J J
370
Tres Épocas y un Epílogo
Dedicatoria
A los mártires de la intolerancia religiosa de todas las épocas y cultos
A los buscadores de la Verdad
A los que en estos Tiempos logran Pensar Mejor
Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres.
Juan 8, 32
Investigar la verdad y decirla tal como se la piensa no puede nunca ser
criminal.
Nadie debe ser forzado a una convicción. La convicción es libre.
Sebastián Castalión. 1551
***
El presente escrito 370 nació al volver a leer después de
muchos años un librito de autor anónimo titulado el Mártir
de las Catacumbas. Decidí dejar en el Portal su primer capítulo y...
Época 1
La sitúo desde el año 33 hasta el 312. Representa la
acción de la LUZ en áreas puntuales y estuvo destinada a
que se consolidara la difusión del Evangelio. Esta época
la divido en tres:
a- Los apóstoles y los evangelistas.
b- Los primeros padres de la Iglesia
c- Los mártires cristianos del Imperio romano.
a- Los apóstoles y evangelistas
Lo
importante de los evangelios es que nos transmiten la
predicación de los Apóstoles, y que los evangelistas
fueron Apóstoles o varones apostólicos (cfr Dei Verbum,
n. 19). Con esto se hace justicia a lo recibido por la
tradición: los autores de los evangelios son Mateo, Juan, Lucas
y Marcos. De estos, los dos primeros figuran en las listas de los doce
Apóstoles (Mt 10,2-4 y paralelos) y los otros dos figuran como
discípulos de San Pablo y San Pedro, respectivamente. La
investigación moderna, al analizar críticamente esta
tradición, no ve grandes inconvenientes en la atribución
a Marcos y a Lucas de sus respectivos evangelios; en cambio, analiza
con ojos más críticos la autoría de Mateo y de
Juan. Se suele afirmar que esta atribución lo que pone de manifiesto
es la tradición apostólica de la que provienen los
escritos, no que ellos mismos fueran los que escribieron el texto.
Lo importante, por tanto, no
es la persona concreta que escribiera el evangelio sino la autoridad
apostólica que estaba detrás de cada uno de ellos. A
mediados del siglo II, San Justino habla de las “memorias de los
apóstoles o evangelios” (Apología, 1,66, 3) que se
leían en la reunión litúrgica. Con esto, se dan a
entender dos cosas: el origen apostólico de esos escritos y que
se coleccionaban para ser leídos públicamente. Un poco
después, en el mismo siglo II, otros escritores ya nos dicen que
los evangelios apostólicos eran cuatro y solo cuatro.
Así, Orígenes: “La Iglesia tiene cuatro evangelios,
los herejes muchísimos, entre ellos uno que se ha escrito
según los egipcios, otro según los doce apóstoles.
Basílides se atrevió a escribir un evangelio y ponerlo
bajo su nombre (...).
Conozco cierto evangelio que
se llama según Tomás y según Matías; y
leemos otros muchos” (Hom. I in Luc., PG 13,1802). Con esta
expresión —evangelio cuadriforme—, pone de
manifiesto una cosa muy importante: El evangelio es uno, pero la forma
cuádruple. La misma idea se expresa en los títulos de los
evangelios:
sus autores no vienen indicados, como otros escritos de la
época, con el genitivo de origen («evangelio
de…») sino con la expresión kata («evangelio
según…»). De esta forma, se señala que el
evangelio es uno, el de Jesucristo, pero testimoniado de cuatro formas
que vienen de los apóstoles y los discípulos de los
apóstoles. Se señala así también la
pluralidad en la unidad.
Los 12 apóstoles
1. San Pedro.
Primer Papa, llamado también príncipe de los
apóstoles, figura en primer lugar en todas las enumeraciones de
apóstoles.
2. San Andrés.
Hijo de Jonás, pescador, y hermano carnal de San Pedro, compartía con ellos la profesión de pescador.
3. Santiago el Mayor.
Hijo de Zebedeo y Salomé, llamado "el mayor" para distinguirlo de Santiago, el hijo de Alfeo.
4. San Juan.
A San Juan se le distingue como "el discípulo amado" de Jesús. Era
de la ciudad de Galilea, pescador de oficio, hijo de Zebedeo y hermano
de Santiago.
5. San Felipe.
Aparece en quinto lugar en las listas de los apóstoles. Era originario de Betsadia, y de profesión pescador.
6. San Bartolomé.
Su nombre significa "hijo de Talmai". Es mencionado en sexto lugar
en las tres listas de los apóstoles que se encuentran en los Evangelios
sinópticos...
7. Santo Tomás.
Era de la ciudad de Galilea, pescador de profesión y llamado en
varias ocasiones "el mellizo", o en griego "Dídimo".
8. San Mateo.
Hijo de Alfeo, vivió en Cafarnaún, en el lago de Galilea.
Es llamado Leví por los evangelistas San Marcos y San Lucas.
9. Santiago el Menor.
Hijo de Alfeo. Aparece en noveno lugar en todas las listas de los apóstoles.
10. San Judas Tadeo.
Este apóstol es presentado en los Evangelios como "hermano de Santiago". Probablemente era hermano de Santiago el Menor.
11. San Simón.
Era apodado "el Zelote" por haber pertenecido a esta secta o "el Cananeo" por provenir de Caná.
12. San Matías.
Fue elegido por los Once como apóstol para ocupar el puesto de Judas, tal como atestigua el libro de los Hechos.
Los 4 evangelistas
San Mateo.
De la vida de San Mateo, que antes se llamaba Leví, sabemos muy
poco. Era publicano, es decir, recaudador de tributos, en Cafarnaúm,
hasta que un día Jesús lo llamó al apostolado diciéndole simplemente:
“Sígueme”; y Leví “levantándose le siguió”
(Mat. 9, 9).
Su vida apostólica se desarrolló primero en Palestina, al lado de
los otros Apóstoles; más tarde predicó probablemente en Etiopía
(África), donde a lo que parece también padeció el martirio. Su cuerpo
se venera en la Catedral de Salerno (Italia); su fiesta se celebra el
21 de setiembre.
San Mateo fue el primero en escribir la Buena Nueva en forma de
libro, entre los años 40 y 50 de la era cristiana. Lo compuso en lengua
aramea o siríaca, para los judíos de Palestina que usaban aquel idioma.
Más tarde este Evangelio, cuyo texto arameo se ha perdido, fue
traducido al griego.
El fin que San Mateo se propuso fue demostrar que Jesús es el
Mesías prometido, porque en Él se han cumplido los vaticinios de los
Profetas. Para sus lectores inmediatos no había mejor prueba que ésta,
y también nosotros, experimentamos, al leer su Evangelio, la fuerza
avasalladora de esa comprobación.
San Marcos.
Marcos, que antes se llamaba Juan, fue hijo de aquella María en
cuya casa se solían reunir los discípulos del Señor (Hech. 12, 12). Es
muy probable que la misma casa sirviera de escenario para otros
acontecimientos sagrados, como la última Cena y la venida del Espíritu
Santo.
Con su primo Bernabé acompañó Marcos a San Pablo en el primer viaje
apostólico, hasta la ciudad de Perge de Panfilia (Hech. 13, 13). Más
tarde, entre los años 61-63, lo encontramos de nuevo al lado del
Apóstol de los gentiles cuando éste estaba preso en Roma.
San Pedro llama a Marcos su "hijo" (I Pedr. 5, 13), lo que hace
suponer que fue bautizado por el Príncipe de los Apóstoles. La
tradición más antigua confirma por unanimidad que Marcos en Roma
transmitía a la gente las enseñanzas de su padre espiritual,
escribiendo allí, en los años 50-60, su Evangelio, que es por
consiguiente, el de San Pedro.
El fin que el segundo Evangelista se propone, es demostrar que
Jesucristo es Hijo de Dios y que todas las cosas de la naturaleza y aun
los demonios le están sujetos. Por lo cual relata principalmente los
milagros y la expulsión de los espíritus inmundos.
El Evangelio de San Marcos, el más breve de los cuatro, presenta en
forma sintética, muchos pasajes de los sinópticos, no obstante lo cual
reviste singular interés, porque narra algunos episodios que le son
exclusivos y también por muchos matices propios, que permiten
comprender mejor los demás Evangelios.
Murió San Marcos en Alejandría de Egipto, cuya iglesia gobernaba.
La ciudad de Venecia, que lo tiene por patrono, venera su cuerpo en la
catedral.
San Lucas.
El autor del tercer Evangelio, "Lucas, el médico" (Col. 4, 14), era
un sirio nacido en Antioquía, de familia pagana. Tuvo la suerte de
convertirse a la fe de Jesucristo y encontrarse con San Pablo, cuyo
fiel compañero y discípulo fue por muchos años, compartiendo con él
hasta la prisión en Roma.
Según su propio testimonio (1, 3) Lucas se informó "de todo
exactamente desde su primer origen" y escribió para dejar grabada la
tradición oral (1, 4). No cabe duda de que una de sus principales
fuentes de información fue el mismo Pablo, y es muy probable que
recibiera informes también de la santísima Madre de Jesús,
especialmente sobre la infancia del Señor, que Lucas es el único en
referirnos con cierto detalle. Por sus noticias sobre el Niño y su
Madre, se le llamó el Evangelista de la Virgen. De ahí que la leyenda
le atribuya el haber pintado el primer retrato de María.
Lucas es llamado también el Evangelista de la misericordia, por ser
el único que nos trae las parábolas del Hijo Pródigo, de la Dracma
Perdida, del Buen Samaritano, etc...
Este tercer Evangelio fue escrito en Roma a fines de la primera
cautividad de San Pablo, o sea entre los años 62 y 63. Sus
destinatarios son los cristianos de las iglesias fundadas por el
Apóstol de los Gentiles, así como Mateo se dedicó más especialmente a
mostrar a los judíos el cumplimiento de las profecías realizadas en
Cristo. Por eso el Evangelio de San Lucas contiene un relato de la vida
de Jesús que podemos considerar el más completo de todos y hecho a
propósito para nosotros los cristianos de la gentilidad.
San Juan.
San Juan, natural de Betsaida de Galilea, fue hermano de Santiago
el Mayor, hijos ambos de Zebedeo, y de Salomé, hermana de la Virgen
Santísima. Siendo primeramente discípulo de San Juan Bautista y
buscando con todo corazón el reino de Dios, siguió después a Jesús, y
llegó a ser pronto su discípulo predilecto. Desde la Cruz, el Señor le
confió su Santísima Madre, de la cual Juan, en adelante, cuidó como de
la propia.
Juan era aquel discípulo "al cual Jesús amaba" y que en la última
Cena estaba "recostado sobre el pecho de Jesús" (Juan 13, 23), como
amigo de su corazón y testigo íntimo de su amor y de sus penas.
Después de la Resurrección se quedó Juan en Jerusalén como una de
las "columnas de la Iglesia" (Gál. 2, 9), y más tarde se trasladó a
Éfeso del Asia Menor. Desterrado por el emperador Domiciano (81-95) a
la isla de Patmos, escribió allí el Apocalipsis. A la muerte del tirano
pudo regresar a Efeso, ignorándose la fecha y todo detalle de su muerte
(cf. Juan 21, 23).
Además del Apocalipsis y tres Epístolas, compuso a fines del primer
siglo, es decir, unos 30 años después de los Sinópticos y de la caída
del Templo, este Evangelio, que tiene por objeto robustecer la fe en la
mesianidad y divinidad de Jesucristo, a la par que sirve para completar
los Evangelios anteriores, principalmente desde el punto de vista
espiritual, pues ha sido llamado el Evangelista del amor.
Su lenguaje es de lo más alto que nos ha legado la Escritura
Sagrada, como ya lo muestra el prólogo, que, por la sublimidad
sobrenatural de su asunto, no tiene semejante en la literatura de la
Humanidad
http://estrategia.info/fpc/static.php?page=static050716-201647
b- De los primeros padres de la Iglesia
Iganacio mártir de Antioquía (30 - 107)
Justino Mártir
(100 -165)
Clemente de Alejandría (150 - 220)
Orígenes de Alejandría (185 - 257)
Porfirio de Tiro
(232 - 304)
Gregorio de
Nisa (331 - 395)
San Jerónimo (347 - 420)
Sinesio (365 – 430)
Ignacio obispo de Antioquía (30 - 107)
Ignacio, obispo de Antioquía
de Siria, fue condenado a las fieras en su ancianidad, en la época de Trajano (hacia el
año 110). Enviado a Roma con un piquete de soldados para morir en los juegos
gladiatorios, fue escribiendo durante el camino varias cartas (poseemos siete, no todas de
autenticidad asegurada) a las diversas comunidades cristianas por las que había pasado, a
la comunidad romana adonde se dirigía, o al venerable obispo Policarpo de Esmirna. Estas
cartas están escritas en momentos de gran intensidad interior, reflejando la actitud
espiritual de un hombre que ha aceptado ya plenamente la muerte por Cristo y sólo anhela
el momento de ir a unirse definitivamente con él. El deseo de «alcanzar a Cristo» se
expresa en ellas con vigor inigualable. Al mismo tiempo afloran las preocupaciones del
santo obispo con respecto a los peligros doctrinales de las Iglesias. Por una parte quiere
asegurar la recta interpretación del sentido de la encarnación de Cristo, tanto contra
los judaizantes que minimizaban el valor de la venida de Cristo en la carne como
superación de la antigua dispensación, como contra los docetistas, que negaban la
realidad de la misma encarnación, afirmando que el Verbo de Dios sólo había tomado una
apariencia humana. De esta forma hallamos ya en Ignacio las bases de la cristología
ortodoxa posterior. Por otra parte, Ignacio está preocupado por asegurar la unidad
amenazada dentro de las Iglesias: por ello insiste en la unión con el obispo como
principio de unidad. Además hay indicios de que aun algunas de las cartas auténticas
pueden contener interpolaciones de época posterior. La colección de cartas de Ignacio
fue ampliada en época bastante posterior con otras cartas, hoy universalmente reconocidas
como apócrifas.
http://www.mercaba.org/tesoro/I-antioquia.htm
Dijo el mártir obispo Ignacio:
No
soy todavía perfecto en Cristo, porque ahora empiezo a ser
discípulo y os hablo como condiscípulo. Podría
escribiros cosas más llenas de misterios pero temo hacerlo para
no lastimaros, puesto que aún sois niños. Perdonadme en
este particular, pues os aplastaría el peso de lo que os dijera,
por no ser capaces de soportarlo. Porque tampoco soy yo todavía
perfecto ni un discípulo como lo fueron Pablo y Pedro, aunque
soy capaz de comprender las cosas celestiales, las órdenes
angélicas, las diferentes clases de ángeles y huestes, la
distinción entre potestades y dominaciones, entre tronos y
autoridades, el poderío de los eones, la presencia de los
querubines y serafines, la subliminidad del Espíritu, el reino
del Señor, y sobre todo la incomparable majestad de Dios
omnipotente.
San Justino mártir (100 - 165)
Nació en Naplusa, la antigua Siquem, en Samaria, a
comienzos del siglo II. Si lo que él mismo nos narra tiene valor
autobiográfico y no es —como pretenden algunos— mera ficción literaria,
se habría dedicado desde joven a la filosofía, recorriendo, en pos de
la verdad, las escuelas estoica, peripatética, pitagórica y platónica,
hasta que, insatisfecho de todas ellas, un anciano le llamó la
atención sobre las Escrituras de los profetas, "los únicos que han
anunciado la verdad". Esto, junto a la consideración del testimonio de
los cristianos que arrostraban la muerte por ser fieles a su fe, le
llevó a la conversión.
Más adelante Justino pasa a Roma, donde funda una especie de
escuela filosófico-religiosa, y muere martirizado hacia el
año 165.
Se conocen los títulos de una decena de obras de Justino: de ellas sólo
se han conservado dos Apologías (que quizás no son sino dos partes de
una misma obra), y un Diálogo con un judío, por nombre Trifón.
Tanto por la extensión de sus escritos como por su contenido, Justino
es el más importante de los apologetas. Es el primero que de una manera
que pudiéramos decir sistemática intenta establecer una relación entre
el mensaje cristiano y el pensamiento helénicos predeterminando en gran
parte, bajo este aspecto, la dirección que iba a tomar la teología
posterior.
La aportación más fundamental de Justino es el intento de relacionar la
teología ontológica del platonismo con la teología histórica de la
tradición judaica, es decir, el Dios que los filósofos concebían como
Ser supremo, absoluto y trascendente, con el Dios que en la tradición
semítica aparecía como autor y realizador de un designio de salvación
para el hombre.
En el esfuerzo por resolver el problema de la posibilidad de relación
entre el Ser absoluto y trascendente y los seres finitos, las escuelas
derivadas del platonismo habían postulado la necesidad del Logos en
función de intermediario ontológico: la idea se remonta al «logos
universal» de Heraclito, y viene a expresar que la inteligibilidad
limitada del mundo es una expresión o participación de la
inteligibilidad infinita del Ser absoluto.
Justino, reinterpretando ideas del evangelio de Juan, identifica al
Logos mediador ontológico con el Hijo eterno de Dios, que recientemente
se ha manifestado en Cristo, pero que había estado ya actuando desde el
principio del mundo, lo mismo en la revelación de Dios a los patriarcas
y profetas de Israel, que en la revelación natural por la que los
filósofos y sabios del paganismo fueron alcanzando cada vez un
conocimiento más aproximado de la verdad.
De esta forma Justino presenta al cristianismo como integrando, en un
plan universal e histórico de salvación, lo mismo las instituciones
judaicas que la filosofía y las instituciones naturales de los pueblos
paganos. Así intenta resolver uno de los problemas más graves de la
teología en su época: el de la relación del cristianismo con el Antiguo
Testamento y con la cultura pagana. Ambas son praeparatio evangelica,
estadio inicial y preparatorio de un plan salvífico, que tendrá su
consumación en Cristo.
Sin embargo, al identificar Justino al Logos con el mediador ontológico
entre el Dios supremo y trascendente y el mundo finito, a la manera en
que era postulado de los filósofos, introduce una concepción que
inevitablemente tenderá hacia el subordinacionismo y, finalmente, hacia
el arrianismo. Cuando Justino afirma que el Dios supremo no podía
aparecerse con su gloria trascendente a Moisés y los profetas, sino
sólo su Logos, implícitamente afirma que el Logos no participa en toda
su plenitud de la gloria de Dios y que es en alguna manera inferior a
Dios.
Los escritos de Justino son también importantes en cuanto nos dan a
conocer las formas del culto y de la vida cristiana en su tiempo,
principalmente en lo que se refiere a la celebración del bautismo y de
la eucaristía.
http://www.santopedia.com/santos/san-justino-martir/
Dijo San Justino:
El
Alma vive más de una vez en cuerpos humanos, pero no se nos
permite el recuerdo en esta vida de nuestras pretéritas
experiencias, aunque de nuevo estamos aquí desterrados como
extranjeros en un inadecuado clima de nuestra patria celestial..
Orígenes de Alejandría
(185 - 257)
El teólogo y exegeta más eminente de la primitiva Iglesia. Nació en
Alejandría, sobre el año 185, de padres cristianos. Su padre, Leónidas, murió
mártir en la persecución del emperador Severo (202).
El celo religioso, la dedicación a la práctica de la piedad y la
erudición del joven maestro convirtieron muy pronto aquel centro educativo en semillero
de confesores y mártires. No se trataba sólo de la calidad de su enseñanza,
sino también del ejemplo de su vida, sometido a una rigurosa ascesis cristiana
de ayuno, oración y confianza en la provisión divina. Más o menos por esta
época, Orígenes, arrastrado por su juvenil entusiasmo e interpretando a Mateo
19:12 demasiado literalmente, quizá también para evitar murmuraciones porque la
escuela estaba frecuentada asimismo por mujeres, se castró –sobre los años 202
o 203-, acto del que más tarde se lamentaría y utilizaría como un ejemplo de a
lo que puede llevar un exceso de preocupación por la letra de la Escritura.
Orígenes tiene dos periodos de trabajo y trayectoria: desde
el año 202 al 231, y a partir del año 232 hasta su muerte. En el primer periodo,
la fama de Orígenes se difundió por todo el Oriente, y empezaron a requerirlo
de aquí y de allá, bien para rebatir a los herejes, bien para proponer su
enseñanza o también para acercarse a los paganos de alto nivel, que tenían
interés por la religión cristiana: en ese sentido, tuvo varios contactos, con
el gobernador romano de Arabia, o en Antioquía con Julia Mamea, madre del
emperador Alejandro Severo. Entre los muchos cristianos que fuera de Egipto se
unieron a él con profunda amistad, recordemos a los obispos Alejandro de
Jerusalén, Teoctisto de Cesarea de Palestina, Fermiliano de Cesarea de
Capadocia.
Su estructura formativa se dividía en dos fases: una
preparatoria, con materias como dialéctica, física, matemáticas,
geometría y astronomía; y otra posterior con estudios de filosofía griega
y teología especulativa. Debido al tremendo trabajo que la enseñanza y la
dirección de la escuela le ocasionaban, decidió delegar en su discípulo
Heraclas la organización de la primera fase, quedándose él para todo lo
relacionado con la segunda. Por ese entonces asiste a las enseñanzas de Ammonio
Saccas, conocido como el fundador del neoplatonismo.
También realizó viajes que se podrían considerar de
formación. En el año 212, durante el pontificado de Ceferino, viaja a Roma para
conocer la antiquísima Iglesia de los romanos. En ese viaje conoce al
renombrado teólogo y formador Hipólito. Viaja a Arabia sobre el año 215 para
mostrar al gobernador romano de allí sus enseñanzas a petición suya. Más tarde
viaja a Antioquia a petición de Julia Mamea, madre del emperador Alejandro
Severo. En el año 216 viaja a Palestina dejando atrás una Alejandría saqueada
por las fuerzas de Caracalla.
