si puedes encontrar una motivación egoísta ahí…
Eduard Punset:
¡Es imposible!
Matthieu Ricard:
¡Una tontería! Por eso hay que explicar la realidad.
Eduard Punset:
Pero, Matthieu, ¿aceptarías
entonces que, al principio de este
argumento o discusión, o de debate más bien, el budismo
estaba más cerca de la
ciencia, en el sentido de que
vuestro concepto de la naturaleza humana era bueno?
Matthieu Ricard:
Existe un potencial para el bien que siempre está ahí.
Eduard Punset:
Eso es.
Matthieu Ricard:
Es como si un pedacito de oro cayera en el fango y se quedara ahí mucho tiempo…seguiría siendo oro y se podría pulir y limpiar luego. En cambio, si fuera un trozo de caliza, ya podrías pulirlo durante cien años, que seguiría sin convertirse en oro. Esto no es ingenuo, no es otro tipo de dogma. ¡Se basa en la comprensión de cómo funciona la conciencia! En el budismo, lo llamamos “el aspecto luminoso de la mente”. Evidentemente es sólo una metáfora, la mente
no brilla en la oscuridad,
pero… ¿por qué hablamos
de luz? Pues porque es como una antorcha con la que se enfocan varias cosas: la luz no se ve modificada por lo que ilumina. Si ilumina un montón de basura, no se vuelve sucia, si ilumina un montón de oro, no se vuelve más cara. La naturaleza básica de la conciencia permite muchos contenidos distintos: el odio, el amor, los celos, el júbilo... todo.
Eduard Punset:
Pero la conciencia es la misma…
Matthieu Ricard:
Son conceptos mentales que se deben
a muchas causas y condiciones, pero
la naturaleza fundamental de la conciencia no
está determinada; tiene el potencial
de ir en cualquier dirección. La idea es que, incluso
de un modo experimental, si miramos
la mente, la conciencia básica está detrás de cada pensamiento,
de cada emoción. Siempre está ahí y no está condicionada; somos conscientes, y eso permite la transformación de la mente.
Eduard Punset:
Has estado contemplando como budista (y científico que eras antes)durante más de 20 años, ¿no? En el Tíbet…
Matthieu Ricard:
¡40 años!
Eduard Punset:
¿40 años? ¡Increíble! Tras 40 años,
¿cuáles crees que son las cosas de las que nosotros, en
el resto del mundo, nos podemos beneficiar más según tu investigación y tu experiencia?
Matthieu Ricard:
Pues bien, creo que es importante
conseguir la libertad interior de
este proceso mental de odio, celos, arrogancia, deseo
obsesivo… con el altruismo y
compasión que surgen de esa libertad. Me parece que esto es
lo que la humanidad necesita por
encima de todo: ¡necesitamos una sociedad más
compasiva! Ahora somos interdependientes,
así que, si no cooperamos, todos seremos perdedores.
Eduard Punset:
¿Y a qué nos referimos con sociedad compasiva?
Matthieu Ricard:
A una en la que tengamos
consideración por los demás,
nos preocupemos por el prójimo. Mira la economía, ¡todos
estos escándalos y crisis son
producto del exceso de codicia, de personas a las que no les importan realmente los ahorros que manipulan! ¿Por qué disminuye la calidad de vida? ¿Por qué existe una brecha tan grande entre el norte y el sur? ¿Por qué hay toda esta pobreza? El mundo
podría solucionarlo todo
fácilmente con los recursos que tenemos. El altruismo es el único rasgo que podría abordar el presente, el medio plazo y el largo plazo.
Eduard Punset:
Y esto conducirá, con toda probabilidad, a grandes reformas en el sistema educativo.
Matthieu Ricard:
¡Tiene que hacerlo! No tengo hijos, aunque sí participo en 40 proyectos humanitarios con 15.000 niños para los que construimos escuelas, así que cuento con cierta experiencia tratando con niños. ¿Y qué esperamos cuando educamos a los niños? Convertirlos en seres humanos buenos, personas que sean felices en la vida, que no estén deprimidas y se suiciden… ¿acaso basta con desarrollar su inteligencia
y llenarles la cabeza de
información sin desarrollar ninguna cualidad humana? Queremos
personas buenas y equilibradas,
¡pero la educación parece estar interesada en cualquier cosa salvo eso! ¡Por tanto, hay algo que claramente falta!
Eduard Punset:
Lo que sugieres es que, probablemente, no deberíamos preocuparnos tanto de los contenidos académicos y sí un poco más de las cualidades humanas necesarias para ser felices.
Matthieu Ricard:
¡Por supuesto! Solamente estamos
cultivando herramientas. La inteligencia
es una herramienta; la información es una
herramienta. Y una herramienta se puede utilizar de un modo constructivo, de un modo
destructivo o se puede desaprovechar.
Se puede usar un martillo para construir una casa,
para destruirla, o bien se puede
desperdiciar el martillo dejándolo en un cajón y no utilizándolo nunca. Así que una herramienta, por sí misma, sin una intención, sin una actitud, sin un valor, no es absolutamente nada.
Eduard Punset:
¿Te puedo pedir un consejo? Sé que uno de los grandes descubrimientos de la contemplación, del budismo, ha sido perfeccionar
la atención, la primera fase
de conocimiento, por así decirlo, para concentrarse en algo. ¿Cómo puedo mejorar mi proceso de atención?
Matthieu Ricard:
Es cierto, porque incluso si uno quiere cultivar el altruismo, con la mente siempre distraída no podrá cultivar nada. La mente se dispersa aquí y allá. Incluso si estamos sentados, nuestra mente puede ser como la de un mono inquieto, un mono inquieto que va de un lado a otro. Las neuronas se ponen a hablar entre sí, ¡a cotillear! Y en realidad necesitamos una mente un poco más calmada, con más claridad y más estabilidad, si no es así, no podremos hacer nada. En caso contrario, es como si tuviéramos un martillo pero nos temblara la mano todo el rato. Por eso es necesario, de alguna manera, utilizar un
objeto de concentración para
estabilizar la mente. Te puedes concentrar en cualquier cosa, un objeto, una flor, una imagen mental… pero resulta bastante útil concentrarse en la respiración. ¿Por qué? Pues imagina que te dijera que te concentraras en una luz roja centelleante. Podrías quedarte mirándola, pero tu mente seguiría deambulando, mientras que, si te concentras en la respiración, no puedes verla, es muy sutil, y si dejas de concentrarte es como si lo perdieras, así que fácilmente puedes ver si te distraes o no.
Eduard Punset:
Ya veo.
Matthieu Ricard:
Con la respiración solamente ves la sensación. Cuando respiras por la nariz, tienes una ligera sensación en los orificios nasales, y se trata de quedarse sentado tranquilamente, pensar en respirar por la nariz y luego notar la sensación del aire que sale… y entra… y así, unas 21 veces o unos diez minutos. Hacerlo permite calmar la mente. Muchas personas te dirán: “¡oh, no, no, no! ¡No valgo para eso! Tras3 minutos, mi mente está completamente distraída”. Es normal. No es culpa de la
meditación, es porque la mente
no está entrenada y, si no perseveras, nunca aprenderás nada.
Así que, en lugar de tener
remordimientos o sentirte culpable con ideas como: “¡no valgo para esto!”que al final no dejan de ser más distracción, en cuanto descubras que te has
distraído, no pasa nada, tienes
que volver a la respiración. Luego, si lo haces durante un rato y lo repites regularmente, verás que la mente se calma, se vuelve más clara, y que
puedes utilizar esta mente un poco
más flexible para cultivar el altruismo, la compasión o lo que quieras.
http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2010/05/Entrevista-de-Eduard-Punset-con-Matthieu-Ricard.pdf
4.-
MATTHIEU RICARD El hombre más feliz del mundo
Entrevista de Rosa M. Tristán
jueves, 12 de abril de 2012
A Matthieu Ricard
no le gusta que le llamen «el hombre más feliz del mundo», pero lo
cierto es que este monje budista de origen francés, genetista de
formación, transmite una gran paz interior, quizás porque, como ha
probado la ciencia, su cerebro ha adquirido capacidades que le permiten
aumentar su bienestar mental, y también físico.
Ricard, de 66 años,
ha visitado Madrid con motivo del II Congreso Internacional de la
Felicidad. Asegura que para alcanzar este deseable estado humano «hay que entrenar el cerebro»
a través del amor altruista y que la fuerza para conseguirlo está en
nosotros. Asegura que con 20 minutos diarios de meditación se produce
una autotransformación regeneradora.
Pregunta.- ¿Por qué decidió abandonar su carrera científica y tomar un rumbo tan distinto?
Respuesta.-
Tuve la suerte de estudiar en el Instituto Pasteur. Mi padre fue
filósofo, mi madre pintora, pero yo no estaba seguro de lo que quería.
A los 20 años vi unos documentales sobre maestros budistas y quise
conocerlos. Lo hice y fue inspirador. Tuve una transformación interna.
Así que, a los 26 años, al terminar el doctorado, me fui al Himalaya y
allí sigo.
P. - ¿Esa transformación mental ha cambiado su cerebro?
R.-
Llevo 40 años y soy un principiante, pero he encontrado un beneficio
inmenso en la meditación y ahora dedico mi vida a enseñar sus
beneficios. Me da la fuerza servir a los demás. Estoy convencido de que
se debe a este entrenamiento. Durante 12 años he colaborado con
científicos que han comprobado la transformación de la mente que
medita, y su reflejo en el comportamiento, en la amabilidad, la falta
de miedo e inseguridades.
P.- ¿Por qué decidió colaborar en todos estos experimentos?
R.-
El Dalai Lama siempre ha estado interesado en la ciencia. Al salir del
exilio, en Tibet, decidió organizar reuniones científicas. Ahora
tenemos el Instituto de la Mente y la Vida y ya hemos organizado 25
reuniones. En el año 2000 versó sobre emociones destructivas. Entonces
me ofrecí de voluntario para el estudio del cerebro. Pasé muchas horas
en escáneres y resonancias magnéticas, incluso pedí a otros maestros
de la meditación que participaran. Creo que fue una sabia decisión del
Dalai Lama porque si era bueno meditar, podía utilizarse en la
educación para obtener una mejor gestión emocional, mejorar la atención
y el comportamiento social. Y en los últimos 12 años hemos probado que
sí funciona. Muchas publicaciones científicas lo aseguran.
P.- ¿Y quien no lo consigue?
R.-
Hay gente con más facilidad, pero con entrenamiento todo el mundo puede
alcanzar cierto nivel. Meditar no es sentarse sin hacer nada, hay que
entrenar la mente. También la entrenamos con juegos de ordenador, pero
eso nos resta sensibilidad. Entrenarse es familiarizarse con algo.
Puedes hacerlo jugando al tenis o siendo amable. No basta relajarse,
hay que entrenarse en el amor altruista.
P.- ¿Hace falta una religión para alcanzar ese estado?
R.-
Por supuesto que no. El Dalai Lama dice que es una gran equivocación
creer que el altruismo compasivo sólo tiene que ver con la religión.
Algunas religiones ayudan a conseguirlo, pero es una cualidad humana
básica.
P.- Vivimos en un mundo donde prima lo práctico, las personas
resolutivas frente a la contemplación. ¿Es posible ser
feliz así?
R.-
Aún así, esas personas deben entrenarse para conseguirlo. No hay
límites físicos para desarrollar el amor. Las pruebas científicas nos
aseguran que podemos hacerlo. A quienes intentan meditar y no pueden,
les diría que hay que intentarlo un poco cada día. Las soluciones
rápidas no funcionan. Ser feliz en siete semanas no existe. Es a los
tres o cinco años cuando se ve la diferencia. No es cosa de un día. Es
un progreso pequeño pero constante.
P.- ¿Somos, en general, más felices que en el pasado?
R.-
Difícil decirlo. El bienestar ha sido estudiado en Oriente y Occidente.
Más educación, menos gente en la pobreza extrema, menos violencia...
Todo eso es positivo, parece que camina hacia una sociedad más
armónica. Pero la clave es no perseguir la felicidad en una sociedad
individualista. Hay que valorar la amistad, las relaciones sociales. Y
espero que estemos en ese camino.
P.- ¿Me podía dar algunos consejos para ser feliz?
5.-
Matthieu Ricard, una visión altruista en Davos
La
búsqueda desenfrenada de una felicidad egoísta ha llevado a situaciones
en las que todos pierden, estima Matthieu Ricard. (World Economic Forum)
En
el World Economic Forum (WEF), la consigna frente a la crisis es
también la refundación moral. Y Matthieu Ricard aboga por una felicidad
altruista, opuesta a la felicidad egoísta. Un enfoque ganador para
todos, garantiza el monje budista e investigador.
Con una
crisis que vulnera certidumbres, este año en Davos se habla también de
refundación moral, fundamentos éticos y valores. Intérprete francófono
del -Dalai Lama, monje budista, autor e investigador, Matthieu Ricard
opina al respecto.
¿Qué le hace venir año con año a Davos?
M.R: ¡Sólo
es la segunda vez! No vendría si no se me hubieran pedido intervenir.
Está bien tener una voz. A menudo, la gente protesta y no tiene voz en
el diálogo. Podría estar afuera protestando con las personas de los
movimientos altermundialistas. Pero como me dejan expresarme aquí y
estoy contento de compartir ideas.
Dudé en venir ya que estaba
en retiro en la montaña. Pero me ocupo de una treintena de proyectos
humanitarios. Fundé a una asociación con 2000 niños a cargo y 100.000
tratamientos médicos por año (en la región del Himalaya). Y Davos es un
buen lugar para encontrar buenas voluntades que apoyen estos proyectos.
Interviene también en el tema del cerebro. ¿Más concretamente?
M.R.:
Tengo distintos cargos. Uno, en las investigaciones en neurociencias,
sobre los efectos a corto y largo plazo del entrenamiento del espíritu.
A este respecto participo en este foro.
Hace diez años que
participo, en el seno de universidades estadounidenses y en Zurich con
Tania Singer, en el estudio de gente que han hecho entre 10.000 y
50.000 horas de meditación. Estos trabajos se refieren a la atención
concentrada sobre la compasión, el altruismo, el equilibrio emocional.
¿Qué cambia en el cerebro de esta gente, en su fisiología, en lo que
son? ¿Y qué cambia si uno hace una meditación de 30 minutos durante
tres meses?
Los dos tipos de estudios revelaron diferencias
significativas. La más interesante para la gente común y corriente:
después de tres meses de meditación, se observan un refuerzo del
sistema inmunitario, un aumento de 20 a 30% de los anticuerpos, un
aumento de las células madre en la sangre. Así como cambios de actitud
- a más altruismo, menos tendencia a la cólera, a la depresión.
En
Davos participo también en una sesión sobre la Felicidad Nacional
Bruta, que es mi afición. A mi juicio, la satisfacción de vida no es un
subproducto del desarrollo, no viene por milagro. Lo vimos -queda muy
claro con la crisis- que un desarrollo salvaje basado en el
individualismo no aporta un aumento de la satisfacción de vida. Se
requiere una dirección e inversiones encaminadas específicamente a
aumentar la satisfacción y los criterios de satisfacción.
¿Cuál es su visión de esta crisis?
M.R.:
Puesto que se vamos a perderlo todo, lo mismo es gastarlo todo
inmediatamente, me dijo un amigo. Para otro, puesto que vamos a
perderlo todo, lo mismo es darlo. Eso me recuerda la fórmula del Padre
Sérac, que se ocupó de 50.000 niños en el sur de la India durante 50
años. Su fórmula: lo que no se da, se pierde. En vez de reducir
nuestros programas humanitarios y caritativos, es necesario
aumentarlos. ¡Es ahora o nunca!
Creo que la crisis revela y
refleja un fracaso de la idea del consumo a toda costa, esta idea de
individualismo, centrada en la avidez de la ganancia.
Para
obtener bonos, se requieren resultados extraordinarios, que llevaron a
tomar riesgos -un enfoque puramente individualista, egocéntrico,
desplazado. Este enfoque está también en contradicción con la realidad.
Ya que somos todo interdependientes.
Formamos parte de la gran
familia humana, de un medio ambiente que es nuestro planeta. Desdeñar
esto, manteniendo esta visión extremadamente estrecha del afán de lucro
nos conduce al fracaso. Se ven los resultados. Muchos alertaron, pero
mientras las cosas iban bien, nadie se iba a privar de este 'Dorado'.
Retomando la consigna de Davos de este año, ¿qué podría hacerse para salir de la crisis?
M.R.:
Conozco economistas que trabajan sobre la doble noción de 'bottom line'
(resultado neto en finanzas), que tiene en cuenta el beneficio pero
también las calidades humanas y el comercio equitativo (consecuencias
sociales de las actividades económicas). Abogo por el triple 'bottom
line', que incluye el medio ambiente. Y en una escala de tiempo
diferente.
Para la economía, es de inmediato. Los mercados
financieros suben y bajan en una hora. La calidad humana toma más
tiempo. Algunos años, una generación, una carrera, una familia, una
vida. Y para el medio ambiente, los cambios se hacen en 50 o 100 años.
¿Cómo
conciliar estas escalas de tiempo? En mi opinión, la única solución es
un enfoque más altruista. Todo el mundo sería ganador: las generaciones
futuras con el medio ambiente, la generación presente, a largo plazo,
con la calidad de vida y porqué no la prosperidad.
Con una
felicidad altruista, todo el mundo es ganador. La búsqueda desenfrenada
de una felicidad egoísta conduce a situaciones donde todo el mundo es
finalmente perdedor. Un poco de perspicacia, de juicio y sensatez
permiten ver que estamos todos en el mismo barco y que nadie gana con
actuar en contra.
En 2010, en Zúrich, vamos a organizar un
seminario con el -Dalai Lama, Muhammad Yunus (Premio Nobel de la Paz
2006), Amartya Senegal (Nobel de economía 1998) y otros economistas.
Interrogante: ¿El altruismo es compatible con modelos económicos? La
respuesta es sí. Pero es necesaria una visión, diferente a la de
Friedmann, que pretende que la economía tiene por objeto permitir a los
accionistas ganar más dinero.
¿Resolver la crisis es volver de
nuevo, lo más rápidamente posible, a donde estábamos antes, con esta
idea de individualismo centrado en una avidez de la ganancia? Como
decía Gandhi, hay suficiente para las necesidades de todos, pero no
suficiente para la avidez de todos. ¿O esta crisis va a permitirnos
cambiar nuestra visión de las cosas?
Usted
dice que el budismo no es una religión sino una espiritualidad. ¿La
crisis no corre el riesgo de generar crispaciones religiosas?
M.R.:
Por supuesto. Cuando las religiones sirven de bandera de adhesión para
aumentar las divisiones es lamentable, catastrófico. Eso conduce a
baños de sangre, lo vemos todos los días.
Uno de los objetivos
del Dalai Lama es promover una ética secular y la armonía a través de
las religiones. Es un fracaso de las religiones contribuir a los
sufrimientos y a las divisiones, más que a suprimirlos.
Compartamos
nuestras tierras, nuestros recursos: las religiones deberían inspirar
este movimiento. Es su responsabilidad y un profundo tema de reflexión
para los jefes religiosos.
http://espiritualidadypolitica.blogspot.com/2009/02/matthieu-ricard-una-vision-altruista-en.html
6.-
Meditar desarrollaría el cerebro
Entrevista al Dr. en biología celular y monje budista Matthieu Ricard.
co-autor del estudio
Sentado delante de su computador portátil, envuelto en el vestido
tradicional de los monjes tibetanos, azafrán y bordó, Matthieu Ricard
es a la vez la imagen de la modernidad y la tradición, de la ciencia y
la espiritualidad. Estamos en el salón de un chalet de La Costa donde
de detuvo amistosamente con motivo de una gira con monjes bailarines
del Tíbet, bien lejos del monasterio de Shétchen, en Nepal, donde se ha
establecido hace más de treinta años. Doctor en biología celular, el
hombre abandonó su carrera científica para consagrarse al budismo
tibetano. Lo que no le impidió escribir varias obras, entre las que se
encuentra “El Monje y El Filósofo”, diálogos con su padre el gran
periodista Jean-François Revel, y “El infinito en la palma de la mano”,
entrevista con el astrofísico Trihn Xuan Thuan. Es también traductor
del Dalaï Lama y su fotógrafo. Hoy el monje regresa a la ciencia como
coautor del estudio sobre los efectos de la meditación en la producción
de ondas gamma por parte el cerebro.
Le Temps: ¿Cómo llegaron a participar en este estudio?
Matthieu Ricard: El Dalaï Lama es un espíritu extremadamente
curioso. Se interesa mucho por las ciencias. Quisimos organizar
encuentros con Su Santidad y científicos de muy alto nivel, lo que
consiguió la fundación de "Mind and Life Institute". Al principio muy
discretos, estos encuentros adquirieron cada vez más importancia.
Decidimos hacer esta investigación, de la cual me convertí en uno de
los coordinadores. Colaboré en la elaboración de los protocolos
científicos, desde el punto de vista del practicante, con el fin de que
defina y que definiera los distintos tipos de meditación que se
estudiaron en laboratorio. También serví de ratón de prueba para ver si
valía la pena desplazar monjes contemplativos del Tíbet a los Estados
Unidos. Y pude así contribuir a precisar el enfoque entre los
científicos y los practicantes.
- ¿Utilizaron algún tipo particular de meditación?
– Utilizamos varios pero principalmente la de la compasión
universal. No se practica sobre un tema preciso, lo que permite evitar
el estímulo de la memoria y la imaginación. Los resultados del estudio
muestran, en los monjes implicados, un fuerte aumento de la actividad
cerebral en las regiones del cerebro vinculadas a las emociones
positivas y una mayor disponibilidad en acción. Otro aspecto aún no
publicado que utiliza las imágenes por resonancia magnética nuclear
funcional (IRMF) muestra el estímulo del lóbulo prefrontal izquierdo
que implica también la zona activa en la planificación de los
movimientos. La compasión genera un estado de total disponibilidad,
todas las barreras caen, lo que permite un paso a la acción. Es por lo
menos nuestra interpretación de practicantes.
– Son verdaderos campeones de la meditación los que
participaron en el estudio. ¿Esto no falsea los resultados?
– Nuestra idea era poner de manifiesto que la meditación tenía un
efecto duradero sobre el cerebro. Y las diferencias entre la actividad
cerebral de los principiantes y monjes con experiencia pusieron de
manifiesto que el principal factor era el entrenamiento mental. Pero
será necesario hacer un estudio longitudinal, para mostrar cómo el
cerebro de los que meditan evoluciona en el tiempo. Este estudio probó
que una persona implicada podía modificar de manera duradera su
plasticidad cerebral. ¿Se debe a un refuerzo de las conexiones
existentes o a la constitución de neuronas? No lo sabemos. Lo que se
puede decir, es que el cerebro se modifica gracias a un enriquecimiento
interior y voluntario, y esto en la edad adulta.
– ¿Qué obtienen de este experimento?
– Para el contemplativo, lo que cuenta es la transformación. Este
descubrimiento no cambia su práctica. Pero la demostración es
extremadamente interesante para el apasionado de las ciencias que soy.
Y eso pone de manifiesto que budismo y ciencia no son incompatibles,
como lo creyeron mucho tiempo los comunistas chinos para los cuales los
Tibetanos son salvajes. Se trata de una ciencia contemplativa y no de
un dogma. Es una investigación de los procesos mentales. Y si la teoría
de la percepción budista resultara científicamente falsa, no sería un
problema para el Dalaï Lama.
– ¿Cuál es su objetivo en hacer esta demostración?
– Los budistas no hacen proselitismo. Lo principal para nosotros es
mostrar los cambios que puede inducir la meditación. Y poner a
disposición de la sociedad esta técnica que puede utilizarse como tal,
sin ningún objetivo religioso. Hay por ejemplo una experiencia en curso
en California con niños hiperactivos. Y otra ante 150 profesores que
estudiarán sus cambios después de tres meses de meditación. Se podría
intentar agrega "un equilibrio emocional" al programa escolar,
utilizando la meditación.
http://www.zen-deshimaru.com/es/zen/meditar-desarrollaria-el-cerebro-iii-entrevista-al-dr-en-biologia-celular-y-monje-budista
7.-
Extracto de una entrevista a Matthieu Ricard sobre el Budismo
• El budismo es una filosofía extremadamente profunda de la
realidad, de la relación entre el espíritu, el cuerpo y el entorno.
Esta filosofía intenta vivir todos estos conocimientos aplicándolos a
cada instante de nuestra existencia.
•
Existe un tratado de más de 200 páginas sobre la
percepción que tiene más de 1000 años.
•
Cuando realizamos un peregrinaje cada paso cuenta porque nos acerca al
objetivo, un objetivo claro que nos llena de plenitud aunque nos haga
sufrir durante el viaje, avanzamos por un camino con la seguridad de
hacia adonde vamos. Cada instante es un gozo porque tenemos la
impresión de acercarnos a algo que tiene valor para nosotros. Cuando
nos perdemos en un bosque nos hacemos una serie de preguntas ¿Qué hago
aquí?, ¿Qué puedo hacer? Etc… sería un poco el símil de la situación y
las preguntas que se hacen las personas cuando se acercan al Budismo.
El budismo ofrece la posibilidad de establecer una dirección para
nuestra existencia.
• Decidimos que las cosas son agradables,
desagradables o neutras y creemos que estas propiedades pertenecen a
los objetos, que son intrínsecas. A la vez tenemos una consciencia muy
importante del “yo”, que hace que esta interacción entre lo que es
desagradable y lo que es agradable sea muy fuerte. A partir de aquí
nacen toda una serie de sentimientos: el orgullo , los celos , la
animosidad, la avidez, la obsesión. El resultado de esta solidificación
interior/exterior es una especie de malestar que rompe nuestra paz
interior y también nos lleva a palabras o actos que molestan o influyen
en la paz de los demás .Por tanto el modelo del budismo consiste
primero tomar consciencia de esta interrelación esencial entre nuestra
consciencia, nuestro cuerpo y nuestro entorno.
• El
universo y los seres vivos es algo indisociable y por tanto nuestro
bienestar pasa por el de los demás.
•
El modelo consiste en comprender la naturaleza de la realidad, del
espíritu, los mecanismos del bienestar y del malestar y en base a la
experiencia – no hay dogmas- cuales son las cosas que contribuyen a
nuestra plenitud, cuales son los factores mentales que destruyen el
bienestar en los demás. El concepto del bienestar en el budismo pasa
por que esta plenitud implique que cada instante vale la pena de ser
vivido.
• La diferencia entre la ciencia contemplativas y la
ciencia en general es que la ciencia principalmente (física, biología)
se dedica a estudiar fenómenos, explicarlos y predecir comportamientos
pero es muy raro que la ciencia mira hacia nuestro interior. Está la
psicología , pero esta estudia más el comportamiento. El budismo aplica
todo el mismo rigor pero hacia el interior del ser desde hace 2.500
años. Existe un cúmulo de información y conocimientos sobre la forma en
que funciona el espíritu, sobre la forma en que se entrelazan los
pensamientos, como nacen nuestros pensamientos , como nacen en nuestro
espíritu, emociones , temperamento , como se crean las tendencias, como
podemos actuar sobre las tendencias a largo plazo actuando sobre cada
instante de pensamiento. En la ciencia biológica se habla de la
plasticidad del cerebro, pero cambia en base a los pensamientos que
tenemos cada día y por tanto el entrenamiento mental es algo que no es
sólo para sentirse bien un rato, es un entrenamiento a largo plazo que
produce cambios duraderos, es un auténtico laboratorio interior basado
únicamente en la experiencia. La ciencia occidental está basada en la
experiencia, la verificación, las hipótesis, las verificaciones a
través de diferentes investigadores que encuentran lo mismo a través de
diferentes protocolos. Nosotros hacemos lo mismo pero para el interior,
por eso Budha dijo “no creáis lo que digo simplemente por respeto a mi,
redescubridlo por vuestra propia experiencia”.
• Matthieu Ricard
lleva 40 años en el Himalaya (el video dice 30 pero es antiguo, él
está ahí desde 1967) porque encontró un maestro espiritual.”lo que
cuenta es el ejemplo viviente, el que muestra de que se trata el hecho
de llegar al final del camino”, no sólo vemos lo que representa sino
que además vemos en lo que nos podríamos transformar o llegar a ser.
Hace falta un esfuerzo, un compromiso, una escala de valores, saber
decirse, “esto cuenta más que conocer tal o tal cosa, o hacer tal otra
actividad”. A esto voy a consagrarme….., pero sin esta inspiración del
maestro espiritual, sin el ejemplo, ¿ porque pasaríamos 20 o 30 años de
nuestra vida siguiendo un camino sin poder ver lo que supone a fin de
cuentas ? sería una apuesta absurda no saber lo que hay al final de
este camino.