A instancias de los obispos de Palestina Orígenes se dedicó
a predicar públicamente, aunque no estaba ordenado. Demetrio, obispo de
Alejandría, su superior, censuró está situación y Orígenes decidió volver a su
ciudad. Orígenes, por este motivo, o por otros, cuando quince años más tarde,
en el 231 aproximadamente, viaja a Cesarea, fue ordenado sacerdote por los
obispos Alejandro de Jerusalén y Teoctisto de Cesarea. Aunque este viaje era
una etapa en su viaje a Grecia por mandato de su obispo Demetrio para refutar
herejías que allí se estaban estableciendo, Demetrio criticó duramente esta
ordenación sacerdotal debido a que Orígenes se había autocastrado. Así,
Demetrio convocó sínodos que excomulgaron a Orígenes y le depuso del sacerdocio,
allá por el año 231. Cuando Demetrio murió, Orígenes viaja a Alejandría en el
232 pero Heraclas, antiguo discípulo suyo, ahora elevado al obispado, renovó la
excomunión.
A partir de este año comienza la segunda etapa en la vida de
Orígenes, y lo hace con un viaje a Cesarea, donde el obispo, desoyendo los
decretos, le invita a fundar y dirigir una escuela de teología. Allí siguió
prácticamente el mismo sistema de enseñanza que aplicaba anteriormente, y lo
hizo por más de veinte años. Gregorio el Taumaturgo, al despedirse del círculo
de Orígenes, escribe una carta pública en la que describe estas circunstancias.
En este documento Gregorio señala que Orígenes obligaba a sus alumnos a leer
las obras de todos los filósofos antiguos, a excepción de aquellos que negaban
la existencia de Dios y de la providencia divina.
En el año 244 viaja por poco tiempo a Arabia donde recupera
del monarquianismo al obispo Berilo de Bostra, por noticias aportadas por
Eusebio de Cesarea.
Durante la persecución de Decio debió de sufrir graves
contratiempos, descritos por Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica, Libro
6, capítulo 39, apartado 5).
Murió en la ciudad de Tiro, en el año 253, contando con 69
años de edad, lóngevo a pesar de los últimos acontecimientos sufridos en su propia
carne.
IDEAS Y TRABAJOS
Defendió ardorosamente la fe cristiana contra paganos, judíos y
herejes. Su obra Contra Celso es un monumento de apologética como respuesta
contundente al tratado que Celso había escrito para atacar al cristianismo.
Su otra gran obra Tratado sobre los principios, presenta la
teología cristiana a un nivel no conocido anteriormente en la Iglesia. Sostiene
firmemente la inspiración de la Biblia, aunque prefiere los sentidos alegórico
y tipológico al literal. Interesado por la formación bíblica de sus alumnos,
produjo los Hexapla = Seis pliegues, edición de la Biblia en seis versiones: el
texto hebreo, una transliteración griega, y las versiones griegas de Aquila,
Símmaco, los LXX y Teodocio.
Sostenía Orígenes que ciertos principios fundamentales estaban
claramente expresados en la Biblia, mientras que otros habían sido dejados a la
especulación de los cristianos. Entre estos últimos estaban las creencias de
que las almas que habían pecado en una vida anterior estaban encerradas en la
tierra en cuerpos humanos como parte de un proceso purificador, y de que todos
los seres racionales, incluidos el diablo y sus ángeles, serían admitidos a la
salvación mediante la gracia de Dios y elegirían libremente amar a Dios.
La Iglesia se ha mostrado severa con su memoria, pese a que en todo
momento Orígenes evitó cuidadosamente la herejía. Fue un gran buscador, pero
por encima de todo un estudioso de las Escrituras, objeto principal de su
erudición. Sus comentarios bíblicos han quedado como una de las grandes fuentes
donde se ha alimentado la ciencia de los Padres de la Iglesia. Por otra parte,
su defensa de la ortodoxia era ejemplar, lo que el mismo explica: “No se ha de
aceptar como verdad más que aquello que en nada difiera de la tradición eclesiástica
y apostólica” (De Principii, prefacio).
http://www.tradicionperenne.com/CRISTIANISMO/PADRESIGLESIA/ORIGENES/presentaorigenes.htm
Dijo Orígenes:
Originalmente todos los
seres existieron como mente pura en un nivel ideacional o de pensamiento. Los
seres humanos, los ángeles y los cuerpos celestiales carecían de existencia
encarnada y sus propios seres eran sólo ideas. Según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de
él.
Las Escrituras son de poca utilidad para quienes las toman tal como han sido
escritas. La fuente de muchos males consiste en el hecho de que sólo se atiende
a su parte carnal o exterior. Busquemos, pues, el espíritu y los frutos
sustanciales de la palabra que están ocultos y misteriosos.
Hay
cosas que se nos infieren como históricas pero que jamás han sucedido, pues eran
imposibles como hechos materiales, y otras que eran posibles, pero que tampoco
han sucedido.
Todos los seres
existieron como mente pura en un nivel ideacional o de pensamiento. Los seres
humanos, los ángeles y los cuerpos celestiales carecían de existencia encarnada
y sus propios seres eran sólo ideas. La preexistencia del alma es inmaterial y
por tanto sin principio ni fin de su existencia. Las predicciones de los
evangelios no pueden haberse hecho con la intención de una interpretación
literal. Hay un progreso constante hacia la perfección, siendo nosotros primero
como vasos de barro, de madera, luego de vidrio, luego de plata, para finalizar
como cálices de oro. Todos los espíritus fueron creados sin culpa y todos han de
regresar, por fin, a su perfección original.
La educación de
las almas continúa en mundos sucesivos. Hay innumerables mundos que se siguen
unos a otros durante eras eternas. El alma frecuentemente encarna y experimenta
la muerte. ¿No será más conforme a la razón, que cada alma por ciertas razones
misteriosas es introducida en un cuerpo, de acuerdo con sus méritos y acciones
anteriores?
Se llama alma por
haberse enfriado en el ardor del fuego divino, pero sin perder por ello la
facultad de volver al estado de fervor en el que se hallaba al principio...
parece deducirse que el intelecto o espíritu habiendo caído de su primer rango
vino a hacerse y llamarse psique, y, si se corrige, vuelve a ser espíritu. Al
morir el cuerpo, las psiques pueden ir al Paraíso terrenal, que es una especie
de antesala preparatoria de los Cielos superiores; las almas o psiques que no
han despertado a su origen divino pueden tomar de nuevo un "cuerpo".
San Clemente de Alejandría (150 - 220)
Nació hacia el año 150, probablemente en Atenas, de padres paganos;
después de hacerse cristiano, viajó por el sur de Italia y por Siria y Palestina,
en busca de maestros cristianos, hasta que llegó a Alejandría; las enseñanzas de
Panteno hicieron que se quedara allí. Hacia el año 202, la persecución de
Septimio Severo le obligó a abandonar Egipto, y se refugió en Capadocia, donde
murió poco antes del 215.
Su conocimiento de
los escritos paganos y de la literatura cristiana es notable; según Quasten, en
sus obras se encuentran unas 360 citas de los clásicos, 1500 del Antiguo
Testamento y 2000 del Nuevo.
La amplia cultura
pagana de Clemente no fue borrada por su encuentro con el cristianismo; seguía
encontrando en ella mucho de positivo y la gran trascendencia de su obra se
deberá precisamente a lo mucho que contribuyó a que la filosofía fuera aceptada
en la Iglesia. Los filósofos gentiles, Platón en especial, se hallaban según él
en el camino recto para encontrar a Dios; aunque la plenitud del conocimiento y
por tanto de la salvación la ha traído el Logos, Jesucristo, que llama a todos
para que le sigan. Éste es el tema del primero de sus escritos, el
Protréptico o «exhortación», una invitación a la conversión.
A los que se
deciden a seguir a Cristo, Clemente dedica la segunda de sus obras, el
Pedagogo, el «preceptor». En el primero de los tres libros de que se
compone, de carácter más general, trata de la obra educadora del Logos como
pedagogo y establece principios generales de moral. En el segundo y el tercero
trata de situaciones de la vida ordinaria en Alejandría, siguiendo una relación
pormenorizada y dando normas sobre ellas: la manera de vestir y de divertirse,
el uso de perfumes, la asistencia a los baños, la música y la danza, la vida
conyugal, la disposición y ornato de la casa, las buenas maneras, etc.; son
cuadros en los que vemos retratado un ambiente refinado de gran ciudad, en el
que se desarrolla la vida de sus oyentes. Clemente no les pide que renuncien a
ese mundo, en el que se da una mezcla de cosas buenas y malas, pero sí les
previene y les da consejos para que, sin salirse de su sitio, sepan portarse
como cristianos. Esta misma idea aparecerá en su tratado Quis dives salvetur,
«quién es el rico que se salvará», una homilía que comenta la escena
evangélica del joven rico: no todos necesitan abandonar sus posesiones, pero sí
desprenderse del apego al dinero.
Para cerrar esta
trilogía, Clemente proyectaba otra obra, el Didascalos, en la que iba a
exponer sistemáticamente la religión cristiana, pues «el Logos primero exhorta,
luego educa y finalmente enseña». Pero no llegó a escribirla.
En cambio escribió
unos Stromata, o «tapices», donde va tratando temas variados con los que
Clemente quiere crear inquietudes religiosas en el gentil. En ellos domina el
interés por presentar el cristianismo como una verdadera gnosis; como Ireneo,
rechaza el uso que algunos hacen de la gnosis, pero no se queda en una postura
negativa; hace notar el valor de la filosofía pagana para el cristiano, pues
aunque la filosofía nunca podrá reemplazar a la revelación, ha preparado a una
parte de la humanidad, a los griegos, para la venida de Cristo, de manera
semejante a como el Viejo Testamento preparó a los judíos. Así, al mismo tiempo
que rechaza la falsa gnosis, sostiene que el cristiano es el verdadero gnóstico,
es decir, el verdadero sabio; la perfección moral, que consiste en la castidad y
el amor a Dios, es el rasgo característico de este verdadero gnóstico en
contraste con el falso.
El texto de estas
obras ha llegado hasta nosotros razonablemente bien conservado. De otras obras
de menor entidad sólo tenemos algún fragmento, o se han perdido enteramente;
entre éstas se encontraba el Hypotyposeis, ocho libros que al parecer
eran de comentarios alegóricos a algunos versículos de las Escrituras.
http://www.mercaba.org/TESORO/cartel_clemente_alejandria.htm
Dijo San Clemente:
Antes de la
creación del mundo preexistíamos en el ojo de Dios, nosotros criaturas
racionales del Verbo de Dios, a causa de lo cual nos remontamos hasta el
principio; pues el principio era el Verbo. No puse por escrito todo lo que
pienso pues hay un cristianismo esotérico que no es para toda la gente. Los
misterios de la Fe no son para ser divulgados a todos. Es necesario ocultar en
un Misterio la Sabiduría hablada.
No es lícito revelar a los profanos los Misterios del Verbo.
Porque difícil es exponer las realmente puras u transparentes
palabras relativas a la verdadera Luz, ante brutales e incultos oyentes.
Porfirio de Tiro (232 - 304)
Fue primero, en
Atenas, discípulo de Longino y luego, en Roma —probablemente a partir
de 262—, discípulo de Plotino. Biógrafo de éste —cuyas Eneadas
corrigió y compiló-, Porfirio es autor, además, de numerosos tratados
sobre muy diversas materias, entre las cuales figuran la matemática, la
lógica, la astrología, la religión, la historia, la retórica y la
moral, y de comentarios a Platón y a Aristóteles. Particularmente
conocida e influyente fue la llamada
Isagoge o
Introducción
al tratado aristotélico sobre las categorías. Esta obra, comentada por
Ammonio, Elías y David, y traducida al latín por Boecio, tuvo una
enorme repercusión en la literatura filosófica de la Edad Media. Su
objeto es el estudio de los llamados predicables (VÉASE), o
cinco voces, y ha sido considerada como la base de la disputa medieval
sobre los universales (VÉASE). Influyentes también filosóficamente
fueron sus Sentencias acerca de los inteligibles, redactadas en
forma aforística. Aunque Porfirio basó principalmente sus ideas en las
de su maestro Plotino, acentuó considerablemente las tendencias
eclécticas que se habían abierto ya paso en el neoplatonismo; no es
extraño, por lo tanto, encontrar en los textos de Porfirio intentos de
unir las doctrinas platónicas, aristotélicas y plotinianas con otras de
Posidonio y de Antíoco de Ascalón. Característico de Porfirio es,
además, la acentuación de las cuestiones éticas y religiosas, hasta el
punto de que se ha dicho alguna vez que la filosofía de Porfirio tiene
por objeto principal preparar el alma, mediante la purificación
ascética, para la contemplación del mundo inteligible y, en último
término, de la Unidad suprema. Algunas de las principales diferencias
entre las opiniones de Plotino y las de Porfirio pueden entenderse
desde el último citado punto de vista. Entre tales diferencias destaca
la concepción que Porfirio tiene de la naturaleza del mal. Según
Porfirio, el mal no reside en la materia, sino en el alma misma en
tanto que ésta no se halla regida por el espíritu inteligible. Pero
cuando el alma puede, por la purificación ascética y la contemplación,
desprenderse del mal, puede efectuar sin otro obstáculo su ascenso, es
decir, cumplir con su destino. Así, mientras Plotino concebía el
ascenso como una dominación del mal de la materia, manifestada en el
cuerpo, Porfirio lo concibe como un dominio del alma sobre sí misma. La
clasificación porfiriana de las virtudes es parecida a la plotiniana,
pero es más completa y elaborada. Según Porfirio, hay cuatro tipos de
virtudes en sentido ascendente. Las primeras, e inferiores, son las
virtudes de la vida civil, o virtudes políticas, las segundas son las
virtudes catárticas o purificadoras, cuyo fin es la apatía (con
respecto a las pasiones del cuerpo y a las afecciones del alma); las
terceras son las virtudes que encaminan el alma hacia el nous; las cuartas, y supremas, son las virtudes paradigmáticas, que son virtudes del propio nous
y no, como las anteriores, solamente del alma. Es de observar que
Porfirio no consideraba la teurgia (VÉASE) como una actividad superior,
aunque tampoco la descartaba por completo. Desde el punto de vista
religioso, Porfirio defendió celosamente lo que consideraba como la
religión tradicional helénica —y que, de hecho, era una mezcla de
ciertos elementos de tal religión con especulaciones filosóficas—
contra sus detractores y, en un tratado especialmente escrito al
efecto, contra los cristianos. A este fin daba interpretaciones
alegóricas de los mitos religiosos populares. El escrito de Porfirio Contra los cristianos,
en quince libros, fue objeto de refutaciones por varios escritores
eclesiásticos (entre ellos Eusebio de Cesárea). Gracias a estas
refutaciones se conservan algunos fragmentos, pues el tratado fue
quemado en 435 por orden de Teodosio II.
http://zettelfilosofia.zoomblog.com/archivo/2009/04/04/porfirio.html
Dijo Porfirio:
Las
"reencarnaciones" de los seres humanos sólo pueden tener lugar nuevamente como
hombres.
Gregorio de Nisa (331 - 395)
La
fecha del nacimiento de San Gregorio de Nisa no se puede afirmar con precisión,
pero debió ocurrir entre los años 331 a 335. Por línea paterna descendía de
una familia de antigua raigambre cristiana, originaria del Ponto, que había
sufrido persecución por confesar la fe; y por línea materna, de una familia de
Capadocia que destacaba en la vida militar y civil. Tres de sus hermanos—Macrina,
Basilio (llamado el Grande) y Pedro—son venerados como Santos por la Iglesia.
La
educación de Gregorio corrió a cargo de su hermano mayor, Basilio. Fue
profesor de Retórica, pero animado por sus amigos, en especial por el que luego
sería San Gregorio Nacianceno, se retiró al monasterio de Iris, en el Ponto,
para dedicarse a prácticas ascéticas y al estudio de la Teología. Su hermano
Basilio, metropolita de Cesarea, le consagró obispo en el año 371, para ocupar
la sede de Nisa. Por su fidelidad al Concilio de Nicea, fue depuesto por un
sínodo de obispos arrianos, celebrado en su ausencia con la ayuda del
gobernador del Ponto. Muerto el Emperador Valente, que era arriano, San Gregorio
volvió a su sede, y en el año 381 tomó parte muy activa—con San Gregorio
Nacianceno—en el Concilio I de Constantinopla, que resolvió definitivamente
la cuestión arriana, reafirmando la fe de Nicea y exponiendo la divinidad y
consustancialidad del Espíritu Santo. En sus últimos años, se le nombró
Arzobispo de Sebaste y redactó los escritos más memorables de su doctrina
espiritual, hasta su fallecimiento en el 394.
Su
producción literaria no comienza antes del 370, en plena madurez. Tiene
escritos de carácter teológico, exegético, homilético y ascético.
Su
obra titulada La creación del hombre pertenece al género exegético, y la
escribió a instancias de su hermano Pedro, obispo de Sebaste, con el fin de
completar las homilías de San Basilio sobre los seis días de la creación, que
narra el Génesis. El texto que se recoge es un comentario a la creación del
hombre, hecho por Dios a su imagen y semejanza, lo que constituye su mayor
dignidad y su máxima excelencia sobre las demás criaturas terrenas.
La
profundidad de las obras de San Gregorio de Nisa, que escribió también libros
de teología mística, le han valido el sobrenombre de el teólogo, con que es
conocido especialmente entre los griegos.
http://www.mercaba.org/TESORO/niseno_gregorio.htm
Dijo Gregorio:
Para el alma es una necesidad natural purificarse paulatinamente a
través de múltiples vidas.
San Jerónimo (347 - 420)
Uno de los cuatro Doctores originales
de la Iglesia Latina. Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la
Biblia al latín. Presbítero, hombre de vida ascética, eminente literato.
Nació en Estridón (Dalmacia) hacia
el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Abrazó la vida
ascética, marchó al Oriente y fue ordenado presbítero. Volvió a Roma y
fue secretario del papa Dámaso. Fue en esta época cuando empezó su
traducción latina de la Biblia. También promovió la vida monástica. Más
tarde, se estableció en Belén, donde trabajó mucho por el bien de la
Iglesia. Escribió gran cantidad de obras, principalmente comentarios de
la sagrada Escritura. Murió en Belén el año 420.
http://www.corazones.org/santos/jeronimo.htm
Dijo San Jerónimo:
Si examinamos el caso de Esaú hallaremos que fue condenado a causa de sus antiguos pecados en un peor curso de vida.
Sinesio (365 – 430)
Sinesio forma parte de la «escuela esotérica de
Alejandría», al igual que, Zósimo y María.
Se sabe que nació alrededor del año 365, en una ciudad de Libia,
Cirene. Muy joven todavía, Sinesio abandonó su ciudad natal para
dirigirse a Alejandría, atraído por la fama de una mujer que, según se
decía, enseñaba la filosofía platónica con gran sabiduría. Tal mujer,
de nombre Hipatia, había de ejercer sobre el joven Sinesio una marcada
influencia, hasta el punto de que cuando éste empezó a redactar sus
primeras obras las sometió por entero al juicio de su maestra.
Pero además de los estudios filosóficos, Sinesio empezó a
interesarse por la ciencia hermética. Creyendo que en Atenas
encontraría a los más grandes sabios de la época, allí se trasladó.
Pero en aquella ciudad descubrió con hondo pesar que los filósofos de
antaño habían desaparecido casi por completo, y que la urbe que en un
tiempo iluminara con su sabiduría al mundo se había convertido en un
lugar sin interés, en el que solamente se podían encontrar mercaderes
ramplones.
Instalado nuevamente en su ciudad natal, y tras algún tiempo de
trabajo en soledad, Sinesio fue comisionado por sus conciudadanos para
que informara al emperador del estado de abandono en que se encontraba
su ciudad de origen. En Constantinopla se quedó varios años, y se
convirtió al cristianismo. En Alejandría contrajo matrimonio y allí fue
elegido posteriormente obispo de Tolemaida.
De Sinesio se conservan varias obras de corte esotérico, entre las
cuales se encuentra un texto sobre los sueños. Y precisamente se halla
basada en este mundo de los sueños una de las anécdotas, de índole
marcadamente sobrenatural, que se cuentan de él.
Al parecer tenía Sinesio un amigo, filósofo hermético como él, al
que el obispo intentaba infructuosamente convertir al cristianismo.
Finalmente, este colega de Sinesio, de nombre Evagro, terminó
convirtiéndose, pero no sin antes pedirle al bueno del obispo un favor
muy especial. Se trataba de que repartiese entre los pobres una suma de
oro nada despreciable que él le daría. Pero Sinesio había de
comprometerse con una especie de singular recibo a que, a cambio de tal
limosna, Jesucristo habría de concederle una mayor recompensa en el
otro mundo. Esto era algo que Evagro no lograba comprender muy bien,
pese a la insistencia de su amigo. Y, por supuesto, debía ser un hombre
sumamente práctico al exigir que se le garantizase tal recompensa por
escrito.
Sinesio cumplió el doble encargo de su amigo, y no volvió a prestar
más atención al asunto. Al cabo de algunos años murió Evagro, quien en
su lecho de muerte pidió a sus hijos que le enterrasen con la promesa
escrita de puño y letra del obispo. Pocos días después de su muerte, se
le apareció en sueños a Sinesio, al que informó que ya no se le debía
nada, pues había recibido cumplida recompensa. Insistía en que si se
abría su tumba, se encontraría entre sus manos el recibo de Sinesio
pero, ahora, con una nota del propio Evagro que ratificaba la
recompensa recibida en el otro mundo. Como Sinesio no lograba salir de
su asombro, pidió autorización a los hijos del fallecido para que se
abriese la tumba y poder comprobar de este modo la veracidad de lo que
su amigo le había revelado en sueños. Se abrió, pues, la tumba y para
asombro de todos se encontró que el cadáver de Evagro tenía en la mano
el escrito del obispo, con una nota del propio fallecido en la que se
hacía constar que nada se le debía ya, pues había recibido en el otro
mundo ciento por uno.