• Mi primer líder espiritual era una montaña de fe,
de sabiduría de fuerza y amor, algo muy difícil de describir, yo no
hablaba tibetano y poco inglés pero sentía todo esto. Puedes hablar del
gusto de la miel pero no remplazará nunca su sabor vivido. La calidad
del ser se percibe como algo a la vez benefactor e inspirador. Su
presencia provoca que espontáneamente hagamos llegar a nuestra
superficie lo mejor de nosotros mismos y además de querer expandirlo.
•
Durante 15 años conviviendo con mi 2º maestro espiritual no discerní el
menor pensamiento, palabra o acto referente a algo que pudiera
molestar a nadie. Observé una total coherencia, una armonía perfecta
entre su interior y el exterior, entre lo que enseñaba y lo que era,
una presencia magnífica, imponente y al mismo tiempo fuerte y calurosa,
nada era hecho para parecer mejor o promover un ego , cada gesto era
una manera de ayudar a los otros seres y sobretodo percibido como tal
por los demás. Para mí esta es una situación ideal, poder estar cerca
de un maestro espiritual como este.
• El amor y la compasión para
el budismo son conceptos básicos y a menudo se malinterpretan porque
son palabras sencillas pero a la vez muy profundas. El amor es el deseo
no sólo como acto sino como implicación de que todos los seres
encuentren el bienestar y las causas del bienestar como el
conocimiento, la libertad interior. La compasión es su reflejo en un
espejo: es el deseo profundo en pensamiento , palabras y actos de que
los seres sean liberados de su sufrimiento y de sus causas. El
ignorante, los venenos mentales como el odio, el orgullo , la envidia.
El concepto es una actitud que se aplica a todos los seres, no sólo a
los que queremos y no depende de la manera en que los otros nos tratan.
En el caso de un enemigo, que quiere el mal para nosotros, los
nuestros, nuestras posesiones, podemos reaccionar en su contra claro…
pero en el fondo, si pensamos , el también como todos los seres aspira
, aunque de una manera
equivocada, a liberarse de sus sufrimientos y
al bienestar, puede ser más ignorante que nosotros porque piensa que a
través del odio y de la dominación accederá al bienestar lo cual es
falso , pero fundamentalmente en su ignorancia, en su confusión él
busca el bienestar. Podemos por tanto desear que cambie ( no es
excusarle para nada), que deje de hacer el mal , que el odio
desaparezca de su espíritu….esto es el amor y la compasión.
•
Kharma quiere decir acción pero de una forma compleja….porque cada
acción tiene sus consecuencias pero particularmente relacionado con la
experiencia que tenemos respecto al bienestar y al sufrimiento que son
el resultado de n cierto número de acciones (no nacen por casualidad)
de nosotros mismos y de los demás …..¿ que va a determinar todo esto?
Lo
primero va a ser nuestra intención (¿queremos hacer el bien con una
acción? O no pretendemos nada o queremos molestar?).La intención se
traduce en palabras y en actos que molestaran o no según el tipo de
intención que dirige nuestra acción. Por tanto habrá resultados en
términos de bienestar o sufrimiento .Por tanto:
No existe para el
budismo el bien o el mal en sí sino ,existe el bien y el más que las
cosas hacen en término de bienestar o sufrimiento.
• La vacuidad
: Hay que comprender la naturaleza de las cosas , la ausencia de
existencia autónoma, permanente, intrínseca, a la vez de las cosas y
de los fenómenos que son también un flujo de interdependencia de
relaciones más que entidades.
Por lo mismo el Ego no tiene una identidad, está vacío de existencia propia.
La vacuidad no es la ausencia de fenómenos , es la naturaleza misma de los
fenómenos. Por ello, el budismo no es la negación del mundo , como pensaban los
nihilistas del siglo XIX, es la explicación del mundo.
•
Tenemos la idea de que si todo está vacío no puede funcionar. La
ausencia de existencia permanente e intrínseca es lo que permite a los
fenómenos desarrollarse. Hay una frase que pertenece al Pragnaparamita
(la perfección de la bondad trascendente) que dice “porque todo está
vacío todo puede ser”.
• Vida contemplativa y vida activa.
¿Porque es necesario transformarse a uno mismo antes de transformar el
mundo? .Mientras estemos prendidos por la ignorancia, se nos atrae a
derecha e izquierda por la atracción , la repulsión, el orgullo , la
avidez, la envidia, etc… no somos capaces de actuar de forma
benefactora. Intentamos un bricolaje con nuestras aspiraciones que
pueden ser excelentes, pero la confusión mental es tal que es muy
difícil encontrar la palabra, el pensamiento, la acción justa. Por
tanto resulta esencial realizar esta transformación con este objetivo.
Cuando ocurre que tenemos dificultades para vivir nuestra propia
existencia , es necesario ver un poquito más claro entre toda esta
confusión. La idea es como cuando un momo está atado y quiere ser libre
y se agita para liberarse. El problema es que se está moviendo
demasiado y le cuesta mucho deshacer los nudos, necesita un momento de
calma de mirada hacia el interior para analizar que es lo que cuenta
realmente en nuestra existencia para poder ir deshaciendo todos estos
nudos interiores, para encontrar una libertad que nos permita tener una
comprensión de la forma en que funciona nuestro espíritu y el de los
demás para tener una forma de actuar y de pensar más justa y más
altruista que preserve a la vez nuestra propio bienestar , nuestras
aspiraciones y la de los demás. Esta es la esencia de la vida
contemplativa, no es para desconectarse del mundo sino para mejor
ayudar al mundo.
• La vida activa: una vez que hemos adquirido
esta fuerza interior, esta paz interior , esta apertura de espíritu,
este altruismo, podemos actuar de manera mucho más eficaz y justa en el
mundo exterior.
• El ideal de la sociedad budista sería tener
tantas responsabilidades como derechos…. que desembocaría en la
responsabilidad universal, a partir de la interdependencia. Si actuamos
de forma que molestemos sólo hay perdedores , pero si nos preocupamos
del bienestar de todos los seres, de todo lo que nos rodea, sólo habrán
ganadores a causa de la interdependencia.
• Porque esta búsqueda
interior? En principio el origen es una constatación: sufrimos , y de
muchas formas, nos encontramos indefensos ante nuestros propios
sufrimientos y delante de los de los demás. Se trata de ir a la raíz de
este sufrimiento. No hay ni una sola guerra que no haya empezado por un
pensamiento de miedo o de animosidad. Sin este primer pensamiento nada
hubiera empezado. Se dice , “vaya con el budismo…cuando hay una
guerra”, claro, cuando el bosque arde nada piensa ya en la primera
chispa , pero todo empieza por ella, que se inicia en nuestro
pensamiento, en nuestro espíritu. Por tanto para remediar nuestro
sufrimiento y el de los demás hay que empezar por comprender y
controlar nuestro espíritu. Por tanto el objetivo del conocimiento
interior es comprender todos estos mecanismos y es necesario decirnos
que si queremos el bienestar propio y el de los demás, la plenitud, hay
que adquirir este conocimiento. Por tanto el despertar es el
conocimiento perfecto de las causas y efectos de todas estas toxinas
mentales, de nuestros actos, palabras y pensamientos. Cuando hablamos de
un Budha, de un ser que ha despertado, su principal calidad no es sólo
el conocimiento propio, es la actividad despierta y altruista que su
despertar le permite. La actividad altruista que se manifiesta por la
forma de compartir conocimiento, por el amor , la compasión; esto es la
esencia del budismo. El Budha es el guía, su enseñanza es el camino,
sus indicaciones para viajar por el camino.
• Los signos de la
bondad : un espíritu perfectamente pacificado, libre de todas estas
toxinas mentales, y fruto de esta liberación interior hay una inmensa
disponibilidad hacia los otros. El bondadoso es el que está en paz
consigo mismo y que espontáneamente sabe hacer radiar esa paz a su
alrededor sin llamar la atención, de forma natural. Cuando el sol está
presente, sus rayos siempre están. Por tanto el amor y la compasión
nacen espontáneamente de la bondad, son su esencia.
http://losmotoresdelavida.blogspot.com.es/2010/01/el-budismo-segun-matthieu-ricard.html
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Empatía y compasión
Tania Singer es directora del Departamento de Neurociencia Social en el Instituto Max Planck de Leipzig,
Alemania, donde investigan los mecanismos neuronales y hormonales que
subyacen al comportamiento social. En este contexto, están elaborando un programa para el desarrollo de la compasión.
Según esta
científica, existe una diferencia fundamental entre empatía y compasión
que permite comprender el fracaso de muchos programas de ayuda y
asistencia social.
Todos nacemos con la capacidad de empatizar con el sufrimiento de
otros, pero por sí sola esta capacidad conduce a una situación de
estrés y emociones negativas que, al final, acaban derivando en un
exceso de fijación por el estado de uno mismo, no de los demás. Es
decir, potencia el egocentrismo. Según Tania Singer, esta es una de las
causas del elevado índice de depresiones e incluso suicidios en los
sectores laborales dedicados al servicio social.
La clave es el desarrollo de la capacidad compasiva, que tiene que
ser “entrenada”, gracias a la cual los sentimientos negativos
transmutan en una conexión afectiva con el otro que refuerza la
solidaridad y el aprecio. La compasión, por tanto, es el cabo necesario
para no ser arrastrados por la corriente de sufrimiento generada por la
empatía: una situación de control que es la que permite ayudar con
eficacia a quienes sí están yendo a la deriva.
http://www.erraticario.com/ciencia/encuentros-con-el-dalai-lama-ii/
Neurociencia de la compasión
Un grupo de científicos de la Universidad de
Wisconsin realizaron un experimento para conocer cómo funciona el
cerebro cuando experimentamos compasión.
Para ello, estudiaron a individuos expertos en
meditación y a algunos novatos. Mientras les realizaban un estudio de
Resonancia Magnética Funcional, les pasaban grabaciones con distintos
sonidos: Una mujer pidiendo ayuda, un bebé riendo, el sonido de fondo
de un restaurante.
Desde hace tiempo, los científicos ya habían identificado las zonas del cerebro asociadas con la empatía.
En pocas palabras, la empatía es la capacidad de compartir los sentimientos de otra persona.
Tras concluir el estudio, fue evidente que los sujetos expertos en meditación fueron capaces de sentir más compasión (empatía) que los novatos, dado que las zonas del cerebro que se encargan de esta función se activaban más intensamente.
Las zonas encargadas de la
empatía son: La ínsula y la zona que la rodea, que recibe
el nombre de corteza temporoparietal.
Los expertos en
meditación habían practicado al menos 10,000 horas de un
tipo especial de meditación llamada meditación compasiva, mientras que los novatos tenían apenas una semana de entrenamiento.
La meditación compasiva es más o menos como sigue:
El meditador se enfoca en las personas amadas y proyecta su amor hacia
ellos y después lo extiende a todos los seres vivos, de forma
indiscriminada. Dicha técnica es ampliamente practicada por los budistas, incluyendo los tibetanos.
http://tecnoculto.com/2008/06/27/neurociencia-de-la-compasin/
La compasión
19 de Noviembre de 2013
El biólogo francés y monje budista, Matthieu Ricard, sostiene que la
felicidad no es una sucesión interminable de placeres que terminan por
agotamiento, sino una forma de ser, por lo que debería ser una práctica
diaria.
Y si es así, ¿No debiéramos desde niños aprender a ser felices, y
vivir en un ambiente de fraternidad? Según el estudioso, uno de los
grandes problemas del individuo es el EGOÍSMO, siendo el mismo, un
sentimiento negativo en la mente de la persona, el que se va
cultivando, y que no le permite ver al prójimo como a un ser humano, el
científico ha realizado una investigación de la neurociencia
contemplativa, lo que le ha llevado a concluir, que la compasión no
debemos analizarla solamente como objeto de estudio, en lo interno del
ser humano, sino como la “Conciencia de la Ciencia” que vele por el
bien de la misma en todas sus aplicaciones; por ejemplo, los
descubrimientos que el hombre realiza puede utilizarlos para hacer el
bien o el mal, porque según él, y tiene razón, somos interdependientes
de la sociedad en que vivimos, por lo tanto, debemos transformarnos en
una sociedad más compasiva, para evitar que los descubrimientos sean
utilizados por el ser humano para su autodestrucción, por ejemplo en
plena era de la tecnología, la misma es empleada de acuerdo al
individualismo en que vivimos, para hacer el bien o el mal.
Es
muy interesante, como el investigador, brinda una lección de
transformación de nuestros propios sentimientos, para lograr lo que
llama, “Libertad Interior”, la que define como eliminar los
sentimientos negativos, como egoísmo, odio, celos arrogancia, y otros
malos sentimientos, que nos hacen seres viles, pone como ejemplo y
tiene mucha razón, la actual crisis financiera que vive la sociedad en
general, esta crisis no existiría, si el ser humano no fuera en exceso
codicioso, y no hubiera realizado acciones que van desde mala
administración, hasta corrupción, y otros más, cuyos resultados tienen
a todos los países pendientes de un hilo, para caer en crisis, cada vez
más difíciles de resolver.
En el mismo contexto, la tierra
cuenta con muchas riquezas naturales que el individuo no ha sabido
valorar, situación que ha llevado, a ver en las noticias escenas
dantescas, ya sea producto directo o indirecto de la mano del hombre,
directo por ejemplo es el caos que se está viviendo en Guatemala, como
crímenes, delincuencia común, corrupción y otros, los que son
consecuencia de decisiones personales, producto indirecto dice, es
aquel en que, se anteponen intereses personales o de grupo, al interés
general, por ejemplo; se destruyen riquezas naturales, que como
consecuencia traen a la humanidad catástrofes, porque la tierra está
viva se resiente, y reacciona llevando a los países a situaciones
límite, un ejemplo a nivel macro es el calentamiento global, producto
entre otros factores, por la tala indiscriminada de los bosques, que
son bien llamados los "pulmones" del planeta.