Esta historia referida al obispo Sinesio enfatiza la importancia que
ya se concedía en el mundo esotérico alejandrino en aquella y a la que
algunos investigadores dedicarían atención siglos más tarde.
http://www.ecovisiones.cl/tradiciones/esoterismo/Sinesio.htm
Dijo Sinesio:
Padre,
concede que mi alma, estando en la Luz ya no sea sumergida en la ilusión
engañosa de la Tierra. El alma que no regresó pronto a la región celestial de
donde fue mandada a la tierra, tiene que pasar por muchas vidas recorriendo el
mundo.
c- Los mártires cristianos del Imperio romano
Un Episodio de la Roma Antigua
EL MÁRTIR DE LAS CATACUMBAS
CAPÍTULO I
El Coliseo
Cruel carnicería para diversión de los romanos
ERA UNO DE LOS GRANDES DÍAS de fiesta en Roma. De todos los
extremos del país las gentes convergían hacia un destino común. Recorrían el Monte Capitolino, el Foro, el Templo de la Paz, el Arco de Tito y el palacio imperial en su desfile interminable hasta llegar al Coliseo, en el que penetraban por las innumerables puertas, desapareciendo en el interior.
Allí se encontraban
frente a un escenario maravilloso: en la parte inferior la arena interminable se desplegaba rodeada por incontables hileras de asientos que se elevaban hasta el tope de la pared exterior que bordeaba los cuarenta metros. Aquella enorme extensión se hallaba totalmente cubierta por seres humanos de todas las edades y clases sociales. Una reunión tan vasta, concentrada de tal modo, en la que sólo se podían distinguir largas filas de rostros fieros, que se iban extendiendo sucesivamente, constituía un formidable espectáculo que en ninguna parte del mundo ha podido igualarse, y que había sido ideado, sobre todo, para aterrorizar e
infundir sumisión en el alma del espectador. Más de cien mil almas se habían reunido aquí, animadas de un sentimiento común, e incitadas por una sola pasión. Pues lo que les había atraído a este lugar era una ardiente sed de sangre de sus semejantes. Jamás se hallará un comentario más triste de esta alardeada civilización de la antigua Roma, que este macabro espectáculo creado por ella.
Allí se
hallaban presentes guerreros que habían combatido en lejanos
campos de batalla, y que estaban bien enterados de lo que constituían actos de valor; sin embargo, no sentían la menor indignación ante las escenas de cobarde opresión que se desplegaban ante sus ojos. Nobles de antiguas familias se hallaban presentes allí, pero no tenían ojos para ver en estas exhibiciones crueles y brutales el estigma sobre el honor de su patria. A su vez los filósofos, los poetas, los sacerdotes, los gobernadores, los encumbrados, como también los humildes de la tierra, atestaban los asientos; pero los aplausos de los patricios eran tan sonoros y ávidos como los de los plebeyos. ¿Qué esperanza había para Roma cuando los corazones de sus hijos se hallaban íntegramente dados a la crueldad y a la opresión más brutal que se puede imaginar? El sillón levantado sobre un lugar prominente del enorme anfiteatro se hallaba ocupado por el Emperador Decio, a quien rodeaban los principales de los romanos. Entre éstos se podía contar un grupo de la guardia pretoriana, que criticaban los diferentes actos de la escena que se desenvolvía en su presencia con aire de expertos. Sus carcajadas estridentes, su alborozo y su espléndida vestimenta los hacían objeto de especial atención de parte de sus vecinos.
Ya se habían
presentado varios espectáculos preliminares, y era hora de que
empezaran los combates. Se presentaron varios combates mano a mano, la mayoría de los cuales tuvo resultados fatales, despertando diferentes grados de interés, según el valor y habilidad que derrochaban los combatientes. Todo ello lograba el efecto de aguzar el apetito de los espectadores, aumentando su vehemencia, llenándoles del más ávido deseo por los eventos aun más emocionantes que habían de seguir.
Un hombre en particular
había despertado la admiración y el frenético
aplauso de la multitud. Se trataba de un africano de Mauritania, cuya complexión fortaleza eran de gigante. Pero su habilidad igualaba a su fortaleza. Sabía blandir su corta espada con destreza maravillosa, y cada uno de los contrincantes que hasta el momento había tenido yacía muerto.
Llegó el momento en
que había de medirse con un gladiador de Batavia, hombre al cual solamente él le igualaba en fuerza y en estatura. Pero los separaba un contraste sumamente notable. El africano era tostado, de cabello relumbrante y rizado y ojos chispeantes; el de Batavia era de tez ligera, de cabello rubio y de ojos vivísimos de color gris. Era difícil decir cuál de ellos llevaba ventaja; tan acertado había sido el cotejo en todo sentido. Pero, como el primero había ya estado luchando por algún tiempo, se pensaba que él tenía esto como una desventaja. Llegó, pues, el momento en que se trabó la contienda con gran vehemencia y actividad de ambas partes. El de Batavia asestó tremendos golpes a su contrincante, que fueron parados gracias a la viva
destreza de éste. El africano era ágil y estaba furioso,
pero nada podía hacer contra la fría y sagaz defensa de su vigilante adversario.
Finalmente, a una señal dada, se
suspendió el combate, y los gladiadores fueron retirados, pero de ninguna manera ante la admiración o conmiseración de los espectadores, sino simplemente por el sutil entendimiento de que era el mejor modo de agradar al público romano.
Todos entendían, naturalmente, que los gladiadores volverían.
Llegó ahora el
momento en que un gran número de hombres fue conducido a la
arena. Estos todavía estaban armados de espadas cortas. No bien pasó un momento, cuando ya ellos habían empezado el ataque. No era un conflicto de dos bandos opuestos, sino una contienda general, en la cual cada uno atacaba a su vecino. Tales escenas llegaban a ser las más sangrientas, y por lo tanto las que más emocionaban a los espectadores. Un conflicto de este tipo siempre destruiría el mayor número en el menor tiempo. La arena presentaba el escenario de confusión más horrible. Quinientos hombres en la flor de la vida y la fortaleza, armados de espadas
luchaban en ciega confusión unos contra otros. Algunas veces se trenzaban en una masa densa y enorme; otras veces se separaban violentamente, ocupando todo el espacio disponible, rodeando un rimero de muertos en el centro del campo. Pero, a la distancia, se asaltaban de nuevo con indeclinable y sedienta furia, llegando a trabarse combates separados en todo el rededor del macabro escenario; el victorioso en cada uno corría presuroso a tomar parte en los otros, hasta que los últimos sobrevivientes se hallarían nuevamente empeñados en un ciego combate masivo. A la larga las luchas agónicas por la vida o la muerte se tornaban cada vez más débiles. Solamente unos cien quedaban de los quinientos que empezaron, a cual más agotados y heridos. Repentinamente se dio una señal y dos hombres saltaban a la arena y se precipitaban desde extremos opuestos sobre esta miserable multitud. Eran el africano y el de Batavia. Ya frescos después del reposo, caían sobre los infelices sobrevivientes que ya no tenían ni el espíritu para combinarse, ni la fuerza para resistir. Todo se reducía a una carnicería. Estos gigantes mataban a diestra y siniestra sin misericordia, hasta que nadie más que ellos quedaba de pie en el campo de la muerte y oían el estruendo del aplauso de la muchedumbre.
Estos dos nuevamente
renovaban el ataque uno contra el otro, atrayendo la atención de los espectadores, mientras eran retirados los despojos miserables de los muertos y heridos. El combate volvía a ser tan cruel como el anterior y de invariable similitud. A la agilidad del africano se oponía la precaución del de Batavia. Pero finalmente aquél lanzó una desesperada embestida final; el de Batavia lo paró y con la velocidad del relámpago devolvió el golpe. El africano retrocedió ágilmente y soltó su espada. Era demasiado tarde, porque el golpe de su enemigo le había traspasado el brazo izquierdo. Y conforme cayó, un alarido estrepitoso de
salvaje regocijo surgió del centenar de millares de así llamados seres humanos. Pero esto no había de considerarse como el fin, porque mientras aún el conquistador estaba sobre su víctima, el personal de servicio se introdujo de prisa a la arena y lo sacó. Empero tanto los romanos como el herido sabían que no se trataba de un acto de misericordia. Sólo se trataba de reservarlo para el
aciago fin que le esperaba.
-El de Batavia es un
hábil luchador, Marcelo -comentó un joven oficial con su
compañero de la concurrencia a la que ya se ha aludido.
-Verdaderamente que lo es, mi
querido Lúculo -replicó el otro-. No creo haber visto jamás un gladiador mejor que éste. En verdad los dos que se han batido eran mucho mejores de lo común.
-Allá adentro tienen un hombre que es mucho mejor que estos dos.
-¡Ah! Quién es él?
-El gran gladiador Macer. Se me ocurre que él es el mejor que jamás he visto.
-Algo he oído respecto a él. ¿Crees que lo sacarán esta tarde?
-Entiendo que sí.
Esta breve
conversación fue bruscamente interrumpida por un tremendo rugido
que surcó los aires procedentes del vivario, o sea el lugar en donde se tenían encerradas las fieras salvajes. Fue uno de aquellos rugidos feroces y terroríficos que solían lanzar las más salvajes de las fieras cuando habían llegado al colmo del hambre que coincidía con el mismo grado de furor.
No tardaron en abrirse los enrejados de hierro manejados por hombres desde arriba, apareciendo el primer tigre al acecho en la arena. Era un fiera del África, desde donde había sido traída no muchos días antes. Durante tres días no
había probado alimento alguno, y así el hambre juntamente con el prolongado encierro había aguzado su furor a tal extremo que solamente el
contemplarlo aterrorizaba. Azotándose con la cola recorría la arena mirando hacia arriba, con sanguinarios ojos, a los espectadores. Pero la atención de éstos no tardó en desviarse hacia un objeto distinto. Del otro extremo de donde la fiera se hallaba fue arrojado a la arena nada menos que un hombre. No llevaba armadura alguna, sino que estaba desnudo como todos los gladiadores, con la sola excepción de un taparrabo. Portando en su diestra la habitual espada corta, avanzó con dignidad y paso firme hacia el centro del escenario.
En el acto todas las miradas convergieron sobre este hombre. Los innumerables espectadores clamaron frenéticamente: "¡Macer, Macer!"
El tigre no tardó en
verlo, lanzando un breve pero salvaje rugido que infundía terror. Macer con serenidad permaneció de pie con su mirada apacible pero fija sobre la ñora que movía la cola con mayor furia cada vez, dirigiéndose hacia él. Finalmente el tigre se agazapó, y de esta posición con el impulso característico se lanzó en un salto feroz sobre su presa. Macer no estaba desprevenido. Como una centella voló hacia la izquierda, y no bien había caído el tigre en tierra, cuando le aplicó una estocada corta pero tajante y certera en el mismo corazón. ¡Fue el golpe fatal para la fiera! La enorme bestia se estremeció de la cabeza a los pies, y encogiéndose para sacar toda la fuerza de sus entrañas, soltó su postrer bramido que se oyó casi como el clamor de un ser humano, después de lo cual cayó muerta en la arena.
Nuevamente el aplauso de la
multitud se oyó como e1 estrépito del trueno por todo el derredor.
-¡Maravilloso! -exclamó Marcelo-, ¡jamás he visto habilidad como la de Macer!
Su amigo le contestó reanudando la charla, -¡Sin duda se ha pasado la vida luchando!
Pronto el cuerpo del animal
muerto fue arrastrado fuera de la arena, al mismo tiempo que se oyó el rechinar de las rejas que se abrían nuevamente atrayendo la atención de todos. Esta vez era un león. Se desplazó lentamente en dirección opuesta, mirando en derredor suyo al escenario que le rodeaba, en actitud de sorpresa. Era éste el ejemplar más grande de su especie, todo un gigante en tamaño, habiendo sido largo tiempo preservado hasta hallarle un adversario adecuado. A simple vista parecía capaz de hacer frente victoriosamente a dos tigres como el que le había precedido. A su lado Macer no era sino una débil criatura.
El ayuno de esta fiera
había sido prolongado, pero no mostraba la furia del tigre. Atravesó la arena de uno a otro extremo, y luego a todo el rededor en una especie de trote, como si buscara una puerta de escape. Mas hallando todo cerrado, finalmente retrocedió hacia el centro, y pegando el rostro contra el suelo dejó oír profundo bramido tan alto y prolongado que las enormes piedras del mismo Coliseo vibraron con el sonido.
Macer permaneció
inmóvil. Ni un solo músculo de su rostro cambió en
lo más mínimo. Estaba con la cabeza erguida con la expresión vigilante y característica, sosteniendo su espada en guardia.
Finalmente el león se lanzó sobre él de lleno. El
rey de las fieras y el rey de la creación se mantuvieron frente a frente mirándose a los ojos el uno al otro. Pero la mirada serena del hombre pareció enardecer la ira propia del animal. Erecta la cola y todo él, retrocedió; y tirando su melena, se agazapó hasta el suelo en preparación para saltar.
La masa obscura del león se
lanzó al frente, y otra vez el gladiador en su habitual maniobra saltó hacia el costado y lanzó su estocada. Empero esta vez la espada solamente hirió una de las costillas y se le cayó de la mano. El león fue herido ligeramente, pero el golpe sirvió sólo para levantar su furia hasta el grado supremo. La enorme multitud se paró embelesada. He aquí una escena que merecía su interés.
Macer empero no perdió ni
un ápice de su característica calma y frialdad en este momento tremendo. Perfectamente desarmado en espera del ataque, se plantó delante de la fiera. Una y otra vez el león lanzó sus feroces ataques, y cada uno fue evadido por el ágil gladiador, quien con sus hábiles movimientos se cercaba ingeniosamente al lugar en donde estaba su arma hasta lograr tomarla nuevamente. Y ahora, otra vez armado de su espada protectora, esperaba el zarpazo final de la fiera que respiraba muerte. El león se arrojó como la vez anterior, pero esta vez Macer acertó en el blanco. La espada le traspasó, el corazón, la enorme fiera cayó contorsionándose de dolor. Poniéndose en pie se echó a correr por la arena, y tras Su último rugido agónico cayó muerto junto a las rejas por donde había salido.
Ahora Macer fue conducido fuera del ruedo, viéndose aparecer nuevamente al de Batavia. Se trataba de un público de refinado gusto, que demandaba variedad. Al nuevo contendor le soltaron un tigre pequeño, el cual fue vencido. Seguidamente se le soltó un león. Este dio muestras de extrema ferocidad, aunque por su tamaño no salía de lo común. No cabía la menor duda de que el de Batavia no se igualaba a Macer. El león se lanzó sobre su víctima, habiendo sido herido; pero, al lanzarse por segunda vez al ataque, agarró a su adversario, y literalmente lo despedazó. Entonces nuevamente fue sacado Macer, para quien fue tarea fácil acabar con el cachorro.
Y esta vez, mientras Macer
permanecía de pie recibiendo los interminables aplausos, apareció un hombre por el lado opuesto. Era el africano. Su brazo ni siquiera se le había vendado sino que colgaba a su costado, completamente cubierto de sangre. Se encaminó titubeando hacia Macer, con penosos pasos de agonía. Los romanos sabían que éste había sido enviado sencillamente para que fuese muerto. Y el desventurado también lo sabía, porque conforme se acercó a su adversario, arrojó su espada y exclamó en una actitud más bien de desesperación:
-¡Mátame pronto! Líbrame del dolor.
Todos los espectadores a uno quedaron mudos de asombro al ver a Macer retroceder y arrojar al suelo su espada. Todos seguían contemplando maravillados hasta lo sumo y silenciosos. Y su asombro fue tanto mayor cuando Macer volvió hacia el lugar donde se hallaba el Emperador, y levantando las manos muy alto clamó con voz clara que a todos alcanzó:
-¡Augusto Emperador, yo soy
cristiano! Yo pelearé con fieras silvestres, pero jamás levantaré mi mano contra mis semejantes, los hombres, sean del color que fueren. Yo moriré gustoso; pero ¡yo no mataré!
Ante semejantes palabras y actitud se levantó un creciente murmullo.
-¿Qué quiere decir éste? ¡Cristiano!
¿Cuándo sucedió su conversión?
-preguntó Marcelo. Lúculo contestó, -Supe que lo habían visitado en el calabozo los malditos cristianos, y que él se habría unido a esa despreciable secta, en la cual se halla reunida toda la hez de la humanidad. Es muy probable que se haya vuelto cristiano.
-¿Y preferirá él morir antes que pelear?
-Así suelen proceder aquellos fanáticos.
La sorpresa de aquel populacho fue reemplazada por una ira salvaje. Les
indignaba que un mero gladiador se atreviera a decepcionarles. Los lacayos se apresuraron a intervenir para que la lucha continuara. Si en verdad Macer insistía en negarse a luchar debería sufrir todo el peso de las consecuencias.
Pero la firmeza del
cristiano era inconmovible. Absolutamente desarmado avanzó hacia el africano, a quien él podría haber dejado muerto solamente con un golpe de su puño. El rostro del africano se había tornado en estos breves instantes cual el de un feroz endemoniado. En sus siniestros ojos relumbraba una mezcla de sorpresa y regocijo loco. Recogiendo su espada y asiéndola firmemente se dispuso al ataque con toda libertad, hundiéndola de un golpe en el corazón de Macer.
--¡SEÑOR
JESÚS, RECIBE MI ESPIRITU! -Salieron esas palabras entre el
torrente de sangre en medio del cual este humilde pero osado testigo de Cristo dejó la tierra, uniéndose al nobilísimo ejército de mártires.
-Así suele ser.
Cada vez que se presentan cristianos. Ellos hacen frente a cualquier número de fieras. Las muchachas caminan de frente firmemente desafiando a los leones y a los tigres, pero ninguno de estos locos quiere levantar su mano contra otros hombres. Este Macer ha desilusionado amargamente a nuestro populacho. Era el más excelente de todos los gladiadores que se han conocido; empero, al convertirse en cristiano, cometió la peor de las necedades.
Marcelo contestó
meditativo, -¡Fascinante religión debe ser aquella que
lleva a un simple gladiador a proceder de la manera que hemos visto! -Ya tendrás la oportunidad de contemplar mucho más de esto que te admira.
-¿No lo has sabido?
Estás comisionado para desenterrar a algunos de estos
cristianos. Se han introducido en las catacumbas y hay que perseguirlos.
-Cualquiera pensaría que ya tienen suficiente. Solamente esta
mañana quemaron cincuenta de ellos.
-Y la semana pasada degollaron cien. Pero eso no es nada. La ciudad íntegra se ha convertido en todo un enjambre de ellos. Pero el Emperador Decio ha resuelto restaurar en toda su plenitud la antigua religión de los romanos. Desde que estos cristianos han aparecido el imperio va en vertiginosa declinación. En vista de eso él se ha propuesto a aniquilarlos por completo. Son la mayor maldición, y como a tal se les tiene que tratar. Pronto llegarás a comprenderlo.
Marcelo contestó con
modestia: -Yo no he residido en Roma lo suficiente, y es así que
no comprendo qué es lo que los cristianos creen en verdad. Lo que ha llegado a mis oídos es que casi cada crimen que sucede se les imputa a ellos. Sin embargo, en el caso de ser como tú dices, he de tener la oportunidad de llegar a saberlo.
En ese momento una nueva
escena les llamó la atención. Esta vez entró al
escenario un anciano, de figura inclinada y cabello blanco plateado. Era de edad muy avanzada. Su aparición fue recibida con gritos de burla e irrisión, aunque su rostro venerable y su actitud digna hasta lo sumo hacían presumir que se le presentaba para despertar admiración. Mientras las risotadas y los alaridos de irrisión herían sus oídos,
él elevó su cabeza al mismo tiempo que pronunció
unas pocas palabras.
-¿Quién es él? -preguntó Marcelo.
-Ese es Alejandro, un maestro de la abominable secta de los cristianos, Es tan obstinado que se niega a retractarse...
-Silencio. Escucha lo que está hablando.
-¿Cómo así?
-¿Suele haber muchas escenas como ésta? -preguntó Marcelo.
-Romanos, -dijo el anciano-, yo
soy cristiano. Mi Dios murió por mí, y yo gozoso ofrezco mi vida por El. (Esta persecución por el Emperador Decio fue desde el año 249 al 251 A. C., o sea que duró como dos años y medio. Decio murió en batalla con los Godos más o menos a fines de 251 A. C.)
Un bronco estallido de gritos e imprecaciones salvajes ahogaron su voz. Y antes que aquello hubiera concluido, tres panteras aparecieron saltando hacia él. El anciano cruzó los brazos, y elevando sus miradas al cielo, se le veía mover los labios como musitando sus oraciones. Las salvajes fieras cayeron sobre él mientras oraba de pie, y en cuestión de segundos lo habían destrozado.
Seguidamente dejaron entrar
otras fieras salvajes. Empezaron a saltar alrededor del ruedo intentando saltar contra las barreras. En su furor se trenzaron en horrenda pelea unas contra otras. Era una escena espantosa.
En medio de la misma fue arrojada una banda de indefensos prisioneros, empujados con rudeza. Se trataba principalmente de muchachas, que de este modo eran ofrecidas a la apasionada turba romana sedienta de sangre. Escenas como ésta habrían conmovido el corazón de cualquiera en quien las últimas trazas de sentimientos humanos no hubiesen sido anuladas. Pero la compasión no tenía lugar en Roma. Encogidas temerosas las infelices criaturas, mostraban la humana debilidad natural al enfrentarse con muerte tan terrible; pero de un momento a otro, algo como una chispa misteriosa de fe las poseía y las hacía superar todo temor. Al darse cuenta las fieras de la presencia d sus presas, empezaron a acercarse. Estas muchachas juntando las manos, pusieron los ojos en los cielos, y elevaron un canto solemne e imponente, que se elevó con claridad y bellísima dulzura hacia las mansiones celestiales:
Al que nos amó,
Al que nos ha lavado de nuestros pecados
En su propia sangre;
A1 que nos ha hecho reyes y sacerdotes,
Para nuestro Dios y Padre;
A El sea gloria y dominio
Por los siglos de los siglos.
¡Aleluya! ¡Amén!
Una por una fueron silenciadas las voces, ahogadas con su propia sangre, agonía y muerte; uno por uno los clamores y contorsiones de angustia se confundían con exclamaciones de alabanza; y estos bellos espíritus juveniles, tan heroicos ante el sufrimiento y fieles hasta la muerte, llevaron su canto hasta unirlo con los salmos de los redimidos en las alturas.
***
Marcelo, el joven oficial fue encargado por el emperador de perseguir a los cristianos en las catacumbas. Él pensaba:
Estos
cristianos, en cuya búsqueda me encuentro, parecen haber
aprendido más lo que yo puedo descubrir en nuestra
filosofía. Ellos, parecen no solamente haber conquistado el
temor a la muerte, sino que han aprendido a morir gozosos.
¿Qué poder secreto tienen ellos que llega a inspirar aun
a los más jóvenes y a los más débiles de
ellos? Cuál es el significado oculto de sus cantos? Mi
religión puede solamente tener esperanza que tal vez no
seré infeliz; empero, la de ellos les lleva a morir con cantos
de triunfo, de regocijo."
En las catacumbas Marcelo observó a esos cristianos escondidos:
¡Ah, pero la expresión que ahora se veía en ellos
no era en lo absoluto de tristeza, ni de miseria ni de
desesperación! ¡Más bien una atractiva esperanza
iluminaba sus ojos, y en sus rostros se dibujaba un gozo victorioso y
triunfal. ¡El alma de este observador fue conmovida hasta lo
más íntimo, porque no era sino la confirmación
anhelada inconscientemente de todo cuanto había admirado en los
cristianos: su heroísmo, su esperanza, su paz, que se fundaban
necesariamente en algo, escondido, oculto, lejano para él!
El dirigente leyó algo en un rollo que hasta el momento era
desconocido Marcelo. Era la aseveración más sublime de la
inmortalidad del alma, y de la vida después de la muerte.
Desde entonces no he podido pensar absolutamente en ninguna otra cosa:
¿Quién es ése que os amó?
¿Quién es el que os lavó de vuestros pecados Con
su sangre? ¿Quién es el que os da ese valor sublime y esa
esperanza viva? ¿Quién o qué es lo que os sostiene
aquí? ¿Quién es Aquel a quien acaban de estar
hablando?
Marcelo dijo con entusiasmo:
-¡Cuán dulce es la muerte del cristiano! El horror
de la muerte ha huido. Para él se trata sólo de un
sueño bienaventurado, mientras el espíritu está
con el Señor esperando la resurrección, y la muerte, en
vez de causar terror, está asociada con pensamientos de victoria
y reposo.
En resumen, el oficial romano se convierte al cristianismo y muere en
la hoguera del Coliseo Romano bajo Traiano Decio (201 - 251)
quien fue emperador entre los años 249 y 251.
***
Hubo diez
persecuciones contra los cristianos con miles de mártires :
Primera persecución, bajo Nerón,
alrededor del año 64: A Nerón el pueblo le atribuyó el incendió Roma;
para escapar a la ira de la población, se le ocurrió culpar a los
cristianos de este crimen. Fueron detenidos los cristianos de Roma y
muchos fueron crucificados en el monte Vaticano, en las cercanías de
Roma. San Pedro y san Pablo murieron en esta persecución.
Segunda persecución, bajo Domiciano, alrededor del año 95: Este emperador tuvo fama de cruel y tirano en vida.
Tercera persecución, bajo Trajano,
alrededor del año 107: El papa san Clemente fue una de sus primeras
víctimas; Simeón, segundo obispo de Jerusalén, fue crucificado; san
Ignacio, obispo de Antioquía, fue arrojado a los leones en el
anfiteatro de Roma.
Plinio el Joven, gobernador de la provincia
de Bitinia, envió al emperador Trajano un excepcional informe acerca de
los cristianos, en el cual decía: «Se reúnen en ciertos días antes del
amanecer para cantar himnos de alabanza en honor a Cristo, su Dios;
toman juramento de abstenerse de ciertos crímenes y comen de un
alimento corriente pero inocente» (presumiblemente alude a la comunión
eucarística).
Esta persecución continuó bajo Adriano, quien
condenó a santa Sinforosa y a sus siete hijos a la muerte. Profanó los
lugares sagrados de Jerusalén, y erigió estatuas de dioses paganos en
el lugar del calvario y sobre el sepulcro de Jesucristo.
Cuarta persecución, bajo Marco Aurelio,
cerca del año 167: San Policarpo, discípulo de san Juan y obispo de
Esmirna, sufrió martirio en la hoguera a los 86 años de vida. La
persecución fue muy dura en Lyon y Vienne (Francia), donde fueron
martirizados san Potino, primer obispo de Lyon, y Blandina, un joven
esclavo.
Quinta persecución, bajo Septimio Severo,
alrededor del año 202.: A pesar de que este emperador había sido curado
por un cristiano, se volvió en contra de ellos. San Clemente de
Alejandría dijo de esta persecución: «Todos los días se queman y
crucifican mártires antes nuestros ojos». San Ireneo sufrió en Lyon,
santa Perpetua y santa Felicidad en Cártago.
Sexta persecución, bajo Maximino,
alrededor del año 236: Por razón de muchos terremotos, que los paganos
atribuían al olvido de sus dioses, se demandó otra persecución de los
cristianos al grito de «¡Los cristianos a los leones!». Dos papas,
Pontiano y Antero, y muchos otros, sufrieron martirio.
Séptima persecución, bajo Decio,
cerca del año 250: Fue la persecución más sangrienta y sistemática
hasta el momento porque quería terminar con la Iglesia matando a sus
líderes, por lo que se dirigió especialmente contra los obispos y el
clero. El emperador Decio la decretó con la excusa de que el
cristianismo y el Imperio romano nunca podrían reconciliarse. Entre las
víctimas se encuentran las vírgenes santa Águeda y santa Apolonia. San
Cipriano escribió entonces que: «El emperador Decio se había vuelto tan
celoso de la autoridad papal que dijo: «Prefiero tener un rival en mi
imperio que escuchar de la elección del sacerdote de Dios (san
Cornelio) en Roma».
Octava persecución, bajo Valeriano,
cerca del año 258: En Roma, el papa Sixto II y su diácono, san Lorenzo,
fueron martirizados. Cuando se le pidió los tesoros de la Iglesia, san
Lorenzo reunió a los pobres y los enseñó a su perseguidor diciendo: «He
aquí los tesoros de la Iglesia». San Lorenzo murió asado en una
parrilla. En Útica, África, 153 cristianos fueron arrojados a las fosas y cubiertos con cal viva.
Novena persecución, ordenada por el emperador Aureliano, y que llegó a fin prematuro a causa de la muerte violenta de éste.
Décima persecución, bajo Diocleciano,
alrededor del año 303: Superó a todas las demás en violencia y
crueldad. San Sebastián, tribuno de la guardia imperial, sufrió una
muerte lenta al ser ejecutado con flechas. Santa Anastasia, la joven
santa Inés de Roma, santa Lucía de Siracusa y muchas otras vírgenes
consagradas obtuvieron el laurel del martirio. Santa Catalina, virgen
noble y culta de Alejandría que reprochó al césar Majencio por su
crueldad contra los cristianos y que refutó a los filósofos paganos de
su corte, murió por la espada.
Las persecuciones terminaron en el año 311 mediante el Edicto dictado por el emperador
Galerio por el que se permitía tolerancia al cristianismo, mediante el
cual se reconoce a los cristianos libertad para practicar su religión y
construir iglesias. Por su parte en el año 313 los Emperadores
Constantino y Licinio promulgaron el llamado Edicto de Milán por el que
se daba libertad al cristianismo. Desde ese momento la Iglesia pasó a
considerarse una relligio licita y recibió reconocimiento jurídico por parte del Estado.
No
cesaron ahí las persecuciones, pues en diversas partes del Imperio hubo
nuevas persecuciones. Entre ellas destaca la persecución organizada por
el emperador oriental Juliano (361-363). Este emperador, bautizado
cristiano, abjuró de su fe y persiguió a los cristianos, por lo que ha
pasado a la historia como Juliano el Apóstata. Su persecución se hizo
sentir sobre todo en Egipto y Asia. El obispo de Alejandría, el gran
San Atanasio, debió exiliarse en esta persecución.
http://www.e-libertadreligiosa.net/temas-historicos/50-libertadreligiosaotrasepocas/262-las-persecuciones-romanas-a-los-cristianos.html
Época 2
Sitúo su inicio con el
emperador Constantino en el año 312, y la consolidación
por el emperador Justiniano I el año 553. Marca la gradual
retirada de la LUZ para dejarnos inmersos en lo oscuro-denso de la
materia y
lo racional mental...
Constantino (272 – 337)
Fue Emperador de los romanos desde su
proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y
gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su
muerte.
Seguramente Constantino sea más conocido por ser el primer
emperador
romano que permitió el libre culto a los cristianos. Los
historiadores
cristianos desde Lactancio
se decantan por un Constantino que adopta el cristianismo como
sustituto del paganismo oficial romano. A pesar de ello, Constantino no
fue bautizado hasta hallarse en su lecho de muerte. Su
conversión, de
acuerdo con las fuentes oficiales cristianas, fue el resultado
inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente
Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión, Constantino
instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que
llamaría Lábaro
(?). La visión de Constantino se produjo en dos partes: En
primer
lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz
frente al Sol. Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba
poner
un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la
inscripción «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»).
Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército, venció a
Majencio. Se dice que tras estas visiones y por el resultado militar de
la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al
cristianismo.
En el año 325 de nuestra era, el emperador Constantino organizó el
concilio de Elicea, para acordar cuales textos sagrados serían
aprobados, y cuales desechados en la nueva religión aceptada por el
estado, eliminaron 25 textos bíblicos y más de 20 documentos de
soporte, entre ellos el libro de Enoc. Los aprobados fueron
condensados y reinterpretados convirtiéndose en lo que hoy conocemos,
como la sagrada Biblia, esto nos dejó una herencia incompleta de la
sabiduría contenida en los textos originales, eliminando información
sobre quienes somos, de donde venimos porqué estamos aquí, y que
podemos esperar que suceda. Desapareció toda referencia a la evolución
de conciencia a través de la reencarnación y la acción del hombre
durante su única vida, determina si pasará el resto de la eternidad en
el cielo o en el infierno, al ver el universo con la óptica de una sola
vida apareció el concepto de un Dios injusto y arbitrario que determina
el nacimiento de las personas como ricas, pobres, enfermas o sanas por
azar. Toda esta concepción tuvo sentido mientras el aprendizaje y la
evolución espiritual se realizaban a través de la oscuridad del
sufrimiento, el martirio o el sadismo inquisidor.
Mónica Barbagallo
El emperador Constantino
había
borrado del Nuevo Testamento antiguas referencias a la
reencarnación,
cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial
del
Imperio Romano. Al parecer, el emperador consideró que el
concepto
de la reencarnación amenazaba la estabilidad del imperio. Si los
ciudadanos creían que tendrían otra oportunidad de vivir,
podían mostrase menos obedientes y respetuosos de la ley que
quienes
creían en un único Día del Juicio para todos. En
el
siglo VI, el Segundo Concilio de Constantinopla respaldó el acto
de Constantino declarando oficialmente que la reencarnación es
una
herejía. Como Constantino, la Iglesia temía que la idea
de
vidas anteriores debilitara y socavara su creciente poder, brindando a
los seguidores demasiado tiempo para buscar la salvación.
Estaban
de acuerdo en que era necesario el látigo del Juicio Final para
asegurar las actitudes y la conducta correctas.
Dr. Brian Weiss, psiquiatra
Justiniano I (483 - 565)
Se aplicó con energía a revitalizar el Imperio de
Oriente, contando con la inestimable ayuda de su esposa, la emperatriz
Teodora (una ex actriz de grandes cualidades intelectuales, que
participó en tareas de gobierno hasta que murió en el 548). Justiniano
centralizó y reformó la Administración, reforzó el absolutismo
monárquico y el ceremonial cortesano, sometió a la jerarquía
eclesiástica convirtiéndola en instrumento del poder imperial y
emprendió grandes construcciones (como la basílica de Santa Sofía de
Constantinopla).
Tras asegurar la frontera
oriental conteniendo a los persas («Paz Perpetua», 532), se propuso la
reunificación del Imperio Romano, reconquistando los amplios
territorios perdidos en Occidente con ayuda de sus generales Belisario
y Narsés. Aunque no lo consiguió del todo, sí recuperó de manos de los
bárbaros el norte de África (arrebatado a los vándalos en el 534),
Italia (arrebatada a los ostrogodos en el 540) y una franja del sureste
de la península Ibérica (arrebatada a los visigodos en el 554);
restauró así la unidad imperial de las riberas del Mediterráneo, a
falta sólo de las costas de Marruecos, la Tarraconense y la Galia.
Tan importante o más que sus acciones de conquista fue
el impulso que dio a la codificación del Derecho romano, controlando
personalmente una comisión de expertos que lo recopiló, simplificó,
armonizó y unificó en un Corpus Iuris Civilis (529). Estaba compuesto por un código de leyes imperiales vigentes (el Código Justiniano), una recopilación de dictámenes jurídicos (el Pandectas o Digesto) y un manual para la enseñanza del Derecho (Instituciones). Las leyes promulgadas por el propio Justiniano después de la promulgación del Corpus Iuris Civilis (534) fueron recopiladas y añadidas a aquél en las Novelas.
La
importancia de estos códigos va más allá de lo que supuso de
racionalización y de reforzamiento del poder imperial en Bizancio:
desde entonces constituyeron la base del Derecho imperial bizantino;
pero fue también a través de ellos como se produjo la recepción del
Derecho romano en Europa occidental a partir del siglo xii, sentando
las bases para una cultura jurídica común en gran parte de las naciones
europeas actuales (las que tienen un Derecho Civil de raíz romana).
Sin
embargo, Justiniano fue un emperador impopular. Sus campañas exteriores
y sus grandes construcciones arquitectónicas incrementaron los gastos
del Estado, haciendo aumentar la presión fiscal. En el 532 estalló
contra él una insurrección popular (la Revuelta de Nika), que fue
ahogada en sangre por Teodora y Belisario (unos 30.000 muertos).
También
existieron disidencias religiosas: Justiniano persiguió a los
seguidores de Arrio y de Nestorio, pero no se atrevió a hacer lo mismo
con los monofisitas; aunque era un ortodoxo convencido (partidario de
las tesis del Concilio de Nicea), no consiguió restablecer del todo la
sintonía con el Papado, para no enemistarse con las tendencias
monofisitas, muy extendidas en Oriente y especialmente en Siria y
Egipto. A su muerte, recibida con júbilo por el pueblo, gran parte de
su obra se vino abajo, pues Bizancio perdió la mayor parte de los
territorios ganados en Occidente y se convirtió definitivamente en un
Imperio oriental.
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/j/justiniano.htm
Tradicionalmente, se ha considerado el alma (especialmente por parte de
los cristianos) como un ser divino y santo, ubicado "allá arriba en los
cielos". A los escritores cristianos posteriores al siglo sexto nunca
se les ocurrió escribir sobre la reencarnación. La doctrina de la
reencarnación fue expurgada de la Biblia por instigación del Emperador
Justiniano I. Las iglesias eliminaron rápidamente esta desagradable idea
de que encarnamos y reencarnamos, ya que si encarnásemos una y otra vez
tendríamos tiempo de evolucionar; no existiría tanta presión sobre
nosotros para ser 'buenos' y cumplir nuestros deberes para con la
iglesia. Si por cualquier razón prefiriésemos no ser buenos sino
herejes, lo que la iglesia llamaba 'malos', tendríamos otra vez, otra
oportunidad. Eso no es bueno para el clero y pastores quienes necesitan
poder, y no se obtiene poder diciendo: "¡No os preocupéis! Tenéis
tiempo. ¿Qué más da? ¡Libre albedrío! ¡Seguid así, hijos míos!" Eso no
le iba a dar poder a los sacerdotes y pastores. Quizá les hiciera muy populares,
pero poder y popularidad no suelen ir de la mano. Las Iglesias han
olvidado la doctrina de la reencarnación (que los primitivos padres de
la iglesia enseñaban), y de ahí procede la idea que colorea el
pensamiento cristiano moderno: el alma, si es que existe algo así, está
ahí arriba, en el cielo, y la veremos cuando muramos.
Benjamín Creme
Cuando,
finalmente, en el siglo IV el poder político claudica ante el
cristianismo
con aquella historia de los sueños de Constantino, lo hace con
determinadas
condiciones. El emperador convirtió al cristianismo en la
religión
oficial del Imperio Romano pero no sin suprimir las referencias del
Nuevo
Testamento a la reencarnación. Esa doctrina, defendida hasta
entonces
por diferentes padres de la Iglesia, entrañaba una seria amenaza
ya que si los ciudadanos no temían morir, al poder mejorar en
otras
vidas, serían menos fácilmente obedientes a las leyes y
ordenes
del emperador.
Cuando, finalmente, en el siglo VI la Iglesia claudica ante el poder de Justiniano I en el
II Concilio de Constantinopla, aceptando los planteamientos de
Constantino,
declara herejía la creencia en la reencarnación, pensando
seguramente que si los cristianos tenían demasiado tiempo, vida
tras vida, para alcanzar la salvación, no se apresurarían
a obedecer a una institución que gozaba día tras
día
de más y más poder.
Dr. J. M. De la Villa Merchán, psiquiatra
Conviene
tener presente que:
Constantino por razones políticas
reconoció la Religión cristiana y solo aceptó ser
bautizado en su lecho de muerte. Puso como condición eliminar de
la Enseñanza escrita algunos párrafos como los referentes
a la reencarnación porque debilitaba al imperio que sus
ciudadanos pensaran que había otras oportunidades mejores.
Quedan dudas si hubo otros acomodos en la escrita Enseñanza
cuyos textos originales misteriosamente desaparecieron...
El Segundo Concilio de
Constantinopla
fue
convocado por el Emperador Justiniano I que temía que la divulgación
de
la Reencarnación debilitara el Imperio y su autoridad. Enseñanza que los Primeros
Padres de la Iglesia profesaban... El
año
553 el Concilio de Constantinopla no fue presidido por un Papa como
debe
ser, sino que por un laico como lo era el Emperador de Oriente
Justiniano
I quien puso como presidente a Eutiquio, Patriarca de Constantinopla.
Logró
Justiniano que se declarara herética la enseñanza de
Orígenes
en especial, y otros padres de la Iglesia en general, todos ellos
reencarnacionistas.
Quince postulados origenistas fueron condenados sinodalmente: La
preexistencia
de las almas; la reencarnación; la eternidad de la
creación;
el pecado original; la procedencia del Hijo; la liberación final
de todos los pecadores del infierno... El Papa Virgilio que
debía
presidirlo y aceptaba, como la mayoría cristiana pensante de la
época, las enseñanzas de Orígenes,
permaneció
retenido en Roma y no acató la validez de dicho Concilio, al
igual
que tres de sus sucesores, los Papas Pelagio I, Pelagio II y Gregorio I
o Magno, hasta que en el año 604 para evitar un cisma se
legitimó
el extraño Concilio no papal, sólida base de la
descalificación
religiosa de lo que fue Enseñado por los Primeros Padres de la
Iglesia
Cristiana que conocían los textos originales de los variados
Evangelios.
***
Orígenes de
Alejandría fue el más notable e inspirado de los Padres
de la Iglesia. De su extensa Enseñanza el veló lo
que Jesucristo reveló al Círculo Interno. Esa
Enseñanza dejada por Jesús en lo esotérico y
recibida por Orígenes fue declarada Anatema en el año 553
por un
Concilio viciado e ilegal, Concilio presidido por el cristiano emperador
Justiniano I que tenía relegado en Roma al Papa para que no se
hiciera presente, por ser el Papa un seguidor de la Enseñanza
revelada por Orígenes. Ese Anatema, maldición o excomunión, nos persigue y sigue vigente para las iglesias
cristianas...
Además
de lo mostrado en el Capítulo 1, otras de las tantas
"herejías" Enseñadas por Orígenes son:
La
fe popular es irracional y conduce a un cristianismo material basado en
las parábolas del relato evangélico en oposición
al cristianismo espiritual contenido en el Conocimiento de
Sabiduría, enseñanzas que sólo se comunican a
quienes han demostrado ser dignos de recibirlas.
Hay ciertas doctrinas desconocidas de la multitud, que se enseña después de las esotéricas.
La doctrina de la entrada de las almas en los cuerpos no debe llegar a los indoctos.
Aquellas multitudes de
creyentes que oían las parábolas eran por decirlo
así "los de fuera" merecedores tan sólo de la doctrina
exotérica. Mientras que los discípulos aprendían
en privado la explicación de las parábolas.
Todos los espíritus
emanan de Dios, dotados de libre albedrío... La redención
y la rehabilitación son posibles aun para el peor de los hombres
y no puede haber una eternidad de mal en un universo dimanante de la
Bondad eterna que ha de volver de donde procedió.
Esta doctrina defiende la
Justicia de Dios: Si es posible crear un alma buena, entonces resulta
imposible para el Dios de Justicia y Amor crear un alma mala.
Si en una vida nace un ser
humano con malvados instintos es porque obró mal en la anterior
y ha de cosechar en aflicción los resultados del mal a fin de
aprender las lecciones de la Sabiduría y se convierta al bien.