Ricard plantea,
con mucha razón, que la solución más viable se encuentra en la
educación, ya que debemos convertir a los niños y jóvenes, en seres
humanos con menos egoísmo y más bondad y altruismo, menos
individualistas y más sociables, asegura que no basta llenar el cerebro
con estudios e información, sino se desarrolla en ellos calidad humana,
debemos por lo tanto, brindar contenidos académicos y también humanos,
porque de otra forma lo único que estamos formando son herramientas de
inteligencia y tecnología, que sin una base sólida con sentimientos
positivos, pueden ser utilizados para el mal, las herramientas que
menciona son diversas, y se deben inculcar tanto en el hogar como en
los centros educativos, pero para ello deben existir elementos muy
importes como: voluntad .y compromiso, sin lo anterior el deterioro
humano y social será cada vez mayor.
http://www.lahora.com.gt/index.php/opinion/opinion/columnas/186918-la-compasion
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Neurociencia
El término de
neurociencia es aquel que se aplica a la ciencia que se dedica al
estudio, observación y análisis del sistema nervioso
central
del ser humano; también se puede hablar de neurociencia para
animales.
Mientras que el concepto de neurobiología a veces suele ser
utilizado
como equivalente, la verdad es que la neurociencia es la ciencia o el
sistema estructurado de investigación y análisis
sistematizado del sistema nervioso. Neurociencia deriva de la palabra
griega neuros
que significa nervios. De ella también deriva el término
neurología, neuropsicología, neurosis o neurona entre
otros.
La función
principal de la neurociencia es estudiar y analizar el sistema nervioso
central de los seres humanos y animales, sus funciones, su formato
particular, su fisiología, sus lesiones o patologías,
etc. De este modo, a través de su estudio se logra conocer mucho
mejor su funcionamiento para eventualmente actuar sobre él.
Debido a lo complejo y rico que es el órgano cerebral, que no
tiene que ver nada más que con cuestiones anatómicas si
no también con el desarrollo de habilidades como el aprendizaje,
el lenguaje, etc., la neurociencia es un campo científico muy
amplio y variado que se clasifica en subciencias o campos
científicos específicamente dedicados a cada una de estas
funciones o particularidades del cerebro.
La neurociencia es un
fenómeno que el ser humano conoció y llevó
adelante desde tiempos inmemoriales, aunque obviamente de modos mucho
más precarios. La neurociencia ha logrado muchos avances en la
época moderna y esto ha permitido que el tratamiento de
enfermedades que antes eran insalvables pueda tener efectos verdaderos
sobre la calidad de vida de los pacientes que las sufren, por ejemplo
en el caso de la esclerosis múltiple, del Alzheimer, del mal de
Parkinson y muchas otras que tienen que ver con el sistema nervioso
central de los humanos.
http://www.definicionabc.com/ciencia/neurociencia.php
Neurociencia aplicada: el cerebro al servicio de la humanidad
Ángel Correa
Dept. de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento, Universidad de Granada, España
La neurociencia aplicada utiliza tecnología y conocimiento sobre el
cerebro para resolver problemas prácticos, principalmente en la clínica
y el trabajo. La cura de lesiones neurológicas, Parkinson y Alzheimer,
podría depender de terapias génicas, neurofeedback, neuroestimulación
magnética o implantes neurales. En neuroergonomía, la aplicación de la
realidad virtual mejora la productividad y la seguridad laboral.
La neurociencia aplicada es una disciplina que utiliza el
conocimiento sobre la estructura y el funcionamiento del cerebro para
la solución de problemas prácticos. La neurociencia aplicada además se
nutre de conocimientos que provienen de disciplinas clásicas como la
psicología clínica, la rehabilitación neuropsicológica y la ergonomía.
Actualmente, el campo de aplicación neurocientífica por excelencia es
la clínica, donde se utilizan modernas técnicas de neurofeedback y
neuroestimulación para el tratamiento de trastornos del sueño, dolor,
tinnitus, epilepsia, trastorno obsesivo compulsivo, rehabilitación de
lesión cerebral, etc.
El neurofeedback (también llamado EEG biofeedback) es una técnica
terapéutica que consiste en informar al paciente de su propia actividad
eléctrica cerebral (electroencefalograma – EEG) para que éste intente
regularla de forma voluntaria en la dirección indicada por el
terapeuta. El neurofeedback está logrando buenos resultados en el
tratamiento del trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Tras múltiples sesiones de entrenamiento, el paciente hiperactivo
aprende tanto a reducir el anómalo exceso de ritmos cerebrales lentos,
como a incrementar su déficit en actividad rítmica cerebral de rápida
frecuencia, lo cual revierte en una reducción de los síntomas
comparable a la que produce la medicación con psicoestimulantes
(Butnik, 2005). Aparte de la clínica, otras aplicaciones del
neurofeedback se dirigen a potenciar el rendimiento en el deporte, la
música, la danza o la meditación, a través de un entrenamiento que
permite al individuo controlar sus ritmos cerebrales relacionados con
funciones cognitivas de concentración, atención y memoria (Gruzelier,
Egner, & Vernon, 2006).
En el campo de la neuroestimulación, el fisiólogo malagueño José
Rodríguez Delgado inventó el “estimociver”, un dispositivo que permite
la estimulación cerebral por control remoto con objeto de mejorar
determinadas conductas, como la agresividad (Rodríguez Delgado, 1983).
Más recientemente se ha desarrollado la estimulación magnética
transcraneal repetitiva (rTMS), que es una técnica que no requiere la
implantación de electrodos dentro del cráneo para estimular el cerebro.
La rTMS consiste en la aplicación sobre la superficie del cráneo de una
serie repetitiva de pulsos magnéticos que alcanzan una estructura
cerebral específica, dando lugar a cambios duraderos en su
funcionamiento neuronal. La rehabilitación de lesiones cerebrales y el
tratamiento de la enfermedad de Parkinson y la depresión están
progresando extraordinariamente gracias a esta técnica, de la cual el
neurólogo valenciano Álvaro Pascual-Leone es una autoridad mundial
(Fregni & Pascual-Leone, 2007). En los próximos años presenciaremos
también importantes avances en materia de terapias génicas (por
ejemplo, contra el mal de Alzheimer) y de neuroimplantes. Éstos
consisten en la implantación de chips o dispositivos electrónicos sobre
el tejido neural que pueden actuar como una prótesis cerebral, o bien
como elementos de comunicación con un ordenador externo (v.g., la
interfaz cerebro-computadora: BCI.
En este vertiginoso desarrollo de la tecnología del cerebro, las
ciencias de la computación juegan un papel esencial. La inteligencia
artificial, la robótica y la bioinformática son áreas clave que se
están integrando en equipos multidisciplinares de trabajo junto con la
física, la ingeniería, la neurofisiología y la psicología cognitiva,
para aportar soluciones innovadoras. El fuerte carácter
multidisciplinar de la neurociencia facilita el surgimiento de nuevos
campos de aplicación de los conocimientos del cerebro a otros ámbitos
fuera de la clínica, relacionados con la toma de decisiones, la
educación o el trabajo.
El psicólogo israelí Daniel Kahneman estableció los cimientos de la
neuroergonomía con sus estudios sobre la dilatación de la pupila como
índice de la sobrecarga mental de un individuo mientras desempeña una
tarea cognitiva compleja (Kahneman, 1973). La neuroergonomía utiliza
los conocimientos sobre el cerebro para mejorar la interacción
hombre-máquina, con énfasis en el diseño de dispositivos de vigilancia
continua de variables psicofisiológicas (tasa cardiaca y respiratoria,
sudoración, frecuencia de parpadeo, actividad muscular y cerebral) para
predecir en los trabajadores estados cognitivos específicos
(somnolencia, fatiga, baja alerta, falta de atención o emociones
negativas) que resultan incompatibles con el desempeño de actividades
de alto riesgo como el pilotaje de vehículos, el control aéreo o la
supervisión de centrales nucleares.
Un área clave de la neuroergonomía es la realidad virtual. Ésta
consiste en el diseño por ordenador de escenarios virtuales, lo cual
permite numerosas aplicaciones (Parasuraman & Rizzo, 2007). Por
ejemplo, el comportamiento de un trabajador en situaciones de peligro
(v.g., catástrofes naturales o accidentes laborales) puede estudiarse
de forma segura mediante la simulación por ordenador de dichas
situaciones. También facilita el entrenamiento de labores complejas,
como el pilotaje o la telecirugía. Otro ejemplo de aplicación es la
cognición aumentada, que consiste en el diseño de sistemas que regulan
la presentación de información para que el usuario no sufra estrés,
fatiga o sobrecarga de información. La realidad virtual también se ha
incorporado a la clínica, para el tratamiento psicológico de trastornos
por estrés post-traumático, ansiedad y fobias. Mediante la inmersión
del paciente en un entorno virtual, es posible exponerlo de forma
gradual y repetida frente al objeto amenazante (alturas, arañas,
espacios abiertos), de modo que el paciente logre desensibilizarse ante
aquellas situaciones que le provocaban reacciones exageradas de miedo o
ansiedad.
En conclusión, la neurociencia aplicada es una disciplina moderna
que aporta soluciones innovadoras que benefician a la sociedad en
términos de salud y bienestar personal, y de eficiencia y seguridad en
el trabajo. En este clima de optimismo, no obstante, la sociedad se
encontrará en situaciones donde deberá ser crítica y cauta para no
dejarse deslumbrar por todo aquello que lleve la etiqueta de
“neurociencia aplicada”. Es decir, más de una vez presenciaremos
engañosas ofertas que anuncian remedios milagrosos para entrenar
nuestro cerebro y potenciar nuestras facultades mentales hasta límites
insospechados. En otras ocasiones, la sociedad deberá reflexionar
profundamente sobre aquellas aplicaciones de la neurociencia que entren
en conflicto con los principios básicos de la ética y la moral.
http://medina-psicologia.ugr.es/cienciacognitiva/?p=30
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Secciones del libro de Ricard: "El arte de la meditación"
Prólogo
«Nosotros debemos ser el cambio
que deseamos ver en el mundo.»
Gandhi
¿Por qué este breve tratado de meditación? Hace ya cuarenta años que se me presentó la gran posibilidad de vivir cerca de auténticos maestros espirituales, que han inspirado mi vida e iluminado mi camino. Sus preciosas instrucciones han guiado mis esfuerzos. No soy un enseñante, porque jamás he dejado de ser discípulo, pero con frecuencia me sucede que, en mis viajes por todo el mundo, conozco a personas que me comunican su deseo de aprender a meditar, y, en la medida de mis posibilidades, intento orientarlos
hacia maestros cualificados; sin embargo, eso no siempre es posible.
Así pues, he reunido estas instrucciones extraídas de las fuentes más auténticas del budismo precisamente para todos aquellos que desean sinceramente ejercitarse en la meditación. Transformarse interiormente impulsando
el propio espíritu es la más apasionante de las aventuras. Y es el verdadero sentido de la meditación.
Los ejercicios que encontrarán en este texto proceden de una tradición dos veces milenaria. Bien dedique a la meditación sólo treinta minutos al día, o bien se entregue a ella de una manera más intensa en la paz mental de un retiro espiritual, podrá practicar dichos ejercicios de una manera gradual, por separado.
Personalmente, tuve la inmensa fortuna de encontrar a mi maestro espiritual, Kangyur Rimpoché, en 1967, cerca de Darjeeling, en la India, y de pasar, después de su muerte en 1975, algunos años de retiro en una pequeña cabaña de madera en el bosque que domina su monasterio. A partir de 1981, tuve el privilegio de vivir trece años cerca de otro gran maestro tibetano, Dilgo Khyentsé Rimpoché, y de recibir sus enseñanzas. Después de que este último también abandonara este mundo, en 1991, me retiré con cierta frecuencia a un pequeño refugio de montaña, en Nepal, a algunas horas de Katmandú, en un centro de retiro fundado por el monasterio de Shechen, en donde habitualmente resido. Sin ningún género de dudas, estos períodos pueden contarse entre los más fértiles de mi existencia.
Desde hace unos diez años también participo en varios programas de investigaciones científicas que pretenden sacar a la luz los efectos de la meditación practicada durante mucho tiempo. Dichas investigaciones demuestran que es posible desarrollar considerablemente cualidades como la atención, el equilibrio emocional, el altruismo y la paz interior. Otros estudios también han mostrado los beneficios que se derivan de veinte minutos de meditación diaria practicada de seis a ocho semanas; dichos beneficios son: disminución de la ansiedad y de la vulnerabilidad al dolor; descenso de la tendencia a la depresión y a la ira, y fortalecimiento de la atención, del sistema inmunitario y del bienestar general. Así pues, mirada desde cualquier ángulo —el de la transformación personal, el del desarrollo del amor altruista o el de la salud física—, la meditación constituye un factor esencial si se quiere tener una vida equilibrada y rica en cuanto a su sentido.
Sería una lástima subestimar la capacidad de transformación de nuestro espíritu. Todos nosotros disponemos del potencial necesario para liberarnos de estados mentales que sustentan nuestros sufrimientos y los de los demás, para encontrar la paz mental y para contribuir al bien de los seres humanos.
Un aspecto fundamental de la conciencia
Conseguiremos comprenderlo cuando captemos que la primera cualidad de la conciencia, que simplemente consiste en «conocer», no es intrínsecamente ni buena ni mala. Si miramos más allá de la turbulenta marea de pensamientos y emociones efímeras que atraviesan nuestro espíritu de la mañana a la noche, podremos constatar la presencia de ese aspecto fundamental de la conciencia, que hace posible y sirve de base a toda percepción, sea cual sea su naturaleza. En el budismo, ese aspecto cognoscitivo recibe la denominación de «luminoso», porque ilumina simultáneamente el mundo exterior y el mundo interior de las sensaciones, las emociones, los razonamientos, los recuerdos, las esperanzas y los temores, haciendo que los percibamos. Aunque esta facultad de conocer sirve de base a cada acontecimiento mental, en sí misma no se halla afectada por tal acontecimiento. Un rayo de luz puede alumbrar una cara que expresa rencor u otra que sonríe, y tanto una joya como un montón de basura, pero en sí misma la luz no es ni malvada ni amable, ni limpia ni sucia. Esta constatación permite comprender que es posible transformar nuestro universo mental, así como el contenido de nuestros pensamientos y experiencias. En efecto, el fondo neutro y «luminoso» de la conciencia nos ofrece el espacio necesario para observar los acontecimientos mentales en vez de mantenernos a su merced, para después crear las condiciones de su transformación.
Sólo con desearlo no basta
No podemos elegir lo que somos, pero podemos tener ganas de mejorar. Esta aspiración dará sentido a nuestro espíritu. Pero sólo con desearlo no bastará: tendremos que ponernos manos a la obra.