Los que regresan a la tierra
están sujetos según sus méritos o deméritos
a nacer en determinado país o en determinada condición de
vida, afligidos por diversas enfermedades o descienden de padres
religiosos e irreligiosos, de modo que un israelita puede nacer
después de padres escitas y un egipcio volver a este mundo en
Judea. Es así como considera Justo Dios ordenar sus criaturas
según el mérito de cada una en vasos de oro, plata,
madera y barro, de honor y deshonor, para que según sus
méritos los ocupen las almas cuyos nacimientos no son causales
sino que la condición de cada individuo como resultado de sus
previas acciones.
Época 3
Consolidad la falta de LUZ. Se inicia con la Inquisición, luego
la humanización del cristianismo, para finalizar con la
pérdida de la Inspiración y Revelación de
todos los credos y filosofías por el apego humano de iniciados y
profanos al orden de lo material y, por los más, rechazo a la
posibilidad de la apertura mental a la LUZ.
La Inquisición fue el Tribunal
eclesiástico establecido para inquirir y castigar los delitos contra
la fe. Sus orígenes se encuentran en la persecución de las herejías
populares del siglo XII. En 1231 el Papa Gregorio IX la organizó definitivamente,
confiando su dirección a los dominicos. Antes de actuar, durante un
mes («tiempo de gracia») se efectuaban predicaciones para provocar
autodenuncias tras las cuales el arrepentido era perdonado; en caso contrario,
se iniciaba el proceso condenándose a los no arrepentidos y a los relapos
(reincidentes en la herejía) a diversas penas, hasta la máxima,
de muerte en la hoguera. Lo esencial para los jueces era conseguir la confesión
de los acusados, lo que condujo, a mediados del siglo XIII, a la utilización
de la tortura. Fuera de España, dejó prácticamente de
existir en el siglo XV. En España, por el contrario, fue potenciada
por los Reyes Católicos, constituyéndose en Sevilla (1480). Abolida
por las Cortes de Cádiz(1812), fue reestablecida por Fernando VII, antes
de su definitiva extinción en 1834. En América, la Inquisición
fue establecida por Felipe II en 1570, y tuvo tribunales en México,
Lima y Cartagena de Indias. Sólo tenía jurisdicción sobre
criollos y españoles y no sobre los indios.
En 1184 se reunió en Verona un concilio,
convocado y presidido por el Papa Lucio III, a fin de adoptar medidas para
combatir la herejía, especialmente la albigense, que trataba de imponerse
por la fuerza de las armas. El concilio acordó, entre otros extremos,
que se reservara a la Santa Sede los juicios de herejía en los que conocería
por medio de delegados y tribunales propios. Los obispos, instituidos en jueces
y representantes del Papa, deberían fallar las causas de herejía,
imponiendo únicamente penas canónicas, o entregando al reo, en
caso de contumacia o reincidencia, al brazo secular.
El edicto del Concilio
de Verona no fue suficiente para detener el avance de la herejía, e
Inocencio III reunió el IV Concilio de Letrán (1215), en el que
se decidió la creación de jueces inquisidores especiales, encargados
de descubrir y sancionar a los herejes. El primer inquisidor nombrado por el
Pontífice fue Domingo de Guzmán, que estableció su tribunal
en Tolosa (Francia) hacia 1216. En 1218 la Inquisición funcionaba ya
en Alemania, Inglaterra, Italia y España, y se extendía a toda
la cristiandad. En 1252 Inocencio IV confió los tribunales del Santo
Oficio a los dominicos y franciscanos. Durante la Edad Media la Inquisición
alcanzó gran preponderancia no sólo religiosa sino también
política, sobre todo en Italia y España. La conducta de algunos
inquisidores y su intromisión en las disputas temporales minaron su
prestigio. En 1560 fue abolida en Francia. España la implantó en
sus colonias en América, los reyes le otorgaron también la potestad
civil, y con atribuciones cada vez más restringidas, funcionó hasta
1808, en que fue suprimida por Napoleón; no obstante, tornó a
reestablecerse en 1814 y fue abolida definitivamente en 1834.
http://www.apocatastasis.com/santa-inquisicion-america.php#axzz1M5jJbynA
El paradigma de la Inquisición católica fue la muerte en la hoguera de Giordano Bruno. Tenía 52
años y la Inquisición lo llevó a la santa hoguera en Italia el 17 de
febrero de 1600 por ser un adelantado con estas y otras verdades:
Las
estrellas, consideradas
fijas,
no lo son en absoluto. Ya que si pudiéramos observar el
movimiento
de cada una de ellas, podríamos ver que jamás dos
estrellas
conservan la misma dirección a la misma velocidad; sólo
la
gran distancia que nos separa de ellas nos impide percibir las
variaciones...
Por tanto hay innumerables soles y un sinnúmero de tierras que
giran
alrededor de dichos soles, igual que los siete astros que podemos
observar
a simple vista girando alrededor del Sol que tan próximo se
halla
de nosotros... Si se acepta el punto de vista de que el universo es
infinito,
en tal caso, suponer que está habitado tan sólo por una
limitada
y, en consecuencia, imperfecta población de seres inteligentes,
es incompatible con la infinita bondad y perfección atribuidas a
Dios y sus obras. La perfección infinita se manifiesta
muchísimo
mejor en innumerables individuos que en los contados y finitos. Debe
haber
un infinito número de seres moralmente imperfectos, habitando la
infinitud de mundos, e igual número de seres moralmente
más
perfectos...
Existe
un universo infinito con mundos infinitos, en el que las estrellas
fijas no lo son en absoluto. Hay innumerables soles con un
sinnúmero
de tierras que giran alrededor de dichos soles. Estos planetas no son
visibles
porque las estrellas se hallan a enormes distancias de nosotros, y
deben
haber en nuestro sistema solar otros planetas no visibles. Si se acepta
el punto de vista de que el universo es infinito, lo que resulta
inevitable,
en tal caso suponer que está habitado por una limitada e
imperfecta
población de seres inteligentes, es incompatible con la infinita
bondad y perfección de Dios y Sus Obras. Debe haber un infinito
número de seres moralmente imperfectos y otros más
perfectos,
habitando la infinitud de mundos.
En
cada hombre, en cada individuo se contempla un mundo, un universo.
La elección del cuerpo para cada vida se determina por la
justicia
del destino de acuerdo con la conducta tenida en la vida anterior. Los
dioses han otorgado al hombre el intelecto y las manos y lo han hecho
semejante
a ellos. En todo tiempo, en toda edad y en cualquier situación
que
se encuentre, el hombre siempre aspira a la conquista de la Verdad. La
teoría de la infinidad del Universo es un desafío a las
amenazas
que la superstición solía imaginar en el cielo encerrado
por la esfera externa de las estrellas fijas; esta teoría rompe
aquella bóveda celeste como si fuera un escenario pintado,
procediendo
luego al descubrimiento de otros mundos infinitos más
allá
del nuestro.
No
puede lograrse una conquista de la Verdad si no hay Libertad para
todos en el ejercicio y la manifestación del pensamiento... Es
necesario
luchar contra el espíritu de intolerancia y sectarismo... La
unión
espiritual con Dios puede realizarse únicamente en la
contemplación
de la VERDAD. Hay que derribar el obstáculo de la Santa
Ignorancia
enemiga declarada de toda investigación de la VERDAD... Un
pensamiento
y sentimiento natural humano está en oposición directa
con
la Santa Ignorancia... En todo tiempo, en toda edad y en cualquier
situación
que se encuentre, el hombre siempre aspira a la conquista de la VERDAD.
La potencia intelectual jamás se apacigua, jamás se
satisface
en la comprensión ya lograda de una verdad, sino que siempre
avanza
más y más allá, hacia la verdad incomprensible...
La teoría de la infinitud del universo es un desafío a
las
amenazas de la superstición, procediendo luego al descubrimiento
de otros mundos infinitos, más allá del nuestro.
La
Santa VERDAD no debe ser avasallada por la Santa Ignorancia.
No hay muerte
para el hombre ni para cosa
alguna
puesto que nada sustancialmente se destruye o disminuye, sino que todo,
transcurriendo por el infinito espacio, cambia de forma y aspecto.
No temí a la muerte, nunca me rendí a nadie; en lugar
de una vida cobarde, elegí una muerte valiente. ¡Cobardes!
¿Qué os
detiene?
¿Teméis al porvenir? ¡Ah! Tembláis. Es
porque
os falta la fe que a mi me sobra. Miradme, yo no tiemblo. ¡Y soy
quien va a morir!
Muchas vidas hemos
vivido y muchas más
por delante tenemos a realizarse en cada uno de los mundos innumerables.
Al mártir de la Verdad Giordano Bruno le dediqué dos libros, el 133 y el 135.
Conviene tener presente que la inquisición más cruel fue la calvinista de Ginebra. El paradigma de la inquisición calvinista fue la muerte lenta en la hoguera de Miguel Servet.
Miguel Servet
A modo de homenaje personal a un mártir por decir la Verdad
La "santa" hoguera
Un ¿hereje? agradable llevado a la hoguera y otro hereje repugnante inquisidor evangélico...
…Entre dos grandes herejes Servet -puede resultar- agradable y Calvino extremadamente repugnante.
Michael Servetus (también Miguel Servet o Miguel Serveto;
29 September 1511, quemado vivo con responsabilidad moral y política
directa de Calvino, en Champell, Gienebra-Suiza el † 27 October 1553).
En Servet hay una
suerte de irreflexión, de impulso pasional hacia el error, de vitalidad
que se percibe incluso en el extremo de sus errores. Cabe la
posibilidad de que este hombre, demasiado joven y demasiado fogoso,
demasiado sanguíneo y humano se hubiera convertido a la verdad pues
aunque por caminos erróneos, la buscaba con pasión.
En su obra acerca
de los errores acerca de la Trinidad, dividida en siete “Libros” o
capítulos, Servet argumenta que el dogma de la Trinidad carece de base
bíblica, ya que no se halla en las Escrituras sino que es fruto
posterior de elucubraciones de “filósofos". Basándose en abundantes
citas de la Biblia, Servet concluye que Jesús es hombre, hijo de Dios,
y en definitiva Dios mismo. Es hombre en tanto que nacido de mujer, por
más que su nacimiento fuese milagroso. A su vez, Jesús es hijo de Dios
en tanto que su nacimiento es el fruto de la fecundación por el Logos
divino de la Virgen María.
Niega así Servet,
por tanto, que el Hijo sea eterno, ya que fue engendrado como tal en la
encarnación, aunque es divino por gracia de Dios, su Padre. Tampoco es,
pues, una Persona de la Trinidad, cuya existencia niega vehementemente
definiéndola como “tres fantasmas” o “Perro Cerbero de tres cabezas".
Asimismo califica a los que creen en tal doctrina como “ateos, es decir
sin Dios” y “triteístas". A su vez, el Espíritu Santo no sería una
tercera Persona trinitaria, sino la fuerza o manifestación del espíritu
de Dios tal como actúa en el mundo a través de los hombres.
Obra de tamaño y
ambición inferiores a Errores…, los Diálogos sobre la Trinidad, está
estructurada en dos “Libros” como una conversación ficticia entre dos
personajes: “Miguel” (el propio autor) y un tal Petrucho. Según Servet,
la escribe para despejar las dudas e inquietudes sembradas por su obra
anterior, que a su juicio se deben “a mi propia impericia y a la
negligencia del tipógrafo". A diferencia de lo afirmado en Errores…,
Servet dice que Jesús no es sólo divino por gracia, sino también por
naturaleza, aunque aclara que sólo en tanto que participa de la
sustancia divina de su Padre.
A su vez, en el
opúsculo De la Justicia del Reino de Dios incluido al final, explica
entre otras cosas la complementariedad entre fe y caridad, pues, aunque
la justificación del creyente es sólo por la fe, la caridad y las
buenas obras son encomiables y complacen a Dios, aspecto en el que se
diferencia claramente de Lutero y otros reformadores protestantes.
Finalmente, al final se encuentra uno de los textos por los que Servet
es considerado como adalid de la tolerancia y la libertad de
conciencia, ya que afirma que “ni con estos ni con aquellos estoy de
acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que
todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el
error del otro, mas nadie el suyo… Fácil sería decidir todas las
cuestiones si a todos les estuviera permitido hablar pacíficamente en
la iglesia contendiendo en deseo de profetizar".
Miguel Servet se
dirige a Lyon. Había estado brevemente en París, donde un encuentro
previsto pero finalmente no efectuado con Calvino, se transforma en el
inicio de una relación epistolar entre ambos. Servet llega a Lyon con
una nueva identidad, Michel de Villeneuve, supuestamente originario de
Tudela de Navarra, para evitar las persecuciones de la Inquisición
española. Estuvo empleado en una imprenta, primero como corrector de
pruebas. En 1535 le encargaron la publicación y anotación de la
Geografía de Claudio Ptolomeo, lo que llevó a cabo dando pruebas de su
gran erudición. En Lyon fue la etapa más feliz de su vida. Conoció al
médico Symphorien Champier, quien le anima a estudiar Medicina y fue a
París.
En 1537 se
matricula en la Universidad de París para estudiar Medicina. Allí
estudia junto a los grandes médicos de la época, enseñando Matemática y
Medicina en la Universidad. Sin embargo, pronto se encuentra en
dificultades, puesto que dicta un curso de Astrología, en el que
defendía la influencia de las estrellas en los eventos futuros
(astrología judiciaria), lo cual, junto con un opúsculo en el que
describe el uso de jarabes para administrar los remedios de la época,
le enfrenta con la comunidad universitaria.
Deja de nuevo
París y reside en diversas localidades de Francia, hasta que en Lyon se
encuentra con el arzobispo de Vienne (Viena del Delfinado), Pedro
Paulmier, al que había conocido previamente en París. De esta forma
entra a su servicio como médico personal (1541).
En Vienne, Servet
se dedica a proseguir sus estudios y publicaciones y prepara en secreto
la que será su obra cumbre. Prosigue su correspondencia con Calvino, a
quien envía una primera versión de su libro, Christianismi Restitutio
(Restitución del Cristianismo), de carácter fundamentalmente teológico,
en espera de sus comentarios (1546). El concepto de cristianismo ahí
expuesto es cercano al panteísmo. Cristo está en todas las cosas. El
mundo está lleno con él. Se mostraba también contrario al bautismo de
los niños, ya que el bautismo debe ser un acto maduro y consciente de
discipulado cristiano, lo que le acerca a las posiciones anabaptistas.
Sobre la edad adecuada para recibir el bautismo, sugirió seguir el
ejemplo de Jesús: Jesucristo fue él mismo bautizado cerca de los
treinta años.
Curiosamente el
libro pasaría a la posteridad por contener en su «Libro V» la primera
exposición en el Occidente cristiano de la función de la circulación
pulmonar o menor: según Servet, la sangre es transmitida por la arteria
pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los
pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera de los
vapores fuliginosos por el acto de la espiración. Servet sostenía que
el alma era una emanación de la Divinidad y que tenía como sede a la
sangre. Gracias a la sangre, el alma podía estar diseminada por todo el
cuerpo, pudiendo asumir así el hombre su condición divina. Por tanto,
los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un
impulso más religioso que científico. De ahí que la descripción de la
circulación pulmonar esté dentro de una obra de teología y no de una de
fisiología. Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, ya que
todo obedecía a un mismo gran designio divino.
En respuesta,
Calvino le conmina a leer su propio libro Institutio religionis
Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicado en 1536.
Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los
márgenes del libro, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó
enormemente al reformador, quien avisó que si Servet ponía los pies en
Ginebra “no saldría vivo de ella".
Finalmente,
Christianismi Restitutio es publicado anónimamente a principios de
1553, nuevamente con gran escándalo. Un calvinista de Ginebra escribe a
un amigo católico revelándole que el autor del libro es el hereje
Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de “Villeneuve". Se
sospecha que detrás de esta denuncia podría estar el propio Calvino,
quien había tenido acceso al texto gracias al propio Servet. La
Inquisición de Lyon recibe parte de la correspondencia intercambiada
entre ellos, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado
en Vienne. El 7 de abril, sin embargo, logra evadirse y el 17 de junio
es sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie.
Entre los muchos
enemigos que tuvo Servet destacó Juan Calvino, quien fundó en Ginebra
un estado autoritario de orientación protestante. Con referencia a este
eclesiástico, el historiador Will Durant comenta: “La suya no fue una
dictadura de derecho o fuerza, sino de voluntad y carácter”. Agrega que
fue “tan severo como cualquier papa en rechazar el individualismo en
las creencias”.
Durante el juicio, Calvino sostuvo con él
un debate. Servet aceptó modificar sus opiniones si Calvino lo
convencía con argumentos bíblicos, algo que éste no logró hacer.
Concluido el proceso, el acusado fue condenado a morir en la hoguera.
De acuerdo con diversos historiadores, fue el único disidente religioso
al que los católicos quemaron en efigie y los protestantes en persona.
Tras ser detenido y juzgado por
hereje (por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a
la edad adulta), fue condenado a morir en la hoguera (26 de octubre de
1553).
El día siguiente, 27
de octubre de 1553, Miguel Servet muere en la hoguera de los
calvinistas (Ginebra, Suiza).
Sacerdote de la diócesis de Getafe (Madrid). ALBERTO ROYO MEJÍA, Pbro.
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6303
***
Juan Calvino (1109 - 1564)
entendió que, habiendo renegado a la autoridad papal, era
necesario mantener la autoridad religiosa e impuso la suya
y la ley entre los protestantes. Rechazó el humanismo
y todas las manifestaciones: científicas,
artísticas, literarias, según él viciadas por el
pecado. Los calvinistas fueron iconoclastas, enemigos de las artes
plásticas y de toda diversión. Su Inquisición fue
la más bárbara y cruel en la lucha contra quienes ellos
consideraban herejes. En esas garras cayó Servet, un
mártir más del pensar humano ajeno al fanático
dogma.
Martes 26 de mayo de 2009
MIGUEL DE SERVET - La Trinidad o la Hoguera
En el
incontenible río del tiempo, ha de haber, así lo imagino esta apacible
tarde del verano de fines de los noventa, un lento flujo en las orillas
y una rápida corriente en su centro. Esta última es la fragorosa
sucesión de causas y efectos cotidianos, el pecado de la tarde es la
sudorosa pesadilla de esa misma noche. El otro, de más lento retorno,
más denso, es el que origina la historia. Es el que urde en puntadas de
siglos la causa intrascendente de hoy con el efecto devastador que
espantados hombres asumirán dentro de tres o cuatro generaciones.
Así, cuando
el año del Señor de 325 los obispos del Concilio de Nicea iniciaron la
doctrina de la Trinidad, el credo miceno, estaban enviando secretamente
en 1553 a Miguel de Servet a su hoguera. En esta trama transecular un
Jean Cauvin, alias Calvino, habrá sido mero servidor, sino mínimo
reflejo, de un relámpago iniciado doce siglos antes.
Miguel de
Servet, el hereje de Huesca, no quiso ser parte de ese flujo lento y
cenagoso que atravesaba los siglos, y declaro su rebeldía a ese dios
tricéfalo, tricorporeo o tríptico del que no hablaban los textos
sagrados. Condenado por los católicos, fue arrestado, enjuiciado y
ejecutado por los calvinistas. El castigo, la quema lenta.
Indago por su
vida, hechos y fechas en mi biblioteca, cuatro volúmenes lo detentan y
lo eximen de un posible olvido. El hombre que a los veinte años publico
su DE TRINITATIS ERRORIBUS, para sacar a la luz el error de esta
invención monstruosa, la cita es de Borges, merece ocho líneas en la
PEARS’CYCLOPEDIA de 1930, doce en el DICCIONARIO ENCICLOPEDICO
ILUSTRADO SOPENA de 1980, un pequeño párrafo de tres miserables líneas
en PROVIDENCIA DE DIOS de Quevedo, escrito en 1700, y una pagina en el
MANKIND’S SEARCH FOR GOOD de la Watch Tower Bible and Tract Society of
Pennsylvania, publicado en 1990.
Su biografía
según estos primitivos textos es simple en cifras, vio la primera luz
del día en Villanueva de Sigena, Huesca, España en 1511, la Pears
quiere que sea 1512, y vio la ultima luz, la de su hoguera, en Champel,
Ginebra, Suiza, el año 1553.
Fue un
humanista, geógrafo, astrónomo, filosofo, teólogo, abogado y medico, el
latín y el griego no le eran ajenos, la historia de las ciencias le
atribuye las primeras ideas sobre la circulación de la sangre, era un
hombre de su época, el Renacimiento. Fue con su obra escrita,
APOLOGETICA DISCEPTATIO PRO ASTROLOGIA, DIALOGORUM DE TRINITATE,
CRISTIANISMI RESTITUTIO y la ya mencionada DE TRINITATIS ERRORIBUS que
logro encontrar el camino a la hoguera.
Sus hechos,
como todas las realidades humanas son más simples, se opuso
públicamente a la doctrina teológica de la Trinidad, argumentando “que
no se halla en las Escrituras, y solo parece perpetuar un error
filosófico”, la declaro inentendible, imposible por la misma naturaleza
de las cosas e incluso la considero una blasfemia. La Santa Iglesia
Católica lo apresó y sentenció a muerte. Logro escapar del abrazo de la
Santa Madre Universal para más tarde, por instigación de Calvino, hijo
extraviado de aquella, volver a ser arrestado y enviado final y
fatalmente a su hoguera.
Quevedo lo
cita para advertencia de un posible lector dudoso de la Trinidad que
Servet fue quemado vivo por igual pecado por el “abominable hereje”
Calvino, (anagrama de Luciano, otro hereje), avisa así al lector
incrédulo que sus ideas son condenadas hasta por los heresiarcas.
La PEARS’CYCLOPEDIA dedica nueve líneas a John
Calvin, pero en ellas no cita a Michael Servetus, en las ocho líneas
dedicadas a este, Calvino esta citado dos veces. Extrañamente, la
biografía de una victima debe incluir específicamente a su victimario,
la de un asesino, en cambio, no precisa la inclusión de su victima mas
notable.