No vemos nada raro en el hecho de pasar años aprendiendo a andar, a leer, a escribir, y a seguir una formación profesional. Pasamos horas ejercitándonos físicamente para estar en forma; por ejemplo, pedaleando cada día sobre una bicicleta estática que no va a ninguna parte. Para emprender una tarea, sea cual sea, se necesita sentir un mínimo de interés o de entusiasmo, y este interés proviene del hecho de que somos conscientes de los beneficios que nos proporcionará.
Entonces, ¿por qué misteriosa razón el
espíritu habría de librarse de seguir esta lógica
y podría transformarse sin el menor esfuerzo, simplemente porque uno lo desee? Tendría tan poco sentido como ser capaz de interpretar un concierto de Mozart, limitándose a teclear de vez en cuando.
Nos esforzamos mucho para mejorar las condiciones exteriores de nuestra existencia, pero, en resumidas cuentas, al que siempre le toca bregar con la experiencia del mundo es a nuestro espíritu, y lo traduce en forma de bienestar o de sufrimiento. Si transformamos nuestro modo de percibir las cosas, estamos transformando la calidad de nuestra vida. Y este cambio es el resultado de un entrenamiento del espíritu denominado «meditación».
¿Qué es «meditar»?
La meditación es una práctica que permite cultivar y desarrollar ciertas cualidades humanas fundamentales, de la misma manera que otras formas de entrenamiento nos enseñan a leer, a tocar un instrumento de música o a adquirir cualquier otra aptitud.
Según la etimología, las palabras sánscritas y tibetanas traducidas al español como «meditación», son, respectivamente, bhavana, que significa «cultivar», y gom, que significa «familiarizarse». Sobre todo se trata de familiarizarse con una visión clara y justa de las cosas, y de cultivar cualidades que, aunque todos nosotros poseemos en nuestro interior, se mantienen en estado latente mientras no hagamos el esfuerzo de desarrollarlas.
Algunos pretenden que la meditación no es necesaria porque las experiencias constantes de la vida bastan para formar nuestro cerebro y, en consecuencia, nuestra manera de ser y actuar, y no cabe duda de que, gracias a esta interacción con el mundo, es como se desarrollan la inmensa mayoría de nuestras facultades, como, por ejemplo, los sentidos. Sin embargo, es posible hacerlo mucho mejor. Las investigaciones científicas en el ámbito de la «neuroplasticidad» muestran que el entrenamiento, en cualquiera de sus modalidades, provoca importantes reorganizaciones en el cerebro tanto a nivel funcional como en el plano estructural.
Comencemos, pues, por preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que de verdad deseamos en la vida. ¿Nos contentaremos con improvisar día tras día? ¿Acaso no percibimos, en el fondo de nuestro ser, ese malestar impalpable pero siempre presente, mientras que lo que en realidad tenemos es sed de bienestar y plenitud?
Acostumbrados a pensar que nuestros defectos son ineluctables, soportando reveses a lo largo de nuestra vida, acabamos por considerar nuestra disfunción como un hecho adquirido, sin tomar conciencia de que podemos salir de ese círculo vicioso que nos agobia.
Desde el punto de vista del budismo, cada ser lleva en sí el potencial del Despertar, y, como dicen los textos, eso es algo tan seguro como que cada grano de sésamo está saturado de aceite. Pero, a pesar de ello, vagamos errantes en medio de la confusión como los mendigos, los cuales, por utilizar otra comparación tradicional, son a la vez pobres y ricos porque ignoran que, debajo de su chabola, hay un tesoro enterrado. La finalidad de la vía budista consiste en volver a estar en posesión de esa riqueza ignorada, y de esta manera dar a nuestra vida el sentido más profundo posible.
Transformarse a sí mismo para transformar mejor el mundo
Desarrollando nuestras cualidades interiores es como podremos ayudar
mejor a los demás. Nuestra experiencia personal, aunque al
principio sea nuestra única referencia, con el tiempo tiene que
permitirnos adoptar un punto de vista más amplio que tenga en
cuenta a todos los seres. Todos dependemos los unos de los otros y
nadie desea sufrir. Ser «feliz» cuando hay tantas personas
que sufren sería absurdo, por no decir imposible. La
búsqueda de la felicidad únicamente para uno mismo
está condenada a un fracaso seguro, porque el egocentrismo
está en la propia fuente de nuestro malestar. «Cuando la
felicidad egoísta es el único fin de la vida, la vida
enseguida deja de tener un fin, escribía Romain Rolland. Aunque
a primera vista aparentemos ser muy felices, no podremos serlo de
verdad si no nos interesamos por el bienestar del prójimo. En
cambio, el amor altruista y la compasión son los fundamentos de
la auténtica felicidad.
Estas reflexiones no emanan de una intención moralizante, sino
que simplemente se limitan a reflejar la realidad. Buscar la felicidad
sólo para uno mismo es la mejor manera de conseguir que ni
nosotros ni los demás seamos felices. Podríamos creer que
podemos aislarnos de los demás para así garantizarnos
mejor el propio bienestar (¡que cada uno pruebe a hacerlo por su
cuenta y así todo el mundo será feliz!), pero el
resultado que obtendremos será justo el contrario del que
deseábamos. Vacilando entre la esperanza y el miedo, nuestra
vida se volverá miserable y también arruinaremos la de
todos los que nos rodean. Al final, todo el mundo saldrá
perdiendo.
Una de las razones fundamentales de este fracaso es que el mundo no
está constituido por entidades autónomas dotadas de
propiedades intrínsecas que, por su propia naturaleza, hacen que
sean hermosas o feas, amigas o enemigas; las cosas y los seres son,
esencialmente, interdependientes y están en perpetua
evolución. Además, hasta los propios elementos que los
constituyen sólo existen si están relacionados entre
sí. El egocentrismo choca sin cesar contra esta realidad y
sólo engendra frustraciones.
El amor altruista, ese sentimiento que, según el budismo,
consiste en desear que los otros sean felices, al igual que la
compasión —definida como el deseo de remediar el
sufrimiento de los demás así como sus causas— no
son tan sólo nobles sentimientos, sino que están
fundamentalmente en armonía con la realidad de las cosas. Como
nosotros, la mayoría de los seres también aspiran a
evitar el sufrimiento. Por otro lado, como todos somos
interdependientes, nuestras alegrías y desgracias están
íntimamente vinculadas a las de los demás. Cultivar el
amor y la compasión es una apuesta doblemente ganadora, ya que
la experiencia muestra que son los sentimientos que más bien nos
hacen, y que los comportamientos que generan son bien percibidos por
los demás.
Cuando alguien se interesa con sinceridad por el bienestar y el
sufrimiento de los otros, tienen la necesidad de pensar y actuar de
modo justo y esclarecedor. Para que las repercusiones de los actos que
se lleven a cabo a fin de ayudar a los demás sean verdaderamente
benéficas, dichos actos tienen que estar guiados por la
sabiduría, una sabiduría que se adquiere por medio de la
meditación. La última razón de ser de la
meditación es la de transformarse a sí mismo para
transformar mejor el mundo, o convertirse en un ser humano más
bueno para servir mejor a los otros. La meditación permite dar a
la vida su sentido más noble.
Dedicar los frutos de nuestros esfuerzos
Después de una sesión de meditación y antes de reemprender nuestras actividades, es importante tender un puente entre nuestra práctica y la vida diaria, de modo que los frutos de la práctica de la meditación se perpetúen y continúen alimentando nuestra transformación interior.
Si interrumpimos precipitadamente nuestra meditación para retomar nuestras actividades como si no hubiera pasado nada, la práctica de la meditación tendrá poco efecto sobre nuestra existencia, y sus beneficios serán tan efímeros como los copos de nieve que caen sobre una piedra al rojo vivo.
Una manera de asegurar la continuidad de los beneficios de la meditación consiste en afianzarlos por medio de una profunda aspiración, cuya energía positiva se perpetuará hasta que su objeto se realice, a imagen y semejanza de un copo de nieve que cae y se disuelve en el océano y que dura tanto como el propio océano.
Con este fin, formulemos el deseo siguiente: «¡Que la energía positiva engendrada no sólo por esta meditación, sino también por todos mis actos, palabras y pensamientos benévolos, pasados, presentes y futuros, pueda contribuir a aliviar los sufrimientos de los seres a corto y largo plazo!» Desde el fondo de nuestro corazón, deseemos que, por el poder de lo que hemos hecho, disminuyan las guerras, las hambrunas, las injusticias y todos los sufrimientos causados por la pobreza y las enfermedades físicas o mentales.
Pensemos en que esta dedicatoria de los beneficios de nuestros actos no es como dividir un pastel entre mil personas, del que cada una sólo recogería unas pocas migajas, sino que todas lo reciben en su totalidad.
Asimismo deseemos que todos los seres encuentren la felicidad, la temporal y la última.
«¡Que puedan erradicar de sus espíritus la ignorancia, el odio, la codicia y otras perturbaciones, y que puedan alcanzar la plenitud de las cualidades humanas, así como el supremo Despertar!»
Una dedicatoria como la que acabamos de incluir constituye un sello indispensable en toda práctica espiritual y posibilita que la energía constructiva engendrada por nuestra meditación y todos nuestros actos positivos se perpetúe.
Unir Meditación y vida cotidiana
La meditación es un proceso de formación y transformación. Para que tenga sentido, debe reflejarse en cada aspecto de nuestra manera de ser, en cada una de nuestras acciones y actitudes. Si no, es una pérdida de tiempo. Así pues, tenemos que perseverar con sinceridad, vigilancia y determinación, y verificar que, a lo largo del tiempo, vamos cambiando realmente. Algunos afirman desde el principio que todas las actividades de su vida son una meditación. Pero aunque es innegable que lo que perseguimos cuando ejercitamos el espíritu es ser capaces de mantener un cierto modo de ser en todas nuestras actividades, decir —de entrada— que la vida es una meditación parece un poco prematuro. El torbellino de la vida cotidiana raras veces nos ofrece la ocasión apropiada para adquirir la fuerza y la estabilidad necesarias para practicar la meditación.
Por ello, es muy importante dedicar tiempo a la meditación en sí misma, aunque sólo sea treinta minutos al día si no se puede más. Si la practicamos especialmente por la mañana, al levantarnos, la meditación «perfumará» de otro modo nuestra jornada. Sus efectos impregnarán, de manera discreta pero profunda, nuestras
actitudes y la forma en la que llevaremos a cabo nuestras actividades e
interactuaremos con los que nos rodean. Durante el resto del día, fortalecidos por la experiencia adquirida, podremos remitirnos interiormente a la experiencia de la meditación formal, que todavía permanecerá viva en nuestro espíritu. Y cuando dispongamos de unos momentos de descanso, nos será más fácil volvernos a sumergir en una manera de ser que para nosotros ya es familiar, y mantener la continuidad de sus efectos beneficiosos. Esta práctica es completamente compatible con la vida activa, profesional y familiar.
Estos efectos nos permitirán situar los acontecimientos de nuestra existencia en una perspectiva más amplia, y vivirlos con más serenidad, pero sin caer en la indiferencia; aceptar lo que sobreviene, pero sin resignarnos a ello, y construir el futuro sobre los cimientos de una motivación altruista y confiada. De este modo, poco a poco, y gracias al entrenamiento del espíritu, podremos cambiar nuestra habitual manera de ser. Tendremos una comprehensión más justa de la realidad y ello hará que nos afecten menos los cambios brutales que pueden producirse en nuestra existencia, y que nos mostremos menos engreídos ante nuestros éxitos superficiales. Serán éstos meros signos de una auténtica transformación personal que nos permitirá actuar mejor sobre el mundo en el que vivimos y contribuir a la construcción de una sociedad más sensata y altruista.
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Matthieu Ricard: "La búsqueda de nuestra felicidad no funciona sin la de los demás"
En un mundo gobernado por las clasificaciones y las escalas, el
genetista francés Matthieu Ricard (París, 1946) ostenta uno de los
títulos más codiciados: el del hombre más feliz de la Tierra, un
galardón concedido por la Universidad de Winsconsin y que se resiste a
aceptar en exclusiva. "Comparto esta condición con otros veinte
compañeros. En realidad, todas las personas que estén tan
entrenadas como nosotros en la meditación sobre el amor y la compasión
presentan la misma activación cerebral".
La felicidad es un estado espiritual, pero también una cuestión
científica que se puede medir con técnicas de imagen que revelan la
actividad cerebral. Ricard insiste en que el único secreto es la
meditación, que "tiene múltiples efectos sobre nuestro organismo. Las
pruebas científicas demuestran que aumenta la inmunidad y atrasa el
acortamiento de los telómeros, las zonas de los genes implicadas en el
envejecimiento".
La genética es otro de los recursos para la explicación científica
de la felicidad. Sin embargo, mientras que algunos sostienen que el 50%
de la capacidad de ser felices depende de nuestros genes, el monje, que
se doctoró en Genética en el Instituto Pasteur de París, rebaja hasta
el 10% el peso del ADN. "Los genes son el material con el que
se levanta la casa, pero hay muchas cosas que pueden cambiar. Lo
decisivo es cómo influye el ambiente, ya que podemos tener un gen
determinado, pero su activación dependerá del entrenamiento. La gente con genes idénticos presenta diferencias abismales en función de si se entrena o no".
Además, hay que tener en cuenta la forma de vivir y experimentar las
cosas. "Prestamos atención a lo que son las circunstancias externas,
pero el control de las condiciones externas se nos escapa de las manos,
el universo no funciona como deseamos y al final podemos encontrar el
desaliento. Por ello, debemos buscar la alegría interna para enfrentar
la situación. No podemos estar siempre con la burbuja de yo, yo. Todos
estamos interconectados, y la búsqueda de nuestra felicidad no
funciona sin la de los demás".
Según Ricard, que ha participado en
el II Congreso Internacional sobre la Felicidad, organizado por el
Instituto Coca-Cola de la Felicidad, el altruismo es lo que conduce a
una felicidad genuina y "permite que las personas alcancen sus
aspiraciones, más allá del estrés de producir más y más y de la medida
del PIB".
Precisamente, algunos economistas abogan por un nuevo
paradigma, el de Felicidad Nacional Bruta, "un concepto muy serio que
ya rige en Bután, un pequeño país que ha excluido el uso de
fertilizantes y de insecticidas, y que ha creado una economía basada en
reconocer el altruismo y la confianza en los demás".
Ricard manifiesta su convencimiento de que este es el modelo hacia
el que tienden las economías y "así se resaltó en la conferencia
inaugural de la última cumbre de Davos". El asesor personal del Dalai
Lama se resiste a la objeción de que el cambio de modelo económico es
algo que se repite desde que comenzó la crisis económica actual, pero
de momento todo permanece igual. "La idea de que la economía
sólo está motivada por los intereses de unos pocos está equivocada.
Cuando hay mucho individualismo y ausencia de regulación, los
individualismos ganan. Pero si se controlan a estos independentistas,
la realidad es que el 80% de la gente coopera entre sí, porque se fían
unos de los otros y tienen los mismos intereses. Este es un
paradigma económico mejor y refleja la naturaleza humana. No somos
brutos egoístas dispuestos a liquidarnos unos a otros. No hay razón
para que el altruismo no pueda ser incluído en las teorías económicas".
En su opinión, ya se están produciendo los movimientos que llevarán
al cambio de modelo económico. "He notado un cambio de trayectoria. Lo
que sucede es que los cambios necesitan tiempo". Sus explicaciones
demuestran que Matthieu Ricard es tan dichoso como ávido de felicidad.
"Soy un principiante en esto. Todavía me queda mucho camino por
recorrer", declara.
Su consejo para ser feliz:"Sé bueno y haz el bien".
Flotadores del estado de ánimo.
Con la prima de
riesgo por encima de los 430 puntos, la Bolsa en caída libre y más de
cinco millones de parados, España no pasa por el momento más apropiado
para ser feliz. "La situación del país tiene que ver con el sistema.
Todo el mundo me pregunta si así se puede ser feliz. ¿Qué puedo decir?
Sería injusto decir a toda la gente que está sufriendo esta situación
que les voy a enseñar a conseguir trabajo y una casa, y a ser felices.
No sería correcto", admite el monje budista y asesor personal del Dalai
Lama. "Lo que debemos enseñar a los políticos es a reducir la
brecha entre ricos y pobres y enfocarlos hacia la puesta en marcha de
políticas nacionales encaminadas al bienestar".
Con todo, el considerado como el hombre más feliz del mundo, según
una investigación realizada por científicos de la Universidad de
Winsconsin, sabe encontrar un argumento para no dejarse abatir por las
condiciones socioeconómicas actuales. "No hay que aceptar
pasivamente las adversidades, ya que hay cosas que se pueden hacer para
lidiar con nuestra mente, incluso en las situaciones más difíciles".
¿Cuáles son esos bálsamos del desaliento? "Valorar la amistad o pasar
el tiempo con tus seres queridos, por ejemplo. No tiene ningún
beneficio perder también estas cosas. Hay que mantenerlas y valorarlas
para que, al menos, haya algo maravilloso y de gran valor en nuestras
vidas que pueda marcar la diferencia".
http://www.expansion.com/2012/04/10/directivos/1334081698.html
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"El diálogo es la única solución para que haya dos vencedores y no dos vencidos"
Matthieu Ricard reconoce que la sociedad no acepta los valores
fundamentales del budismo de actuar con paciencia y tolerancia frente a
la cólera y la violencia. Y le extraña, porque para él se trata sólo de
ser pragmático, un termino que utiliza frecuentemente. "La cólera no
resuelve un problema. Pero tolerancia y no violencia no significan
pasividad. Su objetivo es, por el contrario, buscar soluciones que
causen el menor sufrimiento. Y si tiene que haber una acción
contundente jamás debe desarrollarse con violencia porque la violencia
sólo engendra violencia", asevera. El monje aprovecha su estancia en
Euskadi para defender el aislamiento de China, que invadió el Tíbet y
perpetró uno de los grandes genocidios de la historia, silenciado
durante 20 años. "Todavía te encarcelan diez años por gritar en las
calles de Lasa [capital del Tíbet] "no soy chino, soy tibetano". La
comunidad internacional tiene que hacer saber a China que no se le
reconocerá hasta que no resuelva el problema del Tibet. El pueblo
tibetano es fundamentalmente no violento pero también es cierto que si
en este momento hubiera una revuelta en el Tibet acabaría en un baño de
sangre. Así que sería mucho peor. Cuestión de pragmatismo", sostiene.
Ricard soslaya referirse al conflicto vasco, que no conoce en
profundidad, pero hace extensible su criterio sobre el caso del Tíbet a
otras situaciones de violencia. "La falta de respuesta no significa
resignación, sino pragmatismo. El uso de la fuerza a largo plazo no
trae ninguna ventaja. Por eso el diálogo es la única solución para que
al final del proceso haya dos vencedores y no dos vencidos. El caso del
Tibet es una prueba para la comunidad internacional. No sólo es un
combate por el Tibet sino por la justicia. Puede ser un ejemplo para
otros países".
http://elpais.com/diario/1999/10/14/paisvasco/939930018_850215.html
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Ricard, científico y monje, sostiene que la ciencia y el budismo son conciliables
Matthieu Ricard (Francia, 1946) creció escuchando a los
intelectuales y artistas parisinos que frecuentaba su padre, el
filósofo y periodista Jean François Revel. Pronto sobresalió en música
clásica, fotografía, ornitología y astronomía y recibió con honores el
doctorado en genética molecular. Pero Ricard necesitaba seguir buscando
respuestas, así que abandonó su carrera científica y en 1967 viajó al
Himalaya para estudiar budismo tibetano. En 1972 se quedó para siempre.
Ahora es un monje que escribe obras de éxito y busca la verdad.
A Matthieu Ricard, como a todos los monjes budistas, se le escapa la
sonrisa del rostro. "Es porque soy feliz en cada momento. He encontrado
la dirección que debe seguir mi vida, aunque todavía esté lejos de la
meta", argumenta en una sala de la Universidad de Deusto, horas antes
de que impartiera ayer por la tarde una conferencia sobre El budismo
como modo de actuar sobre uno mismo y el mundo, dentro del ciclo Otras
culturas, otras formas de vida, que organiza el Forum Deusto. Hace
algunos años, el filósofo y comentarista político Jean François Revel
visitó a su hijo, el pensador y monje Matthieu, en Nepal, donde reside.
Durante diez días ambos reflexionaron sobre el sentido de la vida, la
búsqueda de la verdadera felicidad, el lugar que ocupan la ciencia, la
filosofía y la religión. De aquel encuentro surgió un libro El monje y
el filósofo, número uno de ventas en Francia y traducido a 18 idiomas.
El Dalai Lama, del que Matthieu Ricard es traductor al francés, destacó
que la obra "muestra lo fructífero que puede ser el diálogo franco",
aunque se pueda partir de ángulos tan diferentes.
Ricard sonríe, siempre sonríe. También lo hace cuando se le pregunta
si, como dijo el Dalai Lama cuando se le concedió el Premio Nobel de la
Paz en 1989, él también es sólo un monje budista. "Soy principalmente
un hombre que está en el camino espiritual de la búsqueda religiosa. Y,
en ese camino, he hallado una experiencia viva, la budista, que me
sirve para realizarme como ser humano". La risa del monje estalla en
carcajadas cuando se le inquiere por si le ha servido para encontrase a
sí mismo. "¿A mí mismo?", replica escéptico. "El budismo es justamente
lo contrario. Su espiritualidad enseña a relegar el ego, que es la
fuente de todos los errores. No se trata de encontrarnos a nosotros
mismos. Una felicidad egocéntrica es autodestructiva. Hay que buscar la
transformación individual y así, cuando hay serenidad interior la
extendemos a todos los ámbitos familiares y sociales. El desarme
exterior empieza siempre por el interior", explica.
Los conocimientos del doctor en biología molecular y los del monje
espiritual que alberga la persona de Ricard son conciliables. Por eso,
bromea con la creencia general de que los budistas meditan en las copas
de los árboles y enfatiza en que lo esencial no es creer sino saber.
"El budismo tiene puntos de anclaje con la propia ciencia. Buda ha
dicho que estudiemos sus palabras pero que las aceptemos sólo cuando
las hayamos comprendido, no con una fe ciega. El budismo y la ciencia
son compatibles porque ambos buscan la verdad. La diferencia es que la
práctica budista es contemplativa", argumenta.
El monje escucha con atención y responde con pasión. Sus brazos se
balancean gesticulantes y se alzan cuando trata de aclarar que el
budismo no está destinado a los monasterios: que es compatible con la
vida cotidiana. "La causa del sufrimiento es el orgullo, la avidez y la
obsesión. El monje es un buscador y si es capaz de buscar ese
equilibrio eso también vale para todos los demás". Su experiencia le
dice que se puede encontrar. "Si no lo hacemos es porque estamos
distraídos", asegura.
http://elpais.com/diario/1999/10/14/paisvasco/939930017_850215.html
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Ricard en Chile
25 de abril de 2014
Este viernes, un monje budista de 68 años y de origen francés
se paró frente a 700 personas –la mayoría estudiantes– en el auditorio
del edificio
de Pregrado de la Universidad Adolfo Ibáñez, en la sede ubicada en la
punta de la loma, en lo más alto de Peñalolén, más allá de donde
termina avenida Grecia, desde donde se pueden ver ordenadas en hileras
opuestas las casitas de latón y paneles viejos, y los condominios con
piscinas, quinchos y el station wagon estacionado en la entrada.
Envuelto en su túnica burdeo que le cuelga hasta los tobillos, los
calcetines cortos asomados del mismo color y los pies enfundados en un
par de zapatillas Vans nuevas,
el hombre habló de cosas simples, como la felicidad y la vida en
comunidad; y otras no tanto, como el cambio climático, la economía
contemporánea y los efectos que puede tener la meditación compasiva en
el cerebro de una persona. Todo para graficar cómo el egoísmo y el afán
por individualismo con que ha actuado el ser humano en los últimos 50
años ha derivado en la depredación del planeta y de sus recursos a un
punto irreversible, así como en las crisis políticas y sociales que
golpean con dureza a los países más pobres, y en un sistema económico
competitivo y excluyente.
El hombre, que habla en un inglés de acento dudoso y escurridizo, se llama
Matthieu Ricard, aunque otros lo llaman “el hombre más
feliz del mundo”. El peculiar apodo tiene su origen en una investigación llevada a cabo por el neurocientífico Richard Davidson,
quien aplicó un cableado con 256 sensores al cráneo del francés
mientras meditaba, en el marco de un estudio sobre la plasticidad del
cerebro de los monjes budistas tibetanos. El análisis buscaba ahondar
en cómo las prácticas contemplativas pueden modificar el cerebro
humano, no sólo en lo funcional
sino también en lo estructural. Los escáneres revelaron resultados
nunca antes vistos: el cerebro de Ricard mostró un exceso de actividad
en el corte prefrontal izquierdo que superaba con creces la de la zona
derecha, aumentando su capacidad para ser feliz y disminuyendo la
propensión a la negatividad. En una escala que arrojaba 0,3 cuando la
persona era “muy infeliz” y -0,3 cuando era “muy feliz”, Ricard
registró -0,45.
Al final del encuentro, algunos de los asistentes pudieron levantar
la mano y plantearle a Ricard sus dudas. Como era de esperarse, uno de
ellos le preguntó por el famoso apodo y qué se sentía ser “el hombre
más feliz del mundo”. Pero el monje explicó modestamente que aquel
seudónimo lo había acuñado un periodista y que, con el paso del tiempo
y a medida que crecía su reputación internacional, se había ido
quedando pese a su reticencia. Relató que en su momento, y no obstante
la insistencia de la prensa, debió excusarse ante sus compañeros
budistas que, al igual que él, podían fácilmente ser llamados también
“los hombres más felices del mundo”.
Pero Ricard no fue siempre un hombre de meditar. Nacido en 1946 en
la ciudad de París, hijo de un renombrado filósofo francés y una
reconocida pintora, creció infiltrado entre conversaciones sobre arte y
ciencias que sus padres sostenían con reputadas personalidades y amigos
del mundo intelectual francés de aquellos tiempos. En el Instituto
Pasteur y patrocinado por el biólogo François Jacob –galardonado con el
Nobel en 1965–, consiguió el doctorado en Biología Molecular, aunque a
poco de concluir su tesis renunció a su carrera científica y se volcó
hacia el budismo tibetano. Desde 1972 que despierta día a día con los
picos Himalayas asomados a su ventana, al tiempo que comparte la
experiencia de la vida en comunidad al interior del monasterio de
Shechen, que hoy codirige, y que provee de atención médica, educación y
otros servicios sociales a la población más vulnerable de Nepal.
Y aunque lejos de las aulas y los laboratorios occidentales, el
francés ha sacado adelante sus propias investigaciones, junto con
decenas de libros y otras publicaciones. Desde el 2000, Ricard ha sido
miembro activo del Instituto para el Pensamiento y la Vida, y en ese
marco participa en estudios científicos que buscan dilucidar la
relación entre entrenamiento de la mente y la plasticidad del cerebro.
En esta línea, el investigador de la mente humana expuso durante su
intervención frente al alumnado de la U. Adolfo Ibáñez los resultados
de un electroencefalograma realizado a personas que practicaban la
meditación –la exclusión de las ideas para dar paso a la contemplación–
a secas y a otras que practicaban la meditación compasiva. Mejor
conocida como “Karuna”, esta última busca desarrollar la bondad y la
compasión, que no es lo mismo que la empatía, según precisa el propio
Ricard durante su exposición. La primera evoca siempre sentimientos
positivos que colindan con el amor y la felicidad; la segunda, asociada
más al Occidente, puede desatar emociones de odio, frustración y
tristeza, llegando incluso a destruir a quien acoge el sentimiento. La
empatía debe ir acompañada del amor y de la gentileza, asegura el gurú,
de lo contrario es como un molino de agua sin agua. Los resultados de
los exámenes impartidos a quienes meditaban de estas dos formas
revelaron que quienes practicaban la meditación compasiva manifestaban,
al igual que el propio Ricard, modificaciones en sus circuitos
cerebrales, en las zonas donde se expresan los sentimientos y emociones
hacia otros. Los resultados de estas investigaciones motivaron
programas que se impartieron a niños de cuatro años, que a la larga
mostraron importantes progresos en su forma de relacionarse y redujeron
la discriminación.