Acaso
paradójicamente, el librito de la Watch Tower, de la ortodoxa secta de
los Testigos de Adonaì, (el respeto a la antigua tradición de los
Solferim, copistas judíos de los textos sagrados, me impide escribir el
verdadero NOMBRE) es el que dedica mas espacio a Serveto, incluye un
grabado de su rostro y otro del triste semblante de Juan Calvino. El
lector, como es lógico, tendera a ver mas cerca a Calvino que a Serveto
de tales editores.
El Concilio
de Tolosa, en 1229, soluciono la controversia de la Trinidad, obviando
argumentos teológicos y doctrinales que no venían al caso, proscribió
sabiamente la posesión de libros bíblicos. Posteriormente el Concilio
de Narbona prohibió que los legos poseyeran parte alguna de la Santa
Biblia, completando así el convencimiento de la verdad.
Revisando mis
libros en la búsqueda (sin éxito por lo demás) de la cita original de
Borges sobre la Trinidad, di con la asombrosa frase que Miguel Servet
dirigió a sus jueces después de escuchar la condena. Un lector
inquisitivo la encontrará al final de la nota fechada en 1933, Arte de
Injuriar, incluida en Historia de la Eternidad, publicado en 1953.
Acuso entonces un quinto volumen, donde seis líneas corroboran el
nombre y la hoguera.
Me pregunto
si será este intrascendente manuscrito, que termino de escribir por
mero aburrimiento a cuatro siglos de la hoguera, otro reflejo, mínimo,
difuso, ya apenas visible, de aquel relámpago encendido en Nicea.
Talvez cada causa queda titilando en el tiempo (como la luz de aquellas
estrellas que aun vemos, a pesar que el astro formidable que la originó
es posible que ya no exista), para ir a cumplirse en un efecto cada
cierto tiempo, cuando encuentren sobre la tierra las tinieblas
apropiadas.
http://literaturasecreta.blogspot.com/2009/05/miguel-de-servet-la-trinidad-o-la.html
***
Stefan Zweig
Castalión contra Calvino
Preparado por Patricio Barros.
Capítulo 6
El manifiesto de la tolerancia
Investigar la verdad y decirla tal como se la piensa no puede nunca ser
criminal. Nadie debe ser forzado a una convicción. La convicción es libre.
Sebastián Castalión. 1551.
Párrafos destacados del Capítulo 6:
EL suplicio de Servet en la hoguera es considerado, al punto, por todos los
contemporáneos, como la separación moral de caminos de la Reforma. Cierto que,
en sí misma, no significa nada sorprendente la ejecución de un hombre en aquel
siglo violento; desde las costas de España hasta muy arriba por las del Mar del
Norte y en las Islas Británicas, son quemados entonces innumerables herejes en
honor a Cristo. Por miles y miles, en nombre de las diversas iglesias, únicas
verdaderas, y de las sectas, son cortados en pedazos, quemados, decapitados,
estrangulados y ahogados, los hombres indefensos en los lugares del suplicio.
"Si fueran, no digo ya caballos, sino cerdos los que son llevados a
perecer allí — dícese en el
Tratado de los heréticos
de Castalión, — habría creído cada príncipe que sufría una gran pérdida con
ello". Pero no son más que hombres los que son aniquilados, y por eso,
nadie piensa en contar las víctimas. "No sé —
balbucea el desesperado Castalión, que, a la verdad, todavía no podía prever
nuestro siglo de guerras, — si jamás, en tiempo alguno, habrá sido derramada
tanta sangre como en el nuestro".
Pero siempre, en cada siglo, hay un crimen, en medio de los crímenes
innumerables, con el cual despierta la conciencia del mundo, dormida en
apariencia. La llamas del martirio de Servet alumbran más que todas las otras
llamas de su tiempo, y todavía reconoce Gibbon, dos siglos después, que
"este único sacrificio produjo una conmoción más profunda que el de los
millares de hombres que perecían en las hogueras de la Inquisición". Pues
el suplicio de Servet — para emplear la frase de Voltaire, — es el primer
"asesinato religioso" dentro de la Reforma y la primera negación,
trascendente y visible, de su idea originaria. En sí mismo, el concepto de
"hereje" ya representa un absurdo para la doctrina evangélica, que
prometía a cada cual el libre derecho de interpretación, y, al principio, en
efecto, también Lutero, Zwingli y Melanchton mostraron clara repugnancia ante
toda medida de violencia contra los disidentes y exaltados de su movimiento.
Expresamente lo declara Lutero: "Me gusta poco la pena de muerte, hasta
cuando es merecida, y lo que me espanta en ella es el ejemplo que se da. Por
eso, no puedo en modo alguno aprobar el que sean condenados los falsos
doctores". Con memorable nimiedad formula así su pensamiento: "Los
herejes no deben ser oprimidos por ninguna fuerza exterior o mantenidos en
sujeción, sino sólo combatidos con la palabra de Dios. Pues la herejía es una
cuestión espiritual que no puede ser purificada por ningún fuego ni por ninguna
agua terrestres". De un modo igualmente claro, manifiesta su repugnancia
Zwinglio ante toda apelación a las autoridades seculares, y toda fuerza que
haga una .selección.
Este paso de trascendencia universal lo da ahora Calvino al llevar a Servet a
la hoguera. De un único tirón desgarra el derecho de "libertad del
cristiano" defendido por la Reforma; de un salto se empareja con la
Iglesia Católica, la cual, en su honor sea dicho, había vacilado más de mil
años antes de quemar vivo a un ser humano a causa de una caprichosa
interpretación en cuestiones de fe cristiana. Pero Calvino, ya en el segundo
decenio de su soberanía, grava ya a la Reforma con este crudelísimo acto de su
intolerancia, y, por ello, aquella inscripción de la piedra conmemorativa que,
siglos después, erigió la ciudad libre de Ginebra al pensador libre Servet,
procura en vano disculpar a Calvino, al calificar a Servet de "víctima de
su tiempo", pues no la ceguera y el delirio de su época — también un
Montaigne y un Castalión vivían en aquellos días, — fueron los que amarraron a
Servet al poste de la hoguera, sino única y exclusivamente el despotismo
personal de Calvino. Ninguna excusa puede disculparle de este hecho digno de
Torquemada. Pues aunque el descreimiento y el fanatismo estén asentados sobre
una época, de cada crimen particular es siempre responsable el hombre que lo
cometió.
Pero Calvino, en el caso de Servet, tiene mala conciencia; y con mala
conciencia se escribe mal. Por ello su apología
"Defensa de la legítima fe y de la Trinidad contra los espantosos errores,
de Servet",
que — como dice Castalión, — redactó "aún con la sangre de Servet en sus
manos", es una de sus obras más débiles. El mismo Calvino confesó que la
había arrojado de sí
"tumultuarle",
por lo tanto, precipitada y nerviosamente; y, lo poco seguro que se sentía en
su defensa, pruébalo el que hizo que su tesis fuera firmada por todos los
eclesiásticos de Ginebra para no soportar la responsabilidad él solamente. De
una parte, Calvino, advertido de la mala voluntad general, quiere hacer que
pase la responsabilidad desde su persona a los "magistrados"; de
otra, tiene que demostrar que la municipalidad procedió rectamente al aniquilar
a semejante
"monstrum".
Y, al mismo tiempo, para presentarse a sí mismo como un hombre singularmente
indulgente y enemigo, en su interior, de toda violenta actividad, el hábil
dialéctico llena una buena parte del libro con quejas acerca de la crueldad de
la Inquisición católica que, sin medios de defensa, hace condenar a los
creyentes y ejecutarlos del modo más cruel. (¿Y tú — ha de responderle después
Castalión, — cuándo le has designado un defensor a Servet?). Mas después,
sorprende al asombrado lector haciéndole saber que, "en secreto, trató
incesantemente de atraer a Servet hacia mejores opiniones".
("Je nal pas cessé de faire mon possible, en secret, pour le ramener á des
sentiments plus saints")
; realmente, fue sólo la municipalidad la que — a pesar de la inclinación de
Calvino a la benignidad, — impuso la sentencia de muerte, y, a la verdad, en su
forma especialmente cruel. Pero firmemente establece Castalión la verdad de los
hechos. "Las primeras de tus admoniciones fueron injurias, las segundas
prisión, y Servet ya no volvió a abandonarla sino para ser arrastrado a la
hoguera y allí quemado vivo".
Pero mientras que Calvino, con una mano, aparta de sí la responsabilidad por el
martirio de Servet, facilita, con la otra, toda clase de disculpas a los
"magistrados" por aquella sentencia. E inmediatamente después, al
tratarse de justificar tales coacciones, se hace elocuente Calvino. No es
posible, tal es su argumento, que se le deje a cada cual en libertad de decir
lo que piense
(la liberté á chacun de diré ce qu'il voudrait),
pues eso sería demasiado grato para epicúreos, ateos y blasfemos. Sólo es
lícito proclamar la verdadera doctrina (la de Calvino). Pero el establecimiento
de tal censura no significa, en modo alguno, una limitación de la libertad —
las concepciones despóticas repiten siempre los mismos antilógicos
razonamientos. —
"Ce n'est par tyranniser l'Eglise que d'empécher les écrivains mal
intentionnés de repondré publiquement ce qui leur passe par la tete".
Si se hace que guarden silencio los otros, eso — según Calvino y sus
semejantes, — no es, ni de lejos, que se ejerza una coacción; no se ha hecho
otra cosa sino proceder con justicia y servir a una idea más alta, esta vez la
de la "gloria de Dios".
La defensa de la ortodoxia, de
la verdadera fe, desata, según Calvino, todos los lazos de la sangre, todos los
mandamientos humanitarios; hay que extirpar hasta a los más próximos parientes
si Satán los impulsa a negar la "verdadera" religión y produce
espanto el leer cosas 'como éstas:
"On ne luí fait point l'honneur qu'on luí
doit, si on ne préfére son service á tout regará humain, pour n'épargner ni
parentage, ni sang, ni vie qui soit et qu'on mette en oublie toute humanité
quand U est question de combatiré pour sa gloire".
¡Espantosas palabras y trágico testimonio de hasta qué punto puede cegar el
fanatismo a un hombre que, fuera de ello, suele pensar con claridad! Pues, con
terrible desnudez, dícese aquí que, en el sentido de Calvino, sólo pasa por
piadoso aquel que, por la "doctrina" — la doctrina suya,
naturalmente, — ahogue en sí
"tout regard humain",
por lo tanto, todo sentimiento de humanidad; quien entregue voluntariamente a
la inquisición, esposa y amigos, hermanos y parientes, tan pronto como en
cualquier cuestión, o cuestioncilla, tengan otra opinión que la del
consistorio. Y a fin de que nadie combata una tesis hasta tal punto antihumana,
Calvino echa mano de su último, de su favorito argumento: del terrorismo.
Declara que cualquiera que defienda o disculpe a un hereje es también él
culpable de herejía y queda designado para el castigo. De una vez para siempre,
quiere saber Calvino que está solventada y terminada toda discusión, penosa
para él, sobre el asesinato de Servet.
En voz alta y clara. . ., pero ¿cómo sería en aquella hora posible? Hay tiempos
en los que las más simples y manifiestas verdades de la humanidad tienen que
ser envueltas en niebla y disfrazadas para que lleguen a los hombres; en que
los pensamientos más humanos y santos tienen que pasar de contrabando como
ladrones por las puertas de escape, embozados y rebujados, porque el portal
principal está guardado por los alguaciles y aduaneros del tirano. Repítese
siempre el hecho absurdo de que mientras todas las provocaciones de un pueblo a
los otros pueblos de una religión contra las otras, están siempre admitidas a
libre plática, todas las tendencias conciliadoras, todos los ideales pacifistas
y conformadores son sospechosos y se las reprime, a pretexto de que perjudican
a cualquier autoridad (siempre diferente) estatal o divina, y debilitan, en
forma "derrotista", el celo piadoso o patriótico con su voluntad de
humanización. De este modo, bajo el terrorismo de Calvino, en manera alguna
pueden Castalión y los suyos atreverse a exponer clara y abiertamente sus
opiniones; un manifiesto de la tolerancia, una apelación a la humanidad, tal
como la planean, caería desde el primer instante bajo el secuestro de la
dictadura eclesiástica. A la fuerza, por lo tanto, sólo se le puede salir al
encuentro por medio de la astucia. Un nombre plenamente inventado,
"Martinus Bellius",
es puesto como el del editor y un fingido lugar de impresión (Magdeburgo en vez
de Basilea) estampado en la portada; pero, ante todo, el texto mismo de este
llamamiento para salvación de los injustamente perseguidos preséntase
disfrazado con apariencias de obra científica, de obra teológica; debe parecer
que sólo de un modo puramente académico, ante autoridades altamente instruidas,
eclesiásticas y civiles, se discute la cuestión:
De haereticis an sint perseguendi et omnino quomodo sit cum eis agendum
multorum tum veterum tum recentiorum sententiae,
es decir: "De si los herejes han de ser perseguidos y de cómo se debe
proceder con ellos probado con sentencias de muchos autores tanto antiguos como
modernos". Y, en realidad, si se hojean sus páginas de un modo
superficial, se piensa, efectivamente, el principio, que sólo se tiene entre
las manos un tratadillo teórico y piadoso, pues aquí las sentencias de los más
célebres padres de la Iglesia, de San Agustín como de San Juan Crisóstomo y de
San Jerónimo, se muestran fraternalmente unidas a selectas manifestaciones de
grandes autoridades protestantes, como Lutero y Sebastián Frank, o de
imparciales humanistas, como Erasmo. Sólo parece encontrarse coleccionada aquí
una antología escolástica, una selección de citas jurídico-teológicas de los
más diversos filósofos de todos los partidos para facilitar al lector un juicio
individual e imparcial sobre esta difícil cuestión. Pero si se le considera más
de cerca, se ve que, con unanimidad, sólo están escogidos los testimonios que
declaran que es inadmisible la pena de muerte contra el hereje. Y la más
ingeniosa astucia, la única malicia de este libro, de un fondo tremendamente
serio, es que entre los contradictores de Calvino que son aquí citados, se
encuentra uno cuya tesis tiene que serle particularmente enojosa: ningún otro
sino el propio Calvino. Su propio testimonio, cierto que del tiempo en que
todavía era él un perseguido, se opone ásperamente a su actual y ardorosa
apelación al hierro y al fuego; con sus propias palabras, tiene que permitir
Calvino que el propio Calvino lo califique de anticristiano, pues aparece aquí
impreso y firmado con su propio nombre: "Es anticristiano perseguir con
las armas al expulsado de la Iglesia y negarle los derechos de la
humanidad".
¿Qué es, pues, un hereje? Una y otra vez vuelve Castalión a plantear este
problema ante sí mismo y ante el lector. Y ya que Calvino y los otros
inquisidores apelan a la Biblia como al único cuerpo legal valedero, investiga
también en ella página tras página. Pero es el caso que en modo alguno
encuentra allí ni la palabra ni el concepto: tenían que venir primero una
dogmática, una ortodoxia, una doctrina unitaria para inventarlo, pues para
rebelarse contra la Iglesia tenía primero que ser fundada, como institución,
una Iglesia. Las Sagradas Escrituras es cierto que hablan de los ateos y de su
necesario castigo. Pero un hereje no es preciso, en modo alguno, que sea un
ateo — el caso de Servet lo ha demostrado; — por el contrario, precisamente los
que son llamados herejes, y del modo más encendido los anabaptistas, afirman
ser los auténticos, los verdaderos cristianos y veneran al Salvador como al
modelo más sublime y amado. Ya que nunca un turco, un judío, un pagano, son
llamados herejes, la herejía tiene que ser un delito que crece exclusivamente
dentro del cristianismo. Por lo tanto, nueva definición: herejes son aquellos
que, aunque cristianos, no siguen el "verdadero" cristianismo, sino
que, por su propio arbitrio, en diversos puntos aislados se apartan de la
interpretación "auténtica".
En apariencia, estaría encontrada con esto la valedera definición. Pero —
¡fatídica cuestión! — entre todas las interpretaciones, ¿cuál es el
"verdadero" cristianismo, cuál es el "auténtico" sentido de
la palabra de Dios? ¿El de la exégesis católica, el de la luterana, el de
Zwinglio, el de las anabaptistas, el de los husitas, el de los calvinistas?
¿Existe realmente una seguridad absoluta en cuestiones religiosas? ¿Es, en
efecto, siempre inteligible la palabra de las Sagradas Escrituras? Castalión —
el contrarío del pedante Calvino, — tiene el valor de responder con un modesto
"no". Ve, en las Sagradas Escrituras, cosas comprensibles al lado de
otras incomprensibles. "Las verdades de la religión — escribe con el más
profundo espíritu religioso, — según su misma naturaleza, son misteriosas y aun
hoy, al cabo de mucho más de mil años, constituyen el objeto dé una eterna
disputa en la cual la sangre no quiere dejar de correr, en cuanto el amor no
ilumina a los espíritus y no tiene la última palabra. "Todo aquel que
interpreta la palabra de Dios puede caer en falta e incurrir en errores, y, por
eso, el primer deber sería el de una tolerancia mutua. "Si todas las cosas
fueran tan claras y manifiestas como es claro que hay un Dios, todos los
cristianos podrían fácilmente ser de la misma opinión sobre estas cosas, lo
mismo que todas las naciones están concordes en el reconocimiento de que hay un
Dios; pero, una vez que todo es oscuro y confuso, deberían los cristianos no
juzgarse unos a otros, y ya que somos más sabedores que los paganos, seamos
también mejores y más compasivos que ellos".
La culpa de estas espantosas carnicerías, de estas bárbaras persecuciones que
deshonran la dignidad humana, no reside, pues, en los herejes que no cometen
falta alguna (¿quién sería responsable de sus pensamientos, de sus
convicciones?) ; el culpable, el eterno culpable, del delirio asesino y la
salvaje perturbación de nuestro mundo, lo es, según Castalión (el fanatismo, la
intolerancia de los ideólogos que quieren siempre que sólo sean tenidas por
verdaderas sus ideas, su religión, su concepción del mundo.) Despiadadamente,
saca Castalion a la vergüenza pública este furibundo orgullo y satisfacción de
sí. Los seres humanos están tan poseídos de su propia opinión, o más bien de la
falsa certidumbre que tienen de su opinión, que desprecian soberbios a los
otros; de esta soberbia se originan las crueldades y persecuciones, en forma
que ya nadie quiere soportar a los otros tan pronto como no son de su misma
idea, aunque, en el día de hoy, hay casi tantas opiniones diversas como
hombres. No obstante, no se encuentra una sola secta que no quiera juzgar a
todas las demás y dominar ella sola. Y de ahí derivan todas estas
proscripciones: destierros, encarcelamientos, quemas, ahorcaduras, toda esta
miserable furia de ejecuciones y suplicios, que se ejecutan a diario, y sólo a
causa de cualquier opinión que desagrada a los grandes señores, y con
frecuencia hasta sin ninguna razón determinada". Sólo de la terquedad
procede la obstinación; sólo de la intolerancia "aquel indómito y bárbaro
placer de cometer crueldades, y se ve a muchos, en el día de hoy, inflamados
hasta tal punto por estas excitantes calumnias, que se ponen furiosos si uno de
aquellos a quienes hacen ejecutar es estrangulado y no quemado a fuego lento
del modo más martirizador".
Una cosa única puede, por ello, a juicio de Castalión, salvar a la humanidad de
esta barbarie: la tolerancia. Nuestro mundo tiene cabida para muchas verdades y
no para una sola, si los hombres así lo quisieran, éstas podrían vivir unas
junto a otras. "¡Soportemos los unos a los otros y no juzguemos la fe de
los demás!" Superfluos son, por lo tanto, estos feroces gritos contra el
hereje; innecesarias todas las persecuciones por cosas espirituales. Y mientras
Calvino, en su escrito, anima a los príncipes a que empleen la espada para una
total extirpación de los heréticos, implórales así Castalión: "Inclinaos
más bien del lado de la benevolencia y no obedezcáis a aquellos que os hostigan
para que asesinéis, pues no podrán estar a vuestro lado, como auxiliares,
cuando tengáis que rendir vuestras cuentas ante Dios; ya les dará bastante que
hacer su propia defensa. Creedme: si Cristo estuviera aquí presente, jamás os
aconsejaría que matarais a los que confiesan su nombre, aunque erraran en
algunos detalles o siguieran falsas vías".
Ya que la
acción de la violencia, en aquella época, se presenta en renovadas formas, es
preciso también que sea renovada por los espirituales la lucha contra ella;
jamás les será lícito la huida bajo pretexto de que en aquella hora es
demasiado fuerte la violencia, y, por lo tanto, no tiene sentido el oponérsele
con la palabra. Pues lo necesario jamás ha sido dicho demasiadas veces y nunca
la verdad es formulada en vano. (Aun cuando no sea vencedora, la palabra
manifiesta, no obstante, su eterna presencia, y quien en tales horas la sirve
ha testimoniado, en lo que a él toca, que ningún terrorismo tiene poder sobre
un alma libre, y que, aún en el siglo más inhumano, queda, sin embargo, espacio
para la voz de la humanidad.
***
La sentencia contra Servet en presencia y con el arbitrio de Juan Calvino, el
día 27 de octubre de
1553, señala:
Y
nosotros síndicos, jueces de los casos penales de esta
ciudad,
habiendo presenciado el procedimiento promovido ante nosotros a
instancias de
nuestro lugarteniente contra Vos, Miguel Servet de Villanova del
país de Aragón
en España, y habiendo visto vuestras voluntarias y repetidas
confesiones y
vuestros libros, consideramos que Vos, Servet, durante mucho tiempo
habéis
propagado una doctrina falsa y absolutamente hereje, despreciando toda
queja y corrección,
y que con obstinación malvada y perversa habéis
divulgado hasta en libros
impresos opiniones contra Dios el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, en una
palabra contra los principios fundamentales de la religión
cristiana, y que
habéis tratado de provocar un cisma y perturbar a la Iglesia
de Dios, por lo
cual muchas almas pueden haber sido arruinadas y perdidas, actividad
horrible,
trastocadora, escandalosa y contagiosa. Y no habéis tenido
vergüenza ni horror
de poneros contra la divina Majestad y la Santa
Trinidad,
tratando siempre con obstinación de infectar el mundo con
vuestro fétido y
hereje veneno. Crimen de herejía dañino y
execrable, merecedor de un grave
castigo. Por estas y otras razones, deseando purgar a la Iglesia
de Dios de tales
infecciones y eliminar el retoño marchito,
después de habernos aconsejado con
los ciudadanos y habiendo invocado el nombre de Dios para emitir un
justo
veredicto (...) teniendo ante nuestros ojos a Dios y a las Sagradas
Escrituras,
hablando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, emitimos por
escrito la sentencia final y Te condenamos, Miguel Servet, a ser atado
y
llevado a Champel y ser puesto en la hoguera y quemado junto con
vuestros
libros hasta que no seáis más que ceniza. Y
así se habrá puesto fin a vuestros
días y se habrá dado ejemplo a los que pensaran
en cometer delitos
similares...
***
En el monumento erigido en honor a Servet en Annemasse, el pueblo francés
más cercano a Ginebra, en sus cuatro caras se lee:
- Miguel Servet, helenista, geógrafo,
médico y filósofo, debe ser apreciado de la humanidad por sus
descubrimientos científicos, su abnegación en favor de los enfermos y
pobres, y la indomable independencia de su inteligencia y su conciencia.
- A Miguel Servet apóstol de la libre
creencia y mártir del libre pensamiento, nacido el 29 de Septiembre de
1511 en Villanueva de Aragón, quemado en efigie por la Inquisición
católica el 17 de Junio de 1551, y quemado vivo en Ginebra por
instigación de Calvino el 27 de Octubre de 1553.
- La detención de Miguel Servet en
Ginebra, donde no habían publicado, ni dogmatizado, y donde, en
consecuencia, no podía ser entregado a la justicia, debe considerarse
como una barbaridad y un insulto al derecho de las naciones (Voltaire).
- Miguel Servet escribía a sus jueces;
"Os suplico que os plazca abreviar estas grandes dilaciones... veis que
Calvino... quiere hacerme pudrir en prisión. Los piojos me comen vivo,
mis calzones están desgarrados, y no tengo muda ni jubón, ni más
camisas que una en jirones...
***
Citas sobre Servet
Una de las llaves para la comprensión de la Restitutio se sitúa
en la identificación de Servet con el Arcángel Miguel.
Elaine
Sartorelli
Sus opiniones heterodoxas y su libertad de espíritu, que Servet
defendió siempre con la pluma y el diálogo, le convirtieron
en un proscrito en toda Europa.
Jaume de Marcos Andreu
Servet fue el primer pensador cristiano de los tiempos modernos que
abogó por el derecho de cada individuo a seguir su propia conciencia
y expresar sus propias convicciones.
Marian Hillar
Su cultura, inteligencia y personalidad, hicieron surgir en la mente
de Serveto lo que podríamos llamar una reforma sui generis discrepante
tanto de católicos como de protestantes.
Miguel Lavilla
Servet defendió su causa con su sangre, sabía que defenderla
con la palabra era inútil ante Calvino. Es perfectamente
vano hablar cuando la violencia detenta el poder. El ruido de las armas
ensordece las leyes y la sabiduría.
Sebastían Castellio
Servet tiene un temperamento radicalmente aragonés; prototipo
con el propio Calasanz de la dureza berroqueña ante la adversidad;
arquetipo con Gracián, Goya y Cajal, de la rebeldía ante
lo establecido cuando esta es necesaria; de talento torrencial.
Fernando
Solsona
Algún día tendríamos que consagrar España
al arcángel San Miguel, a Miguel Servet, Miguel de Cervantes, Miguel
de Molinos, Miguel Unamuno. Parecerá arbitrario definir a España
como la tierra de los cuatro migueles. Sin embargo, mucho más
arbitrario es definir a España descartando a tres de ellos por
heterodoxos y sin conocer a ninguno de los cuatro. Cuatro migueles que
asumen y resumen las esencias de España.
Antonio Machado
Servet, el sabio víctima de la Universidad, el santo víctima
de las Iglesias.
Pey Ordeix
Medicina y Teología son en Servet disciplinas coherentes.
Diego
Gracía
Servet es el verdadero fundador de la Etnografía y de la Geografía
comparada.
Eliseo Reclus, geógrafo
Servet es mártir de sus ideas cristianas, más cristiano,
aunque menos ortodoxo que los cristianos establecidos y reformados.
Angel Alcalá
Servet estudió a fondo la Trinidad porque, a su juicio, esta
doctrina constituía el principal obstáculo para la conversión
de los judíos y moros.
Roland H. Baiton
Servet tenía madera de santo, porque alcanzó el martirio
con mucho más peso específico que otros que aparecen en
el Santoral.
Vega Díaz
Para los católicos Servet sólo era un hereje más,
para los reformadores era algo más peligroso: un revolucionario.
Enrique Otte
Servet fue el caballero andante de la Teología.
Menéndez
Pelayo
Servet fue el Copérnico de la Fisiología, como Copérnico era
el Servet de la Astronomía.
Castelar
En Servet vemos la confluencia de lo mejor de cada cosa que llegó
a madurez en el s.XVI.
Harnack
Servet descubrió la circulación de la ilustración
divina que sustenta el alma.
Füllop-Miller
No respeto más que la verdad, he condenado abiertamente el asesinato
de Servet, todos los furores de la guerra y los arrebatos de la paz,
detesto la persecución y el fanatismo ahí donde se encuentre.
Voltaire
Servet se cuenta entre los diez o doce principales de la historia de
la Humanidad entera.
Elisée Réclus
***
Una síntesis del pensamiento teológico de Servet, el mártir aragonés
Mil veces se le llama eterno
al Reino de Cristo, pero en la consumación de los tiempos se lo devolverá a
Dios. No quiere esto decir que la gloria de Cristo será por ello disminuida,
pues es su mayor gloria el haber regido todo bien hasta el final y haber sometido
todo al Padre como quería. Entregará el Reino de Dios, como el general superior
del ejército entrega al emperador la palma de la victoria; de la misma manera,
tanto más cuanto que toda razón para gobernar terminará entonces, se abolirán
los poderes y las autoridades y todo ministerio del Espíritu Santo cesará, pues
ya no necesitaremos abogado ni mediador, ya que dios será Todo-en-todo. Y
entonces terminará también la Trinidad de dispensaciones.
Yo no podría llamarme hijo de Dios si no tuviera
participación natural con el que es su verdadero hijo, de cuya
filiación depende la nuestra, como de la cabeza los miembros. Si llamé
al Verbo sombra de Cristo fue por no encontrar otra palabra con que
expresar este misterio; pero no quise decir por eso que el Verbo sea
una sombra que pasa y no permanece; antes creo que es ahora sustancia
del cuerpo de Cristo, la misma que fue antes sustancia del Verbo, en la
cual la luz de Dios alumbró y prefiguró al Verbo. (1600).
Al decir: Sea la luz, sale El a luz de las ignotas tinieblas de los
eones y se hace perceptible. Esto es lo que llama Juan Logos y Moisés
Elohim, y esto era Cristo en Dios, y Dios era aquella palabra, y Dios
era aquella luz. La cual, prefigurada por los ángeles, se mantuvo
oculta, hasta que apareció y resplandeció en la faz de Cristo. Y si
Dios se ha manifestado y revelado en la carne, necesario es que viendo
aquella carne veamos a Dios. Antes de la creación, Dios no era la luz,
porque la luz no es luz si no luce. Después de la creación lucía en
medio de las tinieblas, en medio de la oscuridad del mundo; pero
los hombres no podíamos resistir sus resplandores ni mirarla cara a
cara hasta que fue suscitado nuestro profeta Cristo:
«Lux vera
illuminans omnem hominem venientem in hunc mundum. (1601).
Dios, con su Verbo, creó el mundo, y le comunicó su espíritu, y le
comunica a nosotros internamente. En otro tiempo no era Dios adorado en
verdad, sino en sombra, en templos de madera, en tabernáculos de
mármol. Ahora el templo de Dios es el mismo Cristo, a quien vemos con
internos ojos y hemos de venerar con espiritual adoración. (1602).
Si el hombre Jesús crucificado es hijo de Dios y cuál es la causa de
esta filiación.
Cómo se entiende el reino de Cristo en el hombre y
cuándo puede decirse que éste queda regenerado.
Por qué se dice que
el Bautismo y la Cena son Sacramentos de la Nueva Alianza y si el
Bautismo debe ser recibido a la edad de la razón como la Eucaristía.
Tenéis un Evangelio sin verdadera fe, sin buenas obras…, las cuales
son para vosotros vanas pinturas. Vuestra decantada fe en Cristo es
humo (merus fumus) sin valor ni eficacia; habéis hecho del hombre un
tronco inerte y habéis anulado a Dios con la quimera del servo
arbitrio. Hacéis caer a los hombres en la desesperación y les cerráis
la puerta del reino de los cielos… La justificación que predicáis es
una fascinación, una locura satánica… No sabéis lo que es la fe, ni las
buenas obras, ni la regeneración… Hablas de actos libres como si en tu
sistema pudiera haber alguno; como si fuera posible elegir libremente,
cuando Dios lo hace todo en nosotros. Ciertamente que obra en nosotros
Dios, pero de manera que no coarta nuestra libertad. Obra en nosotros
para que podamos pensar, querer, escoger, determinar y ejecutar… ¿Qué
absurdo es ese que llamas necesidad libre?
Cuanto hay en el mundo, si se compara con la luz del Verbo y del
Espíritu Santo, es materia crasa, divisible y penetrable. Esa luz
divina penetra hasta la división del alma y del espíritu, penetra la
sustancia de los ángeles y del alma y lo llena todo, como la luz del
sol penetra y llena el aire. La luz de Dios penetra y sostiene todas
las formas del mundo, y es, por decirlo así, la forma de las formas.
(1637).
Dios es incomprensible, inimaginable e incomunicable; pero se revela a
nosotros por la Idea, por la persona, en el sentido de forma, especie o
apariencia externa. Dios es la mente omniforme y de la sustancia del
espíritu divino emanaron los ángeles y las almas; es el piélago
infinito de la sustancia, que lo esencia todo, y que da el ser a todo,
y sostiene las esencias de todas las cosas. La esencia de Dios,
universal y omniforme, esencia a los hombres y a todas las demás cosas.
Dios contiene en sí las esencias de infinitos millares de naturalezas
metafísicamente indivisas.
Dios se manifiesta en el mundo de cuatro maneras diversas:
l.ª Por modo de plenitud de sustancia, sólo en el cuerpo y espíritu de Jesucristo.
2.ª Por modo corporal.
3.ª Por modo espiritual.
4.ª En cada cosa, según sus propias ideas específicas e individuales.
Del primer modo nacen los restantes, como de la vid los sarmientos (1638).
Desde la eternidad estaban en Dios las imágenes o representaciones de
todas las cosas, reluciendo en el Verbo como en un arquetipo… Dios las
veía todas en sí mismo, en su luz, antes que fueran creadas, del mismo
modo que nosotros antes de hacer una casa concebimos en la mente su
idea, que no es más que un reflejo de la luz de Dios; porque el
pensamiento humano, como dice Filón, es una emanación de la claridad
divina… Sin división real de la sustancia de Dios, hay en su luz
infinitos rayos que relucen de diversos modos… Luz es la idea que
enlaza con lo espiritual lo corporal, conteniéndolo y manifestándolo en
sí todo. Las imágenes que están en nuestra alma, como son lúcidas,
tienen parentesco con las formas externas, con la luz exterior y con la
misma luz esencial del alma. Y esta misma luz esencial del alma tiene
las semillas de todas esas imágenes, por comunicación de la luz del
Verbo, en el cual está la imagen ejemplar de todas.
En este mundo no hay verdad alguna, sino simulacros vanos y sombras
que pasan. La verdad es el Logos eterno de Dios con los ejemplares
eternos y las razones de todas las cosas… Dios pensó desde la eternidad
la forma de Cristo, constituyéndola en manantial de vida, que
después se manifestó en la Creación y en la Encarnación. (1640).
Todo es uno, porque en Dios, que es inmutable, se reduce a unidad lo
mudable, se hacen las formas accidentales una sola forma con la forma
primera, que es la luz, madre de las formas; el espíritu se identifica
con el espíritu, el espíritu y la luz con Dios, las cosas con sus
ideas, y las ideas con la hipóstasis primera; por donde todo viene a
ser modos y subordinaciones de la divinidad. (1641).
De la sustancia del espíritu de Cristo emanó por aspiración la
sustancia de los ángeles y de las almas… Mayor es el artificio en la
composición del hombre que en la del ángel, y mayor debía ser su
gloria. Los ángeles, envidiosos de que el hombre, hecho de tierra,
fuera exaltado sobre ellos, se rebelaron contra Dios y arrastraron
luego en su caída al hombre mediante el pecado original.
Todo es divisible, excepto Dios, cuya luz penetra en toda división, y
aun las almas separadas retienen una forma análoga a la nuestra
corporal. (1644).
El espíritu es uno y múltiple y se manifiesta en diversa
medida. Los espíritus se diferencian por los accidentes: pero
esencialmente y en Dios son uno solo porque hay una idea divina que
constituye en un solo ser la materia, la forma y el alma… En el Verbo
está la idea del Hijo; en la carne, la idea del Hijo; en el alma, la
idea del Hijo, o sea la idea de todo, en la materia térrea, la idea del
Hijo o del todo, y lo mismo en la sustancia de los otros tres
elementos. (1645).
El alma de Cristo es Dios; la carne de Cristo es Dios… En Cristo hay
una alma semejante a la nuestra, y en ella está esencialmente Dios. En
Cristo hay un espíritu semejante al nuestro, y en él está esencialmente
Dios. En Cristo, una carne semejante a la nuestra, y en ella
esencialmente Dios. El alma de Cristo, su espíritu y su carne han
existido desde la eternidad en la sustancia divina… Cristo es la fuente
de todo, la deidad sustancial del cuerpo, del alma y del espíritu… En
el futuro siglo, la sustancia de la divinidad de Cristo irradiará en
nosotros, transformándonos y glorificándonos. (1646).
Calvino, hablas de la antigua disciplina de la Iglesia, y hablan de ella Lutero
y Calvino, que hacen siervo el albedrío y tienen por inútiles las
buenas obras, como si hubiera habido alguno de los antiguos que no
condenase esa doctrina, fuera de Simón Mago y los maniqueos… ¿Por qué
nos amenazas con la autoridad de la iglesia después de haber dicho que
el Papa es el Anticristo, y Roma Babilonia, y que la religión está
corrompida? ¿Por qué sigues a los que llevan el signo de la bestia?
¿Por que has suprimido los votos monásticos y las ceremonias? ¿Por qué
no conservas la oración por los muertos? ¿Por qué no adoras las
imágenes como las adoraba Atenágoras? (1652).
Del mismo
modo que la Palabra es la esencia de Dios en cuanto que se manifiesta al mundo,
así también el Espíritu es la esencia de Dios en cuanto se comunica al mundo.
El Espíritu brotaba con la Palabra, Dios alentaba al hablar. El Espíritu y la
Palabra tenían la misma sustancia, pero diferente modo.
¡Sólo
Dios sabe la irrisión que ha causado entre los musulmanes esta
tradición de la Trinidad! Los judíos tampoco quieren sumarse a este
capricho nuestro y se ríen de nuestra locura con respecto a la
Trinidad; y a causa de las blasfemias que contiene ni siquiera creen
que se trate del Mesías prometido en su Ley. Ni
una sola palabra se halla en toda la Escritura acerca de la Trinidad,
ni acerca de las personas, ni sobre la esencia, ni sobre la unidad de
sustancia, ni de naturaleza de los varios seres divinos.
***
Sobre la circulación pulmonar de la sangre Servet se adelantó a los de su época al señalar:
Los espíritus no son tres, sino dos distintos. El espíritu
vital es el que por anastomosis se comunica de las arterias a las
venas, en las cuales se llama espíritu natural… El segundo es el
espíritu animal, verdadero rayo de luz cuyo asiento es en el cerebro y
en los nervios… El espíritu vital, o llamémosle sangre arterial, tiene
su origen en el ventrículo izquierdo del corazón ayudando mucho los
pulmones para su generación. Es un espíritu tenue, elaborado por la
fuerza del calor, de color rojo claro, de potencia ígnea, a modo de un
vapor lúcido formado de lo más puro de la sangre y que contiene en sí
la sustancia del agua, aire y fuego. Se engendra de la mezcla, hecha en
los pulmones, del aire inspirado con la sangre sutil elaborada, que el
ventrículo derecho del corazón comunica al izquierdo. Y la comunicación
no se hace por la pared media del corazón, como se cree vulgarmente,
sino con grande artificio, por el ventrículo derecho del corazón,
cuando la sangre sutil es agitada en largo circuito por los pulmones.
Ellos le preparan, en ellos toma su color, y de la vena arteriosa pasa
a la arteria venosa, en la cual se mezcla con el aire inspirado, y por
la espiración se purga de toda impureza… Que así se verifica este
fenómeno lo prueba la varia conjunción y la comunicación de la vena
arteriosa con la arteria venosa en los pulmones. (1626).
El ser tan gruesa la vena arteriosa, el estar cerradas
en el feto las válvulas del corazón hasta el punto y hora del
nacimiento, etc. Así, pues, la mezcla se hace en los
pulmones, y ellos, y no el corazón, dan a la sangre su color. En el
ventrículo izquierdo del corazón no hay lugar capaz para tanta y tan
copiosa elaboración. Y en cuanto a la pared media del corazón, como
carece de vasos, no es apta para esa comunicación y elaboración, aunque
algo puede resudar. De la misma suerte que en el hígado se hace la
transfusión de la vena porta a la vena cava, en cuanto a la sangre, se
hace en el pulmón la transfusión de la vena arteriosa a la arteria
venosa en cuanto al espíritu, o sangre arterial, que desde el izquierdo
ventrículo del corazón se derrama a las arterias de todo el cuerpo.
(1627).
***
Frases de Miguel Servet
¿Quién puede llamar ortodoxo a un ministro de la Iglesia como Calvino
que es acusador, criminal y homicida?
Es un principio general que todas las cosas han salido de la raíz
divina, son parte y porción de Dios, y la naturaleza de las cosas
es el espíritu de Dios.
La fe, si se considera en su propiedad esencial y pura, no contiene
tal perfección como el amor... El amor es superior a todo... durable,
sublime, más parecido a Dios...
Propio de la condición humana es la enfermedad de creer a los
demás impostores e impíos, no a nosotros mismos, porque
nadie reconoce sus propios errores...
Es un abuso condenar a muerte a aquellos que se equivocaron en sus
interpretaciones de la Biblia.
Yo no separo a Cristo y a Dios más que una voz del hablante
o un rayo del Sol.
Dios nos dio la mente para que le reconozcamos a Él mismo.
Cada cual es como Dios lo ha hecho, pero llega a ser como él
mismo se hace.
No debe imponerse como verdades conceptos sobre los que existen dudas.
Si me hallas en error en un sólo punto, no debes por eso condenarme
en todos.
Ni con estos, ni con aquellos estoy conforme ni disiento en todo. Todos
tienen parte de verdad y parte de error, y cada cual descubre el error
en otro sin ver el suyo.
Hay un brillo del Sol y otro de la Luna; uno del fuego y otro del agua.
Todos fueron dotados de luz por Cristo, arquitecto del mundo.
La fe enciende la lámpara que solo el aceite del amor hace arder.
El hombre es libre, y recibe de los astros, solo inclinaciones y tendencias.
Lo divino ha bajado hasta lo humano, para que el humano pueda ascender
hasta lo divino.
Por entre las brumas de la memoria, cada vez más tambaleante,
me llega a ratos la luz de mi pueblo, Villanueva. Percibo la luminosidad
especial de un cielo plano y límpido en los veranos y el olor
a mieses, que llenaron mis sentidos para siempre, y que atesoro en el
origen de mis recuerdos, desde que jugaba con otros niños por
las calles y campos del sitio donde abrí por primera vez los
ojos.
España es aventajada por Francia en la abundancia de vino, cereal
y carnes, pero la supera en la bondad y el sabor de ellos.
Leed la Biblia una y mil veces; si no le tenéis gusto es que
habéis perdido la llave del conocimiento.
Cristo camina en las olas del viento y habita en el vértice
de la Tierra, mide los cielos con su palmo y le caben en sus manos las
aguas del mar.
Colón fue el descubridor de un continente y de muchas islas
que los españoles gobiernan ahora felizmente. Por eso están
tan radicalmente equivocados los que llaman América a este continente.
La fe es la puerta; la caridad la perfección. Ni la fe sin caridad,
ni la caridad sin fe.
No estamos obligados a juzgar según la Ley, aunque la ley nos
muestra bien el pecado.
La luz da el ser a la cosa, la luz es la forma de la cosa...la luz
es lo más hermoso de este mundo y del otro.
Amortigua la circuncisión el apetito de la carne, como queda
amortiguado el oído si se le cortan a uno las orejas o la vista si se
le cortan los párpados.
No podrá ser un buen geógrafo el que no esté seriamente
versado en Matemáticas.
En este mundo no hay verdad alguna, sino simulacros vanos y sombras
que pasan. La verdad es Dios eterno.
Durante el inquisitorial juicio
Calvino le enrostra a Servet su panteísmo diciendo:
¿Crees, infeliz, que la tierra que pisas es Dios?