Hace varios años ya que este monje francés recorre el mundo
parándose frente a multitudes y dictando charlas sobre lo que han
arrojado estos experimentos, que vinculan además la compasión con la
vida en comunidad y la preocupación por el prójimo. Para Ricard, gran
parte de los males que azotan al mundo contemporáneo –el calentamiento
global, la pobreza, la precariedad en salud y educación, la economía–
se explican mediante una carencia de estas dos. Por el contrario,
aseguró el budista durante su exposición, un alto respaldo social
favorece la sanidad mental, la longevidad y la capacidad para vivir en
comunidad, y además reduce los problemas cardíacos y el abuso de
sustancias.
En medio de este prometedor panorama, un inconveniente surge de la
mano de una de las prácticas más antiguas de la civilización: la
economía. “Economy could never take care of common goods” (“La economía
nunca podría hacerse cargo del bien común”), explica el monje. No
importa cuánto se esmere alguien en confiar en el sistema y apostar por
el beneficio mayoritario, a la larga la seguidilla de desilusiones
terminará desincentivando las buenas intenciones del postor. O sea que
para erradicar el individualismo, que ha sido precursor de los mayores
desastres naturales y energéticos de nuestra era, habría que cerrar las
bolsas comerciales de todo el mundo, al menos como se les conoce hoy en
día. Eso o hacer un esfuerzo magnánimo por convencer a todos los
corredores de confiar el uno en el otro, dejar a un lado la competencia
y trabajar en equipo para que todas las acciones subieran y ninguna
bajara, y al final de la jornada África recibiera lo justo por sus
materias primas y Korea gozara de una abundante mano de obra que,
aunque muy trabajadora, viera bien recompensadas sus extenuantes
jornadas.
Es raro oír hablar a Matthieu Ricard. Raro, pero bonito. No por nada
termina la charla y decenas de estudiantes extasiados y sonrientes se
abalanzan desde las graderías hacia el escenario para fotografiarse con
él o compartir una que otra interesante observación. Pero es raro
porque estamos hablando de Chile, un país donde históricamente se puja
por uno mismo o, a lo sumo, por el grupo familiar o el estrato social
que se representa. Es raro porque vivimos en un país donde, pese a las
buenas intenciones de tantos Ricard, las farmacias se coluden, la salud
y la educación son para unos pocos, y la riqueza de cuatro familias
–Luksic, Matte, Paulmann y Angellini– equivale al 20% del PIB. Un país
donde las autoridades se jactan de los avances en empleo y economía,
pero en los índices de la OCDE sobre la calidad de vida sigue figurando
entre los cuatro países con peores resultados.
http://www.elmostrador.cl/pais/2014/04/25/que-hay-en-la-cabeza-del-hombre-mas-feliz-del-mundo/
El hombre más feliz del mundo recomienda invertir en amor
27/04/2014
Ricard aseguró que convertirse en monje fue lo más fácil de cambiar la
bata del laboratorio por la túnica del monasterio nepalí Shechen Tennyi
Dargyeling.
Recordó en Chile que el amor "es lo único que siempre se dobla cada vez que inviertes".
Gabriel García Márquez dijo que aunque el mundo quiere vivir en la
cima de la montaña la verdadera felicidad está en la forma de subir la
escarpada y este antiguo biólogo molecular francés de 68 años ha
encontrado el real éxtasis en sus infinitos paseos por el Himalaya.
Ricard aseguró que convertirse en monje fue lo más fácil de cambiar
la bata del laboratorio por la túnica del monasterio nepalí Shechen
Tennyi Dargyeling. Lo complicado fue cambiar su forma de vida.
"El hecho de que sea un monje no importa realmente. Eso no fue una
decisión real de mi vida, ocurrió así. La verdadera decisión fue
cambiar mi vida de París, de ser un aprendiz de científico, a vivir en
el Himalaya, y esa decisión ocurrió tras conocer a grandes maestros",
comentó el francés abrigado por el calor de los alumnos de la
Universidad Adolfo Ibáñez en Santiago.
Hijo de un filósofo y una pintora, desde niño estuvo rodeado de
intelectuales, pensadores y artistas que circulaban con copas de vino
por su casa parisina.
"Me di cuenta de que no logré encontrar una correlación entre tener
un talento particular y ser una buena persona. Hay grandes seres
humanos, y seres humanos más difíciles, pero no hay una correlación con
lo que hacen. Que seas un artista excepcional no quiere decir que seas
un ser humano excepcional", señaló este francés autor de títulos como
"El viaje hacia la Iluminación".
Al conocer a los grandes maestros del budismo se dio cuenta de que
para predicar la felicidad "no se puede ser sólo el mensajero, hay que
ser también el mensaje".
Cambió el microscopio y las probetas por la meditación y el estudio,
lo que lo convirtió en el único europeo que sabe tibetano clásico. Y
afirma que a pesar de las condiciones externas "la felicidad está en la
mente de cada uno".
"Por supuesto que las condiciones importan: necesitamos remedios,
fiesta, educación y libertad para florecer, pero no podemos negar
nuestras necesidades internas", concluyó este amante de lo
contemplativo, que a los 30 años decidió acogerse al celibato.
La clave para el rapado budista está en emular a los gatos: "Hay que
construir recursos internos. Los gatos siempre caen sobre sus patas y
nosotros tenemos que tener la seguridad de que cuando lleguen las
adversidades sabremos sortearlas con nuestra fuerza interna. Tu mente
puede ser tu mejor amiga o tu peor enemigo", Todo el dinero de las
ventas de sus libros lo ha entregado a la caridad y aunque es
consciente de que ver el sufrimiento de los demás es difícil, considera
que no existe el exceso de compasión, pero sí "la fatiga de empatía".
"La compasión y la empatía funcionan de modos distintos. Hay que
cambiar la empatía por amor puro y en ese momento cualquier átomo de tu
cuerpo que pueda estar sufriendo se transforma en un átomo de amor y tu
estado mental es completamente distinto".
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/986495.el-hombre-mas-feliz-del-mundo-recomienda-invertir-en-amor.html
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Amigas, Amigos
Viviendo
en la trinchera de la vida hay que ser realistas conociendo lo que sucede en
los tiempos que vivimos: Fin de Era o Fin de Tiempo. Soy meditante diario por
años, si me hicieran estudios cerebrales en el Centro
para la Investigación de Mentes Saludables del Centro Waisman en la Universidad
de Wisconsin-Madison para nada estaría ni siquiera cerca en sus resultados de
los iluminados meditantes del aura dorada. Sin embargo un swami vedanta de la
India, mostrando su expansiva aura dorada, me pidió realizara una Misión, en
la que al dar charlas y escribir, decirles la Verdad, solo la Verdad
y que lo que la Sagrada Biblia predice ya está sucediendo, por lo tanto no
puedo silenciar lo siguiente:
Lo actual en el entorno de la vida real
Tíbet
En 1950 el
Ejército Popular de Liberación chino invadió el
Tíbet, derrotando fácilmente al débil
ejército tibetano. En 1951
se redactó el Plan para la Liberación Pacífica del
Tíbet, el cual fue
firmado por representantes del Dalai Lama y el Panchen Lama bajo la
presión del gobierno chino. Este plan contemplaba la
administración
conjunta del gobierno chino con el gobierno del Tíbet. En
aquella época
la mayoría de los tibetanos vivían bajo un régimen
de servidumbre por
cuanto la mayor parte de la tierra era poseída por los lamas.
Las facciones de tibetanos
leales al Dalai Lama, principalmente aquellos que lo apoyaban iniciaron
en Lhasa el 10 de marzo de 1959,
el Levantamiento Nacional Tibetano con la mayor manifestación en
la
historia de ese país para exigir la independencia. El
ejército chino
logró doblegar la rebelión, en acciones militares que
ocasionaron la
muerte a miles de tibetanos. Decenas de miles de personas se exiliaron
y el decimocuarto actual Dalái Lama y sus principales
colaboradores se refugiaron en la India.
En 1966 Durante la purga de la Revolución Cultural en China los guardias rojos entraron en el Tíbet que sufrió serios daños a su patrimonio cultural,
incluyendo su herencia budista. Miles de templos y monasterios budistas
fueron destruidos y varios cientos de monjes fueron asesinados.
El Tíbet del Dalia Lama ya no existe...
China quiere silenciar al Dalai Lama en Tíbet
02/Nov/2013
El Partido Comunista Chino silencia la voz del Dalai Lama en el Tíbet controlando medios de comunicación
Beijing, China El Partido Comunista Chino quiere silenciar la voz del Dalai Lama
en el Tíbet reforzando los controles en los medios de
comunicación e internet, indicó un responsable el
sábado.
El jefe del PCC (en el poder en China) en la región del Tíbet,
Chen Quanguo, dijo que se "aseguraría de que no se vean ni escuchen
las voces de las fuerzas hostiles y el grupo del Dalai", en un
editorial publicado en un diario del partido llamado Qiushi.
Los
responsables "se asegurarán de que la voz del partido se escuche y vea
en todas las partes de esta gran región de 120 millones de km2",
escribió Chen.
China ha intentado durante décadas controlar la
difusión de la información en el Tíbet, pero algunos tibetanos logran
tener acceso a fuentes extraoficiales de información, incluyendo la
procedente de los exiliados en otros países a través de la radio, la
televisión e internet.
Pero el PCC tratará de acabar con el
acceso a esas fuentes creando células del partido en algunos sitios de
la red, confiscando antenas de televisión vía satélite y registrando a
los usuarios de teléfonos e internet, entre una larga lista de medidas
mencionadas en dicho artículo.
China afirma que el líder
espiritual de los tibetanos en el exilio, el Dalai Lama, es "un lobo
disfrazado de cordero" y lo acusa de ser el organizador de los
esfuerzos violentos para tratar de obtener la independencia del Tíbet.
El
Dalai Lama, que escapó a India en 1959 después de un fallido
levantamiento contra China, sostiene que él preconiza una mayor
autonomía para los tibetanos, en lugar de la independencia. En 1989
fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
En su
editorial, Chen se refirió al Tíbet como "una línea de frente de la
lucha contra el separatismo" y prometió "fortalecer el papel de los
comités del partido a todos los niveles, como el único poder".
Nepal
Índice de miseria: 54,3
Inflación: 8,3%
Desempleo: 46%
Tasa de alfabetización 60%
Todos los años, llevan a India alrededor de 12,000 niños y
niñas del Nepal, donde son víctimas de la trata para
su explotación sexual y venta de órganos.
Organizaciones de caridad señalan que la demanda por estas niñas se explica por las altas ganancias que generan para los dueños de los burdeles y por la preferencia de los clientes hindúes hacia el tono de piel claro de las nepaleses.
El Comité de Derechos
del Niño denunció que en la India residen entre 100 y 150
mil niñas de Nepal que fueron
enviadas para ser explotadas sexualmente. Sólo en la India entre
270.000 y 400.000 menores se prostituyen. Cada año 3.000
niñas hindúes son obligadas a prostituirse por primera
vez para ser
explotadas sexualmente.
Nepal,
a pesar de las bellezas de su naturaleza y los monasterios budistas que
recibieron a muchos monjes tibetanos que huyeron del invadido
Tíbet por las tropas chinas, es uno
de los países menos desarrollados y pobres del mundo, alrededor
de una
cuarta parte de la población de Nepal vive por debajo del umbral
de
pobreza. La agricultura impulsa la economía nepalí, que
representa más
de un tercio de su PIB. Los disturbios civiles, la inestabilidad
laboral, su situación geográfica sin salida al mar y la
susceptibilidad
a los desastres naturales, agravan su ya débil economía.
Tiene altos índices de drogadicción, prostitución,
tráfico de órganos, adopciones ilegales de niños, corrupción...
Turismo y miseria. Nepal y la sonrisa
La
cara de Bikas se envuelve en plástico. La nariz de Bikas absorbe
energía de la bolsa. El alma de Bikas se pierde y evapora en cada
aspiración. A su lado un saco repleto de botellas y restos. Son las
siete de la mañana. El niño ha recogido basura durante toda la noche.
La vende entre tres y seis rupias el kilo. Con ese dinero comprará
Dextrina. La droga que le transporta donde su miseria y sus ocho años
no pueden llevarle.
Cada noche en Thamel, el barrio de los turistas de Katmandú, deambulan decenas de Bikas.
Es
el Nepal que apenas se ve. Es la ciudad que existe en cada ciudad del
Mundo, el altavoz de la pobreza. Amplifica las voces sin sonido de
quienes viven con menos de dos dólares diarios.
Los visitantes se
pierden entre los cientos de tiendas a la búsqueda de recuerdos, de
material de montaña para sus rutas de trekking, de agencias
organizadoras de viajes, centros de exchanges, Internet. No sabrán, en
general, que existen drogadictos y prostitución muy cerca de ellos. Un
simple desvío de sus cabezas hacia el suelo lo detectaría. Son los
niveles de las calles. Los escaparates a la altura de los ojos. La
pobreza en la punta de los pies. Sus botas occidentales recorren las
calzadas sin aceras, con agujeros, repletas de basura y ratas
fallecidas para dar de comer a cuervos negros y ruidosos. Los
visitantes no entenderán que detrás de cada niño que pide está la droga
y la pobreza del alma. Las rupias entregadas a los chiquillos van a las
manos de los vendedores de excitantes. La comida que se les da, vuelven
a venderla para conseguir unas monedas de los mismos supermercados y
tiendas que se las han facilitado a los turistas. Esos alimentos
despistan a los niños. En vez de hacerles sentir la necesidad de ser
ayudados, les permite creer que la calle es el cuerno de la abundancia.
No se ven obligados a encaminarse hacia alguna de las más o menos
treinta y dos mil quinientas organizaciones humanitarias que trabajan
en Nepal y pueden ayudarles. Con probabilidad deducen que los turistas
son una fuente inagotable de rupias, comida, bolígrafos y caramelos.
Los extranjeros, con sus ganas de conseguir indulgencias y buena
conciencia, de buena voluntad colaboran con la corrupción del gobierno
nepalí para que los niños nunca salgan de la calle… vivos.
Nepal es el reino de la sonrisa. Ríen los viajeros. Sonríen los
comerciantes cuando consiguen el objetivo de multiplicar por diez el
precio al blanco, como denominan a los occidentales. Los niños de la
calle también enseñan la mueca de alegría enfermiza al aspirar dentro
de sus bolsas cargadas de gases envenenados.