Servet le respondió:
No tengo duda de que este banco, esa mesa y todo lo que nos rodea es de la substancia de Dios.
Con voz triunfal Calvino le señala:
Entonces, ¿también será el Diablo?
Servet le responde:
¿Y lo dudas? Por mi parte creo que todo lo que existe es partícula y manifestación substancial de Dios.
Ya condenado y en medio del lento fuego que lo consumía en la hoguera suiza, Servet exclama:
¡Eterno Dios, recibe mi alma! ¡Jesucristo, Hijo de Dios eterno, ten compasión de mí!
* * *
Según los católicos y, con razón, los evangélicos tan solo recuerdan la
Inquisición católica ignorando la propia. Las Inquisiciones durante la era cristiana han sido:
Inquisición Protestante, luterana o evangélica (intolerante y sanguinaria)
Inquisición Calvinista ( la mas salvaje de todas)
Inquisición Anglicana (Enrique VIII y su Hija la Reina Isabel (la mas sangrienta)
La Inquisición de los moros (la más intolerante).
Intento ser Tolerante con la
religiosa
intolerancia no tan solo del pasado. ¿Pero cómo serlo al
recordar que siendo niño era expulsado de
clase de Religión por la herejía de rechazar ese
dios que no era de Amor? De niño
entendí que Jesús habló de un Padre de Amor para
todos por igual. Entonces, como humano que soy, sabiendo que no soy ni
superior ni inferior a otro, sabiendo que ninguno es poseedor de la
Verdad absoluta y sabiendo que por algo se me solicitó en 1983 cumplir
una Misión: Lo hizo un swami vedanta de la India, al que sus
seguidores consideraban Maestro. El sabía que no lo aceptaba
como Maestro pero sí lo respetaba como swami de la
religión más antigua conocida. Al solicitarme la
Misión mostró su gran aura dorada que no he vuelto a ver
en otro, y me habló: Dígales la Verdad, toda la Verdad y que lo que la Sagrada Biblia señala ya está sucediendo... Me agregó que mi libro "La Respuesta es:" del año 1981, yo lo había escrito por revelación e inspiración... Acepté la Misión destacando que se la pedían a un imperfecto, él respondió: Se la pedimos a un noble Guerrero de la noble casta de los guerreros... ¿Qué Verdad les voy a decir?
pregunté. El silencio fue la respuesta y... 370 escritos ya
están en InterNet... Entonces, transcurridos 28
años, en medio de la crisis de Cambio desatado, humanamente me
pregunto:
¿Quiénes fueron los herejes? ¿Los
que refutaron con argumentos el dogma que Jesús no
Enseñó o quienes se consideraron los únicos
depositarios de una Verdad que nos iguala y fue dejada PARA
TODOS POR IGUAL y, en el nombre de Jesús, a tantos torturaron
y condenaron a una cruel muerte?
¿Qué diferencia
hay entre los romanos que a miles de cristianos hicieron morir en el
Coliseo y estos inquisidores cristianos?
Epílogo
Se dice con razón que una imagen vale más que mil
palabras, a su vez un pensamiento positivo anula los efectos de mil
negativos y neutraliza en el entorno a cien pensamientos de ajenos
pensadores negativos. Para visualizar en forma consciente tenemos que
aportar al subconsciente mental imágenes junto a las ideas de
los justos anhelos que deseamos nuestro subconsciente haga realidad.
Para hacerlo realidad el subconsciente sensibilizado por el justo
anhelo consciente trabaja más allá del tiempo y del espacio
contactando con otros subconsciente en resonancia mórfica de afinidad
y con potencias para que el justo anhelo pueda ser realidad.
Hace algo más de 300 años irrumpe en Europa la
Música Barroca, en especial el barroco para cuerdas
misteriosamente inspirada y estructurada para activar de manera
selectiva en el cerebro humano el ritmo alfa cerebral, ritmo que
permite a la mente expresar el Mejor Pensar. Desde hace unos 70
años se fue conociendo y estudiando científicamente los
beneficios de esta música inspirada. Pienso que esos beneficios
lo son para todos en general y en especial para ayudar a quienes en Misión trabajan en silencio, de
manera anónima, Pensando Mejor para que la LUZ llegue a la Tierra.
Hace miles de años se legó a pensadores de Oriente la
Meditación. Fue un método pasivo propio para mentes
pasivas por poco desarrollo del dinámico hemisferio cerebral
izquierdo. El inicio de este desarrollo coincide con el fin de la Primera Etapa de
los mártires cristianos... En especial en Occidente se activó el desarrollo del
hemisferio cerebral izquierdo y se manifestó la racional
mentalidad nuestra. En los Arcanos quedaron metodologías
dinámicas de Meditación propias para la dinámica
mentalidad occidental, técnicas ahora conocidas. Conviene tener presente la acelerada
occidentalización de los más pensantes de Oriente...
Sobre esta base, sabiendo que había musicólogos que
usaban de complemento de su Meditación música inspirada,
entendí que entre los compositores barrocos había uno
especial, me refiero a Juan Sebastian Bach (1685 - 1757):
Uno de los compositores en la historia con mayor profundidad y maestría,
Juan Sebastian Bach nació en Eisenach, Thuringia, Alemania, en una familia de
músicos. Su padre, Johann Ambrosius Bach, fue un talentoso violinista, y le
enseño a su hijo los conocimientos básicos de como tocar las cuerdas; otra
relación, la del organista en la iglesia más importante de Eisenach,
introdujo al joven muchacho en el uso del órgano.
Bach fue uno de esos raros compositores cuyo genio no se puede sumarizar,
aún aproximádamente, de ninguna forma conocida. El fue el maestro supremo del
contrapunto, fuga, composición musical, melodía, composición de cámara,
repertorios para instrumento solo... la lista no tiene fin. Sus pasiones
son sin duda alguna las más grandes composiciones jamás creadas para un
grupo coral y orquesta. Sus trabajos en solo (para violín, y violoncelo)
son de tal belleza y perfección de forma que sus secretos nunca han sido
divulgados totalmente, ni siquiera por virtuosos en esos instrumentos. Sus
composiciones para el teclado - las Variacines de Goldberg y
El Well-Tempered Clavier, entre otras - revelan una insuperada
habilidad para combinar estructuras musicales intrincadas con fuerza
espiritual pura; de hecho, la mayoría de los músicos de primera apuntan hacia
la maestría de estas piezas como su meta última.
Bach fue el más grande maestro del Barroco, y probablemente de toda la
música clásica. Cualquier estudiante de música debe comenzar - y terminar -
una investigación de las glorias de la música clásica con él.
http://www.guiascostarica.com/pinocho/bach.htm
JJ SDG
Toda
música inspirada selecta o popular, representa un regalo Divino. Las
melodías de Bach fueron inspiradas, él en su maestría y genialidad
actuó de intermediario para recibir desde la Esfera Superior de
Consciencia esa Inspiración en su mente, cuya potencia musical la llevó
al pentagrama y sirve ahora de ayuda a quienes en forma anónima Piensan
Mejor en medio de la Sodoma y Gomorra mundial actual. Bach lo sabía y
por algo sus partituras las comenzaba con las letras JJ, es decir Jesu
Juva o Ayúdame Jesús, y las finalizaba con las letras SDG, es decir
Soli Deo Gloria, es decir A la Gloria de Dios.
Siendo
estudiante de Medicina ya sabía, por los estudios
realizados, de los beneficios de la música clásica inspirada en general
y la barroca para cuerdas en especial, en cuyos segundos movimientos se
encontraban las melodías que mejor estimulaban el ritmo alfa cerebral.
Pasan los años e intuía que por lógica
una de esas composiciones tenía que ser la Top-One y la
encontré. Se trata de la melodía AIR o Aire para la
iniciática cuerda en Sol de Bach. Una madrugada me
desperté con esa melodía resonando en mi interior y la idea de
realizar un Continuum con ella para dejarlo cual complemento de mi
Meditación. Lo logré, ignoro el cómo y, la
melodía de 6 minutos quedó, gracias al computador y un
programa editor free, en una unitaria composición de una hora con formato mp3 para dejarlo en un CD.
Lo llamo Continuum
dado que no se nota cuando finaliza la
melodía y se reinicia, es decir, está sin pausas
distractivas para el estado de Meditación... Además ayuda
a mejorar el rendimiento del estudiante, la concentración
laboral y...
El análisis de la época actual, estructurada sobre la base de las tres
épocas que en este escrito 370 presento, la dejo al discernir
de cada lector. Sí sostengo que tenemos una actual Inquisición que condena el alma al
fuego eterno:
El dogma mahometano señala:
El infierno está dividido en siete regiones: Jahanam, reservado a los
mahometanos infieles; Laza, para los judíos; Al-Hutama, para los
cristianos; Al-Sair, para los sabianos; Al-Saqar, para los magianos;
Al-Jahim, para los idólatras; Al-Hawiyat, para los hipócritas. En
cuanto a los tormentos del infierno, se cree que los condenados se
retorcerán entre vientos pestilentes y agua hirviendo, y a la sombra de
un humo negro. Se les obligará a tragar agua hirviendo. Se les
arrastrará del cuero cabelludo, se les arrojará al fuego envueltos en
prendas en llamas, y se les golpeará con mazas de hierro. Cuando su
piel esté bien quemada, se les dará otra piel para su mayor tortura.
Mientras que la condenación de todos los infieles será eterna y sin
esperanza, los musulmanes que, aunque fieles a la religión verdadera
hayan cometido pecados atroces, serán librados del infierno cuando
hayan expiado sus pecados.
http://ec.aciprensa.com/wiki/Mahoma_y_mahometismo
En el judaísmo:
No existe el
infierno, pero existe el castigo. Como para
el justo hay un premio que se da en el lapso de tiempo de un año, así, para el
réprobo existe el castigo. Después de este año, estos 11 meses, van todos al
paraíso.
Il Messia e gli Ebrei”, Elio Toaff. p.29
En el judaísmo no existe el infierno ni
el diablo, ya que los ángeles al carecer
del libre albedrío que tienen los seres
humanos, tienen incapacidad de
rebelarse.
David Mandel
Los judíos muertos en el
holocausto
lo fueron por sus pecados de la anterior vida y que ellos decidieron
ajustar
en esta vida sus culpas pasadas. Las víctimas de los malditos
nazis
fueron pobres gentes que eran reencarnaciones de espíritus
pecadores,
gente que transgredió e hizo todo tipo de cosas que no
deberían
haber cometido, y que reencarnaron para hacer penitencia.
Gran Rabino de Jerusalén Ovadia Yosef (noviembre
de 2000)
El Gran Rabino al reconocer hace 10 años la Reencarnación y Karma, por ese solo hecho quita validez a la idea del Infierno,
que no existe para el alma, pero sí se la asocia al Karma o
ajuste necesario entre vidas como un estado mental, estado que cada uno
puede aliviar mediante el Mejor Pensar.
El
Papa polaco Juan Pablo II, ahora beatificado previo ser santificado en
un futuro quizá cercano, se refirió al infierno como:
Un estado
psicológico o una metáfora, sin existencia como lugar.
El actual Papa Benedicto XVI aseguró en 2008 durante una audiencia con motivo del
inicio de la Cuaresma, que:
El infierno existe y el castigo eterno
ocurre en un lugar físico y no “mental”. El infierno existe y es eterno.
Y si no existe el infierno?
Supongamos por un momento que en verdad el infierno con toda su
condenación de sufrimiento eterno no existiera; entonces, los pecadores nada
tendrían que temer. Pueden vivir sus vidas en pecados y suciedades, rechazando
a Dios y al evangelio y después desaparecen sin consecuencias, pues no hay
condenación alguna. Pero no solo eso, las palabras de Jesús hubieran sido
falsas en cuanto a temer a la fuego que no se apaga y el gusano nunca muere, en
cuanto a que el infierno es un lugar que se debe de temer, un lugar donde el
cuerpo y alma es destruida. Entonces los creyentes fuimos libertados de la
condenación que no existe y somos salvos de una ira falsa. Pues no hay ira, no
hay condenación, no hay castigo, solo desaparición, y el ser que no existe no
sufre, no siete, no padece.
Uno de los pilares de los cristianos
evangélicos es el Infierno al que van todos los que no piensan
como ellos, es decir 8.000 millones de almas encarnadas como hijos de Dios en un mundo con
9.000 millones. A
quienes así nos condenan les recomiendo leer un libro titulado
"El Amor triunfa", libro escrito por un pastor evangélico:
El tema central del cristianismo es que Dios es amor
En el libro "El amor
triunfa", Rob Bell, pastor evangélico y detractor del
criterio tradicional sobre el infierno, critica la creencia de que un grupo seleccionado
de cristianos pasará la eternidad gozando de las delicias celestiales
mientras que el resto del mundo será atormentado para siempre en el
infierno. “Esto es algo equivocado y tóxico y a la postre altera el mensaje
contagioso del amor de Jesús, paz, perdón y alegría que tanto necesita
oír nuestro mundo”
http://zonadefe.org/2011/04/18/rob-bell-y-varios-pastores-ponen-en-tela-de-juicio-el-infierno/
Y llegándose los
discípulos,
le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
Él
les respondió, y dijo: Porque a vosotros os es dado saber los
misterios
del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Por eso les hablo
por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni
entienden.
Mateo 13: 10, 11, 13
Y les dijo: A vosotros es dado saber
el
misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, todo se
les
trata por parábolas.
Marcos 4: 11
Y así les proponía la
palabra
con muchas parábolas como estas, conforme a lo que podían
oír; Y sin parábola no les hablaba; mas cuando estaba
aparte
con sus discípulos, se lo declaraba todo.
Marcos 4: 33, 34
Cuatro fueron los Grados o niveles en la Enseñanza de Jesús:
Primer grado o nivel:
El pueblo al que entrega una Enseñanza moral por medio de parábolas.
Segundo grado o nivel:
Los setenta al que Enseñó el significado de las parábolas.
Tercer grado o nivel:
Los doce apóstoles a los que inició en los Misterios del Reino de los cielos.
Cuarto Grado o nivel:
Los
tres elegidos: Pedro, Santiago y Juan iniciados en los misterios
más profundos de lo Cósmico, los tres que estuvieron
presente en la Transfiguración de Jesús.
A los modernos cristianos defensores del Infierno me permito fraternalmente señalarles que: Ustedes, de buena fe analicen el significado los tres versículos que demuestran los niveles
en la Enseñanza de Jesús. Nivel externo o exotérico y niveles internos o
esotéricos. Además al hablar de condena eterna del alma ustedes:
Ignoran que el alma está por sobre lo denso mental-material nuestro y no es tocada por nada denso negativo.
Ignoran que cada vida es un
sueño del alma y si quieren un infierno es el que estamos
acá viviendo en un sueño que para los más
pareciera de pesadilla.
Ignoran los millones de
testimonios de personas que retornaron de la frontera con el más
allá en una ECM o experiencia cercana a la muerte, donde todo
era Amor, Comprensión y Perdón.
Ignoran los testimonios de serias hipnosis regresivas que validad la Reencarnación y: SIN INFIERNO.
Ignoran la Enseñanza
heredada del Círculo Interno de Jesús por parte de los
Primeros Padres de la Iglesia quienes Enseñaron la realidad y
razón de ser de la Reencarnación.
La actual Inquisición
es real sobre la base de dogmas sustentados en letra que el emperador
Constantino hizo quitar y agregar para que su pueblo no tuviera la fe
de otra oportunidad, lo cual era molesto al imperio...
Ignoran que Dios no juega a los dados con nosotros:
¡Hagan
juego almas! Este gana, este pierde, este pierde, este pierde,
este pierde, este gana... al que le tocó le tocó.
¡Se
tiran los dados!: Como humano naciste en esta zona y en ese cristiano
hogar privilegiado =
ganas;
¡Van los dados!: naciste allá entre la miseria,
ignorancia, vicio,
delincuencia; naciste en un hogar vedanta, mahometano, judío,
budista... = pierdes. Después de morir el alma que gana se va al
cielo el que pierde al
infierno eterno.
Hagan juego almas, hagan juego, no va más.
Ignoran el prístino sentido de esta Enseñanza:
Pues si
vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
cuanto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los
que le piden?
Mateo 7: 10-12
Además Jesús nos agrega:
¿Por qué dudáis del Amor del Padre eterno?
Cuando regrese, ¿creéis acaso voy a encontrar Fe en la Tierra?
Por
último, señores jueces-fiscales subjetivos que toman el
nombre de Dios, al ignorar o
acomodar con inquisidor egoísmo moderno de Fin de Tiempo el Amor
del Padre, AMOR que es para TODOS por igual, ¿con qué
derecho hablan de derechos humanos y justifican la masacre eterna de
los miles de millones de almas que, como humanos piensan diferente a
ustedes? ¿Quién les
otorgó la autoridad para ser los inmaculados fiscales y jueces
de ese extraño Dios en la Tierra?
Quizá sea conveniente recordar lo señalado por
Vivekananda en el Primer Congreso mundial de las religiones de Chicago,
1893:
La santidad, la pureza y la caridad
no son la posesión exclusiva de ninguna Iglesia del mundo, y cada
sistema ha producido hombres y mujeres del más elevado orden. Si
alguien sueña con la exclusiva supervivencia de su religión
y la destrucción de las otras, le compadezco desde el fondo de mi
corazón.
Cada credo,
religión, filosofía, iglesia... se sustenta en la
Enseñanza de un Maestro. Todos son parte de un conjunto, cada
uno cual rayo de una rueda que converge a un centro común. Por
un tiempo estas enseñanzas fueron supervisadas por maestros.
Después quedaron bajo la tutela de humanos. Por lo tanto, todo
credo es respetable, lo que no acepto son los dogmas sobre la base de
lo que el Maestro habría dicho y a lo mejor no dijo. No acepto
el no querer investigar sobre lo que a lo mejor el Maestro dijo y no
quedó escrito. Ningún Maestro dejó nada escrito,
sus discípulos directos o discípulos de ellos lo
escribieron. Surgen los dogmas que llevaron a las inquisiciones que
hubo y religiosas guerras que hay. Uno de esos dogmas es el del
Infierno.
Jesús es
el Maestro de maestros, el único que llegó al mundo como Luz materializando al recién
nacido y se fue del mundo como Luz, desmaterializando el cuerpo que impregnó con
Su Luz, cual perfecto negativo fotográfico, a la Síndone que lo envolvía.
Entiendo
por Verdad que, en un universo Mental fruto de la Manifestación del Pensamiento
de Dios, el Infierno es un estado mental nuestro y todos podemos transformar el
personal infierno en un cielo si logramos Pensar Mejor, disminuyendo nuestra
media diaria de pensar con 70% de pensar basura. Esto es válido aun para esos
santones que se creen salvos por credo y no por pensamiento...
La Época
Actual, de Fin de Tiempo, se presenta junto a lo expuesto con una serie de
señales manifestadas en conjunto cual dolores de parto planetario que aumentan
en intensidad, frecuencia y magnitud. Pienso que esta época nuestra es de
una Sodoma y Gomorra mundial peor que la puntual del pasado que estuvo situada
a orillas del Mar Muerto. La época presente tiene en plena acción a un
minoritario número de un 1% de especiales y anónimos humanos,
son 90
millones de personas en el ámbito planetario, quienes en forma
natural Piensan Mejor en
medio del caos y la oscuridad que los más no aprecian, prefieren
ignorar o
usar el bloqueo mental para vivir lo mejor posible frente a lo que no
comprenden, otros, en cantidad mayor de lo supuesto, sin que sea
necesario por real patología, son desde niños bloqueados
con el Ritalín, la droga de la obediencia: En mi escrito 347 sobre el Ritalín y el TDAH (transtorno de la atención con hiperquinesia o hiperactividad), digo:
Al mirar
esta dramática imagen me deja pensativo,
pienso en el niño Diego de 9 años, para su maestra de
música un alumno alegre, chispeante, animador del grupo
humilde de niños compañeros de curso de su Escuela al que apagaron;
pienso en el hermano de 7
años de Germán de 18, ambos destacados por su intelecto y
ver él cómo se apaga su hermanito por
el Ritalín que no entiende por qué se lo indicaron; pienso en
esa cantidad
de niños de dos a cuatro años
bajo terapia con Ritalín en el Kinder de
Alicia que les enseña con Amor y Empatía y, ahora,
aterrada los ve llegar a más del 50% de ellos cual
robots niñitos... ¿Son Herodes que intentan acaso eliminar a los Niños de Luz...?
Tal parece el mundo necesita desde niños crear hombres-masa... Por suerte existe además del especial 1%, un 9% de no bloqueados mentalmente por la gran variedad
de bloqueantes mentales propios de una alienante modernidad y, quienes con
esfuerzo-sacrificio, a su manera intentan Pensar Mejor. Este 10% da la humana
nota del Cambio que faculta que ya, aunque no lo creamos, de manera gradual la
Luz llegue a esas mentes y por esas mentes humanas descienda a la Tierra y lo
haga por sobre credos, dogmas, ideologías... Esta nota humana precede a, que a su debido tiempo, la FUENTE
DE LA LUZ, llamadlo como queráis, para mi es el PADRE, se haga uno en nosotros
y el planeta y lo sea para TODOS por igual, dando lugar a la humana
transformación por transmutación de lo denso físico y mental en SUTIL mental y
físico.
Nuestro cuerpo será semejante al cuerpo de Cristo resucitado.
La ciudadanía nuestra es en los cielos. Jesucristo;
el cual transformará
nuestro cuerpo y lo hará conforme al suyo glorioso.
Filipenses 3:21
He aquí que os digo un misterio: No todos moriremos, pero TODOS seremos transformados...
Corintios 15:51
Ven Señor, ven...
Que Tu presencia sea entre TODOS nosotros
e ilumine nuestro Santuario Interior
S D G
Dr.
Iván Seperiza Pasquali
Quilpué, Chile
Mayo de 2011
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isp2002@vtr.net