Algunos chicos tendrán
algo más de suerte. La confabulación de organizaciones, orfanatos,
cónsules, gobiernos, facilitarán las adopciones. Ofrecerán a las
familias nepalíes la posibilidad de paraísos para sus hijos. El
Shambala gracias a que irán a estudiar al extranjero. Los chicos
regresarán con títulos de médicos o ingenieros. Pero nunca vuelven. Los
analfabetos nepalíes son más del sesenta por ciento de la población.
Las organizaciones les harán firmar a los progenitores documentos que
no pueden leer. En ellos aparece que "venden" los hijos a europeos o
americanos. Los españoles que adoptan, creerán que los niños no tienen
padres. Murieron en una ofensiva de la guerrilla maoísta, en un
accidente, a causa de enfermedades incurables, según la documentación
que les facilitan. El niño no habla español. El español no entiende el
nepalí. Un año después, cuando el chico o la chica aprende la lengua,
habla de su familia, de sus hermanos. Otras veces, los organizadores
de este trasiego de humanos, les preparan en origen. Anuncian a los
pequeños que sus padres han fallecido. De esa manera eliminan cualquier
posibilidad de una fuga de información inadecuada. El padre y la madre
original se quedarán esperando a hijos que nunca reaparecerán. Ya no
hay remedio. Los españoles, se habrán encariñado con el hijo adoptado y
ya no pueden desprenderse de él sin perder un trozo de su alma.
Otros
niños acabarán vendidos en India como esclavos sexuales. Algunos se
tumbarán en las camas de los hospitales de Bangkok. Compartirán sus
habitaciones con otros de su misma edad de América, Europa u otro
continente más rico. Serán hermanos de sangre. Sus padres analfabetos
habrán cedido con su firma, sus órganos para un trasplante.
Mientras sus gobiernos revientan cuentas en paraísos fiscales.
Corruptos que engendran, corruptos como hidras maldecidas. Los
gobiernos saben que donan porque son idénticos en su moralidad a los
que reciben. Sólo cambian las apariencias.
Luego llegará el dinero
de las subvenciones acordadas a un hospital. El centro tendrá medios.
El enfermo acudirá a él. Le solicitarán que deposite, diez, cien mil
rupias que, a menudo, su salario de treinta euros al mes (1), no le
permite. No será atendido. Sin esa atención tal vez muera, tal vez viva
con taras, malformaciones o minusvalías. No le importará al médico
porque el juramento hipocrático se perdió en el mismo lugar que la
moralidad de nuestros gobernantes.
Con esa sonrisa fotografiada el viajero evita enfrentar el sufrimiento.
No desea ir más allá. En occidente nos invitan, nos preparan, para
esquivar cuanto produce dolor del alma. La publicidad se dirige a seres
humanos eternamente jóvenes, que viven en hogares sin mácula, dotados
de los últimos avances, con hijos perfectos, mujeres y hombres de
físicos espectaculares, con horizontes sin poluciones ni pobres.
Occidente tiene miedo de atravesar los desiertos del sufrimiento. De
aprender del dolor propio que a veces genera la observación del entorno.
Nepal, la miseria, no permite la indiferencia. Obliga a mirar dentro de
uno y del entorno en el que la vida se desarrolla. Cualquier ojo, a
poca sensibilidad que se posea, recordará los de Bikas que quedarán
esperando una nueva moneda. También la de los niños que aguardarán más
plástico, más droga mientras el turista, complacido con su colección de
fotos y aventuras, regresa a su patria confortable.
El viaje tendrá,
si el hombre está preparado para ello, partes positivas. Habrá
descubierto nuevas realidades. Lo que no se mira no existe en el mundo
del cada uno.
Nunca se regresa de un viaje como se ha partido.
Tomado de:
http://www.revistafusion.com/20081125589/Aventura-y-Viajes/Aventura-y-Viajes/turismo-y-miseria-nepal-y-la-sonrisa.htm
La India, con su gran progreso económico sigue con las castas, miseria y explotación...
Dalits: miseria desde el cordón umbilical en la India
Los
dalit o "intocables" forman el 17% de la población india y son los
miembros más pobres y discriminados de su sociedad. Los niños y niñas
dalit tienen dificultad de acceso a la educación y a la salud y la
mayor parte sobrevive con menos de 50 céntimos al día
En el distrito de Purulia, estado de Bengala Occidental, trabajamos con comunidades dalit
La campaña Dile al
Hambre tiene como objetivo luchar contra las amenazas que afectan a la
infancia en India y en cualquier parte del mundo.
Aproximadamente, uno de cada seis habitantes de la India es dalit. La
mayoría de “intocables” viven en pobreza extrema, con menos de un dólar
al día, y sufren no sólo desigualdad económica, sino discriminación
social. Su status en la vida, y sobre todo sus derechos, están
predeterminados desde el nacimiento debido al sistema de castas, una
antigua forma de opresión y segregación que aún pervive.
Hay más de 70 millones de niños dalit en la India. Un alto porcentaje
vive con menos de 50 céntimos al día y no asiste a la escuela o
abandonan los estudios después de primaria. Sólo una cuarta parte de
las niñas que viven en zonas rurales van al colegio. Los niños y niñas
dalit afrontan habitualmente abuso verbal y físico por parte de sus
profesores y compañeros.
Los estudiantes dalit, además de lidiar con la pobreza extrema, hacen
frente al estigma social: independientemente de sus esfuerzos en clase
o en el trabajo, nunca conseguirán la igualdad de oportunidades por el
simple hecho de haber nacido dalits. Se les considera impuros. En casi
un 40% de los colegios gubernamentales, los niños dalit deben comer
separados del resto de alumnos; y en el 20% no se les permite beber
agua de la misma fuente.
Más de la mitad de la población infantil dalit, un 54%, presenta signos
de desnutrición. El 21% tiene deficiencia de peso severa y el 12% muere
antes de cumplir los cinco años. 83 de cada 1000 niños dalits son
susceptibles de morir antes de cumplir el primer año de vida.
La comunidad dalit tiene acceso limitado a la salud pública. La salud
de calidad es para ellos inasequible y prohibitiva, por lo que sólo
recurren al médico en casos extremos o de urgencia a pesar de que más
del 30% de los empleados de la salud pública se niega a hacer visitas
en hogares dalit. La situación se agrava debido a que un tercio de
estos hogares no disponen de facilidades básicas o saneamiento, por lo
que los pequeños están más expuestos a las enfermedades.
Las niñas y mujeres dalit sufren lo que en India se conoce como “triple
discriminación”: de casta, de clase y de género. Hay una media de mil
violaciones de mujeres dalit al año y muchas niñas aún son explotadas
sexualmente como devadasi o “sirvientas de Dios”. Esta antigua práctica
religiosa que impone la prohibición de casarse y la obligación de
servir en un templo, recluta a miles de niñas cada año en lo que
actualmente es un sistema ilegal pero organizado de prostitución. El
93% de las devadasi son dalit.
Los niños dalit son los que más sufren en India las consecuencias de un
sistema social y educativo poco efectivo e injusto. Crecen sabiendo que
tendrán que superar más obstáculos que el resto de la población: cada
hora, tres dalits son víctimas de delitos; cada día, tres mujeres dalit
son violadas, dos dalit son asesinados, dos casas dalit son incendiadas
y un mínimo de trece dalits son golpeados; cada semana, seis dalit son
secuestrados.
A pesar de los esfuerzos por mejorar las condiciones socioeconómicas de
los pobres y marginados en India, un 80% de la población dalit vive en
áreas rurales, el 86% no tiene acceso a la propiedad de la tierra, el
60% depende del empleo ocasional y más del 50% no sabe leer ni
escribir. Históricamente, los dalit no tienen oportunidades laborales
más allá del trabajo forzoso o la esclavitud. Están a merced de las
castas dominantes, lo que les mantiene en un círculo de pobreza
difícilmente superable.
Los “intocables” o dalit, oficialmente SC (“scheduled caste”), sufren
una grave discriminación en el acceso a la educación, a la sanidad y al
mundo laboral que les marca desde pequeños e impide que superen la
exclusión social. A pesar de años de campañas, de que la discriminación
está prohibida por la Constitución de la India y de que varias leyes
posteriores protegen legalmente parte de los derechos de los dalit, la
realidad supera el papel.
http://www.eldiario.es/desalambre/Dalits-miseria-cordon-umbilical_12_216048394.html
Trilogía de Causalidad
Teniendo como base este terrible entorno de explotación, sufrimiento y miseria, tres genios se ligaron:
1.-
El
Dalai Lama: De niño fue considerado la reencarnación del anterior Dalai
Lama, nació en 1939 y era un ser que irradiaba algo superior. Tuvo una
rigurosa formación y por la invasión de China debió asumir su rol a los
16 años en 1950 siendo joven. Contra su voluntad tuvo que huir hacia la
India y su cruzada en favor del Tíbet ha sido intensa, como intensa ha
sido la intervención contraria de la China comunista para bloquear su
Mensaje. Desde el exilio continúa siendo el líder
espiritual y político del Tíbet. Desde 1960 ha residido en Dharamsala,
una pequeña ciudad en el Norte de India, popularmente conocida como la
"pequeña Lhasa". Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1989. Señaló: “El
premio reafirma nuestra convicción de que con verdad, coraje, y
determinación como armas, Tíbet será liberado. Nuestra lucha debe
permanecer libre de violencia y odio.” Donde vaya el Dalia Lama es figura y respetado, lógico que ciertos políticos lo ignoran.
Es un hombre que irradia amor, paz, compasión y comprensión y desea que la Ciencia
valora los beneficios de la meditación budista, ello lo llevó a invitar a:
2.-
Richard
Davidson: Practicante de la meditación budista aprendida en la
India, con la más moderna tecnología se enfocó en el estudio de la
plasticidad cerebral mediante neuroimágenes y, por sus logros, luego de su
conversación con el Dalai Lama en determinar el nivel de felicidad logrado por
monjes entrenados en la meditación contemplativa. En este entorno el Dr. Davidson se inició en la meditación budista para
después con su equipo crear un lujoso y moderno centro de investigación
sobre cómo las cualidades saludables de la mente pueden desarrollarse. El
Centro para la Investigación de Mentes Saludables está en el Centro
Waisman de la Universidad de Wisconsin-Madison, donde además de las
oficinas y el laboratorio hay un salón para la práctica de la meditación.
Davidson impulsó la neurobiología estudiando a pedido del Dalai Lama a
monjes budistas en general y Ricard en especial:
3.-
El grado de felicidad de Ricard resultó sorprendente y en niveles nunca
antes vistos al igual que su emisión de ondas cerebrales gamma. Algo
impensado para la neurociencia. Se concluye que él aleja los
pensamientos negativos y solo se concentra en los positivos, señalando
que eso se puede aprender y entrenar. Él se sorprende de lo poco que
valoramos nuestra mente con sus pensamientos. Ricard nació predestinado para ser un
occidental iluminado. Harto debió sacrificarse para lograrlo, dudo haya
otro que pueda realizarlo. Después del ascetismo contemplativo se ha
dedicado además a que los más posible sean mejores personas, felices y
equilibrados. Su Fundación que funciona gracias a sus ingresos por los
libros escritos y otros aportes ha abierto escuelas en Nepal, el Tíbet
y la India al igual que centros médicos. Se le considera el brazo
derecho del Dalai Lama.
Sostengo que el genio nace y no se hace,
esto es aplicable en sus diferentes niveles a los tres personajes
mencionados y ligados por la Ciencia occidental y la Meditación
oriental; así debía suceder.
El Dalia Lama
señaló que la Ciencia puede estudiar al cerebro pero no el Nirvana o estado de
iluminación al que lleva la meditación y el buen pensar, dice:
"La ciencia
puede desvelar que ciertas técnicas podrían ayudar a distinguir los porqués de
una vida feliz o una miserable, pero la comprensión profunda de la naturaleza
de la mente sólo puede alcanzarse a través de la meditación. Aunque haya
religiones diferentes, debido a distintas culturas, lo importante es que todas
coincidan en su objetivo principal: ser buena persona y ayudar a los demás. No
debemos creer demasiado en los elogios. La crítica a veces es muy necesaria. Tanto
el creyente como el no creyente son seres humanos. Debemos tenernos un gran
respeto. La esencia de la vida espiritual está formada por nuestros
sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás. Solo existen dos días en el
año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo
tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir. Si
nuestra mente se ve dominada por el enojo, desperdiciaremos la mejor parte del
cerebro humano: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está
bien o mal. Considero una sonrisa como algo único en un ser humano. Una sonrisa
es también una poderosa comunicación. Una sonrisa sincera es la expresión
perfecta del amor y la compasión humanas. Si asumimos una actitud de humildad,
crecerán nuestras cualidades. Si dominamos nuestra mente, vendrá la felicidad. Para
crear una paz interior, lo más importante es la práctica de la compasión y el
amor, la compresión y el respeto por los seres humanos. Los más poderosos
obstáculos para ello son la ira y el odio, el temor y el recelo. De modo que,
mientras la gente habla de desarme en el mundo entero, cierto tipo de desarme
interno es prioritario. Quien se transforma, transforma el mundo."
A su vez, frente a
la realidad existencial de la gran mayoría me nace la duda si se puede medir
por la Ciencia los reales beneficios en ese negativo y miserable entorno de los
monasterios budistas con sus monjes meditantes contemplativos en acción.
En el cuento de León Tolstoi el
hombre feliz cuya camisa aliviaría el mal del Zar: No tenía camisa.
En la vida real actual el considerado como "el hombre más feliz
del
mundo" por la moderna neurociencia no usa camisa, si lleva las
vestiduras azafrán con amarilla de los monjes del Himalaya y,
resulta que Ricard no es de esa
región ni oriental: es paradojalmente un científico
occidental francés que se
naturalizó nepalés y se hizo monje meditante budista,
dejando ahora la
pasividad contemplativa para pasar a la acción en beneficio de
los más posible
de su entorno.
Recuerdo al Maestro, swami vedanta
Vivekananda (1863 - 1902), a quien tanto admiro, quien un día a uno de sus
monjes que vivía en constante meditación y no en acción le señaló:
¿Qué necesidad
tienes de meditar horas enteras? Basta con que reconcentres tú espíritu 5
minutos, o uno nada más cada día. Todo lo demás del tiempo debes trabajar por
el bien público.
Que cada uno
entienda la moraleja según su libre albedrío, su intuición pensando y
decidiendo por sí mismo y no ajena opinión.
.
Dr.
Iván Seperiza
Pasquali
Quilpué,
Chile
Abril de 2014
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